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Esta segunda edición de Chile-Suecia 200 años de amistad se terminó de producir en febrero 2021, con el mundo todavía en pandemia, igual que en marzo cuando se presentó la primera edición impresa. Muy pocos se imaginaron hace un año que íbamos a vivir restricciones tan fuertes y severas como las que nos impone el coronavirus. Tampoco imaginamos que esa situación liberara tanta creatividad, con nuevas formas de comunicación y expresión cultural que ahora estamos experimentando.
Para el Instituto Chileno Sueco de Cultura, ICHS, y el Instituto Sueco Chileno de Cultura, SCHIK, ha sido una estrategia de sobrevivencia innovar en nuevas formas de trabajo para cumplir con nuestra misión de seguir desarrollando los lazos culturales y sociales entre Chile y Suecia. La producción de este libro nos dio pautas para intensificar el trabajo compartido entre nuestras dos organizaciones. Con esta edición digital esperamos llegar a más personas que el libro impreso.
Chile Suecia
200 años de amistad
-
Edición digital
ISBN edición impresa: 978-956-9454-03-5
ISBN edición digital: 978-956-9454-02-8
Derechos reservados
Edición: Anna-Karin Gauding
Diseño: Camila Vega C.
Ilustraciones de portada: Luciano Escanilla
Febrero 2021
Diagramación digital: ebooks Patagonia
www.ebookspatagonia.com info@ebookspatagonia.com
CONTENIDO
Prólogo
El comienzo
El Inicio de relaciones entre Chile y Suecia
Por Håkan Forsberg
El reino de La Araucanía y las armas suecas
Por Carlos Vidales
Chile del siglo XIX en los ojos de un sueco
Por Carlos Eduardo Bladh
Extractos del libro “Desde la Tierra del Fuego”
Por Otto Nordenskjöld
A la Isla Juan Fernández y el fin del mundo
Por Carl Johan Skottsberg
Crecen las relaciones políticas y culturales (1970 -2021)
El Premio Nobel a Gabriela Mistral
Por José Goñi Carrasco
Los últimos cincuenta años de relaciones entre Suecia y Chile
Por Fernando Camacho Padilla
Cuando Chile se convirtió en el centro del mundo
Por Jan Sandquist
Un sueco en Chile 1971-1976
Por Bengt Oldenburg
Gracias a Violeta Parra
Por Arja Saijonmaa
Maremoto: el libro que desapareció y volvió
Por Karin Oldfelt Hjertonsson
Apuntes del Festival CHILE CREA
Por Jan Hammarlund
Los intercambios culturales no son, se van haciendo
Por Juan Castillo Díaz
Un puente
Por “Nano” Stern
Respeto a las personas y sus diferencias: dos grandes valores que me acompañan desde Suecia
Por Gustavo Ramírez Arriagada
Nuevas patrias
Chile y yo
Por Lars Palmgren
Suecia nuestra segunda patria
Por Tucapel Jiménez Fuentes
Chile, mi segunda patria
Por Stefan de Vylder
¿Por qué Chile?
Por Anna-Karin Gauding
De sueco-chileno, a chileno-sueco
Por Alberto Isakson
Sintonizando los corazones
Por Carina Blomvqvist
El cruce peatonal
Por Eva-Maria Benavente Dahlin
La doble nacionalidad es un regalo que puede ser difícil de manejar
Por Marcela Contardo
La feria
Por Gorki Glaser-Müller
Mis recuerdos de infancia en Suecia
Por Francisca Muñoz
Vía Suecia: Un túnel de integración entre Chile y Suecia
Por Luciano Escanilla Díaz
Texto sobre Zaida Catalán: Un puente entre Chile y Suecia
Editado por Anna-Karin Gauding
Voces de la diplomacia
Retorno a la democracia en Chile
Por Staffan Wrigstad
200 años de curiosidad
Por Oscar Stenström
Chile - Suecia: una mirada personal
Por José Goñi Carrasco
Las empresas suecas en Chile
Por Roberto Broschek López
200 años de amistad
Por Hernán Bascuñán Jiménez
Chile – caos, revuelta social, pandemia y solidaridad
Por Eva Zetterberg
Concurso literario
Algunas actividades de ICHS - SCHIK
PRÓLOGO
El 2 de marzo de 2020, días antes de declararse la pandemia en Chile, pudimos dar a conocer en Santiago un libro largamente anhelado por nuestras dos organizaciones. El evento tuvo lugar en un solemne acto de homenaje entre Chile y Suecia, organizado por la Presidencia del Senado chileno.
Unas 200 personas reunidas esa calurosa tarde en el Ex Congreso Nacional pudieron llevarse un ejemplar impreso del libro “Chile - Suecia 200 años de amistad”. Sin embargo, muchas quedaron sin poder conocer el libro, que fue el resultado del trabajo de muchas personas comprometidas con la historia de amistad entre Chile y Suecia.
José Goñi Carrasco presentó la idea en 2016, pero el proyecto tuvo que reposar hasta 2018, cuando el Instituto Chileno Sueco de Cultura, ICHS, lanzó un concurso literario, que en cuentos y poemas expresaran la larga relación de amistad entre dos pueblos tan distantes en su geografía, y tan cercanos en su sentir.
El Instituto Sueco Chileno de Cultura, SCHIK, aceptó colaborar, y formamos un equipo para, además de los textos ganadores del concurso, reunir aportes de personalidades de la diplomacia, del mundo político, periodistas, artistas, ciudadanos comunes, escritores y aficionados a la escritura. Más tarde, se decidió sumar a la publicación una selección de relatos históricos. El resultado fue un libro impreso por el Senado de Chile.
Lamentamos no haber estado en condiciones de cumplir con la promesa de ofrecer un ejemplar a cada uno de los ganadores de este concurso. No conformes con esta situación, nos dimos a la tarea de lograr una segunda edición, actualizada, que llegara a un público mucho más amplio.
Esta nueva versión, en formato digital, no la pueden hojear físicamente, pero podrán fácilmente acceder a sus textos e ilustraciones desde un celular, IPad o notebook. Es un libro moderno, que puede descargarse desde cualquier plataforma.
¿Los cambios? Más allá de eliminar algunos textos, agregar unos pocos nuevos y mejorar la diagramación, quisimos incluir textos de chileno-suecos o sueco-chilenos más jóvenes: personas con una memoria histórica indirecta, contada por sus progenitores, de los sucesos dolorosos que intensificaron los lazos entre Chile y Suecia a partir de 1973. Accedemos en sus testimonios a personas hoy adultas, que con gran autenticidad y frescura cuentan cómo vivieron su niñez y tuvieron que enfrentarse a la difícil decisión de optar por uno de sus dos países.
Así, en un recorrido de 200 años, este libro contiene una gran diversidad de formatos, miradas y experiencias en distintos planos. El libro nos entrega vivencias personales y relatos históricos de dos siglos de vínculos entre Suecia y Chile: vínculos que se iniciaron con los intercambios comerciales, diplomáticos y de migraciones. En este amplio tejido de relaciones se forjaron amistades, se crearon y disolvieron familias y se fueron ampliando y profundizando los lazos.
Nos permite aproximarnos a esta historia, contada por chilenos y suecos, músicos, académicos, historiadores, artistas visuales, periodistas, estudiantes, políticos y embajadores.
Queremos agradecer a todas y todos quienes han contribuido con textos, fotos y auspicios para el libro.
Este libro digital es resultado de un esfuerzo conjunto entre el Instituto Chileno Sueco de Cultura, ICHS, y el Instituto Sueco Chileno de Cultura, SCHIK.
Anna-Karin Gauding Presidenta ICHS | Mariela Concha FerreiraPresidenta SCHIK |
El inicio de relaciones
entre Chile y Suecia
Por Håkan Forsberg
Periodista, politólogo y economista sueco. Trabajó 25 años en Svenska Dagbladet, uno de los diarios más grandes de Suecia, como corresponsal para América Latina y España. El texto está basado en un libro inédito de Dag Retsö, profesor de la Universidad de Estocolmo, sobre Johan Adam Graaner (1782-1819)
Hace 200 años se estableció el primer contacto oficial entre Suecia y Chile. Durante nueve meses, el mayor del ejército sueco, Johan Adam Graaner, visitó Chile en 1818-19, en calidad de emisario del rey sueco Karl Johan Bernadotte.
Este era el segundo viaje de Graaner a Sudamérica. Tres años antes había visitado Brasil y Argentina. Su propósito era averiguar lo que sucedía en América del Sur, donde las colonias se estaban liberando de la corona española.
¿Querían ser una república o una monarquía? ¿Podría Suecia hacer negocios directamente con estos nuevos países? ¿Firmar convenios comerciales? ¿Qué podría ganar Suecia o el rey con esto?
Graaner llega a Chile desde Mendoza, Argentina, en pleno invierno sudamericano, una caminata llena de riesgos, cruzando los Andes con guías, cargadores y seis mulas. Él es el primer sueco que describió el camino a través de los Andes, aunque otros habían hecho la misma travesía antes.
Uno de ellos fue Petter Berg de Uppsala, probablemente el primer sueco que emigró a Chile, adonde llegó como marinero en un barco comercial inglés en 1790. Berg avanzó al cargo de Administrador de Correos en la ciudad de Santa Rosa del Valle de Aconcagua, allí es donde conoce a Graaner.
El 29 de junio de 1818, Graaner llega a Santiago de Chile, donde se reencuentra con su viejo compañero de viajes Fredrik Petré (se habían conocido en Buenos Aires). Petré, oficial del regimiento de Artillería Svea, había sido contratado por los chilenos y trabajaba en el fortalecimiento del puerto de Valparaíso. Petré piensa ahorrar un capital para invertir en minería, quizás para radicarse permanentemente en Chile.
Al día siguiente, Graaner tiene un encuentro con Bernardo O’Higgins, Director Supremo del Estado Chileno. Graaner se instala en Santiago y comienza a cumplir con su misión. Junto con George Cood, un inglés adinerado que llevaba once años en el país, recorre el norte de Chile visitando minas. Reúne muestras de posibles productos de exportación -cobre, plata, minerales - y hace cálculos de las ganancias de la extracción de minerales. Chile necesita hierro, productos de madera y conocimiento sobre explotación minera, constata Graaner, justo lo que Suecia tiene. En febrero de 1819 expone esto en una carta a Bernardo O’Higgins.
En ella propone a O’Higgins decretar en forma clara que los extranjeros puedan dedicarse a la minería en cualquier lugar de Chile, en las mismas condiciones que los chilenos. Y que a los extranjeros se les permita tratar, fundir y exportar todo tipo de metales pagando una tarifa al Estado, pudiendo importar, sin pago de aduana, todo tipo de equipos necesarios. A cambio ofrece que seis jóvenes chilenos estudien minería en Suecia durante seis años.
Una semana más tarde, Bernardo O’Higgins presenta esta carta al Senado, que inmediatamente aprueba la propuesta. El 13 de marzo de 1819 se publica el decreto en el órgano oficial del gobierno, la Gazeta Ministerial de Chile. “Sería una gran alegría para mí, si esto puede llegar a ser el inicio de relaciones provechosas tanto para Suecia como Chile”, escribe de manera entusiasta O’Higgins a Graaner.
Unos días más tarde, Graaner deja Santiago y viaja a Valparaíso. El viernes 26 de marzo se embarca en el velero inglés Rebecca, con destino a Calcuta vía Tahiti y Cantón en China. Después de una parada en la India, continúa su viaje de regreso para rendir personalmente un informe al gobierno y al rey Karl Johan, pero se enferma a bordo y muere el 24 de noviembre de 1819 cerca del Cabo de Buena Esperanza, en Sudáfrica.
Entonces Graaner nunca volvió a Chile, un país al que llegó a querer mucho. “Nunca he visto, ni en el Viejo continente ni en el Nuevo, un país que me guste más que Chile”, escribió en una carta al gobierno sueco en Estocolmo.
Graaner también alcanzó a tener una intensa historia de amor con una señorita de una de las familias más refinadas de Santiago: Mercedes de Rojas y Salas, que “le quitó tanto el tiempo como la cabeza“. Pasó muchas horas en la elegante casa de la familia, donde lo consideraron como un futuro yerno.
En sus cartas y anotaciones, escribe que Chile permanecerá como Estado independiente, pero le preocupan “las peleas internas y los celos políticos al desaparecer el poder de los españoles”. Su conclusión es que los chilenos, acostumbrados a una marcada sociedad de clases, “se adaptarían mejor a un gobierno monárquico”.
El informe escrito al rey sueco por Graaner, con fecha 13 de marzo de 1819 en Santiago de Chile, y un extracto de la Gazeta Ministerial de Chile con la misma fecha, se encuentran en original en el Archivo Nacional de Suecia.
El reino de La Araucanía y
las armas suecas
Por Carlos Vidales
Historiador, ensayista y periodista colombiano, cuyo primer exilio fue en Chile antes de llegar a Suecia, donde trabajó en el Instituto Latinoamericano de la Universidad de Estocolmo.
Falleció en el año 2014. Como escribió en Suecia su amigo Víctor Rojas: “ Carlos Vidales partió de este mundo sin tener tiempo para preparar la despedida final de desterrado político”.
En abril de 1705 llegó al cuartel general del Rey sueco Carlos XII, en preparativos de su ofensiva contra Alemania después de haber puesto de rodillas a Polonia, un emisario portador de un despacho enviado por el ministro sueco en La Haya, Palmqvist. Por medio de este documento se informaba al rey que un negociante inglés, de apellido Crocson, se había presentado mostrando credenciales de representación otorgadas por 27 príncipes chilenos, quienes le habían dado la misión de iniciar relaciones comerciales con el Reino de Suecia. Anunciaba que dos navíos “ricamente cargados” con especias orientales y productos sudamericanos, además de 800 doblones de oro, se hallaban navegando hacia Europa y que los 27 príncipes chilenos solicitaban autorización del rey sueco para vender esta carga en sus dominios, indicando que no querían comerciar con ninguna otra nación y agregando que estaban interesados en comprar de este país papel, hierro, armas, material de guerra y “otras cosas que podrían necesitar”. Se solicitaba, para estos efectos, que los navíos en cuestión fueran autorizados a hacer puerto en Carlburg o en Stade, o incluso en la isla de Koster, cerca de Noruega.
Sabemos, por documentos de archivo, que el rey Carlos XII remitió el asunto para consulta a la Secretaría de Comercio y allí, por alguna razón que ignoramos, se han perdido los rastros de la diligencia. Si hubo o no venta de armas, no podemos saberlo. Pero tal vez resulte más fructífero hacer una breve reflexión sobre este curiosísimo episodio.
En verdad, no era esta la primera vez que los caciques mapuche de Chile intentaban comprar armas en Europa para adelantar su indomable guerra contra el dominador español. Ya a comienzos de 1614 se habían capturado a los holandeses documentos que demostraban que ciertos negociantes de Amsterdam estaban en trance de formar alianzas políticas y comerciales con los jefes de la Araucanía para estos efectos. España debió luchar durante más de dos siglos, tanto en los mares y costas, como en las antesalas de las cancillerías europeas, para neutralizar estos intentos, a veces holandeses y a veces ingleses, de socavar su imperio colonial en la región austral. Pero lo que resulta notable es que una empresa contrabandista inglesa, la de Mr. Crocson, haya concebido la idea de establecer nexos comerciales y políticos entre el Reino de Suecia y los príncipes mapuche de la Araucanía.
El momento en que este proyecto se manifestó no puede pasar inadvertido. Se libraba entonces una verdadera guerra mundial, la Guerra de Sucesión Española. Se combatía en toda Europa, en los mares de la China y de la India, en el Caribe y en el Pacífico Sur. Los corsarios ingleses y holandeses acosaban a las flotas españolas en las Filipinas, frente a La Serena, en las cercanías de Cartagena de Indias, El Callao, La Habana y Veracruz. Los ingleses fundaban establecimientos comerciales en las costas de Nicaragua y los holandeses proveían de armas y dinero a los indígenas Cunas y Guajiros de la Nueva Granada. No se necesitaba ser un genio de los negocios, por tanto, para suponer que los indómitos mapuche, guerreros invictos durante dos siglos de combates con las huestes castellanas, podrían interesarse en comprar algunos de los artículos bélicos que se producían en estas latitudes.
Marinos, aventureros, naturalistas
Muchos otros suecos tuvieron contacto directo con Chile y los chilenos, antes de la independencia. Aquí solamente me limito a mencionar los casos más interesantes. Varios marinos suecos, al servicio de los ingleses o de los holandeses, llegaron a las costas chilenas durante los siglos XVII y XVIII. Por ejemplo, el teniente de navío Axel Lagerbjelke (1703-1782) desembarcó en las costas de Coquimbo en 1724, lo cual le valió conocer por dentro las cárceles españolas.
Peter Berg, nacido en Uppsala, fue capturado por los españoles hacia 1760, en la región austral, se integró a la sociedad chilena, se casó con una criolla y llegó a ser alcalde de San Felipe. Dejó descendencia que vive hoy radicada en Chile, una parte de la cual dio forma criolla al apellido Berg, cambiándolo por Beri.
Las historias de estos pioneros de los contactos sueco-chilenos son apasionantes, pues en la mayoría de los casos establecieron vínculos con la población local, pese a las prohibiciones expresas de la corona española.
Chile del siglo XIX en los
ojos de un sueco
Por Carlos Eduardo Bladh
El viajero y comerciante sueco C.E Bladh escribió en su idioma el libro “Republiken Chile 1821-1828”, publicado en Estocolmo en 1837 y posteriormente traducido al castellano. El libro toca las primeras relaciones entre Chile y Suecia. En el prólogo del libro, Eugenio Pereira sostiene que el nombre de Suecia no era ignorado en la América del Sur en las últimas décadas coloniales y C.E Bladh se encontró muy sorprendido en 1817 al oír “que el nombre sueco era, no solamente conocido sino estimado de manera particular”.
Del prólogo extraemos los siguientes párrafos:
En su nuevo cargo de tenedor de libros de una firma francesa, vino a Chile el año de 1821, a bordo de la fragata Ofir. El 6 de noviembre entró el barco al puerto de Valparaíso, después de un viaje de 106 días. Una multitud de personas curiosas subieron inmediatamente a bordo, para admirar de cerca un barco, cuya bandera solamente una vez antes se había visto ondear en estas aguas. Esos chilenos exclamaban con cierto asombro: “¡Cómo un barco sueco ha podido encontrar la ruta hacia acá!”
Permaneció en Santiago hasta el año de 1827, en que se trasladó a Valparaíso. Fueron para él estos siete años "aún cuando no siempre los más afortunados en cuanto a la realización de las empresas propias de mi profesión, sin embargo, los más agradables de mi vida, en virtud de la manera hospitalaria, sencilla y atenta con que fui acogido por la mayoría de los chilenos con quienes tuve negocios o relaciones de amistad”.
Al regresar a su patria, Carlos Eduardo Bladh se dedicó a la tarea de dar a conocer los países americanos que había recorrido. Figura simpática y atrayente, Bladh aportó, sin duda, un raudal de observaciones pintorescas al conocimiento de la vida chilena en la época de la iniciación republicana.
La República de Chile 1821-1828 (Fragmentos del libro)
- “Valparaíso es el centro comercial del país, y durante los siete años que permanecí en Chile su opulencia aumentó considerablemente. En 1821 el número de habitantes ascendía a 12.000, pero en 1828 llegó a 20.000, y los barcos anclados en el puerto sumaban en total unos... La mayoría de éstos eran extranjeros, aunque muchos llevaban la bandera chilena. La necesidad de mercancías extranjeras en la capital, Santiago de Chile, y en la rica provincia del mismo nombre, se satisface mediante los cargamentos que llegan a Valparaíso; asimismo todos los artículos de exportación de la provincia se descargan allí. Valparaíso también constituye un puerto de depósito para toda clase de mercaderías de diversos continentes y el comercio de tránsito es considerable...”
Portada del libro “La República de Chile”
de C.E. Bladh
De Valparaíso se cuentan treinta leguas (alrededor de quince millas suecas) a Santiago de Chile, la capital de la República y de la provincia, situada al este de Valparaíso.
- “Santiago de Chile fue fundado en 1541; tiene alrededor de cuarenta mil habitantes, es de plano regular, dividido en manzanas, de cuadras (19) de 150 varas (alrededor de 114 metros) en cada lado”.
La vida social en Santiago de Chile es agradabilísima y atrayente sobre todo para los extranjeros. Tan pronto se es presentado, se pasa desde luego a ser miembro de las soirées de la casa.
La religión católica, que es la única que se tolera en el país, se conserva aquí con una disciplina y ceremonial escrupulosamente mantenido. La gente es llamada por las campanadas de las iglesias, mañana y tarde, para la oración y se arrodillan entonces casi todos...
- “A partir del año de 1810, cuando Buenos Aires empezó a comerciar independientemente de España, lo que significaba el primer paso hacia la emancipación de Sud-América, la llama de la libertad se expandió hasta las demás colonias españolas. El mismo año empezaron los disturbios en Chile; pero las fuerzas españolas eran todavía muy poderosas para que estos desórdenes juveniles pudiesen surtir efecto...”
- “Los generales San Martín y O’Higgins -este último bajo las órdenes del primero- declararon independiente al país, proclamaron la República de Chile aboliendo la esclavitud, y prometieron al pueblo una constitución. San Martín obtuvo de la nueva República el mando supremo de los ejércitos unidos de Chile y Buenos Aires, y después de haber derrotado a los españoles de la tierra firme de Chile -porque el archipiélago de Chiloé estaba todavía en sus manos- se embarcó con estas tropas en Valparaíso y se dirigió al Perú para libertar el virreinato del dominio español. El gobierno de Chile quedó en manos de O’Higgins, con el título de Director Supremo.”
Pero este gobierno era despótico y débil. O’Higgins disponía a su gusto del tesoro nacional y de los empleos para el provecho de sus amigos, no existía control sobre las entradas del país y los gastos públicos no se vigilaban. El Director Supremo, con la ayuda de su ministro de hacienda, Rodríguez, tomó medidas administrativas encaminadas al común interés de ambos…
- “Al regreso de esta visita, Ahrengren mencionó a un sueco que había pasado treinta años en Chile, estaba casado y tenía hijos adultos. Se llamaba Pedro Yarg, que los chilenos por la dificultad de pronunciar dos consonantes juntas al fin de una sílaba, han cambiado en Bari o Vari. Nació en Estocolmo, de padres cultos, de familia de Akerfeldt. Abandonó Estocolmo como grumete de un barco sueco, a la edad de 14 o 16 años. El barco naufragó. Después Akerfeldt se enroló en un barco inglés o norteamericano, que encalló en la costa de Chile. Allá recibió protección de un hacendado español. Como en Estocolmo había aprendido matemáticas, conocimientos que entonces eran muy raros en estas colonias, le fue fácil encontrar ocupación como vendedor de una tienda. Era industrioso y honorable, ganó gradualmente la confianza y el favor de su patrón, y al propio tiempo puso su propia tienda en el pueblo de San Felipe. Con los años ganó aún más dinero, obtuvo la nacionalización, se casó y llegó a ser alcalde. Ahora es un ciudadano opulento de San Felipe...”
- “Otro sueco que conocí en Santiago en enero de 1827 se llamaba Edelhjerta, y sirvió como teniente durante la última campaña noruega. Había también un sueco de Carlscrona, llamado Möller, contador de la firma Alitchell Y Ashton, de Valparaíso, que enfermó de gota. Se le contrajeron los brazos y rodillas, y la muerte puso fin al sufrimiento, después de agotar los medios para recuperar la salud. Había estado en las termas de Cauquenes; pero, según dicen, no pudo acostumbrarse a una dieta estricta. En Valparaíso vive otro sueco, de nombre Pedro Eliseo, también de Carlscrona; su apellido original es Peter Elis. Grumete y marino en barcos de varias naciones, finalmente se había establecido en Valparaíso, como vidriero. Después obtuvo el premio de piloto y capitán de puerto. Era casado, tenía una propiedad, y buena salud. Hay además en Chile varios artesanos suecos, casi todos ellos acomodados.”
- “En Europa se oye exclamar frecuentemente: ¡Qué infelices son estos Estados sudamericanos! ¡Parece que nunca terminarán sus guerras civiles! La seguridad pública es desconocida. La inmoralidad predomina, y los habitantes no tienen ideas de religión ni modales. ¿Qué habrán ganado con su llamada libertad? Estas y varias otras preguntas se oyen en todas partes de Europa. Hasta las he oído expresadas por los ingleses, siempre tan flemáticos."
Pero en general las quejas sobre la infortunada posición de estos Estados tienen su origen en la arrogancia de los europeos. Muchos creen ser más prudentes que otros, y callan o desacreditan a los demás.
- “Chile, lo mismo que todos los otros Estados sudamericanos, está en vías de formación; el proceso durará algún tiempo. Para explicar esto, hay que tomar en cuenta los diferentes factores que han intervenido en la conquista de la libertad. Los norteamericanos tuvieron su origen en un pueblo libre, ilustrado e industrioso, y después la ocasión de adquirir los adelantos de la cultura, las artes y las ciencias. Poseían ya la libertad de conciencia y de pensamiento. Al contrario, las colonias sudamericanas en su origen han sido pueblos sujetos por el fanatismo a un régimen medieval en sus ideas, lo que ha demorado su adaptación al espíritu moderno.”
- “Varios Estados europeos han reconocido ya la independencia de Chile y de las otras Repúblicas, y veo con satisfacción que el Gobierno español al fin se está inclinando a ello”.