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El precio de la fama

La peor amenaza para las plantas es, sin duda, la destrucción de su hábitat. ¿Qué efecto está teniendo el repentino y renovado interés por la fitoterapia en nuestras ya mermadas reservas botánicas? La industria de la fitoterapia ha alcanzado los 5000 millones de dólares en el cambio de milenio, y sigue creciendo con rapidez. Las grandes compañías farmacéuticas han irrumpido en el mercado con su habitual actitud, que prioriza el beneficio económico por encima de todo. Recientemente, solo en Estados Unidos se han creado centenares de pequeñas y medianas empresas relacionadas con el sector, y se pueden encontrar herbolarios prácticamente en cualquier pueblo o ciudad. ¿De dónde proceden las plantas medicinales necesarias para abastecer una industria de semejante magnitud? Hasta hace poco, su cultivo a gran escala era muy limitado en Estados Unidos. Casi todas las plantas utilizadas en su industria fitoterapéutica procedían de países en vías de desarrollo, donde las prácticas agrícolas no suelen ser las más adecuadas, o de nuestras tierras silvestres.

Pero nuestros paisajes silvestres se encuentran amenazados. En 1998 un estudio internacional llevado a cabo por dieciséis organizaciones a lo largo de veinte años, reveló que aproximadamente el 12,5 por ciento de las especies botánicas del mundo estaban amenazadas (esto es, un total de 34.000 especies), y que, en Estados Unidos, el 29 por ciento de las 16.000 especies autóctonas estaba en peligro inminente de extinción. Hasta hace poco solo se prestaba atención a la desaparición de las especies en la selva tropical. Como afirmara Steven Foster, reconocido autor y fotógrafo: «Las plantas, a diferencia de los animales, no son cariñosas, adorables ni peludas, por lo que no atraen fácilmente la atención del público». Sin embargo, sin ellas no sobreviviríamos. ¿Quién querría un mundo así? Un mundo sin plantas sería un espacio yermo, frío y sin vida.

Poco después de mudarme a Green Mountains, en Vermont, me di cuenta de que muchas de las especies botánicas más antiguas de los bosques caducifolios del este de Estados Unidos, incluidas muchas plantas medicinales importantes, estaban en peligro de extinción o habían desaparecido por completo. Un día de inicios de primavera, paseando por la montaña entre trilios y lirios silvestres, sentía cierta desazón y desesperanza ante la posible pérdida de las dulces medicinas de la tierra, cuando oí una voz que procedía de las entrañas del bosque. Franca y clara, me dijo: «Replántanos. Devuélvenos a nuestras comunidades». Llevo toda la vida escuchando a las plantas, por lo que no tuve ninguna duda sobre lo que oí y lo que me estaban pidiendo. Aquel otoño encargué una cantidad considerable de plantas en peligro de extinción y las trasplanté en el bosque —ginseng americano, sello de oro (Hydrastis canadensis), cimicífuga (también llamado cohosh negro) y sanguinaria—. Las reintroduje en su hábitat natural, donde antaño proliferaban —antes de la tala, del pastoreo con ovejas, de la siega del heno y de los muros levantados por los primeros granjeros de Nueva Inglaterra—. Sinceramente, no sabía muy bien qué estaba haciendo, y, de hecho, muchas de las plantas que trasplanté no prosperaron. No tuve en cuenta factores importantes, como las condiciones del suelo, su pH, los cambios en el dosel arbóreo y la calidad de los rizomas que había encargado. Actué por puro entusiasmo e ignorancia, una combinación poco práctica de la que surgió, no obstante, una llama en mi corazón que me alentó a continuar.

Aquello fue el inicio de un proyecto que abrió una nueva dimensión en mi carrera profesional y se convirtió en una auténtica pasión. Había dedicado gran parte de mi vida a la fitoterapia, el estudio de las plantas medicinales, la recolección de plantas silvestres, la elaboración de productos fitoterapéuticos y la formación de estudiantes en esta tradición ancestral y maravillosa; y, de repente, me encontré explorando un territorio nuevo: la intricada red de las comunidades silvestres. ¿Cómo crecían las plantas medicinales en su hábitat natural? ¿Cómo se comportaban las comunidades vegetales cuando miembros importantes de la familia desaparecían de su ecosistema? Estas poderosas plantas son tan vitales para la salud del planeta y las comunidades silvestres como lo son para los seres de dos patas, los seres humanos que han dependido de ellas durante milenios. ¿Qué sucede cuando una comunidad pierde su equilibrio? ¿Y cuándo desaparece una medicina de la comunidad? ¿Acaso la pérdida de estas poderosas especies medicinales es uno de los motivos por el cual han aumentado las enfermedades que atacan tanto a las plantas nativas como a los seres humanos?

«El poeta Francis Thompson escribió una vez que “uno no puede arrancar una flor sin que se estremezca una estrella”. Si no podemos arrancar una flor sin que se estremezca una estrella, ¿qué sucede cuando desaparece una especie entera?».

— Loren Isrealson, miembro del consejo de United Plant Savers

United Plant Savers

A raíz de mi preocupación por el estado de las comunidades de plantas silvestres, hablé con compañeros fitoterapeutas y me di cuenta de que muchos compartían mi inquietud. En 1994, ante la creciente necesidad de actuar, un pequeño grupo de personas comprometidas nos reunimos en el International Herb Symposium celebrado en la Universidad de Wheaton, cerca de Boston, para abordar la conservación de las especies autóctonas y valorar qué podíamos hacer para protegerlas. Así fue como constituimos United Plant Savers (UpS), una organización dedicada a la conservación y el cultivo de plantas medicinales estadounidenses y sus hábitats, que se ha convertido en la más importante del país. Creada con entusiasmo y esperanza por personas que aman y conocen las plantas, la organización refleja la diversidad de la fitoterapia estadounidense, pues entre sus miembros encontramos no solo fitoterapeutas, sino también médicos, enfermeros, naturópatas, botánicos, agricultores ecológicos, empresarios, recolectores, coleccionistas de semillas, productores y personas que, simplemente, aman la naturaleza.

«Nunca dudes de que un grupo pequeño de ciudadanos conscientes y comprometidos pueda cambiar el mundo; en realidad, son los únicos que lo han hecho».

— Margaret Mead

United Plant Savers ha puesto en marcha una serie de proyectos, incluyendo donaciones de plantas en las que se han repartido más de 50.000 raíces de sello de oro y varios miles de ejemplares de otras amenazadas entre los miembros de la organización, quienes las han trasplantado en sus tierras. Nuestra labor más compleja hasta la fecha ha sido definir y conformar una lista de especies en peligro de extinción y otra de especies en observación (véase pág. 379), que se han convertido en una guía para la industria de la fitoterapia, sus profesionales y los consumidores de sus productos. Animamos a toda la gente a proteger las plantas medicinales silvestres sembrando semillas en su hábitat natural y arrancando las especies invasoras. También alentamos a los jardineros y agricultores a plantar especies medicinales en peligro de extinción en sus jardines, huertos, granjas y tierras, y a observar posibles cambios en su estado de una temporada a la siguiente. Hace unos años UpS compró una granja de 140 hectáreas al sureste de Ohio y la convirtió en una hermosa reserva de plantas medicinales, muchas de las cuales están incluidas en la lista de especies en peligro de extinción elaborada por la misma organización. El espacio también funciona como centro formativo, granja y laboratorio de investigación al aire libre, y se está convirtiendo en un modelo de santuario botánico sostenible.


«La belleza y la genialidad de una obra de arte pueden ser recreadas, aunque se destruya su primera expresión material. Una armonía desvanecida puede aún inspirar al compositor, pero cuando el último ejemplar de una especie de seres vivos deja de respirar, otro cielo y otra tierra han de pasar antes de que exista otro semejante».

— Cartel en el zoo de especies en peligro de extinción de la ciudad de Belice

UpS anima a todas las personas que aman y utilizan las plantas medicinales a convertirse en consumidores responsables: infórmate sobre la procedencia de las plantas que utilizas, si están en la lista de especies en peligro de UpS o si están amenazadas en la región donde vives. Siempre que sea posible, compra plantas medicinales cultivadas y de producción ecológica; de esta forma no solo contribuirás a la supervivencia de las comunidades de plantas silvestres, sino también a la de otra especie en peligro de extinción: el pequeño agricultor local.

Fitoterapia para el futuro

La fitoterapia es una medicina maravillosa. Cuando se utilizan con entusiasmo y sentido común, las plantas aportan salud, energía y vitalidad a nuestras vidas. No obstante, si decidimos utilizarlas, a cambio tenemos que hacernos responsables de la salud y el cuidado de las especies silvestres. Emprendamos una relación de colaboración con las plantas devolviéndoles lo que nos dan: salud, alimento, belleza y protección.

Hemos alcanzado un punto en nuestra historia en el que no respetar ni retroalimentar la relación cocreativa que tenemos con los recursos de este pequeño y hermoso planeta podría tener consecuencias desastrosas. Nos encontramos en un momento crucial de nuestra evolución planetaria. Con este libro, te invito a crear un mundo vibrante y radiante, donde todos los seres vivos, grandes y pequeños, gocen de salud y equilibrio. Te invito a participar en el esfuerzo por sembrar el futuro con las semillas de una fitoterapia eco-lógica.



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Una receta para la vida

No existe un secreto mágico para gozar de buena salud. A pesar del bombardeo publicitario de las industrias farmacéutica y cosmética, que ofrecen píldoras instantáneas o panaceas para todo tipo de problemas y enfermedades, la salud depende, en realidad, de la adopción de hábitos de vida saludables. Por lo general, la vulnerabilidad del sistema inmunológico, la apatía y la falta de vitalidad o de agudeza mental no se deben a ninguna enfermedad subyacente, sino a la falta de sueño y ejercicio físico, los malos hábitos alimentarios y el descuido de las relaciones sociales de calidad con amigos y familiares.

La energía, la salud y la vitalidad no se obtienen simplemente tomando una píldora, ni siquiera una infusión de plantas medicinales. El bienestar mental, físico y espiritual es resultado de unos hábitos saludables. Esa es la auténtica medicina: lo que haces y cómo nutres tu cuerpo y tu mente. El verdadero bienestar no se consigue tomando una pastilla para el dolor, una dosis de tal remedio para tal problema, ni un apaño rápido para combatir la apatía o la falta de energía, sino encontrando aquello que te llena y te apasiona, levantándote de la silla y moviendo el cuerpo, meneándote, alimentándote bien, viviendo con intensidad, descansando de manera adecuada, ejercitando la mente y riéndote.

Hagas lo que hagas, hazlo bien y hazlo con gusto. La mejor manera de potenciar el bienestar es sentirse satisfecho con la vida que uno lleva.

Vida sana

Gozar de salud y vitalidad no es difícil ni requiere intervención médica. El cuerpo está diseñado para funcionar a nivel óptimo y, si le damos la oportunidad, lo hace. Solo requiere algunos cuidados por nuestra parte, como la práctica de ejercicio físico, una alimentación saludable y un descanso adecuado. Los siguientes consejos te ayudarán a vigorizar tu cuerpo, tu mente y tu vida.

«Necesitamos el tónico de la naturaleza», afirmó Henry David Thoreau. El océano, las montañas, los desiertos, una arboleda, todos ellos contienen la magia necesaria para reparar un alma estresada con energía pura y radiante.

La Madre Tierra, en su infinita fuerza y compasión, tiene un gran poder para restaurar nuestra vitalidad. Sumérgete en el agua pura de un arroyo, anda descalzo sobre la tierra, duérmete en los brazos de un árbol centenario. En la naturaleza encontramos medicinas maravillosas que sanan el alma y perduran en el tiempo.

Para más ideas sobre cómo llevar una vida sana, te recomiendo mi guía favorita sobre esta cuestión, El arte de vivir bien, del médico naturópata Svevo Brooks.

El ejercicio físico es esencial

Los seres humanos necesitamos practicar ejercicio físico. No fuimos creados para estar sentados ante una mesa todo el día sin movernos. La fatiga y los problemas de salud se deben, con frecuencia, a una falta de oxígeno en las células. El ejercicio físico acelera la respiración y el ritmo cardiaco, oxigenando las células y activando y revitalizando el conjunto del organismo.

El trabajo intelectual, predominante en la sociedad actual, es mucho más extenuante que el físico. El cerebro tarda más en regenerarse que el resto del cuerpo, y la actividad mental no incrementa los niveles de oxígeno. Para gozar de salud, hay que practicar ejercicio adaptado a las necesidades individuales todos los días.

Algunas personas responden muy bien a la práctica del yoga, mientras que otras prefieren descargar la tensión acumulada a través de una actividad aeróbica. Es importante darse cuenta de que el cuerpo necesita moverse todos los días, practicando la actividad física adecuada. No te limites a la rutina del gimnasio e integra el ejercicio en tus hábitos cotidianos, saliendo a caminar, montando en bici, esquiando o participando en deportes de equipo. Permite que tu cuerpo y tu espíritu interactúen con el entorno. A mí, por ejemplo, me resulta mucho más satisfactorio físicamente apilar leña que pedalear sobre una bicicleta estática.

Una dieta equilibrada

La dieta es clave para gozar de salud y vitalidad. No siempre es necesario o beneficioso seguir una disciplina dietética muy estricta. Lo ideal es respetar las siguientes normas, sencillas, pero increíblemente efectivas: come alimentos de temporada, cuanto menos procesados, mejor; cocínalos con métodos sencillos; mastica despacio y muéstrate agradecido. La mejor dieta es aquella que te sienta bien —cuando tu piel, tu pelo y tu aspecto lucen estupendos—. Es fácil darse cuenta. Cuando me falta energía, sé que he comido demasiadas galletas o no he bebido suficiente agua; en cualquier caso, el mensaje está claro: mi cuerpo me dice que no me estoy alimentando de manera adecuada.

Todos hemos escuchado la frase sencilla, pero tremendamente sabia, «somos lo que comemos». En mi opinión, también somos lo que no comemos. Las claves para una vida sana y productiva son una alimentación saludable, ejercicio físico diario, buen descanso nocturno y una actitud positiva.

Los alimentos en su estado natural* contienen todos los nutrientes que tu organismo necesita. Los suplementos terapéuticos de calidad son efectivos para tratar problemas de salud, pero no aportan la misma variedad de nutrientes que los alimentos naturales, ni lo hacen en la forma adecuada a la evolución que ha tenido nuestro cuerpo durante muchos siglos. Los suplementos dietéticos son geniales, pero nos engañamos si los consideramos un producto natural: no lo son. Por lo general, se fabrican en laboratorios y no se parecen en absoluto a los alimentos que la naturaleza ha creado para nutrirnos. No es que yo no los utilice ni los recomiende, pero lo hago solo como si de un medicamento se tratara, en caso de problemas de salud importantes.


En la actualidad los nutricionistas debaten sobre la supuesta incapacidad del organismo para obtener todos los nutrientes que necesita a través de los alimentos. Personalmente, el argumento no me convence. La agricultura ecológica, basada en prácticas sostenibles, regenera tanto la tierra como nuestro cuerpo y nos proporciona alimentos sanos, nutritivos y de calidad. El consumo de alimentos procesados y desmineralizados sí merma nuestra capacidad de obtener todos los nutrientes necesarios a través de la dieta. Aquellos que afirman que los productos ecológicos tienen un precio inasequible para la clase media, que echen un vistazo al precio de los suplementos vitamínicos y minerales. Sin duda, el dinero ahorrado en suplementos podría destinarse a la compra de productos ecológicos. Cualquier persona que disponga de un pequeño jardín puede cultivar un huerto ecológico. El huerto no solo nos aporta alimentos de calidad y la satisfacción de cuidar la tierra, sino que es una de las mejores terapias contra el estrés y la ansiedad.

El descanso y la relajación

El descanso y la relajación son tan importantes como el ejercicio físico. Sumido en el estrés de una vida poco equilibrada, a menudo uno se olvida de sí mismo, de tratarse con el cariño que merece. Desatendemos algunas de las necesidades humanas más básicas: un entorno con amor y comprensión, una alimentación adecuada, ejercicio físico, descanso y relajación. Buscamos remedios y curas instantáneas en los medicamentos modernos y solo conseguimos sumirnos más en la desesperación. Muchas veces el mejor remedio es un cambio de hábitos; esta es la verdadera medicina para obtener el equilibrio y la armonía que necesitamos.

Yin yang: la teoría de los opuestos

En este libro utilizo los términos yin y yang, que hacen referencia a dos energías complementarias inherentes en todas las formas de vida. El yin y el yang forman parte de la antigua filosofía china de los opuestos.

Por lo general, yang hace referencia a una energía expansiva, y las cualidades que se le asocian son el calor, la sequedad, lo masculino, el sol, el día, el fuego, la luz y el cielo. La energía yang se mueve hacia arriba y hacia fuera, expandiéndose hacia el mundo. Es el principio creativo y firme.

A su vez, yin describe una fuerza contractiva o proyectada hacia dentro, y las cualidades que se le asocian son el frescor, la luna, la noche, el agua, el frío, la humedad, la oscuridad, lo femenino y la tierra. La energía yin se mueve hacia abajo y hacia dentro. Es el principio receptivo y flexible.

Los hombres y las mujeres, los alimentos, el movimiento, el arte, todo en la vida puede expresarse en cierta medida mediante los principios del yin y el yang. Una vida sana y armónica se consigue buscando constantemente el equilibrio entre yin y yang, entre lo contractivo y lo expansivo.

Algunos compuestos, como la serotonina, se segregan solo en determinados momentos del sueño y son vitales para las funciones mentales. De hecho, dormir es más necesario para la mente que para el cuerpo. El cuerpo necesita poco más de cuatro a cinco horas de sueño al día para funcionar, mientras que determinadas partes del cerebro necesitan siete u ocho para estar completamente descansadas y recargadas. Hay métodos sencillos y muy efectivos para asegurarse un buen descanso en épocas de estrés. En primer lugar, no te acuestes tarde y aprende a rechazar la invitación a realizar actividades nocturnas, pues aunque las disfrutes, consumirán la energía que necesitas para restaurar tu sistema nervioso. Si algo te parece realmente importante o necesario, pregúntate cuánta energía requerirá. Recuerda que lo más importante es sentirte bien, descansado y con vitalidad. La historia bíblica de José, quien almacenó arcas de cereales en previsión de una posible hambruna, me recuerda la capacidad que tenemos de acceder a reservas de energía abundantes. No obstante, para que esta energía perdure, no debemos agotarla, sino reponer la que tomamos prestada de las arcas mediante el sueño, la alimentación adecuada, el ejercicio físico y un estilo de vida armónico y equilibrado.

En la página 57 encontrarás consejos y terapias naturales para evitar el insomnio y mejorar el descanso nocturno.

1 205,70 ₽
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650 стр. 167 иллюстраций
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9788494913518
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