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Paranoid, la chispa que prendió todo

Paradójicamente, uno de los temas que ya tenían hechos y que venían tocando en los conciertos se llamaba «War Pigs». Warner también sabía eso cuando decidió cancelar esa primera gira por Estados Unidos, y es que Charles Manson y sus seguidores llegaron a firmar con sangre alguno de los escenarios de sus crímenes usando la palabra «pigs» (cerdos, en español). Entre su imagen misteriosa, las asociaciones con el satanismo y «War Pigs», Black Sabbath era todo un riesgo de relaciones públicas para Warner en aquel momento.

Inicialmente, la canción se iba a llamar «Walpurgis» y estaba inspirada en la festividad pagana «Noche de Walpurgis» que Geezer, autor de la letra, había conocido a través de la novela The Devil Rides Out de Dennis Wheatley, que acabó teniendo su propia película protagonizada por Christopher Lee y conocida en español como La novia del Diablo (1968). El argumento consiste en dos amigos que rescatan de una secta satánica a otro colega, y la cosa acaba escalando hasta que el líder de esa secta les persigue y utiliza la magia negra para invocar al diablo. En esa enrevesada trama se basa la letra de «Walpurgis», en la que se mencionan brujas, pecadores, curas y a Satán. Llegaron a publicarla con ese nombre como rareza en vinilo, aunque finalmente, siguiendo los consejos de su discográfica para evitar más polémicas, acabaron cambiándole el título a «War Pigs» y Geezer modificó la letra, incluyendo ahora un mensaje contra los «políticos malvados» que «crean guerras por diversión». Desde luego, en plena Guerra de Vietnam, con miles de jóvenes estadounidenses esperando una llamada para ir a combatir, tenía un significado más vigente y un poder mayor de conexión con la sociedad de aquella época, y más con las imágenes tan explícitas que construían sus versos, que dibujaban «cuerpos ardiendo» en el campo de batalla y rodeados de «máquinas de guerra».


La novia del Diablo, un film del que Geezer extrajo la inspiración para «War Pigs».

Musicalmente es un corte que roza los ocho minutos, lo contrario a comercial para cualquier radio, y que se asienta en las mismas bases que la canción «Black Sabbath», a ritmo lento y pesado. Esta vez, unas sirenas suenan de fondo en la introducción hasta que aparece ese riff cortante sobre el que Ozzy, con Bill marcando el ritmo con el platillo, canta a capella la pegadiza melodía de las estrofas. Todo lo demás es un delirio instrumental en el que Tony lleva la batuta con pasajes de guitarra influenciados por el blues y la psicodelia que acabaron dando forma a otro clásico del rock.


Ozzy cantando a capella la melodía de las estrofas de «War Pigs»

En estos meses del año setenta empezaron a establecerse los roles que desempeñaba cada uno de ellos en el grupo y que se mantuvieron en el futuro: Geezer escribía las letras, Tony se encargaba de los riffs de guitarra sobre los que partían todas las canciones y luego Ozzy hacía las melodías vocales, aunque a veces se limitaba a seguir lo que hacía la guitarra pero más agudo. Bill, con su peculiar manera de tocar la batería, le daba mucho aire a los temas, con muchos silencios y una clara influencia del jazz. El resultado era una mezcla nunca antes escuchada en la música.

Otra de las composiciones que tenían a medio hacer era «Iron Bloke», que llamaban así porque a Ozzy aquel pesado riff del principio le recordaba a un «hombre de hierro andando muy lento». En realidad, se acabó llamando «Iron Man» porque Geezer estaba obsesionado por la literatura de fantasía y ciencia ficción. Si «The Wizard» estuvo influenciada por Tolkien, «Iron Man» parece un claro guiño a Tony Stark, el personaje que da vida a Iron Man en los famosos cómics de Marvel, aunque la letra no tiene nada que ver con él. Geezer quería mandar el mensaje de lo peligroso que puede ser para el hombre dejar que la tecnología tome el control, y por eso se inventó al protagonista, un viajero en el tiempo que vio el apocalipsis en el futuro y que volvió a su época para advertir del peligro. En el proceso se vuelve de acero y se queda mudo, por lo que acaba convirtiéndose en el hazmerreír de la sociedad. El giro de guion es que es él mismo, furioso por la impotencia y la reacción de sus congéneres, quien acaba provocando el apocalipsis. «La letra se basa en Jesucristo, que primero fue un héroe y luego un paria repudiado. La diferencia es que Iron Man se vengó en vez de perdonar a sus enemigos», acabó confesando tiempo después Geezer.

Otras letras que vinieron después tenían también ese componente de ciencia ficción, como es el caso de «Electric Funeral», en la que Geezer describe un futuro en el que la mitad del planeta ha sido aniquilado por la radiación de una guerra nuclear. Sin embargo, no se olvidaba del mundo actual y de los problemas del presente, como demuestra «Hand Of Doom», que habla sobre la adicción a la heroína.

Una de las que menos sonaban a los oscuros y pesados Black Sabbath era «Planet Caravan», una balada en la que la suave voz de Ozzy se desliza entre una sección de percusión, la línea de bajo y unos arpegios de guitarra eléctrica sonando en limpio. No hay ni rastro de la rudeza ni de la distorsión ni de las bases rítmicas atronadoras por las que el grupo se caracterizaba. Incluso hay un pequeño experimento con una flauta, que grabó Tony y que le da ese toque casi alien al tema, y ya al final, para rematar, aparece un piano. El esqueleto musical fue idea del propio Tony, que tuvo que explicarle a sus compañeros que una canción así de «suave» servía para hacer que el resto de canciones sonaran todavía más potentes de lo que eran. La letra, escrita por Geezer, habla de dos amantes flotando por el universo y, en general, el corte sirvió como prueba de la versatilidad que estos cuatro chicos escondían. Como curiosidad, Pantera, un grupo que apareció en los años noventa y que redefinió la música metal con la agresividad y brutalidad sonora como bandera, hizo una versión de esta pieza en su álbum Far Beyond Driven (1994), ayudando a alimentar eso que dicen de que las mejores baladas son las que hacen los grupos heavies.


Pantera, una banda de groove metal que permaneció activa entre 1981 y 2003.

Todo el proceso de preproducción y ensayos de estas canciones fue en un viejo granero de Monmouth, pequeña y tranquila ciudad al sureste de Gales. No querían repetir la sensación de agobio y falta de tiempo del primer álbum, y aprovechando que les dieron más recursos y presupuesto tras su éxito comercial, esta vez lo prepararon todo bien. Una vez que tuvieron siete canciones listas, en las que se despacharon a gusto incluso metiendo un corte instrumental con un solo de batería de un minuto («Rat Salad»), volvieron a los estudios Regent Sound de Londres, los mismos donde grabaron su debut.

Al terminar de grabar casi todos los brutos, se fueron hasta los lujosos estudios Basing Street de Notting Hill, en Londres, donde los propios Led Zeppelin, grupo de moda y éxito, acababan de grabar el que acabaría siendo uno de sus discos más míticos, Led Zeppelin IV. Allí nuestros protagonistas retocaron algunas pistas y se llevó a cabo el proceso de mezcla. Entonces el productor Rodger Bain les dijo que necesitaban llenar unos tres minutos más y les preguntó si se les había quedado alguna canción en el tintero. Les sugirió que una más comercial estaría bien. No tenían nada en reserva, por lo que aprovecharon para hacer una pausa para comer y, al parecer, ahí fue cuando a Tony se le ocurrió uno de sus riffs. Al volver al estudio, empezaron a tocar sobre esa melodía y en menos de media hora tenían compuesto «Paranoid». A Bain le encantó y pidió que la grabaran. «¿Estás de broma? Nos la acabamos de inventar», respondieron. El productor les insistió en grabarla, pero Geezer se negaba porque le recordaba mucho a Led Zeppelin. «Para mí, "Paranoid" era como un remake de "Communication Breakdown" de Led Zeppelin y no quería grabarla», confiesa el bajista. De hecho, ya miró para otro lado cuando grabaron aquel solo de batería de «Rat Salad», que le recordaba al que John Bonham grabó en «Moby Dick» para Led Zeppelin en su disco Led Zeppelin II, que había salido a la venta unos meses antes. Geezer reconoce que era uno de los grupos que más escuchaban entonces y, por tanto, una fuerte influencia, pero es que, además, él y Tony eran colegas del vocalista de la banda, Robert Plant, y del citado Bonham. Para un grupo que quería hacer las cosas diferentes no parecía muy lógico seguir los pasos de lo que hacían otros. No obstante, acabaron convenciendo a Geezer y, menos mal, porque la canción acabó convirtiéndose en el mayor hit en la historia de Black Sabbath. Y, sí, estuvieron a punto de no grabarlo.


Paranoid, el mayor hit en la historia de Black Sabbath.

Superado ese trámite para terminar de rellenar el álbum y dado que tanto Vertigo como Warner querían nuevo disco cuanto antes, empezaron a preparar la portada. Para nuestros chicos la canción que definía el álbum era «War Pigs», y así propusieron llamarlo. Encargaron la tarea de hacer la cubierta al mismo fotógrafo del anterior disco, Keith Macmillan, que volvió a contar también con su asistente, Roger Brown. Como el título era «War Pigs», a Keith se le ocurrió disfrazar a Roger de algo parecido a un cerdo, al menos por la ropa rosa que llevaba, y hacerle correr hacia la cámara de fotos con una espada y un escudo. La idea no era muy creativa.

Paralelamente, las discográficas decidieron que «Paranoid» era la mejor canción para publicar como adelanto. Se lanzó a finales de agosto de 1970 y la sorpresa fue que se coló en las listas de ventas de Reino Unido, donde llegó al puesto número cuatro, y de Estados Unidos, donde alcanzó la posición 61 de los Hot 100 de Billboard, la referencia de canciones más comerciales del país. El éxito fue aún mayor en territorios como Alemania o Dinamarca, donde acabó siendo número uno en ventas, seguido de otros mercados como Holanda o Suecia, en los que conquistó el segundo puesto.

A partir de aquí empezó la locura. Les llamaron para aparecer en el programa musical de televisión inglés Top of the Pops, que veían unos 15 millones de personas y era un auténtico fenómeno cultural. Ozzy recuerda que estaba aterrado porque tenía que cantar en directo y era su primera aparición televisiva, mientras que sus compañeros solo tenían que hacer playback. «Sentía la boca tan seca que parecía como si tuviera una bola de lana dentro». La actuación, disponible en el canal oficial de YouTube de Black Sabbath7, es digna de ver no solo por lo bien que cantó Ozzy, sino por lo gracioso de observar a Bill Ward «tocar» la batería sin apenas rozar los platos o la caja, quizá porque le dijeran que no podía hacer mucho ruido por si se colaba en el micro del vocalista.

«Paranoid» seguía triunfando en las listas de ventas, y entonces Vertigo decidió desechar el nombre original del álbum, War Pigs, para aprovechar el filón del single. A lo largo de los años se ha señalado a la Guerra de Vietnam como posible causa para evitar más polémicas con el título bélico original, aunque el propio Ozzy asegura en sus memorias que fue una decisión meramente comercial, no política. Era un reclamo llamar Paranoid al álbum que incluía esa misma canción que estaba dando la vuelta al mundo. «Tenía sentido poner el mismo nombre que el single para hacer que fuera más fácil promocionar el disco en las tiendas», sentencia Ozzy. El problema fue que, tal vez por las prisas, la discográfica decidió mantener la misma portada, la del pobre asistente Roger vestido de rosa con una espada y un escudo, que fue ideada para acompañar al título «War Pigs». En palabras de Geezer: «La portada ya era lo bastante mala cuando el disco se iba a llamar "War Pigs", pero cuando fue "Paranoid" no tenía ningún tipo de sentido». Y el bajista añade resignado: «¿Te imaginas las preguntas que nos hicieron a raíz de esto? ¿Qué tiene que ver eso con "Paranoid"? Bueno, nada, en verdad. Pero así es como fue.»

El siguiente acontecimiento llevaba un tiempo cociéndose a fuego lento. ¿Recuerdas a los dos pupilos de Don Arden? Durante el verano de 1970 siguieron muy de cerca el éxito de Black Sabbath y, ya con su propia agencia de representación creada, World Wide Artists, decidieron hacerle una oferta formal al grupo. Wilf Pine, Patrick Meehan y su hijo, Patrick Junior, les prometieron grandes giras y dinero. Mientras tanto, Jim Simpson, su entonces representante, les presentó una lista de conciertos en sitios más bien humildes de Reino Unido, algo que no convenció en absoluto al líder tácito del grupo, Tony, que tenía más altas aspiraciones. A las dos semanas de que Paranoid saliera a la venta en Reino Unido, Jim Simpson recibió una carta en la que se le informaba de que ya no era el representante de Black Sabbath porque «no estaba haciendo bien su trabajo». Jim no daba crédito: «Tenían un disco en las listas de ventas de Reino Unido y Estados Unidos, y un single en el Top 5 de Reino Unido. ¿Y yo no estaba haciendo bien mi trabajo», cuenta indignado.

Los Meehan y Pine se habían salido con la suya, pero cuando Arden se enteró de la maniobra, se enfureció y se puso en contacto con Jim Simspon. Le animó a denunciar al grupo por daños y le ofreció apoyo económico y legal. Este le hizo caso, aceptó su ayuda y así comenzó una batalla legal que se extendió durante casi quince años. Al final ambas partes llegaron a un acuerdo, pero Jim confiesa que de las 35.000 libras que acordaron pagarle, él acabó recibiendo tan solo unas 1.000. El resto se fueron en pagar gastos de abogados, juicios, etc. «Hasta hoy, me siento mal sobre lo que pasó con Jim Simpson. Creo que se llevó la peor parte. No acabó ganando al final», confiesa Ozzy, que reconoce que en la actualidad son amigos y le desea lo mejor.

Tras ese mal trago, Tony, Ozzy, Geezer y Bill empezaron a ver pronto los resultados de su nuevo acuerdo de representación. El trato era simple: podían pedir lo que quisieran que lo iban a tener. Así, Tony formó su propia colección de Lamborghinis, Bill optó por un Rolls Royce con chófer y Ozzy solo tenía que hacer una llamada de teléfono para tener al día siguiente aparcado en la puerta de su casa el convertible verde que se le había antojado. «Éramos veinteañeros y vivíamos como reyes. No teníamos que cargar con nuestro propio equipo ni instrumentos, no teníamos que hacer la comida, y apenas teníamos que atarnos nuestros propios cordones. Y, aparte de todo eso, podíamos pedir cualquier cosa que nos la acabarían trayendo en una bandeja de plata», recuerda Ozzy. El cantante cuenta que no solo se trataba de las grandes cosas: no les faltó cerveza, cigarros, botas de plataformas, chaquetas de cuero o cualquier otro capricho. Por supuesto, se acabó eso de dormir en la furgoneta de Tony. Ahora podían quedarse en hoteles.

Todo esto, que parece sacado de un cuento, acabó convirtiéndose en una pesadilla para Black Sabbath. No tanto por ellos, que decidieron atribuirse y repartirse todo a partes iguales (firmaban los temas los cuatro, aunque las letras las hiciera Geezer o los riffs Tony), sino por los Meehan, que se aprovecharon de la inocencia de cuatro jóvenes que sólo querían hacer música.

Hasta que descubrieron la estratagema de sus nuevos representantes, que explicaremos en su momento, nuestros chicos siguieron disfrutando de los lujos y el famoso tren de vida de «sexo, drogas y rock and roll», a lo que hay que sumar, por fin, su primera gira por Estados Unidos a finales de 1970. Para los posters de los conciertos utilizaron el reclamo de «Louder than Led Zeppelin!» («¡Más ruidosos que Led Zeppelin!»), que ya les funcionó bien en Reino Unido para promocionar su primer disco, y empezaron en Nueva Jersey, pasando por Miami hasta llegar a Nueva York, donde fueron los teloneros de Faces, la banda de Rod Stewart. Allí, según recuerda Tony, pasó algo inédito: «Cuando salimos al escenario la gente se volvió totalmente loca. Luego salió Rod Stewart y el público empezó a tirarle cosas. Fue increíble. A partir de entonces nos convertimos en "el grupo underground" de Estados Unidos».


El grupo sucumbió a un tren de vida en el que estaban presentes el «sexo, las drogas y el rock and roll».

Siguieron tocando por otras ciudades como Los Ángeles (donde abrieron para Alice Cooper durante una residencia de cinco noches con dos pases por día, y nada menos que en el famoso Whiskey A Go Go, uno de los clubs más importantes en el circuito musical californiano), San Francisco o Detroit.

Aparte del éxito tan inesperado para todos y la rapidez con la que estaban evolucionando los acontecimientos, no hay que pasar por alto que era la primera vez que Tony, Ozzy, Geezer y Bill viajaban a Estados Unidos, que en aquella época era casi como la tierra prometida para cualquier joven, no solo desde el punto de vista musical, sino también personal. La sociedad estadounidense era diferente a la británica y a la europea en general. Era menos tradicional, había menos tabúes y nadie te miraba mal en la ciudad por llevar unos pantalones de cuero o llevar el pelo largo. Eso en Europa todavía era «raro».

Ozzy recuerda que Patrick Meehan reunió a nuestros cuatro veinteañeros antes de volar a Estados Unidos y les dijo. «Vais a ser embajadores de la música británica». Esto, por supuesto, era una manera diplomática de pedirles que se comportaran civilizadamente. «Asentimos y le ignoramos», reconoce el vocalista. Dicho y hecho: cuando Ozzy se subió al avión ya estaba completamente borracho, y cuando llegaron a Nueva York, la azafata tuvo que ayudarle a levantarse, aunque acabó cayéndose en las escaleras al salir. Lo siguiente fue llegar al control de inmigración. Con la resaca que llevaba, Ozzy no recordaba que en el documento que hay que rellenar y presentar al agente del control fronterizo había escrito «satánico» en la casilla de religión. «Con qué satánico, ¿eh?», le preguntó el policía". Ozzy confiesa que se le vino el mundo encima y que fueron unos segundos de mucha tensión, aunque cuando el agente gritó «Next!» («¡siguiente!»), respiró aliviado. Por suerte para él, en Estados Unidos se cruzaban a tipos como él todos los días.

Acostumbrados al «anything and chips» (en Reino Unido muchos platos de comida del día a día llevan chips, patatas fritas, como el clásico «fish and chips», pescado rebozado con patatas fritas), alucinaron con la pizza, las hamburguesas por todas partes o los puestos de perritos calientes. La comida no fue lo único que descubrieron: bebida (cóctels), chicas que se les acercaban tras los conciertos para acostarse con ellos, el jet lag, las piscinas al aire libre y, por supuesto, la droga dura. Ellos eran consumidores de marihuana, speed y alcohol, pero fue en Estados Unidos donde descubrieron la cocaína que, como veremos, acabó siendo prácticamente una integrante más de la banda durante esos años.

También se dieron cuenta de lo heterogéneo que era el público, desde un concierto en Filadelfia en el que la mayoría de asistentes eran negros (que Ozzy recuerda como «el mayor shock cultural» de esa gira) o seguidores de sectas satánicas, que tenían a Black Sabbath como grupo de culto y que les seguían incluso hasta sus hoteles. En un concierto en Memphis uno de estos satanistas se subió al escenario. Iba con un manto negro y, Ozzy, que solía abrazar e interactuar a la gente que hacía eso, desconfió y le empujó hacia el lado, donde se encontraba Tony. Rápidamente uno de los roadies (o pipas, personas del equipo responsables de montar y desmontar el equipo de sonido, colocarlo, etc.), se abalanzó hacia ese extraño individuo y le golpeó. «¿Qué co** haces, tío? ¡No puedes hacer eso!», le recriminó Ozzy al pipa. «Sí, claro que puedo. Mira», respondió. Resulta que el satánico llevaba una daga en la mano derecha, por lo que la cosa podría haber acabado muy mal esa noche para Ozzy o Tony.

A Bill le daba miedo volar, por lo que mientras sus compañeros se movían por Estados Unidos en avión, él viajaba en una furgoneta GMC, que quizá sea más conocida por ser la que usaban los miembros del Equipo A, mítica serie de televisión de los años ochenta. Ozzy decidió unirse al baterista en estos roadtrips, aunque su motivación era distinta: era un transporte más lento, pero así tenía más tiempo para fumar, beber y pasarlo bien junto a Bill, su mejor amigo dentro de la banda. Mientras vivían todas estas emociones y se recorrían costa a costa Estados Unidos, unos en avión y otros en furgoneta, su primer disco seguía en las listas de ventas y Paranoid, que salió a la venta en Reino Unido en septiembre de 1970, se estaba convirtiendo en un mastodonte comercial en aquel país. De hecho, viendo el fenómeno, la discográfica Warner decidió retrasar el lanzamiento de Paranoid en Estados Unidos hasta enero de 1971 por lo bien que seguía funcionando el debut: querían exprimirlo más y preparar una mejor campaña de lanzamiento para el disco.

Pero la máquina tenía que seguir funcionando y, justo a principios de 1971, Black Sabbath empezó a preparar Master of Reality, su tercer álbum en poco más de doce meses.

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