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Siempre hay que mirar más allá del horizonte. Los nuestros no pueden tener límites, allá donde estás, «sobras», aquí donde estoy, «faltas».

VIEIRA

Día 27 de agosto de 2014. Vieira, mi bella Vieira, pasé hoy por Vieira porque el mar quiero visitar, hace veinte años aquí comía con mi marido, iba a bailar con amigos, yo con mi marido, bellos momentos aquí pasamos. «La feijoada de marisco», bellas invitaciones al final de los espectáculos, los jefes nos invitaban a su arroz de marisco, éramos adorados. Ahora está todo cambiado, hasta el mar está más bravo. Estamos en crisis pero tanta construcción y tanta gente en la calle pide dinero para comprar un poquito de pan, casas cerradas, en quiebra, otros abren y se encierran enseguida porque no consiguen su vida ganar, en lugar de construir cosas solo para sacar dinero para el Estado, al pobre que tiene hambre qué le interesa tanta decoración en las calles, secar el mar no es por eso por lo que las olas paran de pasar por debajo de las toallas que levantaron a los que estaban bronceándose y la gente se levantó y se mojaron todos y yo me partía de risa pero si fuese yo la que hubiese estado en su lugar no me haría ninguna gracia. El mar es falso.

Te adoré años y años, Vieira, pero está todo cambiado, poco se conoce, solo los restaurantes cerca del mar con sus especialidades de marisco, sus congeladores de marisco en la calle para hacer publicidad y el resto nada más. Y enfrente porque está el mar y no lo podemos cambiar. Por eso que quedó la visita para los turistas, comer y ver el mar para tener más apetito y paladar. Yo comí ahí varias veces, pero la primera vez me invitaron dos chicas, dos señoras y a nosotros nos pareció raro, pero después comprendimos que se hacían pasar por amigas porque tenía la matrícula francesa y como ellas sabían que nosotros veníamos de Francia quisieron comer gratis.

Cuando llegas al fin del día y poder mirar atrás y te dices, incluso con las condiciones diarias yo superé ese día y vencí, es un privilegio todo lo que tengo que decir, gracias, mi Dios. Vieira, estuve en la orilla del mar visitándote, paseando entra tus olas, eran tan altas que daba miedo nadar, estabas tan brava que parecía que me querías golpear porque hacía muchos años que no vine a verte. Está todo cambiado, solo las avenidas principales están igual y el mar lo separa e hicieron una ribera con una playa cerca. Y ese día me dieron ganas de reír porque no me sucedió a mí, ¡el viento era tan fuerte!, mi marido me decía que aprovechara porque sería la última vez que lo vería. En eso que viene una ola, pasa por debajo de tres jóvenes que estaban tomando el sol dormidos en la arena, se levantaron asustados porque las playas de Portugal no son como las de donde vivo. Yo quería escribir dos líneas, pero era imposible concentrarme porque el viento me tiraba todo por el aire y mi marido, para contentarme, un vestido me quiso comprar pero yo no quería nada porque el viento me molestaba. Finalmente me compró el vestido, él también compró una camisa y fuimos a dar una vuelta, pasamos por una calle que no tenía salida y cuando vi a la gente yo quería huir de allí porque me daba miedo la manera en que nos miraban, además llevábamos matrícula extranjera. Dimos media vuelta, tomamos nuestro camino y fuimos a ver la Marina Grande que era donde pasamos bellos momentos, donde años atrás hicimos espectáculos en todas las discotecas de alrededor, restaurantes, paseos, amigos, éramos más jóvenes y teníamos más ganas de pasear, etc. Entonces, fuimos a ver la Marina Grande y todo había cambiado, también hacía calor, nos sentamos frente al mar y un helado fuimos a comer. Al final tomamos camino para casa de mi amiga, una vez más íbamos a perdernos. Quien se encuentre en Bajuca tiene que tener la cabeza en su sitio.

Día 28 de agosto de 2014. Vacaciones relajadas, fui al café Casal Novo a tomar un café en batín, diez horas de la noche, esto sí fue una relajación debido a una apuesta. Mi amiga me dice: «Francelina, ¿vamos a tomar café?». Y yo respondo: «voy así, porque yo ya estoy cambiada y voy en camisa de noche y batín», ella me contesta: «no pasa nada porque hay poca gente», y le dije: «¿no te vas a reír?, bueno, yo que no reculo para nada, ¡vamos!», allá fuimos por la noche, yo, ella, José (su Salazar) y mi marido. Ellos tomaron su café, yo quise un helado como una gran señora en camisa de noche. Terminamos, salimos yo iba mirando a todas partes, ahí tenía una vergüenza porque salí disfrazada, pero como el batín era oscuro y llevaba una chaqueta negra nadie vio nada. Yo digo a mi amiga: «aquí llegó mi vergüenza». Ella me respondió: «nadie vio nada, sin embargo, si tú te pusieses a decir estoy en batín la gente te miraría». Fuimos para casa en coche como de costumbre, hacía años que no nos habíamos visto y hacíamos charla todos los días hablando sobre nuestras vidas. Ella me contaba sus penas y lloraba, pobrecita, que me revolvía los pelos cuando ella me decía lo que su madre le hizo, yo le contaba las mías. Nuestro primer encuentro fue en el baile cuando conocí a mi marido y ella iba a bailar con él. Nos decíamos: «hoy nos vamos a acostar más temprano». Parecía peor, todavía nos acostábamos más tarde porque por el día había cosas que hacer, trabajo para ella, yo iba a visitar algunas cosas que necesitaba para escribir mi libro y contra la historia de mi país de origen. Y por la noche comíamos, planchaba, hablábamos de las tristezas de mis hijas, callaba la boca, ella hablaba de la suya. Me contó y yo le ayudé a hacer cosas que me daban mucha pena. Porque una madre hace tanto por un hijo y finalmente todo se queda y encima se debe ocupar de todo.

Día 29 de agosto de 2014. Pregúntenme que es mi deseo para este sábado. Es simple: pedir a Dios que bendiga la vida de todos mis amigos y familiares que no falten bendiciones y la protección divina. Me levanté como de costumbre, siempre tonta de la cabeza, pasando mal la noche, la mañana para mí triste pero que mis ideas eran siempre las mismas, quería ver a mis hermanas y no encontraba la manera, llamaba pero nadie respondía. Estoy pensando si lo hacían a propósito o mis sobrinas no se lo dijeron a sus madres porque ellas tienen internet y yo le escribía pero nunca obtuve respuesta y me voy triste porque no era esto lo que yo había decidido y ustedes no volverán a verme. Pero entonces yo tomé mi desayuno, ya poco comía y mi marido me dijo de ir a dar una vuelta. A mí lo que más me gustaba era ir al monte a coger piñas, tengo muchas y de mucha calidad que he ido trayendo de muchos lugares donde iba a bailar, un día voy a hacer una hoguera. Son los recuerdos que traía cuando iba a hacer un torneo, traía una piña de por donde pasaba y diferentes flores salvajes.

Entonces fuimos a San Pedro de Moel, estaba todo cambiado, como yo, yo por ser mayor y los pueblos por cosas nuevas. Qué pena es, mi gente, que nosotros no podemos cambiar las paredes de nuestro cuerpo y las ideas que son feas por las bonitas y que nuestras piernas puedan moverse, pues todo se puede cambiar. La realidad es que sería formidable, pero no es verdad. Vamos haciéndonos viejos, vamos bajando y los nuevos detrás, muros, se están formando y así vamos dando camino a todo el mundo, pues nadie aquí se queda, solo los monumentos, estructuras y paredes montadas, lo demás no se queda, no vale la pena ser codicioso ni envidioso ni tener maldad porque de este mundo no nos llevamos nada. Miren el bien que hicieron y otros el daño que dejaron, no hay nada en este mundo que no se pague de una manera u otra, pobre o rico, nos vamos todos.

Día 30 de agosto de 2014. Que Dios les ilumine su camino y los sueños de esta noche y traiga en su nombre, un día, una fuente grandiosa con lo mejor de todo lo que exista. Llegó el día, Olivia corría de aquí para allá, cogiendo la leña seca del terreno de su hija, la mujer de limpieza limpiaba la casa para que sus nuevos inquilinos entraran. Mi marido la ayudaba un poco, tomamos el desayuno y seguimos trayendo las cosas desde la casa de su hija a la de su madre, la pobrecita que estaba sola y tenía mucho trabajo, llegamos a mediodía, fuimos a comer a casa de su querido futuro Salazar, aunque este ni las moscas mata y además dicen que Salazar no se llevó nada con él, pero este no da nada de él. Y, con los hijos presentes, se almorzó, se terminó y volvimos a casa otra vez para trabajar y terminar de poner todo al día, antes ella me llevó a un lugar para que me ayudaran a instalar internet en mi ordenador, pero lo hice porque me pidieron cuarenta y ocho euros y dije que era caro, al final en Vila Praia de Âncora encontré la instalación de dos años y solamente pagué diez euros por la tarjeta. Fue eso lo que yo gané, en el camino encontré un veterinario y compré comida para el amor de mi vida, mi perrito, y vinimos a casa para seguir con nuestras tareas. Además, queríamos ir a bailar por la noche e hicimos cena, Salazar (José) y nosotros comimos cosas que había en casa, pero llegaron los dichos futuros inquilinos y nos retrasaron nuestra noche, al límite de querer ponerlos puerta afuera, pero tenían a gente de su familia y tuvimos que tener un poco de paciencia. Entonces comimos, nos pusimos a punto y fuimos a bailar por última vez a Kiai. Ni tuvimos el placer de divertirnos, ni de que nos aplaudiesen, ni de decir: «adiós, hasta la próxima, tal vez».

Día 31 de agosto de 2014. Son las 18.15 horas, ¡qué pena!, hoy es domingo y día del Señor, por favor, voy a trabajar, ¿Dios ahora lo perdona? Me levanté por la mañana y me esperaban para desayunar, yo pensaba que era día de reposo y que íbamos a descansar, mi amiga iba de aquí para allá porque la casa de su hija tenía que preparar para sus inquilinos porque al día siguiente debían entrar, el 1 de septiembre. Y, entonces, vino su ayudante con la costumbre de trabajar para todo limpiar, pero la tarea es tan grande que por la mañana no pudieron terminar. Y yo como poco podía hacer, como me dicen, «estás enferma para trabajar, pero no para bailar». La verdad es que fuimos a Kiai la noche del sábado y nos acostamos a las dos de la mañana, pero por la mañana nos levantamos como de costumbre. Yo, con los dolores que tengo, me cansa más andar que lo que hago, no duermo por la noche y de día quiero escribir, aunque esté muy entusiasmada me adormezco sentada. Llega el mediodía, vamos a comer al restaurante, yo como poco, pero me apetecía ir a pasear, aunque llega la hora de salir y me dicen: «vamos a la fiesta» yo pregunté a cuál, me dijeron: «a la de la Ilha que hacen comida», entonces fuimos a comer allí, no me interesaba pero visité y compré recuerdos para ayudar a los artesanos, nos hicimos fotos con motos de colección, Lambreta y otros modelos. Y encontramos a los curas que servían a la iglesia de la Ilha durante años y años, el tiempo era formidable, pasé un buen momento, tomé fotos con esos curas y familiares de ellos y mi amiga nos presentó. El día pasó, después otra vez volvimos a tomar café, quien quiso, y comimos el dulce de Ilha. Cogimos el coche y otra vuelta en la Ilha, llegó la noche y fuimos a cenar pero nadie tenía hambre, uno decía: «quiero solo esto», otro: «yo solo quiero aquello». Al final hicimos una mezcla, uno pidió pasteles de bacalao, otro rissóis, otro ensalada, otro carne rellena, una botella de vino rosado, terminamos el día encantados y con alegría, ¡vamos todos a la Ilha!

Día 1 de septiembre de 2014. La sorpresa fue que fui a la escuela de mi amiga, ¡los precios son tan caros! dos horas cuesta tres euros por persona y había gente que ni dinero tenía en el bolsillo, de esa manera ni para la gasolina va a ganar. Quisimos ir a comer un helado y ni dinero ganó para eso, ¡qué miseria! yo sé que adoramos nuestro trabajo pero parece que abusan, los hombres iban a bailar con las mujeres y las mujeres con los hombres, pero debían dar valor al trabajo del artista, ya que son muchas horas, kilómetros, cansancio, mantener el coche, etc., la gente no se da cuenta, más vale hacer como la cigarra, en lugar de trabajar, ir a bailar y a cantar. Así esa gente no aprende para ir a pasear las bellas noches en los brazos de sus amores. No hacen esfuerzos ni de espíritu ni de cabeza, por lo que no aprenden la luna, pero como el pobre profesor pasa dos horas por tres euros, deben picarles en la cabeza para que ellos aprendan a bailar, como no es caro prácticamente ni escuchan lo que les están diciendo, si les aplicasen una tarifa firme ellos prestarían más atención. Por eso, me decían que abriese una escuela y fui un mes para ver cómo funcionaba, había quienes se enamoraban, aprendían y repetían para aprenderlo. Pero otras iban solo para ver lo que pasaba y al mes siguiente nadie los volvía a ver, otras no tienen vergüenza de decir: «iría si pagase un euro por hora» si fuese así, ¿quién pagaría el local? ¿Y el tiempo? Soportando a gente pesada, no, mi gente, prefiero estar tranquila. Aquí tenemos packs por veinte euros al mes, seis euros por hora, por eso, la gente coge el pack, y la gente viene a aprender a bailar y no a arrimarse que es lo que hacen algunos.

Día 2 de septiembre de 2014. Mi marido fue en pijama al comercio a comprar me quedé toda la mañana en camisa de noche. No tenemos respeto ninguno, van a decir a mi amiga: «qué miserables tenía en su casa». Son las 14.30 de Portugal, te espero, la primera y la última vez, luego vemos la playa, solo te contaré luego, por el momento no veo dónde voy. Me encantó Leirosa, mi amiga Olivia y mi marido fabricaron una tienda como los gitanos y al final vamos a tomar la merienda y es la primera vez que estoy en la playa, estaba la lonja en la playa para vender el pescado en subasta para los turistas. Encantadas entraron con el culo lleno de arena pegada, en el mar no me he bañado pero me da la impresión de que estaba toda pegada, mi amiga y su marido se cachondeaban de mí diciéndome si quería que me empujaran. Ahora bien, con la dificultad que tenía de subir aquellas escaleras de buchú, hechas de cuerda gorda torcida, escaleras hechas más de arena que de piedra, pensé que tendría que venir un tractor para subirme, tenía tanto dolor en las rodillas, el mar lo vi desde lejos, me mojé los dedos de los pies y huí con miedo de que corriese detrás de mí, para no olvidarme traje una foto de la pescadera con una canasta en la cabeza. Para oler bien fui a Carreiro da Guia a una perfumería a buscar un perfume para recordar que las sardineras olían bien, yo no tuve suerte de comer porque estamos de vacaciones y nos pasamos la vida corriendo. Estamos llegando al final de la fiesta, pero me voy contenta porque me voy con muchas flores para plantarlas, si ellas me dan el placer de no secarse antes de que llegue a mi casa, porque ellas todavía tienen muchos kilómetros que hacer y atravesar muchos pueblos. Si un día me crecen, mi amiga Olivia que me las dio dirá que fui con las plantas de aquí y de allá, atravesando desde el sur hasta el norte de Portugal y, después quince días más en el norte de Portugal para terminar en España, en Villajoyosa, en mi jardín perfumado de flores y mi rincón de reposo donde quien me las dio me prometió que vendría a visitarlas. ¿Será verdad? Pero lo peor es que querría saltar para recibirla, pero tengo miedo de que estos malditos dolores no me dejen vivir unos momentos agradables con ellos porque ella no va a correr detrás de las gallinas y de los patos, su amigo José, Salazar II, va a estar contento porque el pato no le va a hacer daño al diente, pero un problema más porque uno tiene gota, otro azúcar y otro es alérgico a las aves, otro solo querría tener una vaca en el jardín y sacar un bistec todos los días, pero también vendíamos ferritina y colesterol, yo doy lo que tengo porque si quiero vender me traen todo a casa: fibromialgia, gastritis, colesterol, osteoporosis, artrosis, soy la más rica ¡no quiero pobres en mi casa! Y más ahora que ya leo libros de Salazar y entonces, mi gente, vean bien yo, que prácticamente era analfabeta, dentro de poco pienso ser poeta pero mi traductor es muy lento. Para leer mis poesías pienso solo cuando esté acostada en el cementerio.

Debido a que cada vez que me traduce grita y sopla, entonces solo así puedo escribir tres al mes y pedir con mucho cuidado, porque de lo contrario no voy a llegar a leer mi libro de la poeta portuguesa que pasó por España hacia Francia, como era lenta la enviaron por el mismo camino para terminar en medio del camino, en España. Pero yo voy a hacer como la araña, voy a tejer mi tela siguiendo y siguiendo a ver si llego a mi destino, más lejos no puedo ir, tengo que quedarme aquí encerrada entre líneas para terminar mis poemas en este pueblo que será ahora para mí, Villajoyosa, hermosa.

Las flores y los amigos hay que saberlos cuidar, las flores sin agua se secan y los amigos sin cariño mueren.

VACACIONES EN EL SUR

3 de septiembre de 2014, once horas. Hoy es el último día, última noche de trece días, detesto el número trece, pero bueno. Solo pensaba en pasar dos días para ver las flores, voy a ver mis árboles, mis verduras, vamos a bailar a Kiai, veremos qué pasará, vamos a la fiesta, ahora vamos a ver la casa de las flores y hoy nos vamos a la playa, tú puedes ir a darte un baño, pero los viejecitos y yo que viejecita me estoy haciendo. A Portugal vine para ver a mi familia y ni a uno encontré, al sur fui a buscaros, venía a deciros adiós, pero no me quisisteis ver, os arrepentiréis porque yo traía tanto amor para daros y ahora si queréis verme tendréis que desplazaros porque yo no volveré más. Vine a ver a mi amigo de Ourém, Agustín, ¿él tampoco? Os habéis puesto de acuerdo todos para no verme. Pues yo pensaba que iba a partir y que me iban a echar una lágrima, pero las únicas lágrimas son las mías, ¿nadie quiere mi tristeza? Ella es amarga, hablo mucho, pero hago reír a mucha gente, solo algunos de mi familia entienden mis anécdotas, no hay palabra, es decir, algunas no vinieron a escuchar lo que los demás tienen ganas de vomitar por la maldad, veinte años pasaron y no me había dado cuenta, pero un día, para que vean que los animales son más sinceros, que a la familia me encontré por Facebook y un perro negro me pide amistad, pero yo me dije que no le conocía, pues ese tal Kisomba me respondió y me invitó a su casa, una vez más no voy a decir lo que no quiero decir. Mi amiga me esperaba inquieta porque me perdí y mi teléfono no funcionaba. El lugar era tan anticuado que hasta un taxi tuve que pagar para encontrar la casa y llegamos de noche. Kisomba, a cuatro patas, estaba a la espera junto a su dueña de dos patas, fuimos recibidos con los brazos abiertos, puede hablar todo lo que quería, pero no decía qué quería porque no me entendían, hablé con las flores, las frutas y las aves de todos los colores. Los patos amarillos hacían «pío, pío», otros «glu, glu», otro «cucurucú», otros «miau, miau» y mis conejitos que corrían de felicidad. Olivia que se pasaba la vida corriendo, »ahora voy a regar, o llevar de comer a mis animales» y ya era la hora de trabajar, volvía a casa, tomaba su momento de entrenamiento haciendo sus flexiones, descalza, practicando y parecía eléctrica, ella no sabe su signo, seguro que es escorpión, por eso que las dos somos como el pájaro carpintero. Somos iguales, no en el tamaño porque ella es grande y yo pequeña, yo tengo dos hijas, ella una pero somos madres, por interés y contar las miserias de los demás, no servimos para nada y si no andamos derechas ahí se oye cada una que parece que algunos se hacen sordos porque les interesa, Dios nos dio oídos, pero sabe Dios cómo somos heridos. Entonces les digo que mis vacaciones terminan hoy. Mi conductor está preparando el coche para mañana tomar el camino, yo quería ir a la escuela 1234 para aprender a bailar, ¡pero ahora…! Comí frutas, verduras y todas las delicias que ella tiene en su jardín, es un amor de amiga. Pero comemos, hicimos pipí y todo tuvo que quedarse aquí. Hoy, como de costumbre, ella es la cocinera por lo visto se enfadó con las gallinas, les cortó las patas y el cuello porque hoy por la noche va a comérselas, para que vean que es una salvaje de la selva, descalza, cada día corre para aquí y para allá. Pero cuando salió, mi señora, ¡qué elegancia! mi Kisomba. Por eso, la señora ha ido a buscar a los polluelos para ver si mañana, por el camino, deja a la gallina para dejar la raza de los polluelos de ella, ¡conmigo no tendrías suerte!, si quisieran comer animales moriríais de hambre porque yo solo mato moscas.

Asaltar la tierra de la casa del padre, porque ellas me picaron. Las abejas pican pero yo las dejo porque ellas dan miel para dar a las personas para endulzarles la maldad y para que no me piquen. Ahora, mi amiga, mañana ya me voy sobre esta hora, qué contenta vas a estar con las piernas estiradas, la cocina limpia y nadie para molestarte ni ensuciarte la casa, ni ruido, ni a tu amiga para molestarte, acostarte a la hora que te dé la gana, no tienes a la pesada para quitarte tiempo hasta contarnos las cuatro miserias. Pues nosotras dos no escribiremos un libro de nuestra vida, escribimos uno que dé la vuelta al mundo, pues yo solo puedo decir que quería irme a mi casa pero ahora tenemos que tener palabra, tengo que ir hacia el norte, a la ciudad Praia de Âncora. Pero tengo el presentimiento de que va a ser como yo pienso, es raro que yo me equivoque, después te contaré las cosas, pero no el dinero porque nosotras nacimos pobres. Solamente somos ricos de pobreza pero somos nobles, serias, trabajadoras, artistas, bailarinas, quién diría un día que acabaría siendo campeona, en medio del campo y del monte con las cabras y las ovejas, pero ya veis que cuando somos obstinados y queremos, ¡vencemos! Incluso soportando cosas que no nos gustan y ni queremos hasta nuestros obstinados maridos cuando gritan y son ellos los que tienen siempre razón ¿verdad? Ahí nos hacemos las sordas pero dentro duele, una piedra de un molino para hacer harina que mueve las gracias y nosotras o nos callamos o lloramos con lágrimas. Los años tristes que ya pasaste, te fuiste lento y ahora que podía ser más alegre continúo llorando pero ahora ellos corren tan deprisa dentro de poco tempo el resto de nuestra vida se va a separar el camino para otro lado y todo está terminado.

Qué tarea es preparar las maletas de este viaje, doblar y desdoblar, pasar, coger lo que llevo para el marido, para los domingos y salidas y días de la semana. Es que va a vestir con esto y aquello, yo entonces que soy maniática, enseguida me agobio. Llevo la ropa de todos los estilos, un poco de todo y, al final, llego al destino, pongo todo colgado, no me gusta nada desordenado. Es porque no veo que vaya a ir a ningún sitio de grandes lujos, me quito la ropa y la lavo. El día siguiente está seca y vuelvo a ponerme la misma, al final ni valía la pena deshacer la maleta ni traer un cuarto de ropa porque ni siquiera la vestía y siempre las mismas cosas y cada vez que me voy hago lo mismo, llevo todo lavado y planchado, pero cuando vuelvo a casa da igual si la ropa está sucia, limpia o planchada, lo lavo todo de nuevo. Por eso, paré la competición de la danza, porque llegaba con mis vestidos y llevaba todo, primero, los estropeaba, segundo, mucho trabajo y tercero, pensaba que no contaba nada porque él no hacía nada, para él era simple porque le ponía todo en las manos, lo acostumbré a hacerle todo, por eso, la culpa era mía, ahora terminaron ciertas cosas y dejé de hacer otras y aunque no es de mi agrado no digo nada porque si no él grita y después no hace nada. Ahora estoy aprendiendo a vivir porque cuando era joven era una esclava de todo porque nada estaba a mi gusto. Ahora dejé de hacerlo y no es por eso que voy a dejar de vivir, pero cada cual es como cada uno, unos hacen todo y otros nada y al final me decían que yo era boba.

Al cantar, nuestra vida, es como una flor, tiene otro colorido y nos trae sentimientos que tienen brillo y esplendor, así nos llena el alma y satisface. Por eso, no te inhibas de cantar, recrea tu vida alegremente pues siempre fue mejor que llorar, pero no quieras cantar en tono de enfermo. Olvida tu dolor, las letanías jamás te han de traer felicidad, con ellas vas sufriendo y te marchitas. Canta sin prejuicio, sonriendo, con pruebas revestidas de verdad, porque lo mejor de la vida está por venir.

CARRETERA DE LA GRANJA

Vuelvo a mi pequeñina vida, pobre niña despedida de la vida. Mi padre hizo todos los trabajos que le proponían aquí que era solo un camino y mi madre también iba a trabajar para el mismo jefe que eran los Nortâo de Matos, mi padre trabajaba arrastrando la tierra para hacer esa llamada «carretera de la Granja». Mi madre hacía de costurera de la familia y entonces yo me quedaba en casa cuidando a mi hermana que era más pequeña, bebé. Y mi padre me hizo un juguete que era un carrito de hilo de costura metido en un hilo de hierro, yo adoraba mi juguete, pero un día me quedé en casa como de costumbre cuidando a mi hermana que estaba en la cama de mis padres, ella era bebé y mis padres tenían gallinas, yo tenía la orden de no dejar entrar a las gallinas en casa y de que mi hermana no cayera de la cama. Pero poca suerte tuve, las gallinas entraron por debajo de la cama y yo las fui a chutar y se me engancharon mis largos cabellos en el hilo de hierro que tenía por debajo de la cama. Para chutar a las gallinas partí mi juguete que había hecho mi padre, yo dando en el suelo con él para que las gallinas fueran hacia fuera y finalmente me quedé presa hasta que mi padre llegó a casa. Llevé una buena y mi hermana cayó en el orinal que estaba en la habitación y tenía el pipí dentro. Mi padre era un hombre trabajador, pero muy duro con mi madre y con sus hijos. Yo no creía que las cosas fueran justas, si perdíamos alguna cosa no lo hacíamos queriendo. Pero mi padre o era la miseria u otra cosa, no lo sé, se quedaba ciego y no veía dónde daba y eso no se me olvidará incluso con todo el amor que tengo, sin odio ninguno, pero hoy con mi edad creo que era el vino.

La vida no tiene sentido, de vez en cuando, lo tiene porque se lo construimos, sacándoselo de las entrañas, a golpes de ganas, a golpes de suerte.

LAS SEÑORAS CHIC SIN DINERO

Les voy a contar una experiencia que pasamos mi marido y yo, nunca debemos fiarnos de las apariencias: Rosa María y su hija Elisabeth parece que se sentían imantadas a nosotros, todos los años el azar hacía que siempre se acercaran a nosotros. Los días y semanas pasaban y se aparecían todos, siempre detrás de nosotros para todas partes, quien viera a estas dos criaturas que parecían mujeres de bien. Pero justamente eran pobres que solo querían estar mantenidas por otros, pero se las daban de poderosas, con ropa de la mejor y más cara. Hacían régimen pero cuando los otros pagaban me preguntaba dónde metían ellas tanta comida. Señoras con estudios, su madre tenía un puesto en un trabajo del Gobierno, según ella me decía, pero este mismo año acabé sabiendo que era amante de un comandante, la hija era pintora pero los cuadros no los vendía porque no tenía a quién. Ella quería venir a España para hacer una exposición, pero yo le quité la ilusión, porque la vida estaba poniéndose mal en España, y además ella quería que mi casa fuese su hotel y yo no estuve de acuerdo. Además sabiendo quiénes eran las personas que no gustaban de trabajar, solo pasear y no estropearse las uñas, no tenían dinero pero cuando un día yo dije que me pidieron por veinticuatro mil escudos por dormir frente al mar y yo lo quería con vistas para atrás ya que eran solo veintidós mil, pues le respondí a la recepcionista que yo por la noche iba a dormir no a ver el mar, les conté esto. Pues esta tal Elisabeth me dijo que no era caro, yo le dije que para qué pagar dos mil más frente al mar si yo iba a dormir. Pues ella me respondió: yo ya he dormido en más caros, yo por la noche no dormía, tengo otras cosas que hacer. Yo me quedé avergonzada y me dije, esta no es gente para ser mis amigas, no somos del mismo mundo, se aprovechaban de la gente, perezosas, solo querían chulos, se lo dije a mi marido, que esto iba a terminar.

Bueno, nosotros todos los años íbamos a Portugal, yo tenía a mis padres y ahí me llevaba siempre la misma dirección porque quería ver a mis padres. Pasaba quince días con ellos y después iba a Lisboa y a otros sitos para visitar los monumentos de las raíces donde nací. Y las tardes iba a la playa a San Pedro de Moel porque esas personas eran de Marinha Grande y como nosotros nos conocemos como les dije ellas tenían una casita alquilada al lado en la playa de Marinha. Nos dijeron que si llegábamos primero nos esperásemos en tal sitio. Pero yo le dije, pero la gente nos va a decir que esto está alquilado y ellos no dijeron: «es el número 22 y diga que somos amigas». Bueno, así se pasaba y al final cada uno iba a su casa y dábamos cita donde ellas conocían, íbamos a bailar y comer.

Los años pasaron y yo me hinché de la historia, veía las cosas y tanta manía que me enervaba. Y un día cayó que ella me dijo que fuera a comer a su casa, para mí fue una simple curiosidad. Mi gran sorpresa fue que vi en su escritorio una cocina pequeñita y pusieron una mesita con cosas muy delicadas, con comidas, salmón frito y otras cositas más, tortas hechas por su hija que era muy habilidosa y fina también. Y, como de costumbre, tengo ganas de hacer pipí y lavarme las manos antes de pasar a la mesa cuando ella me muestra el baño me quedé sorprendida y mi marido, se lavaban las manos en una palangana, ni ducha ni bañera tenían y el váter estaba descolocado del suelo, hasta fue mi marido quien lo reparó. En fin, el triste mínimo y nada más vi de la casa, yo pienso que debía de haber dos habitaciones más, una debía de ser la habitación y otra no sé. Sus cuadros pintados estaban en el pasillo. Yo me quedé muerta al ver que eran tan chic y que vivían en aquella miseria, le pregunté a mi marido de dónde vendría el dinero de estas dos mujeres que me decían: «vi un bañador en tal sitio en rebajas, quince mil escudos, mamá, tienes que comprármelo, mamá», la madre responde: «sí, Betinha, mañana llevamos nuestro coche».

399
573,60 ₽
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0+
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412 стр. 5 иллюстраций
ISBN:
9788411142663
Издатель:
Правообладатель:
Bookwire
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