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Dios promete llevarnos al cielo donde Él está y liberarnos de nuestra inclinación pecaminosa (1 Corintios 15:50-58). ¡Qué gran esperanza tenemos! ¡Esta vida no es todo lo que existe! Nuestro corto tiempo sobre la Tierra no es ni siquiera de lo que se trata la vida. Todo está funcionando hacia el gran fin del pueblo de Dios morando con El por la eternidad (Apocalipsis 21:3, 7).

Cada esposo cristiano necesita tener una mente celestial (Colosenses 3:1-3; Mateo 6:33). Anhelaremos más el cielo si aceptamos plenamente el hecho de que esta vida no es el cielo, y nunca lo será. Si vivimos con el cielo en nuestras vistas, agradaremos a Dios y seremos menos dados a cansarnos en las dificultades de la vida (Hebreos 11:8-10; 12:1-3). Recodar que veremos a Jesús cara a cara un día puede también tener un efecto muy purificador para nuestras vidas (1 Juan 3:2-3). Deberíamos esforzarnos por mantener una perspectiva eterna y colocar toda nuestra esperanza y nuestro futuro con Cristo.

Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado.

1 Pedro 1:13

Debemos renovar nuestras mentes porque nuestras acciones fluyen de nuestros motivos, pensamientos, y creencias. Este hecho puede ser ilustrado algo como así:


Está Confiado

Hemos visto las opiniones falsas del hombre que necesitamos rechazar, quien el hombre es de acuerdo a Dios, y cuáles son las verdaderas necesidades del hombre. También hemos visto para qué fue creado el hombre y las provisiones de Dios para obtener esto. A menos que Bob y Ralph cambien su forma de pensar acerca de sí mismos, no hay esperanza para ellos de ser los esposos que Dios quiere que ellos sean. Tú, por otro lado, tienes gran esperanza si te agarras de estas verdades fundamentales acerca de quien tú eres. Lo más importante, ellas te permitirán relacionarte con Dios apropiadamente.

No puedo garantizar que si te dedicas a Dios y Su voluntad, tu esposa responderá en la misma manera. De hecho, para algunos, las cosas puede que se pongan peores si te conviertes más en el hombre que deberías ser. Pero, basado en la Palabra de Dios, si tienes fe salvadora en Cristo, yo puedo garantizar que el mismo Dios que murió por tus pecados y se levantó otra vez nunca te dejará o te abandonará, no importa cuales sean las circunstancias (Hebreos 13:5-6). Puedo asegurarte que tú puedes (por gracia) caminar con Dios y ser Su tipo de hombre (Colosenses 1:9-12). Y, puedo decirte con certeza que si eres un creyente, un día verás a Cristo cara a cara (Apocalipsis 22:4). Es, al en enfocarse en estas tres seguridades, que encontrarás gozo en tu peregrinaje hacia el cielo.

Capítulo CuatroEL ENTENDIMIENTO DE UN ESPOSO DE LAS RELACIONES

¡No temas, oh hombre de Dios! ¡La Palabra de Dios no pretende (ni tampoco yo) enviarte a una búsqueda cuestionable para ponerte en contacto con tu llamado lado femenino! Por otro lado, tampoco puedo irme tan lejos como para decir, “Estás bien—yo estoy bien.” Yo sí creo que nuestra sociedad y la iglesia están en gran dificultad en lo que se refiere a nuestras relaciones. Dado el corazón del hombre, el estado de nuestra sociedad, y la falta de influencias en la crianza de uno, esta situación no es sorpresa. En muchos casos, hay simplemente una falta de entendimiento fundamental acerca de las relaciones.

El diccionario Webster define una relación como, “el estado o carácter de estar relacionado o interrelacionado.” Este es un entendimiento básico de la palabra. En un sentido más amplio tenemos algún tipo de relación con alguien o algo. Nuestro propósito es definir la perspectiva de Dios de una relación personal. Estamos hablando de una interconexión con las personas hacia quienes tenemos compromiso o responsabilidad, tales como Dios, la familia, cónyuge, amigo, líder espiritual, hermano o hermana en Cristo, jefe, compañero de trabajo, etc. Obviamente, todas estas relaciones no han de ser iguales en grado, pero si deben tener los elementos claves de una relación bíblica.

La pregunta que me gustaría contestar en este capítulo es “¿Qué piensa Dios acerca de nuestras relaciones?” Recuerda, es nuestra meta ser el esposo ejemplar que Dios nos ha llamado a ser, al imitar en nuestras vidas el ejemplo de Cristo. Para cumplir esta meta debemos verle a través de su Palabra. Pero primero, tomemos un vistazo más cercano a muchas de las relaciones de hoy.

La Escena Actual de la Relación

Muchas personas parecen interesados principalmente en tres cosas: hacer sus cosas, llevar a cabo sus metas personales, y proteger su espacio personal. A veces estamos tan ocupados con cosas que no involucran a otros, que no existe tiempo, y eventualmente falta interés, para las relaciones. Algunos se han retirado de la idea de relacionarse porque han sido malinterpretados o “quemados.” Otros están renuentes a ir en pos de relaciones simplemente porque el relacionarse bien requiere esfuerzo. Nuestra carne (naturaleza pecaminosa) es un enemigo del esfuerzo que es necesario para mantener relaciones. Si la “Iglesia” continúa siguiendo nuestra sociedad al hacerse más y más amantes y servidores de sí mismos, la búsqueda de relaciones bíblicas se saldrá más y más del camino.

Frecuentemente la queja principal de una esposa acerca de su matrimonio es, “No tenemos ninguna relación.” A cambio, una respuesta común del esposo es, “¿Cuál es el problema? Pienso que tenemos una excelente—o por lo menos una buena—relación.” Esta respuesta es a veces (por lo menos en parte) debido a la deficiencia relacional del esposo. Pon esta deficiencia junto con las esperanzas idealistas de algunas esposas (la idea equivocada de que los hombres deben ser justamente como las mujeres en la forma como se relacionan), y la presencia de asuntos sin resolver en la relación, y tendrás un proyecto detallado para un desastre marital.

También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita.

2 Timoteo 3:1-5

¡Las cualidades en estos versículos no se dirigen a buenas relaciones! Ambos géneros están envueltos en estos pecados, pero no podemos ignorar el hecho de que parece haber un número creciente de hombres que tienen poco interés o conocimiento cuando de relaciones se trata.

Cualquier pastor que esté involucrado con su gente podría testificar que más y más individuos están surgiendo en la iglesia con problemas de relaciones en áreas tales como esposo/esposa, padre/hijo, empleador/ empleado, y amigo/amigo. Además, algunos esposos se han excusado a sí mismos de la responsabilidad dada por Dios con engaños tales como, ”No debe conllevar tanto esfuerzo el estar juntos.” O, “Mi esposa debería estar encantada de que soy su fiel proveedor y protector. ¿Porqué esto no la satisface?” O, ”Realmente no necesito las relaciones porque simplemente no soy una persona necesitada.” ¿Son las relaciones solo para personas necesitadas? Nada puede estar más lejos de la verdad.

Un Libro de Relaciones

Afortunadamente, en lugar de dejarnos valernos por nosotros mismos, Dios en Su Palabra nos ha dado un manual para las relaciones. Debemos buscar Su guía en lo concerniente a nuestras relaciones. Ningún otro libro puede tan rápidamente decirnos lo que Dios quiere para nuestras relaciones.

El primer paso para relacionarnos de una forma que honre a Dios es aceptar completamente la verdad de que nuestras relaciones son extremadamente importantes para Dios. Una vez que un esposo ha venido a una fe salvadora, se dará cuenta de que la Biblia es un libro de relaciones. Primero se dirige continuamente a nuestra relación vertical más importante con Dios y luego a nuestras relaciones horizontales con los demás. Cristo mismo resumió la ley completa en dos categorías relacionales en Mateo 22:37-40:

Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Éste es el primer y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.

Nuestra Relación con Dios

Todos estamos relacionados con Dios como creador y sustentador, pero como vimos en el capítulo 3, aquellos que le conocemos como Salvador tenemos el privilegio de una relación más profunda (Tito 2:14). Dios nos da a nosotros y nosotros le damos a Dios. El nos da gracia, amor, guía, cuidado, compasión, protección, fortaleza, consuelo, enseñanza, mandamientos, y muchos deseos. Nosotros le damos alabanza, acción de gracias, honor, amor, obediencia, confianza, y servicio. La relación entre Dios y el creyente no es una relación de un solo lado. Ambos Dios y el hombre están activamente involucrados.

Nuestra Relación con los Demás

Cristo nos dio un vistazo aun más cercano a que tan relacional fue nuestro Trino Dios cuando estuvo aquí en la tierra. El no solo enseñó acerca de los dos más grandes mandamientos sino que los vivió también. Su vida estaba completamente centrado con Dios el Padre y con la gente. Dondequiera que El iba estuvo interesado en la gente. Como nuestro Dios es un Dios que se relaciona, entonces nosotros también debemos hacerlo. Recuerda, la semejanza con Cristo es nuestra meta. No podemos ser esposos ejemplares y oponernos a la necesidad de tomar nuestras relaciones con los demás seriamente. (Ver Apéndice Tres para una lista de relaciones a las que Dios se ha dirigido en la Escritura.)

Creados Dependientes e Interdependientes (No Independientes)

Desde el principio, el hombre era dependiente de Dios. El hombre no fue creado de tal forma que pudiera proveer para sí mismo (de la nada) o sostenerse a sí mismo. Dios provee el aire que respiramos, el lugar donde vivimos, la comida que comemos, el agua que bebemos, y la instrucción y fortaleza que necesitamos para vivir. ¡Nosotros necesitamos a Dios!

El hombre fue también creado para ser interdependiente (involucrado) con otros. Después de haber sido puesto en Edén, Dios dijo que no era bueno que el hombre estuviera solo y proveyó una ayuda para él (Génesis 2:18). He aquí nuestra primera pista de que estamos hechos para depender el uno del otro de alguna manera. Consistente con este hecho, Dios ha incluido muchos mandamientos “unos a otros” en el Nuevo Testamento. (Ver Apéndice Cuatro para una lista de ejemplos.)

Ahora, si hemos sido creados desde el principio para relacionarnos el uno al otro y ser interdependientes el uno con el otro, ¿Cómo es, hombres, que parecemos inclinados a pensar que no es ni macho ni necesario estar involucrados con otros? Algunos de nosotros necesitamos un serio cambio de mente en este aspecto. Debemos deshacernos del orgullo que dice, “Puedo hacer esto por mí mismo,” o que excusa la responsabilidad de amar a otros con, “Solo a mí y al Señor es todo lo que necesito.” Para ser como Cristo, debemos buscar involucrarnos con otros.

Aunque nuestros esfuerzos de estar involucrados en una relación bíblica de dos vías (para la gloria de Dios y el bien del otro) son algunas veces resistidos o rechazados por la otra persona, debemos mantenernos comprometidos a seguir tratando, hasta que la otra persona disuelva finalmente la relación. Aún cuando ha habido un rechazo, puede que haya todavía una oportunidad ocasional de hacerle bien a esa persona (Romanos 12:17-21). Aunque es difícil, podemos amar a otros con el amor compasivo de Dios, aunque ellos no muestren amor hacia nosotros. Dios requiere que amemos, sirvamos, y hasta que suframos por aquellos que son indiferentes u hostiles hacia nosotros, porque esto es exactamente lo que El ha hecho por nosotros. (Esto no quiere decir que no podemos apelar a las autoridades de gobierno para protección cuando alguien está violando la ley por abuso físico—Romanos 13:1-7.)

El Plan de Dios para las Relaciones

Hemos aprendido algunas cosas acerca de las relaciones al ver como Dios nos ha buscado y creado. Antes de crear una descripción y definición clara de una relación bíblica, debemos ver la parte más crucial de nuestro plan relacional—como Dios se relaciona consigo Mismo. Este es el mejor patrón para nuestras relaciones. Es una pena que en la mayoría de los libros de teología los tres miembros de la Trinidad son presentados solamente como relacionándose el uno al otro solo funcionalmente. En realidad, se relacionan también personalmente. Dentro de las relaciones de la Divinidad (Padre, Hijo, y Espíritu Santo) existe:

• Un deseo para negarse a sí mismo (Marcos 14:32-36; Filipenses 2:5-9).

• Honor y respeto—aunque existe igualdad (Juan 8:49; 2 Pedro 1:17).

• Sumisión a un orden de autoridad—aunque existe igualdad (Juan 8:28-29; 14:31; 16:13; 1 Corintios 11:3).

• Humildad (Juan 16:14; Filipenses 2:1-11; 1Corintios 11:3).

• Unidad (Deuteronomio 6:4; Juan 10:30,38; 14:10-11,23; 17:11).

• Singularidad de Personas—tres Personas distintas (Lucas 3:21-22; Juan 1:31-34; 14:23-26; Hechos 5:3-4).

• Comunicación perfecta (Juan 8:28; 15:15; 16:13; 2 Pedro 1:17).

• Involucramiento y cooperación (Génesis 1:26; Lucas 4:1; Juan 14:23; Colosenses 1:12-20).

• Conocimiento de las otras Personas (Mateo 11:27; Juan 8:55; 1.Corintios 2:10).

• Expresión de agradecimiento (Mateo 11:25; 15:36; 26:27; Lucas 10:21; Juan 11:41).

• Expresiones verbales de amor (Juan 10:17; 14:31; 15:9; 17:23; Romanos 5:5).

• Expresiones visibles de amor, bondad, bendición, y servicio (Juan 15:9-10; 17:4,23; Romanos 15:3; Gálatas 5:22; Colosenses 1:19).

• Veracidad/Confianza (Juan 3:33; 14:17; Tito 1:1-2; Hebreos 6:18).

• Preocupación máxima por la verdad de Dios y su gloria (Juan 16:14; 17:1, 5, 24).

¡Que patrón tan excelente tenemos para seguir! Estos son los elementos esenciales de una relación bíblica. Uno de los mayores elementos que Dios ha ampliado para nosotros es el elemento de las expresiones visibles de amor. Los efectos de nuestras expresiones de amor los unos con los otros también incluye: el animarnos cuando estamos desalentados, perdonarnos, estimularnos al amor y las buenas obras, amonestarnos, reprendernos con amor y firmeza; y llevar las cargas de los demás.

La cosa más importante que debemos recordar es que la manera en que la Trinidad se relaciona entre sí nos da nuestro modelo para las relaciones. Los elementos básicos vistos entre la Divinidad deben estar presentes en una relación bíblica. Si buscas implementar estas cosas en tu matrimonio, irás por el buen camino de convertirte en un esposo ejemplar.

¡Ni Te Atrevas!

En nuestras relaciones con otros, debemos evitar cualquier tendencia a dar o requerir una cantidad excesiva de atención. Las personas con tal enfoque equivocado en verdad están en la relación solo por ellos mismos ya que no son parte de ella para la gloria de Dios o el bien de la otra persona. Puede que estén bajo la suposición equivocada que dar este tipo de atención idólatra es la manera en que dicha relación debería de ser. El arte dramático ha incentivado esta forma de pensar, pintando que la vida es toda acerca de un amor humano consumidor y casi perfecto. Aspirar a tal relación fantasiosa no es ni correcto ni es vivir dentro de la realidad. Dios es el aquel con quien debemos estar consumidos.

Se multiplicarán los dolores de aquellos que sirven diligentes a otro dios. No ofreceré yo sus libaciones de sangre, Ni en mis labios tomaré sus nombres. Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa; Tú sustentas mi suerte. A Jehová he puesto siempre delante de mí; Porque está a mi diestra, no seré conmovido. Me mostrarás la senda de la vida; En tu presencia hay plenitud de gozo; Delicias a tu diestra para siempre. Salmo 16:4-5, 8, 11

Dos Necesidades Que Nos Rodean

Hay dos cosas siempre presente en la forma en que Dios se relaciona con nosotros. Primero, el amor perfecto de Dios cubre todos Sus tratos con nosotros. Su amor por nosotros nunca es inactivo. Sabemos esto por la palabra bíblica hesed. Esta palabra hebrea se refiere a la relación de Dios con nosotros y significa “bondad amorosa constante” o “pacto de lealtad” (Salmo 36:7; Isaías 63:7). La palabra lleva consigo las ideas de ambos amor y fidelidad. Por lo tanto, una relación bíblica tiene un amor duradero. Todo lo que es hecho en una relación bíblica debe ser con la finalidad de mantener este tipo de amor.

Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.Colosenses 3:12-13 [énfasis añadido]

Segundo, cada una de las cualidades relacionales de Dios descansa sobre el fundamento de la verdad. El ama de tal forma que mantiene Su carácter y palabra (Santiago 1:17). Todo lo que hacemos también debe hacerse guardando todos los principios y mandatos de Dios.

Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad. Y en esto conocemos que somos de la verdad, y aseguraremos nuestros corazones delante de él.I Juan 3:18-19 [énfasis añadido]

Esta es la forma en la que nos relacionamos bíblicamente. Entonces, una relación bíblica debe poseer tanto la cualidad del amor duradero como la obediencia de las Escrituras.


Reuniendo Todo

Habiendo echado una mirada cercana a Dios y Sus tratos con nosotros, podemos crear una definición de una relación bíblica. Nuestras relaciones deben ser:

Una participación conjunta entre dos personas cristianas distintas en las cuales existe involucramiento, amor semejante al de Cristo (sacrificial, duradero, y en permanencia a la palabra de Dios), buena comunicación, aprecio, edificación, y servicio—todo en una actitud de respeto y humildad—y todo para la gloria de Dios y el beneficio del otro.

En relaciones no comunes, nuestra responsabilidad permanece igual. No podemos forzar a otros a relacionarse de la forma que Dios quiere que ellos lo hagan pero sí podemos nosotros honrar a Dios. Todos nosotros estamos relacionados de alguna forma a los no creyentes. Algunos de ustedes tienen esposas no creyentes. Las esposas no creyentes no tienen la capacidad de relacionarse de la forma en que Dios se relaciona, pero al cumplir tu responsabilidad, tú puedes ser un testigo del amor de Dios y darle gran gloria a El. En tal caso, debes ocuparte en:

Una búsqueda de involucramiento y fidelidad hacia otra persona distinta a través de tu propio amor semejante al de Cristo (sacrificial, duradero, y en permanencia a la palabra de Dios), buena comunicación, aprecio, edificación y servicio— todo en una actitud de respeto y humildad—y todo para la gloria de Dios y el beneficio del otro.

Peligros Principales en las Relaciones

Antes de dejar el tema de las relaciones, quiero tocar algunos de los peligros que debemos evitar si vamos a llevar a cabo lo que acabamos de describir. El pecado siempre ha sido el problema en las relaciones. Como resultado de la Caída del hombre, no solo el hombre se separó de su Dios, sino que inmediatamente comenzó a tener dificultades en sus relaciones horizontales. Esto es demostrado claramente en el libro de Génesis (Adán y Eva, Génesis 3:12-13; Caín y Abel, Génesis 4:8; etc.). Los problemas en las relaciones han continuado a través de las edades porque el pecado ha continuado. Aun después de la salvación, nuestra inclinación pecaminosa está todavía presente (Romanos 7:21-25).

Como esposos ejemplares, necesitamos evitar estos pecados y buscar con toda diligencia reemplazar las siguientes características malas con sus contrapartes semejantes al carácter de Cristo:

1. No siguiendo a Cristo primero y ante todo (ver también el capítulo 7).

Nuestra relación con Cristo siempre afectará nuestras relaciones horizontales con los demás. Si no estamos amando a Dios con todo nuestro corazón, alma, y mente, estamos poniendo algo o a alguien más en Su legítimo lugar. Inevitablemente nos encontraremos teniendo dificultad en nuestras otras relaciones.

En su lugar: Haz de Cristo tu vida y tesoro. Búscale como tu “primer amor.”

2. Orgullo (una actitud mental de egoísmo—ver también el capítulo 13).

a. Orgullo que se auto-exalta

El orgullo nos hará despreciar y enseñorearnos sobre otros en lugar de dirigir amorosamente. Una persona que se exalta a sí misma también estará a la defensiva, echará la culpa sobre otros, renombrará, o ignorará el pecado en lugar de admitirlo y pedir perdón. También estará renuente a darle cuentas a alguien, y raramente verá a alguien como capaz de dar un consejo o una opinión benéfica.

En su lugar : Revístete de la humildad que trata como mas importantes a otros que a sí mismo (Filipenses 2:1-4), admite el pecado (Salmo 32:5; Santiago 5:16), busca consejo (Proverbios 1:5, 15:22), acepta con beneplácito la responsabilidad (Hebreos 10:24-25), solo hace peticiones que consideran la gloria de Dios y el bien de los demás (Filipenses 2:1-4).

b. Orgullo Egocéntrico

¡El enfoque de la carne pecaminosa es el Yo! Lo considera una gran dificultad el preocuparse por los demás y ser considerado. Sus pensamientos, palabras, y esfuerzos están consumidos con “mi” agenda, “mis” problemas, “mis” carencias, “mis” deseos, “mis” necesidades.

En su lugar: Busca enfocarte en los deseos de Dios y por servir en beneficio de los demás.

Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros.Romanos 12:10 [énfasis añadido]

3. Comunicación pecaminosa (ver también el Capítulo 16).

Es importante ser sensible a los pecados de la comunicación tanto a los auto-iniciados como a los reaccionarios. Las palabras engañosas, malsanas, o hirientes, tanto como el tono de voz y el lenguaje corporal con los cuales son dichas, pueden también ser pecaminosas. La carne quiere excusar estos pecados basándose en las circunstancias, pero la palabra de Dios no nos da ningunas excepciones acerca de nuestra comunicación.

Por el contrario: Comunícate con veracidad y amor en todo momento.

Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.

Efesios 4:29 [énfasis añadido]

4. Falta de aprecio y agradecimiento.

Cuando estamos enfocados en los aspectos negativos de una persona o de una relación, en lugar de en lo positivo, somos renuentes a relacionarnos como deberíamos. Desvanecer los puntos fuertes y demostraciones de amor de alguien (no importa cuan pequeño o cuan pocos sean) de cualquier calidades negativas que puedan haber rompe el mandato de Dios de ser agradecido en todo tiempo (1 Tesalonicenses 5:18).) Aun cuando Cristo tuvo que reprender a las siete iglesias en el libro de Apocalipsis, El inició con palabras de aprecio y elogio. Este es un buen patrón para nosotros cuando hay cosas negativas que tengamos que tratar con otros (Apocalipsis 2-3).

Por el contrario: Piensa regularmente y comparte tus pensamientos de aprecio y agradecimiento.

Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis.

I Tesalonicenses 5:11

5. Expectativas Auto-enfocadas.

Buscar y esperar el crecimiento, el tiempo, el cuidado, o la atención de otro es siempre una mala idea. No debemos vivir en expectativa o poniéndole condiciones a nuestro amor y cuidado por otros. Nuestro enfoque debe estar en amar a Dios y a otros para la gloria de Dios, no en tener satisfechos nuestros deseos personales. También debemos buscar el mantener nuestras decisiones en balance con la vida real y las muchas responsabilidades que la otra persona pueda tener. Es un peligro tener expectativas irreales en lo que concierne al Crecimiento cristiano. No podemos esperar perfección inmediata de un cónyuge arrepentido. Pero, podemos bíblicamente esperar mejoría (por su bien y la gloria de Dios), teniendo en mente que toma tiempo el crear nuevos hábitos.

Por el contrario : Enfócate mayormente en los deseos de Dios y tu propia responsabilidad hacia los demás, en lugar de enfocarte en tus deseos y el desempeño o responsabilidad de otros. Mira tu propio pecado como grande y el pecado de otros como pequeño.

¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.

Mateo 7:3-5

Toma Tiempo para Evaluar

Todos estamos involucrados en relaciones de una forma u otra. Estas son pobres y empeorando, o buenas y creciendo. Hombres, no podemos escapar el hecho de que Dios está muy interesado en nuestras relaciones. El las ha tratado intencionalmente a través de Su Palabra. El nos ha dado un patrón o plan a seguir. Al prestar cuidadosa atención a la forma en que Dios se relaciona, y al buscar vivir en la misma manera, podemos ejemplificar a Cristo.

¿Ves tú la relación con tu esposa tan importante como Dios la ve? ¿Estas comprometido a involucrarte con tu esposa? ¿Tiene la relación con tu esposa los elementos claves de una relación bíblica? ¿Estás listo para guardarte en contra de los peligros comunes de una buena relación con tu esposa? La relación del matrimonio es un gran don de Dios, prevista para darle gloria y prevista para llevar bendición a esos que entran en ella. Mientras más busquen tú y tu esposa el relacionarse como Dios se relaciona, mas experimentarás lo que Dios ha previsto.

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9781629461595
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