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Críticamente queerxi, severamente discapacitado/a

Representaciones culturales de la capacidad y la heterosexualidad como las de As Good As It Gets son exclusivas de las últimas décadas. La homofobia y el capacitismo representados en películas y otros textos culturales a lo largo del siglo XX y cuidadosamente documentados por Vito Russo en The Celluloid Closet y por Norden en The Cinema of Isolation, han sido sustituidos (pero no completamente reemplazados) por una homofobia y un capacitismo nuevos, mejorados y flexibles. El manejo más eficiente de lo queer y la discapacidad sugiere que una cultura heterosexual y de capacidad corporal ha aprendido algunas, pero ciertamente no todas, de las lecciones de los movimientos contemporáneos de liberación que han creado las personas queer y las personas con discapacidad.

¿Y si esto es tan bueno como parece? No son solo las premiadas películas de Hollywood las que provocan esta resignación. Cuando George W. Bush asumió el cargo en 2001, el nombramiento de un republicano abiertamente gay para el cargo de coordinador de las políticas contra el sida ocultó las alianzas antigais que habían impulsado a la nueva administración al poder, del mismo modo que la firma casi inmediata de la “Iniciativa Nueva Libertad” enmascaraba las posiciones fundamentalmente anti-discapacidad que apoyan tanto los republicanos como sus predecesores y aliados de la Nueva Democracia. La Iniciativa Nueva Libertad permite que las personas con discapacidad obtengan préstamos a bajo interés para comprar equipos en empresas y centros de rehabilitación, pero no hace nada para abordar la desigualdad económica sistémica a la que se enfrentan muchas personas con discapacidad. Lo más importante es que son las empresas y los centros de rehabilitación los que reciben las subvenciones de la iniciativa, no las propias personas con discapacidad. Más allá de eso, el énfasis general en un “gobierno más pequeño” tanto por parte de los nuevos demócratas como de los republicanos requiere inevitablemente recortar programas de los que las personas con discapacidad a menudo dependen para sobrevivir. A pesar del supuesto énfasis en la diversidad, y a pesar de la visibilidad temporal de la discapacidad y la homosexualidad incluso en la administración Bush, las estrategias corporativas flexibles que actualmente sustentan la economía, la política y la cultura contemporáneas invariablemente producen un mundo en el que la discapacidad y lo queer se subordinan o eliminan por completo25.

De hecho, la campaña presidencial de 2004 ejemplifica las formas en que ambos partidos políticos estadounidenses operan de acuerdo con la lógica flexible que he esbozado. En la década de 1990, puede que la administración Clinton incluyera numerosos nombramientos de personas abiertamente LGBT, pero eso no impidió que el ex presidente sugiriera, tras la fallida candidatura presidencial del senador John Kerry, que Kerry debería haber apoyado más las iniciativas anti-LGBT. Bush, por el contrario, puede que apelara a su base conservadora y cristiana a través del apoyo a una enmienda constitucional que definía para siempre el matrimonio en los Estados Unidos como la unión de un hombre y una mujer, pero eso no le impidió, en un llamado a los “moderados”, sugerir al final de la campaña que la defensa de las uniones civiles para parejas del mismo sexo podría ser apropiado en ciertas ocasiones. El hecho de que la homofobia de una de las partes sea más virulenta, en estos ejemplos, no debe hacernos olvidar hasta qué punto ambas dependen de cuerpos flexibles. Sin duda, el neoliberalismo continuará exhibiendo o exigiendo tal dependencia, aunque es probable que haya vacilaciones entre extremos aparentemente más fóbicos y menos fóbicos.

De acuerdo con la lógica flexible del neoliberalismo, todas las variedades de lo queer —y, en realidad, todas las discapacidades— son esencialmente temporales, y aparecen solo cuando -y en la medida en que- son necesarias. Aunque las discapacidades resultantes de la agresión a Simon en As Good As It Gets parecen diferir de las discapacidades (como la de Melvin) que se pueden “transformar y mejorar” y de las discapacidades o enfermedades (como la de Spence) que son más crónicas, en última instancia, todas sirven para la ampliación de la identidad de la capacidad corporal y, lo que es más importante, pueden desplazarse desde el centro del escenario a medida que se produce esa ampliación. De manera similar, el modelo que golpea a Simon y es inicialmente representado como un estafador callejero, y el amigo y colega gay negro de Simon, Frank Sachs (Cuba Gooding Jr.), que es retratado como un personaje mucho más extravagante que Simon, podrían tener vidas muy diferentes a las del propio Simon; todos tienen sexualidades, a su vez, que son diferentes de las “sexualidades” de la madre de Spence y Carol, Beverly (Shirley Knight) (de hecho, se representa a Spence y Beverly como si no tuvieran sexualidad). Sin embargo, en última instancia, la gama de identidades sexuales reales o potenciales solo facilita el emparejamiento heteronormativo representado por Melvin y Carol al final de la película; ya no es necesaria una vez que el emparejamiento está asegurado.

Al final, entonces, ni el género en disputaxiini la capacidad en disputa son suficientes por sí mismos para desmontar la heterosexualidad obligatoria o la capacidad corporal obligatoria. Butler reconoce este problema: “Esta incapacidad de acercarse a la norma… no es lo mismo que la subversión de la norma. No hay ninguna promesa de que la reiteración de las normas constitutivas vaya a propiciar la subversión; no hay garantía de que la exposición del estado naturalizado de la heterosexualidad propiciará su subversión” (“Critically Queer”, 22; citado en Warner, “Normal and Normaller”, 168–169 n. 87). Para Warner, este reconocimiento de Butler localiza una brecha potencial en su teoría, “digamos, entre virtualmente queer y críticamente queer” (“Normal and Normaller”, 168-169 n.87). En contraste con una identidad virtualmente queer, que sería experimentada por cualquiera que fuera incapaz de representar la heterosexualidad sin contradicción ni incoherencia (es decir, todas las personas), una perspectiva críticamente queer podría presumiblemente utilizar el inevitable fracaso en aproximarse a la norma para colectivamente “aprovechar la debilidad de la norma”, por usar la expresión de Butler (“Critically Queer”, 26).

Una brecha similar podría identificarse en relación a la discapacidad. Todas las personas tenemos virtualmente una discapacidad, tanto en el sentido de que las normas de la capacidad corporal son “intrínsecamente imposibles de encarnar” por completo y en el sentido de que el estatus de capacidad corporal es siempre temporal, ya que la discapacidad es la única categoría de identidad que todas las personas van a encarnar si viven lo suficiente. Sin embargo, lo que podríamos llamar una posición críticamente discapacitada diferiría de esa posición virtualmente discapacitada; aquella posición llamaría la atención sobre las formas en que el movimiento por los derechos de las personas con discapacidad y los estudios sobre la discapacidad se han resistido a las demandas de la capacidad corporal obligatoria y han exigido el acceso a una esfera pública recientemente imaginada y configurada donde la participación plena no depende de un cuerpo capacitado.

De hecho, podríamos ampliar el concepto y ver tal perspectiva no como críticamente discapacitada, sino como severamente discapacitada, donde severo funciona de forma similar a la crítica queer que se ha hecho de fabuloso. Tony Kushner escribe lo siguiente:

Fabuloso se convirtió en una palabra popular en la comunidad queer; bueno, nunca fue impopular, pero durante un tiempo se convirtió en el grito de guerra de una nueva política queer, carnavalesca y camp, agresivamente marica, festiva y cañera como una drag queen arrabalera: “¡FAAAAABULOSO!”… Fabuloso es una de esas palabras que proporcionan una medida del grado en que una persona o un acontecimiento manifiestan las características más distintivas y enérgicas de una subcultura particular, generalmente oprimida. (vii)

Severo, aunque menos común que fabuloso, tiene una historia queer similar: una crítica severa es una crítica feroz, una crítica desafiante, que interpreta cuidadosamente y a fondo una situación, y me refiero a interpretar en el sentido de la calle, de señalar en voz alta las deficiencias de una situación, persona, texto o ideología determinados. “Severamente discapacitado/a”, según una concepción queer, revertiría la visión capacitista de los cuerpos severamente discapacitados como los más marginados, los más excluidos de una normalidad privilegiada y siempre esquiva, y, en cambio, sugeriría que son precisamente esos cuerpos los que están mejor posicionados para rechazar la “mera tolerancia” y para señalar las deficiencias de la capacidad corporal obligatoria. Ya se trate del “ejército de mujeres con un solo pecho” que Audre Lorde imagina descendiendo sobre el Congreso; los Rolling Quads, cuya resistencia provocó el movimiento de vida independiente en Berkeley, California; los/las estudiantes sordos/as cerrando la Universidad Gallaudet en la acción Deaf President Now (Un/a presidente/a sordo/a ya); o ACT UP irrumpiendo en los Institutos Nacionales de Salud o en la Administración de Alimentos y Medicamentos; en todos estos casos, los cuerpos severamente discapacitados/críticamente queer ya han generado problemas a la capacidad, rediseñando la esfera pública y repensando y remodelando las formas limitadas de corporalidad y deseo propuestas por los sistemas que intentan contenernos26.

La heterosexualidad obligatoria está articulada con la capacidad corporal obligatoria; ambos sistemas trabajan para (re)producir el cuerpo capacitado y la heterosexualidad. Pero precisamente porque estos sistemas dependen de una existencia queer/discapacitada que nunca puede ser contenida del todo, la hegemonía de la heterosexualidad capacitista siempre está en un riesgo de colapso. Llamo la atención sobre las posibilidades críticamente queer y severamente discapacitadas para traer al debate a los actores crip que, en el capítulo 1 y en el resto de este libro, impulsarán, de manera más productiva, la crisis de autoridad que actualmente cuestiona las normas heterosexuales/capacitistas. En lugar de invocar la crisis para resolverla (como sucede en la película As Good As It Gets), yo diría que la teoría crip (en conversaciones productivas con una variedad de movimientos queer/de discapacidad) puede invocar continuamente, para promover esa crisis, las soluciones inadecuadas que nos ofrecen la heterosexualidad obligatoria y la capacidad corporal obligatoria. Y en contraste con una cultura capacitista que ofrece la promesa de un ideal sustantivo (pero paradójicamente siempre elusivo), la teoría crip se resistiría a delimitar los tipos de cuerpos y habilidades que son aceptables o que producirán cambios. Idealmente, la teoría crip podría funcionar, como el propio término “queer”, “de manera oposicional y relacional, pero no necesariamente de manera sustantiva, no como una certeza sino como un posicionamiento, no como una cosa, sino como una resistencia a la norma”. (Halperin, 66). Por supuesto, al defender una teoría crip sin una sustancia necesaria, espero que el resto de Teoría crip deje claro que no me refiero a negar la materialidad de los cuerpos queer/con discapacidad, ya que son precisamente esos cuerpos materiales los que han impulsado los movimientos y han provocado los cambios que comento aquí. Más bien, sostengo que la crítica queer y la discapacidad severa tienen que ver con la transformación colectiva (de formas que no necesariamente pueden predecirse de antemano) —con volver crip— los usos materiales y sustantivos a los que la existencia queer/con discapacidad ha sido expuesta por un sistema de capacidad corporal obligatoria, con insistir en que ese sistema nunca es tan bueno como parece, y con imaginar los cuerpos y los deseos de otra manera.

vi En la traducción de Amorrortu hay un grave error en la traducción de esta frase, se omite la negación del original alemán (keine Selbstverständlichkeit), dando así a entender que la heterosexualidad sí es algo químico y natural: “es un problema, respecto del cual cabe suponer una atracción en el fondo de carácter químico”, p 132. En la versión de Biblioteca Nueva (Obras completas, vol. II, p. 1178) se traduce correctamente. Hemos optado por tanto por esta última versión, que es fiel al original de Freud. La cita en inglés de McRuer es correcta, incluye la negación de lo natural y lo químico del original en alemán. (N. del T.)

vii Traducimos able-bodiedness como “capacidad corporal”. Es un término que indica que no se tiene ninguna discapacidad corporal, que se tiene salud o ausencia de enfermedad. También se puede traducir como ‘salud’, o ‘estar sano’, pero hemos elegido capacidad corporal para marcar la relación respecto a la discapacidad, que es el objeto de este libro. Esta traducción también nos permitirá identificar la relación con otro término, ableism, que se traduce por “capacitismo” (discriminación hacia las personas con discapacidad, o una visión del mundo que no tiene en cuenta la discapacidad) (N. del T.).

viii Traducimos “to crip” por ‘volver crip’; se refiere a aplicar una mirada “crip”, aplicar el enfoque crítico y subversivo de la discapacidad que plantea este libro (N. del T.)

ix Son dos referencias alteradas de dos expresiones derridianas, “espectros de Marx” y “la democracia por venir” (N. de T.).

x Es el título de la película, As Good As It Gets, que en español se tradujo como Mejor… imposible (N. del T.).

xi Esta frase (Críticamente queer) es el título de un famoso artículo de Judith Butler de 1993, considerado uno de los textos fundacionales de la teoría queer. Fue publicado originalmente en GLQ: A Journal of Lesbian and Gay Studies, vol. 1, n° 1, y después, ligeramente modificado, en su libro Cuerpos que importan, con el título ‘Acerca del término ” queer”’ (N. del T.).

xii De nuevo una referencia directa la obra clásica de Judith Butler, El género en disputa (N. del T.)

1
La salida del armario crip
Malibú en llamas

Un número de 1991 de differences: A Journal of Feminist Cultural Studies fue uno de los primeros números especiales importantes de una revista académica sobre lo que la editora invitada Teresa de Lauretis llamó “teoría queer”. Para de Lauretis, la teoría queer, en su mayor parte, surgió de estudios académicos sobre la construcción de la sexualidad y la marginación sexual: ¿Cómo se han concebido y materializado las sexualidades de diversas maneras en múltiples espacios culturales? De Lauretis explica en su introducción a la revista que la conferencia que inspiró el número especial de differences (que se celebró en la Universidad de California, Santa Cruz en febrero de 1990) también tenía la intención de “expresar los términos en los que las sexualidades lesbianas y gais pueden ser entendidas e imaginadas como formas de resistencia a la homogeneización cultural, contrarrestando los discursos dominantes con otras construcciones del sujeto en la cultura” (iii). De Lauretis cita otras conferencias que se habían convocado en torno al tema, pero insinúa en una nota final que la teoría queer no está muy relacionada con el activismo queer: las personas queer de la sala de conferencias, al menos para de Lauretis en 1991, no tenían un mucho que ver con las personas queer de la calle1.

Obviamente, aunque la propia etiqueta de “teoría queer” surgiera en una conferencia de California a principios de la década de 1990, esta es solo una de las muchas historias sobre el origen, que los/las teóricos/ as queer contemporáneos/as podrían cuestionar de muchas maneras2. Para mis objetivos en este capítulo, cito el ejemplo simplemente para proporcionar un mito alternativo sobre el nacimiento de la teoría crip. Si hay, o podría haber pronto, algo que pudiera recibir el nombre de teoría crip, y aunque de manera similar tiene algo que ver con estudiar (en este caso) cómo los cuerpos y las discapacidades se han concebido y materializado en múltiples espacios culturales, y cómo podrían entenderse e imaginarse como formas de resistencia a la homogeneización cultural, también tiene mucho que ver con las personas que se autoidentifican como crip y que actúan en la calle: dando mazazos en bordillos no accesibles, encadenando sillas de ruedas en círculos alrededor de autobuses o estaciones de metro, exigiendo servicios e instalaciones comunitarios para una vida independiente o interdependiente. Aunque no tengo ningún problema con la idea de que un camino para una salida del armario crip podría ser ir a una conferencia o leer sobre ello en un libro (esos son, después de todo, caminos para la identificación o desidentificación), en general el término “crip”, y la teorización sobre cómo ese término podría funcionar, hasta ahora ha sido propuesto sobre todo por artistas y activistas crip, en múltiples lugares fuera de la academia3.

Carrie Sandahl explica que cripxiii(que, como queer, sin lugar a dudas tiene una larga historia de uso peyorativo) “es fluido y cambiante, es reivindicado por aquellas personas a quienes no definía originalmente”. “El término crip”, escribe Sandahl, “se ha ampliado para incluir no solo a aquellas personas con daños corporales físicos sino también a aquellas con daños sensoriales o mentales. Aunque nunca he escuchado a una persona no discapacitada afirmar seriamente que es crip (como sí hay heterosexuales que han afirmado que son queer), esta práctica no me sorprendería. La fluidez de ambos términos hace probable que sus fronteras se disuelvan” (“Queering the Crip”, 27). En lo que sigue a continuación, me baso en el trabajo de Sandahl en un intento de imaginar cómo podría funcionar la teoría crip, o qué podría significar salir del armario crip4.

Después de un breve análisis del término “crip” en el siguiente apartado, planteo —en los apartados restantes del capítulo— cuatro reflexiones sobre cómo salir del armario crip en varios lugares, incluidos India, Estados Unidos y Sudáfrica. Sin embargo, cuando sitúo la reflexión final en el sur de California, la presento en dos partes: la primera (ubicada en Malibú) es cuidadosamente crítica con la tendencia de los estudios sobre la discapacidad a centrarse en la imagen, independientemente del espacio donde se producen la imagen y las identidades (de discapacidad) asociadas a ella; la segunda (ubicada en South Central Los Ángeles) presta atención a identidades (crip) diversas y locales y a prácticas que entran en juego cuando la construcción de la identidad se entiende como un proceso complejo y contradictorio que siempre tiene lugar en lugares específicos.

Malibú, en este capítulo, es a la vez un lugar literal y, como diría la sociedad del espectáculo, un lugar mítico de llegada; las personas que se encuentran en Malibú aparentemente lo han decidido y saben quiénes son. South Central Los Ángeles, en cambio, es un lugar donde los sueños se deshacen y se aplazan. Mi análisis de South Central Los Ángeles, quizás inesperadamente, se centra en los Crips, muy conocidos por su asociación con ese lugar: hombres jóvenes afroamericanos que son miembros de diversas pandillas callejeras Crip; me preocupan principalmente las formas en que funciona la discapacidad en relación con su realidad e historia materiales. Ambas imágenes, aparentemente opuestas, de salidas del armario crip en Malibú y Los Ángeles, así como las tres imágenes anteriores, identifican a seres humanos que responden de diversas maneras al neoliberalismo y a la condición de la posmodernidad. En mi conclusión de este capítulo, articulo estas respuestas críticas y esbozo lo que podría entenderse como cinco principios de la teoría crip, antes de analizar brevemente una historia queercrip que, en varios sentidos, nos devuelve a la urgencia de la teoría crip. Esa historia queercrip es, al menos en parte, la mía. Reivindicar la discapacidad es absolutamente necesario para esa historia, pero no es ni puede ser suficiente.

Aunque la teoría crip, como la esbozo aquí y a lo largo de este libro, debe entenderse como algo que tiene una relación contestataria similar a la de los estudios y la identidad de la discapacidad, como la que tiene la teoría queer con los estudios y la identidad LGBT, la teoría crip no busca, tal vez paradójicamente, desmaterializar la identidad de la discapacidad. Esta afirmación también se puede invertir: sin despreciar el papel productivo que ha jugado la identidad en el movimiento por los derechos de las personas con discapacidad, este capítulo y este libro intentan, en efecto, ‘volver crip’ los estudios sobre la discapacidad, lo que implica tomar en serio la crítica de la identidad que ha iniciado otros proyectos teóricos, sobre todo la teoría queer. El trozo de hormigón desprendido por los/las teóricos/as crip en la calle —sólido y desintegrado al mismo tiempo, fijo y desplazado— podría poner de relieve estas paradojas. Si desde una perspectiva ese trozo de hormigón marca una barrera material y aparentemente insuperable, desde otra marca la voluntad de rehacer el mundo material. La rampa de la acera, a su vez, marca una apertura necesaria a culturas públicas accesibles que aún podríamos habitar5. La teoría crip cuestiona —o da un martillazo a— lo que se ha hecho concretoxiv; en consecuencia, podría entenderse como una rampa en los estudios sobre la discapacidad y, en general, en la teoría crítica.

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9788412405514
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