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Conclusión

En el siglo II, Tatiano, un cristiano prominente, determinó que la iglesia en realidad no necesitaba cuatro Evangelios: era confuso tener cuatro relatos separados de la vida de Jesús, en especial cuando frecuentemente narraban los mismos acontecimientos. Tatiano se propuso arreglar esto produciendo una síntesis de los cuatro Evangelios que fusionaba sus relatos en una narración extensa de la vida de Jesús. Llamó a su obra el Diatessaron («a través de cuatro» en griego). Llegó a ser muy popular, especialmente en la iglesia ortodoxa oriental, y por más de doscientos años reemplazó a los cuatro Evangelios en las Biblias y leccionarios en siriaco.

Con el tiempo, las iglesias cristianas rechazaron el Diatessaron. Hoy día, la mayoría de las iglesias enseñan que Dios quiso que cuatro personas escribieran los cuatro Evangelios distintos y que aceptar la Biblia como la palabra de Dios significa entender y apreciar las historias distintas que cada Evangelio cuenta. Aun así, el enfoque del Diatessaron ha seguido siendo usado de formas no oficiales. Por ejemplo, la mayoría de las películas cinematográficas acerca de la vida de Jesús presentan una historia combinada, basada en segmentos de todos los Evangelios, es decir, que la historia de Jesús que ellos cuentan no es una que en realidad sea narrada por algún autor bíblico individual.

A nivel popular, la mayoría de los cristianos hoy día tienen algo de conocimiento de «la historia de Jesús», pero lo que saben es generalmente una historia compuesta, similar al Diatessaron. Muy pocos cristianos en realidad pueden identificar «la historia de Jesús que Mateo quiso contar», o «la historia de Jesús que Marcos quiso contar», o la de Lucas o Juan. El estudio académico del Nuevo Testamento se ocupa de remediar esto de una manera que corresponda a los intereses oficiales del cristianismo, aunque esos intereses no siempre sean evidentes en las expresiones de fe populares o prácticas. Ahora que pasamos a considerar cada uno de los Evangelios, buscaremos discernir el retrato de Jesús que cada evangelista ofrece. La meta es apreciar la imagen de Jesús que cada libro presenta y entender el mensaje distintivo que cada autor quiso transmitir.


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Mateo

He aquí un dato curioso sobre la Biblia: en el Salmo 46 de la versión de la Biblia en inglés King James, la cuadragésima sexta palabra desde el principio (sin contar el título) es shakes, y la cuadragésima sexta palabra del final (sin contar el «Selah») es spear. La Biblia King James se completó en 1610, el año en que William Shakespeare celebró su cuadragésimo sexto cumpleaños. Muchos eruditos de la literatura creen que los traductores de esta Biblia, que eran grandes admiradores de la obra del Bardo, introdujeron a escondidas un tributo de cumpleaños para Shakespeare en la misma Palabra de Dios.

No se tiene que avanzar mucho en la lectura del Evangelio de Mateo para ver que el autor de nuestro primer Evangelio, de igual manera, puede hacer juegos de números. Cuando relata la genealogía de Jesús, ordena los nombres de manera que caigan en tres grupos de catorce generaciones: había catorce generaciones desde Abraham hasta David, catorce desde David hasta el exilio y catorce desde el exilio hasta Jesús. ¡Tres veces catorce! Muchos lectores modernos podrían responder: «¿Y qué?». Pero Mateo piensa que Jesús es el Mesías, y el Mesías es el hijo de David, y el nombre «David» se puede escribir con letras hebreas (dwd), que también servían como números, y esos números son 4, 6, 4, ¡y 4 + 6 + 4 = 14!

Al Evangelio de Mateo frecuentemente se le llama «el Evangelio del Maestro» porque se enfoca mucho en el ministerio de enseñanza de Jesús y hace un fuerte énfasis en la necesidad de que los líderes cristianos entiendan la palabra (13:23) y que la enseñen a otros (5:19; 28:19-20). Pero, de igual manera, a Mateo se le podría llamar fácilmente «el Evangelio del contador», porque su autor está muy interesado en mantener un registro de las cosas. La gente que está familiarizada con el indicador de tipo Myers-Briggs identificaría a Mateo como «una J alta», es decir, como una persona que anhela el orden y la estructura. A Mateo le encantan las tríadas, presentar ejemplos o puntos en grupos de tres (p. ej., tres acciones de piedad en 6:1-18). También le gustan los pares y el dualismo: dos señores (6:24-25), dos caminos (7:13-14), dos constructores (7:24-27).

tríada: un conjunto de tres.

par: en literatura, duplicación de referencias.

Hay cosas que simplemente no entendemos. A veces, Mateo incluye dos veces lo que parece ser el mismo material en distintos puntos de su Evangelio: las palabras de Jesús sobre el divorcio se incluyen dos veces (5:31-32; 19:9), al igual que las historias de los líderes religiosos que buscan una señal de él (12:38-42; 16:1-4) o que lo acusan de obrar con el poder de Beelzebú (9:32-34; 12:22-24). ¿Por qué haría eso Mateo? Aún más enigmático, los personajes a veces se duplican: el Evangelio de Marcos reporta que Jesús sanó a un ciego en Jericó (10:46-52) y que sacó una legión de espíritus inmundos de otro hombre y los introdujo en un hato de cerdos (5:1-14), una anécdota que a los comediantes bíblicos les gusta llamar «la historia del jamón endiablado», pero cuando Mateo cuenta esas mismas historias, Jesús sana a dos ciegos (20:29-34) y saca la legión de demonios de dos hombres (8:28-33). Y en la versión de Mateo de la historia del Domingo de Ramos, Jesús se sienta sobre dos animales cuando entra montado a la ciudad (21:6-7). ¿Es esto un cumplimiento demasiado literal de la profecía (21:5; cf. Zac. 9:9)? ¿Sabía Mateo algo que Marcos no sabía? ¿O hay algo especial en cuanto al número «dos»?

dualismo: la tendencia de separar los fenómenos en categorías notablemente opuestas, con poco espacio para algo en medio.

Beelzebú: versión levemente corrupta del nombre hebreo para un dios filisteo (1 R. 1:2); el término se usa como otro nombre para Satanás en el Nuevo Testamento (Mt. 10:25; 12:24).

Una cosa es segura: Mateo no es un escritor desordenado. Él tiene un plan claro para su Evangelio, y está atento a los detalles. Simplemente, no siempre sabemos cuánto insistir en eso. Jesús relata siete parábolas acerca del reino del cielo; ¿se debe a que el «siete» es un número sagrado, o simplemente resultó ser el número de las parábolas del reino que Mateo sabía? Mateo nos dice doce veces que la profecía se ha cumplido; ¿se debe a que el «doce» es un número para Israel, o es simplemente una coincidencia? Mateo presenta ocho bienaventuranzas en dos grupos de cuatro, y cada grupo contiene exactamente treinta y seis palabras en griego y, bueno, en realidad, esa probablemente sea solo una coincidencia, pero con Mateo, ¡uno nunca sabe con seguridad!

Domingo de Ramos: el día, una semana antes de la Pascua, en el que Jesús entró a Jerusalén montado en un burro, para la aclamación de las multitudes que agitaban palmas (véase Jn. 12:12-15).

Generalidades

El Evangelio de Mateo se inicia con una genealogía que traza la ascendencia de Jesús desde Abraham (1:1-17), a la que le sigue el relato del nacimiento virginal de Jesús y los acontecimientos relacionados como la visita de los magos (1:18-2:23). Luego, la narración pasa a describir el inicio del ministerio de Jesús como adulto: Juan lo bautiza (3:1-17) y Satanás lo tienta en el desierto (4:1-11); luego, comienza a llamar discípulos y pasa por Galilea predicando, enseñando y sanando (4:12-25). Predica el Sermón del Monte (5:1-7:28), que se enfoca principalmente en el discipulado (es decir, la vida que se espera de aquellos que son fieles a Dios).

Mateo continúa la historia del ministerio de Jesús al narrar una serie de historias de curaciones (de un leproso, del siervo del centurión, de la suegra de Pedro, de dos endemoniados, de un paralítico). Estas se intercalan con anécdotas en las que Jesús responde a preguntas que aclaran o desafían la naturaleza de su ministerio (8:1-9:38). Entonces Jesús nombra a doce de sus seguidores para que sean sus apóstoles y los envía con una misión similar a la suya, y los instruye en cuanto a la persecución y la necesidad de la fidelidad radical (10:1-11:1). La oposición en contra de Jesús comienza a incrementar cuando se topa con duda, apatía y hostilidad absoluta de diversas partes: Juan el Bautista, las multitudes, los fariseos e incluso su propia familia (11:2-12:50). Él cuenta siete parábolas acerca del reino del cielo (13:1-53), y luego encuentra rechazo en su propio pueblo natal (13:54-58). Su ministerio también llama la atención de Herodes, que ha mandado a ejecutar a Juan el Bautista (14:1-12).

Figura 6.1. Los tres magos. Solamente el Evangelio de Mateo cuenta la historia de los magos que llegan de Oriente a adorar a Jesús donde él nació (2:1-12). (Bridgeman Images)

La historia continúa con énfasis en las obras milagrosas (multiplicación de comida, caminar sobre el agua, el exorcismo de un demonio de la hija de un cananeo). Esto está entrelazado con relatos que revelan que los fariseos son guías ciegos que están bajo el juicio de Dios, y con relatos que muestran que los propios discípulos de Jesús son personas de poca fe (14:13-16:12). Pero entonces, Pedro recibe la bendición de Jesús cuando confiesa que Jesús es el Mesías y el Hijo de Dios (16:13-20). Después de eso, la narración pasa a una larga sección que hace énfasis en las instrucciones de Jesús para sus discípulos (16:21-20:34): repetidas veces les dice que él va a sufrir y a morir, una revelación que para ellos es inquietante; les enseña acerca de la humildad y el sacrificio; permite que tres discípulos tengan un vistazo de su gloria divina cuando se transfigura ante ellos en una montaña; y los instruye en cuanto a la vida en comunidad y otros asuntos pertinentes para los que están siendo preparados para vivir en el reino de los cielos.

Jesús entra a Jerusalén y allí desafía a los líderes religiosos (21:1-23:39): vuelca las mesas en el templo, cuestiona la autoridad de los líderes, dice parábolas en contra de ellos, responde a una serie de pruebas que le ponen enfrente y arremete contra ellos como insensatos e hipócritas, destinados al infierno. Después, Jesús se retira al Monte de los Olivos con sus discípulos y les da enseñanzas privadas en cuanto a los últimos días, que incluye información acerca de su regreso y una serie de parábolas en cuanto al juicio final (24:1-25:46).

El Evangelio de Mateo termina con el relato de la pasión y resurrección de Jesús (26:1-28:20): es ungido por una mujer no identificada y comparte una última comida con sus discípulos, que lo traicionarán, negarán y abandonarán. A Jesús lo arrestan, se enfrenta al juicio ante los líderes judíos y gentiles, lo crucifican y lo colocan en una tumba; al tercer día resucita, se le aparece a un grupo de mujeres y luego faculta a sus discípulos para que bauticen y enseñen a gente de todas las naciones.

Trasfondo histórico

Aunque está primero en nuestro Nuevo Testamento, generalmente no se piensa que el Evangelio de Mateo fue el primer Evangelio que se escribió. La mayoría de los eruditos cree que fue escrito después del Evangelio de Marcos. Ya que casi el noventa por ciento del material del Evangelio de Marcos también se encuentra en Mateo, es posible ver a Mateo como una segunda edición ampliada de Marcos. Pero el libro de Mateo, en última instancia, no reemplazaría el Evangelio de Marcos de la manera que la segunda edición de una obra generalmente reemplaza las versiones anteriores. Más bien, los cristianos leerían Mateo junto con Marcos, exonerarían la redundancia y verían que ambos libros ofrecen relatos compatibles de Jesús.

El libro es anónimo, y su atribución a Mateo puede deberse, en parte, a un comentario erróneo o mal interpretado de uno de los primeros líderes cristianos. Alrededor de la mitad del siglo II, el líder eclesiástico Papías dijo que Mateo, el recaudador de impuestos, uno de los doce discípulos de Jesús, «recopiló los dichos del idioma hebreo [o arameo] y cada uno los interpretó [o tradujo] como pudo» (Eusebio, Historia de la iglesia 3.39). Líderes eclesiásticos posteriores tomaron este comentario como una indicación de que Mateo, el recaudador de impuestos, escribió el libro que ahora lleva su nombre; en efecto, eso es lo que Papías quiso dar a entender. Pero el libro que ahora conocemos como el Libro de Mateo es más que una colección de dichos. Además, está escrito en griego, no en hebreo ni arameo, y la mayoría de los eruditos simplemente hacen caso omiso del comentario de Papías, y afirman que claramente él no sabía de lo que hablaba. Sin embargo, es posible que Mateo, el recaudador de impuestos, sí tuviera algo que ver con este Evangelio. Tal vez fue la persona responsable de compilar la ahora extraviada colección de dichos que los eruditos llaman fuente Q (véase «Composición de los Evangelios: el acertijo sinóptico» en el cap. 5), y tal vez eso es lo que confundió a Papías. Pero esto sigue siendo especulativo. Tal vez Mateo recopiló algunos de los dichos que acabaron en Q, o tal vez recopiló algunos dichos totalmente distintos. Muchos escenarios son posibles, y simplemente no podemos saber con seguridad cuál pudo haber sido la contribución fundamental de Mateo, el cobrador de impuestos, a este Evangelio. En cualquier caso, muy pocos eruditos creen que él haya sido el autor de todo el libro en la forma que ahora lo tenemos. Sin embargo, de todas formas, los eruditos se refieren al autor desconocido de este libro como «Mateo»; es tradicional y conveniente hacerlo, y nadie más sabe de qué otra manera llamarlo.

Lo que podemos saber de este autor tiene que suponerse con la obra en sí. Él obviamente es un cristiano devoto y educado. Conoce las Escrituras judías bien y las usa de maneras que podrían sugerir alguna preparación de escriba. De esa manera, casi seguramente es un cristiano judío, y tal vez sea un rabino convertido o líder de sinagoga. Entre los cuatro autores de nuestros Evangelios, solo Mateo tiene la tenacidad de relatar que el ministerio original de Jesús estaba dirigido únicamente a Israel (10:5-6; 15:24; cf. 28:18-20).

Cuadro 6.1
Material único del Evangelio de Mateo

Esto corresponde a aquello a lo que los eruditos a veces se refieren como el material «M» (véase el cuadro 5.10).


La genealogía de Jesús (a partir de Abraham) 1:2-17
El nacimiento de Jesús (con la atención en José) 1:18-25
La visita de los magos 2:1-12
La huida a Egipto 2:13-21
Sobre el cumplimiento de la ley 5:17-20
La antítesis 5:21-24, 27-28, 33-38, 43
Sobre practicar la piedad 6:1-15, 16-18
Perlas para los cerdos 7:6
La misión limitada a Israel 10:5-6
La invitación a descansar 11:28-30
Parábolas: la hierba mala, el tesoro, la perla, la red 13:24-30, 36-52
Pedro intenta caminar sobre el agua 14:28-31
La bendición de Pedro 16:17-19
Pedro paga el impuesto del templo 17:24-27
La restauración del miembro pecaminoso 18:15-20
Pedro pregunta acerca del perdón 18:21-22
La parábola del siervo que no perdona 18:23-35
La parábola de los obreros en el viñedo 20:1-16
La parábola de los dos hijos 21:28-32
La prohibición de títulos 23:7-12
Reprimendas a los fariseos 23:15-22
La parábola de las diez damas de honor 25:1-13
Descripción del juicio final 25:31-46
La muerte de Judas 27:3-10
Pilato se lava las manos 27:24-25
La resurrección de los santos 27:52-53
La guardia ante la tumba 27:62-66; 28:11-15
La Gran Comisión 28:16-20

En cuanto a la fecha, su uso de la frase «hasta el día de hoy» (27:8; 28:15) implica que él escribe una generación o más después de la época de Jesús (cf. Gn. 26:33; 2 S. 6:8), y su uso del Evangelio de Marcos indica que escribe después de la publicación y distribución de ese libro (generalmente se pensaba que había sido escrito alrededor de 65-73). Una cantidad de asuntos del Evangelio de Mateo reflejan la clase de preocupaciones que la gente tenía en las décadas posteriores a la destrucción del templo de Jerusalén en 70 e. c. (cf. 24:1-2): «¿De qué manera está Dios presente con nosotros? ¿Cuál es el valor continuo de la Torá? ¿Cómo y cuándo se cumplirán las promesas de Dios a Israel?».

También parece que el autor de Mateo favorece el material que le interesaría a la gente que vivía en un entorno más urbano y próspero que el de Jesús y sus discípulos originales. Frecuentemente, se sugiere que este Evangelio pudo haber sido escrito en la ciudad de Antioquía, un lugar importante a principios del cristianismo (véase Hch. 11:25-26). Numerosos detalles en cuanto a la interpretación de este Evangelio se pueden dilucidar con la hipótesis de que el libro fue escrito para creyentes de ese entorno, pero no es algo seguro, ya que otras ciudades similares a Antioquía también podrían reunir bien las condiciones.

Entonces, nuestra mejor conjetura es la siguiente: el libro que conocemos como Evangelio de Mateo fue escrito por un cristiano judío desconocido, en Antioquía o en otra ciudad romana similar, un poco después de la destrucción del templo de Jerusalén, muy probablemente a mediados de los años 80.

¿Qué es característico del Evangelio de Mateo?

Tal vez el primer paso para entender el Evangelio de Mateo consista en reconocer en qué difiere de los otros tres Evangelios. Para comenzar bien en esto, debemos familiarizarnos con lo que es único en este Evangelio. El cuadro 6.1 enumera historias y pasajes de Mateo que no se encuentran en ninguna otra parte en el Nuevo Testamento.

Una revisión de este material proporciona una guía rápida y fácil a algunas cosas que son distintivas en cuanto a Mateo. Por ejemplo, las únicas dos veces en las que Jesús habla de «la iglesia» en el Nuevo Testamento están en pasajes de este listado (16:17-19; 18:15-20): Jesús dice que quiere construir una iglesia, y da consejos en cuanto a la manera en que esa iglesia debe tomar decisiones y regular su membresía. De igual manera, podemos observar que en una cantidad de historias del listado que están «solamente en Mateo» Pedro figura de manera prominente (14:28-31; 16:17-19; 17:24-27; 18:21-22). Eso es interesante porque si, de hecho, el Evangelio de Mateo fue escrito en Antioquía, entonces fue producido en una comunidad en la que Pedro en realidad vivió (véase Gá. 2:11-14).

Hay otra forma de determinar qué es característico de Mateo: colocar los Evangelios de Mateo y Marcos de lado a lado y observar las diferencias que aparecen una y otra vez en el material que tienen en común. Si seguimos las teorías de la fuente dominantes, tendremos que llegar a la conclusión de que Mateo no solo copió material de Marcos, palabra por palabra; más bien, hizo cambios a lo que Marcos había escrito, y estos cambios revelan lo que es característico de la versión de Mateo de la historia del evangelio. El cuadro 6.2 proporciona un resumen de cambios que frecuentemente observan los «críticos de la redacción», eruditos dedicados a estudiar las tendencias editoriales de Mateo para discernir su perspectiva característica. Además, debemos observar que, aunque el material se presenta aquí como formulado por eruditos que creen que Mateo tenía una copia del Evangelio de Marcos y la usó como una fuente para su propio trabajo, las tendencias características de Mateo serían notorias, aunque ese no fuera el caso. Si, por ejemplo, Mateo fue el primer Evangelio escrito, como lo sostienen algunos eruditos, necesitaríamos revisar el cuadro 6.2 para presentar «el uso de Marcos de Mateo», en lugar «del uso de Mateo de Marcos». Eso podría hacerse, y las diferencias significativas entre los dos Evangelios todavía serían notorias.

Muchas de estas diferencias son simplemente de estilo, pero, a pesar de eso, sirven para señalar las prioridades y el método para contar historias. Por ejemplo, frecuentemente se dice que Mateo adopta más un enfoque de «solo hechos» que Marcos; él está menos interesado en contar historias de una manera animada o colorida de lo que está en simplificar material y organizar su presentación de una forma que establezca ciertos puntos clave. Otras diferencias pueden reflejar la audiencia que Mateo visualiza para su Evangelio: las selecciones de palabras de este Evangelio parece que tienen la intención de hacer el libro más atractivo para los lectores judíos (o cristianos judíos) o más significativo para los lectores que viven en un ambiente urbano bastante próspero.

De cualquier manera, las diferencias más interesantes que se pueden detectar en el material paralelo de Mateo y Marcos son las que afectan la forma en que se presentan los personajes principales de la historia. Jesús exhibe menos fragilidad humana en el Evangelio de Mateo que en el de Marcos. Por ejemplo, no aparecen las declaraciones que podrían implicar falta de conocimiento o habilidad en él (cf. Mr. 6:5 con Mt. 13:58). De igual manera, los discípulos de Jesús exhiben más potencial para crecimiento y liderazgo en la versión de la historia de Mateo que en la de Marcos. Sin embargo, la presentación de Marcos de los líderes religiosos de Israel exhibe la tendencia opuesta: inevitablemente terminan peor en Mateo que en Marcos.

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9781646910960
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