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La sinestesia

La combinación de sensaciones nos permite sentir emociones complejas, pues los colores se combinan con los sonidos, las formas con los colores, etc. Esos procesos de percepción ponen en marcha un arsenal de recuerdos grabados en nuestras memorias. Nuestra audición, nuestro tacto, nuestro olfato, nuestros ojos, cada una de nuestras células nos permiten vivir experiencias de sinestesia, porque esta ocurre cuando se mezclan entre ellas las sensaciones percibidas gracias a órganos sensoriales diferentes. La sinestesia se parece a la metáfora, porque esta se da cuando se utiliza una palabra, o una frase, con un significado similar, análogo o semejante; la metáfora hace parte esencial del lenguaje humano.

El modernismo y las vanguardias tratan el término de sinestesia como experiencias multisensoriales; también se habla de sinestesia cuando se mezclan sensaciones con sentimientos como la tristeza, la alegría, etc. Antiguamente la palabra sinestesia significaba «sentir al mismo tiempo», las interpretaciones actuales van más allá de la asociación de sensaciones vividas por una sola persona para transformarlas en sensaciones compartidas, es decir, en experiencias de sinestesia colectivas.

Las analogías

La intuición y el conocimiento provienen de la analogía ya que, con el fin espontáneo de comprender, el cerebro humano hace constante y naturalmente analogías7. Los filósofos de la época llamada post-mítica tal como Protágoras, Empédocles o Platón, utilizaron los mitos como alegorías. La alegoría es una figura retórica que consiste en representar una idea figuradamente a través de formas humanas, animales o cosas. Se puede decir, además, que una alegoría es un discurso argumentativo. Una alegoría puede contener una serie de imágenes metafóricas que representan pensamientos más complejos como cuando Platón inventa y hace uso del mito de la caverna.

La alegoría es un instrumento del conocimiento asociada al razonamiento analógico. Las analogías son argumentaciones muchas veces anecdóticas. La analogía es un marco de interpretación que consiste en hacer comparaciones para que unas cosas, unos hechos o sucesos, correspondan a las cosas conocidas y a las experiencias vividas8. Nuestras mentes hacen espontánea y constantemente analogías, pues es así como logramos registrar a diario muchísima información al interior del espacio finito de nuestros cerebros.

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7 Hofstadter y Sander, 2013.

8 Ídem 7.

La lectura del mundo

El mismo mecanismo de abstracción mental, de reconstrucción y de interpretación, se pone en marcha en nuestro cerebro cuando se leen imágenes del mundo y cuando se leen palabras o frases escritas. Ver, implica una lectura de imágenes del mundo, y leer, conlleva ver imágenes escritas. Para entender el mundo que nos rodea, tuvimos que aprender a leerle. Leer es también un proceso de abstracción, reconstrucción e interpretación de formas elementales. Antes de escribir, aprendimos a dibujar imágenes más complejas; la reproducción de figuras a través del dibujo nos ayuda a crear una primera forma de lenguaje «escrito». La historia, las leyendas, las religiones fueron transcritas primero en imágenes, por artistas sobre muros en las cavernas, y sobre vitrales después, al interior de las iglesias. Asimismo, los infantes comienzan por dibujar imágenes que figuran el mundo en el que viven, luego aprenden —en la mayoría de los casos— a dibujar las letras y las palabras del lenguaje que les enseñan.

Las palabras escritas han reemplazado las imágenes figurativas de la comunicación iconográfica de otros tiempos, ya que pueden decir mucho más utilizando menos espacio y, por ende, en menor tiempo. Una forma simple (estilizada) se dibuja y/o escribe, más rápidamente y en menor espacio. La comunicación —a través del intercambio de imágenes figurativas— se ha enriquecido con el intercambio de palabras. La escritura de palabras es una estilización, o simplificación, de las formas complejas de las representaciones figurativas que son, tanto el dibujo como la pintura. Estilizar significa en este caso, hacerlo simple, suprimir detalles, guardar solamente los trazos elementales para sugerir las formas complejas que representan.

Las sociedades humanas


La comunicación

El objetivo de la comunicación es el de entrar en relación con otras personas para luego crear relaciones sociales con ellas. Para entrar en real comunicación se necesita llegar a aprehender la visión del otro y que el otro pueda también aprehender nuestra visión de las cosas, es por esta razón que el acto de comunicar resulta tan complejo. Comunicar implica ser capaz de compartir percepciones personales. Para poder compartir representaciones mentales individuales, comunicarnos, lograr consenso, es necesario sintetizar la información, estilizar las cosas, simplificarlas, volverlas sociales; los detalles son importantes, pero no todos cuentan de la misma manera y su importancia varía según las necesidades de los contextos.

El consenso

Para lograr comunicarse es necesario compartir conceptos sobre las cosas, sobre lo que sucede y sobre cómo suceden las cosas y los fenómenos del mundo. Los miembros de un grupo necesitan llegar a acuerdos para que sea posible desenvolverse individual y colectivamente, es por eso por lo que para vivir en sociedad se necesita lograr consensos. El consenso nos ayuda a entrar en acuerdos que a su vez permiten: establecer prioridades, implicarnos, compartir, ceder o imponerse. Para llegar a acuerdos y lograr consensos, se necesita un lenguaje.

Ya que el lenguaje se establece al interior de los grupos humanos a través de consensos, se convierte en el medio a través del cual se crean y se establecen diversos tipos de relaciones sociales. «Si pensamos el lenguaje como mediación podemos entender que no solo sirve para entablar relaciones sociales, sino además para darles una u otra forma»9, es decir, para crear uno u otro tipo de sistema social.

El lenguaje permite el intercambio y facilita la comunicación; comunicación que a su vez crea, y se establece, al interior de diferentes tipos de relaciones sociales. De eso hablamos cuando decimos que para vivir en sociedad se necesita lograr consensos.

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9 Jacopin, 2001-2002.

El lenguaje

Para expresar nuestras experiencias y comunicarlas a otros utilizamos un lenguaje. El lenguaje es un sistema de comunicación estructurado con ciertos principios formales de combinación y se utiliza al interior de contextos. El contexto está ligado directamente a las circunstancias espaciotemporales. El ser humano emplea lenguajes complejos usando símbolos, secuencias sonoras, movimientos corporales, signos gráficos, etc. Tanto señales como sonidos son emitidos y registrados por nuestros cerebros a través de nuestros órganos de los sentidos. Ciertos sonidos, pronunciados en cierto orden, dan forma a ciertas palabras que, ordenadas de cierta manera, también dan forma a frases que significan cosas. Así funciona el lenguaje.

El poder del lenguaje está en hacer posible aquello que, en principio, parece imposible: sentir a través de las experiencias ajenas. El lenguaje nos permite intercambiar conceptos, este intercambio nos ayuda a comunicarnos y, en consecuencia, a vivir en sociedad.

Los matices del lenguaje

El lenguaje no es una transparencia, es decir que, cuando alguien nombra una cosa, ese nombre despierta en la mente de cada interlocutor, un concepto personal sobre esa misma cosa. Cada ser humano da significado a lo dicho a partir de su propia experiencia. Asimismo, sucede dentro de la mente de aquel que nombra, con una palabra, algún objeto. Cada persona da sentido a las cosas a partir de sus aprendizajes y el aprendizaje está íntimamente ligado a las experiencias. Así, si alguien nombra el fruto limón, esta palabra toma una forma y un sentido distinto conforme sea escuchado por una persona u otra. Por ejemplo, en zonas latinoamericanas, los limones son generalmente pequeños y verdes, ese es el referente «limón» para alguien que ha crecido en Latinoamérica. No es así para alguien que ha crecido en alguna región de la Europa mediterránea en donde el referente «limón» es más grande que el pequeño limón verde, pero, además, no es verde, sino amarillo.

Los matices del lenguaje no terminan ahí, ya que damos sentido a la realidad de la que hacemos parte a través de nuestras experiencias. Los colores se perciben en acuerdo al contexto y aprendizaje de cada ser humano: un cabello castaño oscuro será «negro» en zonas en las cuales la mayor parte de las cabelleras son castaño claras o rubias; mientras que, el mismo color de cabello castaño oscuro, será considerado «castaño claro» y hasta «rubio» en zonas en donde el color de las cabelleras sea mayoritariamente «negro».

Que el lenguaje esté lleno de conceptos «relativos», no quiere decir que se trate de una quimera. Que algo sea relativo no quiere decir que no pueda ser considerado como real o verdadero: la persona que viaja al interior de un tren, está inmóvil en relación al tren que se mueve sobre los rieles, pero en relación a la gente que espera en los andenes, esa misma persona se está moviendo tan rápido como se está moviendo el tren10. Las palabras, como las ideas, las personas y los objetos, toman sentido al interior de contextos, o, circunstancias espaciotemporales. La descripción del contexto permite establecer puntos de referencia que permiten localizar con mayor exactitud las cosas y los sucesos y, en consecuencia, mejoran la comprensión.

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10 Este ejemplo fue dado por Albert Einstein y retomado por Stephen Hawking en su libro, Brevísima historia del tiempo.

Los sistemas socioculturales


El mito

Un mito es una creencia popular en la cual se basan los valores de un tipo de sociedad. El término mito es utilizado comúnmente para hablar de una creencia a primera vista falsa, pero que está relacionada, sin embargo, con elementos concretos. Toda historia, todo mito, se basa en hechos y en cosas reales; las historias totalmente arbitrarias no perduran en el espacio ni en el tiempo.

Los mitos entran en relación directa con la estructura social y, a la vez, religiosa de un grupo humano, pues su objetivo es ser respuesta a toda pregunta que pueda hacer tambalear las bases que sostienen la cohesión de dicho grupo. Los grupos humanos de sociedades distantes y profundamente diversas relatan mitos fundadores que presentan los mismos arquetipos11. El mito cuenta una historia «sagrada»12 que resulta «performativa» para todo aquel que pertenece al grupo que ha creado y que transmite el mito.

Los mitos no tratan solamente del origen del mundo, de los animales, de las plantas y de los seres humanos, sino que además tratan de todos los eventos importantes que han hecho de nuestras sociedades, de los seres y de las cosas, lo que son, o por lo menos, lo que parecen ser13: seres mortales, sexuados, organizados en sociedades y naciones, viviendo bajo ciertas reglas, obligados a trabajar para vivir, o mejor dicho, obligados a buscar un salario para pagar facturas, comprar alimentos, vestirse, etc.

Las historias que narran muchos de los mitos suceden en épocas remotas, épocas que remiten a la fundación de las sociedades que cuentan, respetan y transmiten tales mitos. Así, por ejemplo, el mito de la cosmogonía puede resultar «verdadero» desde ciertas perspectivas porque el mundo existe; el mito de la identidad puede parecer «real» porque la comunidad a la cual refleja, existe; el mito del origen puede aparecer como una «realidad» porque la comunidad en cuestión aún existe.

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11 El arquetipo es la representación de una idea que supone ser el modelo original de una cosa, tiene valor simbólico y forma parte del inconsciente colectivo por haber sido transmitido de generación en generación a través de la educación. El arquetipo es un referente ancestral y en tanto que representación puede estar ligado a imágenes o a esquemas. El estereotipo, por su parte, pertenece a una época, a un cierto tipo de grupo social; difiere del arquetipo, pues este último supone trascender las fronteras del espacio-tiempo.

12 El término «sagrado» proviene del latín «sacrātus» e indica el carácter divino del sujeto u objeto al que califica. Su relación a la divinidad (a fuerzas sobrenaturales, lejanas, pero, sobre todo, desconocidas) le hace objeto de culto, de veneración, de respeto.

13 En lo que tiene que ver con la percepción al interior del grupo.

Expresiones performativas

A partir de una serie de conferencias dadas en 1955 por el filósofo del lenguaje, John Langshaw Austin, en la Universidad de Harvard, se editó una obra póstuma en 1962, titulada «Cómo hacer cosas con palabras». De ese libro nació la lingüística pragmática contemporánea con varias teorías sobre los actos del habla. En esas conferencias, Austin hizo uso de la palabra «performative». En español, «performative» se suele traducir haciendo uso de los neologismos «realizativo» y/o, «performativo».

Austin explica cómo una expresión performativa no se limita a la descripción de un hecho, sino que por el mismo acto de ser enunciado, un hecho se realiza. Entre las expresiones performativas más frecuentes explicadas por Austin está el verbo «prometer», pues la afirmación «yo prometo» realiza el acto de prometer en ese mismo instante. Al prometer, la persona que promete no está describiendo un hecho, sino realizando esta acción a través de la palabra. Austin habla además de «criterios de autenticidad» pues para que una frase del tipo «Yo te bautizo» sea performativa —es decir que, en el acto mismo de enunciar esta frase la persona bautizada se convierta en miembro de la comunidad religiosa en la cual el bautizo tiene sentido— es imprescindible que quien haya dicho la frase, sea un sacerdote. El hecho de ser reconocido por los miembros del grupo como representante de la Iglesia, convierte a esa persona en la autoridad competente capaz de integrar en la comunidad religiosa, a un nuevo miembro a través del bautizo. En este ejemplo se debe notar, además, que todos los miembros del grupo —cada uno en sus roles, autoridad religiosa, persona a ser bautizada, invitados— concuerdan en que, el acto del bautizo, tal y como sucede, transforma al sujeto bautizado en miembro de la comunidad de la religión en la que se le ha bautizado. Sin tales «creencias», sin tales acuerdos, sin tal consenso, sin la aceptación, del rol del bautizo en este ejemplo, las palabras enunciadas carecerían de sentido convirtiéndose entonces en otro tipo de enunciados verbales: parodia, farsa, teatro… por dar ejemplos.

Una expresión performativa «transforma» y es dicha con el objeto de «transformar». Es por eso por lo que un enunciado performativo necesita de unos participantes y de un contexto específico, es necesaria una escenografía y un rito que permitan poner en escena el acto mítico. En caso de no cumplir con todos esos criterios de autenticidad —criterios de autenticidad porque dan fidelidad al acto—, la acción no podrá realizarse. Si las intenciones son falsas, la acción también será falsa. Si un acto performativo requiere de acciones sucesivas para concretarse puede realizarse progresivamente, en etapas.

Austin describió una tipología de enunciados performativos: enunciados locutivos (la frase dicha), ilocutivos (la intención de la frase) y perlocutivos (la conducta que provoca la frase). Luego escribió que todo enunciado locutivo puede ser ilocutivo para demostrar finalmente que cualquier acto de palabra es performativo, incluso si pueden ser calificados de constatativos, pues para Austin, hablar y actuar son acciones que se corresponden recíprocamente.

El rito

El rito es el momento en el cual el mito vuelve a ser narrado. La fuerza del rito está en afirmar creencias consolidando las reglas que fundan la sociedad que las practica. Por eso, los ritos son indispensables y toman forma en todas las celebraciones conmemorativas. Los mitos exigen compromisos, sacrificios, las exigencias míticas son poderosas porque su finalidad es impedir que el grupo desaparezca.

Las transformaciones individuales son integradas al grupo a través de ritos de iniciación que dan cuenta de lo poderoso de las estructuras sociales, puesto que las sociedades míticas son sociedades para siempre, sociedades de estructuras estáticas. Las sociedades míticas solo aceptan transformaciones individuales, no cambios colectivos. Para ello, los ritos de iniciación son indispensables, su utilidad fundamental es la de canalizar, e integrar, los cambios individuales en el todo colectivo; la solidez de las tradiciones garantiza la perennidad del grupo.

El uso popular del término mito le hace sinónimo de error o falsedad, sin embargo, si tomamos el mito como la creencia que funda las bases que garantizan la cohesión de un grupo humano podemos afirmar que no todos los mitos son necesariamente falsos, son —en principio— las maneras en las que cada grupo humano concibe y comprende las cosas y los sucesos propios. Todas las personas creen algo, sin creencia es difícil que algo sea representado mentalmente de manera definida; sin representaciones mentales concretas el contenido de la consciencia es impreciso, maleable, vulnerable. Sin creencias la vida humana resulta difícil, pues sin representaciones mentales concretas ni consciencia definida no hay lenguaje posible; sin lenguaje no hay comunicación y sin comunicación, ninguna organización social existe.

Reducción social y cierre de sistema

De modo muy extenso y general, podemos decir que los mitos son los relatos usados para explicar cómo suceden los fenómenos naturales, cómo funciona el universo, su origen, etc. Sin embargo, no todos los mitos tienen tales propósitos, los seres humanos somos esencialmente sociales, socializar implica comunicarse, la comunicación significa lenguaje y, como lo vimos en párrafos anteriores, la comprensión mutua resulta sumamente complicada debido a la diversidad de las experiencias y de los aprendizajes; el aprendizaje está directamente ligado al funcionamiento de nuestros cerebros, al funcionamiento de nuestros organismos, al funcionamiento de nuestro cuerpo. En su libro, Antropología Estructural, Lévi-Strauss escribió:

«Un mito se refiere siempre a eventos pasados, antes de la creación del mundo (…) o (…) durante los primeros años (…) o, en todo caso, (…) hace mucho tiempo (…). Pero el valor intrínseco atribuido al mito proviene de que, los acontecimientos que suponen suceder en un momento dado en el tiempo, forman también una estructura permanente. Esta se refiere, simultáneamente, al pasado, al presente y al futuro». (Lévi-Strauss 1958, 1974: 231).

Lévi-Strauss no habla de un armazón de arquitectura estática, sino de estructuras dinámicas pero estables que son difíciles de discernir a través de la observación superficial. Un mito permite concebir lo inconcebible, explicar lo inexplicable y, muchas veces, aceptar lo inaceptable porque una sociedad mítica es un sistema que se ha cerrado a todo cuestionamiento. El mito conlleva un cierre de sistema, porque los relatos míticos, la mitología, son respuestas directas, o evasiones, a las preguntas que ponen en duda las ideas fundamentales que dan coherencia a un grupo14. La vigencia de los mitos garantiza la coherencia del grupo, la coherencia mental garantiza el consenso social y eso permite la perennidad del grupo, garantiza su existencia. Todo colectivo humano ha edificado sistemas sociales muy complejos sobre creencias colectivas.

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14 Lévi-Strauss, 1958, 1974.

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9788418649806
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