Читать книгу: «Actuel Marx 28.», страница 2

Шрифт:

Constatan que luego de decenios de sobreacumulación y decadencia del capital productivo y la exacerbación del sistema de créditos a escala mundial, el capitalismo se encuentra en una crisis permanente. Señalan que en sus intentos de escapar a sus propias contradicciones, producto de la ley general de la acumulación y la ley de la tendencia a la caída de la tasa de ganancia, el capitalismo expandió de una manera inaudita las formas ficticias de acumulación y la creación de «nuevos productos financieros» cada vez más sofisticados y complejos.

A lo largo de su ciclo completo (producción-circulación-producción), el capital industrial adopta tres sucesivas formas funcionales, presentando un continuo movimiento entre ellas: capital-dinero, capital-producción y capital-mercancía, para convertirse nuevamente en capital-dinero incrementado.

Lo que explican los autores en su trabajo, necesariamente de manera abreviada, son parte de las contradicciones del movimiento del capital en su momento actual. Esta crisis no afecta sólo a la clase capitalista sino que alcanza a toda la sociedad, a través del aumento de las tasas de explotación y plusvalía, y las relaciones laborales cada vez más precarizadas o a menudo disfrazadas con lo que se denomina «emprendimiento» (que no es otra cosa que quedar fuera de la relación laboral).

Por otro lado, señalan los ataques contra las conquistas históricas en forma de políticas sociales que acrecientan las desigualdades económicas y sociales, logrando un punto extremo en un momento en que la producción de riquezas alcanza niveles elevadísimos. Por último, sostienen que las formas ficticias del capital a interés crearon y siguen creando fetiches que profundizan la enajenación individual y social en la creencia de que es posible la creación y reproducción de valor y riqueza sin trabajo humano. Terminan por expresar, que hemos llegado a un punto en que el desarrollo del capital implica necesariamente la continuidad de la destrucción de la naturaleza, debido a la irrefrenable necesidad de aceleración del crecimiento.

Esto marca un punto de inflexión para las luchas de clases, dado que el capital desata todo tipo de ofensivas contra la sociedad. Ello genera, a juicio de los autores, un creciente «movimiento defensivo» que abre un nuevo ciclo de luchas y que necesariamente tendrá por base la radicalización del antagonismo capital/trabajo.

El texto de Michel Husson, «Crisis económica y desórdenes mundiales», publicado originalmente en 2018 y traducido para la presente edición, opera como una especie de oráculo y muestra un panorama bastante sombrío para la economía mundial, cobrando especial vigencia para comprender la presente crisis capitalista producto de la pandemia a nivel mundial.

A través de su análisis del devenir histórico de las finanzas, se adentra en las políticas económicas del gobierno norteamericano de Donald Trump y las respuestas de China, con los evidentes impactos de estos en la dinámica del capital mundial, mostrando asimismo la fatal herencia de las finanzas en las sociedades contemporáneas. Esta cuestión trajo consigo, además –según el autor–, un auge de los populismos y los fascismos a nivel planetario. Adicionalmente, Husson destaca el rol que desempeñan las materias primas en los diversos circuitos de capital financiero, en el marco de la mundialización capitalista.

El texto de Husson es particularmente ilustrativo al evidenciar los efectos de los ajustes estructurales posteriores a la década de los setenta. Dichos ajustes se orientaron fundamentalmente a derribar cualquier obstáculo a la libre circulación de capital a nivel mundial, cuestión que repercutió, para el autor, «en un entrelazamiento sin parangón de las relaciones de poder en el capitalismo contemporáneo».

El artículo «Capital financiero y clase dominante en Rudolph Hilferding: aportes para una aproximación política a los procesos de financiarización del capitalismo mundial», de David Kornbluth, aborda el fenómeno de la financiarización desde un foco particular, esto es, desde el lente de la lucha de clases. En ese sentido se pone al centro de la discusión la necesidad de asumir que la colonización de «lo financiero» no sólo ha transformado las formas en las que el capital circula y se acumula alrededor del mundo, sino también la forma en la que las distintas facciones que componen las clases dominantes nacionales se articulan entre ellas, reproduciendo su dominación sobre el resto de la sociedad.

Utilizando los aportes fundamentales que Hilferding realizó en ese tema, como su aproximación a la articulación entre el Estado y las clases dominantes en la reproducción y estabilización del capitalismo financiarizado, el autor enfoca la discusión sobre las clases sociales en el marco de esta fase histórica particular, un elemento que no siempre ha sido abordado con la suficiente profundidad por los teóricos de la financiarización. En consecuencia, este artículo entrega herramientas teóricas relevantes para comprender aquel fenómeno desde una arista sumamente necesaria para fortalecer la lucha política de los trabajadores.

El artículo de Alejandra Solar Ortega, «bancos centrales autónomos y la reproducción de la acumulación capitalista: el caso de Chile 1973-1990», analiza la instauración del Banco Central autónomo en Chile y el rol que esta institución estatal juega en el proceso de financiarización del capitalismo en su fase neoliberal. De manera pedagógica, vincula el contexto internacional y el contexto chileno con la implementación de la autonomía del Banco Central y su función como aparato al servicio de la clase dominante, en específico del bloque en el poder.

En su desarrollo, el texto permite preguntarse por qué si el Banco Central autónomo es tan bueno y necesario no fue instalado durante casi dos décadas de dictadura militar y configuración de políticas neoliberales, esperando al último año de este. Asimismo, despierta interrogantes sobre los bancos centrales como dispositivos de control no exclusivamente del mercado, sino de la sociedad como un todo, excluyendo a aquellos que no se encuentran ni forman parte del bloque en el poder. En tercer lugar, dada la relevancia que este agente tiene en la estructura económica como agente de clase, el artículo enciende las alarmas de cara a un proceso constitucional que recién se inicia en Chile y la discusión que se dará en torno al rol que desempeñará el Banco Central durante las próximas décadas.

El texto titulado «Crítica del capitalismo neoliberal-financiero: del fetichismo de la mercancía al trabajo abstracto», de Jorge Olivares-Rocuant, enfatiza la noción marxista de «fetichismo de la mercancía» y su secreto como una posibilidad de pensar la operación de acumulación del capital a la luz del capitalismo neoliberal-financiero. El artículo da cuenta críticamente de que el capitalismo adquiere una relación de orden biopolítico (Foucault) y de orden necropolítico (Mbembe) que el autor llamará «bio-necro-política». La desarticulación de categorías fetichistas, en este sentido, puede, según su autor, «abrir modos de incertidumbre respecto del capital neoliberal» desde una línea teórica de la crítica del valor fundamentalmente alemán.

En su artículo «De la aspiracionalidad a la circulación del deseo-capital. Reflexiones sobre la capacidad performativa de los publicistas en Chile», Nicolás Arenas aborda elementos que no necesariamente han sido lo suficientemente relevados a propósito de los procesos de financiarización desarrollados por el capitalismo mundial. La financiarización no es un fenómeno sólo acotado a las economías-políticas nacionales y mundiales. También tiene manifestaciones culturales y subjetivas a nivel agencial, sobre todo en el nivel de los hogares y los individuos.

Mediante el análisis discursivo de distintos publicistas chilenos, el autor remarca el carácter performativo que tiene la publicidad en la construcción del consumo y cómo esto no es casual, sino que se encuentra íntimamente vinculado con el auge y la consolidación de fenómenos asociados a la financiarización de la vida cotidiana, en especial, con la institucionalización del crédito como principal medio para consumir, pero además, como un mecanismo fundamental de integración social en sociedades neoliberales como la chilena.

Terminamos este dosier de Actuel Marx Intervenciones con una reseña de José Jorquera al libro de Grace Blakeley, Robado: ¿Cómo salvar al mundo de la financiarización? (Stolen: How to save the world from financialisation?). Como bien explica Jorquera, la tesis principal del libro en cuestión es que luego de la crisis financiera de 2007-2008, Reino Unido habría entrado en una nueva fase de desarrollo económico. Atrás habría quedado el desarrollo basado y guiado por el capital financiero, o al menos, en la forma en que existía previo a la «Gran recesión». En consecuencia, Blakeley destaca la necesidad de que tanto los partidos como organizaciones políticas de izquierda generen planteamientos políticos acorde a esta nueva realidad.

Sin embargo, y como también plantea Jorquera en su reseña, el análisis y la propuesta de Blakeley tienen limitaciones. La principal es que se enmarca casi exclusivamente en cómo los procesos de financiarización se fueron desplegando en el norte global (EE.UU. y Reino Unido, principalmente), no considerando necesariamente cómo esos elementos también tomaron forma en lugares como América Latina, entre otros. A pesar de esto, y gracias a su análisis histórico detallado y la incorporación de elementos teóricos del marxismo y keynesianismo, Stolen se posiciona como un buen punto de partida para introducirse en ese complejo fenómeno que es la financiarización.

Alejandra Solar Ortega

David L. Kornbluth Camblor

Roberto Merino Jorquera

Santiago de Chile, noviembre de 2020

1 Ecuación de la baja tendencial de la tasa de ganancia:

Financiarización: revisión del debate y precisiones para una interpretación marxista1

Vicente Olavarría André 2 Jonathan Bidwell Boitano 3 Ivo R. Gasic Klett 4

Resumen

Tras la crisis financiera global de 2008 ha emergido el debate sobre la financiarización del capitalismo. No obstante, aún persisten ciertas imprecisiones sobre el concepto de financiarización y sus fundamentos económicos, lo que dificulta el análisis y el debate entre las distintas posiciones. Aquí presentamos una síntesis basada en una lectura marxista de los conceptos y fenómenos financieros. Primero, se revisan las principales discusiones sobre financiarización; luego, se aclaran algunas tendencias y conceptos financieros puntualizados por Marx; finalmente, se asimilan las contribuciones teóricas de algunos autores especializados en las dinámicas financieras contemporáneas, como Hyman Minsky, actualizando la teoría de Marx. De este modo proponemos una interpretación marxista de la financiarización, el ciclo económico, las crisis y el rol de las finanzas en el capitalismo contemporáneo.

Palabras clave: financiarización, crisis, sistema crediticio, ciclo financiero.

Abstract

After the 2008 global financial crisis, the debate on the financialization of capitalism has emerged. However, certain inaccuracies still persist regarding the concept of financialization and its economic foundations, which makes analysis and debate between the different positions difficult. Here we present a synthesis based on a Marxist reading of financial concepts and phenomena. First, the main discussions on financialization are reviewed; Then, some financial trends and concepts pointed out by Marx are specified; finally, the theoretical contributions of some authors specialized in contemporary financial dynamics, such as Hyman Minsky, are assimilated, updating Marx’s theory. In this way, we propose a Marxist interpretation of financialization, the economic cycle, crisis and the role of finance in contemporary capitalism.

Keywords: financialization, crisis, credit system, financial cycle.

I. Revisando las tesis de la financiarización
I.1. Contexto general del debate

En el debate económico contemporáneo ha ido emergiendo la tesis de la financiarización, la cual pretende explicar los descensos en la inversión y la producción interna de las economías capitalistas avanzadas –medidas como formación bruta de capital fijo y PIB, respectivamente– a partir del desvío de plusvalía hacia el mercado de activos financieros. En este sentido, la contracción de la actividad productiva estaría explicada por un flujo de capitales hacia activos financieros no productivos, lo que a su vez explicaría los fenómenos más visibles de endeudamiento, booms crediticios, burbujas bursátiles, inflación de precios de activo, etc., propios de las economías capitalistas avanzadas.

El contexto histórico que habilita esta tesis de la financiarización se sitúa en la década de los ’70, la cual podría definirse como la década de la liberalización financiera, en años previos a la implementación de las políticas neoliberales y previo también al desarrollo pleno de lo que se conoce como globalización. En particular, la decisión de Richard Nixon de desanclar el dólar al patrón oro en 1971 representa para muchos el hito fundacional del período de financiarización, aunque más precisamente inaugura la monetarización de la economía, consistente en el establecimiento del dólar como dinero fiat5. A ello se siguió la liberalización de la cuenta de capitales durante toda la década, cerrando con la mayor operación de revaluación de una divisa en la historia a través del Shock Volcker en 1979, que consistió en la fijación por parte de la Reserva Federal de una tasa de interés de 20% para lograr una afluencia de capital hacia EE.UU., revaluando el dólar e imponiendo una nueva doctrina de control de la inflación.

Este contexto institucional explica que la mayoría de la literatura de financiarización se encuentre basada en la experiencia de EE.UU., que no representa sólo un caso de estudio sino una centralidad geohistórica correlativa a la hegemonía norteamericana. La literatura refiere a las mutaciones de lo que se ha denominado tradicionalmente como capital financiero, pero también a una intensificación de las dinámicas crediticias y especulativas asociadas al mismo, muchas de las cuales han sido impulsadas institucionalmente desde EE.UU. hacia el resto del mundo, tal como lo demostró la crisis financiera global de 2008. Desde ahí en adelante, la literatura de financiarización ha crecido sorprendentemente, y en lo que sigue de este trabajo se resumen las principales contribuciones que podrían contribuir a una interpretación marxista de las finanzas contemporáneas.

I.2. Interpretaciones sobre la financiarización

La primera referencia a la expresión financiarización fue del economista italiano Giovanni Arrighi, quien advirtió a mediados de los ’90 el inusitado crecimiento de las finanzas, en el marco de lo que él denomina un cambio en el ciclo sistémico de acumulación capitalista. En su definición, los ciclos sistémicos corresponden a períodos del capitalismo compuestos por fases de crecimiento y decaimiento de aquella potencia nacional que hegemoniza el sistema mundial, siendo las expansiones financieras6 las interfases de transición, en las cuales se movilizan los excedentes: desde el centro geográfico del ciclo de acumulación en decadencia, hacia el que lo sustituye7. De esta forma, el concepto de financiarización de Arrighi (1994) alude a la expansión financiera –concentración y centralización de capital dinerario– ubicada históricamente en la transición del ciclo norteamericano a un ciclo nuevo, eventualmente radicado en China8.

Poco después, el economista marxista norteamericano Paul Sweezy escribió un pequeño texto donde menciona el término financiarización (financialization en inglés) para caracterizar al capitalismo que emerge tras la recesión de 1974-1975, cuando se comienza a observar una desviación de inversión productiva hacia la compraventa de activos financieros9. Para Sweezy, la financiarización se produce dado que el capital a interés –fondos acumulados de dinero que se prestan a la producción y reproducción del capital– ha experimentado un límite en sus funciones de ahorro y préstamo a la producción, teniendo que desplazarse hacia préstamos no productivos al sector público, a los hogares y a la especulación con activos10.

Esta migración del capital al sector no productivo marca un tránsito desde lo que se entiende tradicionalmente como capital financiero, a una fase de financiarización del capital o del proceso de acumulación11. Es importante especificar entonces el significado del concepto capital financiero, introducido por un economista de filiación marxista, el alemán Rudolf Hilferding. En su libro «El Capital Financiero» (1910) da cuenta de un fuerte proceso de centralización y concentración del capital a inicios del siglo XX, el cual, en el caso alemán constatado por el autor, se llevó a cabo mediante múltiples fusiones y absorciones entre bancos y grandes empresas industriales.

Por este motivo, el concepto capital financiero está históricamente pensado para analizar el rol del capital bancario en el crecimiento de las grandes empresas del siglo XX. Luego, cuando el capitalismo de posguerra empezó a experimentar caídas en la rentabilidad empresarial a fines de los ’60, se comenzó a desarrollar un conjunto de reformas financieras y monetarias –como se señala en el siguiente apartado-, tendientes a liberar al capital financiero de sus compromisos con las empresas nacionales. Esta liberalización permitió una reaparición del capital financiero con un nuevo rostro y contenido histórico, que dan pie al concepto de financiarización de Sweezy.

Según Sweezy, si el capital financiero impulsó la producción industrial hasta la década del ’60, desde los ’70 en adelante su liberalización ha implicado el movimiento de capital desde la inversión productiva hacia la tenencia de activos financieros de carácter especulativo, respondiendo a la crisis de sobreacumulación de capital en la economía productiva12. Esta perspectiva estancacionista plantea como tesis general la sobreacumulación de capital productivo, sin capacidad de reinvertirse. Mientras la tesis de la sobreacumulación es discutible en sí misma por su capacidad explicativa de la crisis estructural del capital13, lo que genera más duda es la racionalidad económica que explica el movimiento de los capitales hacia lo que Sweezy califica como especulativo: ¿Qué es lo que se puede obtener de esas inversiones especulativas? ¿en qué sentido no son productivas?

Foster y Magdoff (2009) responden a esta pregunta indicando que el capital se ha ido moviendo desde el sector productivo hacia la tenencia de activos financieros; especialmente, deuda. Pero no se trataría sólo de un aumento cuantitativo, sino de un cambio cualitativo de gran significancia, ya que sus datos muestran que –al menos en el caso norteamericano– no han sido las empresas, ni los hogares, ni los Estados los principales deudores, sino el mismo sector financiero. Solo para graficar, si en 1975 un 10% de la deuda total en EEUU correspondía al sector financiero, en 2005 esa cifra ascendió a 30% restando participación relativa a las empresas no financieras y al Estado, y manteniendo estable la participación de los hogares.

En resumen, la tesis estancacionista sostiene que la financiarización se genera porque el capital productivo está sobreacumulado y, por ende, sus excedentes deben ser absorbidos mediante inversiones no productivas en activos especulativos. Esta intermediación de la deuda constituye lo que Marx denominó capital ficticio14. A nivel general, puede decirse que esta categoría alude al tratamiento de los activos financieros –bonos, acciones y derivados– como capital, es decir, no sólo como instrumento que representa obligaciones de pago, sino como valor que espera retornar acrecentado.

Para el debate sobre financiarización es relevante precisar que si bien un comprador de títulos –por ejemplo, acciones– puede estar especulando en el mercado, desde el punto de vista del proceso de acumulación el vendedor del título está capitalizando su producción. Para Marx lo ficticio es el valor del activo, pero si este es comprado con capital dinerario, dicho capital puede ser utilizado productivamente según el carácter del vendedor del título. La tesis estancacionista no parece considerar esta advertencia, ya que el capital dinerario sigue transformándose de todas maneras en capital productivo.

No obstante, Carcanholo y Nakatani proponen que en la financiarización, el polo dominante del capital ficticio es la especulación y no la capitalización de las empresas, invirtiendo las determinaciones originales de Marx. Aseguran que el capitalismo actual está dominado por el capital especulativo, que no es sino el capital ficticio bajo esta nueva determinación15. La implicancia de esta definición es que reconoce que los niveles de capitalización de las empresas pasan a depender de la especulación y, por ende, esta no se remite sólo a los mercados secundarios. El capital especulativo, entonces, tendría efectos sobre la producción, cuestión que si bien Marx advirtió como posibilidad, no juzgó que fuese algo estructural que pudiera sostenerse a largo plazo.

Independiente de si la lógica de capital ficticio tiene o no efectos sobre la producción, es provechoso destacar que diversos autores reconocen la existencia de especulación en el mercado bursátil como un indicador de financiarización16. Gretta Krippner, la autora más citada sobre financiarización, ha insistido en que la subsunción de la lógica de la ganancia empresarial por la lógica de las ganancias de capital, es decir del capital ficticio, constituye uno de los principales rasgos de esta forma de capitalismo17. Se ha denominado shareholder value a esta mayor disposición a la tenencia de acciones con orientación a su reventa en el mercado de valores, para mejorar su liquidez, y para algunos, representa un rasgo constitutivo de la financiarización18.

Por su parte, Duménil y Lévy han interpretado este crecimiento del capital ficticio como un desarrollo histórico de las relaciones entre propiedad, control y gestión capitalista. La financiarización sería el proceso mediante el cual se consolida, desde los años ’70, el managerial capitalism, esto es la escisión entre la propiedad del capital (financiero) y la gestión empresarial. Ambos identifican que el capital ha logrado una nueva articulación entre propiedad, control y gestión empresarial, donde la acumulación toma la forma accionarial. Así, y se fortalece el mercado financiero –el cual comprende al mercado de dinero (money market) y al mercado de capitales (capital market)– como forma institucional ad hoc de asignación, y de retención de la ganancia fuera de las empresas19.

Husson ha contribuido con una definición atingente al problema de la acumulación de capital en las empresas, destacando que se ha generado una brecha entre la tasa de ganancia y la tasa de acumulación de capital al interior de las empresas no financieras, lo que constituye específicamente su definición de financiarización. Su centro de análisis está puesto en la baja acumulación de capital en las empresas no financieras, lo que se expresa en el rédito, es decir, en el flujo de ganancia que se retira de la empresa y que constituye el ingreso financiero, que en el caso de las corporaciones corresponde al momento de distribución de los dividendos. De hecho, remite expresamente el alcance del concepto financiarización a la dinámica de acumulación de capital, señalando que se trata de una característica central del capitalismo contemporáneo, pero que no determina el comportamiento del mismo20.

Los enfoques recién descritos se han mantenido en el ámbito de la producción, circulación y acumulación del capital. No obstante, es un hecho fáctico que la distribución de los ingresos desde los ’80 se ha tornado cada vez más desigual, afectando los salarios y las prestaciones sociales. Frente a esta situación han emergido visiones institucionalistas que explican el cambio distributivo a partir de las políticas neoliberales, tendientes a recortar salarios y prestaciones sociales supuestamente excedidas durante las décadas keynesianas21; dichos enfoques también han incorporado el concepto de financiarización dentro de la discusión sobre neoliberalismo.

En particular, pueden distinguirse dos escuelas institucionalistas gravitantes en el ámbito de la economía heterodoxa que vinculan neoliberalismo y financiarización: la Escuela de las Estructuras Sociales de Acumulación (EESA) y la Escuela Regulacionista (ER). En cuanto a la EESA, Kotz (2015) –principal referente de esta escuela– argumenta que el neoliberalismo subsume a la financiarización, dado que la estructura social de acumulación neoliberal reacciona frente a la contracción de la demanda que generan los recortes salariales y prestacionales de los años ’80 y, sólo a condición de ello, emerge una brecha entre el salario y el costo de reproducción de la fuerza de trabajo que debe ser cubierta por la deuda privada de los trabajadores en el neoliberalismo.

Por su parte, la ER, representada por autores como Michel Aglietta y Robert Boyer, igualmente sitúa la financiarización dentro del cambio de régimen de acumulación, –categoría teórica de gran similitud a la de estructura social de acumulación–. Sin embargo, a diferencia de la EESA, su énfasis no ha sido distributivo, sino más ampliamente orientado a la forma en que se autorregula la acumulación del capital, en un contexto de mayor competencia, desregulación estatal y velocidad de rotación de aquel22.

Para los regulacionistas, la financiarización aparece como el vehículo mediante el cual la acumulación capitalista se autorregula, aunque de manera inestable23. Su concepto de financiarización, también definido como «régimen de acumulación arrastrado por las finanzas»24, no reduce el asunto al reparto entre empresarios y trabajadores, ni a las deudas de estos, sino a la autonomía relativa de las finanzas respecto a ambos, forzando a que dispongan sus ingresos a los fondos de inversión que administran25.

Si bien todos los autores anteriormente referenciados hacen alusión a la inestabilidad asociada a la financiarización –sea como la definan-, Chesnais ha sido quien más ha polemizado sobre el carácter autodestructivo de este mismo régimen de acumulación, inclusive criticando la noción de régimen26. Sostiene que la sobreacumulación de capital produce un desarrollo de capital ficticio –lo que constituye su concepto de financiarización-, el cual logra reproducirse de manera ampliada por décadas, dado un desarrollo institucional y político que ha permitido extender este impasse del capitalismo27. Por eso, para este autor el énfasis en el estudio de las instituciones debiese enfocarse en explicar cómo estas logran extender la duración del capitalismo financiarizado, más que en el funcionamiento y la lógica del régimen de acumulación28.

Costas Lapavitsas y Ben Fine, dos economistas de la School of Oriental and African Studies (SOAS, UK), se han sumado al debate discutiendo cómo interpretar las ganancias del sector bancario en el contexto de la financiarización. Lapavitsas ha argumentado en diversos trabajos que la financiarización responde a un reacomodo del espacio que ocupan bancos, empresas y hogares en el capitalismo maduro29, en el cual la banca comercial ha sido desplazada hacia la entrega de créditos a los hogares, debido: 1) al efecto de las políticas neoliberales sobre el endeudamiento; y 2) a la mayor competencia que el sector bancario ha experimentado, gracias a la proliferación de los diversos agentes que participan del mercado financiero –monetario y de capitales.

Esta observación empírica ha sido comentada anteriormente, a raíz del relativo consenso entre los autores, desde los primeros escritos de Sweezy hasta las referencias de los enfoques institucionalistas más actuales; todos sostienen que la banca ha dejado de ser el principal brazo financiero del capital productivo, discutiendo la tesis clásica del capital financiero. Sin embargo, a diferencia de otros autores, Lapavitsas no centra la atención en la nueva forma de regulación de las relaciones capital-trabajo; para él, la financiarización no emerge como respuesta a la crisis del capital. Incluso discute los alcances de las teorías de la sobreacumulación y de la caída tendencial de la tasa de ganancia en la explicación de la crisis subprime30.

La particularidad del planteamiento de Lapavitsas es que conceptualiza los créditos a los hogares como una nueva forma de «expropiación», en donde los bancos obtendrían su rentabilidad a costa de los ahorros y activos de los hogares, como analiza Hudson para el caso de los activos inmobiliarios. Consecuentemente, la financiarización no se definiría a partir del crédito que toman los hogares, sino a partir del desarrollo de un tipo nuevo de ganancia capitalista que denomina «expropiación financiera»; la orientación de los bancos hacia los hogares implicaría un nuevo nicho de negocio de carácter predatorio31. En efecto, esta tesis sólo puede admitirse estructuralmente si se acepta que los hogares tienen activos acumulados por sobre sus requerimientos de reproducción32.

Por este motivo, Ben Fine critica a Costas Lapavitsas señalando que este carece de una teoría adecuada sobre el origen de las ganancias en el capitalismo, forzando a una interpretación precapitalista de la ganancia y del rol de los bancos. Fine detecta que la expropiación financiera propuesta por Lapavitsas no alude a un ajuste de los salarios al costo de reproducción de los trabajadores, sino a una alteración de la canasta de bienes-salario33. En este sentido, la tesis de la expropiación financiera de Lapavitsas requiere un conjunto de supuestos adicionales sobre el cambio en las condiciones históricas que definen la reproducción de los trabajadores, sin lo cual su teoría queda disociada del capitalismo en su conjunto.

1 058,39 ₽
Жанры и теги
Возрастное ограничение:
0+
Объем:
275 стр. 9 иллюстраций
ISBN:
9789560014146
Редактор:
Издатель:
Правообладатель:
Bookwire
Формат скачивания:
epub, fb2, fb3, ios.epub, mobi, pdf, txt, zip

С этой книгой читают