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Además, en mayo de 1959, cuando Castro regresó de su gira por las Américas, se promulgó la Ley de Reforma Agraria, que prohibía la tenencia de tierras por extranjeros y que dio paso a las primeras «nacionalizaciones», que afectaron a compañías estadounidenses, así como a la presencia de interventores en las compañías de servicios públicos de propiedad estadounidense. Motivos más que suficientes para que nuestro Gobierno se plantease la ruptura de las relaciones, máxime cuando en febrero de 1960 los rusos firmaron un convenio comercial con Cuba, bajo el cual Moscú compraría por lo menos un millón de toneladas de azúcar cubana al año, a precios preferenciales, y le suministraría a cambio petróleo barato y con facilidades de pago, así como trigo, fertilizantes y maquinaria, aportando los barcos. Todo un reto para los nuestros.

—¿Y no hubo respuesta por parte de Eisenhower? —interrumpió Heikki.

—Sí. Tardó en tomarla. Un año después Estados Unidos rompió sus relaciones diplomáticas con Cuba. A partir de entonces comenzó un intercambio de golpes políticos entre ambos gobiernos. Fue entonces cuando apareció la consigna antiamericana. Ya sabéis… ¡Cuba sí, yanquis no! Fueron expropiadas fábricas, ingenios azucareros y tierras, compañías de servicios, hoteles y compañías comerciales mayoristas y minoristas norteamericanas. Los expertos económicos calcularon que el daño sufrido fue de miles de millones de dólares. Eisenhower reaccionó a este despojo masivo imponiendo un embargo a todas las exportaciones estadounidenses a la isla, salvo las de alimentos y medicinas.12 En menos de un año, el presidente Eisenhower ordenó a la CIA que comenzara a armar y entrenar a un grupo de exiliados cubanos para atacar Cuba […].

Poco a pocoAleksi fue contando detalles, como la malograda invasión de Cuba desde el mar por Bahía de Cochinos, donde unos 1500 exiliados cubanos, entrenados y financiados por la CIA fueron capturados. El entonces presidente John F. Kennedy se negó a ofrecerles apoyo aéreo, ya que, en opinión de Aleksi, el presidente estaba decidido a mantener la participación de su país en secreto. Y siguió con su explicación, observando la máxima atención de sus amigos.

—Los dejó abandonados a su suerte. Nadie se lo perdonó. Ningún presidente puede hacer lo que hizo. Cuando dio el consentimiento para aquella intervención, se comprometió. Pero después se comportó como un traidor y nadie le perdonó que los dejase tirados; ni la CIA, ni la mafia, ni él ejército, ni los exiliados cubanos.

Con estas palabras, y atendiendo a las horas que estaban despiertos, se marcharon a descansar, cada cual a su respectivo nido. Cuando se levantaron al día siguiente, después de tomar su primer alimento, se decidió que Aleksi y Heikki fueran con el kayak a explorar el contorno de la isla para descubrir dónde había pesca, y así lo hicieron.

Después de tres horas volvieron con un lucio de unos seis kilos. No tuvieron que recorrer el perímetro de toda la isla, tan solo navegaron un kilómetro y medio y encontraron lo que buscaban, una zona donde abundaba la pesca. De aquel trofeo hicieron un suculento manjar friéndolo con tomate. El día no podía ir mejor. Con las fuerzas plenas, decidieron realizar una excursión al lago interno que tenía la misma isla. En dirección sureste y recorriendo tan solo cuatrocientos metros, llegaron al lago, bastante alargado atendiendo a su anchura. Allí, con aguas más tranquilas, se dieron un largo y refrescante baño. La temperatura era más que agradable, unos 18 ºC. Pero cuando volvían, durante la marcha Seija dio un traspié y se le dobló completamente el pie, produciéndole un fuerte dolor que le impidió contener las lágrimas.Todo fueron atenciones. HastaAleksi propuso llevarla a caballo, pero no fue necesario. Caminando despacio y apoyada en su esposo, llegaron al campamento.

Su pie no mejoraba, el dolor era entonces más fuerte y la hinchazón denotaba que lo tenían que mirar y hacer una radiografía por si se trataba de alguna rotura. La cuestión es que llamaron por radio para que vinieran a recogerla, cosa que hicieron en treinta minutos. Todo estaba hablado: Seija y Heikki se irían y, una vez conocido el alcance de la lesión, les llamarían para informarles y tomarían las decisiones oportunas. Cuando el ruido del fueraborda desapareció, el silencio envolvió a los únicos habitantes de la isla, Aleksi y Sassa.

—Espero que no sea una rotura —dijo Sassa.

—Vaya, también ha sido mala suerte. Estaremos atentos a la radio por si nos dan alguna noticia.

—No es que tenga apetito, pero creo que deberíamos cenar algo, Aleksi.

—¿Qué te parece alguna lata? Mira a ver qué hay en el arcón de tu hermano y elegimos.

—¿Carne o pescado? —gritó Sassa mientras caminaba a mirarlo.

—¡Carne, por supuesto!

Sassa volvió con dos latas de grillimakkara13.

—¿Crees que tendremos bastante?

—Más que suficiente —respondió Aleksi.

Como casi siempre ocurre, cualquier situación puede ir a peor. No tardaron en notar que el tiempo estaba cambiando rápidamente y que las nubes iban cubriendo el cielo empujadas por un viento frío. Aleksi entró en la tienda y trajo unas prendas de abrigo y la guía. Estuvo leyendo la climatología predominante en el mes de agosto. Pudo comprobar que la media de las precipitaciones de ese mes era de 9 días, un 29 %. No cabía duda de que habían elegido, sin saberlo, uno de aquellos días.

—Ten, ponte esto. La temperatura está bajando —le dijo a Sassa al tiempo que le cubría los hombros.

Un escalofrió recorrió todo su cuerpo, y no precisamente por el frío, sino por notar que Aleksi la cubría con su chubasquero.

—¿Lloverá?

—Según señala la guía, quince días del mes hay nubosidad abundante y de esos, nueve días llueve. Sí, creo que lloverá. ¡Nos ha tocado!

Aunque Sassa ponía mala cara a aquello que le decía Aleksi, lo escuchaba con una alegría interna que casi le resultaba difícil de ocultar, y comenzó a preparar sus armas de mujer. Es fácil imaginar lo que allí ocurrió. Solos, con un tiempo que invitaba a permanecer cobijados por la lluvia y el frío, el ambiente perfecto para meditar con cariño lo que somos y lo que podemos ser.

Sobre las once de la noche se escuchó por la emisora la voz de Heikki:

—Aleksi, Sassa, ¿me escucháis? ¡Os habla Heikki! ¿Me escucháis? Estación Lino. ¿Me escucháis?

—Te escucho, Heikki. ¿Cómo ha ido todo? Corto.

—Seija tiene fractura en el maléolo externo. Le han escayolado el pie. Creo que para nosotros se han acabado las vacaciones. Corto.

—Comprendo. ¿Cuánto tiempo tiene que llevarlo enyesado? Corto.

—Entre tres y seis semanas. Corto.

—Aquí ahora está lloviendo. Mañana desmontaremos y regresaremos. Envía el transporte hacia el mediodía. Corto.

—Repite eso último. Corto.

—Envía transporte sobre las 12:00 horas. Estaremos preparados. ¿Entendido? Corto.

—¡De acuerdo! Corto y cierro.

Cuando Aleksi volvió a la tienda todo mojado, Sassa le secó con caricias y besos. El romanticismo llegó a sus corazones.

Apenas terminaron sus días de descanso y celebración, una noticia inundó todos los periódicos del mundo. En la ciudad de Panamá se produjo un terremoto el domingo, a las 6:40 de la mañana, hora local. Un terremoto de 7,8 grados que dejó 9000 muertos y 50000 heridos. A Aleksi aquello le trajo malos recuerdos. Hasta Sassa observó su cambio de ánimo.

—¿Te ocurre algo, Aleksi? ¿Estás arrepentido?

—No, Sassa, no hay nada de lo que debamos arrepentirnos Las noticias del terremoto de Panamá me han traído malos recuerdos.

—Debe de ser tremendo vivirlo.

—Creo que ni el infierno se asemeja, sobre todo cuando ves a personas inocentes morir sin causa, motivo o justificación, especialmente los niños. Entonces, tus valores éticos, religiosos o morales se entierran también entre aquellas ruinas.

Sassa supo enseguida que el pensamiento de Aleksi estaba con el sufrimiento y dolor de aquellas personas.

Aquel viaje tuvo dos caras: la inolvidable para Sassa y Aleksi, y la amarga para Seija y Heikki; sin embargo, el destino quiso compensar a la joven pareja. Tan solo treinta días después de regresar de Inari, Seija tuvo un hijo al que llamaron Heikkinen —hijo de Heikki— y que nació mediante cesárea.

Después de la celebración de aquel acontecimiento, todos volvieron a la monotonía de sus vidas, incluida la reclusión de Aleksi, quien tenía que permanecer en su casa de Karelia del Sur lo más discretamente posible durante un largo tiempo. Para ello, le instalaron un transceptor Yaesu FT-101F para comunicarse. En principio determinaron que a última hora del día que acabara el mes se comunicarían para compartir noticias y novedades. El nombre que utilizaron para él fue «estación-ASV», correspondiente a las primeras letras de su nombre. Esa fue la norma que Aleksi cumpliría con toda puntualidad. Ahora le tocaba esperar al menos un año y, tras obtener el certificado de conocimiento del idioma finés, posteriormente tenía que encontrar un trabajo. Así, y solo así, podría mostrarse al mundo como un verdadero ciudadano protegido por la ley finlandesa. Y pasaron los meses…

Es cierto que Aleksi había obtenido la ciudadanía, pero era dependiente, necesitaba cumplir con todos los requisitos legales. La prudencia les hacía tomar aquellas medidas de seguridad y distanciamiento. No querían exponerse a que Aleksi tuviera cualquier tropiezo hasta estar bien preparado con el idioma; conseguir esa meta era más que importante. En una de las comunicaciones en las que habló con sus amigos, se enteró de una grata noticia: ¡Sassa estaba embarazada! Tuvieron que romper la norma, y en noviembre toda la familia Jalo viajó hasta la casa deAleksi en Imatra, donde pasaron un fin de semana completo. Esto ocurrió el 7 de noviembre. Fue un fin de semana inolvidable en el que se habló de todo.

—Sassa, ¿tú crees que tenemos que estar separados y mantener mi anonimato?

—Creo que es necesario. No queríamos decírtelo para que no te preocuparas, pero sabemos por un amigo de la Embajada inglesa que ya te están buscando en Ciudad del Cabo.

—Entonces, es cuestión de tiempo.

—Sí. Tenías razón, Nixon se está apresurando a limpiar a todo aquel que pueda aportar información contraria al informeWarren.Además, para ellos no dejas de ser un desertor. No te preocupes. Te vamos a blindar y no te podrán tocar.

—¿Estas precauciones son necesarias?

—Por supuesto que sí. Pero nos vamos a adelantar a lo que teníamos previsto. Podemos encontrarte trabajo, pero será en Turku.

—En Turku, extraordinario —interrumpió Aleksi.

—Tenemos dos posibilidades: en el Museo de Arte o en el Servicio de Transporte Municipal, en oficinas. Conociéndote, creo que mejor el primero, ¿verdad?

—Por descontado.

—El requisito que necesitamos es que consigas el certificado lingüístico de grado superior. Tendrás que aplicarte.

Dentro de un mes te enviaremos las pruebas para ver si las superas. En cuanto estés en condiciones, presentaremos la solicitud de examen.

—Dejaré todo y me centraré en esto último. Pero cuéntame, ¿cómo llevas el embarazo? ¿Te estás cuidando?

—Me estoy cuidando y me cuidan. Ya sabes que mi tía está conmigo. No se despega de mí cuando estoy en casa. Bien, acerquémonos al grupo. En cuanto todo esto acabe, nos casaremos —dijo Sassa, cogiéndole de la mano.

—¿Por qué no ahora?

—¿Aquí?

—Sí. Aquí —sugirió Aleksi.

—No quisiera que faltase mi tía, pero te prometo que lo haremos lo antes posible. Aunque tengas que venir a Helsinki.

—¡De acuerdo!

Al acercarse, vieron a la exuberante Seija con su hijo en brazos, al que besaba una y otra vez.

—¡Aleksi, pronto tendrás un hijo como el mío!

Los días pasaron y Aleksi puso todo su empeño en el estudio. Solo salía para comprar y dedicaba todo el tiempo a perfeccionar el idioma, tanto escrito como hablado, a pasear por su parcela y sobre todo a escuchar música clásica, al tiempo que escribía todo lo que recordaba a modo de descanso, para relajarse de aquel duro estudio lingüístico, una lengua que para él era más fácil hablar que escribir. Aquello le llevó todo el mes de octubre y primeros de noviembre. Entonces le enviaron los exámenes que habían hecho el año anterior para que supiera a lo que se enfrentaba. Superó los tres ejercicios, pero la nota escrita le restaba puntos. Así que decidieron darle dos semanas más. Escribía y escribía todo lo que pensaba en finés, incluso fue practicando con sus memorias. Redactó la totalidad del capítulo titulado Kaikki alkoi vuonna 195414 en aquel idioma.

A finales de noviembre, Aleksi se examinó de finés en grado superior. Lo superó con buena nota, un notable alto. El domingo 6 de diciembre Sassa y Aleksi se casaron y después se marcharon de luna de miel a Turku. Visitaron el Museo de Arte de la ciudad, en el que los dos sabían que se encontraría su nuevo lugar de trabajo. Les gustó mucho y se tomaron una semana para visitar toda la ciudad e incluso mirar un pequeño apartamento para cuando Aleksi se incorporara a primeros de año a su trabajo. El estado de reposo que le habían aconsejado a Sassa obligó a tomar esa decisión. Cuando todo se normalizara, tomarían la decisión definitiva.

Sassa correspondía en favores y cuidados a su esposo por haber encontrado la felicidad, por haber descubierto que la vida entre dos personas, además de ser más completa, es más llevadera, más soportable. La unión de dos personas para lo bueno y para lo malo es la mejor experiencia que el ser humano pueda realizar.

De vuelta en Helsinki, antes de despedirse de su esposa para incorporarse a su trabajo enTurku,Aleksi le dio un cariñoso beso y le dijo:

—Vendré todos los fines de semana.

—Cuídate, llámame todas las noches.

Cuando Aleksi estaba a punto de abrir la puerta para marcharse, volvió sobre sus pasos y, acercándose al oído de Sassa, le dijo «gracias por darme la vida», al tiempo que le daba un último beso.

Los fines de semana Aleksi volvía a la capital junto a su esposa. Todo eran atenciones y cuidados. Sassa guardaba reposo, hacía meses que había tenido una ligera pérdida de sangre y, desde entonces, prolongó más allá el tiempo de reposo que le había indicado el ginecólogo. No quería poner en riesgo su embarazo. En una ocasión, los dos se preguntaron sobre el sexo de su futuro hijo.

—¿No quieres saber si es niño o niña? —le preguntó Sassa a Aleksi.

—No, no quiero saberlo. Además, me da igual. Lo que quiero es que todo salga bien. Quiero que todo esto acabe pronto y podamos trasladarnos todos a Turku, lejos de las prisas de la capital. Allí hay más calidad de vida. El aire es más limpio y sano, y será mejor para el bebé.

—Eso espero. Deberíamos vender esta casa, así reduciríamos costes. ¿No te parece?

—Antes vendería la de Karelia.

—Sería una equivocación. Aquello es nuestro refugio, nuestro apartado, nuestro seguro de vida —le contestó Sassa.

—Bueno, cuando llegue el momento lo hablaremos.

Los días pasaron rápidamente, hasta que el grito de un niño recién nacido irrumpió en toda la casa. Había sido un parto natural, como los de antes, con ayuda de una matrona. Allí, en la habitación se encontraban todos reunidos viendo al bebé, una vez limpio, sobre el pecho de su madre. Las lágrimas de alegría y felicidad recorrían los rostros. Ver nacer un niño siempre hace aflorar los sentimientos más humanos e íntimos que posee una persona. Sin duda, es un momento de celebración y de acción de gracias para nuestro Creador. Esto sucedía el martes 21 de mayo de 1971 en plena primavera.

—¿Verdad que es precioso, Aleksi?

—Es la criatura más bonita que he visto, Sassa.

—¿Qué nombre quieres ponerle?

—Kevään Aurinko.

—¡Sol de primavera! Precioso —celebró Seija al escucharlo.

Al momento, todos se centraron en el niño, acariciando sus manitas y viendo cómo sus párpados se querían abrir para participar también de esa gran fiesta. Aleksi no lo pudo remediar y lloró al tener a su hijo entre sus brazos.

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12 Datos extraídos de Martinoticias.com

13 Grandes salchichas para asar en una fogata.

14 Todo comenzó en 1954.

4. ¡Que viene el lobo!

Para Aleksi el año 1971 fue el más feliz de su vida, sobre todo por haber tenido un hijo, su único hijo. Cada vez que lo veía daba gracias a Dios por el regalo que le había enviado.También por tener aquella esposa ejemplar, entregada a su marido y a su familia. ¿Qué más puede esperar un hombre en esta vida?

Al final, el feliz matrimonio decidió no vender la vivienda de Sassa por el bien del niño, al menos hasta que se hiciera un poco más mayor. No era cuestión de dinero, sino de cambio de ambiente. Sassa tendría que haberse alejado de los suyos, y eso, con un niño recién nacido, era arriesgado. Además, como la distancia entre Turku y Helsinki no era tan larga, y dado que Aleksi se trasladaba los fines de semana, la separación de esposos se mitigaba mejor. Cuando estaba fuera del trabajo, el tiempo de que disponía Aleksi lo invertía fundamentalmente en ir escribiendo sus memorias. Diariamente llamaba a casa dos veces: por la mañana antes de irse a trabajar, y por la noche antes de acostarse. Era una rutina que cumplían los padres con agradecimiento y satisfacción. A ojos de todos, formaban una familia feliz y ejemplar.

Sin embargo, Aleksi no dejaba atrás su pasado. En la medida de lo posible, y siempre cuando estaba solo, leía y se informaba de las noticias que venían de los Estados Unidos y que él consideraba importantes, o al menos, que le afectaban sentimentalmente. Sin duda, no había olvidado su pasado, y lo peor, no lo quería olvidar. En junio de ese año comenzó a anotar en su cuaderno ciertas noticias en las que posteriormente profundizaría, como la ocurrida el 10 de junio en las cercanías del Casco de Santo Tomás (México), donde el Gobierno perpetró una masacre de estudiantes en el asalto conocido como «El Halconazo»; o la del 15 de agosto, en la que el presidente Richard Nixon acaba con el patrón oro al anunciar la suspensión de la convertibilidad en metal del dólar estadounidense; o también la del 18 de diciembre, cuando por segunda vez en su historia el dólar se devaluó de manera brusca en los Estados Unidos. No entendía lo suficiente esas cuestiones económicas de su país, pero lo que sí sabía y creía era que las manos de las grandes fortunas tenían mucho que ver con ello. Algún día, después de terminar de escribir sus memorias, dedicaría parte de su tiempo a profundizar más en el tema.

Para aquella familia los días, semanas y meses transcurrían con total normalidad.Todos sabemos que el tiempo pasa, en ocasiones, con lentitud o con mucha rapidez. Sin apenas darse cuenta Aleksi, su pequeño había cumplido un año. La familia celebró una fiesta en Imatra, Karelia. Allí todos podrían disfrutar de la naturaleza. Aquello era una bendición para el disfrute y la relajación, como si el resto del mundo no existiera; sin embargo,Aleksi era consciente de su preocupación por el sentimiento de peligro que corría, pensamiento que también compartía su esposa Sassa. Y aunque ella trataba de que ninguna noticia influyera en el ánimo de su marido, evitó por todos los medios hablar de temas que le despertaran recuerdos del pasado. Aun así, Aleksi procuraba estar al día de lo que ocurría en Estados Unidos. Noticias como estas, que salieron a la luz a mediados de 1972, despertaron su interés:

«El 17 de junio en el Hotel Watergate se realiza un registro ilegal de la sede del Partido Demócrata».

«El 23 de junio Richard Nixon y H. R. Haldeman son grabados hablando acerca de utilizar a la CIA para encubrir las investigaciones del FBI sobre el escándalo Watergate».

Fue entonces cuando Aleksi decidió seguir desde la distancia todo lo que salía del caso. Sabía incluso leer entre líneas lo que muchos no veían. Lo recogía y lo anotaba todo, visitaba constantemente la biblioteca y ojeaba todos los periódicos norteamericanos que podía. Tanto fue así que a una de las funcionarias le llamó la atención la obsesión que tenía con el tema. Para la mayoría de los mortales, y más a tanta distancia de Washington, eran noticias que pasaban casi desapercibidas, pero Aleksi sabía que aquello podría tener fuertes repercusiones políticas; de hecho, escribió diferentes notas sobre cómo comenzó aquel caso, notas extraídas de la prensa…

«Los autores de la operación de espionaje en las oficinas del Partido Demócrata son miembros de una organización derechista. Los cinco detenidos habían estado varias veces en relación con la CIA.

Las autoridades están buscando a cuatro hombres que alquilaron habitaciones en el Hotel Watergate de esta capital, en compañía de otros cuatro acusados para llevar a cabo en la noche del pasado sábado una operación de espionaje en la sede de las oficinas centrales del Partido Demócrata.

Según manifestó hoy un alto oficial de la policía metropolitana, los ocho hombres están conectados con la organización llamada Ameritas. Esta ha sido descrita por otras fuentes como una organización política derechista y anticastrista, que cuenta con un número de miembros que se sitúa entre los 1200 y los 1500, y que lleva operando unos cinco años por la zona de Miami. La información no ha podido ser todavía confirmada.

El inspector Ernest Prete, jefe de la División de Investigaciones Criminales de la Policía de Washington, se negó a identificar a los cuatro hombres que están siendo buscados. De ellos dijo que se alojaron en el Hotel Watergate durante el fin de semana comprendido entre los días 26 y 28 de mayo. Añadió que no estaba seguro de si habían utilizado nombres falsos en el registro del hotel, informando también de que dos de ellos procedían de NuevaYork, otro de Miami y el último, de Kansas City. Uno de ellos dio un nombre español.

La investigación se está organizando a nivel nacional, bajo la dirección y coordinación del FBI.

El Comité Nacional del Partido Demócrata ha solicitado del grupo de reelección de Nixon el pago de un millón de dólares en compensación por lo que califican como violación a sus interioridades.

El propio Prete y otras fuentes han confirmado que cuatro de los cinco hombres detenidos por la Policía en la madrugada del domingo en las oficinas centrales del Partido Demócrata se alojaron también en el Hotel Watergate el fin de semana del 26 al 29 de mayo. Se trata de Bernard L. Barker15, Eugenio R. Martínez16, Frank Sturgis17 y Virgilio R. González18. El quinto detenido, James W. McCord Jr.19, reside en Washington.

Se dice que los cinco habían estado varias veces en relación con la CIA. Además, se ha especulado con el hecho de que estos grupos cubanos no estarían conformes con la posibilidad de que el Comité del Partido Demócrata pudiera llegar a recomendar el reconocimiento norteamericano del régimen de Fidel Castro».

«Nixon niega la participación de la Casa Blanca en la operación.

El presidente Nixon negó hoy jueves que el actual Gobierno republicano esté involucrado en el intento de colocar aparatos de “espionaje” en la sede central del Partido Demócrata.

En la primera conferencia de prensa que ha ofrecido en tres meses, el presidente norteamericano rechazó tajantemente los intentos demócratas de implicar a la Casa Blanca como responsable de que cinco individuos intentaran colocar micrófonos e intervenir el pasado sábado los teléfonos de las oficinas centrales del Partido Demócrata en Washington.

“Mi secretario de prensa, Ziegler, ha respondido detalladamente a todas las acusaciones demócratas”, añadió Nixon, quien se negó a comentar más extensamente el tema por encontrarse este —dijo— bajo investigación del FBI»20.

Para Aleksi, no cabía duda: aquel incidente era un espionaje político y de sabotaje llevado a cabo por hombres del presidente Nixon y dirigido desde la Casa Blanca.

Desde luego que era para estar obsesionado, porque él conoció directamente a James W. McCord; además, sus datos sobre todo el caso del asesinato del presidente Kennedy apuntaban a que Frank Sturgis formaba parte de uno de los equipos que dispararon al presidente en Dallas. Por supuesto, el conocimiento que él tenía sobre los cinco es que todos pertenecían a la Operación 40, lo cual hacía conexionar a ese oscuro grupo de fontaneros de las cloacas del Estado con el del Watergate y, por consiguiente, con el magnicidio del presidente Kennedy. Por otra parte, hay una cosa muy curiosa y que no se puede olvidar: Nixon siempre estaba presente en todos los casos oscuros de la CIA.

Relacionar todos estos casos y buscar las fuentes y los datos de que disponía le llevó casi todo el tiempo de ese año y del siguiente para escribir y marcar la estructura de sus memorias.Y el tiempo pasaba.

Pero los finlandeses, muy lejos de las preocupaciones deAleksi, estaban sumidos en otro acontecimiento. En 1973, el país se estaba preparando para que se celebrase en la capital, Helsinki, la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación Europea. El presidente Urho Kekkonen, sabedor de lo que representaba ese acontecimiento para el país, movilizó a sus ciudadanos a colaborar para que aquella cita fuera todo un éxito. No en balde, Finlandia iba a ser la anfitriona, además de agasajar a casi la totalidad de países del hemisferio norte. Era el momento para que la joven república finlandesa se mostrase al mundo como un Estado maduro, seguro y fiel a la integridad territorial y el respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales.

Nadie dudaba de que aquel acontecimiento fuera a ser histórico para la República. Era como vestirse de gala, de largo, y mostrarse al resto del mundo con toda su belleza. Todos y cada uno de los finlandeses estaban unidos, apoyados por ese espíritu sisu que tantas veces les había ayudado a alcanzar el éxito.

—Le he consultado a la directora lo de las vacaciones. Imposible, la Conferencia ha anulado todas las peticiones. No se darán a ningún funcionario ni en julio ni en agosto. Todos tenemos que estar disponibles en el trabajo.

—Me lo temía. Hubiese sido estupendo pasar un tiempo en Karelia lejos del bullicio y el movimiento de gente; de hecho, ya lo estamos notando —dijo Sassa a su marido.

—Pues si no queremos pasar esos días en la capital, solo tenemos dos opciones: que te marches con tu cuñada Seija y el niño a Imatra a pasar todo el verano, o que os vengáis a Turku.

—¿Qué prefieres tú, Aleksi?

—Pensando egoístamente, la última me parece mejor, pero tiene el inconveniente de que la movilidad para ti y el niño se va a ver muy afectada. Y el inconveniente de la primera es la separación. No es lo mismo salvar 170 kilómetros los fines de semana que 470, lo que haría que mis visitas no fueran tan frecuentes. Creo que deberíamos elegir lo mejor para el niño.

—¿A Imatra entonces? —interrumpió Sassa.

—Sí, si te acompañaran Seija y Heikkinen.

A mediados de junio las dos familias con sus respectivos hijos se marcharon a Imatra. Una vez acomodadas y terminado el fin de semana, Heikki y Aleksi volvieron a sus ciudades de trabajo. Todos estuvieron de acuerdo en que la separación de sus parejas era superable, atendiendo a cómo iban a pasar el verano sus hijos. De manera que Aleksi volvió a su rutina en el museo y a su escritura, y Heikki al trabajo familiar de la imprenta.

Aleksi recopiló y siguió detenidamente el escándalo Watergate. En marzo pudo leer diversas noticias, como que el presidente Nixon se escudó en la doctrina del «privilegio del Ejecutivo», para tratar de evitar los ataques y justificar las negativas de sus colaboradores a declarar.

En abril, el presidente del Comité de Investigación le comunicó a Nixon que, si impedía a sus colaboradores testificar, era porque tenía algo que ocultar. Dos semanas tardó la Casa Blanca en anunciar que comparecerían. No había duda: el presidente Nixon quería ganar tiempo, pero no lo logró. A finales de abril comenzaron las dimisiones en cadena de las personas más cercanas a él. El 17 de mayo todo el mundo pudo ver por televisión las declaraciones de sus colaboradores. El primero en cantar fue su consejero, John Dean, quien aseguró que «el presidente estaba personalmente implicado en el caso».

—Me parece que se te ha acabado la presidencia, amigo Nixon — dijo en voz alta Aleksi.

Pero lo que no podía comprender era cómo el presidente, con todo lo que le estaba cayendo y le iba a caer, podía permitirse asistir a la Conferencia de Helsinki que se celebraría en pocas semanas y sonreír, como seguramente haría, a toda la prensa y asistentes. No pudo de dejar de admitir que esos hombres estaban hechos de otra pasta.

El caso Watergate se paralizó para Aleksi cuando su cuñado Heikki le visitó, aprovechando un fin de semana en que ambos no tenían que ir a Imatra.

—Aleksi, lo que ahora te voy a contar es muy importante. Ya sabes que tenemos amigos en ambos lados. No me preguntes cómo, porque no podría contestarte, pero los rusos han descubierto que estás aquí, y lo peor, que eres miembro de nuestra familia. Y si ellos lo saben, no tardarán mucho en localizarte tus antiguos amigos.

—¿Me estás diciendo que corro peligro?

—De momento creo que no, pero puede que se presente.

Después de unos largos segundos de silencio, Aleksi le preguntó:

—¿Sassa y el niño corren peligro?

—Si te encuentran los tuyos, tal vez. Por parte rusa, me han autorizado a decirte que, cuando quieras, podrías pasarte a su lado. Te darían todo tipo de garantías de seguridad y ayuda para ti y tu familia.

—¿Esto lo sabe Sassa?

—¡No!

—¿Y qué supondría aceptar? Ahora soy ciudadano finlandés.

—Tú sabes mejor que nadie que cuando a uno lo buscan, lo encuentran, es cuestión de tiempo. En territorio ruso tendrías asegurada tu vida hasta el resto de tus días.

—Si aceptásemos, porque todo depende de Sassa, ¿qué nos ofrecerían?

—De eso no se ha hablado nada. Pero si lo crees conveniente, puedo ponerte en contacto con un asesor de la Embajada rusa en Finlandia y te informarán con todo detalle.

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9788419092809
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