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3.9. Balance de la financiarización

Hay suficientes evidencias de que el funcionamiento del sistema financiero desregulado resulta enormemente ineficaz y profundamente peligroso. No ha conseguido llevar a cabo una asignación eficiente de los recursos. Buena parte de su actividad ha sido meramente especulativa. El sistema financiero se ha mostrado enormemente inestable y sus crisis se han ido sucediendo de manera continuada, culminando en el crack de 2008. Después de esa fecha han tenido lugar otras crisis en Europa y en China, a las que seguirá la que se produzca como consecuencia de la epidemia de coronavirus.

No se ha establecido una regulación estricta como la que se implantó tras el crack del 29. A pesar de las innumerables voces que se alzaron en favor de la regulación financiera tras la crisis de 2008, no se han impuesto límites sustanciales a la actividad del sector, ni a nivel global, ni a nivel europeo, ni a nivel estatal. Las tímidas medidas adoptadas por la Administración Obama fueron derogadas por Trump inmediatamente después de su llegada al poder. Angela Merkel impuso una política de austeridad a los países de la eurozona, con el objetivo de que Grecia, España e Italia saldaran sus deudas con los bancos alemanes. Estos hechos ponen de manifiesto lo que Varoufakis denominó la «quiebrocracia»60. A pesar de las bancarrotas y de los rescates, el sector financiero fue capaz de imponer sus intereses sobre los del resto de la sociedad. Y las evidencias señaladas ponen de manifiesto que las entidades financieras siguen realizando el mismo tipo de operaciones de alto riesgo que condujeron a la gran crisis.

4. FÁBRICAS MUNDIALES: LAS CADENAS GLOBALES DE VALOR
4.1. Cadenas globales de valor: caracterización y funcionamiento

La producción manufacturera se ha mundializado como consecuencia de la disgregación de las unidades productivas características del modelo fordista que eran «grandes fábricas donde trabajaban millares de personas con una organización taylorista o “racionalizada” del trabajo para componer analíticamente, en el plazo más breve posible, toda su actividad»61. Las compañías fragmentan la producción mediante procesos de externalización o subcontratación y deslocalizando o trasladando parte de sus tareas a otros países.

Para entender el concepto de «cadena global de valor», hemos de introducir previamente la definición «cadena de valor agregado». En un texto de 1985, Kogut caracterizó así ese tipo de estructura productiva: «La cadena de valor agregado es el proceso mediante el cual la tecnología se combina con insumos de materiales y mano de obra, y luego se ensamblan, comercializan y distribuyen los insumos procesados»62. Del conjunto de su texto puede extraerse una noción más compleja que identifica los distintos eslabones de la cadena con las diferentes fases que atraviesa el proceso productivo de un determinado bien: la investigación, el diseño, las tareas de ingeniería, la obtención de las materias primas necesarias, la fabricación de los componentes, el ensamblaje y empaquetado del producto final, su distribución comercial y el servicio posventa (hoy en día se incluiría también la recogida y reciclaje del producto una vez finalizada su vida útil). El «valor» que «añade» cada eslabón de la cadena se calcula teniendo en cuenta su aportación al precio final del producto.

Hablamos de cadenas globales de valor (CGV) cuando las diferentes fases de la elaboración del producto se encuentran diseminadas por un amplio conjunto de países pertenecientes a más de un continente. Las distintas tareas pueden ser realizadas por filiales de una sola compañía o por empresas independientes entre sí. Pero esas cadenas siempre están sometidas, aunque en grado variable, a la dirección de una firma transnacional que coordina y gobierna todo el proceso. De hecho, las CGV se han erigido en el modelo productivo dominante de las grandes multinacionales63.

La multinacional a cuyo servicio está la cadena puede ser una compañía productora de bienes (como Apple), pero también una empresa distribuidora, como sería el caso de los almacenes Walmart, que, como se ha señalado aparece en el ranking Forbes de 2019 como la primera compañía del mundo en ventas, con un volumen de transacciones que supera los 485 mil millones de dólares.

La organización interna de las cadenas presenta múltiples variantes. Los vínculos entre la empresa dominante y los demás integrantes de la CGV pueden ser de diverso tipo, configurando distintas formas de enlace entre los eslabones de la cadena y entre estos y la empresa rectora. Las relaciones pueden consistir meramente en contratos de compraventa, como suele ocurrir en el caso de componentes genéricos que pueden conseguirse fácilmente en el mercado. El suministro de componentes especialmente diseñados para un producto concreto requiere una conexión más intensa entre el eslabón y el gestor de la cadena, pues debe asegurarse un flujo continuo de información entre ambas compañías y resulta mucho más costoso para una y otra romper su relación mercantil. La revolución informática ha sido clave para hacer viable la coordinación de la actividad de empresas muy distantes físicamente entre sí. En el extremo opuesto de las relaciones estrictamente de mercado se situarían los vínculos existentes entre la empresa matriz y sus subsidiarias en otros países, supeditadas a la primera por una relación jerárquica.

Las cadenas globales de valor son uno de los elementos estructuradores de lo que Wallerstein denominó «sistema mundo»64, es decir, de la división internacional del trabajo. La configuración de este sistema distribuye de forma jerarquizada las diferentes funciones productivas entre tres zonas del planeta: central, semiperiférica y periférica. La jerarquía no es absolutamente rígida, sino que permite una cierta movilidad ascendente y, más frecuentemente, descendente de los diferentes estados.

La producción organizada en base a cadenas de valor global lleva a los países menos desarrollados a adoptar diversos tipos de estrategias, algunas de ellas perversas. Los estados más pobres caen en la trampa de lo que se suele denominar race to the bottom, expresión que podríamos traducir como «puja a la baja». El interés por integrarse en las CGV, por atraer mayores capitales, o por evitar que las empresas ya instaladas en el país se trasladen, encamina a sus dirigentes a ofrecer mayores ventajas a las corporaciones multinacionales en forma de exenciones fiscales, desprotección laboral, o regulaciones medioambientales más laxas. Los estados del sudeste asiático o de Centroamérica han creado zonas francas que constituyen un auténtico limbo jurídico, destinado a que se instalen las subsidiarias o los subcontratistas de las empresas transnacionales65. Por su parte, China y los «tigres asiáticos» o los BRICS (que, además de China comprenden a Rusia, Sudáfrica, la India y Brasil) han escalado posiciones dentro de la jerarquía del sistema mundo que han podido mantener en algunos casos (como el de la propia China o Corea) y que no han sido capaces de conservar en otros (como Brasil, que ha vuelto a ser un país fundamentalmente exportador de materias primas sin procesar).

El mercado de trabajo ha experimentado un intenso proceso de desregulación a nivel global, llevando a la abolición de numerosas garantías propias del Derecho laboral, tal y como se analiza más detalladamente en otras partes de este libro. Los empleados en las fases más intensivas en mano de obra de las cadenas globales de valor sufren formas de explotación extremas, viéndose obligados incluso a trabajar en la economía sumergida. Un caso emblemático de las condiciones laborales en las CGV fue el desplome del edificio conocido como Rana Plaza en Bangladesh el año 2013. La edificación albergaba cinco fábricas que confeccionaban productos para diversas empresas textiles, como las compañías españolas Inditex (propietaria, entre otras, de la marca Zara) o El Corte Inglés. A pesar de las imponentes grietas que se habían abierto en la estructura del inmueble, los trabajadores fueron obligados a seguir trabajando en él y su derrumbe causó más de mil cien muertos y 2500 heridos.

Las cadenas globales de valor también se nutren de trabajo esclavo. Según un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el año 2016 había 40 millones de esclavos en el mundo, entendiendo por esclavitud «situaciones de explotación que una persona no puede rechazar o abandonar debido a amenazas, violencia, coacción, engaño y/o abuso de poder»66. Junto al trabajo impuesto coactivamente, se incluyen en esa cifra los matrimonios forzosos y la esclavitud sexual. Dieciséis millones de esclavos trabajan en el sector privado (el mayor número, mujeres en el servicio doméstico) y el 15 % lo hace en la manufactura, que es la esfera donde las CGV son más abundantes. Otros sectores con presencia significativa de trabajo esclavo que puede participar en CGV son la minería, la agricultura o los servicios de hostelería67.

Los países en desarrollo diseñan políticas para incrementar el valor agregado a la cadena, ascenso que suele denominarse con el término inglés upgrading68. Pueden incrementar la cantidad de dinero invertido en I+D, o implementar una estrategia que mejore la cualificación de la mano de obra. Un caso habitual de upgrading consiste en que un país donde se realizaban exclusivamente tareas de ensamblaje pase a convertirse en uno de los eslabones de la cadena en el que se fabrican piezas. México ha experimentado un ascenso de ese tipo en las CGV del sector automotriz, pasando de ser una mera línea de montaje a fabricar el 30 % de los autocomponentes que precisan sus factorías, incluidos motores, y a llevar a cabo tareas de I+D, que es una de las actividades que generan mayor valor añadido dentro de las cadenas69.

La empresa matriz de la CGV concentra en sus manos el grueso de las tareas que generan mayores beneficios, como son la concepción, el diseño, la investigación y desarrollo, el marketing y el servicio posventa. Un vídeo elaborado por la Organización Mundial del Comercio ilustra muy bien la composición de las CGV y la distribución de las tareas (y los beneficios) entre los diferentes países del mundo. Este documento audiovisual lleva por título Made in the World y puede encontrarse en Internet poniendo esas palabras en el buscador. La idea central que la OMC pretende transmitir es que los productos industriales ya no tienen nacionalidad, pues la expresión «made in... (China, India)» solo identifica el país donde se ha llevado a cabo el ensamblaje final del producto. Obviamente, la OMC se congratula por los beneficios que aporta esta forma de producción mundializada.

El sector productivo de las CGV que generalmente se asocia con la globalización es el de la manufactura de bienes de consumo duraderos, como teléfonos móviles, ordenadores, ropa o automóviles. Ese es el ámbito en el que nos centramos aquí. No obstante, hay que tener en cuenta que el sector servicios también ha experimentado procesos de deslocalización, cuyo ejemplo más extendido sería el de los call centers, especialmente los dedicados a tareas de atención al cliente. La configuración de las cadenas globales del sector servicios sigue pautas u obedece a consideraciones diferentes a las de las manufacturas, pues suelen precisar de mano de obra más cualificada (por ejemplo, en el sector bancario) y, a la vez, la articulación de los eslabones no supone obligatoriamente tener que transportar productos intermedios (como los componentes), sino que el enlace se puede realizar por vía informática (como, por ejemplo, en el caso de la contabilidad o el software)70. Los flujos comerciales mundiales tienen también características peculiares, como que la India haya sido el mayor exportador mundial de servicios informáticos en 2014, según la OMC71.

El comercio internacional en el mundo de la producción globalizada tiene unas características que lo diferencian de otras épocas históricas. Las cadenas globales de valor generaban en 2014 la mitad de las exportaciones mundiales, según el informe de la OMC citado más arriba. Los componentes y productos semielaborados configuran la principal parte del total de bienes intercambiados globalmente, lo que genera grandes dificultades a la hora de determinar el valor real de las exportaciones de un país y el lugar de procedencia, en última instancia, de sus importaciones. México es el mayor exportador mundial de automóviles a EE UU, pero un 70 % de los componentes de esos coches son importados de las propias empresas estadounidenses o de terceros países72. Es lo que sucede con las 400 000 camionetas pick up que General Motors fabrica en México73, las cuales llevan motores producidos en EE UU. A su vez, Detroit Diesel, que fabrica en EE UU motores de gasóleo que equipan vehículos Chevrolet (una marca de General Motors), es actualmente filial de la compañía Daimler, por lo que una parte de las tareas de ingeniería y diseño de los propulsores ha sido llevada a cabo en Alemania.

Determinar cuál es el valor añadido por las tareas realizadas en un país integrado en las cadenas globales de producción es, por consiguiente, una tarea ímproba, que exige calcular qué porción del valor de sus exportaciones ha sido generado en el extranjero. Para ello, es preciso determinar cuál es el coste de los componentes importados que se utilizan en la fabricación de productos semielaborados o finales que ese país exporta. La ONU, por un lado, y la OMC y la OCDE, por otro, han creado dos bases de datos (COMTRADE y TiVA, respectivamente, ambas accesibles a través de Internet), que permiten calcular la dimensión de las exportaciones de un país en términos de valor añadido, pero eso no significa que resulte una tarea en absoluto sencilla.

4.2. Un ejemplo ilustrativo: la cadena global de valor de Apple

No resulta nada fácil identificar todos los eslabones de la cadena global de valor de una multinacional manufacturera. Un estudio empírico, publicado por un investigador irlandés y otro chino en 2016, logró hacer un mapa de la CGV del iPhone de Apple74. La red de la multinacional de la manzana mordida comprende unas 200 compañías y 750 subsidiarias. Las empresas matrices pertenecen a 19 países diferentes y tienen en conjunto filiales o subcontratistas en el territorio de 30 estados distintos.

La distribución geográfica de la sede de las empresas matrices y de los lugares donde sus subsidiarias realizan las actividades productivas varía mucho en función del valor añadido que aportan a la cadena. El estudio citado distingue tres tipos de actividades: la fabricación de los componentes nucleares, la de los componentes no nucleares y las tareas de ensamblaje y empaquetado. Entre los componentes nucleares, encontramos la pantalla (que es la pieza más cara del iPhone), el disco duro, o los dispositivos ópticos. Entre las piezas que no son medulares se encuentran las que componen los mecanismos de conexión, los productos periféricos, o la batería.

El mayor número de empresas matrices que suministran componentes nucleares tienen su sede en EE UU. Estas compañías tienen localizada su producción en numerosos países, entre ellos, Japón, Filipinas, Taiwán, China y el propio territorio estadounidense. El país del que son originarias más empresas matrices encargadas de fabricar componentes no nucleares es Japón. Una parte de la producción de las compañías japonesas se ubica en EE UU. Pero los países donde se localiza el porcentaje mayor de la actividad productiva de estas compañías son el propio Japón y China. Las empresas japonesas empezaron a deslocalizar la producción mucho más recientemente que las compañías norteamericanas o europeas. Un dato paradójico es que uno de los más importantes proveedores de Apple es la empresa coreana Samsung, su gran rival en el campo de los smartphones: business is business. La mayoría de las tareas de ensamblaje y etiquetado se realizan en China, pero no por empresas de ese país, sino, sobre todo, por dos gigantescas compañías taiwanesas: Pegatron y Foxconn.

El artículo de Grimes y Sun reproduce la «curva de la sonrisa» de Apple, la cual muestra gráficamente que las actividades con mayor valor añadido, situadas al inicio y al final de la cadena productiva, están en manos de la multinacional norteamericana75.

4.3. La repercusión de la crisis de 2007-2008 en las cadenas globales de valor

El crack del año 200876, que tuvo su origen en EE UU, se extendió rápidamente a todo el sistema financiero mundial. A renglón seguido afectó también a la economía «real», como consecuencia de la retracción del crédito y, por tanto, de la demanda. Las cadenas globales de valor se convirtieron en regueros por los cuales la crisis en el sector manufacturero se transmitió de forma implacable de un país a otro. La disminución del consumo de smartphones en EE UU afectó directamente a las compañías que ensamblan los dispositivos en China, pero esas empresas transfirieron buena parte del peso de sus dificultades a los países suministradores de componentes, que vieron reducidos los pedidos con destino al país asiático. Los efectos negativos pueden producirse en lugares enormemente distantes que a primera vista parecen no tener relación alguna entre sí. Así, la disminución de las compras de automóviles por parte de los consumidores estadounidenses afectó al sector del caucho en Liberia, que produce la materia prima utilizada para fabricar sus neumáticos.

La crisis reorientó una parte de los flujos comerciales en el sector manufacturero, disminuyendo los intercambios Norte-Sur e incrementándose los que tenían lugar entre los países del Sur. Fue la época en que los BRICS (acrónimo para referirse a Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica) eran presentados en todos los medios de comunicación como la nueva locomotora de la economía mundial, que tomaría el relevo de EE UU. Ya desde muy pronto, el economista Yanis Varoufakis puso de manifiesto que los BRICS no tenían la magnitud necesaria para asumir esa tarea hercúlea77. En el momento de escribir estas líneas (mayo de 2020) el acrónimo ha desaparecido completamente del mapa y, mirando hacia atrás en el tiempo, resulta inaudito que en algún momento se pensara en la posibilidad de que una acción económica concertada entre esos países pusiera en jaque a EE UU y la UE.

Con independencia de los cambios que se produjeron en los flujos comerciales globales y sus diferentes oscilaciones a medida que pasaba el tiempo, no cabe duda de que el modelo de la cadena global de valor sobrevivió a la crisis y siguió siendo el modo de organización de producción dominante de las empresas multinacionales78. Hay algunos indicadores que apuntan a que a partir del año 2010 tuvo lugar un proceso de relocalización de las industrias manufactureras estadounidenses, como es el caso del índice Kearney79. El reshoring o relocalización consiste en que las empresas, en este caso de EE UU, trasladan fases del proceso productivo situadas en el extranjero a su país de origen. Pero el mecanismo de medición elaborado por Kearney es muy discutible y, en todo caso, de acuerdo con sus propios datos, a partir de 2012 se habría revertido la tendencia volviendo a incrementarse rápidamente el offshoring o volumen de tareas productivas que las empresas de EE UU deslocalizaban a países extranjeros.

En el mundo de las cadenas globales de valor, la pretensión de cualquier país de revertir unilateralmente la mundialización de la producción, mediante la imposición de medidas arancelarias a los productos extranjeros, resulta impracticable. Ese propósito fue explicitado por Donald Trump en la campaña electoral que le llevó a asumir la presidencia de EE UU en enero de 2017. Trump manifestó específicamente que tenía el propósito de que los productos de marcas norteamericanas destinados al mercado estadounidense se fabricasen en su país. Si pensamos únicamente en la cadena global de valor que produce los iPhones de Apple, ese objetivo exigiría no solo crear plantas de ensamblaje, sino que surgieran las empresas y los capitales precisos para fabricar en EE UU los componentes que ahora producen las 200 empresas de la CGV de Apple y sus 750 subsidiarias en el extranjero y que constituyen la inmensa mayoría de las piezas que lleva el teléfono. Eso es claramente imposible de llevar a cabo por muchos aranceles que se impongan a los productos chinos. Lo que se conseguiría a corto plazo es arruinar a la multinacional de la manzana envenenada80.

EE UU no puede revertir unilateralmente la globalización, pero es cierto que otros países han adoptado también políticas proteccionistas, por lo que se discute si volveremos a un mundo de economías nacionales o regionales. La visión más convincente de la situación actual señala que la globalización manufacturera ha tocado techo, por lo que no seguirán creciendo las cadenas globales de valor en ese ámbito. Sin embargo, en el sector servicios, especialmente los que se prestan en el marco de la economía digital, la globalización sigue desarrollándose a gran velocidad como lo demuestra el aumento exponencial del movimiento transfronterizo de datos. En el «capitalismo de plataformas»81 los grandes negocios son el manejo de datos y la prestación de servicios de software y computación a las empresas a través de Internet (esta es la fuente de beneficios más importante para la compañía Amazon en estos momentos).

Está teniendo también lugar una transformación tecnológica que supone un salto cualitativo respecto de la revolución informática. Se trata del desarrollo de la inteligencia artificial y la robótica, tema que será tratado en otro capítulo de este libro. La OIT publicó un informe sobre el futuro del trabajo en el año de su centenario82. En su texto se manifiesta una gran preocupación acerca de los efectos que estas tecnologías puedan tener sobre el empleo. Existen previsiones muy dispares acerca del número de trabajadores que serán sustituidos por máquinas. En todo caso, no hay que caer en determinismos tecnológicos, pues las formas y consecuencias de la implantación de las nuevas máquinas inteligentes dependerán de las opciones de valor que las guíen y del grado de participación que tengan los trabajadores en el diseño de las políticas consiguientes.

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