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CONCLUSIONES

El hecho de que la intensidad de artículos producidos por ambos medios sea coincidente (en gran medida) con los picos migratorios identificados desde diferentes fuentes académicas (figuras 1 y 2), parece significar que efectivamente hubo un cubrimiento mediático en dos sentidos: a la agudización y agravamiento paulatino de la situación política, económica y social de Venezuela y a los hechos particulares acontecidos en la frontera colombo-venezolana derivados de ello, mas no a la inmigración de venezolanos hacia Colombia, lo que en un comienzo pensamos que iba a arrojar este análisis. De allí que el término “migración” fuera marginal en comparación con el término “frontera”, que sí fue protagónico, especialmente en 2015 y 2016.

En este sentido, hay que decir que según datos oficiales de ciudadanos venezolanos del RAMV, el 47,4 % de esta población se encuentra en los seis departamentos que componen las zonas de frontera colombo-venezolana, mientras que en los tres departamentos más grandes del país se encuentra el 41,5 %. Esto indica que ha habido un proceso de internación de los ciudadanos venezolanos al resto del país y no solo en las zonas de frontera que pasó inadvertido en la narrativa de los artículos analizados.

Sin embargo, que se haya dado prioridad a la frontera y no al fenómeno migratorio como tal posiblemente tiene que ver con que son más de 2.219 km separados por líneas invisibles que cobran vida cuando las necesidades surgen, y que además son paso fácil para el contrabando, el narcotráfico y los grupos delincuenciales, que encuentran como “caldo de cultivo” para su supervivencia una ausencia significativa del Estado. Así mismo, existen conflictos relacionados con la doble nacionalidad y la migración irregular. En total, seis departamentos y veintiséis municipios de Colombia comparten puerta con Venezuela. Quizá con esta misma lógica, el Gobierno designó un gerente de frontera y no un gerente migratorio para el abordaje de esta (in)migración.

Se identifican dos momentos importantes en el cubrimiento mediático. El primero, entre el 2005 y 2013, en el que la llegada de ciudadanos venezolanos no fue considerada un problema migratorio, quizá porque por su perfil socioeconómico de clase media alta, se deduce que esta movilidad no se da por la vía de la frontera terrestre, sino por vía aérea. Y un segundo momento, a partir del 2015, en el que los picos de migración coinciden con los momentos de crisis política y económica interna venezolana que estimularon la denominada migración fronteriza de supervivencia; por tanto, el abordaje mediático se caracterizó por un enfoque político-económico centrado casi exclusivamente en la región de la frontera terrestre.

Este segundo momento migratorio cobró especial importancia mediática por tratarse, primero, de ciudadanos colombianos y sus familias venezolanas que se vieron afectados por un cierre de fronteras y sus consecuencias económicas para Colombia y segundo, de un grupo de personas con demandas económicas e institucionales específicas hacia el Gobierno colombiano.

Los asuntos internos colombianos no tuvieron mayor relevancia a la hora de tratar la información sobre la (in)migración venezolana en Colombia, pues si se hubiera tratado el tema desde el punto de vista de una crisis migratoria en estricto sentido, habrían tenido relevancia, entre otras temáticas: la ausencia de una política pública migratoria o cómo las normas sobre fronteras, incluyendo la Ley 191 de 1995, no han respondido a la necesidad de promoción, protección y consolidación de los derechos humanos fundamentales de las personas, sino que se han enfocado, casi exclusivamente, en los temas económicos y comerciales.

Llama la atención cómo el cubrimiento mediático pareció dar mayor protagonismo a las figuras presidenciales y a los modelos económicos y políticos de Gobierno de ambos países que a las repercusiones sociales y humanas de la crisis de estos modelos. Podría plantearse incluso que el foco de las narrativas noticiosas fue la crisis de un modelo político económico y no una crisis migratoria.

En primera instancia, la importancia de Venezuela parece radicar en su relevancia como representante de un proyecto político específico que contrasta no solo con el modelo colombiano, sino con la mayoría de los modelos de la región. Por esto las repercusiones económicas en el país son mencionadas en repetidas ocasiones, ya que se traza un vínculo entre un modelo socialista y una economía en decrecimiento.

Nicolás Maduro y sus diferentes medidas convocaron la atención de los medios, sin reflejar de manera detallada la incidencia en la vida de las personas, por lo cual no se dimensiona la influencia de los factores políticos y sociales en la emigración de los venezolanos. La migración de venezolanos hacia Colombia parece percibirse para el discurso mediático como un aspecto de intervención social que debe suplir el Gobierno colombiano, puesto que el proyecto político de Venezuela fracasó y con ello la economía del país.

Finalmente, los picos migratorios y de información aquí descritos, especialmente a partir del 2013, debieron capitalizarse como indicadores tempranos o alertas migratorias, posibles nuevas fuentes de política pública e incluso como una oportunidad para la creación de instrumentos de protección y de gestión de las migraciones en todos sus aspectos (inmigración, emigración, tránsito y retorno). Los relatos noticiosos de estos dos medios han venido registrando paulatinamente unos desplazamientos humanos soportados en datos estadísticos que generan importantes insumos para un cambio en el paradigma de que Colombia es un país solo de emigración.

Este sería un reto fundamental para una adecuación normativa e institucional acorde con la realidad migratoria actual y con los acuerdos internacionales en materia migratoria, así como también un aporte al discurso ético y social que ve la migración como un fenómeno positivo para la sociedad y para el desarrollo del país y entiende que el otro extranjero no es otra cosa que el espejo de nuestros propios connacionales que también se han ido del país buscando mejores oportunidades o salvaguardando su vida y sus bienes.

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CAPÍTULO SEGUNDOMIGRACIÓN DE RETORNO EN EL CONTEXTO DE LA CRISIS VENEZOLANA

STÉPHANIE LÓPEZ*

Uno siempre vuelve a los viejos sitios donde amó la vida

RESUMEN

La migración de colombianos a Venezuela es un flujo que data de los años setenta durante la bonanza petrolera del vecino país. Así mismo, muchos colombianos se refugiaron allí del conflicto armado en los años noventa. Hoy, la crisis política, económica y social que vive Venezuela ha llevado a muchos de sus ciudadanos a migrar del país en búsqueda de oportunidades, pero también huyendo de esta crisis; los colombianos que vivían allí han tenido que regresar a Colombia y otros han sido deportados. Este capítulo tiene como objetivo describir la situación de los colombianos que han retornado de Venezuela poniendo énfasis en los desafíos que se encuentran al momento de regresar y en las medidas adoptadas por el Gobierno para esta población.

Palabras clave: migración de retorno, políticas migratorias, Venezuela, crisis humanitaria.

ABSTRACT

Colombian migration to Venezuela goes back to the seventies during the neighbor country’s oil boom. Also, during the nineteen’s many Colombians sought asylum in Venezuela fleeing the inner conflict. Nowadays, the political, economical and social crisis has forced many Venezuelans to migrate in search of opportunities and also fleeing the crisis; the Colombians living there, are also coming back to Colombia and others have even been deported from the neighbor country. This article aims to highlight the situation of those Colombians who have returned, empathizing the challenges and the decisions that have been taken by the government to face this situation.

Keywords: return migration, migration policies, Venezuela, humanitarian crisis.

Emigrar es un verbo conocido para los colombianos, que han sido tradicionalmente una población migrante a causa del conflicto armado y de factores económicos: los colombianos han huido del conflicto, pero también han buscado mejores condiciones de vida en otros países desde los años setenta y hasta el hoy los nacionales colombianos siguen saliendo del país. Una de las mayores migraciones de colombianos ha sido a los países vecinos, principalmente Ecuador y Venezuela. Ecuador es el país con el mayor número de refugiados, mientras que Venezuela es uno de los principales países de destino de los colombianos que cuentan con refugiados (reconocidos y de facto) nacionalizados (binacionales), residentes y migrantes en situación irregular.

Colombia y Venezuela se consideran países hermanos. En esa medida, las relaciones económicas, sociales y culturales han estado marcadas por una cercanía que parece perdurar desde antes de sus independencias. Incluso recién independizados, estos dos países firmaron un acuerdo que data de 1833 con el objetivo de fijar las fronteras y reglamentar el comercio (López y Sánchez, 2007). Desde entonces, la interdependencia que existe entre ambos países y el compartir una extensa frontera han hecho que las migraciones transfronterizas sean parte de su cotidianidad: muchos colombianos que trabajaban en Venezuela regresaban a Cúcuta a dormir en la noche, repartiendo su vida entre ambos países. Si bien en los años setenta y ochenta el flujo de migrantes colombianos a Venezuela aumentó, en los tiempos actuales son los venezolanos los que vienen a Colombia buscando un mejor futuro y huyendo de un país que ya no puede ofrecerles un bienestar. En este flujo también se sitúan los colombianos que migraron en su momento al vecino país.

Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), la migración de retorno se refiere al “movimiento de personas que regresan a su país de origen o a su residencia habitual, generalmente después de haber pasado por lo menos un año en otro país. Este regreso puede ser voluntario o no. Incluye la repatriación voluntaria” (OIM, 2006, p. 39). Cuando se refiere a un retorno no voluntario, este es definido como “Deportación: Acto del Estado en el ejercicio de su soberanía mediante el cual envía a un extranjero fuera de su territorio, a otro lugar, después de rechazar su admisión o de habérsele terminado el permiso de permanecer en dicho Estado” (ibid.). Junto con estas definiciones, es preciso indagar sobre las causas y consecuencias de este retorno en diferentes niveles: desde el país de origen al país de retorno, desde el individuo hasta la comunidad y desde lo local hasta lo nacional y lo transnacional, pasando por los ámbitos económico, social, político y cultural.

Así las cosas, se pretende situar la migración colombiana de retorno desde Venezuela mediante la caracterización de la población y de la normativa que rige actualmente sobre los retornados. De este modo, en un primer momento se abordará un contexto descriptivo del perfil de los colombianos que residen en Venezuela y de las condiciones en que han retornado desde la crisis; en un segundo momento se abordarán las principales herramientas dispuestas por el Gobierno para esta población y, por último, se hará una reflexión sobre los retos que enfrentan tanto los migrantes como el Gobierno para su (re)integración a la sociedad.

I. LA MIGRACIÓN COLOMBIANA HACIA VENEZUELA Y SU RETORNO

La migración colombiana a Venezuela es de larga data y se remonta a los años setenta, según datos recopilados por la Universidad del Rosario:

Las personas nacidas en Colombia pasaron de conformar la tercera parte de la población de origen extranjero en Venezuela (30,20 % en 1971) a constituir más de la mitad de esta (51,79 % en 1990). El gran salto cuantitativo se efectuó durante la década de los setenta, estimulado por los precios altos del petróleo1.

Así, la bonanza petrolera permitió que los colombianos emigraran gracias a la demanda de trabajadores en este sector, pero también en infraestructura y servicios, mejorando sus condiciones de empleo2. Esto ha incidido en que muchos de estos colombianos tengan doble nacionalidad y sus hijos sean nacionales venezolanos. A finales de los años noventa se estimaba que un 31 % de la población colombiana en el exterior residía en Venezuela (Gómez y Rengifo, 1999) y desde entonces se recomendaba formular una política migratoria regulatoria de estos flujos.

Históricamente, el fenómeno de la migración ha estado presente en las relaciones colombo-venezolanas, pero su motivación estuvo principalmente influida por causas económicas. Sin embargo, la agudización de la crisis política y el conflicto armado que vive Colombia desde el siglo pasado están agravado la radicalización y degradación de los movimientos migratorios, lo cual origina el desplazamiento interno (Colombia) y una migración forzada hacia los países vecinos (Álvarez, 2004).

Es importante anotar que Venezuela ha sido el principal receptor del desplazamiento forzado desde Colombia en lo que se conoce como el éxodo transfronterizo y que ha sido documentado por el Centro Nacional de Memoria Histórica, que recoge en un informe esta problemática por lo general invisibilizada. El informe se centra en el departamento de Arauca, pero también analiza las demás fronteras. Se calcula que hay más de doscientos mil refugiados de hecho (CNMH, 2014), en contraste con los 4.340 refugiados reconocidos, porque es una población flotante y se dificulta su registro por la extensión de la frontera entre ambos países. Así, “Miles de familias y personas, principalmente campesinos, indígenas y afrodescendientes, no solo de las regiones fronterizas, sino de cualquier parte del país, hacen uso de la enorme extensión y posibilidad de acceso al vecino país para huir del conflicto armado y la violencia generalizada en Colombia” (CNMH, 2014).

Según la OIM, para el censo de 2011 había en Venezuela 684.040 colombianos (Organización Internacional de Migraciones, 2013), siendo Venezuela el quinto país en otorgar protección internacional a colombianos, a pesar del subregistro existente de casi 90 % (Carreño Malaver, 2014). Cifras no oficiales cuentan más de cuatro millones de colombianos que residen en Venezuela, incluyendo los hijos de estos migrantes, es decir, los migrantes de segunda generación con opción de doble nacionalidad; según el presidente Nicolás Maduro, serían más de cinco millones3, pero el subregistro es tal que de momento la cifra oficial queda en menos de un millón de colombianos que residen en Venezuela.

A pesar de que los datos sobre el retorno de migrantes a Colombia son insuficientes, con algunos estudios se puede deducir que este retorno no es reciente y viene dándose desde años atrás. No solo el aumento del poder de Maduro y la crisis socioeconómica que se ha agudizado han sido motivos para regresar al país: también la subida al poder de Hugo Chávez y su posterior reelección llevaron a los colombianos de más altas cualificaciones a emigrar de nuevo a Colombia. Según una encuesta de 2008, del total de retornados, 28,2 % lo hicieron desde Venezuela y después de Estados Unidos, que ocupa el primer puesto como país desde el cual retornan los colombianos, con el 31,4 % (Observatorio Colombiano de Migraciones, 2009). De estas cifras se puede inferir que el retorno desde Venezuela no es reciente y, de manera más amplia, que las migraciones transfronterizas son la norma entre ambos países, por lo que este retorno bien puede representar una reemigración. No es posible saber si este retorno se da de manera voluntaria o forzada por la situación socioeconómica y política del vecino país.

Con la intensificación de la crisis venezolana, en agosto de 2015 miles de colombianos fueron expulsados de Venezuela4 bajo la premisa de que eran residentes ilegales, tras el cierre de la frontera de parte del presidente Nicolás Maduro, lo que se convirtió en una crisis diplomática. Durante esta última crisis, el Gobierno calculó la llegada de colombianos en poco más de dos mil deportados y más de veinte mil retornos (Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia, 2018b), mientras que Naciones Unidas reportó que habían llegado más de veinticuatro mil. La atención humanitaria de emergencia facilitó albergues, y la fuerza pública ayudó a los habitantes de la frontera a pasar sus pertenencias por trochas con camiones destinados para ello.

Si bien esta crisis tuvo una respuesta, es cierto que muchos colombianos vivían con miedo a ser deportados5: la política de deportaciones no era nueva. En años anteriores, el Gobierno venezolano había expulsado a 4.386 colombianos entre 2013 y 2014 por encontrarse indocumentados, mientras que en años anteriores las deportaciones no habían superado las trescientas personas. Algunos académicos, en un comunicado binacional emitido con posterioridad a la crisis, señalaron:

Hay seis tipos de situaciones diferentes: 1) personas que nunca intentaron resolver su migración irregular; 2) quienes hicieron los trámites en la Misión Identidad, esperaron varios años y no tuvieron respuesta; 3) quienes obtuvieron cédulas de nacionalización que les permitían ser electores y recibir subvenciones sociales pero les vienen siendo retiradas en los últimos años o aparecen como “auditadas-rechazadas”; 4) aquellos que recibieron cédula de residencia pero al vencerse no se las renovaron; 5) algunos que tienen su cédula en regla; y 6) quienes solicitaron refugio y debían recibir protección humanitaria (Ramírez, 2015, p. 6).

De estos últimos, es decir, quienes solicitaron refugio, algunos fueron expulsados durante esta crisis. Según un estudio del Centro de Migraciones de la Congregación Scalabriniana en Cúcuta, los retornos durante la crisis estuvieron marcados por una deportación masiva durante la crisis de 2015 (Corporación Scalabrini ‘Corposcal’ y Acnur, 2015). Según cifras de la Cancillería, desde ese momento hasta junio de 2017 han retornado 2.415 colombianos de Venezuela, registrados en el Registro Único de Retornados (en adelante, RUR); sin embargo, esta cifra es mayor puesto que existe un subregistro: corresponde al 52 % de los que han regresado en Colombia, seguida por España y Estados Unidos.

A partir de los datos del RUR se evidencia este retorno desde Venezuela: a julio de 2017 habían retornado 1.690 personas (Ministerio de Relaciones Exteriores, 2017), y a julio de 2018, 1.474 personas (Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia, 2018c). La situación de retorno de colombianos desde Venezuela persiste a 2018, aunque se desconocen las cifras; el Gobierno calcula que podrían ser entre 30 y 35 % del flujo migratorio total desde Venezuela, además del 40 % estimado que cuentan con la doble nacionalidad6. Muchos de ellos regresan al país por sus propios medios, así que es un reto conocer cuáles son sus necesidades en el corto y el medio plazos, más allá del conocimiento de la situación de vulnerabilidad en el caso de los retornos más recientes. Además, se puede observar un subregistro si se cuenta solo con los que están registrados en el RUR.

Paralelamente al análisis que puede hacerse sobre la migración de venezolanos, la migración de retorno de colombianos podría dividirse en dos categorías: por un lado, la de quienes regresaron en los primeros años del chavismo, en una situación económica favorable, y por otro, la de los que están regresando en condiciones menos favorables y de mayor vulnerabilidad desde 2015. Entre estos casos se puede subrayar la situación en el departamento del Atlántico, que de por sí es uno de los más vulnerables desde el punto de vista de la pobreza que allí se encuentra. El retorno a diferentes municipios del departamento ya generaba a principios de 2017 una preocupación7 en varios sentidos: la atención en salud, el acceso a la educación de niños que regresaron por falta del registro civil y los asentamientos de esta población en zonas ilegales.

Además, aunque se sabe que existen procesos de reemigración tras volver a Colombia, no hay cifras que lo demuestren; solo dos tendencias parecen demostrarlo: por un lado, el aumento de la demanda de pasaportes de venezolanos recién nacionalizados colombianos8 y por otro, el incremento del flujo de migrantes colombianos que atraviesan la frontera hacia Ecuador9, de los cuales un porcentaje viene de Venezuela.

Hoy día la migración de colombianos a Venezuela persiste; así queda expuesto por la Asociación de Colombianos en Venezuela, que calculó 120.000 entradas10, cifra considerable con respecto a los venezolanos que han salido del país. Por ello, también es necesario saber que las migraciones son bidireccionales y no han frenado en ninguno de los dos lados de la frontera.

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