Читать книгу: «Tepito, cabrón y frágil a la vez», страница 3

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Tipo de investigación

Esta investigación se realizó a través de un diseño cualitativo y etnográfico, basado en un estudio exploratorio, ya que se examina un tema poco estudiado. Es una investigación de campo, ya que se realizan las entrevistas en el lugar que se encuentra el sujeto joven tepiteño. El tipo de diseño es no experimental de corte transeccional/transversal, ya que recolecta datos en un momento y en un tiempo único. Los sujetos jóvenes informantes de las zonas A, B y C de Tepito, en edad oscilante entre los 18 y 29 años de edad, son a quienes se aplicaron los instrumentos de estudio.

Instrumentos de investigación

Esta investigación se presenta desde una narración etnográfica clásica, y a través de la descripción densa se abunda desde la inevitable subjetividad de la experiencia de campo. La narración etnográfica ilustra las relaciones entre las autoridades y los jóvenes, su familia, su entorno y vida cotidiana. A través de la subjetividad etnográfica se pretende acercar a la realidad social que viven los sujetos jóvenes en Tepito. Por lo tanto, se hace uso de los siguientes instrumentos:

 La observación participante. Esta técnica implica la intervención directa del observador de forma que el investigador pueda intervenir en la vida del grupo de tal forma que el grupo lo considera uno de sus miembros. Se registran las observaciones mediante diario de campo, grabador de voz y fotografía. La finalidad es conocer el lenguaje y las formas de vida a través de la continua interacción con ellos en la vida cotidiana (Campoy y Gomes, 2009).

 Entrevista en profundidad. En la metodología cualitativa, la entrevista en profundidad se entiende como los encuentros reiterados cara a cara entre el investigador y el entrevistado, y que tienen como finalidad conocer la opinión y la perspectiva que un sujeto tiene respecto a su vida, experiencia o situaciones vividas, y con ello se obtiene una visión del otro desde su propio relato (ibídem, 2009, p. 288).

 Historia de vida. La historia de vida se centra en el sujeto individual, tiene como elemento principal el análisis de la narración que la persona realiza sobre sus experiencias vitales. Se trata de un relato de vida de una persona, en el contexto donde sus experiencias tienen lugar y esto es registrado o interpretado por algún investigador (ibídem, 2009, p. 296).

De un estado del arte

El estado del arte es una estrategia determinada por tres tendencias: recuperar para describir, comprender y recuperar para trascender reflexivamente.

La construcción del tema del liberalismo y su transformación al neoliberalismo, aunado al proyecto de modernidad y entrelazados con el sujeto joven tepiteño, dan como resultado formas de sobrevivencia y resistencia, las cuales serán narradas y comprendidas desde la hermenéutica, pues ésta ha servido de guía de fundamentación de este trabajo. El análisis se ha generado partiendo de las tres fases: la primera comprende un rastreo de documentación sobre los temas ejes de la investigación, por lo que se revisaron tesis de distintas instituciones como UNAM, Flacso, Colmex, UAM y ENAH, así como estudios y artículos encontrados en internet en la base SciELO, y documentos recuperados dentro del barrio en específico en el Cetepis.

En la segunda fase, y gracias a la documentación e información adquirida, se realizaron las categorías de análisis, las cuales son básicas y útiles para el investigador a la hora de realizar una entrevista a profundidad.

Por último, la tercera fase corresponde al análisis e interpretación de los datos recabados de forma global. Gracias a las dos fases anteriores, en este apartado se pueden destacar los hallazgos más significativos que el investigador encontró, lo cual dio pie para la realización del informe final. Éste debe contener: memoria metodológica, balance documental, desarrollo temático por categorías y el inventario de documentos (Gómez, Galeano y Jaramillo, 2015, p. 436).

El fin último es alcanzar la comprensión del tema propuesto, por lo que esta metodología de estado de arte ofrece técnicas y herramientas mediante parámetros de sistematización y plan de análisis previamente delimitados.

Del tema ético de la investigación

Para realizar esta investigación es fundamental que el sujeto de investigación en todo momento esté enterado y sea consciente de que forma parte de una investigación. Por lo anterior, es fundamental el consentimiento informado y el investigador debe estar lo suficientemente preparado para contestar de manera honesta las interrogantes del participante.

El investigador no debe condicionar con su autoridad o poder la participación de los sujetos de estudio. Se deberá preguntar al participante si desea que su identidad sea develada o se mantendrá en el anonimato.

1 Ver el apartado Justificación.

2 Instituto Mexicano de la Juventud, Perspectiva de la juventud, Dirección de Investigación y Estudios sobre Juventud, enero de 2008, p. 4.

3 En la revista Animal Político, Ángel Arturo (2018) refiere que el gobierno de Enrique Peña Nieto acumula ya 104 583 averiguaciones previas por homicidios, sobrepasando oficialmente las 102 859.

4 Activista social y defensora de los derechos humanos. Abogada del “caso Lesvy”, feminicidio agravado, y abogada y acompañante de la familia de Julio César Mondragón, víctima de tortura y represión en México (caso Ayotzinapa).

5 Esta pregunta se inspira en la reflexión que realiza Jean-Paul Sartre: “Un hombre es lo que hace, con lo que hicieron de él”.

Marco teórico conceptual
Fundamentos del liberalismo y el Estado moderno

Modernidad significa, pues, que un mundo de seguridad tradicional se hunde y en su lugar aparece –si todo sale bien– la cultura democrática de un individualismo para todos, jurídicamente sancionado.

(Beck, 1999, p. 9)

Una de las labores del trabajador social, además de realizar investigaciones sociales es, sin duda, pensar cómo intervenir para hacer un mundo mejor, por lo cual en esta investigación fue fundamental entender la ideología liberal en los discursos contemporáneos y qué efectos produce esta ideología en el hacer social cotidiano. Surgen cuatro preguntas que conforman este proyecto: ¿cuáles son las formas de resistencia, sobrevivencia, ser y hacer del sujeto joven tepiteño en el Estado moderno neoliberal de los años 2012 al 2016?, ¿cuál es el lugar que ocupa el sujeto joven tepiteño dentro del Estado moderno neoliberal?, ¿qué es lo que hace el sujeto joven tepiteño, con lo que hicieron de él? y ¿existen formas de resistencia y sobrevivencia por parte de los sujetos jóvenes tepiteños que viven inmersos en el Estado moderno neoliberal?

Las posibles respuestas se encuentran entrelazadas con la historia del liberalismo que comienza también con la emancipación de la modernidad, caracterizada por la subjetividad.6 La era de la modernidad se sustenta en principios racionales, en parte de los fundamentos filosóficos del liberalismo del siglo XVII, y que se entrelazan con la idea de modernidad, estructurando así el pensamiento occidental. El discurso de la modernidad tiene que ver con el apego y deseo de lo nuevo, con el gusto por lo actual y se liga con la idea de progreso; este discurso se entiende como voluntad de avance. La idea de modernidad corresponde al desarrollo histórico de la cultura occidental, la cual se sustenta en los postulados del racionalismo y el idealismo judeocristiano que se origina en el Mediterráneo 700 años antes de nuestra era, iniciando su avance e imponiendo su origen en el mundo hasta nuestros días (Braudel, 1985, pp. 75-88).

El pensamiento occidental se caracteriza por su interés en el conocimiento racional del mundo. La razón surge como principio cognitivo que devela al mundo dónde la ciencia y la técnica encuentran la posibilidad de desarrollo al margen de lo mítico y mágico, marcando la diferencia entre el occidente y el resto de las culturas. La atención se centra en la realización racional del sujeto histórico, haciendo relevante el valor del individuo como persona7 dotada de cualidades que le vuelven un ser particular (Werner, 2000), en donde el libre albedrío, la felicidad y el heroísmo le otorga al individuo la potestad de su destino. El pensamiento occidental se define como antropocéntrico.8

Sin embargo, esta idea de persona como ser supremo, a cuyo alrededor todo gira, ha traído serias consecuencias a lo largo de los siglos, desembocando en un individualismo y egoísmo sin precedentes. Los objetivos, deseos y estilos de vida se sustentan en el valor del dinero, dando como resultado ciudadanos que trabajan, consumen, obedecen y callan. Hoy, lo más importante es la búsqueda de la riqueza, es decir, la búsqueda de la posesión del dinero.

El concepto de modernidad comienza a ser utilizado para designar lo nuevo, lo actual, y para hacer una separación de la época medieval, el Renacimiento y la Ilustración.

Existe un afán por conocer, clasificar y ordenar empíricamente los datos de la naturaleza y la sociedad. Este periodo se caracteriza por la creciente confianza en la razón y el individuo, librándolo de la ignorancia, de lo mágico y lo mitológico. Lo que Kant (2000) llama en el siglo XVIII Ilustración, época donde se difunden ideas ilustradas que enarbolan el racionalismo político, la ciencia como forma de conocimiento y que aboga por el desarrollo material e intelectual del individuo.

Las sociedades modernas se levantan contra las sociedades tradicionales a las que denomina como primitivas, arcaicas, bárbaras o atrasadas, argumentando que carecen de razón e impiden el progreso individual y material. Razón y progreso son la base fundamental de la modernidad. En la cultura occidental lo antiguo alude a la tradición, a los usos y costumbres, la sociedad moderna se opone a lo antiguo generando un conflicto que llega a marginar y excluir elementos que no encuentran acomodo en la modernidad. Nietzsche afirma que:

Lo que hoy es combatido más profundamente es el instinto y la voluntad de la tradición: todas las instituciones que deben su origen a este instinto van en contra del espíritu moderno. En el fondo, no se piensa ni se hace nada que no tenga como fin el desarraigar este sentido de lo tradicional. Se toma la tradición como fatalidad; se la estudia, se la reconoce (“como herencia”) pero no se la desea. La tensión de una voluntad durante mucho tiempo, la lección de situaciones y valores que hacen que se pueda disponer de siglos del futuro: todo esto, precisamente, es en gran medida antimoderno. De lo cual se deduce que los principios desorganizados son los que caracterizan a nuestra época (Nietzsche, 1981, p. 66).

La diferencia entre la tradición y los principios de modernidad es que la primera desarrolla al hombre como sujeto social y la segunda como sujeto individual, es decir, que el egoísmo fue la directriz dominante del concepto liberal de la vida económica y de la configuración del Estado moderno y de los sujetos. Así, las relaciones sociales se convierten en relaciones comerciales. En los pueblos tradicionales, el sacrificio se ofrece para la obtención de algo espiritual o material; sin embargo, en el mundo moderno, el dinero es objeto de culto. “Cuando el dinero sea lo único que mueva a la gente, la recaudación de fondos se convertirá en el único fin y medio de vida de los individuos; entonces, ya no existirá una sociedad” (Kurnitzky, 2001, p. 53). Si bien la razón y el progreso emancipan el individualismo lo cual nos podría llevar a la aniquilación de la sociedad, ante ello podemos preguntarnos: ¿cómo es que la modernidad ha sobrevivido tantos siglos? La respuesta es: la flexibilidad.

Para que la modernidad pueda sobrevivir a los cambios histórico-sociales tiene que ir de la mano de un modelo económico que someta al orden político y social, algo tan fuerte que no lo pueda separar ni siquiera “Dios”. Se enlaza la religión, el liberalismo económico y la modernidad, configurándose una gran fuerza que somete de una forma “flexible” a la humanidad; de esta forma, las masas se cohesionan dando paso a una “sociedad del yo” que difícilmente se puede combatir, pues justamente cuenta con cierta libertad política. Se fundan vínculos en el espacio público y se combate el derrumbe de valores con libertad, política y sociedad civil (Beck, 1999).

Los valores no se modifican sino que se transforman, dando paso a la tolerancia frente a seres humanos diferentes y a grupos sociales marginados, sean éstos extranjeros, homosexuales, discapacitados o desfavorecidos socialmente (Beck, 1999, p. 18). Hoy más que nunca vemos asociaciones civiles (A.C.), Instituciones de Asistencia Privada (I.A.P.) y ONG (Organizaciones No Gubernamentales) intentando “proteger” a los diferentes. Ejemplo de ello en México es el Teletón, que cohesiona masas con el fin de obtener ayuda para niños discapacitados. Así se subordina a los diferentes, con la ayuda de los demás. Los marginados siguen estándolo, pero ahora son estandarte de alguien más, quien tiene como objetivo conseguir dinero, no para la ayuda de la población objetivo, sino para el fortalecimiento de empresas mediante el cúmulo de capital. Sin embargo, la modernidad no podría sobrevivir si no va a la par de la libertad política y la sociedad civil.

Los valores se resquebrajan en la vida cotidiana, la cual hace suyo lo extraño, lo diferente, lo que se tolera pero no se desea. Se da paso a la trasformación de valores que se subordina a los principios del individualismo y liberalismo, pero no libertad en todos los sentidos de la palabra.

¿Qué tendría que ver la modernidad en la historia de Tepito? Justamente que su historia comienza con la imposición de la modernidad en México, antiguamente Tenochtitlan, y con ello una transformación total de la cultura prehispánica. Esta imposición modificó no sólo la geografía y arquitectura, sino la cultura, la moral, el pensamiento y la historia, creando brechas abismales entre el colonizador y el colonizado, llevando el primero, como estandarte, el progreso y la razón. Los colonizadores acabaron de forma irracional con la gente que colonizaron, intentando arrancar sus tradiciones, cultura y espíritu, destruyéndolo todo a su paso.

Lo que hemos leído es tan sólo la explicación de la ideología que envuelve el proyecto de modernidad,9 la ideología liberal ha tenido un gran impacto en la sociedad. El modernismo es una nueva lógica artística de continuidad y discontinuidad, que se basa en la negación de la tradición, en el culto a la novedad y el cambio (Lipovestky, 1986, p. 81).

Para Nestor García Canclini (1989, p. 31), la modernidad abarcó cuatro movimientos básicos: un proyecto emancipador (mercados autónomos dejando de lado el poder absoluto), un proyecto expansivo (la posesión de la naturaleza, producción, incremento del lucro y circulación de consumo de bienes a nivel mundial), un proyecto renovador (la sociedad liberada de lo antiguo para dar paso e imponer la idea liberal a nivel mundial) y un proyecto democrático (llevar la ideología liberal a todos). La modernidad y la ideología del liberalismo se cohesionan para formar un proyecto universal y democratizador.

El sufijo “ismo” es la acción ideológica, es decir, doctrina. Entonces, ¿podemos decir que el liberalismo es la doctrina de la libertad? La respuesta es una paradoja, ya que el liberalismo no significa libertad, pues este último se subordina a un sólo aspecto: el trabajo con el fin de una búsqueda de riqueza concebida como un principio divino y de satisfacción.

El liberalismo comienza a gestarse en el periodo de la Reforma lutero-calvinista en los siglos XVI y XVII. Martín Lutero, en 1517, se enfrenta a la Iglesia de Roma en un gesto que repercutiría de manera colosal en Europa occidental.

Desde Lutero hasta Calvino emerge un sistema de mecanismo de dominación fundamentado en los discursos de la autodeterminación y la regulación moral. La Reforma protestante reconcilió a la Iglesia y el Estado, es decir, la conciencia moral y el derecho, que respondió a un quiebre, una crisis entre la Iglesia y la conformación del Estado moderno que se dio a finales de la Edad Media, entre el Renacimiento y la Ilustración. La Reforma protestante implica la liberación de las conciencias individuales respecto a la autoridad universal del Papa, creando un supuesto sobre el cual la voluntad humana propia podía decidirse a erigir un Estado racional, cuyo principio estaba en la idea cristiana de libertad e igualdad.10

La Reforma y su rápida expansión por Europa (gracias a la tecnología de la imprenta, generada en la Ilustración) mostraron que el catolicismo ya no podía fungir como la geocultura del mundo moderno. Weber (1994, pp. 155-165) apunta que los principios morales propuestos por la Reforma conducen a nuevas prácticas éticas asociadas a la laboriosidad como virtud fundamental, es decir, el trabajo. La doctrina liberal es la justificación filosófica de las nuevas prácticas económicas, un concepto individualista desalojando la concepción social. Así, el fundamento del bien social radica en el deseo de satisfacer una apetencia individual dándose por aceptado que mientras más riqueza posee el individuo, mayor es su poder para asegurar su satisfacción y libertad (Laski, 1969, pp. 22-27).

Esta ideología religiosa de la Reforma, basada en las prácticas éticas y morales asociadas a la virtud en el trabajo, transformaron no sólo a la Iglesia católica, también tuvo implicaciones en la economía, observables en la ideología y acción del liberalismo. La razón de ello es que la racionalización espiritual está fundada en una concepción muy particular acerca del fin de la vida, es decir, se va conformando un código o manual del buen ciudadano que trabaja, consume, obedece y calla. Situación que se logrará mediante la disciplina,11 la cual se convierte en la forma más difundida de dominación, lo que ocasiona que un sujeto sea más obediente, útil, más eficaz, eficiente y flexible para trabajar, para producir y consumir, en un círculo que al parecer gira sin fin.

Laski (1969), en su libro El liberalismo europeo, explica que la doctrina liberal es la justificación filosófica de las nuevas prácticas económicas, que resulta en una concepción individualista, desalojando la concepción social. El bien social se fundamenta en el deseo de satisfacer una apetencia liberal, dándose por aceptado que mientras mayor riqueza posee el individuo, mayor es su poder para asegurar su satisfacción. El capitalismo emprendió la tarea de transformar la cultura de acuerdo con los nuevos propósitos, para lo cual tuvo que proceder por etapas.

La primera de ellas fue establecer el derecho a la riqueza con el mínimo de interferencia desde cualquier autoridad social. El liberalismo trata de apoderarse del Estado. El movimiento del feudalismo hacia el capitalismo es la traslación de un modo, en el cual el bienestar individual es el efecto de la acción socialmente controlada hacia un mundo en el que el bienestar social aparece como efecto de la acción individualmente controlada. La esencia de esta revolución es la emancipación del sujeto12 y se justifica porque asegura mayor satisfacción a la sociedad.

Para Tawney, “el espíritu capitalista encontró en el protestantismo puritano, una fuerza poderosa que le abre camino para la civilización comercial, la cual finalmente triunfó con la Revolución Francesa” (citado en Laski, 1969, pp. 22-27). En esta época se crea la frase laissez-faire, laissez-passer, expresión francesa que significa “dejar hacer, dejar pasar”, y que marca el inicio de una sociedad de mercado sin obstáculos, dando paso a una cultura individualista que busca la conciencia del avance a partir de la riqueza.

Por los tiempos en que se constituyó el liberalismo, la noción de libertad fue la bandera de un nuevo orden emergente que se gesta desde la Reforma, la Ilustración y la Revolución Francesa. En una época en que los descubrimientos geográficos, el Renacimiento, la nueva cosmología, las nuevas formas de vida económica son utilizadas a favor del capitalismo, sistema que busca legitimar no sólo la riqueza alcanzada por el trabajo, el comercio y la banca, sino también pretende librar de ataduras el acceso económico al poder.

La Revolución Francesa es convocada con la idea de libertad del individuo, pura voluntad libre. Esta corriente ideológica que acompaña el acceso y el auge político de la burguesía hasta el poder, se caracteriza por combatir la reacción absolutista, difundir el pensamiento libre e individual, promover el libre comercio y las libertades públicas.

Para Laski (1969), el dogma liberal es un tipo de libertad que se basa en la posesión de bienes:

[…] la libertad que buscaba no ofrece títulos de universidad, puesto que en la práctica quedó reservada a quienes tienen una propiedad que defender. Casi desde los comienzos lo vemos luchar por oponer diques a la autoridad política, por confinar la actividad gubernamental dentro del marco de los principios constitucionales y, en consecuencia, por procurar un sistema adecuado de derechos fundamentales que el Estado no tenga facultad de invadir (p. 14).

Laski sostiene que el liberalismo trata de proteger al individuo que dentro de su cuadro social es siempre libre para comprar su libertad. La esencia de la nueva sociedad es la redefinición de las relaciones de producción entre hombres, y el objetivo principal de la acción humana es la búsqueda de la riqueza.

Históricamente, el liberalismo subordina tanto ideológicamente como en la praxis a los gobiernos, los cuales son sometidos a las exigencias del mercado. Es evidente la paradoja13 entre la libertad y el liberalismo, ya que para éste, la libertad no es producto de una reflexión de la naturaleza humana, sino consecuencia lógica de la necesidad instrumental de un grupo frente al otro para poder desarrollar sus actividades económicas y alcanzar el poder. La tradición política liberal se basa en el bienestar del individuo, exacerbando el egoísmo y la racionalidad.

La burguesía es la clase social producto de un largo proceso histórico. Durante la Edad Media la burguesía se consolidó en el terreno económico, pero faltaba aún conseguir el poder político. El Renacimiento, la Reforma protestante, los descubrimientos geográficos y científicos y, sobre todo, la Revolución Francesa, fueron factores para que la burguesía se diera a la tarea de conseguir el poder, ostentado también por la Iglesia, que no permitió que se le quitaran sus privilegios.

Con el ascenso de la burguesía, la moda toma un nuevo significado y un papel preponderante en la sociedad. Entre más nuevo o novedoso sea el artículo más se desea, y al tenerlo más estatus se tiene. Es así como la burguesía se convierte en creadora y portadora de la moda y novedad, estableciendo la necesidad de obtenerla no importando la clase social, siempre y cuando se tenga el recurso para comprarla.

La clase trabajadora busca, con la moda, ascender de clase social. Esta democratización del deseo y obtención de la moda no deja de lado la brecha abismal entre ricos y pobres, pero estos últimos tardan en copiar y adquirir la moda. La burguesía, por su parte, tiene que estar innovando constantemente para que las otras clases no alcancen su estatus.

La dictadura y doctrina liberal que se establece tiene una base de principios individualistas, transformando la cultura de acuerdo con las nuevas prácticas económicas. Una persona libre en esta dictadura es aquella que puede comprar su libertad, y quien no puede comprarla queda subordinada a aquel que sí la tiene. La igualdad no existe en cuanto a bienestar social, pues el Estado se limita a realizar tal igualdad mediante las instituciones, una intervención limitada al amplio grupo social que no puede pagar su libertad. La burguesía es la clase social que sí pudo comprar su libertad y que subordinará por siglos a los que no pueden comprarla. El propio sistema liberal genera brechas abismales entre ricos y pobres.

En cuanto a la historia de la burguesía, podemos decir que a mediados del siglo XVIII surge una corriente de filósofos llamados fisiócratas. Estos pensadores desprecian las doctrinas mercantilistas que postulaban el enriquecimiento de los reinos por medio del comercio exterior y el atesoramiento de oro y plata. Para la fisiocracia, la prosperidad se debería lograr por medio del libre tránsito de las mercancías y la libertad para emprender negocios.

Con la formación de los Estados nacionales como Inglaterra, Francia y España, se consolida el absolutismo. Para entonces, la burguesía también había evolucionado: “La burguesía naciente adopta a sus intereses primero la religión, luego la cultura; la última de sus conquistas fue el Estado. No buscaba la libertad como fin universal sino como medio de disfrutar la riqueza que se abre frente a ella.” (Laski, 1969, p. 125), En resumen, ¿qué ocurre en Europa durante los siglos XVI al XVIII?

La historiografía de este periodo fue rico en cuanto propuestas, críticas y autores se refiere, sus principales exponentes fueron John Locke, François Marie Arouet (más conocido como Voltaire), Juan Jacobo Rousseau, Barón de Montesquieu, Jean le Rond D’Alambert y Denis Diderot. A pesar de haber pertenecido a una misma corriente filosófica (liberalismo), cada uno de estos autores defendió la monarquía constitucional o bien establecieron los principios de la República. La Ilustración se desplegó de manera diferente en Inglaterra, Francia y Alemania, acorde con los objetivos que perseguía la burguesía en dichos países. La modernidad se consolida con la formación del Estado.

Juan Jacobo Rousseau (2004) describe en su obra El contrato social,14 que los hombres son iguales por naturaleza, pero la sociedad es la que determina su división. Propuso que la soberanía no recae en el monarca sino en el pueblo. Aquí encontramos cierta similitud con Montesquieu, ya que ambos hablan de la división de poderes (ejecutivo, legislativo y judicial), modelo de un Estado perfecto, paradigma del liberalismo. Rousseau sostenía que todo hombre tiene derecho a la propiedad privada porque es un derecho natural, de ahí que atacara al feudalismo.

Sin embargo, el mismo Rousseau realiza una crítica al contrato social y él mismo hace una crítica a la modernidad. Lo que criticó Rousseau es una sociedad en la que al negar a la virtud como cualidad irrenunciable del nuevo hombre civil, lo convierte en un individuo que debe negar sus pretensiones a ser reconocido como persona o como hombre. Así, Rousseau ante la imposibilidad práctica de dar vida a su “proyecto político” o a su “proyecto educativo”, se refugia en el “acto confesional”, al hacerse él mismo una crítica, se confiesa, más no hace del proyecto político una acción de poder.

Cabe preguntar, ¿cuál es la crítica de Rousseau a la teoría del contrato? En síntesis, es un caso notorio de inconsistencia lógica e incluso moral. Él, en efecto, anota la discrepancia que ve entre los supuestos que los teóricos del contrato hacen acerca de la naturaleza humana (derecho natural a la propiedad) y del sentido del Estado, y en el resultado que proclaman. Esta discrepancia consiste en que, si bien ellos parten del supuesto de la igualdad y la libertad natural de los hombres, coincidiendo en que el Estado es la condición de posibilidad de la dignidad humana, en sus exposiciones acaban negándolos al legitimar y justificar el derecho de uno o unos pocos a mandar a los demás. Parafraseando esta idea, podríamos decir que acusa de ser una teorización ideológicamente sesgada a favor de los que detentan el poder.

Adam Smith (2001), considerado el padre del liberalismo económico moderno, por la misma época visita Francia y toma estas ideas para elaborar su libro La riqueza de las naciones. En este texto sostiene que debe haber libertad de comercio y empresa sin que haya intervención del Estado.

Según Smith, hay una especie de mano invisible que se encarga de regir los aspectos económicos de un país sin necesidad de la intervención de las autoridades, y realiza un cuestionamiento severo de las restricciones feudales al comercio y a la producción. Esta crítica económica al patrimonialismo y a las barreras para la libertad de intercambio de trabajo por salarios, impulsó la transformación de la producción simple y ampliada de capital.

Podemos observar nuevamente la paradoja del liberalismo. Por un lado, se inscribe una división de poderes (ejecutivo, legislativo, judicial) que es el aparato encargado de defender el orden a cambio de nuestra libertad, y por el otro, se pide que no exista intervención del Estado en la regulación del mercado. De esta forma, el Estado se encarga del control social mediante el uso de la fuerza y violencia legítima, observable en el poder judicial. Dicha estrategia busca evitar las manifestaciones sociales en contra del régimen, a la vez que se otorgan beneficios limitados mediante instituciones precarias, las cuales controlan, mediante instituciones disciplinarias y poder pastoral,15 a los grupos sociales que no pueden comprar su libertad.

Así, el Estado controla, mediante la violencia legítima, a las instituciones disciplinarias y al poder pastoral (García, 2010). Dentro del Estado están los aparatos ideológicos del Estado:16 la religión, que controla mediante lo ideológico, sentimental y moral; la escuela que norma, selecciona, clasifica y ordena, y la familia que reproduce el esquema ideológico imperante de un tiempo y espacio determinado. El Estado moderno controla a los sujetos mediante los aparatos mencionados, pero no interviene en el orden del mercado. La modernidad, junto con la ideología del liberalismo, emancipan la razón, el individualismo, la búsqueda de la riqueza, el amor a las cosas y el consumo.

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9786073033572
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