Читать книгу: «Éramos iglesia… en medio del pueblo. El legado de los Cristianos por el Socialismo en Chile 1971-1973», страница 6

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4.5. Comienzo de la planificación del primer encuentro latinoamericano de Cristianos por el Socialismo

El grupo anunció un encuentro latinoamericano de Cristianos por el Socialismo para el año 1972 en la declaración de prensa que entregó tras la conversación con Castro. Hay un primer borrador de trabajo con fecha diciembre 1971 redactado por un comité de redacción latinoamericano, no ya solamente chileno, que se había reunido en Santiago87. Se menciona aquí la visita de Castro y se habla de la situación de la naciente teología de la liberación como la de un movimiento realmente existente. Se decía que había cada vez más cristianos que se agregaban a la lucha liberadora de los pueblos latinoamericanos y entendían su compromiso político como una exigencia de su fe:

La afirmación de Fidel corresponde efectivamente a una situación nueva dentro del continente. En efecto, existen cada vez más cristianos comprometidos en la lucha que libra el pueblo latinoamericano para liberarse del imperialismo capitalista generador de subdesarrollo y explotación, y este compromiso político es exigido por su propia fe.

El comité organizador menciona algunos puntos prácticos, como la fecha del encuentro que ha de coincidir con el III Congreso de la UNCTAD (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo) en Santiago del 23 al 30 de abril de 1972, la apertura hacia cristianos de todas las confesiones, la acogida a laicos y religiosos y religiosas, el anuncio de que los y las participantes deben ser invitados por sus respectivos movimientos nacionales y correr con los gastos de viaje, mientras el movimiento chileno se preocupa de la infraestructura, el alojamiento y la alimentación. Luego desarrolla los primeros temas de contenido: debe ser un lugar interno de reflexión y refuerzo de grupos cristianos y marcar públicamente en América Latina y hacia afuera su posición de compromiso con la lucha liberadora exigida por el evangelio. Un documento de trabajo preparatorio que fue enviado por la oficina de los CPS junto con la carta circular del 13 de enero88 presentaba las primeras ideas sobre los métodos de la preparación y la realización del encuentro. El comité de preparación señala que es importante que en todos los países que participan haya grupos que preparen el encuentro con informes y aportaciones nacionales. A estos grupos se les propone orientarse en torno a los siguientes puntos:

 Análisis de coyuntura de los procesos revolucionarios de cada país, tomando en cuenta las particularidades nacionales, sobre todo en cuanto al papel de la clase trabajadora.

 De allí se debería pasar a un análisis de «momentos políticos»,

 para discutir luego sobre esa base el papel de los cristianos y la función de lo cristiano en el sentido sociocultural e ideológico-político, en el contexto de la lucha revolucionaria.

Este primer paso debe desembocar en la búsqueda teórica y la determinación práctica de las causas estructurales donde el cristianismo pueda jugar un papel real en el proceso revolucionario. En el documento de trabajo se dice que se vuelve necesario relacionar todo esto con el materialismo histórico, que por otra parte está sujeto a cambios históricos y por ello no puede interpretarse dogmáticamente. El cristianismo no debería entenderse como una ideología aislada, sino como un dato histórico.

Se afirma que sólo una real participación en el proceso revolucionario puede hacer valer una aportación cristiana a la revolución, y no los meros enfoques superficiales y forzados de un «aporte cristiano específico» como es usual en el diálogo cristiano-marxista.

Luego se envía en la misma carta circular de enero la primera invitación oficial al encuentro, firmada por Gonzalo Arroyo sj. Arroyo pide que se difunda la invitación y que se la apoye en lo organizativo y en cuanto al contenido, destacando la importancia de reforzar la cooperación latinoamericana:

El objetivo de este Encuentro intenta por primera vez reunir a grupos cristianos de sacerdotes, pastores, laicos, católicos y evangélicos que tratan de seguir el llamado de Cristo, a proclamar la liberación de los cautivos y la vista a los ciegos para dar la libertad a los oprimidos (Lc 4,18), comprometiéndose en el proceso revolucionario de liberación del pueblo latinoamericano de la dependencia económica del imperialismo capitalista del subdesarrollo que este genera. El Comité Organizador tuvo ocasión de reunirse en diciembre con sacerdotes miembros de Tercer Mundo, ONIS, Golconda, ISAL, etc… Se despide con afecto y confiados que nuestra lucha por una nueva sociedad más justa y solidaria saldrá fortalecida con nuestra colaboración. Gonzalo Arroyo.

Las cinco áreas de trabajo de 1971, muy distintas entre sí, muestran cómo la dinámica social y política de ese año determinó de maneras muy diferentes el trabajo y los esfuerzos de los CPS. Uno era el proyecto de la «evangelización política en la clase obrera» en el que se trataba de reflexionar y desarrollar la práctica de los sacerdotes obreros y de los sacerdotes en las poblaciones. Otro era la planificación del folleto «Los cristianos y la revolución» y de la jornada sobre la educación. En ellas se trataba en primer lugar de la articulación social y política del grupo para intervenir en la discusión sobre la «educación como pregunta a toda la sociedad». El folleto «Los cristianos y la revolución» estaba pensado como material para el trabajo en las poblaciones. Debería mostrar que la existencia cristiana y la acción política de izquierda pueden ir juntas. La jornada sobre el debate educacional era un ensayo de intervención en un campo de conflicto muy agudo: la Iglesia Católica como la sostenedora más importante de la educación particular o privada se aferraba a un sistema escolar que reproducía las desigualdades sociales, no sólo ideológicamente –imponiendo contenidos educativos–, sino políticamente –reglamentando la entrada a instituciones educacionales–. En cambio, el encuentro con Fidel Castro fue simplemente el resultado de una coyuntura política. Pero las discusiones mantenidas con él pusieron en la orden del día el tema de un internacionalismo latinoamericano y motivaron seguramente la preparación del encuentro latinoamericano de los Cristianos por el Socialismo. Este encuentro contribuyó además a que Fidel Castro formulara una nueva valoración del cristianismo y de su (posible) importancia para el proceso revolucionario de ese tiempo. Los Cristianos por el Socialismo se vuelven cada vez más fuertes ese año como movimiento político. Se lo verá en el próximo capítulo sobre los acontecimientos en el año 1972 en que los CPS se constituyen aún más claramente como actores políticos, hasta caer víctimas del golpe de Pinochet en 1973 al igual que todas las demás corrientes emancipadoras.

66 Cf. «Los 200», Pbro. Roberto Bolton G., en: Crónica de una Iglesia Liberadora, LOM ediciones, Santiago 2000, 101.

67 «La diferencia era que las de la Izquierda Cristiana querían ser cristianos de izquierda y los Mapu querían ser marxistas». (Entrevista a Moulian 2015).

68 En: «Obrero, Poblador, Sacerdote», en: Los cristianos y la revolución, Quimantú 1972.

69 En una aportación a la historia de la orden del Sagrado Corazón se lee: «En los últimos meses de 1971, aumentó mucho el número de los nuestros que quisieron trabajar como obreros, por lo que empezaron a buscar otros rumbos donde desempeñarse como sacerdotes, pero siempre insertos en la realidad, fue así como el padre Cloin comenzó a trabajar en DINAC (distribución nacional de comestibles); el Padre Pedro Jongenelis empezó a hacer escobas en Chépica; el hermano Adrián van Zeeland como gasfiter; el Padre Roberto van Rooy, como soldador de arco; el Padre Juan van der Hulst ya estaba trabajando como obrero en la fabrica‚ Vulco de San Bernardo y el padre Guillermo van Zeeland en el casino de una empresa constructora». <http://pastoraljuvenilisc.blogspot.de/2010/04/dehonianos-en-chile.html>.

70 Documento «Evangelización y Política en la Clase Obrera», Suplemento a la carta circular del 16 de marzo 1972, Archivo privado de Sergio Torres.

71 David Fernández, Cristianos por el Socialismo en Chile (1971-1973). Aproximación histórica a través del testimonio oral, 6.

72 Documento «Evangelización y Política en la Clase Obrera», Archivo privado de Sergio Torres. En su introducción se lee: «Durante la segunda mitad de 1971 se reunieron periódicamente un grupo de asesores de MOAC junto con otros que también realizan una evangelización en el ambiente obrero. (A. Baeza, J. Ménard, R. Quevillon, P. Dubois, G. van Zeeland, M. Puga, M. Gárate, D. Irarrázaval, L. Ollarburu). Se reflexionó a partir de hechos que aportaban los participantes, a fin de analizar el esfuerzo evangelizador y comprender la conciencia y compromiso de los trabajadores cristianos. En forma inductiva se intentó una evaluación de cómo los trabajadores relacionan su cristianismo con la vida y en particular con la vida política. Luego se formularon algunas pistas de evangelización y de reflexión para todos los que viven y trabajan en el mundo obrero».

73 Los cristianos y la revolución, suplemento a la carta circular del 1 de junio 1972, archivo privado de Sergio Torres.

74 «El folleto intentará responder a varias necesidades: a) liberar la conciencia de los cristianos a partir de la historia de los trabajadores chilenos; b) facilitar el descubrimiento del carácter histórico de la fe, presentando los hechos centrales de la Revolución; c) motivar la movilización de los cristianos en favor de la revolución, la construcción del socialismo, y el acercamiento al Reino de Dios». Introducción al primer bosquejo de la parte histórica», Los cristianos y la revolución, archivo privado de Sergio Torres.

75 «La intención de los redactores es que sea usada por los trabajadores, como una ayuda para comprometerse y comprender mejor la lucha por la liberación. A medida que ustedes vayan trabajando esta redacción inicial, rogamos que envíen al Secretariado (Cas. 117, Stgo. 14, f. 394414) todas sus críticas, comentarios y aportes. Sólo a partir de estas contribuciones se podrá hacer una segunda redacción. Por lo tanto, lo que enviamos ahora es una elaboración inicial y absolutamente provisoria. Su lenguaje debe ser modificado, para que exprese la vivencia y conciencia de los trabajadores. Además, habrá que seleccionar figuras, dibujos, fotos, cuestionarios, etc. que acompañen el texto. En fin, hay múltiples correcciones y cambios por hacer. Contamos con su colaboración». Introducción al primer bosquejo de la parte histórica, Los cristianos y la revolución, archivo privado de Sergio Torres.

76 Todos los ejemplares que conozco de la Carta circular son del archivo privado de Sergio Torres.

77 «No, es que yo no creo que haya habido una estructura tan formal como la que dice el libro (de Pablo Richard, M.R.). Creo que había dentro de la estructura Cristianos por el Socialismo una gente que estuvo dedicada, porque venían de colegios. Pero que se haya creado un secretariado educacional así, con un secretario y gente así, no. En Cristianos por el Socialismo había comisiones sobre educación y otras cosas, pero eran comisiones informales de gente que quería participar ahí. Pero estructuras con un secretario no». Entrevista Gárate 2016.

78 Carta anexa a «La Escuela Católica en la transición al Socialismo», Archivo privado Sergio Torres. Firman la declaración de prensa y el documento de trabajo las siguientes personas: Francisca Morales, Fermín Pereira, Hernán Parada SS.CC., Andrés Peretiakowicks SS.CC. y Edith Chahin con la dirección provisoria del Secretariado en Condell 675 - Santiago 9, actual sede del Provincial de la Congregación de los Sagrados Corazones.

79 Cf. «II. Sentido humanista y cristiano de la educación. La Educación liberadora como respuesta a nuestras necesidades», en: ii conferencia general del episcopado latinoamericano. La Iglesia en la actual transformación de América Latina a la luz del Concilio, CELAM, Bogotá, 1968. Comentarios en Medellin – Reflexiones en el CELAM, BAC, Madrid, 1977; <http://www.clerus.org/bibliaclerusonline/pt/e3m.htm>.

En los textos de esta Conferencia hay una serie de coincidencias con el informe del Secretariado Educacional Cristianos para el Socialismo, por ejemplo en el análisis de la función del sistema católico de educación, pero también en la exigencia de pagar adecuadamente a los profesores y de abrirse a las necesidades y la vida del barrio donde está situada cada escuela.

80 Declaración de la Asamblea Plenaria del Episcopado sobre la Escuela Nacional Unificada Punta de Tralca, 11 de abril de 1973: «Los Obispos de Chile reiteramos la declaración del Comité Permanente sobre la ENU y respaldamos la gestión del Sr. Cardenal ante el Presidente de la República para conseguir postergar la aplicación de la ENU (...) Declaramos claramente que nos oponemos al fondo del proyecto por su contenido que no respeta valores humanos y cristianos fundamentales, sin perjuicio de sus méritos pedagógicos en discusión».

81 Este encuentro se encuentra relatado parcialmente en Los cristianos y la revolución, Quimantú 1972.

82 Los CPS y otros movimientos y organizaciones de izquierda se sentían más afines con la revolución cubana y el guevarismo que con la vía marxista-leninista de la transición pacífica a la revolución: «Yo creo que el referente viene más bien de la Revolución Cubana, de América latina y no tanto esta idea del comunismo internacional. No era un referente la historia de la Unión Soviética». (Entrevista Valparaiso 2015). Más adelante: «Yo creo que se dio como un kairos. Se dieron circunstancias muy particulares tanto políticas, sociales,… se dio en un momento eso,… estaba con fuerza la revolución cubana y todo eso contribuyó...» (entrevista Jiménez 2015) y: «... la revolución cubana que había tenido una gran influencia en todo el continente». (Entrevista Torres 2016).

83 En: Los cristianos y la revolución, Quimantú, 1972.

84 Los músicos del Quilapayún vestían ponchos negros como su distintivo.

85 «Le digo sin vacilación mi pensamiento: nosotros debemos ver a los cristianos de izquierda, a los cristianos revolucionarios como aliados estratégicos de la revolución. No compañeros de viaje ni cosas de esas. ¿Está claro? (APLAUSOS)», en: Fidel en Chile: Conversación en la Universidad de Concepción, 18/11/1971, <http://www.archivochile.com/America_latina/html/fidel_cl.html> (última vez: 26./01/2016).

86 Despedida en el Estadio Nacional, Santiago de Chile, 02/ 12/ 1971, en: <http://www.archivochile.com/America_latina/html/fidel_cl.html> (por última vez el 26/01/2016).

87 Estaban en el grupo Gonzalo Arroyo, Joel Gajardo, Martín Gárate, Ignacio Pujadas, Guillermo Redington y Pablo Richard de Chile, también Jorge Álvarez Calderón de Perú (ONIS), Hugo Assmann de Brasil, Alejandro Cussianovich (Salesiano, ONIS) de Perú, René García de Colombia y José Serra de Argentina. Archivo privado de Sergio Torres.

88 Archivo privado de Sergio Torres.

5. El año 1972: el viaje a Cuba

Los primeros tres meses del año estuvieron marcados para los CPS por dos hechos importantes: la preparación del primer encuentro latinoamericano de los Cristianos por el Socialismo –el primer encuentro de la recién nacida teología de la liberación– y el viaje a Cuba de una delegación de sacerdotes invitados por Fidel Castro, y la consiguiente discusión con la jerarquía católica en Chile.

En una de las primeras cartas circulares del año 1972, la del 13 de enero, se da cuenta de la reunión del comité de coordinación del 12 de enero89. En ella, Gonzalo Arroyo informó de su conversación con el embajador cubano, del interés que este tenía en los documentos del secretariado y de la invitación a 15 personas a Cuba. La propuesta del embajador era que el viaje tuviera lugar al final de la segunda semana de febrero. Debe haber habido una invitación informal anterior –por el tiempo de la visita de Fidel Castro y de su reunión con los CPS– pues en la carta se alude a que «desgraciadamente» no todos los interesados podrían ir. Se habla del viaje en el artículo «Doce sacerdotes visitan Cuba invitados por Fidel Castro»90. El grupo viaja el 14 de febrero a la Habana y en los dos días siguientes toma parte en el acto conmemorativo de Camilo Torres, el sacerdote católico del Ejército de Liberación Nacional baleado en 1966 en un tiroteo. Del 16 al 24 de febrero el grupo trabaja en la zafra, la cosecha de azúcar. Desde el 25 de febrero al 1 de marzo hacen un viaje circular visitando universidades, fábricas, instituciones de salud, etc. Según lo cuenta el artículo, el último día del viaje tiene lugar una nueva conversación de cinco horas con Fidel Castro, y el día de la partida, 3 de marzo, el grupo publica un mensaje a los cristianos de América Latina. En este mensaje hay dos puntos centrales a destacar –fuera de la valoración positiva de la Revolución Cubana, que en ese tiempo era casi universal entre la gente de izquierda91, de su clasificación entre los movimientos de liberación y en el internacionalismo latinoamericano vinculado con ella92– : los CPS se declaran anticapitalistas y rechazan cualquier forma de desarrollismo:

Para nosotros el subdesarrollo no es sino el producto del sistema capitalista y del imperialismo (...) Por lo tanto, denunciamos como insuficientes todas las soluciones de tipo desarrollista, reformista, capitalista o neocapitalista, que no hacen sino contribuir a la mantención y agravación de dicha situación de subdesarrollo.(...) Desde Cuba, reafirmamos nuestra convicción de que, históricamente, el socialismo es el único camino (...)93

En segundo lugar confesaron en términos notables la culpa histórica de la Iglesia y su implicación en las situaciones existentes:

(…) Nos duele como cristianos y porque amamos nuestra Iglesia que ella a través de la historia de América LAtina ha estado y sigue estando en la mayoría de los casos, por no decir siempre, aliada a las pequeñas minorías que han dominado y explotado al pueblo trabajador. Este es el gran pecado histórico de nuestra Iglesia (...) y por él pidamos perdón94.

La delegación de los CPS adoptó lo dicho por Castro sobre la alianza estratégica entre cristianos y marxistas y derivó de ello la necesidad de que los cristianos en América Latina se pusieran del lado de quienes luchan por la liberación. Razonaban teológicamente para fundamentar esta lucha, pues el capitalismo se disfraza con valores cristianos y religiosos, al paso que, según su esencia, practica en realidad el culto a los ídolos de la propiedad privada, de la sociedad de consumo y del egoísmo, por lo que se trata de destruir estos falsos dioses95. Pero por otro lado, no derivan de ello ninguna práctica específica ni una forma propiamente cristiana de tomar parte en esta lucha, descrita más bien como «una lucha común junto a todos los verdaderos revolucionarios latinoamericanos, cualesquiera sean sus creencias filosóficas o religiosas». Debería ser obligación histórica de los cristianos estar en esta lucha del lado de los oprimidos y, en caso de urgencia, «si la violencia reaccionaria nos impide construir una sociedad justa e igualitaria, debemos responder con la violencia revolucionaria». El mensaje termina con la cita de Camilo Torres: «El deber del cristiano es ser revolucionario; el deber del revolucionario es hacer la revolución»96.

La claridad y decisión de este mensaje no guarda relación con la representatividad del movimiento en el contexto global de las relaciones eclesiásticas, pero refleja muy bien la convicción de una parte de las y los cristianos chilenos y latinoamericanos y de la dinámica y euforia de ese tiempo, como lo describe uno de los que participaron en ese viaje97. Otro de los participantes se hacía una autocrítica por la poca representatividad del grupo y por el vanguardismo en la forma del mensaje98.

En todo caso, la Conferencia Episcopal se sintió obligada a manifestarse críticamente respecto a la actitud y el posicionamiento político de los CPS . Fue esta la segunda vez que el episcopado chileno reaccionaba frente al naciente movimiento, después que lo hubiera ya hecho frente al Grupo de los 80. Así surgía un conflicto, por lo demás inevitable, pero que los CPS explícitamente nunca quisieron, porque se sentían parte de la Iglesia. Pues detrás de la pregunta de si la posición de los CPS era sostenible política y teológicamente y si por tanto podía tener lugar en la Iglesia, se escondía el problema ya mencionado de una disfunción estructural: era inevitable un choque de ambas pretensiones de poseer la verdad: la de los CPS de un cristianismo «liberador», por un lado, y la de la Iglesia Católica tradicional, por otro.

En todo caso, el viaje y la declaración provocaron tres reacciones de los obispos: una carta de la Asamblea General de la Conferencia Episcopal chilena dirigida directa y personalmente a los redactores y firmantes del «Mensaje a los cristianos latinoamericanos» que fue redactada y publicada en Punta de Tralca el 11 de abril de 1972; una carta del mismo día con el título «Por un camino de esperanza y alegría» y el documento «Evangelio, Política y Socialismos, Documento de trabajo propuesto por los obispos de Chile, Santiago, 27 de mayo de 1972»99.

En la respuesta directa al mensaje a los cristianos, confirman primero que los cristianos deben comprometerse, por cierto, por un mundo más justo. Luego se refieren al documento de los CPS, al que mencionan con el siguiente texto: «en el que se llama, entre otras cosas, a la violencia revolucionaria para promover al cambio radical del sistema político y social del continente»100. En su carta repiten fundamentalmente dos advertencias: desaprueban la postura «política partidista» del mensaje y exhortan a los CPS a mantenerse al margen de la política y a no ejercer influencias inapropiadas. Además, les aconsejan dejar de ejercer su ministerio sacerdotal o al menos retirarse por un tiempo101. Pero hay todavía un punto más importante que pone de manifiesto la intención de por lo menos ponerle una barrera al interés político y religioso de los CPS 102, es el párrafo dirigido a los sacerdotes no chilenos:

7. En cuanto a los sacerdotes extranjeros les pedimos que consideren que el hecho de estar en un país que no es el propio debe hacerlos muy prudentes en la emisión de juicios de carácter político. Mucho apreciamos la ayuda sacerdotal que nos prestan, pero con mayor razón que a los chilenos deseamos verlos al margen de los asuntos políticos.

Esta alocución dirigida a los sacerdotes no chilenos y la exhortación a no exponerse políticamente por hallarse en el extranjero insinúa dos cosas: primera, que el movimiento CPS es una infiltración extranjera, y segunda, que no ha sido el resultado de la dinámica propia de las situaciones chilenas. En realidad una buena parte del clero estaba compuesta en Chile por sacerdotes norteamericanos y europeos –muchos franceses–. Hay que mencionar aquí sobre todo a las congregaciones de la Santa Cruz y del Sagrado Corazón. Muchos de ellos habían llegado a Chile en los años 60 y trabajaban principalmente en las poblaciones103. Así lo ven testigos de ese tiempo:

Sacamos la cuenta. En la zona sur éramos 33 idiomas diferentes. Como te decía, alemanes, holandeses, franceses, españoles, austríacos. Es decir, era todo un proceso que surgió un poco desde Roma con el llamado de Juan XXIII de mandar curas a América Latina (Entrevista Leemrijse 2016).

Cristianos por el Socialismo es un movimiento de sacerdotes…, es un grupo que se reúne en la zona sur, yo te digo, yo que viví la experiencia de Pudahuel... éramos muchos en el decanato, eran 12 parroquias y ahí había una minoría de curas chilenos; la mayoría eran extranjeros y en las otras zonas era igual… y el mismo párroco actual de La Legua que también es extranjero, es francés… Entonces en este contexto llega este movimiento de Cristianos por el Socialismo… La mayoría de los curas eran periféricos... (Entrevista Jiménez 2015).

Una parte de los que viajaron a Cuba no eran nacidos en Chile. Pero una parte importante de los más expuestos y de sus líderes en el pensamiento eran chilenos, como Gonzalo Arroyo, Diego Irarrázaval, Sergio Torres, Martín Gárate, o eran del Grupo de los 80, como Pablo Fontaine, Ronaldo Muñoz, Mariano Puga o Esteban Gumucio, de tal manera que no es sostenible la teoría común y difamatoria que pretende que toda la historia de un cristianismo político en Chile habría sido la obra de románticos revolucionarios de izquierda104. Desde esa perspectiva debe mirarse también la iniciativa que se plasmó en la carta pública: «Sacerdotes chilenos a su pueblo». Esta carta apareció poco antes del encuentro internacional de los CPS en abril. La carta de presentación que pedía firmas iba dirigida exclusivamente a sacerdotes chilenos, porque los autores de la iniciativa sospechaban que más bien estos eran quienes compartían la convicción de que los sacerdotes no debían tomar ningún compromiso político. En esta carta se formuló sobre todo el reproche de clericalismo político que ya estaba en la carta de los profesores en apoyo al Grupo de los 80: «A pesar de sus buenas intenciones, tratan de reanudar el clericalismo y el paternalismo, lo que contradice el pensamiento explícito de nuestros obispos y del episcopado mundial»105. Queda claro que se estaba superponiendo ideológicamente una comprensión distinta del cristianismo mediante la contradicción chilenos-no chilenos106. Muchos de los sacerdotes y monjas extranjeros habían llegado a Chile en los años 60, vivían en poblaciones, compartían la realidad de la pobreza y la explotación, como también la politización creciente en partes de las poblaciones. Dado que había un buen número de sacerdotes chilenos que pertenecían a los CPS y que la mayoría de los protagonistas del movimiento eran chilenos, hay que decir que se trata aquí claramente de un disenso político con fundamentos teológicos para el cual se instrumentalizaron las diferencias de nacionalidad. La «práctica del amor al prójimo» como práctica política condujo forzosamente a una diversidad de organizaciones y valoraciones de los partidos y movimientos en Chile y fue discutida una y otra vez dentro de los CPS y entre estos y otros círculos eclesiásticos, como habremos de verlo en el curso de la presente investigación. Por ejemplo, a comienzos de 1972 el teólogo y sacerdote Pablo Fontaine intervino críticamente abogando por una mayor apertura frente a los diversos partidos políticos y por una mayor distancia de la política partidista y de las campañas electorales. La oficina de los CPS estuvo de acuerdo y decidió lo siguiente:

Se ve que en nuestro grupo hay una diversidad de opciones políticas y tácticas, diversidad que hay que respetar, valorar y crear un clima de diálogo. No se pueden tomar decisiones o apurar el paso al costo de dividir el grupo. Hay que rectificar la línea de sacar pronunciamientos sin una profundización consciente previa que permita aclarar la diversidad de opciones (…) Dentro de esta perspectiva, el Comité Ejecutivo no envió las cartas apoyando las candidaturas, interpretando una tensión que se sentía en el grupo y reconociendo un procedimiento criticable. En futuras jornadas será necesario dar más tiempo para analizar nuestras diferencias de parecer y profundizar nuestra línea dentro de un diálogo franco y leal. Agradecemos públicamente a Pablo por su franqueza y por hacer posible esta conversación (Carta circular 13/01/72, Archivo privado de Sergio Torres).

89 Estuvieron presentes Martín Gárate, Diego Irarrázaval, Ignacio Pujadas, Juan Martín, Alfonso Baeza Guillermo Redington. Archivo privado de SergioTorres.

90 «Doce Sacerdotes visitan Cuba invitados por Fidel Castro», en Los cristianos y la revolución, Santiago (Quimantú) 1972.

91 Posiblemente había diversas valoraciones al respecto en la delegación: «P: ¿Ud. estaba también con los sacerdotes en Cuba? Martín: Sí, yo fui el jefe de esa delegación (…) creo que dentro del grupo de los 12 sacerdotes que fueron a Cuba, había quienes apoyaron fuertemente la Revolución Cubana y otros que eran críticos» (entrevista Gárate 2016).

92 Esto valía también para los CPS , no sólo en relación con el siguiente encuentro, sino por las informaciones e informes que se daban en muchas de sus cartas circulares sobre situaciones en otros países latinoamericanos: la represión en Brasil, la discusión en torno al Canal de Panamá, la situación en Perú, Bolivia y Colombia.

93 «Mensaje a los cristianos de América Latina», en: Los cristianos y la revolución, Quimantú, 1972.

94 Como en nota 93.

95 La teología de la liberación va a desarrollar más tarde la crítica a los ídolos. Ver en Franz Hinkelammert, Hugo Assmann y Pablo Richard, entre otros, Los ídolos de la opresión y la búsqueda del Dios liberador, San José, Costa Rica, Centro Antonio Valdivieso, Managua, Nicaragua, 1980; Hugo Assmann, Franz Hinkelammert, A idolatria do mercado, editora Vozes, Petrópolis 1989.

96 La declaración va firmada por Martín Gárate, Pablo Richard, Carlos Condamines, José Arellano, Ignacio Pujadas, Oscar Letelier, Guillermo Redington, Juan Martín, Juan Latulipe, Sergio Concha, Mauricio Laborde, Germán Cortés.

97 «Entonces era importante enfrentar al capitalismo, cambiarlo. Y desde el punto de vista –en esos tiempos– en los 60, está la utopía del Socialismo en América Latina: Una sociedad justa, igualitaria, donde los trabajadores son dueños de los medios de producción y el Estado tiene mayor importancia y no estamos tanto a merced del capital privado...». Entrevista Gárate 2016.

98 ...o sea no me gusta la vanguardia a pesar de que estuve en el MIR, no me gusta pontificar a pesar de que fui cura, no me gusta decirle al otro lo que tiene que decir (...) decir un mensaje –‘Uds. los cristianos de América Latina tienen que hacer tal cosa’– no me surge tanto, (...) a pesar de que es cierto que todo nuestro compromiso como Cristianos por el Socialismo era legitimar cómo los cristianos podemos ser parte de procesos políticos y es parte de reflexiones no tan elaboradas...», Entrevista Laborde 2016.

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