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Ahora eres tu quien está enterrado en algún lugar de Pisagua. Así, extendido entre dos sacos de carga, si está completo, a la espera de tus arqueólogos amigos…

Más atrás del oficial había una fosa rectangular donde yacían los fusilados que te precedieron cubiertos con algo de tierra. Los que ejecutaron después los arrojaron, allí, como sería de esperar. Entonces: ¿por qué a ti con los que cayeron ese día los trasladaron a otro lugar?

El arqueólogo Olmos excavó la fosa. Vine a ayudarle, pero tú no estabas. Quedaban allí las pequeñas cruces y florcitas artificiales que los soldados enterradores ofrendaron con respeto clandestino. Con Olaf, Carlos y Varela te hemos buscado sin acertar el escondrijo. A lo menos deberías estar orgulloso: Eres un muerto peligroso.

Esperamos que estés junto a Sampson, Fuenzalida y Ruz conduciendo una reunión a todo calibre como en tus mejores tiempos del Pedagógico. Tal vez no apareces porque deseabas tanto encontrarte con Larraín. Debió ser un encuentro magnífico. Sin comentarios. A su haber está el hecho de que una vez consumada tu ejecución hizo formar a los prisioneros y reconoció tu valentía. Considéralo. No está demás preguntarle por qué ahora ya no se estila dar sepultura y honor a los vencidos en “guerras” desiguales.

Yo sé que ahora tienes claro toda la discusión: autocrítica, Ginebra, vicaría, Plan Zeta, fanatismo, amnistía, crímenes contra la humanidad, fiscalía, fosas ilegales… Está bien, al margen del debate, dadnos una señal para encontrarte y llevarte por fin a un cementerio más formal. Debo acaso recordarte que los iquiqueños vivimos entre la sacralidad y el humor. Cuando te pensamos, ¿hacia dónde dirigimos nuestras copas?. Reconsidéralo.

Por todo lo sucedido nos queda claro que toda matanza que deliberadamente oculta gentes, por su voluntad inhumana es un anatema flagrante. Debe ser constatado a través de la arqueología de fosas, con su derivación natural: la antropología forense. Es decir, cada vez que la intolerancia conduzca al exterminio habrán ejecuciones masivas. Nadie está exento de la barbarie del fanatismo. Nadie podría decir de esta fosa no beberé. Ojo amigo: la humanidad vive un proceso civilizatorio esencialmente inconcluso.

Veamos algunos casos. En el Perú hay fosas con militares y otras con senderistas. En Argentina solo una contenía a más de doscientos civiles disidentes. Las de Chile comienzan a conocerse y sabemos quiénes están allí. Ya, al menos los de Pisagua y Calama. En el campo de Auschwitz los abatidos eran judíos. En Lidice los nazis por venganza acribillaron y enfosaron a una población de mujeres, niños y hombres, al azar…

Agrega este dato que es nuevo para ti. Se acaba de reconocer en la Unión Soviética que por orden del mariscal Stalin, vencedor de los nazis, algunos generales stalinistas dieron orden de acribillar a quince mil militares polacos en los bosques de Katyno, (región fronteriza Polaca-Ucraniana). Están aún en sus fosas…

Esto era lejos el secreto militar más rigurosamente guardado por la élite stalinista-comunista. Pero ya ves, la verdad como la ebullición es un proceso lento que cuando se desata hace brincar a los victimarios hacia los verdaderos tribunales. Me parece que algo de esto lo he leído en la Biblia. Si es así, sería palabra de Dios y yo creo en la Vicaría. Pero también en el nombre de la Divina Providencia…, ya se han ejecutado a muchos inocentes. Esto no está claro. Indágalo.

Mi querido amigo, creo que deberías mandar un “propio”, una señal. Has lo que quieras, canta la llorona a las 4 AM o persuade a tus enterradores para que señalen el lugar. Es cierto, ellos podrían ser más efectivos que Nelson, el inteligente Juez de Pozo y de Hernán el buen Ministro en Visita, y que todos los arqueólogos juntos. Si los jóvenes soldados que te trasladaron al “cementero privado” tienen conciencia, o mejor si aspiran a vivir en paz, que entiendan que la justicia y la ciencia ya hicieron lo suyo, ahora es el tiempo de las conciencias… Para luego acceder a la justicia definitiva.

Me temo que sea esto una de tus últimas brotes de bella rebeldía, sea como fuere, falta aún la última excavación, la que te llevará al país del silencio definitivo. Allí al final todos beberemos la más larga noche, “por horas, días, años, edades ciegas, siglos estelares”. Neruda, es cierto, se que te gusta. Donde estás enterrado ahora, Pablo que anda por ahí buscando camarones, te dejó este verso:

“Era lo que no pudo renacer

un pedazo de la pequeña muerte

sin paz ni territorio:

un hueso, una campana que morían en él…”

En suma, deseo que entiendas mi naturaleza: yo soy arqueólogo y creo en los ritos funerarios. Ni los Dioses determinarían sus prohibiciones. Sería su propia negación. El genio de Goethe con su Mefistófeles, es un sainete trasnochado. Los círculos del infierno de Dante son meras entelequias. Los monstruos del Mare tenebrosum son ángeles barrocos en el confesionario… Quienes lo ordenaron son series de otra especie cuya raciología se desconoce. Bien Pete, querido amigo: morrino, iquiqueño, bailarín moreno, geógrafo, político, esposo, padre, fusilado y reivindicado, hasta muy pronto

Avísale.

Dr. Lautaro Núñez Atencio

El Wagon

Thompson 85

IQUIQUE

PS.: Giny vino a encontrarte. Está bien y muy fuerte.

Tus hijos bellísimos y talentosos, tu hermano Pichón te ha escrito otras cartas.

Otrosí: te recuerdas que Raúl Hidalgo sugirió en una amanecida que Paul Gougain vivió en Iquique en la casa de las Bienlancic (Aníbal Pinto con O”Higgins y Zegers). Es cierto. Leimos a Pyró y debió pasar un segmento de su infancia en algún lugar iquiqueño de la Puntilla enfrentando a amaneceres luminosos. En relación con la casa de Aníbal Pinto, Hidalgo reconoció públicamente que fue el efecto de un “Casillero del Diablo” cosecha 1983. Advis está al tanto, lo verificó en un archivo que guarda en un tabique. Verónica Cereceda con Gabriel Martínez y aquel carabinero de la calle Baquedano te recuerdan mucho, a raíz de esa vez que hicimos la marcha de protesta entre seis ciudadanos con pancartas alusivas al iceberg impertinente y ridículo. Aquel que sería remolcado desde la antártica hasta la caleta Infochi (El Morro), para saciar la sed de los habitantes del desierto más seco y bello del mundo…

Pisagua: Durante la Guerra del Pacífico

Luis Gómez Morales

1.- Introducción .

Intentar escribir algo sobre Pisagua no es solo un ejercicio intelectual, muy por el contrario, es ante todo un compromiso social. Es la responsabilidad y el deber de contribuir a buscar la verdad, a despertar las conciencias y a develar –en la medida de lo posible- el sentido de la Historia.

Por otro lado, no es fácil conciliar el sinsabor de nuestras bocas, el horror de nuestras mentes, el dolor de nuestros corazones y la estricta objetividad científica, cuando aún está latente el drama de Pisagua. Sin embargo, es un compromiso histórico aportar a descongelar nuestras mentes después de un largo y triste invierno, y abrir los caminos a la verdad y esperanza en un mañana mejor.

A nivel nacional, y especialmente a nivel regional, Pisagua ocupa un lugar destacado en la historia oral, en la memoria colectiva del pueblo. En este sentido, no es conveniente abordar parte de la historia de Pisagua sin referirse a los tristes, lamentables y dramáticos acontecimientos allí ocurridos, pues éstos adquieren significado en su relación con otros, en el devenir histórico.

El presente trabajo tiene como finalidad presentar una breve reseña histórica sobre Pisagua, con especial énfasis en los hechos acaecidos durante la Guerra del Pacífico. En honor a la verdad, no pretende ser un trabajo desde la perspectiva del estricto enfoque metodológico de la historia, sino más bien, de exponer (describir) algunos hechos y consideraciones que conlleven a la meditación y reflexión. En última instancia, el sentido y significado de la Historia es un derecho individual y colectivo.

2.- Antecedentes Históricos

La Caleta de Pisagua Viejo se encuentra situada en la desembocadura del río Camiña (19°. 32´ Lat-Sur y 70°. 13´ Long-Oeste).

Desde tiempos prehispánicos fue conocida por los pueblos pescadores que se asentaron en las caletas del norte.

Durante la administración hispana fue poblada oficialmente por orden del Corregidor de Arica, que solicitó a las autoridades del Virreinato del Perú, el asentamiento de españoles con la finalidad de consolidar el dominio estatal en Pisagua (Administración Fiscal), a fin de controlar el contrabando de mercaderías internadas por esa caleta hacia el Alto Perú (Bolivia)1.

Bajo la administración peruana, Pisagua adquirió en forma paulatina importancia debido a la naciente Industria Salitrera. Así, por Ley del Gobierno del Perú, el 3 de septiembre de 1831, se decretó la habilitación de Pisagua y Mejillones del Norte, como sitios para embarcar Salitre. Los primeros embarques de Salitre provenientes de las oficinas de Dolores, Chinquirai, Matamunqui, Paradas de Zavala, etc., se realizaron por la antigua Caleta. Posteriormente, la creciente actividad de la industria salitrera, significó el aumento de las actividades portuarias en la Caleta, que resultó inadecuada e insuficiente para las operaciones de embarque. Por tal razón, se habilitó una bahía más grande y segura, situada al Sur de la antigua, que recibió el nombre de Huaina Pisagua, el puerto actual, y que creció en forma paulatina gracias a la industria salitrera.

Durante la administración chilena, Pisagua adquirió mayor importancia. Cabe destacar que como consecuencia de la Guerra del Pacífico, la Provincia de Tarapacá, fue anexada al territorio nacional. Sin embargo, Pisagua fue incorporada a la soberanía nacional el 2 de noviembre de 1879, fecha en que las tropas chilenas realizaron el memorable desembarco, hazaña que inició la Campaña de Tarapacá.

El 31 de octubre de 1884, mediante Decreto del gobierno de Chile, refrendado por el Presidente, Don Domingo Santa María y del Ministro Don José Manuel Balmaceda, se creó la Provincia de Tarapacá, dividida en dos Departamentos: Pisagua e Iquique2.

El auge salitrero convirtió a Pisagua en un importante Puerto. Se estima que tuvo una población superior a las 8.000 personas. Sin embargo, el término del ciclo del Salitre, significó la muerte de Pisagua. Triste final, pero por esas cosas de la historia, décadas más tarde volvería a renacer bajo los signos del dolor, el terror y la vergüenza, que le tenía reservado el devenir histórico.

3. La Guerra del Pacífico.

Durante el desarrollo de la Guerra del Pacífico, llamada por algunos la Guerra del Salitre, Pisagua fue escenario de uno de los hechos destacados de las armas chilenas.

El puerto de Pisagua fue bombardeado en más de una oportunidad por unidades de la Armada chilena. En la primera, el 18 de abril de 1879, se presentaron en la bahía de Pisagua el blindado “Blanco” y la “O”Higgins”:

“(…) Los cañones de los buques hicieron fuego sobre la población, que en pocos momentos quedó destruida en parte, por las bombas y por el incendio que éstas produjeron”.

“(…) Aquel espectáculo era aterrador; los ancianos, los niños y las mujeres pudieron huir a tiempo, se refugiaron en los cerros vecinos”3.

El 23 de julio de 1879, el “Cochrane” y la “Magallanes” bombardearon por segunda vez el puerto de Pisagua. Es conveniente destacar que el mando chileno comunicó –previo al bombardeo- a las autoridades de Pisagua el objetivo de la acción: destruir las lanchas e instalaciones portuarias.

El 2 de Noviembre la Escuadra chilena bombardeó por tercera vez la Caleta, acción previa al Asalto y Toma definitiva de Pisagua.

Después de la Campaña Marítima y de obtener el control del Mar, Chile se abocó a los planes de invasión de la Provincia. Así, la Campaña de Tarapacá se convertía en el segundo paso de la estrategia militar chilena.

La pérdida del poder naval produjo una profunda impresión en Perú, aunque también en Bolivia. Sin embargo, “(…) en el Perú la impresión fue mucho mayor: Grau era su orgullo y el Huáscar su gloria… las costas quedaban a merced del enemigo, podía desembarcar donde quisiera”4. El dominio del mar determinó la Campaña Terrestre de Tarapacá.

El ejército expedicionario se embarcó en Antofagasta a mediados de Octubre de 1879, bajo las órdenes del Coronel Emilio Sotomayor. El 28 de Octubre, los preparativos estaban listos.

El Perú estaba en una situación difícil, podía perder Tarapacá. Además, la Guerra se desarrollaría en adelante en territorio peruano.

Según Gonzalo Bulnes, el Presidente de Chile, Aníbal Pinto, pensaba que el objetivo militar debía ser la Provincia peruana de Tarapacá. Ahora bien, “(…) para llevar a efecto la idea esencial de la operación, había que tomar una posición del interior con agua y llegar rápidamente a ella por ferrocarril. Había en Tarapacá tres lugares apropiados con estos requisitos: Patillos, que comunicaba la costa con el Pozo de San Lorenzo: Iquique, unido con la Noria y con Pozo Almonte, y Pisagua, con Dolores”5.

El 28 se embarcó el Ejército Expedicionario en Antofagasta. Aunque existen diferencias en las cifras dadas por historiadores chilenos y peruanos, las tropas ascendían aproximadamente a 10.000 hombres. El ejército chileno se componía de “(…) una división de 4.890 hombres de Infantería y Artillería para bajar en Pisagua; una de 2.175 para hacer lo mismo en Junín y otra de 2.500 plazas quedó en reserva”6. Según Barros Arana, las tropas alcanzaban” (…) en número de cerca de diez mil hombres de las tres armas, y el 26 de Octubre se procedió a su embarque en la escuadra (…)”7. El historiador peruano Mariano Felipe Paz Soldán, expresa que “(…) el Ejército de desembarco constaba… de 10.000 hombres apoyados por una escuadra para combatir con una Plaza no fortificada y defendida por sólo 1.135 hombres”8. Por otro lado, el entonces Embajador de Italia en el Callao, Tomás Caivano, expresa que la Escuadra chilena se componía de 19 buques… sobre cuyos puentes viajaba un ejército de más de 10.000 hombres (…)”9.

Pisagua, pequeña caleta de unos mil habitantes, se encuentra a los pies de cerros de 150 a 200 metros de elevación, que configura una especie de anfiteatro a orillas del mar. Se desplaza entre faldas de cerros y superficies relativamente planas a orillas del mar, rodeada por alturas áridas y peladas10.

El Estado Mayor del Ejército chileno, al mando de Emilio Sotomayor, eligió Pisagua para el desembarco por razones estratégicas, pues ofrecía la posibilidad de cortar de dos partes a los ejércitos de la Alianza en la Provincia de Tarapacá, acantonados principalmente en Arica e Iquique. Además ofrecía la ventaja de contar con el Ferrocarril, medio de transporte de vital importancia en el desarrollo de la Campaña. El plan era perfectamente estratégico, además de su ejecución dependía el éxito de la Campaña de Tarapacá. Por otro lado, se requería de tropas disciplinadas, de excelente preparación y de un espíritu resuelto, dispuestas a no retroceder ante ningún peligro, condiciones que el Ejército chileno lució con gallardía y patriotismo a toda prueba, en las batallas de la Campaña de Tarapacá.

El Plan del Estado Mayor del Ejército chileno contenía como objetivos fundamentales: desembarcar e invadir la Provincia de Tarapacá por un lugar estratégico, de cuya ejecución dependía el éxito de la Campaña; contar con un medio de transporte, el ferrocarril, que comunicara la costa con el interior; y asegurar el abastecimiento de agua, elemento vital en una zona desértica.

El Jefe del Estado Mayor era el Coronel Emilio Sotomayor y de la Caballería el General Manuel Baquedano. El Comandante en Jefe del Ejército Chileno era el General Erasmo Escala.

El 2 de Noviembre de 1879, la Escuadra Chilena inició el Bombardeo de Pisagua:

“(…) A las 7 A.M. los Buques entraron al bahía y mientras el Cochrane y la O”Higgins (con Latorre y Montt) atacaban el fuerte sur, la Magallanes y la Covadonga (con Condell y Orella) disparaban sobre el fuerte norte, cuyo cañón quedó fuera de combate rápidamente. En el fuerte sur la resistencia se hizo más obstinada y sólo se rindió a las 8 A.M. el Convoy de botes se atrasó y el bombardeo debió reanudarse. Finalmente, a las 10 A.M. se dirigió a la playa una flotilla de botes y lanchas guiadas por Simpson, llevando 400 hombres (…)”11.

Las primeras tropas que desembarcaron e iniciaron el ataque sobre Pisagua, estaban al mando del Coronel Ricardo Santa Cruz. Constituían estas tropas “(…) hombres tomados de un batallón de Zapadores y de un batallón denominado Atacama, compuesto por los vigorosos y ájiles mineros de Copiapó… (que) a pesar del nutrido fuego de rifle que se les dirijía desde las rocas vecinas, esos soldados pisaron tierra, plantaron en una pequeña altura el pabellón de Chile y emprendieron la persecución de las guerrillas enemigas que estaban allí cerca”12.

Protegidos por el fuego de la Escuadra, desembarcaron dos contingentes más tropas, las cuales iniciaron el ataque definitivo a Pisagua.

“(…) Con la presencia del tercer convoy en tierra, comenzó el Asalto por los caminos en espiral hasta las alturas de Hospicio. La gran dificultad de los chilenos no era tanto vencer, sino trepar en un día caluroso posiciones escalonadas con mucha gradiente. Esa admirable empresa fue ejecutada en menos de dos horas… distinguiéndose entre esos audaces escaladores de cerros, los mineros del Atacama, que llevaban la delantera.

“(…) A las tres de la tarde se divisó desde los buques una bandera chilena clavada en Hospicio, según se aseguró por el Subteniente del Atacama Rafael Torrealba”13.

El Asalto y Toma de Pisagua fue un completo éxito, en donde se cubrieron de gloria las armas chilenas. La parte del Ejército aliado que defendía Pisagua quedó totalmente aniquilada. Por otro lado, parte de las tropas peruanas y bolivianas ante el empuje y valentía de los chilenos, huyeron al interior en completa desorganización.

“(…) Los soldados chilenos treparon, sin embargo, por aquellas escabrosas laderas, recibiendo el fuego que se les hacía desde las alturas; pero cuando llegaron arriba, arrollaron toda resistencia, saltando sobre los parapetos, plantando en ellos el pabellón chileno para que la escuadra suspendiese sus fuegos, y poniendo al enemigo en la más completa dispersión. El combate había durado en tierra cerca de cinco horas. El general Villamil, el coronel Granier, ambos bolivianos, jefes de la guarnición de Pisagua, y el general peruano Buendía, general en jefe de todo el ejército aliado de Tarapacá, que se hallaba ese día en esa plaza, huyeron al interior con los dispersos, dejando el campo sembrado de cadáveres, y en poder de los chilenos, unos setenta prisioneros entre oficiales y soldados (…)”14.

Según Gonzalo Bulnes, “(…) es justo reconocer que la guarnición de Pisagua resistió con entereza”. Este mismo autor expresa que “(…) la operación militar tuvo un éxito completo a costa de poca sangre: 59 muertos y 173 heridos”15. Respecto a las bajas chilenas, Diego Barros Arana, expresa que “(…) habían tenido una pérdida de 350 soldados entre muertos y heridos”16. Sin embargo, independiente de las diferencias en las cifras proporcionales, el hecho significativo es el éxito del plan, la Toma de Pisagua. El éxito en el Asalto y Toma de Pisagua tuvo implicancias de vital importancia: se abrió la puerta para la campaña de Tarapacá; se controló el ferrocarril, medio de transporte para movilizar las tropas al interior y se logró una eficiente comunicación con las aguadas del interior, de vital importancia en el desarrollo de la Campaña. Por otro lado, desde el punto de vista táctico militar, significó cortar las tropas aliadas acantonadas en Tacna y Arica de Iquique, a Daza de Buendía.

El Asalto y Toma de Pisagua fue un hecho heroico para las armas chilenas, una acción donde quedarían de manifiesto las cualidades del soldado chileno y que en las posteriores acciones de la Guerra del Pacífico darían honor y gloria a nuestro país. Fue el inicio de las gloriosas gestas del Ejército chileno, que culminarían con la victoria sobre la Alianza.

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9789567628452
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