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Y aunque no se tomaron medidas oficiales al respecto; se comenzaron a hacer conferencias en muchas parroquias, para proporcionar puestos de predicación para estos jóvenes puritanos, y así la levadura del evangelio se extendió por Inglaterra durante los reinados de Isabel, Jacobo y Carlos.

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Cada movimiento de ideas necesita su propia literatura, y el movimiento pastoral del puritanismo no se quedó atrás en esa área. En ese sentido, Perkins, un erudito con muchos dones, que tenía un estilo claro y sencillo, fue el pionero en esta literatura. En 1589, comenzó una serie de libros populares escritos en estilo de sermón para promover la piedad puritana: A treatise tending unto a declaration, whether a man be in a state of damnation, or in the estate of grace [Un tratado que busca declarar si un hombre se encuentra en el estado de condenación, o en el estado de gracia] (1589); A Golden Chain [Una cadena de oro] (1590: una proyección calvinista del plan de salvación); Spiritual Desertions [La deserción espiritual] (1591); A Case of Conscience . . . how a man may know whether he be the child of God, or no [Un caso de conciencia (…) cómo un hombre puede saber si es hijo de Dios o no] (1592); Two treatises; of the nature and practice of repentance; of the conflict of the flesh and spirit [Dos tratados; de la naturaleza y la práctica del arrepentimiento; del conflicto entre la carne y el espíritu] (1593); y muchos otros (en las obras recopiladas de Perkins, las cuales llenan tres folios, hay 47 artículos diferentes).

Otros hombres continuaron lo que Perkins inició. Richard Rogers produjo una obra extensa, Seven Treatises . . . leading and guiding to true hapiness, both in this life, and in the life to come . . . the practice of Christianity . . . in the which, more particularly true Christians may learn how to lead a godly and comfortable life every day [Siete tratados (…) que nos llevan y nos guían hacia la verdadera felicidad, tanto en esta vida como en la venidera (…) La práctica del cristianismo (…) en los cuales, de manera más particular, los cristianos pueden aprender cómo llevar una piadosa y cómoda todos los días] (1603; quinta edición, 1630; versión reducida, The Practice of Christianity [La Práctica del cristianismo], o, An Epitome of Seven Treatises [Un paradigma de siete tratados], 1618). John Downame también escribió un folio, The Christian Warfare [La guerra cristiana] (1604). Las obras de Greenham aparecieron en folio en 1599, las de Perkins entre 1608 y 1609; y las de Dering salieron a la venta en 1597. Los folios eran para los libreros de los ministros, pero para los laicos se publicaban los cuartos y los octavos (es decir, libros de bolsillo) en abundancia: Las obras separadas de Perkins, ya mencionadas; los dos libros que fueron la dote de la esposa de John Bunyan, The Plain Man’s Pathway to Heaven [El sencillo camino del hombre hacia el cielo] de Arthur Dent (1601), y The Practice of Piety [La práctica de la piedad] de Lewis Bayly (cuadragésima edición, 1640); The Ten Commandments [Los Diez Mandamientos] de John Dod y Robert Cleaver (1603; decimonovena edición, 1635); y una gran cantidad de sermones expositivos en series temáticas. Inglaterra no había tenido literatura devocional de la que valiera la pena hablar hasta que comenzó esta corriente; por lo tanto, gracias a que escribían utilizando un lenguaje laico, el mismo lenguaje que usaban al predicar, los pastores pronto pudieron captar una gran cantidad de lectores, y la influencia de sus obras publicadas en la primera mitad del siglo XVII tuvo un alcance largo y profundo.

Podemos darnos una idea del impacto que los libros puritanos tuvieron durante dos generaciones si comparamos el ministerio de Greenham en Dry Drayton con el de Baxter en Kidderminster. Greenham trabajó durante veinte años (1570–90) prácticamente sin fruto; Baxter trabajó durante catorce (1641–42, 1647–60), con un grupo de personas «que casi nunca habían tenido una predicación avivada y seria entre ellos», pero a él se le permitió ver que la mayor parte de la ciudad, que constaba de unas 800 familias y 2 000 adultos fuertes, hiciera una profesión de fe significativa. «¡Oh, qué soy yo, un gusano sin valor (…) para que Dios me aliente en abundancia, cuando los reverendos instructores de mi juventud trabajaron cincuenta años seguidos en un solo lugar y apenas pudieron decir que habían convertido una o dos de sus Parroquias!»85 Los medios utilizados fueron esencialmente los mismos en ambos casos; Baxter también podría decir con verdad que había dedicado su tiempo a «predicar al Cristo crucificado para sí mismo y para las personas del campo», tanto desde el púlpito como de manera personal con los individuos; pero la Inglaterra de Baxter, ya estaba fermentada por dos generaciones de predicaciones y escritos religiosos puritanos, de manera que era un lugar muy diferente al que le tocó a Greenham. La que antes era tierra sin arar ya había sido ablandada, las semillas ya habían sido sembradas fielmente durante varias décadas, y ahora había llegado el momento de la cosecha. En ministerios como el de Baxter, el anhelo de ver a las comunidades convertidas, que había llevado a hombres como Greenham y Rogers a sus cargos pastorales, finalmente se estaba cumpliendo.

Aunque, espiritualmente hablando, el sol de la cosecha brilló con un gran resplandor en muchas partes de Inglaterra durante la época del Commonwealth, las nubes de tormenta pronto regresaron y la historia de los «escritores ingleses prácticos y fervorosos» no termina felizmente, sino que termina en medio de sombras muy oscuras. Los puritanos que llegaron al poder en la década de 1640, a pesar de su unanimidad en lo que respecta a la religión personal, no pudieron llegar a un acuerdo unánime en las cuestiones de política (por esa razón, Cromwell tuvo que convertirse en un dictador renuente, contrario a lo que él y la mayoría de la gente deseaba). Y de la misma manera, aunque estaban en la búsqueda de la gloria de Dios en su iglesia, no pudieron ponerse de acuerdo en cuestiones eclesiásticas (por eso Cromwell tuvo que establecer una independencia abiertamente pluralista de un tipo no episcopal, no sociniano, no romano —lo cual fue del agrado de muy pocos).

Además, la excentricidad y el fanatismo vinieron a entorpecer los planes puritanos. Ya que, cuando los pastores insistían en que la conciencia debía ser controlada por la Palabra de Dios, los líderes laicos citaban las Escrituras para instar a los hombres a seguir su «luz interior». Cuando los pastores enseñaban el arte de vivir en esta tierra a la luz de la eternidad, los fanáticos soñaban con la idea de ver el reino de los cielos establecido literalmente en la Inglaterra del siglo XVII. Cuando los puritanos exaltaban el oficio pastoral afirmando que la mente de Dios era expuesta a través de las palabras del predicador, la gente, cada vez que veía a un hombre que fuera suficientemente audaz y desinhibido, lo trataba como si sus palabras y sus ideas fueran dignas de ser esparcidas en público como inspiradas por Dios. Cuando los predicadores decían que el aprendizaje sin el Espíritu Santo no producía un entendimiento de las Escrituras, las personas pensaban que la educación no era necesaria para comprender el significado de la Biblia. Y cuando los pastores puritanos, quienes tenían una formación universitaria y contaban con una verdadera erudición teológica, hablaron en contra de las tendencias de los cuáqueros, los ranters, los muggletonianos, y muchos más, las personas les decían que estaban apagando el Espíritu.

Baxter veía algo satánico en el éxito que los impresores estaban alcanzando en medio de todo eso. En 1653, el escribió: «Confieso que (…) siento preocupación por la lujosa fertilidad de la prensa libertina de los últimos tiempos, pues la considero como un designio del enemigo que tiene la intención de abrumar y sepultar (…) a aquellos escritores excelentes, acertados, y piadosos, que en otro tiempo eran leídos regularmente por las personas».86 La confusión y la inestabilidad, tanto política como espiritual, se estaban extendiendo; el avivamiento puritano se estaba consumiendo; y después de que Cromwell murió, ya nada parecía estar bajo control. Por esa razón, era inevitable que, como una reacción natural, en 1660 ocurriera la Restauración de la monarquía y de la Iglesia de Inglaterra.

Para los pastores, todo eso resultó en miseria, ya que, las leyes vengativas del Código Clarendon se encargaron de infundir miedo, expulsarlos, y reprimirlos. Y debido a que estuvieron dispuestos a mantener diligentemente sus ministerios fuera de la Iglesia de Inglaterra, eran considerados como ministros ilegales, por lo que terminaron siendo encarcelados. Ellos vieron a la Iglesia de Inglaterra rendirse ante el latitudinarismo, el legalismo, la fe ligera y la moral relajada, al mismo tiempo que el país entero imitaba ciegamente a su alegre monarca. Los grandes teólogos pastorales —John Owen, Thomas Goodwin, John Howe, Richard Baxter, Stephen Charnock— escribieron sus mejores obras durante estos años, y también las maravillosas alegorías de Bunyan fueron escritas en este periodo. Pero debido a que los pastores no podían estar totalmente de acuerdo con la afirmación de que la Iglesia de Inglaterra era una iglesia «restaurada», se les prohibió la entrada a las universidades, tanto a ellos como a los jóvenes inconformistas, y eso significaba que no podrían seguir transmitiendo sus conocimientos a otros, para preservar su especie. Por lo tanto, las organizaciones inconformistas que comenzaron a tambalearse cuando entro en vigor la Ley de Tolerancia (1689), terminaron por caer dolorosamente, y nunca más volvieron a alcanzar la estatura puritana que las había precedido. Así que, cuando John Howe, el último gigante puritano, murió en 1705, el puritanismo había terminado.

3

Entre los escritores devocionales puritanos, Richard Baxter fue reconocido desde el principio por la «celestialidad» tanto de su contenido como de su forma. La claridad y la energía, el orden y el fervor, la sabiduría y la calidez, la amplitud y la profundidad, la fidelidad ministerial y la autoridad magistral se unen en todas sus producciones «prácticas y afectuosas». De hecho, sus escritos tuvieron esa pasión impactante desde que escribió su primer libro, El reposo eterno de los santos (el cual comenzó a escribir con la intención de dirigir sus pensamientos hacia las cosas de arriba, cuando pensó que estaba en su lecho de muerte): no solo porque el libro se centra íntegramente en aquello que siempre fue esencial para la piedad que vivió y enseñó, es decir, la esperanza de gloria que fortalece el corazón, sino porque la sublime oleada de su retórica trascendió todo lo que los estilistas puritanos habían logrado hasta ese momento (1649). La prosa isabelina puritana, como la mayoría del resto de la prosa isabelina, era una prosa muy ordinaria; por su parte, los escritores de principios del siglo XVII, tales como Richard Sibbes, Robert Bolton y John Preston tenían más color y viveza; sin embargo, la elocuencia de los escritos de Baxter era tan alta que proyectaba una sombra que era capaz de cubrir a los demás escritores. Su libro «Acerca del reposo «, como él solía llamarlo, se convirtió en un éxito en ventas y, de la noche a la mañana, catapultó su prominencia como escritor de textos acerca de la vida espiritual.

James Usher, el eminente cronólogo bíblico, ex arzobispo de Armagh, tenía un mismo corazón con esta escuela de escritores «prácticos y afectuosos» y apreciaba mucho la calidad de Baxter como exponente de la verdad devocional. Al reunirse con Baxter en Londres en 1654, presentó ante él un proyecto para el avance de la religión en Inglaterra, pues consideraba que Baxter estaba totalmente capacitado para llevarlo a cabo.

En ese breve encuentro que tuve con el reverendo siervo de Cristo, el obispo Usher, todo el tiempo fue demasiado insistente para conmigo, pidiéndome que escribiera un directorio para las diversas clases de cristianos profesos, algo que pudiera servir para instruir de manera particular y precisa a cada una de estas clases; comenzando con los inconversos, luego con los bebés en Cristo, y finalmente con los cristianos sólidos; incluyendo diferentes tipos de ayudas especiales para combatir toda la gama de pecados en los cuales son propensos a caer. Por la insistencia que mostró en nuestra primer reunión, yo me di cuenta de que era algo que había estado en su mente desde antes; y le dije que, en primer lugar, muchas otras personas ya habían abundado en ese tema, y en segundo lugar, que debido a que no conocía mis debilidades, él podía tener expectativas de mí que sobrepasaban mis capacidades reales. Pero él no se quedó satisfecho con mi respuesta, y siguió insistiendo con su petición…87

Tres años después, tras la muerte de Usher, Baxter se dio a la tarea de atender esa petición. En 1657 él escribió:

…he resuelto, con la ayuda de Dios, proceder en el siguiente orden. Primero, hablaré de los pecadores inconversos e impenitentes, los cuales todavía no tienen ninguna intención de volverse a Dios (…) y para ellos, en mi opinión, es necesario utilizar un discurso persuasivo que los despierte (…) Mi siguiente objetivo es enfocarme en aquellos que ya tienen alguna intención de volverse a Dios, y en ese sentido, mi intención será dirigirlos hacia una conversión verdadera y concienzuda, evitando que se conviertan en abortivos de la fe. La tercera parte consistirá en las direcciones para los cristianos jóvenes y los más débiles, las cuales tendrán la intención de afirmarlos en la fe, edificarlos, y preservarlos. La cuarta parte, son direcciones para los cristianos distantes y propensos a apartarse, para buscar su restauración segura. Además de eso, incluyo algunas persuasiones y direcciones breves en contra de ciertos errores particulares de estos tiempos, y en contra de algunos de los pecados mortales más comunes. En cuanto a las direcciones para, las conciencias dudosas y problemáticas, ya he hablado de eso en otro lugar.88 Finalmente, la última parte está destinada más especialmente a las familias, con la intención de darles dirección en lo que respecta a las diversas relaciones de los deberes familiares.89

En esa misma línea de pensamiento, durante los siguientes años, Baxter publicó: A Treatise of Conversion [Un tratado acerca de la conversión] (1657): A Call to the Unconverted [Un llamado a los inconversos] (1658); Directions and Persuasions to a Sound Conversion [Direcciones y persuasiones para la conversión sana] (1658); Directions for Weak, Distempered Christians [Direcciones para los cristianos enfermos y débiles] (1669); Crucifying the World by the Cross of Christ [Crucificando al mundo por la cruz de Cristo] (1658); Catholic Unity[Unidad católica] (1659); Self–Denial [La autonegación] (1660); The Vain Religion of the Formal Hypocrite Detected [La religión vana del hipócrita formalista detectada] (1660); The Mischiefs of Self–ignorance[Las consecuencias dañinas de la auto ignorancia] (1662); The Divine Life[La vida divina] (1664); The Life of Faith[La vida de fe] (1670); y el vademécum familiar fue incorporado al Christian Directory [Directorio cristiano] (1673), «probablemente el mejor cuerpo de teología práctica que está disponible en nuestro idioma o en algún otro», junto con el corto Poor Man’s Family Book [Un libro para la familia del hombre humilde] (1674) y el The Catechizing of Families[La catequización de las familias] (1683). Todos estos libros son un punto culminante en la escritura devocional puritana, y puede ser un punto de partida muy útil para orientar a aquellos que buscan encontrar el camino para adentrarse en el amplio mundo de la enseñanza espiritual puritana.

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Hasta ahora, nuestro análisis histórico nos ha mostrado cuál era el objetivo general y el carácter de las publicaciones de estos «escritores ingleses prácticos y fervorosos». Lo que ahora nos compete hacer es presentar una guía introductoria para entender más de ellos y de sus libros. Y en ese sentido, hay dos puntos generales que nos ayudarán a abordarlos de manera correcta.

Primero, debemos tener en cuenta que la teología puritana práctica era la envidia de los protestantes continentales. Ya que, debido a que tenían que defender su vida teológica en contra de la Contrarreforma romana, y por causa de las incesantes guerras que los atormentaban y los herían, las mentes de las iglesias reformadas y luteranas tuvieron que estar completamente centradas en las controversias que ocurrían a su alrededor, y, por lo tanto, nunca tuvieron la libertad para profundizar en pensamientos acerca de su vida espiritual. En la «Advertencia» de su Christian Directory [Directorio cristiano], Baxter escribió:

Hace algún tiempo, muchos teólogos extranjeros presentaron una solicitud, que fue enviada por el Sr. [John] Dury, en la cual pedían que los ingleses enviáramos un resumen de nuestra teología práctica en latín, por lo cual, doce de nuestros grandes teólogos le escribieron al obispo Usher (…) para que les enviara una forma o un método. Sin embargo, ninguno de ellos se había podido tomar un tiempo para realizar ese encargo. Se dice que el único que había iniciado esa tarea era el obispo [George] Downame, pero lamentablemente murió en el transcurso. Si esa obra hubiera sido realizada, mi trabajo estaría de sobra. Pero debido a que nadie lo ha hecho, he realizado el siguiente ensayo.90

La gran estima que las iglesias continentales tenían por la teología práctica de los puritanos se puede deducir a partir del número de traducciones que se realizaron. El libro The Practice of Piety [La práctica de la piedad] se llevó a un gran número de idiomas europeos. Las obras en inglés de Perkins fueron traducidas en latín, holandés, español, irlandés (gaélico) y galés.91 Por su parte, Baxter fue leído en lugares tan lejanos como Polonia y Hungría,92 y con respecto a las traducciones de sus obras, él escribió en 1691:

Alrededor de doce de mis obras están traducidas en la lengua alemana; y los luteranos dicen que han sido beneficiados por ellas. Algunas están traducidas al francés; una de ellas fue traducida por el Sr. John Eliot al idioma de los nativos de la Nueva Inglaterra. Multitudes de personas testifican que esas obras han sido los medios para su conversión, y que la mayoría de la información contenida en ellas ha servido para su confirmación y consolación. Y mi esperanza es que estas obras produzcan un mayor beneficio para el mundo aun cuando yo esté muerto.93

El libro que se tradujo al idioma de los nativos americanos fue Call to the Unconverted[Un llamado a los inconversos]» que contiene ese tipo de «discurso persuasivo que los despierte» y del cual Baxter escribió en otro lugar:

En poco más de un año, había unos veinte mil ejemplares que fueron impresos bajo mi consentimiento, y después de eso se imprimieron unos diez mil, sin contar muchos millares de impresiones que fueron robadas (…) Por la misericordia de Dios, he sido informado de hogares en los que casi todos los miembros de la familia han sido convertidos a través de este pequeño libro, el cual yo había publicado sin darle mucha importancia: Y por si todo eso (en Inglaterra, Escocia, e Irlanda) no fuera una misericordia suficiente para mí, Dios (a partir de que fui silenciado) ha enviado el mensaje de este libro mucho más allá de los mares; porque después de que el Sr. Eliot imprimió la Biblia en el idioma de los indios americanos, tradujo este libro (…) Pero, además, Dios lo usaría aún más; porque el Sr. Stoop, el pastor de la iglesia francesa se complació en traducirlo al elegante idioma francés e imprimirlo (…) y espero que no sea infructífero allí; ni en Alemania, donde fue impreso en holandés.94

Si nos damos cuenta de que, en su época, los escritos prácticos puritanos fueron valorados en toda Europa (¡sin mencionar Escocia y Nueva Inglaterra!) eso nos puede servir como preparación para valorar estos escritos también.

En segundo lugar, deberíamos apreciar que esta literatura devocional, aunque es «popular» en el sentido de que fue expresada de manera simple y sin presuponer ningún conocimiento técnico, eso no significa que es «popular» en un sentido que reflejara algo trivial, crudo, teológicamente inapropiado, ignorante, inmaduro, o incompetente. El esnobismo moderno del aprendizaje, a través del cual los académicos profesionales se niegan a popularizarse, produce que los que están popularizados se vean obligados a pedir disculpas por no ser académicos profesionales; pero ese no era el síndrome de los escritores del siglo XVII. Los autores puritanos eran hombres eruditos, de mente firme, bien instruidos y académicos, conforme a la tradición de Perkins, a quien Thomas Fuller declaró acertadamente como el pionero que «humilló por primera vez las altísimas especulaciones de los filósofos en lo que respecta a la práctica y a la moral»,95 pero quién en su día también era conocido en toda Europa occidental como un destacado teólogo reformado de la talla de Teodoro de Beza. Para el clero puritano era un privilegio supremo y un deber principal el poder transmitir lo que sabían acerca de Dios, y hacerlo al nivel de la gente común, tanto en sus sermones como en sus escritos, y ellos consideraban que sus escritos prácticos, principalmente el material de sermones, eran tan importantes como cualquier otra cosa que hubieran escrito.

Como todo el mundo sabe, ellos fueron grandes controversistas en cuestiones de doctrina y también en materia del orden eclesiástico, pues ellos lo consideraban esencial para sus ministerios. Ellos afirmaban que los pastores son responsables de reprender la herejía y defender la verdad, para que sus miembros no se confundan, ni se debiliten ni sufran algo peor. La verdad bíblica es algo que alimenta al alma, pero el error humano es algo que mata, por esa razón, los pastores espirituales deben proteger la sana doctrina a toda costa. Como dijo John Owen:

A ellos [los pastores] les corresponde preservar la verdad o doctrina del evangelio, la cual ha sido recibida y profesada en la Iglesia, y su obligación es defenderla de todas las oposiciones en su contra. Existe un fin principal del ministerio (…) Pero el descuido pecaminoso de esa obligación es lo que ha causado que la mayoría de las herejías destructivas y los errores infesten y arruinen la iglesia. Muchos de los que tenían la obligación de preservar íntegramente la doctrina del evangelio, en su profesión pública de la misma, han hablado «cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos». De manera que hay obispos, presbíteros, y maestros públicos, que han sido los principales promotores de herejías. Por lo tanto, esta obligación, especialmente en este momento, en el que las verdades fundamentales del evangelio están siendo impugnadas por todos lados y por todo tipo de adversarios, tiene que ser atendida de una manera muy especial.96

Pero la controversia, aunque era una necesidad dolorosa cuando surgía algún error peligroso, no tenía ningún valor en sí misma, a menos que fuera vista y utilizada como un profiláctico en contra del mal. La única forma de edificar de manera positiva era a través de la exposición directa y la aplicación práctica de la verdad. Por lo tanto, no debería considerarse extraño que los intelectuales y académicos puritanos dedicaran sus mejores esfuerzos a la escritura práctica, viendo los resultados como la corona de sus esfuerzos, y esperando que estos escritos resultaran ser más útiles que cualquier otra cosa que ellos pudieran hacer.

Al darnos cuenta de que, detrás de la elaborada simplicidad de los libros prácticos puritanos se encuentra el cuidado y la competencia de los teólogos brillantes y profundamente instruidos, deberíamos estar dispuestos a estimar en alto el verdadero valor de esta literatura.

Los libros son medios de comunicación de los autores hacia sus lectores, y lo que los autores tienen que comunicar depende directamente de quién es el autor y cuál es su esencia como persona. Existen cinco cualidades positivas que hicieron que constituyeron a los autores puritanos y que les proporcionaron los elementos para plasmar el mensaje que aún es relevante para las personas que los leen hoy en día.

En primer lugar, ellos eran, como ya lo hemos visto, médicos del alma. Ellos valoraban la verdad revelada de Dios por su poder curativo en la vida de los pecadores, y para ellos, las discusiones meramente teológicas parecían ser ajenas a la verdadera naturaleza de la teología. Perkins habló en nombre de todos ellos cuando definió a la teología como «la ciencia de vivir adecuada y felizmente por siempre».97 Y añadió, diciendo: «existe una gran bendición que surge del conocimiento de Dios (Juan 17:3)». Por lo tanto, la teología es esencialmente una cuestión práctica, y se estudia mejor cuando se le da un enfoque que tiene una finalidad práctica directa (o existencial, como diríamos nosotros). Los comentarios de Baxter con respecto a su mala salud en su adultez temprana son significativos aquí:

¡Así me mantuve durante mucho tiempo, con un oído escuchaba los pasos de la muerte acercándose, y con el otro escuchaba los cuestionamientos de una conciencia llena de dudas! y desde entonces descubrí que este método de Dios era muy sabio, y que ningún otro método era mejor para mi bien (…) Eso me llevó a escoger ese método en mis estudios, y desde ese momento comencé a descubrir sus beneficios, aunque en ese momento no me sintiera satisfecho conmigo mismo. También me llevó a buscar primero el reino de Dios y Su justicia, a darle la mayor importancia a la única cosa necesaria; y a determinar primero cuál era mi fin último; por medio de eso terminé eligiendo o rechazando otros estudios, en conformidad a ese fin: Por lo tanto, la divinidad [teología] no sólo fue parte del resto de mis estudios, como si fuera igual que todos los estudios, sino que siempre tuvo el primer lugar y el más importante. Además, eso me llevó a estudiar primero la divinidad práctica, a través de los libros más prácticos, siguiendo un orden práctico; con el propósito de instruir y reformar mi propia alma. De modo que primero me dediqué a leer una gran cantidad de nuestros tratados prácticos en inglés, antes de dedicarme a leer otros cuerpos de divinidad, con la excepción de las obras de Ursine y Amesius98

En otra parte, Baxter recomienda el mismo orden a los demás, y al hacerlo habla en nombre de los escritores «prácticos y afectuosos» como cuerpo. Ellos afirmaban que la verdad revelada de Dios es para promover una práctica que produzca beneficios en la salud espiritual; por lo tanto, la mejor manera de estudiar esta verdad es de forma práctica; así que, los pastores deben predicar y enseñar de esa manera. La doctrina del evangelio debe ser obedecida; y la verdad no sólo debe ser reconocida, sino que debe realizarse, en el sentido de hacer lo que ésta requiere de nosotros. De manera que, el teólogo más bíblico es aquel que es el teólogo más práctico, y viceversa; y a su vez, la manera más bíblica de teologizar es a través del estilo de predicación que contenga la mayor cantidad de aplicaciones y exhortaciones prácticas.

La verdad obedecida, decían los puritanos, producirá sanación. Y esas palabras encajan correctamente con la realidad, porque todos estamos espiritualmente enfermos —enfermos por causa del pecado, el cual es una enfermedad mortal en el corazón. Los inconversos están enfermos de muerte; mientras que los que han venido a Cristo, aunque han nacido de nuevo, siguen enfermos, sin embargo, van sanando gradualmente a medida que la obra de gracia continúa avanzando en sus vidas. No obstante, la iglesia es un hospital en el que nadie se encuentra completamente sano, y todos pueden tener una recaída en cualquier momento. Los pastores no son menos debilitados que otros, por medio de la presión del mundo, la carne, y el diablo; ellos son igualmente afectados por tentaciones de las ganancias terrenales, los placeres, y el orgullo, y como lo vamos a ver más plenamente en un momento, los pastores deben reconocer que aunque son los sanadores, ellos siguen estando enfermos y heridos, por lo tanto, necesitan aplicar las medicinas de la Escritura tanto a sí mismos como a las ovejas que están a su cargo en nombre de Cristo. Todos los cristianos necesitan la verdad de las Escrituras como medicina para sus almas, en cada etapa de sus vidas, y en ese sentido, la elaboración y la aceptación de las aplicaciones prácticas son equivalentes a la administración y a la ingesta del medicamento. La capacidad de aplicar terapéuticamente la verdad de Dios implica la capacidad previa de diagnosticar enfermedades espirituales, y esa capacidad de diagnóstico se adquiere primeramente por medio de la práctica de detectar y darle seguimiento a nuestros propios pecados y debilidades, sin embargo, también puede enriquecerse por otros medios secundarios. La frecuencia con la que los pastores puritanos lamentan su propia pecaminosidad no debe menospreciarse como una convención cultural trivial; más bien, eso debe ser una garantía para nosotros, como lo fue para sus primeros oyentes y lectores, es decir, es algo que nos garantiza que estos hombres sabían de lo que estaban hablando cuando buscaban «rasgar» nuestras conciencias (frase que ellos usaban), y cuando diagnosticaban nuestras enfermedades espirituales y prescribían un régimen de directrices bíblicas para nuestra cura. El secreto de su habilidad para sondear el corazón, clavar al pecado, y mostrarnos cómo el poder sanador de Cristo puede rescatarnos del mal moral y espiritual, radicaba principalmente en su propia auto examinación y su auto conocimiento delante de Dios.

En segundo lugar, ellos eran expositores de la conciencia. Sus escritos prácticos siempre son exposiciones de las Escrituras, dirigidas a los fines que las Escrituras mismas establecen: «para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir [nutrir y entrenar] en justicia» (2 Timoteo 3:16). La hermenéutica puritana, aprendida de la Escritura misma (más precisamente, del uso que el Nuevo Testamento le da al Antiguo), era una hermenéutica que les permitía ver los siguientes aspectos: (1) cómo la palabra escrita nos muestra la naturaleza y las relaciones mutuas entre Dios y los hombres, (2) la forma en la que se vuelve real la relación de pacto de amor en Cristo, y (3) cuál es la manera de vivir una vez que esa relación es una realidad. El método expositivo puritano consistía en establecer las doctrinas —es decir, los principios concernientes a la relación en Dios y nosotros— que estaban implícitas en sus textos, para después aplicarlas. Por esa razón a los escritores se les llamaba «prácticos». Sus aplicaciones estaban dirigidas hacia la conciencia, es decir, presentaban razonamientos prácticos y autocríticos: razonamientos que nos llevan a cuestionarnos con respecto a nuestras obligaciones, nuestras deficiencias, y el estado presente de nuestra relación con Dios. Los puritanos creían que esa era la forma bíblica de exponer las Escrituras, y recurrían al Espíritu Santo en busca de la ayuda para honrar a las Escrituras: por medio de proveerle a la audiencia un buen entendimiento y una convicción de la verdad divina que está siendo expuesta, despertando en ellos un proceso de autocrítica, y proveyéndoles las respuestas apropiadas para respaldar el veredicto al que se ha llegado a través de la exposición bíblica. Estas respuestas abarcaban todas las áreas de la fe, la esperanza y el amor; el arrepentimiento, la humildad y desconfianza hacia uno mismo; la autonegación, la devoción privada y la obediencia; la alabanza, la acción de gracias, la súplica y la adoración; además de los diversos «afectos» resolutivos (no sólo oleadas de emoción pasajera, sino afectos que consolidan las inclinaciones de corazón con un énfasis experiencial) que contribuyen a la comunión y a la unión real con Dios. Su énfasis en la importancia de estos afectos resolutivos, y sus esfuerzos constantes por estimularlos y fortalecerlos (alegría, tristeza, deseo, temor, y muchos otros, todos enfocados hacia un objeto apropiado), explica por qué estos escritores eran llamados «afectuosos».

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713 стр. 22 иллюстрации
ISBN:
9781629462639
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