Читать книгу: «La cuestión del estado en el pensamiento social crítico latinoamericano», страница 2

Шрифт:

Referencias bibliográficas

Aricó, J. M. (1999). La hipótesis de Justo. Escritos sobre el socialismo en América Latina. Buenos Aires: Sudamericana.

Thwaites Rey, M. y Ouviña, H. (2018). El ciclo de impugnación al neoliberalismo en América Latina: auge y fractura. En Estados en disputa. Auge y fractura del ciclo de impugnación al neoliberalismo en América Latina (pp. 17-61). Buenos Aires: CLACSO, IEALC, El Colectivo.

Thwaites Rey, M. y Castillo, J. (2013). Estado, desarrollo y dependencia. Perspectivas latinoamericanas frente a la crisis capitalista global. História & Perspectivas, núm. 48, pp. 13-42.

Zavaleta Mercado, R. (1990). Problemas de la determinación dependiente y la forma primordial. En El Estado en América Latina. La Paz: Los Amigos del libro.

Introducción

La presente obra bibliográfica, que se inscribe en los proyectos de investigación de sus editores,1 congrega estudios sobre la discusión teórica del Estado en las sociedades latinoamericanas. Sin perjuicio de reconocer aquí la diversidad de las experiencias históricas de los varios países, la propuesta de este libro de traer a América Latina como recorte para situar la discusión busca retomar la tradición de las síntesis generalizadoras de la teoría social crítica de la segunda mitad del siglo XX.

Así como en aquella época los debates que se desarrollaron sobre la variante periférica latinoamericana del Estado moderno demostraron ser sumamente enriquecedores para una más compleja teorización sobre la cuestión, en un período como el actual, signado por la fragmentación regional y la diseminación de estudios cada vez más especializados, la recuperación de la categoría América Latina como prisma a través del cual observar el fenómeno estatal en la región puede traer relevantes contribuciones a esta reflexión.

Otro elemento que inspiró la propuesta de este libro ha sido el reconocimiento del peso de lo histórico en este campo de discusión. Si bien, bajo un orden social signado por la hegemonía de las finanzas, el neoliberalismo ha venido cobrando formas específicas en la contemporaneidad de los Estados latinoamericanos, a través de una mirada atenta a tendencias que no siempre se distinguen con claridad, entendemos como posible observar muchas más continuidades que rupturas al analizar el tema que nos convoca.

Al final, grandes cuestiones como el lugar periférico ocupado por los países de la región en el capitalismo mundial, la heterogeneidad estructural y la forma en que la materialidad institucional de los diversos aparatos estatales procesa y traduce el ideario neoliberal parecen atravesar la realidad histórica de una América Latina como “totalidad”. Es en virtud de este convencimiento que aquí proponemos la recuperación de todo un andamiaje teórico-conceptual crítico que, pese a responder a coyunturas del pasado, se muestra de gran valor para analizar la cuestión del Estado en nuestro presente regional.

Con aportes de investigadores de instituciones de Argentina, Brasil, Colombia, México y Rusia, este libro busca contribuir a la recuperación teórica del Estado latinoamericano como objeto de reflexión crítica. Comportando una diversidad de enfoques y perspectivas, los trabajos aquí reunidos cristalizan valiosos esfuerzos que hablan por sí solos de la vigencia y relevancia de la indagación sobre el Estado propuesta.

En el texto titulado “Mirando el Estado capitalista desde América Latina. Reflexiones sobre heterogeneidad estructural, dominación política y Estado con especial referencia al caso argentino”, Adrián Piva discute la tesis de la relación entre la especificidad del fenómeno estatal en la región y los problemas de la heterogeneidad estructural y la dependencia, a partir de la lectura crítica de tres textos clásicos de la teoría marxista latinoamericana. Posteriormente, valiéndose de algunas precisiones conceptuales, analiza el caso argentino para formular sus conclusiones sobre las particularidades del Estado latinoamericano.

Aldo Duran Gil, en el capítulo “Desenvolvimento capitalista e Estado burguês na América Latina: balanço bibliográfico e perspectivas analíticas”, centra su mirada en el rol y funcionamiento del Estado burgués latinoamericano. Desde análisis generales sobre el Estado en la periferia del capitalismo, el autor examina, a posteriori, el alcance y las limitaciones de diferentes perspectivas teóricas sobre el Estado periférico que tuvieron lugar en nuestra región, para concluir luego en torno a la no existencia de un concepto o teoría sobre el tema en cuestión.

En “Del Estado capitalista dependiente al Estado socialista en Latinoamérica. Apuntes teóricos a partir del caso cubano”, Alexandra Z. Arabadzhyan problematiza la experiencia cubana como un caso de transición de un Estado capitalista dependiente a un Estado socialista. Partiendo de que las transformaciones recientes en el modo de producción de la isla entrañan profundos desafíos para su futuro, la autora se pregunta hasta qué punto podrá Cuba articularse al mercado mundial y conservar un modelo consistente en la planificación de los medios de producción socializados para desarrollar no solo las fuerzas productivas, sino el ser humano libre de la enajenación.

Por su parte, en “Teoría de la dependencia y teoría del Estado en América Latina: ¿una relación errante?”, Andrés Tzeiman lanza una provocadora pregunta sobre si hay o no en la teoría de la dependencia algo que pudiéramos denominar como una teoría del Estado. Luego de un recorrido por algunas de las obras más representativas de esta corriente, concluye que, si bien hubo aportes valiosos en cuanto a la inserción desigual de América Latina al mercado mundial, el Estado no ocupó el “eje de gravedad” en sus reflexiones. Lo anterior, sin embargo, permite hacer un llamado a recuperar de manera “orgánica” y “complementaria” los enfoques de la dependencia, los cuales pueden todavía alimentar un horizonte de investigación que incorpore las especificidades de la región a la pregunta por el Estado periférico.

En su texto “O Estado na teoria da dependência”, Angelita Matos Souza argumenta acerca de la inexistencia de un análisis sistemático sobre el Estado en las vertientes marxista y cardosiana de la teoría de la dependencia. Valiéndose del ejemplo que la autora llama “éxitos asiáticos”, el trabajo llama la atención acerca de las limitaciones del poder explicativo de tales vertientes teóricas que derivan del lugar marginal del Estado en ellas ocupado.

Ya en “Aportes para repensar el Estado desde América Latina y el Caribe”, Félix Pablo Friggeri presenta una serie de elementos para construir conocimiento sobre el Estado desde lo que él nombra como “subsuelo” de las sociedades en la región. Inspirado en el socialismo indoamericano de José Carlos Mariátegui, el autor advierte que con base en los elementos propuestos es posible crear conceptos y caminar a teorías originales y latinoamericanamente propias sobre el fenómeno estatal.

Jaime Osorio, en su capítulo “Determinaciones del Estado dependiente y razones de las rupturas políticas”, resalta algunos de los procesos importantes a la hora de comprender las determinaciones que operan tanto en el Estado dependiente como en las economías de América Latina. El reconocimiento de estos factores apunta a trascender lecturas teleológicas sobre la “inmadurez” de las formas políticas y económicas de la región, para abarcar en cambio sus especificidades y el lugar que estas toman en el sistema interestatal mundial.

En “La reivindicación de lo concreto: aportes de Francisco Leal Buitrago a los debates sobre el Estado capitalista dependiente en la teoría social latinoamericana”, Juan Camilo Arias Mejía destaca la contribución del intelectual colombiano Francisco Leal Buitrago a la renovación del debate sobre el Estado que cursó en la segunda mitad del siglo XX en América Latina. Como el propio título del trabajo así lo indica, el autor debate el interés de Leal Buitrago en apostar a un ejercicio intelectual que le permitiese captar la relación dinámica entre las clases sociales y el Estado, así como el modo en que operan los factores internos que reproducen la dependencia externa de los países latinoamericanos.

Por su parte, Leonardo Granato, en su texto “Recuperando el debate sobre las condiciones constitutivas del Estado en las sociedades periféricas latinoamericanas”, nos presenta una revisión de los debates teóricos acerca del Estado capitalista en América Latina, especialmente a partir de la segunda mitad del siglo XX. A la luz de autores provenientes de la escuela marxista de la dependencia, su apuesta se dirige a la recuperación de aspectos teóricos de esta corriente, los cuales pueden todavía enriquecer los debates y horizontes de investigación, especialmente en un contexto de crisis nacionales derivadas de los impactos regresivos del período neoliberal.

Luego, en el capítulo “René Zavaleta Mercado: últimas contribuciones acerca del Estado integral y la lucha democrática de masas en América Latina”, Lucio Oliver retoma la obra madura de Zavaleta, destacando allí la relevancia de su mirada compleja frente a la relación entre el Estado y la sociedad. Este juego de elementos teóricos y metodológicos, fundados en buena medida en la “ecuación social”, resulta pertinente en la actualidad para pensar la crisis del Estado nacional de competencia y el proyecto hegemónico neoliberal en la región.

Asímismo, Maicon Cláudio da Silva y Beatriz Augusto de Paiva, en el texto “El Estado latinoamericano como un cuerpo extraño a la nacionalidad: contribuciones desde la teoría marxista de la dependencia”, proponen una reflexión teórica en torno a la relación entre Estado y dependencia en América Latina. De la mano de los postulados de los teóricos marxistas de la dependencia, y en diálogo con diversas contribuciones de la teoría social crítica de la región, los autores dan cuenta de las especificidades más sobresalientes del Estado en estos sures.

Finalmente, Ricardo Ramos Shiota y Sara da Silva Freitas, en “Meio Leviatã e meio Behemoth: o Estado capitalista dependente latino-americano em Florestan Fernandes”, discuten el concepto de Estado capitalista dependiente latinoamericano en la obra de Florestan Fernandes, el padre de la sociología crítica brasileña. Partiendo de la concepción de revolución burguesa del autor, Shiota y Freitas proponen un recorrido teórico para evidenciar el alcance del mencionado concepto en el pensamiento de Fernandes.

Al concluir este texto introductorio, no podemos dejar de agradecer a los autores y las autoras por sus valiosas contribuciones a este esfuerzo colectivo, así como a la Universidad Autónoma Latinoamericana (Medellín, Colombia) que, a través de su Vicerrectoría de Investigaciones, hizo posible la publicación de este libro.

Juan Camilo Arias y Leonardo Granato

Mirando el Estado capitalista desde América Latina. Reflexiones sobre heterogeneidad estructural, dominación política y Estado con especial referencia al caso argentino

Adrián Piva

Introducción

Uno de los tópicos de las discusiones en torno al origen, desarrollo y naturaleza del Estado en América Latina ha sido su relación con la heterogeneidad estructural de las formaciones sociales latinoamericanas. Desde los años sesenta, en el contexto de los debates de la teoría de la dependencia y de la escuela de la CEPAL, el problema de “la crisis del Estado en América Latina” fue analizado a partir de esta mirada. En Argentina, en particular, las nociones de “heterogeneidad estructural” y “estructura productiva desequilibrada” fueron el marco en el que se pensaron la crisis de hegemonía y la relación entre ciclo económico y ciclo político. Sin embargo, desde mediados de los años setenta, la internacionalización del capital fue el centro de un conjunto de transformaciones que afectaron profundamente la tendencia a la heterogeneización de la estructura económica y social, así como la dinámica del ciclo de acumulación.

En este capítulo nos proponemos discutir la tesis de la relación entre la especificidad de los Estados latinoamericanos y los fenómenos de la heterogeneidad estructural y de la dependencia, y analizar las transformaciones de esa relación desde mediados de los años setenta, con especial referencia al caso argentino. Pero, además, trataremos de trascender la especificidad y singularidad del caso para reflexionar en torno a qué aporte es posible hacer a la teoría marxista del Estado desde la experiencia latinoamericana.

Para ello, comenzaremos por plantear el problema a partir de la lectura crítica de tres textos clásicos de la teoría marxista del Estado en América Latina. En la siguiente sección introduciremos algunas aclaraciones conceptuales sobre la relación entre Estado, acumulación y dominación política, y sobre un concepto que nos permitirá aproximarnos al problema de la heterogeneidad estructural y la dependencia en América Latina, en particular en Argentina: el desarrollo desigual y combinado. Analizaremos luego el caso argentino entre 1955 y 2015. En las conclusiones ofreceremos una hipótesis sobre la especificidad de los Estados latinoamericanos, lo que, al mismo tiempo, nos permitirá señalar la cuestión de la heterogeneidad como problema general del Estado capitalista.

Planteamiento del problema

Ha sido recurrente en la teoría social latinoamericana poner en relación los problemas de la especificidad del Estado capitalista y de la heterogeneidad estructural en América Latina. El principal objetivo de este capítulo será problematizar esa relación. No se tratará de negarla, sino de precisarla, lo que, a su vez, nos permitirá dar cuenta de ciertos rasgos que, aunque a veces atribuidos a singularidades de los Estados latinoamericanos, son, en realidad, caracteres universales del Estado capitalista. Para el planteamiento del problema partiremos de tres textos que, entre finales de la década de 1970 y principios de los ochenta, condensaron una serie de reflexiones sobre la especificidad de los Estados latinoamericanos que apuntaron, como señala Cortés (2012), al momento estatal como momento productivo de la sociedad.

El primero de estos textos es La crisis del Estado en América Latina de Norbert Lechner (1977). Lechner parte de una afirmación fuerte sobre la naturaleza del estado capitalista:

Si bien el Estado no es una “idea”, tampoco es únicamente una estructura de poder, encarnada por el aparato estatal. El Estado organiza la esfera de mediación de la praxis social. […] El concepto de ciudadano expresa la tarea realizada por el Estado burgués: mediación del interés particular de cada individuo con el interés general implícito a la práctica de todos. El Estado sintetiza los conflictos entre los intereses particulares (contradicción de clases) bajo la forma de una esfera común a todos (ciudadanía) (Lechner, 1977, p. 392).

El Estado es (debe ser), al mismo tiempo, una relación de poder y “forma de generalidad”; como tal, resume “la racionalidad común (al menos tendencialmente) de las distintas/contradictorias prácticas” (Lechner, 1977, p. 392). La afirmación es fuerte porque establece que para la existencia de la forma Estado es condición necesaria la existencia de una praxis social común. Si el Estado puede ser mediación de una sociedad constituida por particulares y producir integración y unidad (ser factor de cohesión), es porque constituye la abstracción de una racionalidad común. Ese punto de partida es el que le permite a Lechner deducir que la heterogeneidad estructural de las sociedades latinoamericanas impide la constitución de verdaderos Estados. La heterogeneidad estructural, definida como heterogeneidad de relaciones de producción, determina la fragmentación del proceso de producción y circulación, por lo tanto, “falta la base material para la existencia de ciudadanos libres e iguales […] la falta de un mercado nacional sustrae a la democracia burguesa su fundamento económico” (Lechner, 1977, p. 393).

El Estado en América Latina, entonces, se reduce al aparato de Estado. Incapaz de producir hegemonía, solo puede dominar sobre las masas que, también producto de la heterogeneidad estructural, no pueden unificarse como clase. Por eso el conflicto suele presentarse en formatos no clasistas. Obsérvese que este argumento es relativamente independiente del otro que completa el análisis de Lechner sobre los Estados latinoamericanos; nos referimos a la internacionalización de las relaciones capitalistas. Esta se habría producido con el pasaje a la fase imperialista, a fines del siglo XIX, y sería la causa de la heterogeneidad estructural de las formaciones sociales de la región y de la dependencia (hegemonía externa) en la que se encuentran. Hay en este segundo aspecto de la explicación algo a conservar y retomar. Pero, sin importar su causa, la heterogeneidad estructural da cuenta por sí misma de la crisis del Estado. Detengámonos un momento en este argumento.

Lechner considera la racionalidad o praxis social común como una especie de sustancia social que existiría con independencia de la propia forma Estado, y esto sería su fundamento. Pero la apelación a la noción de Estado en Hegel deja de lado lo que subsiste de la crítica del joven Marx y del concepto de alienación en el Marx maduro; solo que el Marx maduro nos brinda un mecanismo causal de lo que ahora es representable como un proceso de cosificación de propiedades sociales. Veamos el modelo de explicación que nos ofrece la relación entre valor de cambio y valor: el valor no es una sustancia común que existe independientemente de la forma del valor y le da fundamento al valor de cambio; es exactamente al revés, la sustancia de valor es un efecto —una ilusión objetiva— de las relaciones entre personas que se establecen a través del intercambio de cosas (Rubin, 1985). Del mismo modo, las relaciones de intercambio tampoco son el locus de una praxis social o racionalidad común que solo habría que representar en el Estado como “forma general”; al contrario, es la forma Estado la que produce la apariencia de homogeneidad social. Ambos, valor y ciudadanía, son abstracciones reales. Pero, además, el concepto de Estado de Lechner resulta inadecuado desde el punto de vista empírico. La asimilación de verdadero Estado y democracia burguesa lo reduce a un concepto aplicable a los estados centrales desde fines del siglo XIX y no sin problemas. También, la definición de heterogeneidad estructural debiera llevarnos a la conclusión de que en Estados Unidos no hubo Estado, es decir hubo solo aparato de Estado, hasta el final de la guerra civil. Se trata a fin de cuentas de un concepto normativo que identifica como especificidad lo que en realidad es distancia respecto de una “idea”, aunque esa idea tenga la fuerza de un prejuicio social.

El segundo texto es El desarrollo del capitalismo en América Latina, de Agustín Cueva (2004). Su primera edición es de 1977, el mismo año que el artículo referido de Lechner, y al igual que aquel otorga un lugar central en su argumentación a la relación entre la especificidad de los Estados latinoamericanos y la heterogeneidad estructural de las formaciones sociales de la región:

No es lo mismo construir un estado sobre el cimiento relativamente firme del modo de producción capitalista implantado en toda la extensión de un cuerpo social, que edificarlo sobre la anfractuosa topografía de estructuras precapitalistas que por su misma índole son incapaces de proporcionar el fundamento objetivo de cualquier unidad nacional, esto es, un mercado interior de amplia envergadura (Cueva, 2004, p. 32).

Y poco más adelante:

No es de extrañar entonces que la marcada autonomía de los distintos segmentos económicos, modalidad inevitable de existencia de esa abigarrada matriz precapitalista, se haya traducido por la poca “coherencia orgánica” de la sociedad en su conjunto y de su sobreestructura política en particular (p. 33).

En un lenguaje permeado por la lectura estructuralista de Marx y a través de una argumentación desarrollada en el campo del debate historiográfico más que en el de la filosofía política, vuelve a aparecer el vínculo entre heterogeneidad estructural, definida como coexistencia/articulación de diversos modos de producción, y un Estado que, en los términos de Lechner, no se adecua a su concepto: “incoherencia orgánica de la superestructura política” en palabras de Cueva. Pero, a poco de andar, las excepciones exigen construir explicaciones ad hoc y completar la hipótesis original con condiciones suplementarias. Argentina y Chile son las más notables. El caso argentino se caracteriza por una presencia marginal de formas de explotación precapitalista. La pretensión de Cueva de conceptualizar el período de “anarquía” durante el siglo XIX como una lucha entre el interior precapitalista y la capitalista provincia de Buenos Aires no tiene asidero empírico (Oszlak, 2012). El caso chileno ofrece además un éxito temprano en la formación del Estado nacional en comparación con la mayoría de los Estados de la región. La explicación de Cueva de que esto se debió a la debilidad de los elementos precapitalistas en Chile no cuadra con el ejemplo argentino que comparte esa característica y tuvo además un largo período de guerras civiles. Sin embargo, Cueva (2004) parte de esa presunta debilidad para afirmar: “podría resumirse diciendo que la posibilidad de conformación de estados nacionales verdaderamente unificados y relativamente estables en América Latina varió en función directa de la existencia de una burguesía orgánica de envergadura nacional” (p. 40).

Pero aquí nos volvemos a encontrar en otro nivel de análisis con el mismo problema que enfrentábamos en Lechner: una “burguesía orgánica de alcance nacional”, es decir, la unidad de la burguesía como clase es un producto del Estado, no su supuesto (Poulantzas, 1986a, 2005). Para no caer en una tautología, la mayor o menor probabilidad de unificación de la burguesía debe anclarse en el mayor o menor grado de homogeneidad social estructural. Cuando el modo de producción capitalista se extiende a la totalidad del cuerpo social o al menos abarca una porción vasta de él “el estado se estabiliza […] si no, la situación de extrema precariedad se prolonga indefinidamente, expresada en una permanente crisis de hegemonía” (Cueva, 2004, pp. 41-42). Afirmación que encuentra, de nuevo, su refutación en el caso argentino, porque, a pesar del indiscutido predominio de la forma capitalista de explotación en todo su territorio, no es difícil ver allí los elementos de una “permanente crisis de hegemonía”.

Pero la heterogeneidad estructural es solo una dimensión de la explicación de Cueva. Este autor construye su explicación de la dependencia de América Latina a partir del encuentro entre la expansión mundial del capital desde fines del siglo XIX y las estructuras heterogéneas de las formaciones sociales latinoamericanas. La expansión imperialista le permite dar cuenta de por qué se habría vuelto predominante el modo de producción capitalista en las distintas formaciones sociales de la región y periodizar las etapas del desarrollo dependiente durante el siglo XX. Así mismo, Cueva revela mucho más éxito en la construcción de esa periodización, que parte de la aproximación a la acumulación y el desarrollo capitalistas como fenómenos mundiales, que en la explicación de las diferencias intrarregionales partiendo de la heterogeneidad estructural tal como la define. Una conclusión similar a la que alcanzábamos en la discusión del texto de Lechner, aunque Lechner daba un paso más al hacer depender la heterogeneidad estructural —si bien de un modo abstracto— de aquella expansión mundial del capital.

El tercer y último texto es El Estado en América Latina de René Zavaleta Mercado (2015a). Se trata de un texto de 1984, es decir, algo posterior a los de Lechner y Cueva. Sin embargo, la formulación y el tratamiento de los problemas lo acercan más a aquellos que a los debates contemporáneos dominados por la transición a la democracia. Ello se evidencia en los vínculos del texto con otros previos de Zavaleta, como “Las formas aparentes en Marx” de 1978 o “Problemas de la determinación dependiente y la forma primordial” de 1982 (Zavaleta, 2015b, 2015c). Sin embargo, como en un espejo invertido, el problema de la heterogeneidad se transforma en Zavaleta en el problema de la homogeneidad. Para él, a diferencia de Lechner y Cueva, la homogeneización social es una función específicamente estatal. Según lo señaló antes en “Las formas aparentes en Marx”,

[…] la base económica contiene los elementos de heterogeneidad de la sociedad en tanto que la superestructura manifiesta las líneas de su unidad. […] La diversidad es por eso, en lo interno, la propiedad o característica de toda base económica, y mucho más si tenemos más de un modo de producción dentro de la misma formación económico social (Zavaleta Mercado, 2015b, p. 94).

El Estado, por el contrario “impone la unidad o tiene como fin supremo la unidad […] es el estado el encargado de manifestar como unidad esto que tiende a existir como dispersión” (Zavaleta Mercado, 2015b, p. 94). La heterogeneidad estructural es, pues, una característica universal de la “base económica” considerada como medio interno; no podemos encontrar allí, por lo tanto, lo específico de América Latina. Obsérvese además que la heterogeneidad no es identificada con la diversidad de modos de producción, sino que es un resultado normal de la reproducción ampliada del capital. Entonces, más bien es al revés: lo específico de América Latina son las debilidades, los fracasos, las formas incompletas de la “nacionalización” de las sociedades latinoamericanas.

Empecemos por la conclusión de “El Estado en América Latina” en lo que se refiere al problema que estamos tratando: la resolución del problema de la homogeneización es función de la autonomía de lo político. Y la autonomía de lo político presenta un doble carácter: es apariencia objetiva, en tanto ilusión de separación entre Estado y sociedad civil, y es efectividad real, en tanto consideramos al Estado como aparato. La capacidad del Estado de imponer la unidad a la formación social depende de la constitución de su autonomía relativa en sus dos determinaciones. En ese marco adquieren pleno sentido dos categorías centrales en ese texto: ecuación social (o bloque histórico) y momento constitutivo. Con ecuación social, Zavaleta refiere al modo de la separación y al tipo de relación que se establece entre sociedad civil y Estado; la ecuación social es siempre un producto histórico, tiene “elementos verificables de historicidad y azar” (Zavaleta Mercado, 2015a, p. 335), es decir, no es derivable o deducible lógicamente. Por lo tanto, los modos de la separación y de la relación entre Estado y sociedad civil cambian históricamente; su mutabilidad y contingencia determinan también que las relaciones de correspondencia (óptimo social) sean solo un resultado posible, de hecho, uno bastante raro, “pertenece a los sueños del orden, pero ha ocurrido a veces” (p. 335). Sin embargo, ese óptimo tiene una función heurística: “La ecuación social o bloque nos interesa como un instante hacia dicho óptimo, o sea, el grado en que no lo es” (p. 335), cumple una función similar a la de las ecuaciones de equilibrio en los esquemas de reproducción de Marx del tomo II de El capital.

En la medida que la ecuación social depende de la historia de cada Estado, los márgenes de variabilidad se reducen. En ese sentido es que Zavaleta nos habla de la “predestinación relativa de las unidades sociales” (2015a, p. 340), lo que se refiere a los momentos constitutivos del Estado. Momento constitutivo es, por su parte, el origen del Estado, el momento de su formación, pero también es cada período de crisis y reestructuración, “en la sucesión de sus momentos constitutivos, hablamos más bien de reestructuraciones de este fondo histórico que de un único y definitivo momento constitutivo” (Zavaleta Mercado, 2015a, p. 353). En esos momentos se define y redefine la ecuación social.

Una dimensión central de esos momentos constitutivos es el concepto de disponibilidad. Zavaleta Mercado lo refiere en un doble sentido. En primer lugar, disponibilidad de las masas: las crisis, las grandes catástrofes, vuelven a las masas disponibles para transformaciones profundas en sus creencias y prácticas; es un momento de “gratuidad hegemónica”, nos dice Zavaleta Mercado (2015a, p. 340). La acumulación originaria que produce “personas libres” al destruir los lazos con la tierra y la comunidad es por excelencia un momento de ese tipo; pero los procesos de industrialización acelerada y deformada desde los años treinta en varios países latinoamericanos también lo son. En segundo lugar, la disponibilidad de excedente y, como su contrapartida, la capacidad de captación de ese excedente por el Estado en formación o en proceso de reestructuración. Ambos modos de la disponibilidad —como condición de la constitución del Estado y, por lo tanto, de la producción de la separación Estado - sociedad civil— nos reconducen a las dos determinaciones de la autonomía de lo político: separación ilusoria y conformación de un aparato eficaz.

De modo que el problema de la homogeneidad es, en definitiva, el problema de los modos de totalización social como concretos históricos. La reproducción del capital exige totalización, pero no la supone como dada. Puede, de hecho, oponerse a la perspectiva de Lechner la siguiente afirmación de Zavaleta: “el requisito del estado es la producción de materia estatal, o sea de sustancia social, en la medida en que ella produce resultados de poder” (2015a, p. 327). Dicho de otro modo, el Estado no encuentra su sustancia social en el desarrollo del mercado, es el estado el que produce materia estatal y ello depende de sus momentos constitutivos y de la ecuación social resultante. Algo similar sucede con el problema de la subsunción real; no puede considerarse como un requisito de la estructura económica que determina, en los términos de Cueva, “la coherencia orgánica del estado”: “Si ella, la subsunción real, no se transforma en un prejuicio de las masas, no se puede decir que haya ocurrido la reforma intelectual, o sea el antropocentrismo, la calculabilidad, el advenimiento del racionalismo, en fin, todo lo que configura el modo de producción capitalista como una civilización laica” (p. 337).

Жанры и теги
Возрастное ограничение:
0+
Объем:
492 стр. 4 иллюстрации
ISBN:
9789585495654
Правообладатель:
Bookwire
Формат скачивания:
epub, fb2, fb3, ios.epub, mobi, pdf, txt, zip

С этой книгой читают

Новинка
Черновик
4,9
182