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Tú me has preguntado cómo estoy relacionado con el cosmos y con la gente. Para mí, el cosmos y la gente no son dos cosas separadas. Lo cósmico sucede de tantas formas, y una de esas formas es la gente. Lo cósmico sucede de tantas formas: el sol, las estrellas, la tierra, los animales, la gente. Sólo varían las frecuencias, la divinidad es la misma. Así que, para mí, el cosmos y la gente no son dos cosas separadas.

Cualquier cosa que yo haya dicho, no' proviene del pensamiento. Es un hecho. Pero si pienso —y tengo que pensar para comprender su lado— entonces, tú estás relacionado conmigo porque tú eres, y siempre y cuando seas, estarás relacionado. Eso crea una situación difícil. A diario, momento a momento, crea una situación difícil.

Tú te sientes relacionado conmigo. Sientes que perteneces a mí. Entonces, comienza a esperar que yo debo de pertenecerte a ti. Por motivo de esa expectativa, sé que estás destinado a la frustración. Una persona que es un yo, está destinada a la frustración, aunque quizá le lleve más tiempo. Sin embargo, si tú eres una persona que es un no-yo, no te llevará ni siquiera un corto tiempo. Cada momento será frustrante porque no se satisfarán tus expectativas. No hay nadie que las satisfaga.

Por lo tanto, soy muy irresponsable, porque no hay nadie que pueda ser responsable. Hay respuestas, pero nadie que sea responsable, por lo cual, cada respuesta es, por ello, atómica. No puede ser una secuencia, por lo cual tú no puedes esperar nada del momento que seguirá. Ni siquiera yo mismo lo sé. La respuesta va a ser atómica, cada una en sí misma, completa y de ningún modo relacionada con el pasado o con el futuro.

El ego es una serie de eventos, sucesos y recuerdos. Así es porque tú existes dentro de una serie —e intentas tomarme a mí como una serie, pero eso se vuelve difícil—. Por lo tanto, todos se sentirán, en algún momento, enojados conmigo, porque mi respuesta es atómica y no parte de una serie. La respuesta que es parte de una serie se convierte en responsabilidad. Entonces, tú puedes apoyarte.

Yo soy un muy mal apoyo. Nunca se puede contar conmigo —yo mismo no puedo contar conmigo mismo—. No sé lo que está por suceder. Acepto y estoy completamente abierto ante cualquier cosa que suceda. Y nunca pienso en términos de una relación, no puedo pensar; más bien, vivo en términos de ser uno sólo.

Cuando tú estás cerca de mí, no quiere decir que estoy relacionado contigo. Yo me convierto en uno sólo contigo. Y tú interpretas esta condición de ser uno sólo, como amor. Pero el ser uno solo no es amor ni odio, porque todo lo que se conoce como amor, se puede convertir en odio en cualquier momento. Aunque esta condición de ser uno solo jamás se puede convertir en odio. Tú puedes estar cerca o lejos, tú puedes ser un amigo o un enemigo; no tiene importancia. En lo que respecta a mí, tú puedes irte o venir hacia mí, no tiene importancia.

Una relación es condicional; el estado de ser uno solo es incondicional. Una relación siempre tiene condiciones. Si algo en las condiciones cambia, la relación cambiará. Todo está siempre encima de un volcán. Toda relación está siempre en un estado de oscilación, siempre en el proceso de morir, siempre cambiando. Por lo tanto, toda relación crea temor, porque siempre existe el peligro de que se rompa. Y entre más temor haya, más uno se aferra y, entre más se aferra uno, crea más temor. Pero el estado de ser uno solo es todo lo contrario. El estado de ser uno solo es incondicional. Existe porque no se tiene la esperanza de alguna condición, alguna expectativa, alguna satisfacción, algún resultado futuro. No está condicionado por el pasado, ni por el futuro. Es una existencia momentánea y atómica, sin relación con el pasado ni con el futuro.

Por lo tanto, yo siento el estado de ser uno solo con el cosmos y con la gente y, desde el cosmos, el sentimiento es el mismo. Al sentirme uno con el cosmos, desde el cosmos, el sentimiento es el de ser uno solo. En algún momento, yo no sentía esto, pero ahora sé que el cosmos siempre ha sentido esto en tomo a mí.

El estado de ser uno solo siempre está en flujo, siempre ha estado en flujo; para el cosmos, ha habido una espera eterna. Ahora, lo siento yo en tomo al cosmos; también lo siento en tomo a la gente. En el momento en que alguien siente este estado de ser uno solo en tomo a mí, aquella persona se convierte en parte de lo cósmico. Y cuando uno siente ese estado de ser uno solo con tan sólo una otra persona, ha conocido el sabor. Ha conocido el sabor del éxtasis. Entonces, puede lanzarse hacia el todo.

Por lo tanto, esto es lo que está sucediendo a mi alrededor. No digo que estoy haciendo —esto está sucediendo a mi alrededor. Yo te diré a ti que te acerques a mí, sólo para darte a probar de este estado de ser uno solo, y si tú puedes darte cuenta de esto, incluso por tan sólo un momento, jamás volverás a ser el mismo. Es un esfuerzo que requiere de mucha paciencia, es desconocido e impredecible. Nadie puede saber cuándo se acerca el momento. A veces, la mente de uno está tan sintonizada, que puede sentir ese estado de ser uno solo. Es por ello que insisto en la meditación, porque no es nada más que el sintonizar la mente a tal grado, que uno se puede lanzar hacia ese estado de ser uno sólo.

Para mí, la meditación significa la sintonía de la mente con el estado de ser uno sólo. Esto puede suceder únicamente cuando la meditación ha ¡do más allá de uno; de otro modo, no puede suceder. Si está por debajo de uno —si uno lo está haciendo, si uno es el que controla—, no puede suceder, porque uno es la enfermedad. Por lo tanto, yo te persuado de practicar la meditación, dentro de la cual, al atravesar ciertos límites, tú dejarás de ser. La meditación te dominará. Poco a poco, tú serás empujado. Por supuesto que tú iniciarás la meditación, porque no puede ser de otra forma. Tendrás que iniciarla tú, pero tú no la terminarás. En algún punto intermedio, en algún lugar, el suceso ocurrirá. La meditación te atrapará. Tú serás arrojado y entrará la meditación. Entonces, tú estarás en sintonía con el cosmos. Entonces, serás uno solo.

El estado de ser uno solo es importante, la relación no es importante. Una relación es sansar: el mundo. Y es por la relación que debemos nacer una y otra vez. Al conocer el estado de ser uno solo, no hay nacimiento y, entonces, no hay muerte. Entonces, no hay nadie salvo uno mismo. Todos están incluidos. Uno se ha vuelto cósmico. Antes de que llegue el estado de ser uno solo, el individuo debe apartarse. Antes de que llegue lo divino, el ego debe apartarse.

El ego es la fuente de toda relación. El mundo es relación. El estado de lo divino no es una relación, la divinidad no es una relación. Lo divino no es el yo. Esto significa que no se puede ser uno con él. Por lo tanto, un bhakta, un devoto, jamás puede alcanzar lo cósmico, porque piensa en términos de una relación —una relación con el Dios padre, el Dios amante, el Dios amado—. El devoto sigue pensando en términos del yo y del otro. Jamás puede trascender el ego. Esto es muy sutil, porque el devoto siempre está luchando por rendirse. La devoción, el camino a la devoción, es el camino de la rendición. El devoto intenta rendirse, pero ante alguien.

Si uno intenta rendirse ante alguien, el otro está ahí. Y el otro no podría existir si uno no es; por lo tanto, uno sigue existiendo entre sombras. Uno se olvidará de sí mismo, pero el olvidarse de sí mismo no significa rendirse. Se recuerda lo divino de tal modo, que uno mismo deja de recordarse, pero uno sigue estando en el fondo, existiendo entre sombras. De no ser así, Dios no podría existir como el otro.

Por lo tanto, el camino de la devoción, tal y como existe, no puede llevar a lo trascendente, a lo cósmico, a ser uno solo. Para mí, no se trata de rendirse ante alguien!, sino simplemente de abandonar el yo —no a los pies de alguien, sino simplemente abandonarse—. Cuando no hay un yo, entonces uno se convierte en uno solo. i

El yo puede seguir generando las semillas, puede seguir creando la decepción. Y la decepción más grande y más segura es aquella del devoto y de Dios —una decepción religiosa—. Cualquier decepción que se toma religiosa puede ser peligrosa, porque ni siquiera se puede negar. Incluso, el negarla, genera culpa. Uno se sentirá culpable al negarle el yo a lo divino, pero para lo divino, el yo es la proyección del ser de uno. En el momento en que uno es un no-yo, no existe un yo en lo que respecta a la existencia. La existencia entera se ha tomado un no-yo. Y cuando toda la existencia deja de ser un yo, uno se hace uno solo con ella.

El no-yo es el camino.

El no-yo es la devoción verdadera.

El no-yo es la rendición auténtica.

Por lo tanto, el problema es siempre el yo. Incluso si pensamos en la liberación, moksha, pensamos en la libertad para el yo, no en la libertad del yo. Pensamos que, entonces, seremos libres. Pero entonces no se puede ser libre —moksha no es la libertad para el yo, sino la libertad del yo—. Por lo tanto, yo existo dentro de un no-yo, dentro de un flujo, en un proceso del abandono del yo. No soy un yo, como tampoco hay alguien que sea un yo.

Por ejemplo, las olas están en el mar, pero cada ola se interpreta a sí misma de modo equivocado, como algo separado del mar. La ola parece estar separada. Se puede engañar a si misma —hay tantas olas alrededor, y cada ola parece ser distinta—. Mi ola es más alta y la suya será más baja, o mi ola será más baja y la suya será más alta. ¿Cómo puede ser lo mismo? Y las olas no pueden asomarse a lo profundo del mar. Sólo se conoce la superficie. Tu ola se está muriendo, y la mía es joven y crece. Tu ola ha llegado a la costa, y yo estoy aún lejos de esa costa. ¿Cómo puedo pensar que ambos somos lo mismo? Sin embargo, pensemos o no que así es, somos lo mismo.

Entonces, la ola que se conoce como "yo" no es un ego, ni un yo. Esta ola ha sabido que el océano es la ola. La ola es sólo un fenómeno superficial. Una superficie es una apariencia, un movimiento. Esta ola que llamo "yo", no ha sabido que la ausencia de olas, el mar sin olas, es lo real. Incluso tu ola no es distinta.

He conocido aquello que lo une todo. Tú puedes denominarlo autoconocimiento, pero yo no lo haré. Yo lo denominaré no-autoconocimiento, porque esta esencia es la de todos los conocimientos. Esto es el no-yo. Creo que tú comprendes lo que estoy queriendo decir.

Cualquier cosa que yo haya dicho puede no ser lo que pretendo decir, y lo que pretendo decir puede no ser lo que he dicho. Así que no confundas lo que digo con lo que pretendo decir, pero siempre mira hacia lo profundo. Siempre escucha aquello que no se ha dicho, sino que ha sido señalado. Todo lo que es profundo, todo lo que es lo máximo, sólo se puede mostrar, mas no se puede decir. Y yo estoy diciendo cosas que no se pueden decir. Por lo tanto, no pienses en mis palabras. Siempre desecha las palabras como algo sin significado; luego, ve a lo profundo del significado carente de palabras, al significado silencioso. Siempre está ahí, debajo de la palabra.

Las palabras siempre están muertas, el significado siempre vive. Uno puede estar abierto a las palabras, pero uno jamás puede estar abierto a través de la comprensión intelectual. Uno puede estar abierto con todo su ser, no sólo con el intelecto. No es que el intelecto malinterprete a momentos —el intelecto siempre malinterpreta—. No es que el intelecto se equivoque a momentos —el intelecto es el error mismo—. Siempre se equivoca. Por lo tanto, ten simpatía por cualquier cosa que se diga. No trates de comprenderla, deja que penetre en lo más profundo de tu ser. Sé vulnerable y abierto a ella. Deja que se te meta en lo profundo del corazón. No crees barreras intelectuales. Entonces, participando con todo su ser, sabrás. Quizá no comprendas, pero sabrás. Y el comprender no basta, hace falta saber. El intelecto comprende; el ser, sabe. El intelecto es únicamente una parte, su ser es lo verdadero.

Cuando se sabe algo, se sabe con la sangre, se sabe con los huesos, se sabe con los latidos del corazón. Pero si uno comprende, lo hace únicamente con el mecanismo de la mente, la cual no es muy profunda. Es sólo un instrumento, un instrumento utilitario que es necesario para la sobrevivencia, que se necesita para estar relacionado, pero que se convierte en una barrera en el esfuerzo por alcanzar el estado de ser uno sólo, la muerte espiritual y la resurrección. Es meramente un instrumento natural para poder sobrevivir. No está intencionado para revelar la verdad absoluta. No está intencionado para conocer los misterios ocultos —y los misterios están ocultos.

Por lo tanto, cualquier cosa que yo esté diciendo, no pienses en ella. Vete a casa y deja que repose. Déjala entrar, deja que te penetre. No te protejas a ti mismo; ábrete. Cada protección propia va en contra del saber. Y sólo cuando esa cosa haya alcanzado la parte más recóndita de tu ser, será conocida y realmente comprendida. Eso es lo que se quiere decir con shraddha: fe. No significa creencia. La creencia es intelectual. Uno puede creer intelectualmente, uno puede desmentir intelectualmente —ambas cosas son intelectuales—. La fe no es en absoluto intelectual. Es la participación mística completa. Es el ser uno solo con los misterios ocultos. Es un salto.

Por ello, en cuanto a cualquier cosa que yo diga, no me interesa en absoluto la teoría, no me interesa en absoluto ninguna filosofía. Me interesa el salto existencial. Cuando digo algo, es sólo para conducirte a ti hacia aquello que no se puede decir. Y cuando utilizo palabras, es sólo para conducirte a ti hacia el silencio. Cuando hago alguna aseveración, es sólo para señalar aquello que no se puede aseverar. Mi expresión no es realmente para expresar algo, sino para señalar lo inexpresable.

Así que ten simpatía, porque sólo la simpatía puede ser la apertura. Deja que lo que yo haya dicho, descienda dentro de ti; florecerá. Si la semilla va hacia lo profundo, florecerá. Cuando llegue la flor, tú sabrás qué es aquello que se ha dicho, pero que no se pudo decir. Tú sabrás aquello que se ha dicho, pero que permanece sin decirse.

Capítulo 2 · Sannyas: viviendo en la inseguridad

¿Por qué le das sannyas a casi cualquier persona que viene a verte! ¿Cuál es tu idea de sannyasf ¿Qué obligación implica?

Para mí, sannyas no es algo muy serio. La vida misma no es demasiado seria, y aquel que está serio, siempre está muerto. La vida es sólo una energía desbordante sin ningún propósito y, para mí, sannyas es vivir la vida sin propósito. Vive tu vida como un juego y no como un trabajo. La así denominada mente seria, la cual está enferma, en efecto, convertirá el juego en trabajo. Los sannyasins hacen todo lo contrario: convierten el trabajo en juego. Si uno puede asumir esta vida como un mero sueño, una actuación-sueño, entonces es un sannyasin. Aquel que considera la vida como un sueño, un sueño-drama, ha renunciado. La renunciación no es el abandonar el mundo, sino cambiar de actitud. La actitud de cambiar al mundo es algo serio. Por eso es que puedo iniciar a cualquiera en sannyas. Para mí, la iniciación misma es un juego. No exigiré ningún requisito, independientemente de que alguien cuente o no con los requisitos, porque los requisitos se piden cuando se hace algo serio. Por lo tanto, todos, por el simple hecho de existir, cuentan con los suficientes requisitos para jugar. Cualquiera puede jugar, incluso sin contar con los requisitos, no tiene importancia, porque todo es sólo un juego. Por eso no exigiré ningún requisito.

Y, del mismo modo, mis sannyas no implican ninguna obligación. En el momento en que uno es un sannyasin, está en completa libertad. Significa que, entonces, uno ya no tiene que tomar ninguna decisión. Ha tomado la última decisión: el vivir en la indecisión, el vivir con libertad.

Aquel que vive decidiendo cosas jamás puede ser libre. Siempre está atado a su pasado porque la decisión se tomó en el pasado. Jamás se puede tomar una decisión para el futuro porque el futuro es desconocido y cualquier decisión que se tome estará atada al pasado. El momento en que uno está iniciado en sannyas, se ha iniciado en un futuro inexplorado, no planeado. Entonces, ya no está atado al pasado. Uno será libre para vivir. Eso significa actuar, jugar y ser cualquier cosa que le suceda a uno. Esto es la inseguridad.

El renunciar a un nombre, a una propiedad, no es realmente inseguridad, es una inseguridad muy superficial. La mente permanece siendo la misma, la mente que pensaba aquella propiedad como una forma de seguridad. Incluso la propiedad no es seguridad alguna y uno morirá con toda su propiedad. Incluso una casa no es seguridad alguna, uno morirá dentro de ella. Por lo tanto, la falsa noción de que la propiedad, la casa, los amigos y la familia, son formas de seguridad, aún prevalece en la mente que piensa: "He renunciado; ahora vivo en la inseguridad".

Sólo aquella mente, sólo aquella persona que vive sin estar atada a su pasado, vive en la inseguridad. La inseguridad significa no estar atado al pasado; y tiene tantos significados, porque todo lo que uno sabe viene del pasado. Incluso la mente de uno es del pasado.

Por lo tanto, alguien que renuncia al conocimiento está verdaderamente renunciando a algo. Uno mismo proviene del pasado, no es más que un cúmulo de experiencias. Así que aquel que renuncia a sí mismo, renuncia a algo. Todos los deseos y todos los anhelos y todas las expectativas —todo esto confirma el pasado—. Aquel que renuncia a su pasado, renuncia a sus deseos, a sus anhelos, a sus expectativas.

Entonces, uno será igual que el vacío, que la nada, que un nadie. Sannyas significa desechar toda afirmación de ser alguien.

Entonces, uno se introduce a la no-identidad, al estado de ser nadie. Por lo tanto, esta es la última decisión de la mente, con lo cual el pasado se cierra. La identidad se rompe, la continuidad no existe. Uno es nuevo; renace.

Cualquier persona con vida cumple con los requisitos para vivir en la inseguridad. Si uno va a vivir realmente, uno debe vivir en la inseguridad. Todo arreglo de seguridad es una renuncia a la vida. Entre más seguridad se tenga, menos se vive. Entre más muerto se esté, más seguro se está, y viceversa. Por ejemplo, un hombre muerto no puede volver a morir, él es inmune a la muerte. Un hombre muerto no puede estar enfermo, por lo cual es inmune a la enfermedad. Un hombre muerto está tan seguro, que aquellos que siguen viviendo le pueden parecer ridículos —viven en la inseguridad.

Si uno está vivo, es inseguro. Entre más inseguro, más vivo. Por lo tanto, para mí, un sannyasin es una persona que decide vivir al óptimo, al máximo; es igual que una flama quemándose de ambos polos.

No hay ninguna obligación, no hay ningún compromiso. Uno no está sujeto a disciplina alguna. Si se le quiere llamar disciplina a la inseguridad, ese es otro asunto. Por supuesto que es una disciplina interna. ¡Uno no seria anarquista, no! ¿Cuándo he dicho que una persona será anarquista? La anarquía siempre está atada a un orden, a un sistema. Si se renuncia al orden, jamás se puede ser desordenado. ¡No se trata de negar el orden, sino de renunciar a él, y entonces la renuncia significa estar ordenado! Es únicamente una actuación, una obra de teatro para los ojos de otros. Uno no se lo tomará en serio, se trata sólo de un papel dentro del juego. Uno camina hacia la izquierda o hacia la derecha, por el bien de otros, por el bien del tránsito, pero no hay seriedad en ello; nada en ello es serio.

Por lo tanto, el sannyasin no va a ser desordenado. En lo que respecta al sannyasin mismo, en lo que respecta a su conciencia interior, no habrá orden. Eso no significa que habrá desorden, porque el desorden siempre es parte del orden. Cuando hay orden, existe la posibilidad del desorden. Cuando no hay orden, no hay desorden, porque hay espontaneidad. Momento a momento, se vive; momento a momento, se actúa. Cada momento está completo en sí mismo. Uno no decide por él. Uno no decide cómo actuar. El momento le llega a uno, y uno actúa. No hay predeterminación, no hay ningún plan previo.

El momento le llega a uno. Uno le sucede al momento y, sea lo que sea que salga, uno debe dejarlo venir. Más y más, uno sentirá que crece dentro de sí mismo una disciplina —una disciplina que se hace de momento a momento. Es una dimensión muy distinta, así que será mejor comprenderla claramente. Cuando uno decide con anticipación qué hacer, es porque piensa que no está lo suficientemente consciente para actuar de modo espontáneo cuando llegue el momento. No se tiene confianza en sí mismo; por eso uno toma decisiones con anticipación.

Y aún entonces, uno está decidiendo. Uno no puede actuar en el momento, por lo tanto, ¿cómo decidir con anticipación? Ahora se tiene menos experiencia. Uno tendrá más experiencia cuando llegue el momento. ¿Si yo no puedo creer en el "yo" de mañana, cómo puedo creer en el "yo" de hoy? Y cuando tengo que decidir con anticipación, no tiene ningún sentido. Sólo será destructivo.

Decido hoy y actúo mañana. Pero mañana, todo habrá cambiado. Todo será nuevo, y la decisión será vieja. Y si no actúo de acuerdo con el momento, hay culpa. Por lo tanto, todo aquello que enseña que deben tomarse decisiones con anterioridad, genera culpa. No actúo y luego me siento culpable. Y si actúo, entonces no puedo actuar de modo adecuado, y seguramente vendrá la frustración.

Por lo tanto, yo digo que no hay que comprometerse con ninguna decisión, y así, se puede ser libre. Permite que cada acto, cada momento, te llegue, y permite que tu ser completo decida... en ese momento. Deja que la decisión venga al tiempo que sucede el acto. Nunca permitas que la decisión preceda al acto, puesto que, de lo contrario, el acto jamás será total. Uno debe de saber que cuando se toman decisiones con anticipación, se decide con el intelecto. El ser completo jamás puede participar en esa decisión si el momento no ha llegado. Si yo amo a alguien y decido que, cuando me encuentre con él o con ella, actuaré de esta u otra manera, que diré esta u otra cosa, que haré tal cosa y no tal otra, esto sólo puede ser del intelecto, de la mente. Esto jamás podrá ser total, puesto que el momento no ha llegado. El ser total no ha sido retado y, por lo tanto, ¡cómo puede actuar el ser completo?

Y cuando he decidido con anterioridad y llega el momento, el ser total no podrá actuar porque estará presente la decisión. Por lo tanto, sólo imitaré, seguiré y copiaré lo anterior. Seré el hombre falso. No seré real porque no seré total. Tendré un plano que me indique cómo actuar; actuaré de acuerdo con ese plano. De nuevo, este acto será del intelecto y no del ser completo. Entonces, o se tiene éxito o se fracasa, pero en ambos casos, se ha fracasado, porque el ser total no pudo ser parte. No se sentirá amor.

Así, permite que llegue el momento, que el momento te rete y que tu ser completo actúe. Entonces, el acto será total. Entonces, el ser completo participa en el acto. ¡Entonces, estarás completamente dentro del acto! Y lo mejor saldrá de esta totalidad y nunca de las decisiones. Por lo tanto, sannyas significa vivir momento a momento, sin ningún compromiso con el pasado. Y seguiré entregándole sannyas a todo aquel que esté conmigo, incluso por un solo momento, porque, como he dicho, no sé nada en absoluto acerca del mañana. Por lo tanto, no puedo esperar. Si tú llegas en este momento, lo que sea que haya que hacerse, se hará. En este momento, no puedo esperar. No sé nada acerca del mañana, acerca de lo que sucederá, y no puedo hacer planes. Así que en el momento en que tú estás conmigo, lo que sea que se esté haciendo, se hará en este mismo momento. No puede ser pospuesto porque para mí no hay futuro alguno.

Y este sannyas no es el viejo sannyas. Es un concepto totalmente nuevo, o bien un concepto totalmente antiguo que había sido olvidado por completo —se le puede llamar de cualquiera de las dos formas—. Es el concepto más nuevo a la vez que el más antiguo, porque cuando ha habido sannyas, en verdad, así ha sido. Pero siempre hay imitadores y no se pueden negar: son. Existen imitadores y siempre los habrá. Y hacen de todo una disciplina porque sólo una disciplina puede ser imitada.

Sannyas no se puede imitar. La libertad no se puede imitar y, por lo tanto, sannyas jamás se puede imitar. Pero, ¿qué pueden hacer aquellos imitadores? Harán de esto un sistema —los imitadores siempre crean sistemas—. Salvo destruir sannyas, no destruyen mucho más, porque la vida como tal se vive como una imitación. La imitación sucede, el mundo entero imita. La crianza misma es una imitación —del lenguaje, de la moralidad, de la sociedad, de la cultura; todo es a través de la imitación—. Todo es absorbido por medio de la imitación.

Por lo tanto, las imitaciones tienen éxito en todo menos en lo que respecta a sannyas. Ahí, destruyen mucho. No pueden destruir ninguna otra cosa, porque, en todas partes, la imitación es la regla. No se puede ser libre con el lenguaje, se debe imitar. No se puede ser libre con la estructura social, se debe imitar. Los imitadores tienen éxito en todas partes. Sólo con respecto a sannyas, la dimensión de la libertad absoluta es algo con lo cual los imitadores se toman muy peligrosos porque su dimensión misma es todo lo contrario. La imitación destruye sannyas. Jesús es imitado, existe la imitación de Cristo. Donde sea que se imiten sannyas, sannyas deja de existir. Cuando digo que no hay compromiso, significa que no habrá imitación.

Tú eres totalmente libre, yo te arrojaré hacia una apertura. Esto es a lo que se refiere el término iniciación. No se trata de reducir tus opciones, sino de lanzarte a un cielo abierto. Es empujarte a volar en un cielo abierto. Por supuesto que no hay rutas ni mapas, no puede haberlos. Y no puede haber ningún camino trazado en el cielo. Tienes que volar a solas, tienes que depender sólo de ti mismo. Tu existencia será tu compañía —la única compañía.

La vida es igual que el cielo. No es como los senderos de la tierra, no puede seguirse ningún camino trazado, seguirlo es imposible. Se tiene que estar a solas. La iniciación significa que ahora yo te empujo hacia la soledad. Entonces, estarás completamente solo, sin depender de nadie, ni siquiera de mí. Requiere de valentía. Imitar es fácil, seguir es fácil, depender de alguien es fácil. Pero el estar a solas sin mapa alguno, sin disciplina alguna, sin sistema alguno, requiere de la mayor valentía. Y un sannyasin es alguien que tiene valentía. Esta valentía no se puede imitar, tiene que desarrollarse por medio del vivir.

Tú te equivocarás, te extraviarás. Eso está implícito. Pero, por medio del error, aprenderás, y por medio del extravío, darás con lo correcto. No hay otra manera. Tienes que atravesar dificultades. Este caminar a solas, este volar a solas... uno tiene que atravesar toda esta austeridad. Y este sannyas es distinto también en otro sentido, porque el viejo sannyas, es decir, el supuesto sannyas que predomina, es más una renunciación social que una renunciación espiritual. Incluso su estructura social es más fisiológica que espiritual.

Sannyas es básicamente espiritual. Por lo tanto, uno puede recibir sannyas en cualquier lugar, donde sea que se encuentre. Exige que uno se involucre interior, profunda y espiritualmente. Desde mi punto de vista, entre más se esté fisiológicamente involucrado, menos existe la posibilidad de ir a lo profundo porque, una vez que lo fisiológico esté involucrado, uno jamás se saldrá de ahí. Jamás saldrá de ahí porque hay imposibilidades intrínsecas: si alguien intenta estar por encima de sus deseos, está luchando por algo que es imposible, puesto que el deseo es natural. El cuerpo no puede existir sin el deseo. Así que uno continuará aferrado al cuerpo y el deseo seguirá estando ahí —menos, por supuesto, pero estará—. Y entre más débil sea el cuerpo, el deseo será sentido con menos fuerza. Por lo tanto, uno seguirá debilitándose, pero a menos que uno muera, el cuerpo tendrá deseo.

No sólo existen los deseos, sino las necesidades. Las necesidades se deben satisfacer y, entre mejor se satisfagan, menos nos inquietan, menos nos exigen, menos tiempo se requiere para ellas. De modo que si uno está luchando con necesidades fisiológicas, desperdiciará su vida entera. Este proceso, este viejo sannyas es negativo; el luchar contra algo. Por supuesto que fortalece al ego. Si uno es capaz de matar un deseo, puede volverse más egoísta. Si uno puede negarle al cuerpo un deseo particular, se vuelve más egoísta. La lucha, de cualquier modo, siempre satisface y fortalece al ego.

Para mí sannyas es algo positivo, mas no negativo. No significa negar las necesidades corporales. No significa negar las necesidades superficiales, sino desarrollar e incrementar el interior de uno. No significa luchar contra algo, sino dedicarle toda la energía a hacer que algo crezca. El ser debe de crecer y madurar. Entre más crece el ser, menos será uno su ego. Y una vez que haya crecido el ser, se sabe lo que es el deseo y lo que es la necesidad. De lo contrario, jamás se podrá saber; jamás se podrá hacer una distinción entre un deseo y una necesidad.

El deseo siempre es desquiciado, la necesidad es siempre sensata. Si uno niega sus deseos, se vuelve suicida. Si uno sigue incrementando sus deseos, de nuevo, se vuelve suicida. Si sigue negando sus deseos, está cometiendo el suicidio. Si uno sigue incrementando sus deseos, de nuevo, está cometiendo el suicidio, de modo distinto.

Si los deseos se vuelven demasiado, si los deseos son excesivamente grandes, uno se volverá loco. La tensión será insostenible. Si uno niega sus deseos, de nuevo crea tensiones que se volverán insostenibles. Por lo tanto, hay dos tipos de mentes suicidas: una que continúa negando sus necesidades, y la otra, que sigue transformando sus deseos en necesidades. Y esta distinción nunca se puede hacer de modo externo. Nadie puede decidir por uno cuál es el deseo y cuál es la necesidad. La conciencia propia será la medida porque mientras que para uno algo puede constituir una necesidad, para otro, eso mismo constituye un deseo. No hay ninguna respuesta prefabricada.

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9786074570496
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