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Unión Española cerró su rama femenina en 2015 por problemas económicos, pero tres años después se vio obligada a rearmarla debido a una nueva regla de la Conmebol: todos los clubes que quisieran jugar un torneo internacional tenían que tener el equipo de mujeres activo. La Unión, entonces, suscribió un convenio con la Corporación de Deportes de Cerro Navia que le entregó un espacio donde entrenar, camarines y una parte del cuerpo técnico, mientras que el club puso el nombre, la vestimenta, materiales para los entrenamientos y el resto del cuerpo técnico.

Branko Zitkovich, de 29 años, recién había terminado de estudiar Administración de Empresas en el Duoc UC cuando entró a Unión Española en noviembre de 2018. Lo hizo como coordinador del Fútbol Formativo y en 2019 incluyó en sus funciones la rama femenina en las categorías sub 17 y adulta. Este fue su primer trabajo relacionado con el deporte, anteriormente había sido cajero en un banco y tuvo un cargo de administración en una empresa de servicio al cliente.

El 5 de enero de 2019 se realizaron pruebas masivas para el equipo femenino. Entre las decenas de mujeres que asistieron estaba Guissel Carrasco. Participó de los entrenamientos durante todo el verano para lograr el primer paso hacia su sueño: llegar a la selección chilena. El 22 de enero, el día que cumplió 17 años, le informaron que había pasado la primera prueba y a fines de febrero fue formalmente admitida en la categoría sub 17 del club.

Su mamá, Marilyn Pizarro, cuenta que toda la familia viajó a Quillota para apoyarla en su primer partido oficial. “La alegría de mi hija antes y después de cada entrenamiento era mucha”, dice.

El domingo 25 de marzo, tras un partido, Guissel Carrasco volvió muy cansada a su casa. Tenía dolor de cabeza y se olvidó, en la cancha, de avisar al cuerpo técnico que ese día no asistiría al estadio a apoyar a sus pares hombres, como acostumbraban. Le escribió a su director técnico, Cristóbal López para excusarse.

Guissel logró recuperar algunos pantallazos de su celular y en ellos se lee que a las 00:45 de la madrugada, ya era el lunes 26, recibió un mensaje de Whatsapp: “Hola. Cómo está??”. El número no estaba registrado, pero ella se dio cuenta que era Branko Zitkovich, coordinador del club. Hasta ese día solamente habían compartido mensajes por un grupo que tenía el equipo con su cuerpo técnico. Guissel Carrasco pensó que Zitkovich le escribía por su inasistencia al partido de hombres y sintió que debía justificarse: le respondió que luego del entrenamiento no se sintió bien, que tuvo que ir al médico donde la pincharon y que ahora estaba mejor.

La jugadora creyó que la conversación llegaría hasta ahí, pero continuó hasta las 2:41. Branko Zitkovich le preguntó en que curso estaba, el liceo en que estudiaba, la comuna donde vivía y cómo se componía su familia. “Creí que a todas mis compañeras les hacía las mismas preguntas y por eso se las respondí. Como él era el encargado de esas cosas, pensé que era rutinario”, explica. Pero cuenta que empezó a sentir extrañeza cuando Zitkovich preguntó sobre sus gustos, pasatiempos y cosas más íntimas. “Pensaba que si no le respondía, él podía sacarme del equipo. Por eso le respondí las preguntas”, afirma.

Además, recuerda que él le insistía en que debía responderle porque necesitaba saber de ella. Branko Zitkovich se despidió esa madrugada y le dijo: “Sueña con una locura. Si la sueñas me la cuentas”. Guissel ya estaba dormida.

El lunes 26 de marzo Guissel Carrasco entraba temprano al liceo y a las 7:57 recibió un nuevo mensaje, un saludo de Branko Zitkovich. Ella le respondió horas después. El cuestionario continuó: le preguntó si estaba pololeando. “Me dio la sensación que él buscaba algo más. Me asusté mucho”, relata.

La joven cuenta que sin que ella hubiese preguntado, Branko Zitkovich le contó de su vida privada y sus fracasos amorosos. Le insistió con que a él le gustaba la locura y le preguntó a ella si le entretenía ser loca en otros sentidos. “Sus preguntas me hacían sentir súper incómoda y yo no tenía ganas de seguir hablando”, aclara Guissel Carrasco. “Por miedo a perder mi puesto en Unión Española, le seguí respondiendo”.

La rama femenina entrenaba tres veces a la semana en Cerro Navia. Cynthia Marambio, arquera del equipo adulto, comenta que nunca había visto un coordinador que visitara tanto los entrenamientos. “De los tres días, Branko iba a uno por lo menos”, detalla. Su compañera Nicole Tobar concuerda: “Pasaba muy metido en los entrenamientos y entre las jugadoras nos preguntábamos por qué”.

Un martes, a principios de abril, Guissel Carrasco estaba en el recinto deportivo de Cerro Navia y se cruzó con Branko Zitkovich. Ella cuenta que se saludaron amablemente y que siguió su camino hacia la cancha. Ese misma tarde él insistió con los mensajes. Según recuerda la joven, Branko Zitkovich le escribió: “¿Te gustaría escaparte conmigo?”. Luego le detalló que le gustaban las mujeres menores y que a ella la encontraba hermosa. “Me dio terror. Cambió totalmente el tono”, comenta.

Los mensajes eran constantes. Los pantallazos muestran que a las 18:07 Branko Zitkovich no tuvo respuesta e insistió a las 19:03:

—Cómo va el estudio??

Tampoco fue respondido. A las 23:03 sonó el teléfono nuevamente:

—Hola. Cómo estás. ¿Cómo estuvo tu día? —escribió Zitkovich.

Guissel le respondió y la conversación continuó.

—Yo igual soy muy de piel. Doy mucho cariño. Me excedo jajaja —comentó Branko Zitkovich a la 1:52 de la madrugada.

—Yo también… soy muy mamona no solo con mi familia si no con mi chico y mis amigos —respondió Guissel.

—¿Qué es lo que más te prende? —preguntó Branko Zitkovich.

—¿A qué te refieres? —respondió la futbolista.

—Lo que más te activa —dijo él.

En ese minuto, a las 2:01 Branko Zitkovich la llamó por videollamada pero ella le cortó.

Un jueves, a mediados de abril, día de entrenamiento, Guissel Carrasco se acercó a dos compañeras del equipo, entre ellas Anaís Novoa, para preguntarle si Branko Zitkovich les había hablado alguna vez en privado por WhatsApp. Ambas dijeron que no. Entonces siguió conversando con Anaís Novoa, porque le tenía más confianza. Le contó lo que le estaba pasando con Branko Zitkovich. La compañera le aconsejó que le dijera a alguien del cuerpo técnico.

Antes del entrenamiento, Guissel Carrasco quiso ir al baño y una compañera le pidió que le llenara su botella con agua. Al salir del baño la jugadora se encontró con Branko Zitkovich de frente. “Me asusté”, dice, y explica que bajó la mirada de inmediato, pasó por el lado y siguió su camino. “Pero Branko me siguió, me agarró el brazo, me giré y quedé mirándolo. Me preguntó cómo estaba y le respondí”, relata. Decidió continuar su camino, pero “Branko me tomó por la espalda, se me acercó al oído y me preguntó: ¿Quieres hacer cosas locas conmigo?”. Ella dice que quedó paralizada. Cuenta que se le resbaló la botella con agua y que comenzó a llorar. En ese momento personas que se encontraban alrededor comenzaron a mirar, Branko Zitkovich la soltó y para no llamar la atención, le dijo: “tranquila, todo va a pasar”. Guissel cuenta que agarró la botella y corrió a la cancha.

Nadie se dio cuenta de lo que había ocurrido. Guissel Carrasco dice que se secó las lágrimas para evitar preguntas. “No pude entrenar bien. Tenía mucho miedo, Branko estaba mirando a todas las niñas”, explica. En medio de la práctica se alejó de sus compañeras. Anaís Novoa se acercó y le preguntó qué le pasaba. No logró ocultarlo. Le contó lo que había sucedido.

Anaís Novoa la impulsó para que le contara a alguien del equipo técnico. “Siempre pensé que Branko tenía más poder que yo y me daba mucho temor que no me creyeran”, explica Guissel Carrasco. Pero la futbolista decidió hablar. Se acercó a Ignacio Cancino, preparador físico y le mostró los mensajes que le había mandado Branko Zitkovich. Cancino le dijo que hablara con Liliana Díaz, la paramédica del equipo. “Como ella era mujer, me podía entender mejor”, fue el argumento que le dio el preparador físico, recuerda la joven.

Según Guissel Carrasco, contarle a Liliana Díaz fue una muy mala decisión. La jugadora recuerda que la paramédica le dijo que no le contara a su mamá ni a sus compañeras porque ella lo iba a solucionar. Liliana Díaz hizo que Guissel le tomara fotos a las conversaciones con Branko Zitkovich y que se las enviara a su celular. “Después me dijo que borre las fotos, también las conversaciones con Branko y que bloquee su número. Confié y le hice caso”, cuenta.

Liliana Díaz niega haberle dicho a Guissel Carrasco que eliminara los registros. Luego cuenta que se dirigió a Elian Rosales, jefe técnico de la rama femenina y director técnico de la categoría adulta, y que mientras le mostraba las fotos le dijo: “Hay un problema muy serio y necesito resolverlo ahora. Branko se mandó este condoro”. Elian Rosales recuerda que le pidió que le enviara las pruebas, porque a la mañana siguiente iba al club. “Recibí la información en la noche y a la mañana ya estaba reunido con el gerente”, detalla Elian Rosales.

Ese jueves la jugadora terminó la práctica entre las 20:00 y 20:30. Recuerda que salió entre las primeras futbolistas que

abandonaron el recinto. Su padre solía estar esperándola, pero esa noche se demoró. Al salir, se encontró con Branko Zitkovich. Ella cuenta que él la tomó fuerte del brazo y le dijo: “No seas sapa. Sé todo de ti, dónde estudias y dónde vives. Te voy a ir a buscar por lo que me estás haciendo”. Guissel dice que se puso a llorar, que estaba asustada y que le pidió reiteradamente que la soltara. Relata que él dijo que la dejaría ir solo si ella le aseguraba que no diría nada más. En ese momento, cuenta, otras jugadoras comenzaron a salir del estadio y Zitkovich se fue.

Guissel Carrasco recuerda que estaba muy asustada. Le habían recomendado no decirle a nadie y la angustia, dice, se acumulaba. Esa noche recibió el último mensaje de Zitkovich. Como lo había bloqueado, él le insistió por mensajes de texto. La conversación quedó archivada en un pantallazo.

—Oye no te enojes, solo quise ser buena onda, que estés bien un abrazo nos estamos viendo— escribió Zitkovich a las 23:40.

—Por favor déjame tranquila… yo solo quiero cumplir mis sueños no te interpongas en ellos —le respondió.

Guissel Carrasco cuenta que lloró toda la noche.

La denuncia contra el coordinador avanzó en Unión Española. Elian Rosales le mostró las pruebas a Luis Baquedano, gerente general del club. Branko Zitkovich fue despedido de inmediato.

Después de contarlo en el club, durante una semana Guissel se guardó el acoso ante su familia. Pero, como inventaba excusas para no ir a los entrebamientos y no salía de su habitación, su mamá empezó a sospechar. El 30 de abril la familia estaba sentada en la mesa. Marilyn Pizarro decidió conversar con su hija y le comentó que era raro que no quisiera ir a entrenar, que la notaba diferente. Le dijo: “No me digas que pasó algo con algún profe”. La cara colorada de Guissel Carrasco la delató. Decidió contar todo.

“Tuvieron a mi hija una semana aguantando todo sola, porque en el club le recomendaron que no me dijera nada”, reclama Marilyn Pizarro. El jueves 2 de mayo fue al estadio de Cerro Navia a encarar al director Elian Rosales. Entró sin permiso a la práctica, cruzó la cancha y lo enfrentó: “Sentí que me estaban esperando”, cuenta Marilyn Pizarro. Ella piensa que él tenía preparadas las respuestas: “El club lamenta lo ocurrido y no te preocupes, Branko fue despedido”, recuerda que fueron las palabras de Rosales.

Para la madre, el despido no era la solución para su hija, porque estaba sufriendo y su estado emocional se agravó con la semana en que enfrentó sola lo vivido.

Marilyn Pizarro recuerda que Elian Rosales le pidió que no le contara a nadie, porque no querían que las jugadoras se enteraran y deseaban mantener la situación bajo perfil. El DT Cristóbal López, que por esos mismos días fue cesado en su cargo por rendimiento, concuerda en que el club “no quería que saliera a la luz pública”.

Pero Marilyn Pizarro estimó que era relevante advertir a los apoderados y esa noche les escribió al grupo de WhatsApp que también integran los miembros del cuerpo técnico del equipo.

Luego de recibir la denuncia y desvincular a Zitkovich, la gerencia de Unión Española informó a Felipe Rivera, encargado del área social del club. Rivera revisó los mensajes de WhatsApp que, según relata, “no correspondían al horario laboral y el contenido no se vinculaba a una relación entre coordinador y jugadora”.

Felipe Rivera y un psicólogo externo reunieron los antecedentes y conversaron con Guissel Carrasco y su madre. Además, presentaron una denuncia al área de protección del Servicio Nacional del Menores (Sename) de la comuna donde reside la joven. “Nosotros no podemos entrar en profundidad, ni somos expertos. Lo que la ley dice es que recurramos a estas áreas proteccionales de la comuna y derivar el caso a ellos”, explica Felipe Rivera.

El funcionario de Unión Española dice que se contactó con la familia para explicarles que buscarían la mejor alternativa para derivar el caso de su hija y que le ofrecieron apoyo psicológico, pero que les informaron que Guissel ya estaba en terapia. Según Felipe Rivera, luego de informar al Sename de la comuna, él hizo seguimiento y Guissel Carrasco nunca asistió a las reuniones programadas. Marilyn Pizarro explica que jamás se enteró que el club se había comunicado con el Sename y que ellas no fueron contactadas por ese servicio.

Jugadoras de la sub 17 de Unión Española cuentan que el club citó a sus apoderados a una reunión y luego las convocaron a ellas para explicar el despido de su coordinador. Belén Politis, jugadora de esa categoría, cuenta que les explicaron que el coordinador fue despedido y que la compañera afectada no volvería. “También nos pidieron que no divulguemos el tema”, comenta.

La categoría adulta también tuvo una reunión, debido a que Branko Zitkovich era su coordinador. La capitana Andrea Cerda comenta que el club no tuvo buen manejo en general, por falta de experiencia, empatía y recursos.

La familia Carrasco Pizarro se contactó con el abogado Fernando Álvarez para analizar las opciones legales que tenían. El abogado se reunió dos veces con Luis Baquedano, gerente de Unión Española. El club entregó los papeles que pidió el abogado para una posible acción legal, la que nunca ocurrió porque “la expectativa de justicia de Guissel no podía cumplirse con las pruebas que teníamos”, explica Álvarez.

Luis Baquedano confirma las dos reuniones con el abogado y dice que hicieron todo lo que pudieron haber hecho como club. “Leí las conversaciones y despedí a Branko de inmediato”, afirma. Agrega que “Guissel no debió seguirle el juego a Branko y debió haber denunciado antes”. Al consultarle por las versiones que indican que hubo peticiones para mantener en reserva lo ocurrido, Luis Baquedano dice que el club nunca tuvo esa intención y aclara que desconocía que funcionarios de la institución hubiesen solicitado eso a Guissel Carrasco y su familia.

Marilyn Pizarro dice que Branko Zitkovich frustró el sueño a su hija de jugar profesionalmente y aclara que las consecuencias las vive hasta hoy.

Una mañana de mediados de 2019, el padre de Guissel Carrasco la dejó en la puerta del liceo y siguió a su trabajo. Minutos después, profesores de la joven se comunicaron con Marilyn Pizarro para preguntarle por qué su hija no había asistido. Recién al mediodía, recuerda la madre, recibió una llamada de un número desconocido. Era una señora que dijo haber encontrado a Guissel Carrasco perdida. “Estaba en una avenida lejos de su liceo”, cuenta Marilyn Pizarro. Sin saber lo que hacía, Guissel Carrasco había caminado y no se acordaba de nada.

La adolescente iba a terapia de psicólogo y psiquiatra. Ambos coincidieron en el diagnóstico: depresión. “Tenía mucho miedo de cruzarme a Branko en alguna parte. Lo que sufrí fue muy fuerte para mí. No quería vivir más. Me quise suicidar dos veces”, cuenta Guissel. Su madre se estremece al recordar el día que escuchó llorar a su hija en su pieza con la puerta cerrada: “Decidí entrar y la encontré con los brazos cortados, llenos de sangre”.

Marilyn Pizarro debió renunciar a su trabajo como vendedora de ropa para acompañar a Guissel durante el día. A veces, cuenta, no podía dormir por la preocupación de que pasara algo con su hija en la noche.

Desde pequeña, Guissel fue fanática del fútbol. Siempre quiso ser parte de un club para llegar a la selección. Tras el acoso que sufrió, Guissel Carrasco no podía ver un balón. “Ese fue uno de los mayores daños, abandonó totalmente su interés por lo que más quería”, dice su mamá. Pasaron meses de terapia para que su hija pudiera ver una pelota nuevamente. Pero la joven es enfática y aclara que no quiere jugar fútbol profesionalmente.

Branko Zitkovich fue contactado para este reportaje, pero no quiso participar.

PARTE IV

Diez años de malos tratos para las futbolistas de Everton

Mario Vera es uno de los entrenadores más exitosos del fútbol femenino chileno. Al mando de Everton fue bicampeón nacional y finalista de la Libertadores. Pero su registro contrasta con el maltrato que denuncian algunas de sus dirigidas. Gritos destemplados en los camarines, insultos y comentarios homofóbicos son parte de los episodios que varias de ellas hoy se atreven a revelar. Tras zamarrear a una joven sub17, la asociación nacional de jugadoras le abrió una investigación. Everton solo lo cambió de puesto y lo dejó a cargo del fútbol joven.

En 2007 Mario Andrés Vera Bazáez de 29 años, junto a Antonio Bloise, entonces presidente de Everton, crearon la rama femenina del club. Mario Vera fue su director técnico y no solo eso, fue durante tres años el entrenador de fútbol femenino más exitoso de Chile.

Everton salió campeón en 2008 y 2009, mismo año en que participó de la primera edición de la Copa Chile. Llegó a la final y se enfrentó a Colo-Colo. Cuatro a dos fue el resultado a favor de la escuadra de Mario Vera. Everton fue el primer equipo chileno femenino en participar en la Copa Libertadores en 2009 y 2010. En 2009 logró el cuarto lugar y en 2010 perdió la final por uno a cero frente al Santos de Brasil.

Nicole Tobar llegó a Everton en 2009, tenía 18 años y fue su primer club profesional. Ella junto a cinco compañeras, que venían del Lago Rapel, vivieron con Mario Vera en una cabaña en Quilpué. Como eran jóvenes y el fútbol femenino no es profesionalizado, había jugadoras que no tenían dónde vivir. Nicole Tobar entró a Everton con la promesa de recibir $ 60 mil mensuales y que sus servicios básicos estarían cubiertos: comida, transporte y residencia. El compromiso era con Mario Vera, pero no todo se cumplió. El dinero pactado no llegó hasta su tercer mes en Everton y Nicole Tobar recuerda: “Muchas veces pasamos hambre, no teníamos dinero, tampoco había almacenes cerca de la casa, porque quedaba en un lugar retirado y Mario no siempre nos tenía comida para cocinar”.

Mario Vera explica que en esta época muchas jugadoras querían ir a jugar a Everton porque era el equipo campeón. Pero reconoce que “al fútbol femenino jamás le han dado la importancia que merece”. Entonces, dice, él trataba de ayudarlas. Mario Vera no vive del fútbol femenino, desde 1999 es dueño de una empresa de arriendo de maquinarias y ese es su principal ingreso. Según Vera, su mamá le daba la comida diaria a las jugadoras, pero Nicole Tobar lo desmiente y cuenta que “cuando Mario se olvidaba de abastecernos con comida y andaba apurado, nos dejaba en la casa de su madre antes de ir a entrenar y nos daba once. Porque sabía que ella siempre nos daría algo”.

Además de incumplir compromisos económicos, el maltrato como director técnico es lo primero que recuerdan las jugadoras al preguntarles por sus años en el club. Gloria Cantillana también entró a Everton en 2009. Ella era de Rancagua, se integró con 15 años al equipo sub 17 y se quedó hasta 2012 en una primera etapa. “La relación con Mario era mala. Yo no tenía a nadie que me fuera a defender, alguien que fuera a decir: Oye, ¿qué te pasa con mi hija? De repente una se equivocaba en un pase y te echaba del entrenamiento”, recuerda.

Mario Vera estaba a cargo de la rama femenina del club y era director técnico de la sub 17 y de la adulta. Sobre el trato, Gloria Cantillana es enfática: “Hacía lo que quería con nosotras en la sub 17, como sabía que nos gustaba tanto el fútbol, nos podía tratar mal y siempre estaríamos ahí”.

Nicole Tobar recuerda el partido contra Colo-Colo en 2009: “Era el entretiempo, íbamos perdiendo y nos fuimos al camarín. Mario Vera le preguntó gritando a una compañera: ¿Qué te pasa? Ella respondió que nada y trató de excusarse cuando Mario le dijo que se pusiera de pie, le puso la mano en el short y le gritó: ¡Mira, estás toda cagada! ¡Avísame cuando sepas jugar a la pelota!”. La protagonista de ese episodio, que prefirió no dar su nombre, confirmó lo ocurrido: “Me gritó que tenía un mojón en el short”.

Una compañera que fue testigo, agrega: “Me acuerdo que hizo que se parara, le tocó el poto y le gritó. Todas quedamos paralizadas y nadie se atrevió a decirle algo”. Mario Vera niega haber tocado a la futbolista. Según su versión, en la cancha debe sacarle los miedos a sus jugadoras, pero asegura que nunca usó esas palabras. Nicole Tobar reflexiona que en el equipo había mucha normalización de los comentarios y gritos de Mario Vera.

Constanza Villanueva jugó en Everton como refuerzo para la Copa Libertadores de 2010 y en 2011, con 21 años, entró oficialmente al club. Se quedó hasta 2013 en una primera etapa. Ella coincide con Nicole Tobar y asegura que normalizaba el trato y lo trataba de justificar, pensando “Mario es así”. Hoy está en su último año de pedagogía y reflexiona: “Ahora entiendo que ese no debiera ser el trato a un deportista y pienso ¿cómo aguanté tanto?”.

“Para mí ha sido el DT que más me ha marcado. Me enseñó en la parte técnica súper bien, pero como persona, siempre falló”, explica Gloria Cantillana. En los primeros cuatro años que ella estuvo en Everton, la actitud de Mario Vera no cambió: “Nos decía que éramos malas y que no servíamos para el fútbol”. Agrega que ni su madre conoce todo lo que le tocó vivir en Everton en esos años: “Me gustaba tanto el fútbol que me la comí sola y me dejé pasar a llevar mucho”. A Gloria Cantillana le afectó psicológicamente lo vivido con Vera. “Creo que hasta hoy me afecta, porque me cuesta creer en mis capacidades. Pienso constantemente la frase que Mario me decía sobre que no iba a lograr nada”, detalla.

Verónica Riquelme jugó solo en 2013 por Everton y recuerda episodios donde le tocó ver gritos y comentarios hirientes a compañeras. “¡Sácate los pañales, estás toda cagada jugando! ¡Empieza a despertar!”, son algunos de los gritos que recuerda Riquelme en su año con Mario Vera. El director técnico justifica que el dicho de los pañales se lo ha escuchado a 20 técnicos del fútbol femenino, explica que “es una expresión, no es una humillación” y que todo depende del contexto. Pero Javiera Moreno, vicepresidenta y jefa de Género y Desarrollo de la Asociación Nacional de Jugadoras de Fútbol Femenino (ANJUFF) es enfática:

“Es una frase inaceptable. Es un ataque directo y una humillación. Además traspasa el límite de lo que sí corresponde como frases de motivación para las jugadoras. Urge hacer un cambio cultural para erradicar ese tipo de frases”.

Esos comentarios, dice Verónica Riquelme, generaban miedo en sus compañeras: “Las que eran débiles de mente cagaban. Mario se las comía. Pero las que éramos más fuertes, tratábamos de no pescarlo ni caer en su juego”.

En 2013, Gloria Cantillana vivió un proceso de selección para representar a Chile en la categoría sub 20, equipo dirigido por Ronnie Radonich. Cuando asistió a entrenar, el seleccionador le dijo que la habían llamado dos veces antes y le preguntaron por qué no había asistido. “Quedé en blanco”, dice la jugadora. Nunca supo de los dos llamados previos. Constanza Villanueva asegura que le pasó lo mismo por lo menos una vez. Mario Vera se justifica y explica que “deben haber más de 100 llamados y dos se me pasaron… todas las demás fueron”. Él reconoce que no le gustaba el manejo de Marta Tejedor, entrenadora de la selección entre 2007 y 2011, porque a su juicio armaba un grupo de amigas y no una selección. Pero las jugadoras no opinan lo mismo.

Cuenta Gloria Cantillana que a Mario Vera no le gustaba que fueran a la selección chilena y filtraba a las que podían asistir. “La selección es para ir a huevear, es para volverse lesbiana”, recuerda Cantillana que eran las palabras de Mario Vera. Lo confirma Nicole Mariñelarena, actual jugadora de Everton. Mariñelarena y Sofía Rojas, quien también integra el plantel del club, cuentan que se burlaba de las seleccionadas en sus charlas de entrenamiento. Ambas recuerdan que se refirió a una jugadora (cuya identidad Ciper mantiene en reserva) como “mongólica”.

Sofía Rojas llegó en 2014 con 15 años al equipo y tiene marcada una escena que vivió en el camarín. Fue en un entretiempo de un partido sub 17 contra Santiago Morning en la cuarta fecha del Torneo de Apertura de ese año. Jugaban en Viña del Mar y perdían por tres goles a cero. Entraron a los vestidores y Mario Vera estaba enfurecido: “Se descontroló y comenzó a pegarle a las paredes y a gritarnos cagonas”, dice Sofía. A algunas jugadoras, agrega, les gritó directamente en la cara: “¡Eres una cagona de mierda!”.

Karime Orozco, compañera de Rojas, tenía 14 años y confirma la escena. Ella cuenta que en la fecha siguiente, contra Ovalle, en un partido de la categoría adulta pero donde jugaban en su mayoría niñas de la sub 17 por falta de equipo, ocurrió algo similar. En el entretiempo Mario Vera entró gritando al camarín, le pegó a la pared y se quebró la mano, detalla Karime Orozco. Vera entrega su versión: “No golpeé a nadie, ni le grité a nadie. Perdimos y por la rabia le pegué a la pared y me quebré la mano”.

A fines de 2014 Everton cerró su rama femenina y Mario Vera se hizo cargo del fútbol joven del club. Pero un grupo de hinchas y apoderados crearon Deportes Viña del Mar Fútbol Femenino. En 2015 hicieron un trato con Everton que les permitió jugar en el campeonato nacional y llevar su nombre. Varias exbasquetbolistas de la zona se sumaron para poder armar un equipo. En 2017, quienes dirigían el equipo le pidieron a Mario Vera hacerse cargo de la escuadra y le ofrecieron un sueldo. Según afirma Cristián Díaz, dirigente de la época, desconocían las actitudes de Mario Vera hacia las jugadoras.

El entrenador consiguió una cancha donde entrenar, reorganizó el plantel, fichó nuevas jugadoras y dejó fuera a otras. Uno de los fichajes fue el de Gloria Cantillana. Ella dice que retornó porque Mario Vera la convenció de que estaba más calmado y decidió darle una segunda oportunidad. Carolina Berkhoff era una de las

basquetbolistas que se sumó al plantel, sobre la vuelta de Vera asegura que “muchas veces cedimos en el trato por tener una persona que nos podía ayudar a surgir. Porque ser Mario Vera te abre puertas y dejamos que hiciera lo que quisiera”.

Nicole Mariñelarena fue entrenada por Mario Vera en 2008 y volvió al club diez años después. Ella comenta que en ese primer año el director técnico solía comentar y burlarse de la orientación sexual de las jugadoras. “¡No la vas a dejar pasar porque te la comiste!” y “no se corten el pelo como hombre”, recuerda Mariñelarena y Gloria Cantillana que eran algunas de las frases que decía Mario Vera. Al reflexionar sobre su segundo período en el equipo, Nicole Mariñelarena dice: “Volver fue revivir todo, pero diez veces más”.

Una de las jugadoras que fichó en 2019 en Everton fue Carol Negrón. Volante con más de diez años de experiencia en el fútbol, llegó desde Puerto Montt a los 29 años. Las negociaciones las hizo con Mario Vera. Él le ofreció alojamiento y $ 300 mil mensuales. “Todo quedó en nada, las 300 lucas me las pagó dos meses, después 100 lucas, luego 50 y finalmente, nada”, dice Negrón. Con la casa sí cumplió. Ella cuenta que vivió en una cabaña de Mario Vera al oriente de Quilpué. Le quedaba lejos del centro de entrenamiento y no tenía transporte. Vera la llevaba y traía.

Carol Negrón fue testigo de constantes gritos a sus compañeras. Cuenta que generalmente gritaba “marca a la negra, a la guatona o a la huevona”. Ella se preguntó por qué nadie le respondía y sus compañeras le dijeron que siempre había sido así.

El jueves 4 de abril de 2019, Pía Zamorano, segunda arquera de Everton, se lesionó. La falta de apoyo del club a la jugadora indignó a Nicole Mariñelarena, capitana de la época, quién denunció ese mismo fin de semana por redes sociales lo ocurrido.

La denuncia tuvo repercusiones. Una fue la respuesta del club en relación a la cobertura de las lesiones. Gustavo Dalsasso, gerente deportivo de Everton, dijo que desde ese momento la institución iba a correr con los gastos de las lesiones del plantel. Otra consecuencia la vivió Nicole Mariñelarena, porque en el entrenamiento siguiente, Mario Vera la castigó por la publicación y le quitó la capitanía a ella y a la segunda capitana, Joanna Osorio. “Por reclamar por lo justo, Mario me gritó y me dijo que nunca más sería capitana”, cuenta Mariñelarena. Agrega: “Mario siempre nos decía que con poco debíamos hacer mucho y ese pensamiento nos estancaba”.

Tras la conversación en que Mariñelarena y Osorio perdieron la capitanía, Carolina Berkhoff dio su opinión. Mario Vera la quedó mirando fijo y empezó a encararla: “¿Tú, quién eres? Primero debes rendir en la cancha para hablar. No sirves para nada, no puedes opinar”, recuerda Berkhoff que fueron algunas de las palabras del director técnico. Ella le respondió que esa discusión no era para ese momento, pero él continuó gritando. Nicole Mariñelarena junto a otras compañeras la defendieron. Sofía Rojas cuenta que “la empezó a atacar y menospreciar. Le decía que era mala”. Carolina Berkhoff comenzó a llorar y Mario Vera dijo que ninguna estaba obligada a estar ahí. Eso provocó que varias jugadoras abandonaran el entrenamiento, entre ellas Nicole Mariñelarena, Sofía Rojas, Carolina Berkhoff, Tania Hidalgo y Gabriela Herrera.

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