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Enero 9
La gloria de Jesús

“Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese” (Juan 17:5)

La gloria de la creación no es mayor a la gloria de su Creador. Jesucristo deja en claro su procedencia y su gloria primera que viene a ser la misma gloria postrera. Es una gloria perpetua. No puede compararse con la gloria del mundo. Al volver al Padre sigue siendo lo que siempre ha sido, nuestro Señor lleno de gloria y majestad.

Su reino no es de este mundo, pero es aquí entre los seres humanos donde se manifiesta, por eso Él no se predicó a Sí mismo, ni a la Iglesia, sino el Reino de Dios y su manifestación evidente con su venida al mundo. La obra mediadora de Jesús es finalizada con su regreso a la casa del Padre.

Todo el peso del sufrimiento, del dolor, de la tortura, el desprecio, la soledad del Getsemaní, el abandono de sus discípulos, la traición de Judas, los insultos de quienes le juzgaron, las lágrimas mezcladas con sangre en la cruz del calvario, los azotes y las humillaciones, no serían comparables con la gloria que le esperaba, de la cual Él mismo ya había degustado desde antes de la fundación del mundo.

Jesucristo está dispuesto a morir en la cruz completando su obra de amor y estableciendo para todo ser humano la única opción posible de llegar al cielo a través de Él mismo.

Los ojos del mundo andan buscando respuestas en muchas partes, pero solo las podrán encontrar a los pies de la cruz, entendiendo el significado de esta obra redentora y sometiendo sus acciones al señorío de Jesucristo, mediador entre Dios y los hombres.

“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:5-11).

Que tengas un día lleno de la bendición de Nuestro Glorioso Señor.

Oración:

Señor Jesús, tus discípulos no pudieron detenerse de contar tus maravillas y tu gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. Hoy yo quiero hacer lo mismo. Quiero reconocer tu gloria y majestad. Quiero unirme al coro de ángeles que adoran sin cesar y a la creación entera que se inclina delante de tu presencia gloriosa. Desde el fondo de mi corazón quiero expresar mi adoración a ti, Rey de reyes y Señor de señores. Amén.

Enero 10
Serás bendición

“y haré de ti una nación grande y te bendeciré y engrandeceré tu nombre y serás bendición”

(Génesis 12:2)

El llamado que Dios le hizo a Abraham no fue únicamente a poseer una tierra de abundancia, de leche y miel. Su llamado también fue a ser de bendición a donde quiera que el fuera.

No era únicamente lo que él y sus futuras generaciones iban a poseer, sino en lo que ellos, como pueblo de Dios, se iban a convertir.

Un pueblo poseedor de las promesas, con la presencia constante de Dios y con un propósito divino de engrandecer el nombre de Dios en donde ellos habitaran. Un pueblo guiado por la mano de Dios y que caminaba con el valor de una promesa divina.

Y el llamado para el pueblo cristiano de hoy en día es muy similar. También somos un pueblo que camina con promesas divinas, contamos con la presencia del Señor, su amor y su misericordia y también tenemos un llamado a ser de bendición.

¿Cómo eres de bendición para los demás? ¿Tienes conciencia del papel que tienes cuando eres parte de un pueblo escogido?

Un médico honesto que atiende a sus pacientes pensando solo en su bien, es bendición.

Un profesional que asiste a su trabajo cotidiano, pensando en realizar a conciencia su trabajo y dar beneficio a su compañía, es bendición.

El maestro que procura guiar a sus alumnos por el mejor camino, es de bendición.

Un ama de casa que realiza sus tareas cotidianas con alegría dando lo mejor de sí misma y recibiendo con la mejor sonrisa a su familia, es una gran bendición.

Un joven obediente y colaborador en los quehaceres del hogar, responsable con su estudio y con el cuidado de sí mismo, es una bendición.

Un ministerio que busca el crecimiento de su congregación y que no desea más que servir al Señor a través de sus actividades, es una gran bendición.

Entonces piénsalo bien: ¿serás hoy de bendición para alguien?

Ese es tu destino como hijo/a de Dios. Empieza ahora mismo.

Oración:

Ser de bendición para otros significa ser portador de aquello que Dios mismo ha derramado sobre mi vida como un/a hijo/a de Dios. Tal como Abraham a quien se le designó una vida en la que no solamente recibiría bendición, sino también lo sería para otros, de la misma manera hoy quiero dar de gracia lo que he recibido de gracia. Sin duda, hoy he recibido grandes bendiciones, ahora mismo saldré para ser de bendición para alguien más. Ese es mi llamado. Amén.

Enero 11
Siempre firmes

“será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará” (Salmo 1:3)

Al mirar un árbol solo vemos a simple vista el tallo, las hojas, es decir todo lo externo, pero no conocemos nada de sus raíces, si están fuertes o débiles, si se alimentan de los materiales orgánicos de la tierra o están podridas.

Cuando el viento fuerte arrecia, aquellos que no tienen sus raíces fuertes no solo se vienen abajo sino también arrastran con lo que encuentran a su paso. Pero los que tienen raíces fuertes, estos se sostienen soportando el vendaval y al final su victoria es permanecer erguidos, cuando muchos ya han caído. Lo que cuenta no es la apariencia externa sino la fortaleza de su interior.

Así somos los seres humanos. Tenemos una apariencia en nuestro exterior que puede ser muy aceptable a los ojos de los demás, pero nuestra verdadera fortaleza está en el interior y es la que nos permite soportar con firmeza las tormentas que la vida nos depara.

Nuestro Señor Jesucristo nos enseñó que separados de Él nada podemos hacer.

Por eso la fuente de nuestra fortaleza está en Él y quien aprende a conocer al Señor envuelve su vida de Su presencia y camina con la convicción de que todas las cosas deben ser colocadas bajo la dirección de Aquel que proclamamos y de quien dependemos para poder vivir con seguridad.

Antes de salir de tu casa en este día, acude primero ante Aquel que te ciñe de poder y te sustenta. El que renueva tus esfuerzas y te permite estar preparado/a para las batallas que afrontarás durante el día.

Él es tu fortaleza y tu refugio y mientras avanzas en este día que Él te ha regalado, podrás experimentar Su presencia y estarás siempre firme. “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar; aunque bramen y se turben sus aguas, y tiemblen los montes a causa de su braveza” (Salmo 46:1-3).

Oración:

Señor Jesús, en este día puedo reconocer que mi fortaleza no está en mí, sino que viene directamente de ti. Por eso Pablo me invita a fortalecerme en ti Señor y en el poder de Tu fuerza. (Efesios 6:10). Hoy quiero ser como ese árbol plantado junto a las corrientes de agua, porque si es así, estaré listo/a para dar fruto y todo lo que haga en este día será prosperado. Amén.

Enero 12
Desatando ligaduras de impiedad

“¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo?”(Isaías 58:6)

¿Te gustaría vivir una vida completamente libre de ataduras? ¿Serías feliz si nunca sintieras cargas de opresión de tal manera que pudieras vivir cada día de tu vida sin ese peso encima de ti? ¿Experimentarías un verdadero gozo si esa oscuridad en la que a veces vives, se convirtiera en luz, la preocupación se convirtiera en tranquilidad y sosiego y la gloria de Dios se manifestara continuamente sobre tu vida? ¿Has meditado en el porqué de tu debilidad espiritual o la sequedad que a veces tienes o el poco deseo de obedecer al Señor?

En los tiempos de Isaías las tradiciones del pueblo se habían transformado de tal manera que todo estaba impregnado de pecado. Hasta los actos religiosos estaban llenos de orgullo, de vanidad y de apariencia.

El Señor manda a Isaías: “¡Clama a voz en cuello; no te contengas! Alza tu voz como trompeta, y declara a mi pueblo su transgresión y a la casa de Jacob su pecado”. (Isaías 58:1)

El Señor le dice a su pueblo: Me están buscando, pero me están buscando mal, están en pecado y están en rebelión.

De pronto el pueblo se perdió, es decir, ya no respetaban a las autoridades, ni del gobierno, ni las espirituales, eso es rebelión. Tenían un pecado tremendo de orgullo.

Se creían justos y decían que no habían dejado la ley de Dios. Estaban cumpliendo a su manera de ver, pero no se humillaban a Dios y no le preguntaban: “¿Señor voy bien en la búsqueda?”.

Él no sólo quiere que cumplamos con ciertos requisitos religiosos; Él desea que toda nuestra vida refleje el amor de Dios.

¿Eres justo con los demás? ¿Eres honesto contigo mismo y con los que te rodean? ¿Pueden los demás confiar en ti? ¿Es tu vida tan clara que cualquiera puede saber lo que sea de ti?

Hay muchas cosas en nuestra vida que son religiosas pero no necesariamente son cosas de Dios.

No todo lo que se hace en su nombre le agrada a Él, porque en muchas ocasiones se hace solo para satisfacer un deseo personal, pero no para lograr un propósito de adoración.

Por eso en este día regálate un tiempo para meditar en tu vida espiritual, ora, reflexiona y pídele a Dios que “examine tu corazón y te guíe en el camino eterno” (Salmo 139: 23-25).

Oración:

Amado Dios, mi oración en este día es para que me ayudes a descubrir cualquier área de mi vida que no esté conforme a lo que tú pides de mí. Examíname, permíteme entender si hay cosas que estoy haciendo equivocadamente y si es así, guíame de nuevo para que tome el camino adecuado de obediencia y santidad. Soy posesión tuya, enséñame entonces a conocer tu voluntad. Amén.

Enero 13
El poder del amor

“el amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece”

(1 Corintios 13:4)

Joyce Vincent era una mujer inglesa de 40 años. Un día llegó a su apartamento donde vivía en Londres después de hacer algunas compras. Tuvo un derrame cerebral y murió. Su cuerpo fue encontrado dos años más tarde, cuando la empresa de arrendamiento forzó la puerta para cobrarle a la mujer que llevaba dos años de atraso en su pago. El televisor estuvo prendido por dos años y también la calefacción. Murió sola en un edificio de 200 viviendas, en el corazón de una ciudad de 7 millones de habitantes.

¿Por qué nadie la buscó? ¿Por qué nadie se interesó por ella? ¿Para quién había comprado los regalos que nunca entregó? Tenía hermanas y nunca preguntaron por ella. Tuvo un marido que nunca se preocupó por su paradero.

Esta paradoja de Joyce Vincent nos muestra el terrible egoísmo de nuestra sociedad. Las grandes ciudades son multitudes de personas que no se interesan las unas por las otras, un cementerio de vivos que deambulan y donde se han perdido los valores de amistad, de familia, de vecindad. A veces no conocemos ni a los vecinos a pesar de pasar años separados tan solo por una pared.

¿Qué estamos haciendo para que estos valores sean promovidos?

En un mundo cuyo lenguaje es de divorcio, desintegración familiar, padres solteros, hijos abandonados o compartidos, peleas de poder en los hogares, diferencias irreconciliables, incompatibilidad de caracteres, es refrescante y reconfortante encontrar a quienes aún manifiestan la unidad verdadera del amor sellado por la presencia del Señor en medio de ellos.

Jesús trajo un mensaje de amor a este mundo, pero esta pequeña palabra se ha desvalorizado tanto que ya no sabemos ni siquiera definirla. Se habla de amor a primera vista, de amor por computadora, de amor por interés, de amor libre, de amor a medias, de amor propio, de amor fugaz, etc.

Pero el verdadero amor es moldeado por Dios y es evidente en el mundo que nos rodea.

¿Cómo se aprende a amar?

No tenemos que ir a un seminario, ni recibir cursos por correspondencia, ni leer libros de 7 pasos para llegar a amar. En realidad amar se aprende amando. Perdonar se aprende perdonando. Dar se aprende dando.

La fuente del amor es Dios. Por lo tanto el verdadero amor es sagrado y El Señor se complace cuando ve a sus hijos manifestando ese amor que provino del cielo.

En este día especial expresa un te amo con todo tu corazón y regocíjate en Aquel que murió en la cruz por amor a ti.

Oración:

Señor Jesús, al reconocer tu obra de amor por mí, no puedo menos que regocijarme por el sacrificio que pagaste por la causa de un pecador como yo. Por eso hoy quiero pedirte que me ayudes a dar amor de la misma manera en que lo he recibido de ti. Que este día se convierta en una gran oportunidad para mostrar que el amor de Dios ya está en mi interior y por eso ahora vivo para dar a los demás lo que he recibido de manera tan abundante. Amén.

Enero 14
Examíname, pruébame y guíame

“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mi camino de perversidad, y guíame en el camino eterno” (Salmo 139:23-24)

Los amantes del conocimiento humano en la antigua ciudad de Corinto creían que los hombres podían averiguar cualquier cosa por medio de la investigación y la lógica. Los gnósticos creían que podían descubrir los secretos más recónditos de Dios por su intelecto.

No así el Apóstol Pablo. Él estaba convencido de que no había una sabiduría más grande que la que recibimos de parte de Dios. El afirma que sólo el Espíritu Santo puede comunicar esta verdad.

Hoy en día muchos científicos están en los laboratorios haciendo investigaciones que procurarán mejorar en algún aspecto la vida humana. Pero el esfuerzo de toda esa sabiduría humana ¿Nos acercará más a Dios? ¿Seremos mejores seres humanos porque se desarrollen nuevas tecnologías?

La comunicación avanza a pasos agigantados, ¿eso servirá para comunicarnos más con Dios?

La justicia de los seres humanos trata de modificarse en todas partes, ¿eso nos acercará más a la justicia de Dios?

Se están inventando nuevas formas para hacer dinero, ¿eso nos hará más dadivosos y generosos?

La verdad es que el mundo avanza pero no necesariamente en dirección a la voluntad divina.

En los próximos años el mundo podrá tener más gente con mucho dinero, podrán levantarse grandes investigadores, podrán así mismo desarrollarse avances científicos que nos sorprendan y quizás se volverá común el ir a la luna o gravitar alrededor del planeta.

Sin embargo el corazón humano no se transforma para encontrar admiración en el Creador del universo. Descubrimos más planetas pero no le damos el crédito al que los puso con su mano. En los laboratorios se estudian las partículas más pequeñas e imperceptibles para el ojo humano, pero no reconocemos al Hacedor de tantas maravillas. Analizamos la composición de los elementos del mundo, pero nos olvidamos de agradecer a Aquel que con su palabra de poder creó los cielos y la tierra y todo cuanto en ella existe.

Hoy más que nunca necesitamos pedirle al Señor que examine nuestro corazón y nos ayude a descubrir si estamos errando o podemos encontrar el camino de la eternidad. A lo mejor descubriremos que nos estamos alejando cada vez más de su voluntad y de su divina presencia.

Oración:

Señor amado, hoy te pido que abras mi entendimiento para descubrir la manera de vivir sabiamente en este mundo tan complejo. Reconozco que la verdadera sabiduría viene de lo alto y es primeramente pura, después pacifica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. Amén. (Santiago 3:17).

Enero 15
Yo estaré contigo

“nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré ni te desamparé.” (Josué 1:5)

Cuando Moisés le preguntó al Señor « ¿Quién soy yo, para ir delante de Faraón, y pedirle que haga salir de Egipto a los hijos de Israel?». Dios le respondió simplemente: “Ve porque yo estaré contigo”

¿Acaso necesitaba algo más? ¿Acaso puede haber algo más importante para nuestras vidas que El Señor Creador de todas las cosas esté con nosotros?

Así mismo El Señor le hizo esa promesa a Josué: «Yo estaré contigo, no te dejaré, ni te desampararé» (Josué 1:5)

De la misma manera Jesús delante de sus discípulos afirmó su voluntad de estar cerca de ellos cuando los envió a la gran comisión de predicar su evangelio a todas las naciones: y “yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (Mateo 28: 18).

En un mundo de gran soledad, en donde muchos se sienten abandonados y olvidados, que conveniente es recordar la voluntad de nuestro Señor: no te voy a dejar, camina con confianza en este día, no estás solo/a, no te angusties, mis ángeles te guardan, mi presencia te reconforta, mi espíritu te alienta, mis misericordias son nuevas para ti esta mañana, mi amor por ti no cesa, mi vida la he dado por ti.

Nunca te olvides que Él está contigo en cada jornada de tu vida.

Pablo podía decir: no tengo casa, no tengo bienes, no tengo riquezas, no tengo comodidades, no tengo nada de eso, pero en realidad lo tengo todo porque tengo a Cristo en mi vida, Él es el todo para mí. Y Él me ha prometido que en cada jornada está conmigo, que camina a mi lado, que no pasa un segundo de mi vida sin que Él esté presente y aun cuando en las noches descanso, Él vela mi sueño y me protege.

Vive este día con la seguridad de que no estás solo/a.

De la misma manera que El Señor le prometió a Moisés, a Josué y a sus discípulos, también lo hace para ti en este día: ¡Yo estaré contigo!

Si Dios está contigo, en realidad lo tienes todo.

Oración:

Mi amado Dios, hoy me recuerdas que nunca estoy solo/a en este mundo, que tú caminas conmigo y que haces de cada jornada una linda experiencia en tu compañía. Gracias por permitirme disfrutar de tu presencia y de tener la seguridad de que “aunque ande en valle de sombra de muerte no temeré mal alguno, porque tu estarás conmigo y tu vara y tu cayado me infundirán aliento” (Salmo 23: 4).

Enero 16
Guiados por una visión

“Y Jehová me respondió, y dijo: Escribe la visión, y declárala en tablas, para que corra el que leyere en ella” (Habacuc 2:2)

Si yo te pregunto hoy cómo quisieras que fuera tu vida en 5 años, ¿sabrías responderme con seguridad?

No me refiero a que respondas con generalidades: Quisiera ser rico y famoso. O quisiera ser feliz.

Eso no es un objetivo claro, es una generalidad que el común de las personas desea pero no traza un rumbo específico para tu vida. Pero si tú tienes un objetivo claro, entonces puedes enfocarte y no perder el rumbo.

Imagínate un barco que salga a altamar sin rumbo fijo. Cuando esté en la mitad del océano no sabrá cuál es su puerto de llegada porque navega sin rumbo. Pero me sorprende increíblemente que la mayoría de las personas sean como esos barcos sin rumbo que no saben adónde se dirigen y por lo tanto, no solo pierden sus esfuerzos sino que además se frustran fácilmente.

Nuestra vida necesita tener un enfoque y una dirección clara. Por eso Dios te invita a buscarlo a Él y con su divina dirección diseñar un camino, trazar un objetivo, edificar tu visión, tener metas definidas que te desafíen.

Ponle una dinámica a tu vida y ofrécele al Señor lo mejor de ti. El Señor se complace en ver cómo sus hijos usan sus dones y traen fruto de bendición en este mundo.

¿Lo que estás haciendo hoy en día te está conduciendo a lograr los propósitos divinos para ti?

La visión es una concepción que es inspirada por Dios en el corazón del ser humano. Visión es poder ver el futuro antes de que llegue a existir. Es un dibujo mental de tu destino. Dios le dio a la humanidad el don de la visión para que no tengamos que vivir solo de lo que vemos físicamente.

Podemos ver ese propósito por fe. Parafraseando la Biblia, la fe es la sustancia de las cosas que tú esperas poder llevar a cabo, es la evidencia de cosas que tú sí puedes ver aunque otros no las vean.

Este es un buen día para darle enfoque a tu vida.

Escribe tu visión y declárala, “aunque tardare, espérala, porque sin duda vendrá, no tardará”

(Habacuc 2:3).

Oración:

Dios mío, te pido que me ayudes a formar una visión de mi vida unida a tu voluntad perfecta. Sé que fui creado/a para propósitos eternos, por lo tanto, mi vida tiene un sentido y una dirección diseñada desde los mismos cielos. Hoy quiero caminar en tus propósitos perfectos. Hoy quiero avanzar en el camino que tú diseñaste para que transite por él. Hoy quiero hacer tu voluntad y no desviarme. Quiero avanzar a la meta del supremo llamamiento en Cristo Jesús y sé que tú estás conmigo. Amén.

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9781953540300
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