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El cambio climático

Cerca de 80 países se comprometieron en la cumbre climática de la ONU, realizada en New York el 23 y 24 de septiembre de 2019, a generar cero emisiones para el 2050. Cuatro “temas críticos” de esta crisis: el aumento del CO2 en la atmósfera —cuyo nivel de emisiones ha alcanzado el punto más alto en los últimos 4 millones de años—, la quema de combustibles fósiles, el deshielo en el Ártico y la deforestación que se genera con la ganadería, la tala para maderas y el cultivo de soya y aceite de palma, pues todas esas prácticas contribuyen a las emisiones del CO2. En esta importante cumbre, 77 países se comprometieron a alcanzar la neutralidad de carbono para el año 2050 y a frenar el calentamiento global por medio de la reforestación y la compra de bonos de carbono. La nota positiva es que por primera vez Rusia participa de este evento y asume este compromiso, mientras que tres de los países más contaminantes del mundo EE. UU., India y China, —influyentes en el selecto club de países ricos del G20—, brillaron por su ausencia. En esta cumbre retumbó la voz de los jóvenes que, en las palabras de Greta Thunberg, señaló: “La gente está sufriendo, la gente está muriendo. Ecosistemas enteros están colapsando. Estamos en el comienzo de una extinción masiva”. Esta joven líder decidió hace un año faltar los viernes a su escuela para protestar por la pasividad del Parlamento en la lucha contra el cambio climático. Hoy es una figura internacional que rechaza la politización del tema ambiental. Greta Thunberg sostiene que “El clima y la crisis ecológica están más allá de la política de los partidos, y nuestro principal enemigo en este momento no son nuestros oponentes políticos. Nuestro principal enemigo es la física, y no podemos hacer “tratos” con la física. La crisis climática es una causa universal” (El Tiempo, 2019).

Contrasta esta mirada con la del presidente Jair Bolsonaro del Brasil, quien en la misma cumbre, refiriéndose a la tragedia que vive la Amazonia por la deforestación y los incendios, y haciendo alarde de un nacionalismo cínico y de una ignorancia crasa, exclamó: “Es una falacia decir que la Amazonia es un patrimonio de la humanidad, no representa los pulmones de la Tierra” (Portafolio, 2019).

Colombia ha transitado de la Apertura Económica iniciada con César Gaviria y continuada por los siguientes gobiernos, hasta Juan Manuel Santos, quien entendía la existencia de una comunidad internacional heterogénea, en tanto la política exterior se basa en el multilateralismo y el respeto por los procesos de cada país, siempre buscando consensos por la vía diplomática y la no intervención. Pero, hoy con el regreso de los nacionalismos y patrioterismos liderado por Donald Trump (EE. UU.), Boris Johnson (Gran Bretaña) y Jair Bolsonaro (Brasil), se ha alineado nuestra política exterior, ignorando a los nuevos protagonistas de la geopolítica universal como Rusia, China e India, entre otros. Este desprecio por el multilateralismo con un regreso al bilateralismo asimétrico, con chantajes económicos y militares que privilegian la fuerza, nos recuerda la política militar intervencionista de los llamados “halcones” en Norteamérica. Lo preocupante es que esta política compromete asuntos de carácter estratégico para nuestro país, como en el caso de la crisis en Venezuela y la política bilateral de la lucha contra el narcotráfico. Tal parece que Duque le apuesta a una equivoca política exterior con resultados muy pobres. El gobierno se matricula entonces con una hostilización permanente al gobierno Maduro y, en los escenarios internacionales, se convierte en corifeo de la política imperial de un nacionalismo torpe que maneja Donald Trump, conveniente para él en su política de reelección. Si el gobierno Duque “quiere de verdad encontrar salidas al creciente deterioro del entorno internacional, en el que se desenvuelve el país, debe considerar seriamente un cambio de paradigma. Sería indispensable diseñar una nueva estrategia internacional construida sobre un gran consenso nacional alejando a los guerreristas” (Silva, 2019).

Referencias

Cerca de 80 países se comprometen a generar cero emisiones para 2050. (24 de septiembre de 2019). El Tiempo. Recuperado de https://www.eltiempo.com/vida/medio-ambiente/jovenes-denuncian-a-5-paises-por-no-combatir-el-cambio-climatico-415612

Para Bolsonaro, la Amazonía no es el pulmón del mundo. (24 de septiembre de 2019). Portafolio. Recuperado de https://www.portafolio.co/internacional/para-bolsonaro-la-amazonia-no-es-el-pulmon-del-mundo-533880

Silva, J. (16 de septiembre de 2019). Bolton, Holmes, Pacho… El tiempo. Recuperado de https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/gabriel-silva-lujan/bolton-holmes-pacho-columna-de-gabriel-silva-lujan-412770

Stiglitz, J. (1 de septiembre de 2019). ¿Volvió realmente el “capitalismo de las partes interesadas”? El Espectador. Recuperado de https://www.elespectador.com/opinion/volvio-realmente-el-capitalismo-de-las-partes-interesadas-columna-878761

Piketty, T. (2014). El capital en el siglo XXI. México D.F.: Fondo de Cultura Económica.

INTRODUCCIÓN

No se requiere ser experto en economía internacional para comprobar que el mercado global tiene nuevos nichos y nuevos protagonistas. Basta con mirar un centro comercial en alguna de las capitales europeas o incluso en Norteamérica para evidenciar cómo la publicidad está dirigida, en imagen y lenguaje, a los compradores asiáticos, quienes según algunas revistas financieras como Forbes o su equivalente chino Hurun, son los nuevos ricos del planeta, así como los mayores compradores de paquetes turísticos, quienes en su mayoría proceden de China, Hong Kong, Macao y Taiwán (EFE, 2016).

Este fenómeno es uno de los tantos que actualmente mantienen los mercados de bienes, servicios y capitales a la expectativa, pero también a la deriva, ya que desde la crisis financiera del 2008 quedó demostrado que ninguna economía es “estable” en el largo plazo, ni está blindada frente a una crisis financiera que implica desaceleración de la producción y el ingreso al ciclo recesivo con bajo crecimiento, desempleo e inestabilidad de los mercados. Los cambios institucionales como consecuencia de las alianzas o divisiones políticas y económicas, el resurgimiento de tendencias nacionalistas, los conflictos político-religiosos, la corrupción y el terrorismo son fenómenos que hacen que las economías alrededor del mundo tengan que enfrentarse a nuevos y continuos retos, dado un proceso de globalización que también internacionaliza estos eventos. Con la llegada de Donald Trump a la presidencia de la primera economía del mundo, Occidente entendió que el populismo no es exclusivo de Europa ni de los llamados países tercermundistas o producto de la inmadurez de los que salieron del bloque soviético. Nos dice León Tolstoi que cuanto más lejos se está de los acontecimientos, más inevitables le parecen, que es lo que ocurre hoy con el populismo. Y el exministro polaco Radoslaw Sikorski señala que en la actual oleada populista “no era inevitable que el partido Ley y Justicia de Polonia llegara al poder con el 38 % de los votos en 2015; ni era inevitable que Trump ganara la presidencia de USA, pese a recibir casi tres millones de votos menos que Hillary Clinton. En ambos casos influyó la incompetencia de los competidores, así como en la llegada al poder de fuerzas liberales en Francia en 2017”, explotando así el malestar de los ciudadanos ante un Establishment incapaz (El Espectador, 19-01-2018). Al inicio del 2018 la oleada populista retoma nuevos bríos, pues a fin de cuentas este fenómeno se ha expresado en democracias antiguas o modernas, y tampoco es casual que, explotando los fallos de la globalización, la salida de la Gran Bretaña de la Unión Europea haya dividido a este país (Brexit).

El proceso de globalización y su propuesta de acercar más a las economías por medio de la creación de bloques económicos y comerciales, ha sido tema de debate constante. Actualmente el mundo está a la expectativa de las consecuencias de la salida del Reino Unido de la Unión Europea y de la nueva versión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, ahora conocido como el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), de cara a las nuevas y controversiales medidas del gobierno Trump, quien con su llamada “guerra comercial”, desconoce la realidad del contexto comercial en el que China como cabeza de las economías emergentes, conocidos como los Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), así como del bloque asiático. Este es indudable el nuevo protagonista del comercio mundial, no solo como principal productor de bienes (también de capital), sino de servicios e inversiones que evidencian una expansión sin límite alguno a pesar de las provocaciones y tensiones que Estados Unidos genera en la esfera del comercio mundial. China reacciona abriendo más su mercado, expandiendo sus importaciones, dando trato por igual a la inversión extranjera y garantizando las buenas prácticas en los negocios, un contraste que pone en evidencia el aislamiento de la primera economía del mundo.

En el caso latinoamericano, Mercosur y la Alianza del Pacífico —objeto del análisis económico regional, muy influenciados por un entorno político y social convulsionado, enfrentados a la evidente corrupción que alcanza altas esferas del Estado—, afecta la institucionalidad, resta recursos para la inversión en infraestructura, ciencia, tecnología e innovación, así como la búsqueda de alternativas a la histórica relación económica norte-sur, que después de la crisis del 2008 cambió la geopolítica del mundo, migrando del Atlántico al Pacífico y convirtiendo a Shanghái, Tokio, Seúl y New Delhi en capitales comerciales y financieras del mundo, es decir, al Gran Pacífico que genera nuevos retos pero también nuevas oportunidades para nuestros bloques regionales.

De este modo llegamos al análisis del papel de Colombia frente al nuevo contexto del Pacífico o del Asia-Pacífico. Esta es una investigación que se ha venido desarrollando en los últimos años y que se ha divulgado en diferentes instancias académicas y periodísticas, entre las que se cuentan la Colección 60 años del Centro de Investigaciones para el Desarrollo (CID) de la Facultad de Ciencias Económicas, la publicación del libro Colombia frente a los escenarios del Pacífico (Mosquera, 2013), que también sirvió de base para uno de los ciclos de debates organizado por la Universidad Nacional de Colombia “¿De qué Pacífico hablamos?” (Unimedios – CID, 2013).

No obstante, en el estudio de la economía internacional y las relaciones internacionales, la variabilidad y el dinamismo de los contextos y del nuevo orden económico global, exige una continua actualización de información y la evaluación de nuevos fenómenos que hoy por hoy reconfiguran y retroalimentan el debate y el análisis de la realidad económica regional y global. Por ello, en el presente libro hacemos una introducción preliminar a la definición de algunos conceptos, se explora el panorama económico mundial, teniendo en cuenta las fortalezas, así como los nuevos retos con énfasis en la Alianza del Pacífico, bloque donde Colombia puede navegar hacia puerto seguro, hacia el acceso al mercado asiático y su posibilidad de competir en estos nuevos escenarios. El país busca recuperar el clima para la inversión de nuevos capitales y confianza inversionista, la estabilidad política que garantice la continuidad en políticas económica y monetaria, infraestructura, lucha contra la corrupción y desarrollo de la ciencia y la tecnología; aspectos fundamentales para ser competitivos y ser jugadores en las grandes ligas como la Ocde, —cuyo ingreso superó el más difícil escollo por la dura oposición de gremios industriales y farmacéuticos de Estados Unidos—, y ser admitida en el Comité de Comercio (El Tiempo 18-05-2018).

Economía mundial y globalización en el marco de los bloques económicos

La globalización es consustancial a la historia de la humanidad o, si se quiere, la humanidad ha escrito su historia a partir de la globalización. Este fenómeno, ha acercado al mundo mediante el intercambio de bienes y productos, información, ideas, conocimientos y cultura; pero también ha generado divisiones y diferencias entre bloques y al interior de los países. Esta nueva etapa de la globalización, basada en la integración mundial mediante bloques, confederaciones u organizaciones multilaterales, se diferencia de las anteriores por desarrollarse con velocidades en el flujo de información debido a los avances en las TIC, ciencia, industria y sistemas de información3.

Esta dinámica muestra que se trata de un proceso de permanentes cambios, pero a la vez, un catalizador y una consecuencia del progreso de la humanidad. Tal y como ocurre en su dimensión económica, la globalización puede llegar a ser un proceso caótico que exige ajustes y plantea desafíos a problemas que ahora tienen un carácter global.

De acuerdo con Walters (1996), el término “globalización” solo tuvo reconocimiento en la academia hasta mediados de los años ochenta del siglo pasado, aunque desde los años sesenta el término comenzó a generalizarse. Lo que indica que la comprensión del fenómeno, de sus causas y consecuencias, ha sido tema de estudio y debates durante las últimas décadas en las diferentes disciplinas de las ciencias económicas, sociales y humanas.

Sin embargo, resulta interesante que la globalización, como la economía misma, hace referencia a un proceso dinámico, que conduce a definiciones procedimentales (Giddens, 1999). Es decir, nos referimos a la globalización como un proceso de transformación que conlleva resultados desde la economía, en una etapa histórica definida, pero que impacta al conjunto de la sociedad.

La etapa histórica actual corresponde a la decisión política mundial de eliminación sistemática de fronteras económicas entre dos o más economías. Una frontera entendida como una demarcación que restringe la movilidad de personas, bienes y servicios, capitales y factores. A ambos lados la determinación de los precios, cantidades y calidades de productos y factores solo resultan marginalmente influidos por los flujos entre ambos.

La globalización y las etapas de integración económica

La integración económica es el primer paso para avanzar hacia la consolidación de un posible bloque económico. Un bloque económico, tal y como lo señala Leal López, es un tipo de asociación de carácter internacional que agrupa a un conjunto de países con el propósito de obtener beneficios comerciales mutuos y, en general, en materia económica, sin perjuicio de que en la mayoría de los casos tenga como elemento predominante una motivación política. La creación de la ONU, la Opep, la Fifa, Amnistía Internacional, entre muchas otras, ha sido a partir de intereses políticos específicos (Leal, 2002).

Estas formas de unión entre países se realizan a partir de la firma de tratados internacionales que pueden ser de distintos tipos: la mayoría de los bloques comerciales están definidos por una tendencia regionalista; mientras que las relaciones comerciales de carácter no regional tienden a ser bilaterales, o a darse entre bloques comerciales en formación. Estos bloques pueden clasificarse de acuerdo a su nivel de integración económica, política y monetaria en seis diferentes grupos:

a. Acuerdos de Complementación Económica. Esta unión solo se da en relación con las preferencias y negociaciones arancelarias de algunos productos.

b. Áreas de Libre Comercio. Aquí se establecen protecciones arancelarias de productos sensibles entre dos o más zonas geográficas. Dentro de este grupo entran los Tratados de Libre Comercio (TLC) sobre los cuales las negociaciones enmarcan agendas complejas desde muchos puntos de vista.

c. Acuerdos Aduaneros. En estos existe unificación de la política aduanera. De hecho, todos los países miembros tienen los mismos beneficios.

d. La Comunidad Económica. En este nivel de integración económica se libera el comercio de factores de la producción. Es decir que la movilidad e interacción entre el capital, el trabajo, la tecnología y demás factores productivos se fortalece en medio de zonas geográficas predeterminadas.

e. Unión Económica. Este nivel de integración contiene un conjunto de elementos y retos importantes en materia de unificación de sus Políticas Económicas (Monetaria y Fiscal) que trasciende por supuesto a la tradicional extensión o negociación de aranceles.

f. Organizaciones multilaterales. Corresponde a la participación de países en organizaciones que dictan normas que gozan de bloque de constitucionalidad o que imponen normas por encima de las normas de los países que la conforman. Aplican exclusivamente para el desarrollo de la actividad para la cual fue creado el organismo multilateral.

Es necesario señalar que la integración económica, a pesar de proclamarse como la gran solución a los problemas económicos y sociales de nuestra sociedad, ha evidenciado durante las últimas cuatro décadas que solo es una forma más de afrontar los problemas sociales en todas sus dimensiones, pero que en definitiva los problemas siguen al orden del día. Lo anterior porque la visión de la globalización privilegia la nueva forma de ver la actividad económica: lograr beneficios significativos en el corto plazo y socializar el riesgo de la inversión, de tal forma que las pérdidas no sean asumidas por la actividad de las empresas. De ahí que la empresa de transporte más grande del mundo no cuente con un solo vehículo bajo su propiedad; o la principal firma de hotelería no cuente con una sola habitación propia; o que las inversiones más importantes en 2017 hayan sido en una moneda que no goza de respaldo institucional alguno, más allá de las fluctuaciones especulativas de las bolsas.

De hecho, Stiglitz (2007) ilustra una anécdota muy particular ocurrida en medio del Foro Económico Mundial del año 2006, en donde se organizó una sesión especial acerca de los problemas energéticos del planeta. En este panel, un distinguido conocedor de la industria petrolera dio a conocer una idea de negocio bastante asombrosa. Se trataba de “aprovechar” un problema ambiental como lo es el derretimiento de la capa de hielo polar explotando los hidrocarburos de estas zonas, ya que sería mucho más fácil la explotación en estas nuevas condiciones. Cuenta Stiglitz (2007) que según el experto, esto representa cantidades mayores a las encontradas en Irak, y mantuvo una posición férrea al afirmar que este “aprovechamiento” es un negocio donde todos saldrían ganando.

En general, la globalización ha sido una forma economicista de abordar los problemas de las sociedades, es decir, desde una perspectiva de respeto de las leyes del mercado (oferta y demanda). Los problemas se dimensionan dependiendo del ámbito disciplinar desde el cual se aborden. Por ejemplo, para un pedagogo los problemas parten de la forma como somos capaces o no de generar conocimiento y lograr aprendizajes; por el contrario, para la psicología social, define los problemas desde las posibilidades de interrelacionarnos4. Desde luego para las disciplinas de las ciencias exactas los problemas de la sociedad se ubican en la frontera del conocimiento. Sin embargo, cuando se define una situación como problema en el campo de la economía, siempre se hará referencia a los aspectos que impiden el desarrollo del principio fundamental de la libertad individual o cómo ciertos aspectos generan costos transaccionales que son trasladados al consumidor y que terminan restringiendo sus posibilidades de elección porque reduce su ingreso efectivo.

Por esto, la economía celebra el desarrollo de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC), pues permiten la toma de decisiones con información completa o, por lo menos, mejor informadas y en tiempo real. Además, que el acceso a esta información tiene un costo muy bajo, por lo cual se democratiza la información y se reduce significativamente la posibilidad de que las personas tomen decisiones no racionales.

Desde esta perspectiva, el modelo de globalización apunta a eliminar cualquier tipo de distorsiones que alteren los precios de los bienes y servicios en el mercado internacional; por esto, la necesidad de generar acuerdos comerciales para eliminar aranceles y flexibilizar el mercado financiero y de capitales.

Sin embargo, el enfoque economicista de la globalización no ha logrado solucionar el principal problema que históricamente ha generado el declive de las sociedades o sus principales transformaciones: la migración poblacional.

Según la Ocde, en los años 2016 y 2017 la migración a países que la conforman ascendió a más de cinco millones de personas al año:

La migración de índole humanitaria fue el principal factor del alza de 2015-2016; representó 1,5 millones de personas entre enero de 2015 y diciembre de 2016. En 2015 la migración por reunificación de familias y libre movimiento dentro de la Unión Europea representó alrededor de un tercio del total de la emigración permanente a la zona de la Ocde. Los cinco primeros países de origen en 2015 fueron China, Siria, Rumania, Polonia e India. De los nuevos inmigrantes a países de la Ocde, 29 % provenían de otro país de la Ocde.5

Este fenómeno ha contribuido para que en diferentes países se revivan sentimientos nacionalistas que apuntan a generar mayores controles sobre la movilidad de personas. De ahí que coexistan discursos de alta aceptación como en Estados Unidos6, Francia7, Alemania8 e Inglaterra9, donde las familias nativas buscan que el Estado genere medidas para el control de la inmigración de poblaciones a sus territorios. En suma, el mundo globalizado propone libertades e ingreso y salida de capitales y recursos, pero cierra las posibilidades para una migración poblacional abierta, lo cual se acompaña del miedo que se impone ante la oleada terrorista que hace que en cada nación se establezca el control de inmigrantes.

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9789587940022
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