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José García Bryce. Los goces de la memoria / presentación, Enrique Alfredo Bonilla Di Tolla. Primera edición. Lima: Universidad de Lima, Fondo Editorial, 2021.

474 páginas: ilustraciones.

Incluye referencias.

1. Arquitectos peruanos – siglos xx-xxi. 2. Arquitectos peruanos – crítica e interpretación. 3. Arquitectura peruana -- historia. I. García Bryce, José, 1928-2020 – obra escrita. II. Bonilla-Di-Tolla, Enrique, presentador. III. Universidad de Lima. Fondo Editorial.

720.92985

G251Z3 ISBN 978-9972-45-570-4

José García Bryce. Los goces de la memoria

Primera edición impresa: abril, 2021

Primera edición digital: septiembre, 2021

©Universidad de Lima

Fondo Editorial

Av. Javier Prado Este n.o 4600

Urb. Fundo Monterrico Chico, Lima 33

Apartado postal 852, Lima 100, Perú

Teléfono: 437-6767, anexo 30131

fondoeditorial@ulima.edu.pe

www.ulima.edu.pe

Edición y diagramación: Fondo Editorial de la Universidad de Lima

Diseño y carátula: Carrera de Arquitectura

Imagen de carátula: Capilla San José, La Victoria. Archivo José García Bryce

Versión e-book 2021

Digitalizado y distribuido por Saxo.com Perú S. A. C.https://yopublico.saxo.com/

Teléfono: 51-1-221-9998

Avenida Dos de Mayo 534, Of. 404, Miraflores

Lima - Perú

Se prohíbe la reproducción total o parcial de este libro, por cualquier medio, sin permiso expreso del Fondo Editorial.

ISBN 978-9972-45-570-4

Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú n.o 2021-08160

Contenido

PRESENTACIÓN

Los goces de la memoria

ESCRITOS DE JOSÉ GARCÍA BRYCE

Sobre la basílica de Santa Rosa

Arquitectura peruana

Frank Lloyd Wright

150 años de arquitectura peruana

El espacio y la arquitectura de algunas iglesias limeñas

Aspectos de la doctrina y la obra de Le Corbusier

Arquitectura religiosa colonial en el Perú

El clasicismo de Matías Maestro

Arquitectura en Lima 1800-1900

Del barroco al neoclasicismo en Lima: Matías Maestro

Monumento para la comunidad

Les Cahiers de L’Academie d’Architecture. Sobre el siglo

Lima, algunos tipos arquitectónicos

Las iglesias y hospitales de Belén en Cajamarca

Aspectos de la arquitectura en Lima, 1850-1880

Observaciones sobre cuatro obras atribuidas al virrey Amat

Del altiplano a “Abajo el puente”. La iglesia de Nuestra Señora de Copacabana en el Rímac

Hotel Bolívar

INC declara como bienes culturales tres casas de arquitectos

ENSAYOS SOBRE LA OBRA DE JOSÉ GARCÍA BRYCE

Transformación del Palacio de la Exposición a Museo de Arte de Lima. Intervención museográfica de José García Bryce, 1957

Inés Campos / Paloma Carcedo

Monumentalidad y transfiguración de un edificio moderno. Las imágenes detrás del proyecto final de José García Bryce para los Talleres de Diseño de la Facultad de Arquitectura de la UNI

Wilder Gómez

Sincretismo entre la arquitectura y su contexto urbano

Eduardo de Piérola

Agrupamiento Chabuca Granda (1985). El valor del espacio público en las propuestas de su diseño

Christopher Schreier

JOSÉ GARCÍA BRYCE (1928-2020)

Hoja de vida

Presentación

Los goces de la memoria

Hace un poco más de cuatro años realizamos en la Universidad de Lima una exposición en homenaje al arquitecto José García Bryce, la que titulamos ―tomando una cita del cuento “El hacedor” de Jorge Luis Borges: “Los goces de la memoria”―. Escribí entonces que García Bryce, como el hacedor del cuento “Nunca se había demorado en los goces de la memoria. Las impresiones resbalaban por él momentáneas y vívidas”; es decir, un habitante de la memoria de la arquitectura de Lima, que no se limitó solo a su historiografía, sino que se encargó de preservarla y también de continuarla, como lo testimonia su obra escrita y su obra construida.

En su obra escrita destacó como historiador de la arquitectura peruana. JGB nos ha legado varias e importantes publicaciones de las que este libro da cuenta. Dentro de ellas destaco “150 años de arquitectura peruana”, que publicara a principios de la década de 1960 en el boletín de la desaparecida Sociedad de Arquitectos del Perú. Este es, a mi juicio, su principal texto, porque documenta la denominada arquitectura republicana, un periodo de transición entre lo colonial y lo moderno que, sin el aporte de García Bryce, hubiese quedado en el olvido. Es interesante observar cómo todo este correlato sirve también para evaluar la pertinencia de una arquitectura moderna en el Perú, donde García Bryce ejerce, a partir del sustento histórico, una visión crítica. Frente a la posición universalista del movimiento moderno, promovido en el Perú por la Agrupación Espacio, planteará también la pertinencia de continuar con las formas locales inspiradas en la arquitectura tanto precolombina como neocolonial e incorporarlas al discurso moderno, pero sin caer en historicismos y pintoresquismos. Para ello termina el artículo con la siguiente pregunta: “¿Hay una arquitectura moderna peruana, o hay simplemente arquitectura moderna hecha en el Perú?” Para contestarse que:

No interesa que haya o no una arquitectura peruana. Lo que interesa es que hoy, en el Perú, nos empeñamos —y no sólo los arquitectos— en hacer y en que se haga buena arquitectura. Al ser buena, esta arquitectura se adecuará al sitio y a la época en forma espontánea y natural, sin necesidad de recurrir a un criterio de peruanismo establecido a priori, que fue el equívoco romántico. (p. 51)

Siguiendo con los textos, también son importantes sus artículos sobre otros periodos de la arquitectura peruana y acerca de la atención que le merecieron dos personajes como son los casos del presbítero Matías Maestro, tal vez nuestro más importante arquitecto neoclásico, y el de un ilustrado, el virrey Manuel Amat y Junyent, a quien señalara como el probable autor de varias importantes obras de arquitectura de Lima, entre ellas la Quinta Presa.

A pesar de haber centrado su trabajo en la arquitectura limeña, el interior del país fue contextualizado en su texto referido a la “Arquitectura religiosa colonial en el Perú” (1965) y en otros textos más específicos referidos a la arquitectura regional del altiplano peruano y otro al estudio de las iglesias y hospitales de Belén, en Cajamarca. De la misma manera, aun cuando su interés principal se centró en la arquitectura peruana, tampoco dejó de lado la arquitectura contemporánea, como lo atestiguan sus artículos sobre dos de los principales arquitectos del siglo xx: Le Corbusier y Frank Lloyd Wright, también incluidos en esta publicación.

Por otro lado, hay que destacar que su obra escrita se complementaba y también se nutría de su labor docente. JGB dedicó gran parte de su vida al dictado de cursos de historia de la arquitectura en la Universidad Nacional de Ingeniería ―su alma máter― así como otras universidades. Su conocimiento de la arquitectura del renacimiento y del barroco quizá eran su principal fuerte, producto de su formación en las universidades de Roma, París y Múnich, que más tarde complementaría con una Maestría en Historia de la Arte en la Universidad de Harvard.

De su faceta como proyectista se encargan los ensayos de la segunda parte de este libro. Al respecto, habría que señalar que JGB construyó obras con una carga teórica y conceptual poco común en la arquitectura peruana, apostando por una modernidad que lejos de ser una ruptura con la arquitectura tradicional, engarza con ella produciendo un proceso de continuidad, es decir, una “modernidad apropiada”. Por eso serán recurrentes en las obras de García Bryce, patios y claustros, probablemente extraídos de la tipología de la casa solariega limeña o de los conventos, que servirán como referentes de viviendas, sean estas unifamiliares ―como su propia casa― o multifamiliares como el conjunto Chabuca Granda, en la Alameda de los Descalzos, en el Rímac. También serán importantes sus exploraciones sobre el lenguaje arquitectónico de los contextos donde le ha tocado intervenir, buscando insertar obras nuevas que armonicen con las edificaciones existentes, y con la continuidad que solo una perspectiva histórica puede dar. Todo esto logrado sin caer en excesos pintoresquistas y manteniendo la expresión de una verdad constructiva y proyectando siempre espacios funcionales, como corresponde a la arquitectura contemporánea. Por ello, fue galardonado con el premio Chavín de Fomento a la Cultura en 1963, por el edificio de departamentos ubicado en la calle Álvarez Calderón, en San Isidro (Lima), y posteriormente con el Hexágono de Oro del Colegio de Arquitectos del Perú, por la capilla de San José, en La Victoria (Lima). En el ámbito interamericano fue distinguido con el Premio Internacional de Arquitectura (Sociedad Bolivariana de Arquitectos, Caracas, Venezuela) en 1985, y el Cubo de Acero de la Bienal Internacional de Arquitectura de Buenos Aires en 1989.

Quisiera dedicar los últimos párrafos de este texto a una visión personal sobre García Bryce. Diré al respecto que tuve la suerte de cultivar su amistad y disfrutar tanto de su conversación y de sus conferencias, con ese hablar pausado y su sorprendente erudición junto a una enorme capacidad para recordar lugares y fechas, aun en los últimos años, cuando su salud fue mermando. La última vez que nos vimos fue cuando repasamos la lista de los artículos de este libro, que busca recoger en un solo volumen una obra prolífica, pero que se encuentra dispersa en publicaciones hoy desaparecidas. “No sabía que había escrito tanto”, me dijo aquella vez, con su particular sentido del humor, que solía terminar con un ja único y rotundo.

José García Bryce nos ha dejado físicamente, sin embargo, seguirá habitando en la memoria de la arquitectura y de la ciudad, como ya moran en ella Emilio Harth- terré, Héctor Velarde y algunos otros más, que entendieron que el hecho de hacer arquitectura trasciende la obra edificada y que los arquitectos contribuimos también a la construcción cultural de un gran espacio común.

Lima, febrero del 2021

MSc. Arq. Enrique Alfredo Bonilla Di Tolla

Director de la Carrera de Arquitectura

Universidad de Lima

Escritos de José García Bryce

Nota preliminar

Esta selección de artículos, primera sección del volumen Goces de la memoria, constituye parte fundamental del homenaje que la Carrera de Arquitectura de la Universidad de Lima rinde al arquitecto José García Bryce; y expresa el reconocimiento de su aporte a la arquitectura peruana, no solo desde el punto de vista proyectual, sino también teórico e historiográfico.

Los artículos están organizados cronológicamente. Sin embargo, hemos complementado la versión original con fotografías y apuntes actualizados, gracias a la colaboración de nuestros docentes en un afán de que el homenaje congregue a la mayor cantidad de personas posibles. Asimismo, se han respetado los textos tal como fueron editados originalmente; solo se han agregado los datos bibliográficos de las publicaciones citadas a las cuales se ha podido acceder.

Cuando iniciamos este proyecto editorial, lo conversamos con él en varias oportunidades y nos recomendó incluir algunos textos adicionales, para lo cual hicimos todo lo que estuvo a nuestro alcance. Esperamos que disfruten de esta compilación tanto como nosotros.

Ángeles Maqueira Yamasaki

Oficina de Proyectos Académicos

Sobre la basílica de Santa Rosa*

No se pretende en estas líneas analizar los hechos referentes al concurso arquitectónico promovido por el Comité pro Basílica de Santa Rosa hace algunos años y al fallo resultante de dicho concurso con miras a un pronunciamiento sobre su relativa legitimidad o ilegitimidad desde el punto de vista legal. En vista de la polémica que a raíz del proyecto se ha suscitado, lo que interesa, sobre todo desde el punto de vista técnico-arquitectónico, es averiguar sobre la calidad y corrección de este. Se necesita, pues, un nuevo juicio. Dicho juicio es posible solo a base de un análisis objetivo de la realidad, ante todo arquitectónica y luego urbanística de la obra propuesta.

No es practicable aquí un análisis exhaustivo del proyecto y solo se buscará hacer una crítica de los principales puntos.

Es obvio, a juzgar por la maqueta y perspectivas publicadas, que la basílica ha sido proyectada dentro de lo que comúnmente se conoce como “estilo neocolonial”. El “neocolonial”, como el “neorromano” y el “neogótico”, y el “neobarroco” obedece a premisas estéticas equivocadas e implica la prefabricación e imposición de formas arquitectónicas pertenecientes a una época pasada en un afán de continuar la tradición. Significa, primeramente, una falta de fe en las propias fuerzas, puesto que recurrir a las antiguas cúpulas, bóvedas, portadas y molduras, implica impotencia para crear nuevas formas que satisfagan nuestras necesidades, tanto materiales como espirituales, así como las formas de los siglos XVII y XVIII satisficieron las necesidades de los hombres de aquella época. Esta falta de fe se traduce en la pobreza artística, en la necesidad de la receta, en la vacuidad de esta arquitectura artificialmente resucitada.

La tradición que así se pretende continuar no está en un recetario de formas de una determinada época o de varias épocas, sino es, más bien, la constante que, a través de la historia, va manifestándose en la arquitectura y en el arte en general, en formas que amarran la personalidad del pueblo, del país y o de la raza al determinado momento que dicha personalidad está viviendo. La tradición, entonces, no necesita ser resucitada, pues, está siempre presente. La época de hoy tiene su lenguaje arquitectónico, que se va puliendo y perfeccionando con el tiempo y la práctica que en muchos países ha dado obras maestras. La obra arquitectónica viva, vigorosa, verdadera puede expresarse únicamente en este lenguaje, no sólo porque sus forman corresponden a los materiales y métodos de construcción que se usan hoy, sino porque es el único capaz de concretar el concepto que hoy se tiene de lo que es bello, apto y correcto. El propio lenguaje, como la propia caligrafía, es ineludible; es imposible escribir con la caligrafía de otro, menos si este otro es un antepasado de hace veinte o veinticinco décadas. Los arcos y bóvedas de concreto armado, cuando son formas constructivas nacidas de la piedra y el ladrillo, las formas artesanales industrializadas y despersonalizadas, la laboriosa invención de “motivos coloniales” en una época cuyo sentido estético y formal es otro y completamente distinto al de hace dos siglos, todos estos son los síntomas de una caligrafía prestada y por lo tanto falta de autenticidad: el neocolonial.

Por lo tanto, si ha de formularse un juicio de la proyectada basílica desde el punto de vista de su estilista general, dicho juicio no podrá dejar de ser desfavorable dado el neocolonialismo de proyecto.

Sin embargo, hay quienes sostienen la tesis del neocolonial —a nuestro criterio falsa— y afirman su autenticidad. Para muchos el hecho de que el proyecto de la basílica sea neocolonial no es de ningún modo una objeción. Teóricamente, si se asume la legitimidad del neocolonial, la estilística del proyecto quedaría justificada a priori. En seguida, sin embargo, habría que proceder a analizar hasta qué punto su arquitectura, dentro de la estética neocolonial, se ciñe a los principios fundamentales de unidad, de coherencia, de sentido arquitectónico. Un análisis del edificio en su realidad plástica y volumétrica es necesario.

La basílica de Santa Rosa según el proyecto es una edificación de planta radial en cruz griega, de forma aproximadamente octogonal, coronada por una cúpula en media naranja sobre tambor octogonal, que a su vez se apoya sobre un bloque de base también octogonal, en cuyos cuatro lados diagonales, surgen cupulines sobre base cuadrada. Alrededor del cuerpo octogonal que sujeta el tambor y sobre sus ejes se levantan cuatro cúpulas, también en media naranja, sobre tambores chatos. Por último, nuevamente sobre los ejes diagonales y en las esquinas del edificio, surgen cuatro cúpulas algo más pequeñas que las segundas, el todo apoyado sobre una base o cuerpo inferior, también de planta octogonal, relativamente bajo.

Si el esquema geométrico abstracto no tiene por qué ser objetable, sí lo son las proporciones de los elementos y el sentido concretamente arquitectónico estilístico de las partes y del conjunto.

La cúpula mayor, con la base quebrada e interrumpida por las coronaciones de las ventanas del tambor y cuyos ángulos están rematados por pináculos, es en su estilo una versión neocolonial del barroco mexicano. Los cuatro cupulines angulares, por lo complicado y encrespado de su figura, también podrían calificarse de mexicanizantes. No así las bases en las que descansa el tambor de la cúpula central, enorme prisma de base octogonal al cual los ochavos con torres le dan un carácter casi de alcázar que no se encuentra en edificaciones barrocas ni españolas, ni mexicanas, ni peruanas; por lo tanto, estilísticamente, constituye un contrasentido y que, además, está coronada por una galería abierta y logia sobre pilares, que por su ubicación a media altura en las bases del tambor —también completamente fuera de sitio— le dan al conjunto un peculiar aire hindú.

La cúpula mexicana, los cupulines mexicanizantes y el bloque central inclasificable se ha visto que están rodeados de un primer cinturón de cuatro cúpulas. Estas se inspiran en las cúpulas de crucero de las iglesias coloniales de la costa peruana, con cuatro pequeñas ventanas en el tambor, que penetran en la zona da la cúpula. Lo contraproducente del efecto, aparte de la diferencia estilística con la cúpula central, es que, lo que en la arquitectura colonial era un elemento central y dominante, alejado además de la fachada en los ejemplos clásicos, es aquí un elemento radial y secundario. Parece que se hubieran tomado cuatro iglesias coloniales, se les hubiera suprimido la nave y el ábside y se les hubiera agrupado alrededor de una cúpula tomada a una iglesia mexicana gigante, creando un conjunto biestilístico y con dos escalas, una monumental y la otra supermonumental.

Un caos arquitectónico se crea en la zona de base del edificio. Volumen se suma a volumen sin ningún amarre ni en las proporciones ni en la estilística. Al volumen octogonal de base que se define mal debido a complicados escalonamientos y quiebres en el techo, se añaden, en las cuatro esquinas, especies de ochavos cóncavos coronados por cúpulas, en la cara de los cuales, se supone que para aparentar que contrarrestan los empujes de las cúpulas, se proyectan delgados contrafuertes que van a dar sobre los techos de las galerías o columnatas (elementos insólitos y absolutamente inencontrables en la arquitectura colonial) también en ochavo.

La zona de la entrada principal es también un producto de adiciones de elementos sueltos sin ningún sentido unitario. El motivo central es un gran nicho poco profundo, cuya parte inferior, sin aparente razón arquitectónica, está antecedida de una complicada galería de planta poligonal con un cupulín en su parte central, la mitad del cual queda dentro del nicho. La galería o porticado cubre la parte inferior del nicho como si fuera un biombo bajo o un baldaquín movible puesto delante de él. La decoración de esta zona es tan opulenta como caprichosa y estilísticamente indefinida. A veces, son formas tomadas del barroco español, a veces del mexicano (la ventana poligonal encina de la entrada). Algunas son formas académicas o aproximaciones academizantes de formas, barrocas y, por último, ciertas decoraciones parecen ser curiosas reminiscencias de la estilística de transición entre el académico del fin de siglo y el art nouveau.

El efecto general del edificio es a primera vista ilegible arquitectónicamente. El ojo se pierde entre tantos elementos. El conjunto aparece enseguida como una compleja masa piramidal compuesta de un sinnúmero de cúpulas de variados tamaños y tipos, cuya parte inferior está en estado de desintegración progresiva. Casi se teme que el octágono de base se disuelva y la enorme cúpula central se desplome.

El proyecto de la basílica no posee, pues, ni unidad estilística, ni unidad plástica, ni unidad volumétrica; no posee, por lo tanto calidad arquitectónica.

Desde el punto de vista urbanístico interesan tres puntos: la ubicación con respecto a las principales vías de circulación, la relación con los lugares históricos (ermita, huerto, iglesia) y el efecto volumétrico y especial con respecto a las zonas aledañas.

Desde el punto de vista de la circulación, la ubicación de la basílica no es absolutamente objetable, ya que no entorpece en ningún momento el sistema de circunvalación del centro de la ciudad constituido por las avenidas Tacna, Nicolás de Piérola y el malecón del Rímac. El único elemento objetable desde este punto de vista, y que sin embargo no tiene por qué considerarse como parte fundamentalmente integrante del proyecto, es la proyectada avenida Santa Rosa, pues multiplica aún más las ya numerosas intersecciones de las calles del centro y fragmenta tres manzanas; las que separan el actual pasaje de Santa Rosa de la avenida Tacna. Por otro lado, es preciso reconocer que la proyectada no dejaría de ser un elemento útil para el estacionamiento.

El segundo punto, la relación del proyecto con los lugares históricos, es de índole más netamente arquitectónica, pues es un problema de escala y proporciones. Al no estar el proyecto ubicado en la manzana en que se encuentran los lugares históricos, se supone que estos quedarán intactos. Sin embargo, la monumentalidad del edificio los haría aparecer pequeños, los absorbería dentro de un espacio circundante en el cual perderían su intimidad y recojo, dentro del cual inclusive correrían el peligro de parecer ridículos en su modestia y pequeñez. Aquellos espacios que deberían quedar resguardados y defendidos de las calles aledañas y de la avenida Tacna, todas las arterias que en el futuro se poblarán —y ya han comenzado a poblarse— de edificaciones de doce, quince, veinte y más pisos, quedarían, si se realiza el proyecto, perdidos en un parque enorme sin nada que preserve el carácter de espacios cerrados e internos que siempre han tenido.

El efecto volumétrico-espacial con respecto a las zonas aledañas es un problema de estética urbana. Este problema surge de la yuxtaposición de un edificio de tipo antiguo (o pseudo-antiguo) a edificaciones contemporáneas. Hay una oposición neta entre el volumen de una iglesia barroca y de un bloque moderno en altura. Es lo que sucede con las iglesias coloniales, a las cuales deberían ajustarse los volúmenes de los edificios que se proyectan para ser construidos en inmediación de ellas, naturalmente sin falsear el sentido arquitectónico de estos. Los estudios especiales de estética urbana relativos a este ajuste son complejos tanto arquitectónica como legislativamente, pero vale la pena efectuarlos en vista del valor arquitectónico de la mayoría de nuestros antiguos templos. En el caso de la Basílica de Santa Rosa, sin embargo, el problema se está creando gratuitamente, desde un principio y en virtud del anacronismo de querer levantar un edificio cuya silueta —aparte toda consideración de crítica a su forma— es semejante a la de edificaciones que en épocas pasadas dominaban toda la ciudad, que se extendía a su alrededor en construcciones de dos, tres o máximo cuatro pisos, y no de veinte y veinticinco. Sobre el problema urbanístico que plantea el proyecto se pueda concluir, entonces, que si desde puntos de vista técnico-utilitarios la ubicación de la basílica no tiene por qué ser objetable, desde el punto de vista de la plástica urbana y de los lugares históricos, dada su anacrónica figura, su existencia no redundaría en beneficio de la ciudad.

1 243,91 ₽
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531 стр. 153 иллюстрации
ISBN:
9789972455704
Издатель:
Правообладатель:
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