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Para aquéllos que interiorizan su ira, el equipaje kármico puede dar lugar a una serie de patrones y conductas adictivas. Aunque casi todas las conductas adictivas son resultado de alteraciones que se llevan a cabo a nivel etéreo, los patrones adictivos pueden ser trasladados al nivel físico-material en donde pueden interrumpir el flujo de la energía sexual y del prana. Esto, a su vez, puede interrumpir la producción de los compuestos que producen placer en el cerebro. La alteración de la química corporal puede entonces llevar a una dependencia física, especialmente si las personalidades afectadas son incapaces de controlarse a sí mismas y a su entorno inmediato.

Karma y cultura

El apego kármico no debe ser visto exclusivamente como un problema individual o afectivo sino, de manera más amplia, como una dificultad cultural. Al moldear las personalidades y restringir el acceso al Yo, el equipaje kármico y el apego que origina, tienen un efecto colectivo sobre la cultura.

Así como el propósito colectivo moldea la voluntad colectiva de una cultura, podríamos decir que la energía calificada (al menos, en cierto grado), es la responsable de la creación de instituciones políticas, sociales, educativas y económicas, así como de las distinciones de clase y de la presión social —todo lo cual puede ser utilizado para limitar el placer y bloquear el acceso a la intimidad, a la alegría y a la placidez.

Es un hecho admitido que, dentro de cada cultura, abundan las distinciones de clase y las expectativas que surgen de la presión social y que se espera que la gente se comporte, piense e incluso sienta de una manera acorde a su posición social. Efectivamente, en muchas culturas, a las personas les son negados los valores a través del continuo proceso de aculturación en un guión que es adoptado por la cultura, pero moldeado por el equipaje kármico. Cada individuo aprende rápidamente que debe subordinarse (hasta cierto grado) a su voluntad individual y adaptarse al guión, o sufrir las consecuencias.

De una u otra forma, el guión le da a la vida una estructura; sin embargo, en la mayoría de los casos, ésta es una estructura inadecuada. De ahí que mucha gente no pueda adaptarse de manera natural al guión. Esta desafortunada minoría queda con dos alternativas, ninguna de las cuales resulta satisfactoria. La primera es el ostracismo social. La segunda es la renuente aceptación de una serie de valores que los convertirá en algo antinatural —seres distanciados de sí mismos y de los demás, incapaces de mantener una intimidad y antagónicos a su propio dharma (el trayecto de la vida).

Con la pérdida de la intimidad y de la empatía que sucede cuando se ha abandonado el dharma, terminan por identificarse a sí mismos y a aquellos que los rodean como simples objetos. Como resultado de esta yuxtaposición antinatural, la autoestima estará determinada más por los valores temporales y superficiales (como la belleza física, la prosperidad material y el desempeño deportivo, laboral, etcétera.) que por los permanentes valores del carácter, la integridad, la empatía y la inteligencia.

Al eclipsarse el propósito de la intimidad y del dharma por una avalancha de reglamentos y de expectativas, la dualidad (el concepto del Yo con Dios) se consagra como una verdad que inmortaliza al Yo. Como resultado, todo aquel que se encuentra fuera de nuestra propia mente y de nuestro ego, se convierte en el otro. Aun dentro del microcosmos, se lleva a cabo una división que, invariablemente, nos lleva a una pérdida del equilibrio y de la autoconciencia. Como consecuencia, el deseo materialista, el temor y la necesidad de controlar los acontecimientos de manera interna y externa, se convierten en la principal fuerza de motivación oculta tras las acciones de los individuos, de las agrupaciones y de las naciones. Conforme la gente comienza a perder de vista su objetivo (el dharma) y a sustituir las falsas metas (apoyadas por su cultura) por metas reales apoyadas por el Yo, surgen los acontecimientos catastróficos en la vida privada y pública de las personas que, a la larga, obligan a las agrupaciones y a todas las naciones a chocar entre sí, en un vano intento por controlar los sucesos, por crecer (a menudo a expensas del otro), o simplemente sobrevivir.

¿A quién amas?

Las consecuencias del equipaje kármico y del apego que éste produce se pueden encontrar, hasta cierto grado, en todas las culturas y entre todas las personas del mundo, independientemente de su complejidad tecnológica o de su herencia cultural. Por su naturaleza misma, las culturas respaldan el apego kármico como parte de su sistema de valores, normas y tabúes aun cuando los investigadores hayan reconocido que las culturas patriarcales (como las de Europa y África del Norte) tienden a ser más represivas que las matriarcales. De hecho, incluso en aquellas culturas que son más permisivas, como la judía y la hopi, existen reglamentos y/o leyes que bloquean la libre irradiación de la energía descalificada. Estos reglamentos suelen abrir una brecha entre la voluntad del individuo y la voluntad colectiva de la agrupación. Si bien los reglamentos se consideran necesarios para el bien común, es importante reconocer que el libre flujo de la energía descalificada no es igual que el libre flujo de la energía calificada. Quizá sea necesario que se confine la energía calificada y las acciones que emergen de la mente individual y del ego. Sin embargo, la confinación de la energía descalificada, no obstante la justificación, siempre tendrá efectos negativos en la persona, en las agrupaciones y en las instituciones a la cual pertenece el individuo. Como último análisis, la supresión o sublimación de la energía descalificada, más que crear una sociedad mejor estructurada y ordenada, producirá todo lo contrario. Formará una cultura que quebranta las relaciones y las instituciones y que siembra las semillas de futuros descontentos y desacuerdos.

Efectivamente, los efectos producidos por la excesiva acumulación de energía calificada dentro del campo humano de energía y las negativas influencias culturales que resultan de ellas, hacen necesaria la creación de un nuevo paradigma así como de una nueva cultura para los individuos, las relaciones y las instituciones. Sólo entonces las personas encontrarán la alegría y la tranquilidad que buscan en sí mismas, y las relaciones afectivas basadas en la mutua confianza e intimidad. Cuando el suficiente número de personas haya superado los efectos de su equipaje kármico, surgirá una nueva cultura basada en la cooperación, la responsabilidad compartida y la autoconciencia. Ésta sustituirá al orden mundano que sostiene a las absurdas culturas que resultan ser autolimitantes y contrarias a la intimidad y al dharma compartidos.

Lo que aprenderás

El propósito de este volumen es liberarte de la influencia del equipaje kármico y del apego que éste ha producido. Conforme avances, sabrás cómo los apegos originados por el equipaje kármico han influido en tu personalidad (tu mente individual y tu ego) y en tus relaciones y, además, cómo se han infiltrado en tu sistema de creencias, cómo han desestabilizado tu libre voluntad y cómo han predeterminado el curso de tu vida emocional, mental y espiritual.

Una vez que sepas de qué manera ha influido en ti el equipaje kármico en forma de energía calificada densa y pesada —y de qué manera lo has compensado desarrollando patrones conductuales, emocionales, mentales y espirituales— aprenderás algunas sencillas habilidades que te ayudarán a localizar, identificar y soltar el equipaje kármico y el apego que ha creado.

Sanación de los chakras y conciencia del karma es algo más que un libro. Es un programa secuencial diseñado para fortalecer tus fronteras, activar tus chakras dentro del espacio corpóreo individual, activar los centros menores de energía que se encuentran en tus manos y pies, activar los chakras por encima y por debajo del espacio corpóreo individual, aumentar el flujo del prana a través de tus meridianos, activar tus chakras esplénicos, activar el aprana (el cual se utilizará para soltar el equipaje kármico y las personalidades negativas) y reunir y restablecer tus cuerpos de energía y tus vehículos energéticos, si es que éstos han sido expulsados. Durante este proceso, aprenderás a mantenerte concentrado en la mente superior y a seguir tu dharma realizando una actividad adecuada de manera que elYo pueda entrar en tu conciencia y puedas experimentar la inocente placidez a la cual tienes derecho por nacimiento.

Conforme estudies este volumen y comiences a superar los efectos del equipaje kármico y del apego, descubrirás que el compartir tu conciencia expandida y tu fortaleza y confianza interior con tu pareja, tu familia y amigos, se convertirá en una de tus mayores alegrías. A medida que tu vida se vuelva más placentera y sigas valerosamente tu dharma, descubrirás que el universo te respaldará en todo lo que hagas y que el placer, la alegría, la intimidad y la placidez se convertirán en un modo de vida para ti y para aquéllos con quienes compartes tu sabiduría personal.

Capítulo dos

…El sosiego es el maestro del desasosiego. Por tanto, el profeta que viaja todo el día, no pierde de vista su equipaje. Aun cuando hay cosas hermosas qué ver, él permanece desapegado y en calma.

—Tao Te Ching, 26.

Conocerte a ti mismo

Aunque puedes no estar consciente de eso, tú y el Yo —la individualidad de la cual todo emerge— son uno solo. Durante el proceso de desprendimiento del equipaje kármico, crecerá tu conciencia de esta relación única hasta que la unión con el Yo se convierta en tu experiencia constante. Hasta entonces, es importante tener una idea de lo que es el Yo, de cómo funciona y de cómo sería la unión con éste.

Mucho se ha escrito acerca delYo en las obras yogísticas, tántricas, taoístas y jainistas. Antes de comenzar, toma nota: el Yo no es un objeto de conocimiento y no posee cualidades explicativas; por lo tanto, resulta imposible definirlo con precisión. Además, así como el espíritu, el intelecto, el alma y la mente inferior, lo mismo que las funciones y los aspectos de la mente emergen delYo, ninguno de estos campos de actividad posee la capacidad para concebir o comprender elYo, pues éste es su raíz u origen. La paradoja que esto representa puede compararse con el problema que enfrentan los personajes de un sueño, quienes intentan en vano imaginar a su creador (el que sueña), a quien le deben su existencia y en cuya conciencia existen y actúan.

Por supuesto, el yoga, el tantra y las grandes religiones orientales aceptan el hecho, a priori, de que te encuentras en unión con el Yo (seas o no consciente de ello) y de que el Yo es la raíz de tu espíritu, de tu alma, de tu intelecto, de tu cuerpo y de todo aquello que existe en el universo fenoménico. Pero el Yo no coincide precisamente con el Yo que tú te imaginas o, por lo menos, con el Yo con el que te identificas en tu vida diaria. Sería más acertado decir que el Yo es la base de lo que eres ahora y de lo que eras antes de que te volvieras independiente y te identificaras con el Yo individual, la parte de ti que está compuesta por la mente y el ego propios. Si no sabes exactamente a qué me refiero, no eres el único, pues la mayoría de los profetas, visionarios, teólogos y psicólogos han pasado por el mismo problema que tú con respecto al Yo. La verdad es que resulta imposible conocer al Yo haciendo uso de nuestra mente y nuestro ego.

Sólo podrás conocer alYo teniendo una experiencia directa con él, lo que significa trascender nuestra propia mente y nuestro propio ego, al menos temporalmente.

Sin embargo, hasta que tengas una experiencia directa con elYo, podrás satisfacer tu curiosidad intelectual (y eso puede resultar muy útil) sabiendo cómo emergió del Yo el universo fenoménico, incluyendo tu propioYo y los diversos aspectos de tu ser, y cómo elYo sigue influyendo en todo lo que existe en el mundo y en la dimensión del universo fenoménico.

La naturaleza funcional del Yo

El Yo corresponde al espíritu santo en el vocabulario cristiano. En el yoga, éste se conoce como atman. En sánscrito, atman significa “lo que no se puede duplicar”. ElYo o atman es funcionalmente lo mismo que la singularidad encontrada en el núcleo de cada ser humano, así como el campo universal del cual emergió el universo dualista. ElYo es la fuente y la base del tiempoespacio y de la conciencia, la energía y la materia que lo llenan en todos los mundos y dimensiones. El Yo está vivo y consciente. Es la fuente de la vida humana así como el manantial de la placidez, la alegría, el amor y el placer que la animan.

La singularidad conocida como el Yo es funcionalmente igual que la conciencia universal o Brahman. Al igual que el Brahman, ésta existe fuera del tiempo líneosecuencial en lo que se conoce como eternidad o tiempo eterno. Efectivamente, el Yo no se encuentra limitado por el tiempoespacio, tal y como lo experimentamos a través de los cinco sentidos o de cualquier aspecto fenoménico de su creación. Por lo tanto, nunca muere ni está supeditado a los ritmos del nacimiento, de la vida y de la muerte. Nunca cambia y no está determinado por las limitaciones impuestas en el universo fenoménico a través de la evolución y la involución. Existe en todas partes y llena el tiempoespacio en todas las dimensiones del macrocosmos y del microcosmos.

Tomando en cuenta que todo lo que fue, es y será, se encuentra contenido en su interior, el Yo no desea nada porque todo lo tiene. No desea la adoración ni debe ser propiciado.Ya que todo se encuentra contenido en su interior, el Yo no juzga nada porque sólo se estaría juzgando a sí mismo. Ciertamente se puede decir que el universo fenoménico es un reflejo delYo y de los seres humanos creados metafóricamente a la imagen del Yo.“Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.” (Génesis 1:27).

El Upanishad Mandukya conoce al Yo como “Santam Sivam, Adwaitam” (Mand.UP. VII). El Yo es apacible, bienaventurado y sin dualidad. El Yo es tranquilo, infinito y pleno. Es inteligente y dichoso. El Yo es la impersonalidad absoluta. Posee en su interior todo lo que ha emergido y que, por tanto, no tiene igual.

En el vedanta, el atman (el Yo) ha sido descrito como el satchitananda —la eterna existencia, la conciencia universal y la placidez, que es la irradiante alegría más allá de la causalidad.

En el Bhagavad Gita, Krishna explica que el atman (elYo) sólo puede llegar a conocerse cuando el conocedor, el campo del saber y aquello que se conoce se experimentan como uno solo.

Como condición, elYo es la vida eterna con todos sus atributos pero sin alguna de las limitaciones generalmente asociadas con la vida terrenal. Aunque la existencia del Yo puede ser deducida de manera indirecta a través del intelecto, su existencia sólo puede ser confirmada por la experiencia directa. Para el experto, las únicas herramientas que pueden llevar a tal experiencia son la mente superior (espíritu, intelecto y alma), la mente inferior (y sus funciones y aspectos) y el sistema humano de energía. En la mayoría de los casos, sin embargo, estos campos de energía y de conciencia están tan eclipsados por el equipaje kármico, que la experiencia directa del Yo se hace casi imposible.

El Yo eres tú… en cierto modo

Dentro del microcosmos de cada ser humano, el Yo emerge del lado derecho del corazón humano y se adentra en la conciencia para expandirse desde ese punto hasta llenar el espacio corporal individual en todos los mundos y dimensiones. Desde ahí, se expande hacia el exterior como el sol, “brillando por igual sobre santos y pecadores”. Para darnos una idea de lo que sería vivir en unión con el Yo, podemos hacer uso de una metáfora.

Imagina por un momento que te encuentras en un cine y que eres el único espectador de una película que tú escribiste, produjiste, dirigiste y de la cual eres el protagonista. Ahora imagina que, después de un rato, te involucras tanto en la película y en el personaje que representas, que te olvidas de quién eres y comienzas a identificarte con el papel que representas en la pantalla.Al final puedes sumergirte tanto en los pensamientos, los sentimientos y las sensaciones provocados por los acontecimientos y los personajes de la película, que ésta podría hacerse más real que el verdadero mundo real.

Ahora, imagina que tu apego al papel que estabas representando y a los acontecimientos de la pantalla se vuelve total. Si el personaje que representabas se viera amenazado, reaccionarías con temor. Si el personaje fuese rescatado, te sentirías aliviado. Si perdieras lo que amas, te sentirías desalentado, si lo recuperaras, te sentirías regocijado. Con el tiempo, la sola idea de escapar de la ilusión sería rechazada como un acto de autodestrucción, entonces no harías nada. Permanecerías atado a los acontecimientos de la pantalla, viviendo una ilusión de cuya realidad te has convencido.Aun cuando, por algún momento, lo hayas dudado, el testimonio de la mente individual, del ego y de tus apegos con los otros actores, será un testimonio contundente de que el sueño era real. En verdad esa es una condición humana. Los seres humanos se identifican tan profundamente con el personaje que representan al igual que con las sensaciones, los sentimientos y los pensamientos que se asocian con él, que han olvidado que la película de su mente (la cual experimentan a través de sus sentidos y procesan en la mente y el ego propios) no es real. Se han olvidado de que ellos no sólo son los creadores de la película sino que son todos los personajes, incluyendo aquél que han estado representando en la pantalla.

Ahora imagina que, después de identificarte con el personaje de la pantalla, vuelves a recordar que la película no era real y que ya no eliges identificarte más con tu personaje ni con los pensamientos, los sentimientos y las sensaciones que lo avalaban. Al distanciarte del efecto —la película— y regresar a la causa —el Yo— volverías a recordar quién eres en realidad. Recordarías que, de hecho, eres el productor, el director y todo lo demás que se convirtió en la película, así como el Yo del cual todo eso emergió.Tan pronto como te liberas de la ilusión, del maya (la realidad aparente), te liberas de los efectos del apego kármico y del dolor y sufrimiento que te causaron mientras, por equivocación, te identificabas con el personaje de la pantalla.

Al aceptar la verdad y liberarte a ti mismo, no te volverías más espiritual en ningún sentido real, ni te convertirías en una mejor persona. Simplemente recordarías quién eres y, una vez más, comenzarías a identificarte con lo que es real mientras disfrutas de la película en tu mente. En efecto, ése es el proceso en el cual estarás participando al deshacerte del equipaje kármico. Al renunciar al apego con el efecto, la mente individual y el ego y al regresar a la causa, el Yo, dominarás gradualmente el apego kármico, experimentarás tu unión a priori con el Yo, y disfrutarás de la placidez, de la intimidad, del amor y del placer que emergen de éste.

La conciencia en el mundo natural

Como seres multimundanos y multidimensionales, los seres humanos se componen de conciencia, energía y materia flotando en un campo de tiempoespacio. Los cinco principales bloques de construcción listados anteriormente han emergido del Yo (la conciencia universal) y siguen estando apoyados por éste.

En el mundo natural, la manifestación de la conciencia universal se ve más o menos limitada, de modo que el Yo no puede manifestarse en su totalidad. En el mundo mineral, la conciencia, conocida como cit en sánscrito, se manifiesta como la forma de percepción más baja exhibida por la respuesta reflexiva al estímulo. Los científicos llaman a esto la memoria atómica. La percepción de las plantas se encuentra más desarrollada, aunque sigue siendo una conciencia latente. El mismo tipo de percepción limitada se manifiesta en los microorganismos que habitan los reinos animal y vegetal.

En el mundo animal, la conciencia se vuelve más unificada y compleja conforme el animal crece en complejidad, alcanzando su máximo desarrollo en los humanos que poseen las funciones psíquicas del intelecto, el conocimiento, la percepción, el sentimiento y la voluntad, y quienes pueden manifestar alYo en su plenitud a través de los vehículos del espíritu, del intelecto, del alma, de la mente inferior y del cuerpo.

Cabe hacer notar, sin embargo, que el nivel de conciencia de una forma de vida en particular depende de las frecuencias de energía descalificada (prana) que puede transmitir y transmutar por medio de su sutil sistema de energía (chakras, auras y meridianos). Los animales se mueven en un orden de frecuencias más limitado que los seres humanos y un ser humano desarrollado se mueve en un orden de frecuencias más amplio que un ser humano más primitivo.

Existen vacilaciones en la conciencia de todos los seres vivos basadas en las fluctuaciones en el orden de las frecuencias de energía (energía descalificada) que se irradia a través de su sistema de energía; sin embargo, las fluctuaciones no pueden exceder la capacidad de los chakras ni de los meridianos para poder transmitirlas y transmutarlas, ni de las auras para poder almacenarlas.

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9781939048042
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