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Figura 1.32

Segunda condición de maximización de beneficios: CMg creciente


La tercera condición para determinar la cantidad a producir por una empresa que pretende maximizar beneficios es que el precio que acepta sea mayor o igual al costo variable medio que genera la cantidad que, según las dos primeras condiciones, debería producir. Si el precio es menor que el costo variable medio, la empresa debería dejar de producir; de este modo, minimizará sus pérdidas. Por ello, el punto mínimo del costo variable medio se denomina punto de cierre: si el precio termina estando debajo de dicho punto, la empresa debe dejar de producir. Para demostrar la tercera condición, basta acudir a desigualdades que determinen cuándo debe dejar de producir la empresa:

Operaciones 1.5

¿Cuándo deja de producir la empresa?109 110


BNP > BP …(1)–CF > IT – CT …(2)–CF > IT – (CV + CF) (3)–CF > IT – CV – CF …(4)CV + CF – CF > IT …(5)CV > IT …(6)La empresa deja de producir si los beneficios de no producir (BNP) superan a los beneficios de producir (BP), tal como plantea el paso (1). Ciertamente, cuando la empresa no produce, en el corto plazo, debe cubrir sus costos fijos. De este modo, los beneficios de no producir se convierten en pérdidas: los costos fijos (CF)109, tal como puede ser observado a la izquierda de la desigualdad del paso (2). En cambio, si la empresa produce, sus beneficios serán la diferencia entre el ingreso total (IT) y el costo total (CT), tal como puede ser observado a la derecha de la desigualdad del paso (2). A través del paso (3), el costo total es separado en su parte fija y en su parte variable. Mediante los pasos (4), (5) y (6), es simplificada la desigualdad, de modo tal que es encontrado que la empresa deja de producir si el costo variable es mayor que el ingreso total: paso (6).
…(7)CVMe > IMe …(8)CVMe > P …(9)Mediante el paso (7), los dos lados de la desigualdad del paso (6) son divididos entre la cantidad producida «q», con lo cual es confirmado que la empresa deja de producir si el costo variable medio es mayor que el ingreso medio: paso (8). En competencia perfecta, este último es el precio «P»110. Por lo tanto, empresa deja de producir si el costo variable medio es mayor que el precio. De ello, es posible concluir que la empresa producirá siempre y cuando el precio sea mayor o igual que el costo variable medio.

En suma, la tercera condición para maximizar beneficios propone que la empresa debe producir si P > CVMe.

La condición anterior implica que la empresa podría estar produciendo en una situación en la cual el precio de venta de sus productos es superior a su costo variable medio, pero inferior al costo medio. En este caso, le conviene seguir produciendo, pues sus ingresos totales cubren los costos variables y alguna parte de los costos fijos, tal como muestra la siguiente figura. Si, en este caso, la empresa dejara de producir, sus pérdidas serían mayores, pues debería asumir la integralidad de sus costos fijos111. Por ello, la empresa que produce aceptando un precio que es inferior a su costo medio, pero superior a su costo variable medio, está minimizando sus pérdidas112, tal como ilustra la figura 1.33.

Figura 1.33

Minimización de pérdidas


1.8 Monopolio

1.8.1 Características del mercado monopólico

En términos generales, un mercado monopólico se caracteriza por la presencia de una única empresa que provee, a una gran cantidad de demandantes, el producto transado en dicho mercado. Es decir, el monopolio rompe el supuesto de una gran cantidad de vendedores que presenta el modelo de competencia perfecta. Evidentemente, a menor competencia, mayor poder de mercado podrá ejercer una empresa. Dicho poder no es más que la capacidad que posee un agente del mercado (o un conjunto de agentes) para influir sobre el precio de un producto. Precisamente, la falta de empresas competidoras que caracteriza al monopolio lo convierte en «precio-decisor», posición que constituye el extremo opuesto a la de «precio-aceptante» que es típica de las empresas que operan en un mercado de competencia perfecta.

Para que el monopolio exista, no solo basta con que esté libre de la competencia de otras empresas que venden el mismo producto sino que, además, el producto que ofrece no debe enfrentar la competencia de sustitutos cercanos. Este es el caso de diversas empresas peruanas dedicadas a la distribución de energía eléctrica, como Luz del Sur, que ofrece este servicio al sur de la ciudad de Lima. En sus respectivas zonas de distribución, cada una de ellas es un monopolio, pues, en términos generales, no enfrenta competidores ni sustitutos cercanos. Ciertamente, sería posible reemplazar la energía eléctrica que provee una empresa distribuidora por la que genera un grupo electrógeno, pero ello implicaría incurrir en costos elevados, no solo en la compra del equipo sino también en los combustibles requeridos para operarlo (como la gasolina o el petróleo diésel). Además, para usar los grupos electrógenos es necesario disponer de espacios adecuados donde ubicarlos, para así prevenir intoxicaciones. Todas las transacciones que demandan los grupos electrógenos para ser operados determinan que, para muchos hogares, estos equipos no constituyan un sustituto eficiente de los servicios de distribución de energía eléctrica que ofrecen empresas como Edelnor o Luz del Sur. También sería posible iluminar mediante velas para reemplazar la iluminación que facilitan los focos o los tubos fluorescentes que usan energía eléctrica; lamentablemente, las velas son sustitutos muy lejanos e imperfectos de los productos de iluminación que usan energía eléctrica. Además, no es posible que aparatos eléctricos, como licuadoras o computadoras, funcionen mediante velas.

La falta de competencia que caracteriza a la empresa monopólica es explicada por la existencia de barreras contra la entrada de nuevos competidores. Una de dichas barreras aparece cuando un recurso clave es propiedad de una única empresa. Las barreras contra la entrada también se originan cuando un gobierno concede a un único ofertante el derecho exclusivo de producción de un bien o servicio. Este es el caso de los monopolios que son generados por las patentes y por los derechos de propiedad intelectual (Mankiw, 2007). Conviene reconocer que el otorgamiento de patentes y la asignación de derechos de propiedad intelectual generan tanto beneficios como costos a la sociedad. Los beneficios de estas medidas de protección se expresan en la creatividad e innovación que promueven, mientras que los costos surgen debido a que el mayor precio que cobra un monopolista respecto de una situación de mercado más competitiva ocasiona que sea transada una cantidad inferior a la socialmente eficiente.

Un tercer tipo de barreras contra la entrada aparece cuando los costos de producción determinan que un único productor sea más eficiente que un número elevado de ofertantes individuales que compiten por los clientes del mercado. Este último caso está relacionado con el denominado «monopolio natural», el cual surge cuando existen economías de escala en el intervalo relevante de producción. Ciertamente, un único ofertante puede producir a un menor costo medio que varias empresas si las curvas de costo medio que resultan de sus procesos productivos no dejan de decrecer conforme aumenta la cantidad producida. En este caso, si la producción se repartiera entre más de una empresa, cada una produciría menos que un único ofertante y ello aumentaría el costo medio de producción (Mankiw, 2007).

Es importante destacar que la presencia de una única empresa que ofrece un producto en un mercado no necesariamente determina que dicho mercado sea monopólico. En efecto, para que un monopolio sea «perfecto», además de las barreras contra la entrada al mercado de otros competidores, es necesario que los «muchos» demandantes del mercado no estén organizados (Kafka, 1997).

1.8.2 Maximización de beneficios del monopolista

Igual que la empresa de un mercado competitivo, el monopolista persigue el objetivo de la maximización de beneficios cuando determina la cantidad que debe producir. Para dicho proceso, compara sus ingresos con sus costos mediante el análisis marginal. Detrás de los ingresos, se encuentra la demanda de la empresa «De», también conocida como la «demanda dirigida a la empresa», la cual, a diferencia de lo que sucede en el mercado competitivo, también constituye la demanda de mercado «DM». En efecto, debido a la presencia de barreras contra la entrada de nuevos competidores, la empresa monopólica termina atendiendo a toda la demanda del mercado, la cual está conformada por un gran número de consumidores.

La demanda de la empresa monopólica (que es la demanda del mercado) suele presentar una pendiente negativa. Por ello, si el monopolista aumenta su producción, genera una caída en el precio del producto, pues, cuando un producto abunda en un mercado, se reduce el precio máximo que el consumidor está dispuesto a pagar por la última unidad que adquiere. En cambio, si el monopolista disminuye su producción, aumenta el precio máximo que el consumidor está dispuesto a pagar por la última unidad adquirida113. En suma, sobre la base de los ajustes de la cantidad que ofrece al mercado, el monopolista influye sobre el precio del producto. De este modo, ejerce su poder de mercado. En todo caso, es evidente que la empresa monopólica no puede colocar arbitrariamente cualquier precio, pues está sometida a la demanda del mercado y, en ese sentido, a la «ley de la demanda». En términos simples, si el monopolista coloca un precio alto, perderá clientes y/o unidades vendidas. Esta situación puede ser llevada al extremo si la empresa monopólica coloca un precio tan alto que, simplemente, anula sus ventas en el mercado.

Conviene destacar que, a diferencia de una situación de competencia perfecta, el precio que coloca el monopolista no es igual a su ingreso marginal. Este último representa cuánto varían los ingresos totales de la empresa cuando produce y vende una unidad más. Así, cuando el mercado es perfectamente competitivo, el ingreso marginal es igual al precio, el cual es un parámetro que aceptan las empresas del mercado. En cambio, la empresa monopólica enfrenta una demanda con pendiente negativa; por ello, si produce una unidad más, debe bajar el precio de venta para poder colocar dicha unidad en el mercado. Es decir, debe bajar el precio que cobra por cada una de las unidades que vende, no solo por la última que produjo. Obviamente, la bajada del precio reduce el ingreso generado por las unidades que ya estaba vendiendo antes del incremento de la producción. Como consecuencia de esta reducción, el ingreso marginal del monopolio es menor que su precio (Mankiw, 2007).

En los ejercicios introductorios de Microeconomía, la demanda de mercado suele ser presentada mediante la ecuación de la función de demanda inversa. En esta función, está despejado el precio del mercado «P» que, a su vez, es el ingreso medio de determinado nivel de producción «Q». Para ilustrar el comportamiento del precio, del ingreso medio y del ingreso marginal, es posible observar la tabla 1.5, donde es realizada una tabulación sobre la base de la siguiente función de demanda inversa que enfrenta un monopolista: .

Tabla 1.5

Los ingresos de un monopolista


Cantidad(Q)Precio(P)Ingreso total(IT = PQ)Ingreso medio(IMe = IT/Q)Ingreso marginal(IMg =∆IT/∆Q)
0100--
100990099
20081.60087
30072.10075
40062.40063
50052.50051
60042.4004-1
70032.1003-3
80021.6002-5
90019001-7
1.000000-9

La tabla 1.5 confirma que el precio es igual al ingreso medio, pero superior al ingreso marginal para cada unidad producida114. Dicho precio aparece al reemplazar la producción del monopolista en la demanda la empresa «De». Conviene recordar que esta última también constituye la demanda del mercado «DM». La tabla 1.5, igualmente, permite observar que el ingreso medio «IMe» y el ingreso marginal «IMg» son funciones lineales que dependen de la cantidad. Precisamente, cada vez que la cantidad aumenta en 100 unidades, ambas variables disminuyen en valores constantes. Así, la tabla 1.5 muestra que el ingreso medio disminuye en una unidad monetaria cada vez que la cantidad producida y vendida aumenta en 100 unidades. Por su parte, el ingreso marginal disminuye en 2 unidades monetarias cada vez que la cantidad aumenta en 100 unidades. De allí que la función lineal que expresa al ingreso marginal presente el doble de pendiente (en valor absoluto) que la función lineal que expresa al ingreso medio (es decir, el precio). Sobre la base de ello, es posible proponer las siguientes fórmulas que identifican la regla de correspondencia del ingreso marginal a partir de la regla de correspondencia del precio115:

P = b + mQ ⇒ IMg = b + 2mQ donde m<0

En resumen, en competencia perfecta se cumple: DM ≠ De = P = IMe = IMg.

En el caso de monopolio, se cumple: DM = De = P = IMe ≠ IMg.

Asimismo, es posible demostrar que el ingreso marginal está relacionado con la elasticidad precio de la demanda. Para ello, conviene recordar que el cambio en el ingreso total (∆IT) puede ser aproximado como ∆IT = P.∆Q+∆P.Q, aproximación que considera ∆P.∆Q = 0, pues asume que las variaciones de los precios y las cantidades son «pequeñas». La ∆IT presentada anteriormente permite acomodar el ingreso marginal (IMg) a la siguiente expresión: IMg = ∆IT/∆Q = (P.∆Q+∆P.Q)/∆Q = (P.∆Q)/∆Q+(∆P.Q)/∆Q = P+(∆P/∆Q)Q. Así,

IMg = P+(∆P/∆Q)Q. Si, en la expresión previa, el término (∆P/∆Q)Q es multiplicado y dividido por «P», es obtenido IMg = P+(∆P/∆Q)Q(P/P), que puede ser acomodado a

IMg = P+(∆P/∆Q)(Q/P)P. Además, a partir de la fórmula de la elasticidad precio:

eQP = |(∆Q/∆P)(P/Q)|, es posible llegar a la fórmula: 1/eQP = |(∆P/∆Q)(Q/P)|, de donde

-1/eQP = (∆P/∆Q)(Q/P). Esta última será reemplazada en la última igualdad del ingreso marginal: IMg = P+(∆P/∆Q)Q(P/P). Así: IMg = P+(-1/eQP)P. De allí, es posible factorizar el precio y llegar a IMg = ∆IT/∆Q = P[1–1/eQP].

Así, IMg = ∆IT/∆Q = P[1–1/eQP] constituye una forma alternativa de expresar el ingreso marginal, que suele ser usada en el análisis de empresas monopólicas, así como de otras estructuras de mercado. Igualmente, es importante señalar que, si la demanda del mercado es una función lineal, el ingreso total será una parábola abierta hacia abajo. Por lo tanto, la gráfica de la función que representa el ingreso total presentará un punto máximo; es decir, un nivel de producción que genera el máximo nivel de ingreso posible. Ello puede ser ilustrado partiendo de una función de ingreso total, en la cual la demanda de mercado (P=b+mQ) es remplazada para así obtener una función de ingreso total que depende de la cantidad producida y vendida (Q):

IT = PQ

IT = (b + mQ)Q

IT = bQ + mQ2

IT(Q) = mQ2 + bQ donde m<0

También conviene mencionar que, al punto medio «M» de la recta de la demanda, le corresponde una cantidad (Q) que, a su vez, es la cantidad del vértice de la gráfica de la parábola que representa al ingreso total; es decir, es la cantidad que corresponde al máximo nivel de ingresos del monopolista. Además, dicha cantidad genera que el ingreso marginal sea cero. Es decir, la cantidad que corresponde al punto medio «M» de la recta de la demanda también es la que corresponde a un ingreso marginal de cero.

Por otro lado, la función de costos de la empresa monopólica suele ser una función típica. Es decir, si el costo total es una función de corto plazo, el costo medio de corto plazo será decreciente conforme aumente la cantidad producida, llegará a un mínimo y luego comenzará a crecer. Igualmente, el costo marginal del monopolista será decreciente conforme aumente la cantidad, llegará a un mínimo y luego comenzará a crecer como resultado de la ley de rendimientos decrecientes. Además, en algún punto de su tramo creciente, el costo marginal intersecará al costo medio en el punto mínimo de este último.

Para maximizar sus beneficios, el monopolista debe producir la cantidad «Q*», a la cual le corresponde un ingreso marginal igual a su costo marginal. Esta igualdad se cumple en el punto «A» de la figura 1.34116. Dicha figura también facilita justificar la cantidad que selecciona el monopolista, pues, si detiene la producción antes de «Q*» unidades, dejaría de producir unidades que generan costos adicionales inferiores a los ingresos adicionales que ocasionaría su venta. Por lo tanto, para cumplir con el objetivo de maximizar los beneficios de la empresa, dichas unidades no deberían dejar de ser producidas y vendidas. En cambio, si el monopolista produjera más de «Q*», los recursos escasos de la empresa se destinarían a producir unidades que generan costos adicionales superiores a los ingresos adicionales que causaría su venta. Es decir, el costo marginal de cada una de estas unidades es mayor que su ingreso marginal; por lo tanto, dichas unidades no deberían ser producidas.

Luego de identificar la cantidad «Q*» a la cual le corresponde un ingreso marginal igual a su costo marginal, el monopolista fijará el precio en el nivel máximo que los consumidores puedan pagar. Para ello, acudirá a la demanda del mercado, la cual permite identificar la máxima disposición a pagar por determinada cantidad. Así, el precio que fija el monopolista corresponde al punto «B» de la figura 1.34. Es decir, a diferencia de una situación de competencia perfecta, el monopolista fija un precio superior a su costo marginal117. Evidentemente, el monopolista producirá la cantidad «Q*» siempre y cuando el precio que pueda fijar sea mayor o igual al costo variable medio que genera producir dicha cantidad.

Figura 1.34

Proceso de maximización de beneficios del monopolista


Es importante mencionar que si el objetivo del monopolista es maximizar beneficios, se desprende directamente que no producirá en el tramo o segmento inelástico de su curva de demanda. En dicho segmento, una subida del precio aumentaría el ingreso total por ventas de la empresa monopólica (a causa de la relación que existe entre las variaciones en el gasto del consumidor118 ante cambios en el precio cuando la elasticidad precio de la demanda es inelástica). Ciertamente, la subida en el precio también reduciría la cantidad demandada, lo cual, a su vez, reduciría la producción y el costo total del monopolista. Así, los beneficios aumentarían necesariamente si el monopolista sube el precio desde un punto ubicado en el tramo inelástico de la recta de la demanda, debido a que el beneficio económico es la diferencia entre el ingreso total y el costo total. Por lo tanto, el nivel de producción que maximiza beneficios debe corresponder al tramo elástico de la demanda, en el cual aumentos en los precios reducen tanto el ingreso total como el costo total del monopolista (Frank, 1992).

Por otro lado, es pertinente señalar que, bajo competencia perfecta, la curva de costo marginal es la función de oferta de la empresa (para cantidades que corresponden a precios que superan al costo variable medio). Además, la oferta de la industria es la sumatoria de las ofertas de cada empresa del mercado competitivo. Por ello, es posible afirmar que la oferta de la industria o del mercado competitivo es la sumatoria de los costos marginales de las empresas que compiten en dicho mercado. Sin embargo, la curva de costo marginal del monopolista no es su curva de oferta. Es más, ninguna función establece una relación única entre el precio y la cantidad ofrecida por la empresa monopólica. Por ello, la curva de oferta del monopolio no existe. En lugar de poseer una curva de oferta, el monopolista posee una «regla de oferta» que consiste en igualar su ingreso marginal con su costo marginal (Frank, 1992). En efecto, si la recta de la demanda del mercado es fija, entonces la supuesta función de oferta del monopolista no sería más que un punto, una combinación de cantidad y precio que verifica la igualdad entre ingreso marginal y costo marginal. Si la demanda se desplazara, entonces la curva de ingreso marginal también se desplazaría, lo cual determinaría que el monopolista elija otro nivel de producción para maximizar sus beneficios. Obviamente, no tendría sentido unir la serie de combinaciones de cantidad y precio que fija el monopolista sobre las diversas demandas de mercado que podría enfrentar, pues esta línea tendría forma extraña (dependería del valor que arroje la elasticidad precio cada vez que la demanda de mercado se desplace y de su correspondiente ingreso marginal). En ese sentido, el costo marginal de la empresa monopólica no es su curva de oferta; más bien, cada demanda representa una oportunidad única para que el monopolista maximice sus beneficios (Nicholson, 2007).

Finalmente, conviene destacar que, debido a la existencia de barreras contra la entrada de nuevos competidores, el monopolista suele presentar beneficios extraordinarios o supranormales y puede mantenerlos no solo en el corto plazo, sino también a largo plazo. En efecto, a pesar de que resulte atractivo para otras empresas ingresar al mercado que es atendido por el monopolista, no podrán hacerlo debido a la existencia de las barreras contra la entrada. De este modo, el precio que fija el monopolista y los beneficios económicos positivos que obtiene se mantendrán a largo plazo en el mercado119.

1.9 Competencia monopolística

En las dos secciones anteriores, fueron explicadas dos estructuras de mercado: la competencia perfecta y el monopolio perfecto. En el primer caso, se suponía la existencia de un gran número de ofertantes y de demandantes, que eran incapaces de influir en el precio del mercado, por lo cual cada agente del mercado se convertía en precio-aceptante. En el caso del monopolio, una sola empresa proveía al mercado del producto y estaba protegida por barreras contra la entrada de nuevos competidores, por lo cual, la cantidad que ofrecía al mercado le permitía influir sobre el precio del producto que vendía. De este modo, se convertía en precio-decisora. Sin embargo, la mayoría de las industrias de la realidad no calzan exactamente con la competencia perfecta ni con el monopolio perfecto. Este es el caso de la competencia monopólica, estructura de mercado que es un tipo de «competencia imperfecta».

Para entender la competencia monopólica, conviene mencionar que, en la mayoría de los mercados que es posible encontrar en la realidad, existe competencia entre un gran número de empresas, pero dicha competencia no suele ser perfecta. Por el contrario, gran parte de las empresas poseen cierto poder para influir en el precio de su producto. Un ejemplo adecuado para el caso peruano está en el mercado de películas originales en formato DVD. Se trata de un gran mercado, pero en él las empresas compiten con productos diferenciados; es decir, existe competencia entre películas de un mismo o de distintos géneros (terror, acción, comedia, etc.). De este modo, el DVD de una película muy demandada puede ser vendido a un precio mayor que los DVD de otras películas. Sin embargo, si el precio de la película que prefieren los consumidores aumenta demasiado, los compradores de películas originales la sustituirán por algún otro título del mismo género o de otro género (siempre bajo el supuesto de que el precio de las otras películas a las cuales acudirían no ha subido; es decir, en ceteris paribus).

Mercados como el de películas originales en formato DVD son conocidos como de «competencia monopolística» o «competencia monopólica». Se trata de una industria en la cual compiten muchas empresas. Cada una ofrece un producto que es un sustituto cercano, aunque imperfecto, de los productos de las demás empresas; es decir, las firmas del mercado compiten con productos diferenciados. De este modo, es roto el supuesto de competencia con productos homogéneos que caracteriza a la industria en competencia perfecta. La diferenciación puede residir en la marca, los atributos del producto, los servicios posventa, las promociones que brinda el vendedor, las estrategias de distribución que usa, entre otras. Al diferenciar su producto, la empresa se convierte en precio-decisora y enfrenta una curva de demanda de pendiente negativa120. Así, si un consumidor prefiere una determinada película original en formato DVD, estará dispuesto a pagar más por ella que por alguna otra película original en el mismo formato que no sea de su preferencia. En todo caso, es importante reconocer que la gran cantidad de vendedores que rivalizan en una industria de competencia monopolística determina que la colusión sea imposible y que la participación de mercado de cada empresa sea pequeña, por lo cual, si bien una firma puede influir en el precio del producto que vende, su poder de mercado es limitado (Mankiw, 2007; Parkin, 2004).

Otro supuesto fundamental de la competencia monopolística es la existencia de libertad de entrada y salida del mercado para las empresas121. En ese sentido, cuando el producto de una firma le genera beneficios extraordinarios, es relativamente sencillo que otras empresas ingresen con un sustituto cercano. Asimismo, es fácil para las empresas existentes salir del mercado cuando el producto con el que compiten les genera pérdidas económicas. En consecuencia, una empresa no puede obtener beneficios económicos positivos en el largo plazo. Al respecto, Frank (1992) acude a una metáfora muy didáctica para ejemplificar el modelo tradicional de competencia monopolística, conocido como el modelo de Chamberlin122. Así, una empresa que compite en dicha estructura industrial es ejemplificada como una de las muchas barcas dedicadas a la pesca en una zona específica. Cada barca coloca un número determinado de sedales en el agua y todas usan el mismo cebo para sus anzuelos. Si los pescadores de una determinada barca comenzaran a colocar un cebo más atractivo en sus anzuelos, dicha barca aumentaría significativamente el porcentaje que representa su captura respecto de la captura conjunta que realizan todas las barcas. Evidentemente, si resulta beneficioso para los pescadores de una barca usar un cebo más atractivo, las otras también lo harán. Sin embargo, cuando todas las barcas usan un mejor cebo, los sedales de la innovadora (que equivale a la empresa que diferencia su producto del de las demás) dejan de ser los más atractivos, por lo cual se reducirán sus capturas. Para entender con mayor profundidad estos fenómenos, conviene describir el proceso de maximización de beneficios de una empresa que compite en competencia monopolística.

El proceso de determinación del nivel de producción de una firma que compite en competencia monopolística a corto plazo asumirá que dicha empresa diferencia su producto del de sus competidores; por lo tanto, su curva de demanda de corto plazo (DCP) presentará pendiente negativa. Esta curva constituye la demanda de la empresa, no la demanda del mercado, que es más inelástica (Pindyck & Rubilfeld, 2001). Así, en el corto plazo, la empresa determina cuánto producir (qCP) y el precio que cobrará (PCP) del mismo modo que una empresa monopólica. Es decir, primero identifica la cantidad de producción que garantiza que su ingreso marginal es igual a su costo marginal (IMg=CMg); luego cobra por dicha cantidad el precio máximo que pagarían los consumidores. De este modo, el precio supera al costo marginal. En términos operativos, para fijar el precio de corto plazo, la cantidad «qCP» es introducida en la demanda de la empresa, tal como muestra el cuadro de la izquierda de la siguiente figura. Conviene destacar que, en este caso, la empresa obtiene beneficios económicos positivos o extraordinarios, pues el precio supera al costo medio, tal como muestra el cuadro de la izquierda de de la figura 1.35. Así, surgen incentivos que fomentan el ingreso de otros competidores al mercado que atiende la empresa en cuestión, lo cual es facilitado por la falta de barreras contra la entrada. Además, otras empresas que ya operan en el mercado son incentivadas a copiar la innovación o la característica diferenciadora que explica la generación de beneficios extraordinarios. Por el contrario, si la empresa presentara pérdidas económicas a corto plazo, los incentivos apuntarían a una salida de la firma del mercado. Cuando las firmas salen del mercado, se expande la demanda de cada una de las empresas que permanecen en la industria, lo cual reduce sus pérdidas. De este modo, seguirán saliendo empresas hasta que los beneficios económicos de las que quedan sean nulos.

Figura 1.35

Cantidad producida y precio cobrado a corto y largo plazo por una empresa de una industria en competencia monopolística


Tal como muestra el cuadro de la derecha de la figura 1.35, a largo plazo, ya sea por el ingreso de nuevos competidores al mercado o por el copiado de la innovación que realizan las firmas que ya operaban en la industria, la demanda de la empresa en cuestión se contrae hasta llegar a «DLP» (simultáneamente, se contrae su ingreso marginal), con lo cual los beneficios extraordinarios desaparecen; es decir, la demanda de la empresa se contrae hasta que el precio es igual al costo medio (P=CMe). Evidentemente, cuando el precio se iguala al costo medio, desaparecen los incentivos al ingreso de nuevas empresas al mercado. Sin embargo, no deja de cumplirse que la empresa determina cuánto producir (qLP) igualando su ingreso marginal con su costo marginal, luego de lo cual fija el precio (PLP) cobrando a los consumidores su máxima disposición a pagar por la cantidad «qLP». De este modo, el precio es fijado en un punto que garantiza que la gráfica de la demanda de la empresa es tangente a la gráfica de la curva de costo medio. Como resultado de ello, el precio sigue siendo mayor que el ingreso marginal y que el costo marginal.

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9789972574375
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