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Planteamiento del problema

La ideología liberal y el proyecto de modernidad han tenido un gran impacto en la sociedad.

¿Qué tiene que ver lo anterior en la historia de Tepito? Justamente su historia comienza con la imposición de la modernidad en México (antiguamente Tenochtitlan). Con la modernidad llegó la transformación total de la cultura prehispánica, modificando no sólo la geografía y arquitectura, también la cultura, la moral, el pensamiento y la historia. Se crearon brechas abismales entre el colonizador y el colonizado, y teniendo como estandarte el progreso y la razón, aniquilaron a la gente, sometiéndola e intentando arrancar sus tradiciones, cultura y espíritu, destruyendo todo a su paso.

La cohesión entre la ideología del liberalismo y el proyecto de modernidad, forman una estructura universal; como resultado, el mundo se ha convertido en un objeto calculable y dispuesto para su explotación en beneficio del hombre. La tradición, el mundo de los mitos, los sacrificios y la historia son hoy más que nunca el enemigo del espíritu moderno.

El mercado se convierte en el objetivo a realizar y universalizar, como un proyecto de sociedad: la sociedad se vuelve un mercado. El Estado se limitará a fijar las reglas del juego entre los actores económicos, el Estado de derecho está regido por los principios formales que requiere el mercado. El nuevo orden jurídico forma lo económico y viceversa. Se regulará la cuestión social fuera del derecho y en los márgenes de la economía como una cuestión moral, relativa a la pobreza moralmente aceptable (Foucault, 1997).

Los Estados modernos se subordinan a las leyes del mercado, lo que ocasiona que la sociedad se convierta en un producto al servicio del capital y en un sujeto vulnerable. El mundo capitalista no sacrifica ni la violencia del dinero ni el rigor del orden social, pues sabe que ambas cosas son indispensables para su funcionamiento (Touraine, 2016).

Al no haber oportunidades de empleos formales, la informalidad comienza a ser cada vez más una forma de sobrevivencia de los sujetos que no son atendidos por las instituciones encargadas del bienestar social y que se encuentran sujetados a las reglas del mercado. La informalidad se convierte en un paliativo para intentar sobrevivir cotidianamente. Sin embargo, esa sobrevivencia impide a la mayoría de los sujetos vivir plenamente y conforme a los derechos universales.

Sobrevivencia, la palabra misma lo dice, significa en este caso dejar atrás la vida y penetrar en el mundo de la poshistoria, tanto individual como colectiva, donde no existe ni futuro ni pasado, sino únicamente el delirio inconsciente dentro de eventos permanentes (Kurnitzky, 2002, p. 15).

Actualmente la sociedad sobrevive, no puede pagar su libertad, se encuentra en una lucha para salir a flote ya que el individualismo, el egoísmo, la competencia y sobre todo la violencia son resultado de la subordinación de la sociedad frente al mercado. “Cuando los lazos de unión se disuelven a causa de la lucha por la supervivencia, la ausencia de solidaridad se compensa con subordinación y conformismo (ibíd., p. 55).

Desde finales de 1980 a la fecha, se ha incrementado la pobreza, el desempleo, la inseguridad, la violencia, la drogadicción, la delincuencia, la precarización laboral y educativa, la ruptura de lazos familiares, entre otros factores adversos, afectando directamente a un sector específico: los jóvenes.

El estudio y análisis de dichos factores son relevantes para abordar una investigación, puesto que si la ideología del liberalismo y el proyecto de modernidad representa algún problema en nuestra nación, sí lo es en específico para la comunidad tepiteña, principalmente para sus jóvenes. Este análisis resulta en una valiosa aportación en materia de investigación y creación de políticas públicas a favor de la juventud. En el libro 9 razones para (des) confiar de las luchas por los derechos humanos, Quintana afirma que “no son las balas: es una perversa política de Estado, en lo político, en lo económico, en lo social, en lo cultural, lo que mata a nuestros jóvenes” (citado en Esteves y Vázquez, 2017, p. 213).

Estamos a muy pocos meses que termine el sexenio de Enrique Peña Nieto, el cual lo podemos resumir como la gestión más sangrienta de la historia contemporánea de México. De acuerdo con las cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y el Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP), Calderón sumó durante su mandato un total de 120 935 homicidios dolosos. Por su parte, Enrique Peña Nieto, según las cifras oficiales reportadas por el SNSP, de diciembre de 2012 a diciembre de 2017, se contabilizan 98 120 homicidios dolosos, esto sin sumar los homicidios ocurridos en el año 2018. Cabe mencionar que el primer trimestre de 2018 cerró como el periodo más violento3 del que haya registro, superando los homicidios que hubo en la gestión de Calderón.

México se encuentra entre los países de Latinoamérica que no cuentan con suficiente apoyo en materia de salud, educación y empleo, según el Informe Latinoamericano sobre Pobreza y Desigualdad 2017. La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) afirma que el mandato de Peña Nieto está marcado por las violaciones más graves a los derechos humanos, cometidas principalmente por instituciones públicas encargadas de tareas de seguridad. De acuerdo con el titular de la CNDH, las recomendaciones que se han hecho a la Comisión Nacional de Seguridad (CNS) y a la Procuraduría General de la República (PGR) han aumentado un 117% en 2018.

Sobre los victimarios y víctimas, el Centro de Análisis de Políticas Públicas señaló que aquellos sicarios que purgan una sentencia en alguno de los diversos penales del país son, en su mayoría, hombres con instrucción escolarizada a nivel básico y con edades que oscilan entre los 18 y 29 años. En cuanto a las víctimas de un delito, se observó un aumento importante en las tasas de mujeres de todas las edades, siendo el grupo más afectado el de los 25 y 29 años con instrucción escolar básica.

José Manuel Valenzuela en su libro Sed del mal. Feminicidio, jóvenes y exclusión social (2012), propone pensar el asesinato sistemático de jóvenes en México como una realidad que llamaremos juvenicidio, y lo describe así:

El juvenicidio alude a algo más significativo, pues refiere a procesos de precarización, vulnerabilidad, estigmatización, criminalización y muerte. El juvenicidio refiere a la presencia de procesos de estigmatización y criminalización de las y los jóvenes construida por quienes detentan el poder, con la activa participación de las industrias culturales que estereotipan y estigmatizan conductas y estilos juveniles creando predisposición que descalifican a los sujetos juveniles presentándolos como revoltosos, vagos, violentos, pandilleros, peligrosos, anarquistas, criminales (citado en Esteves y Vázquez, 2017, p. 214).

La ideología liberal y el proyecto de modernización controla a los jóvenes. En México, y hablando exclusivamente del barrio de Tepito, las muertes de sus jóvenes no son hechos aislados, sino una forma de administración de la vida desde la muerte, esto es, un dispositivo propio del neoliberalismo. El juvenicidio lleva un proceso de des- ciudadanización, lo cual implica que los jóvenes dejan de ser sujetos de derecho, su propio cuerpo se vuelve un lugar vacío de derecho, pero a la vez es sancionado por la ley.

El sistema imperante precariza la vida de los jóvenes mediante la ampliación de la vulnerabilidad económica y social, el aumento de su indefensión ciudadana y la disminución de opciones disponibles para que puedan desarrollar proyectos viables de vida (Esteves y Vázquez, 2017, p. 210).

En Tepito, la violencia normalizada que viven los jóvenes, ya des-ciudadanizados, los lleva a un callejón de dos salidas: la muerte o la cárcel. Los jóvenes que se encuentran en este proceso podemos verlos en las calles hablando de la falta de oportunidades de empleo, de las carencias y lo que tienen qué hacer para sobrevivir en el día a día sin opciones de educación, vivienda digna y una vida libre de violencia. “Traemos a nuestro ángel de la guarda en chinga los 365 días al año”, aseguran. Se aferran a quien les puede hacer “paro” como San Juditas, la Santa Muerte, la santería, o ya de forma directa alguna banda criminal, la cual espera militantes en su lista.

El INEGI (2000) y el Centro de Población y Vivienda (2000) señalan que la población del barrio de Tepito era de 50 000 habitantes, de los cuales el 25% eran niños y jóvenes.

Dentro del barrio existe una serie de actos de corrupción para que fluyan las mercancías de cualquier índole. En la delegación Cuauhtémoc y en específico el barrio de Tepito, se observa un alto índice delictivo y de drogadicción, lo que favorece la estigmatización de los jóvenes del barrio, llamándolos: chakas, delincuentes, tranzas, ratas, tepichulos, ninis y más. Este estigma los vuelve objeto de discriminación por parte de la sociedad, y para las autoridades se vuelven blancos perfectos para reprimirlos y detenerlos, justificando con ello el mantenimiento del orden público.

Este estudio muestra los elementos y argumentos para afirmar que, dentro del barrio de Tepito, factores como la pobreza, la drogadicción, la delincuencia organizada, la violencia, el narcomenudeo, la precarización laboral y la estigmatización afectan principalmente a los jóvenes y son efectos del Estado moderno neoliberal. En la actualidad, esta tercia ha generado juvenicidio y sobrevivencia.

La impunidad de los poderes del mercado es la norma vigente como pacto social, el cual genera una violencia sistemática contra comunidades mexicanas; asimismo, separa familias y no de forma aleatoria, sino como una estrategia finamente pensada para adelgazar los lazos familiares y comunitarios.

Las problemáticas desarrolladas en el sistema neoliberal y el proyecto de modernización, impacta de forma negativa en los jóvenes; por ello, merecen que sus voces se escuchen para llegar a una comprensión más profunda de su situación que permita una intervención adecuada, más allá de la judialización en el abordaje de la violencia entre jóvenes.

Justificación

Siendo aún alumna de la licenciatura, realicé un trabajo de investigación para la maestra Nelia Elena Tello Peón, el cual versaba sobre el objeto de estudio de Trabajo Social y su definición. En dicha investigación observé que había una discusión sobre el objeto de estudio de Trabajo Social, pues no quedaba claro cuál es el objeto de intervención de dicha disciplina y, por ende, esto tenía un impacto en la definición de la misma incluso a nivel internacional, pues el objeto de estudio y el hacer del trabajador social es distinto en cada país. Considero que esta situación se debe a los contextos económicos, políticos y sociales propios de cada nación.

Después de tomar en cuenta a autores como Nelia Tello (2007), María del Carmen Mendoza Rangel (1986), Natalio Kisnerman (2005), Eli Evangelista (1998), Norberto Alayón (1989), Ezequiel Ander-Egg (2013), Silvia Galeana de la O (2010) y Alfredo Juan Manuel Carballeda (2002), entre otros autores, me llevaron a definir el Trabajo Social como la “Disciplina de las ciencias sociales donde su objeto de estudio es la intervención social para solucionar problemáticas sociales que afectan a individuos, grupos, comunidades o regiones, teniendo como respaldo un fundamento teórico-metodológico con la finalidad de desencadenar procesos de cambio social. La participación del sujeto en la resolución de problemas es indispensable para generar dichos procesos de cambio”.

Considero que el objeto de estudio de Trabajo Social se encuentra en la intervención de las distintas problemáticas sociales, por lo que una investigación social y un profundo entendimiento del problema nos puede arrojar soluciones a una compleja realidad. Un ejemplo de lo anterior: observar que los jóvenes ejercen la violencia y a su vez se convierten en víctimas de un sistema económico, político y social llamado Estado moderno neoliberal, arrojando como consecuencia el juvenicidio. Este fenómeno sucede frente a los ojos de la sociedad, que día con día normaliza la violencia, por lo que es difícil cuestionar a profundidad este hecho.

Esta investigación es conveniente para abrir una brecha en el estudio de las juventudes, en específico las que pertenecen al barrio de Tepito, ya que después de hacer una búsqueda exhaustiva de tesis académicas que trataran sobre los jóvenes en el barrio, llegué a la conclusión de que no hay trabajos sobre este tema que tengan como actores principales a los jóvenes, su relación con la violencia, y las políticas que criminalizan y sancionan a esos jóvenes.

Se puede afirmar que este trabajo es pionero en el tema y sin duda abrirá camino a más investigaciones en dicho campo. Tener un entendimiento y reflexión de cómo enfrentar la estructura construida a partir del liberalismo y el proyecto modernizador que genera el juvenicidio, y en donde los escenarios de muerte decretan como desechables las vidas de los jóvenes, abre la pauta para encontrar probables soluciones, no desde la verticalidad de quien lo estudia, sino siendo el propio actor el que explique cómo enfrenta la estructura presente.

Esta investigación ofrece una metodología de inserción en un espacio que se pensaría de difícil acceso; en ella se explicarán los procesos que se dieron para que fuese viable la presente investigación.

¿Por qué Tepito? Mi primera aproximación fue cuando una amiga, Sayuri Herrera Román,4 me invitó a participar con los niños y jóvenes del barrio en coordinación con el maestro Arévalo y Daniel Manrique (quien murió en el 2010) en la creación de un mariposario. Esta actividad me acercó a la comunidad y así conocí su historia de resistencia y sobrevivencia ante los cambios económicos, políticos, sociales y culturales. Su resistencia y sobrevivencia es una tradición que data desde el imperio azteca y su consolidación tuvo lugar en los inicios de la época colonial hasta la fecha.

Posteriormente pensé en los jóvenes del barrio de Tepito, preguntándome: ¿cómo viven y sobreviven a la estructura neoliberal y moderna?, ¿cómo enfrentan el estigma social histórico que cae sobre ellos?, ¿qué pasa con la educación dentro del barrio?, ¿cómo obtienen sus ingresos?, ¿cómo es su vida cotidiana? Me preguntaba también si existía alguna política pública que apoyara a los jóvenes del barrio. También pensaba: ¿se organizarán?, ¿cómo conviven?, ¿qué consumen?, ¿con qué o quiénes se identifican?, ¿qué les significa vivir en el barrio?

Finalmente, como trabajadora social considero indispensable rescatar las voces de los jóvenes del barrio, pues mi profesión también me ha enseñado que si hay alguien que sepa más acerca de un problema es quien lo vive, y también quien puede plantear soluciones es el propio sujeto o sujetos de estudio.

A continuación plantearemos las preguntas de investigación.

Preguntas de investigación y objetivos

Pregunta principal: ¿Cuáles son las formas de resistencia, sobrevivencia, ser y hacer del sujeto joven tepiteño en el Estado moderno neoliberal de los años 2012 al 2016?

Preguntas secundarias:

1 ¿Cuál es el lugar que ocupa el sujeto joven tepiteño dentro del Estado moderno neoliberal?

2 El sujeto joven tepiteño, ¿qué es lo que hace con lo que hicieron de él?5

Objetivos de la investigación

Objetivo general

 Analizar las formas de resistencia y sobrevivencia de los sujetos jóvenes en el barrio de Tepito del Estado moderno neoliberal de los años 2012 hasta el 2016.

Objetivos específicos

 Describir la cartografía de vida de los jóvenes del barrio de Tepito en un contexto moderno y neoliberal.

 Conocer cuál es la relación del sujeto joven tepiteño en el Estado moderno neoliberal y sus formas de resistencia y sobrevivencia.

 Describir qué hace el sujeto joven tepiteño frente a las formas de dominación a las que está sujetado.

Delimitación metodológica

Delimitaciones temporales

Para fines de esta investigación y lograr los objetivos establecidos es necesario hacer una delimitación temporal, por lo que tomaremos como referencia el año 2012 a la fecha, observando las coyunturas económicas, políticas, sociales y culturales que ha tenido el barrio.

Delimitación espacial

Para realizar este trabajo es necesario delimitar el espacio físico- geográfico. El barrio de Tepito no cuenta con una delimitación espacial específica; varios investigadores, escritores y cronistas del barrio hacen sus propias delimitaciones según sus interpretaciones, y muchas veces sólo se repiten, en las investigaciones, las delimitaciones presentadas en una investigación determinada, reproduciendo una y otra vez la misma información.

Debido a lo anterior se realizó una investigación profunda sobre la delimitación del barrio de Tepito por lo que concluimos que:

 El barrio de Tepito ha sido políticamente ubicado entre los límites de las delegaciones Cuauhtémoc y Venustiano Carranza, haciendo un cuadrante entre las avenidas Paseo de la Reforma, Eje 1 Norte, Av. del Trabajo y Av. Canal del Norte. Sus habitantes reciben una gran afluencia de vendedores, compradores (externos) y comercio. Por tanto, en el lugar fluyen grandes cantidades de mercancías, dinero y basura, pero las ganancias no quedan en Tepito y sí las problemáticas que genera este comercio.

 Tepito no sólo abarca el área comercial ubicada en la delegación Cuauhtémoc: por los relatos presentes en esta investigación e incluso por el nombre de las calles que llevan títulos de las artes y oficios emblemáticos del barrio, una franja de la delegación Venustiano Carranza también es Tepito.

 Teniendo en cuenta el área delimitada del barrio, la dividimos en tres zonas A, B y C (Anexo I).

Zona “A”. Está delimitada por la Av. del Trabajo, Circunvalación, Ferrocarril de Cintura y Eje 1 Norte. Se encuentra ubicada en la delegación Venustiano Carranza. La zona tiene varias características, los conjuntos habitacionales son pequeños y existe una marcada pobreza en comparación con las otras zonas. No hay espacio de esparcimiento para los jóvenes y es un lugar donde solamente los habitantes del barrio entran, pues es donde existe más movimiento de narcomenudeo (Anexo I).

Zona “B”. Comprende el Eje 2 Norte (Canal del Norte), Eje 1 Ote. (Avenida del Trabajo), Eje 1 Nte. (Héroes de Granaditas) y Peralvillo. Ésta es una zona comercial pero sobre todo se encuentra el corazón de Tepito. Los conjuntos habitacionales presentan diversas variaciones pero son más amplias que las de la zona A. Existen más espacios recreativos y educativos. En esta zona también se encuentran los Palomares, conjunto habitacional que se estableció después del sismo de 1985 y La fortaleza (Anexo I).

Zona “C”. Se encuentra delimitada por el Paseo de la Reforma, Eje 1 Nte. (Reynon) y Peralvillo. Es una zona habitacional relativamente nueva, no es una zona tan comercial, y los índices delictivos son menores; sin embargo, también presentan características marginales (Anexo I).

En los mapas que corresponden a la zona A y sobre todo en la zona B, se puede observar que existen un poco de más servicios educativos, viales, mercados, deportivos y de servicios de salud. Ambas zonas se encuentran en la delegación Cuauhtémoc (Anexo I).

La zona C corresponde a la delegación Venustiano Carranza, en la cual hay afluencia de comercio ilegal (narcomenudeo), se observa mayor pobreza, falta de servicios y atención a su población. La gente que habita en este territorio se considera tepiteña debido a que conoce la historia del barrio, e incluso sus calles llevan nombres de las artes y oficios que se aprendían en anteriores décadas. Estas calles fueron nombradas así después del sismo de 1985; posterior a este hecho, vecindades enteras se tuvieron que reconstruir pues muchas construcciones se vinieron abajo. Las viviendas varían según la delegación, observándose mayor marginación y pobreza en el complejo habitacional de la delegación Venustiano Carranza (Anexo I).

399
429,96 ₽
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317 стр. 30 иллюстраций
ISBN:
9786073033572
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