Читать книгу: «Éramos iglesia… en medio del pueblo. El legado de los Cristianos por el Socialismo en Chile 1971-1973», страница 5

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4. Actividades y acontecimientos en 1971

Para concretar la apreciación más bien general que hemos hecho de la composición del movimiento de CPS, veremos ahora las actividades políticas y acontecimientos más importantes de la segunda mitad de 1971. Hablaremos de proyectos, encuentros y acciones que es posible seguir a través de documentos de ese tiempo y de entrevistas con miembros de los CPS:

 El proyecto «Evangelización política en la clase trabajadora»;

 la jornada «La escuela católica en la construcción del socialismo»;

 el proyecto de libro y de escuela de formación «Los cristianos y la revolución»;

 el encuentro con Fidel Castro con ocasión de su visita a Chile a fines de 1971

 y la primera planificación del encuentro latinoamericano de los CPS previsto para abril de 1972.

Todo esto se llevaba adelante en medio de una situación política cada vez más polarizada. Junto con la fundación de los CPS entre el 16 y el 18 de julio en el Instituto «Alonso de Ercilla» en Santiago, tuvo lugar el así llamado encuentro del «Grupo de los 200». Doscientos sacerdotes se juntaron por su cuenta para tratar el tema: «El sacerdocio y el compromiso de la Iglesia por la justicia». Desde su perspectiva de sacerdotes que vivían y trabajaban en poblaciones y desde la visión de sus comunidades, querían bosquejar una autoimagen de su identidad sacerdotal para presentarla al sínodo de obispos en Roma y a los obispos chilenos. El mismo grupo se reunió un año más tarde para estudiar el tema de «La lucha de clases y el Evangelio de Jesucristo» y por tercera vez a mediados de 1973. Aunque en este grupo hay nombres que coinciden con los del Grupo de los 80 –pues algunos, como Sergio Torres, participaban en varios grupos a la vez– sin embargo la iniciativa de «los 200» era distinta y autónoma, pues su interés principal era perfilar de nuevo el rol del sacerdocio en la iglesia66.

También jugaba un papel la postura que adoptarían la Democracia Cristiana y el bloque burgués vinculado con ella frente a la Unidad Popular. La DC se había dividido primero en 1969 con la salida de militantes que fundaron el MAPU. En octubre de 1971 tuvo lugar una segunda división de la DC al separarse de ella la Izquierda Cristiana (IC) que ya en noviembre se afilió a la Unidad Popular. La IC no se definía como partido cristiano, sino como partido de izquierda con inspiración cristiana y se inclinaba políticamente hacia el ala más radical de la UP que apostaba más bien por la unidad del pueblo que por la alianza con los sectores burgueses67. Que la IC se haya separado de la Democracia Cristiana es una expresión de las erupciones políticas que se dieron a lo largo de la discusión sobre el futuro de Chile en el primer año de la UP. El clima político del primer año de actividad de los CPS se visualiza mejor si se recuerdan las «marchas de las cacerolas» o manifestaciones de las señoras de la alta sociedad en agosto y después el 2 de diciembre. La siguiente observación de Santiago Thijsen de los CPS y párroco en La Victoria, población con un alto grado de politización y organización, muestra lo grande que era la ira de la clase media-alta y de la oligarquía: «Sentimos hasta aquí mismo en la población la campaña del terror, el miedo. Que a los niños se los iban a llevar a Rusia, a Cuba…»68.

4.1. Evangelización política en la clase trabajadora

Hemos dicho ya que una serie de jóvenes sacerdotes, miembros o simpatizantes de los CPS, trabajaban en las poblaciones o como sacerdotes obreros69. La reflexión que presentamos a continuación fue firmada por Alfonso Baeza, Diego Irarrázaval y Guillermo van Zeeland70. Baeza era miembro del MOAC (Movimiento Obrero de Acción Católica), estuvo en el comité que organizó la jornada «Participación de los cristianos en la construcción del socialismo»; Diego Irarrázaval daba clases en la Universidad Católica71 y Guillermo van Zeeland fue primero párroco y luego sacerdote obrero. El texto es el resultado preliminar del trabajo de un grupo que se había reunido regularmente en la segunda mitad del año 1971, según lo cuentan ellos mismos. El grupo constaba de al menos nueve participantes. Trata de «realizar una evaluación inductiva de cómo los trabajadores relacionan su fe con su vida»72 para derivar algunas estrategias del trabajo de «evangelización». Aunque el texto analiza la religiosidad o la relación contradictoria de los trabajadores con lo religioso, es también al mismo tiempo una autorreflexión muy seria sobre lo cristiano y la Iglesia. En cuanto a la relación entre la vida de los trabajadores y el cristianismo, el grupo constata, por una parte, que los hombres y mujeres del mundo popular se ponen en contacto con la religión en situaciones límites (como cesantía, enfermedad, etc.); respecto al comportamiento moral sitúan a la religión como instancia de un poder sancionador; la religión tiene que ver también con la ayuda al prójimo y, ocasionalmente, entrega además motivos para comprometerse. Por otro lado, los pobres separan claramente –dicen los autores– religión y política, interpretan el catolicismo a su manera y se distancian así de la institución iglesia. Resumiendo, escriben:

A Dios, la Virgen y los santos se acude cuando ocurren los problemas básicos de la vida humana. Hay pues en el mundo popular una relación estrecha entre su vida y el cristianismo. Pero cuando la vida se considera con mayor amplitud y como proceso histórico, parece que la religión popular no está relacionada con ella. Como la liberación histórica y la política no constituyen el eje central de su vida, entonces su religión parece desconectada con el proceso histórico.

El grupo concluye de allí que la religión tiene como tarea central, entre otras, ayudar a que los individuos asuman las situaciones límites (cesantía, enfermedad…), impidiendo así que se desarrolle una conciencia histórica y estructural de la razón de esas situaciones límites: «Casi nunca se tiene conciencia de que el sistema capitalista es la causa de una situación límite. La ideología dominante, con todo su poder cultural y económico, es sumamente eficaz para impedir que los trabajadores adquieran dicha conciencia global». De ahí concluyen que sería tarea de un cristianismo revolucionario evidenciar los orígenes históricos y las causas estructurales de la situación de la clase obrera chilena. Los CPS asumen esta tarea ese mismo año trabajando en un folleto «Los cristianos y la revolución» que debe servir de material para multiplicadores, catequistas, grupos y sacerdotes obreros.

A los CPS se les reprochó una y otra vez que instrumentalizaban la fe y la subordinaban a la política (cf. lo dicho más arriba sobre la discusión en torno a la declaración de «los 80»). En la reflexión que vamos ahora comentando y en la experiencia y la praxis que la sostienen, se pone de manifiesto que ellos tomaban muy en serio el cristianismo como praxis del Reino de Dios y de la esperanza cristiana en «un nuevo cielo y una nueva tierra». Pero para ellos es irrefutable que esta praxis del Reino de Dios y esa esperanza no pueden convertirse en un movimiento paralelo al movimiento obrero, y esto por dos razones: 1. El aporte cristiano puede consistir sólo en «el compromiso vinculante real y desinteresado», pero sigue en su lógica la lucha común de todos por la liberación. 2. Dado que una política cristiana específica ha sido acusada de ponerse del lado de los intereses de la dominación y de su permanencia en manos de la burguesía, «en consecuencia una correcta evangelización deberá respetar la relación y separación que ponen entre su cristianismo y la política». Vamos a encontrarnos más tarde nuevamente con este análisis de la relación entre fe y política cuando trataremos de la discusión con los demócrata cristianos y la doctrina social de la iglesia. De todas maneras queda planteada la tarea de buscar bajo qué formas simbólicas y litúrgicas se podrá expresar la motivación específica y la esperanza de las y los trabajadores cristianos comprometidos. Por ello destacan la necesidad de acompañar y desarrollar nuevas formas litúrgicas que no existen en el catolicismo tradicional.

4.2. El folleto «Los cristianos y la revolución»

A fines de 1971 el comité de coordinación y la asamblea general de los Cristianos por el Socialismo habían resuelto lanzar un folleto que ayudara a los grupos de base a reflexionar sobre su trabajo73. Este proyecto, cuyos primeros textos ya existían pero sin nombre, asume claramente los desafíos que se derivaban de la evaluación referida más arriba: la religión, como parte importante de una estrategia de superación de situaciones límite, suele funcionar individualizando, con lo que impide «una conciencia histórica y estructural» de las causas de muchas situaciones límite, como la cesantía, la pobreza, como también la enfermedad. Por ello la religión 1) contribuye al encubrimiento de las causas estructurales de la desigualdad y de la injusticia que vienen del sistema capitalista, y 2) oscurece la comprensión de la historicidad propia de la fe.

El folleto debía dividirse en tres secciones. En la primera, debía venir una suerte de «historia de Chile escrita desde abajo»: desde la época de la conquista española, pasando por la colonia y luego la independencia del país, con el comienzo del movimiento obrero y la democracia, hasta la Unidad Popular. La segunda debía ser una reflexión teológica sobre la historicidad de la fe: desde el éxodo pasando por los profetas hasta Jesús. La tercera sección tendría que contener testimonios y ejemplos de cristianos políticamente comprometidos74. Dos cosas eran importantes para los CPS en la creación de este material de trabajo: por una parte la forma y el lenguaje deberían adecuarse a las necesidades de la base; por otra, dicho objetivo –el material de trabajo– debía ser el resultado de un proceso de redacción colectiva, en que las diversas etapas de la redacción y los diseños de textos fueran sometidos a la consideración y prueba de diversos grupos de base que elaboraran críticas y sugerencias75.

A todas luces, este temprano proyecto parece no haberse realizado nunca. Sólo existen textos en borrador para la parte histórica, para el Éxodo, los profetas y la literatura sapiencial (archivo de Gonzalo Arroyo). Aunque siguieron trabajando en ello hasta el comienzo de 1973, no se avanzó nada. Así se lee en la carta circular del 7 de septiembre de 197276: «No ha llegado aún la redacción de la parte bíblica de Los cristianos y la revolución. Por eso, ¡paciencia!». En la carta circular del 27 septiembre 1972 se lee: «Una parte de la sección bíblica del proyecto Los cristianos y la revolución… faltan las partes correspondientes a los profetas y a Jesucristo que no nos han llegado hasta el momento. Esperamos recibir críticas y sugerencias para mejorar esta parte bíblica, como también lo hemos pedido para la parte histórica de Los cristianos y la revolución». En la carta circular del 22 de febrero de 1973 se lee: «‘Concientización en el evangelio – Los cristianos y la revolución’. Aparte de que entendemos la presión de la base por llevar a buen término la redacción de este proyecto, y de la esperanza que tenemos de publicar luego el folleto, no hemos adelantado NI UN POQUITO en la revisión de la parte histórica, ni en la finalización de la parte bíblica ni en el planeamiento de testimonios de cristianos comprometidos. Es lamentable, pero es la realidad. Tal vez se puedan recoger propuestas de los grupos regionales que permitan terminar este proyecto en su forma y contenido como fue planificado originalmente, si es que esta sigue siendo importante, y si vale la pena terminarlo, si se le debe dar la más alta prioridad o no». La parte histórica, la primera, aparece de todas maneras en la lista del material que puede encargarse a un precio de 5 escudos, y también el secretariado ha enviado la primera parte sobre el Éxodo, los profetas y la literatura sapiencial, por lo que se puede suponer que el folleto fue utilizado al menos en parte.

4.3. Una jornada sobre el debate en torno a la educación

Las deficiencias de la educación política y del sistema educativo en su conjunto fue un tema permanente durante el tiempo de la UP. Los CPS se comprometieron desde el inicio con el tema educativo, probablemente debido a su experiencia en poblaciones, como educadores, escolares y profesores, sacerdotes y religiosos y profesoras en escuelas estatales y privadas católicas. Una primera expresión de este compromiso fue la jornada «La escuela católica en la construcción del socialismo». La jornada tuvo lugar en la Casa de Ejercicios de Padre Hurtado con participantes de Antofagasta, Valparaíso, Santiago, Concepción, Talca y Temuco. Según información propia, participaron personas que trabajaban en escuelas e institutos públicos y privados. Pero esta iniciativa no vino formalmente de los CPS ni del Secretariado, aunque entre los CPS había naturalmente profesores y profesoras. Es probable que fuera una iniciativa de personas que simpatizaban con los CPS en el sentido explicado más arriba77.

De la jornada salió una declaración de prensa y un documento de trabajo. Tras ella se fundó además un «Secretariado provisorio educacional Cristianos para el socialismo» y se anunció la formación de un comité de organización encargado de «ejecutar las tareas encomendadas por la asamblea»78. La declaración de prensa se abre con la frase siguiente: «Estamos conscientes de que plantearse el problema educativo es enfrentarse con el problema de la sociedad global». Agregan que la educación actual da continuidad a un modelo de desarrollo que establece valores y normas de conducción –como el individualismo, la competencia y el consumismo– que son convenientes para el sistema. Esta crítica es valedera para el conjunto del sistema educativo chileno de ese tiempo. Respecto a la escuela católica, piden que se acabe con la dicotomía entre escuelas privadas y públicas, con el objeto de que se cree una escuela «democrática y crítica», orientada hacia el modelo de una sociedad solidaria que pueda tomar parte en el proceso de transformación. Los profesores y empleados de los colegios de la iglesia deben equipararse con los de las escuelas públicas en sus derechos laborales y de negociación. Tomando pie en las consideraciones de los obispos reunidos en Medellín en 196879, cuando la Iglesia se comprometió por una educación liberadora, la asamblea constata que la Iglesia Católica no cumple con ese compromiso:

6. La Escuela Católica actual, a pesar de la renovación de algunos establecimientos, no facilita la evangelización: retarda el compromiso revolucionario de los cristianos, forma jóvenes conformistas, tiende a confundir la fe con la cultura del capitalismo y no favorece la democratización. Además impide que los educadores cristianos estén disponibles para servir a las necesidades educacionales más urgentes de la sociedad que busca su liberación.

Diagnostican que las escuelas católicas mantienen la división de la sociedad chilena, y cubren y nutren en nombre del cristianismo las disociaciones sociales. Agregan que, para ocultar esta función de las escuelas privadas, defienden el sistema educacional privado con el argumento de la libertad y el pluralismo, en particular de los partidos de oposición: la justificación de las escuelas privadas y la defensa de las escuelas católicas sirven a la defensa de los intereses de las clases dominantes que son opuestos a los de la clase obrera. Estas escuelas, afirman, no responden ni a la exigencia de un sistema educativo democrático e igual para todos, ni a la posibilidad de una evangelización en el sentido de Medellín. Por esto el grupo acusa de «clasismo» a las escuelas pagadas de la iglesia como «una situación de pecado que traiciona el mensaje de Jesús».

Su conclusión es que sólo con un sistema educativo nacional se puede llegar a una verdadera libertad de educación y un pluralismo real. Por ello exhortan a las organizaciones estudiantiles y a los sindicatos y otras instituciones privadas a «someter sus propuestas a una reflexión crítica».

No quedan rastros de otras actividades de este Secretariado durante la corta historia de los CPS. Sin embargo, un año más tarde la discusión en torno a la Escuela Nacional Unificada (ENU), –el proyecto de reforma educacional de la Unidad Popular– va a jugar un papel importante para los CPS . Pero la asamblea plenaria de los obispos de Chile y su secretariado permanente van a tomar una posición contraria80.

4.4. El encuentro con Fidel Castro

En noviembre de 1971 Fidel Castro visitó Chile. La visita debía ser por diez días, pero se prolongó a 25. Entre el 11 de noviembre y el 4 de diciembre, Castro visitó Antofagasta, Santa Cruz, Santiago, Puerto Montt; y empresas, como las minas de cobre de Chuquicamata y las de carbón en Lota, y varias universidades. Entre otros hubo un encuentro que llegó a ser célebre con estudiantes de la Universidad de Concepción. Se despidió con un discurso en el Estado Nacional de Santiago. El 29 de noviembre se dio un encuentro informal de Castro y el Grupo de los 80 en la embajada de Cuba y los CPS, con algunas religiosas de las poblaciones y teólogos de países latinoamericanos81. Según los documentos publicados en esta ocasión, la intención de este encuentro era acercar a las izquierdas cristianas con las no cristianas en Chile y América Latina. En la declaración de prensa se anotaron los siguientes puntos: los CPS se manifestaron vinculados con la revolución cubana por su trabajo en las poblaciones, en sindicatos y con campesinos82, y quisieron informar sobre los cristianos revolucionarios chilenos y latinoamericanos, sin silenciar que la iglesia en muchos lugares jugaba un papel contrarrevolucionario, y al mismo tiempo aclarar que hay un movimiento importante de renovación en la Iglesia, destacando las explicaciones de Castro sobre los cristianos como aliados estratégicos en los procesos de América Latina83.

Es difícil evaluar las repercusiones o consecuencias que pudo tener este encuentro. Por una parte, en su declaración de prensa y la publicación parcial de la conversación, el grupo tomó posición pública y claramente por la Unidad Popular, distanciándose de la «tercera vía» de la Democracia Cristiana y al mismo tiempo de la doctrina social católica: según ellos, no debería haber un modelo específicamente cristiano de liberación ni de vía hacia el socialismo: ningún tipo de «revolución paralela» (cf. cap. 4.1. «Evangelización política de la clase trabajadora»). Aquí se nota desde los comienzos del movimiento su diferencia y distancia de la doctrina social católica.

Al mismo tiempo contribuyeron a que Fidel Castro cambiara su apreciación del cristianismo, y que también lo hiciera la izquierda. Esto queda ilustrado en el siguiente episodio, en el que Fidel dice lo siguiente:

Me tienen ustedes confundidos; déjenme decirles que si me dicen que ustedes son el grupo de curas revolucionarios, yo no los conozco. Ha cambiado esto tanto desde que yo estudiaba en los colegios religiosos. Ahora no les veo ninguna sotana (…) Les voy a contar lo que me pasó: llego a la Universidad Técnica, voy subiendo por una escalera, veo allí cuatro tipos y me imagino que son curas, con unos vestidos negros largos; los saludo, les he mirado a la cara y… era el conjunto de los Quilapayún84.

Ya en su encuentro con los estudiantes de Concepción aparece dos veces el tema de la relación de cristianos e izquierdistas, una vez respondiendo a una pregunta de un militante de la Democracia Cristiana Universitaria, otra, a la de uno de la recién fundada Izquierda Cristiana85. En su discurso de despedida en el Estadio Nacional el 2/12/1971, Castro menciona explícitamente el encuentro con los CPS y propone una nueva relación entre cristianos y socialistas:

Examinamos los enormes puntos de coincidencia que puede haber entre los preceptos más puros del cristianismo y los objetivos del marxismo. (...) Religión que llamó hace 2000 años mercaderes a los mercaderes, fariseos a los fariseos. Que condenó a los ricos, y que dijo virtualmente que no entrarían en el reino de los cielos (APLAUSOS). (...)

Cuando se busquen las similitudes entre los objetivos del marxismo y los preceptos más bellos del cristianismo, se verá cuántos puntos de coincidencia, y se verá por qué un párroco humilde, que conoce el hambre –porque la ve de cerca–, la enfermedad y la muerte, que conoce el dolor humano... O como algunos de esos sacerdotes que trabajan en minas o trabajan entre humildes familias campesinas, y se identifican con ellos y luchan junto a ellos. O personas abnegadas que consagran su vida a atender enfermos que padecen las peores dolencias (...) Cuando se busquen todas las similitudes se verá cómo es realmente posible la alianza estratégica entre marxistas revolucionarios y cristianos revolucionarios (APLAUSOS)86.

De este encuentro resultó una iniciativa de la embajada cubana de invitar a una delegación de los CPS a visitar Cuba del 14 de febrero al 3 de marzo del año siguiente. Doce sacerdotes participaron en ese viaje que se describe en el libro Los cristianos y la revolución. La declaración de prensa de este grupo en La Habana el 3 de marzo provocó un claro rechazo de la Conferencia Episcopal chilena.

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9789560013446
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