Читать книгу: «Arte y arqueología en el altiplano central de México», страница 3

Шрифт:

Migraciones y procesiones:
¿dos caras de la misma moneda?

Si fijamos nuestros ojos en la imagen de un grupo de personas que van circulando en una plaza cerrada alrededor de una especie de caja cubierta por un inmenso manto negro y están rezando mientras llevan a cabo siete circunvoluciones, ello nos hará pensar de inmediato en un lugar que desde hace siglos está cargado de significado: La Meca. Podríamos evocar más imágenes en otros tiempos y en otros espacios; seres humanos que se desplazan de un sito al otro del planeta, lo han hecho desde hace milenios.

En nuestro mundo interconectado cultural y económicamente las migraciones parecen ser un gran tema, pues desde que el ser humano se paró en dos pies, parece que no ha dejado de caminar. Nuestros ancestros tal vez sólo imitaban el comportamiento de tantos animales que emigran, incluso algunos que lo hacen con precisión calendárica como los patos. Las procesiones, peregrinaciones y las migraciones parecen estar relacionadas entre sí por la posibilidad que tenemos los humanos de caminar.

En este mundo privado de una vida espiritual, la gente sigue el Camino de Santiago o la Ruta del Inca; aun gente con situación económica privilegiada transita por los caminos de los antiguos peregrinos.

El ser humano ha emigrado buscando mejores condiciones de vida, para alejarse de la guerra o para visitar lugares santos. Las migraciones, de un modo o de otro, se repiten en función de distintas conmemoraciones. Por ejemplo, Simon Coleman y John Elsner escribieron en su libro Pilgrimage: Past and Present in the World Religions que los frisos de las celebraciones panateneas adquirían una nueva perspectiva al ser contemplados por un visitante: "Para mirar el friso, el espectador tiene que recorrer una ruta desde la fachada oeste hacia el este del edificio y al hacerlo se convierte en parte de la celebración. A través de esta participación visual el observador podía unirse en este ritual festivo de peregrinación y de viaje sagrado que llevaba al peregrino en su culto a la diosa Atenea".1

Si consideramos la religión judía, Yahvé mismo no sólo era accesible en un lugar fijo en la Tierra Prometida, sino que se podía manifestar a través de El Arca de la Alianza, cuya construcción realizó Moisés de acuerdo con las instrucciones de Dios.

Existen tradiciones judías de peregrinaje que recuerdan, por ejemplo, el éxodo o huida de Egipto, como la celebración del Pesaj. Este acto marca un hito para el pueblo judío puesto que es su inicio como comunidad y de su tiempo. Es una de tres Shloshet ha Regalim o ritos de peregrinaje, ya que desde la existencia del Templo de Jerusalén, la costumbre era llevar las primicias de la agricultura al templo. Los otros ritos incluyen la celebración de Sucot, en donde se conmemora el sufrimiento del pueblo judío en su deambular por el desierto, y finalmente Shavout, un rito más de peregrinación judía.

Entre los hindúes se conmemora el hecho de que el cuerpo de Siva se despedazó a lo largo del territorio y esos lugares se convirtieron en sitios sagrados, en puntos sagrados de referencia para los peregrinos. Se considera que son sitios especiales para la realización de ritos ya que se convierten en portales hacia una realidad sagrada y ofrecen "la posibilidad de moverse entre lo humano y lo divino, o por lo menos como sitios intermedios".2

Diversos autores consideran que la mayoría de las procesiones son una alegoría de la peregrinación y muy frecuentemente conmemoran migraciones.

Con frecuencia las peregrinaciones buscan una sanación o solución milagrosa; tal es el caso de las que se realizan a Lagos de Moreno o la Villa de Guadalupe y los santuarios europeos de Lourdes y Fátima. En la antigüedad se realizaban procesiones oraculares a Delfos; Moctezuma las hacía a Teotihuacán y los gobernantes mayas al cenote sagrado en Chichén Itzá.

Cuando el espectador sigue visualmente la dirección de la procesión de las panateneas se convierte en parte de la escena, y al hacerlo también se recrea la topografía o la geografía sagrada que se conmemora con un relieve o una pintura; por lo tanto, en este sentido las procesiones y peregrinaciones recrean la migración original que se conmemora.

Entre los musulmanes existe la tradición de Hajj, el viaje a La Meca, que es uno de los cinco pilares del islam. Conmemora el peregrinar del profeta Mahoma de La Meca a Medina; es el inicio de la hégira, que significa migración, y es asimismo el origen del tiempo de los musulmanes, el momento en que se empezaron a visualizar como comunidad. Los peregrinos de todas partes del mundo, sin importar de qué país o de qué estrato social provengan, se reúnen en La Meca para realizar esa procesión. De hecho, los musulmanes acostumbran a pintar en la fachada de su casa la escena que conmemora su viaje a La Meca. Las peregrinaciones son una memoria del comienzo, del momento en el que el profeta viajó de La Meca a Medina.

Después de revisar algunas de las tradiciones del mundo, es necesario referirnos al mundo prehispánico para iniciar nuestro viaje hacia el siglo XVI.

Aunque se trata de un manuscrito del siglo XVI, el documento llamado La tira de la peregrinación relata con imágenes y textos el viaje de migración de los aztecas desde Aztlán hacia la tierra prometida, conducidos por sacerdotes, cargando sus bultos sagrados o sus imágenes sagradas (figura 2.1), para llegar al fin a Cem Anáhuac Tenochtitlán. Caminaron y navegaron y volvieron a caminar hasta que llegaron a Culhuacán, y después encontraron el lugar indicado para fundar la ciudad en la tierra prometida. Se sabe que por lo menos hubo tres ceremonias del Fuego Nuevo durante la peregrinación, de modo que también está relacionada con inicio de tiempo, como se lee en los Anales de Cuauhtitlán, cuando Itzpapálotl instruyó a los chichimecas a dejar Chicomostoc y dirigirse hacia el sur para iniciar su peregrinaje y así dar comienzo a la cuenta de los años, con el año 1 caña. Para conmemorarlo, hicieron un bulto sagrado con las cenizas de la diosa y con cuchillos de obsidiana de distinto color.3


Figura 2.1. Detalle de La tira de la peregrinación (tomado de Carpanta Barón, s/f).

¿Por qué se llama La tira de la peregrinación? Por una razón muy simple: porque no hay palabras en náhuatl para describir el concepto de migración, sólo para definir peregrinaje, como otlatoca, ni nenemi, o el concepto de ser "peregrino por mucho tiempo": vacuhtica, otlatocani yani; también hay palabras relacionadas con "caminar de un lugar para otro" como nenecoc, nenemi o nenemiliztli, que es simplemente caminar. En el diccionario de Molina encontramos nehnemi: andar o caminar sin un propósito, peregrinación.4 En yukateko, la lengua hablada por los pueblos yucatecos, las palabras son más o menos las mismas: ximbal- "caminar", xíinbaj- caminar, xíinxibal- peregrinar.5

El ser humano ha caminado por milenios; algún "caminar de un lado al otro" se convierte en una tradición que es recordada por generaciones porque simbólicamente es la memoria de su apropiación como comunidad, de su inicio como un pueblo, de su conciencia de formar parte integral de un grupo.

Los aztecas cargaron sus bultos sagrados, algunas veces asociados con sus antepasados; a los cargadores se les llamaba teomama o cargadores de dioses.

Numerosos documentos coloniales relatan las migraciones de los pueblos, por ejemplo la Historia tolteca-chichimeca narra las migraciones de los colhuaques, tlamayocas, uexotzincas y teotlapanecas. Estos desplazamientos tuvieron lugar entre los siglos XII y XV.6 En este texto se cuenta el orden en el que abandonaron Chicomostoc, del norte al este, luego al oeste y finalmente hacia el sur.7 Mapas como el de Cuauhtinchan (figura2.2) son representaciones de migraciones y muestran el ir y venir de distintos grupos humanos.


Figura 2.2. Detalle del Mapa de Cuauhtinchan (tomado de Yoneda, 1991, p. 23).

De acuerdo con Chimalpain (I-21-32, 41), los acoxtecas venían de Tula y antes llegaron a Chalco, después de haber pasado varios años en Cuitlatetelco; fue entonces cuando se les unieron otros grupos y volvieron a desplazarse.8

Hay que recordar que en Yucatán y Guatemala se produjeron igualmente diversos documentos con ese tipo de información, según los cuales los migrantes partieron de Tulan Siwan, Wukub' Pek, Wukub' Siwan, Tula de las Barrancas, Siete Cuevas y Siete Barrancas. A grandes rasgos esos documentos contienen las peregrinaciones de tres grupos yukatekos (itza'es, tutul xiwes y kanules), así como de las tribus kaqchikeles, k'iche's y sutujiles; como ejemplo se pueden mencionar la "Crónica Matichu" de los libros de Chilam Balam, los Papeles de los Xiu, el Códice de Calkiní, los Anales de los Cakchiqueles, el Popol Vuh, el Título de Totonicapán, el Título de Yax, el Título de los C'oyoi y muchos otros títulos de tierras que proceden del altiplano guatemalteco. También habría que recordar, sobre los purépechas, la Relación de Michoacán.

De modo que las migraciones están vinculadas con muchos otros asuntos. Para empezar hay que aceptar que las migraciones son un tema de trascendental importancia entre los pueblos prehispánicos. Casi todos los documentos que se conocen desde la Conquista están relacionados con migraciones y mantienen rasgos comunes con otras culturas, como el inicio del tiempo o la pertenencia a una comunidad. Asimismo hay un sentido mesiánico: se siguen las indicaciones de un ser divino y se llevan objetos sagrados, a veces partes de un cuerpo, o cenizas, o el cuerpo completo ya sea de un ancestro divinizado o de los objetos que se consideran santos o relacionados con el sacrificio.

Me gustaría destacar el tema relativo visualmente a una procesión al seguir su trayectoria, como lo proponen Coleman y Elsner respecto de las panateneas, en donde el espectador se convierte en partícipe, como ocurre al rezar el vía crucis: el participante revive el evento que se está conmemorando y se convierte en miembro de esa comunidad histórica, mítica, religiosa, haciéndose miembro de la fraternidad.

En México la pintura mural prehispánica está estrechamente vinculada con procesiones y peregrinaciones, pero desde mi punto de vista también lo está con migraciones.

Ha habido una fuerte discusión sobre la presencia de los teotihuacanos en el área maya, en un Estado poderosísimo que hizo claras sus relaciones con tierras distantes. Nada nuevo para Mesoamérica; ni siquiera podemos estar seguros de qué sucedió con los olmecas y su "presencia", "influencia" o "ideología compartida" con la costa del Pacífico en Guatemala, con el altiplano central mexicano o con Oaxaca.

Retomemos el tema de la pintura mural. Elizabeth Wagner y Christian Prager realizaron un estudio en el que prueban de manera razonable que el segundo gobernante de Copán llevaba por nombre Jaguar Reticulado o Jaguar con Red y que en Teotihuacán hay imágenes que lo representan en Copán.9 Esto sucedió alrededor del año 437 de nuestra era.10

En Tetitla hay representaciones del glifo "mano asperjando" T710 (figura 2.3) que, según lo ha demostrado David Stuart, está relacionado con el sacrificio de sangre y con el inicio y final de ciclos calendáricos, 11 aunque los epigrafistas están divididos al respecto, pues algunos piensan que ch'aaj debe traducirse como "gotas" y otros como "incienso", ya que esa palabra admite ambas traducciones. 12 Sin embargo, en ambos casos alude a un ritual en el que el incienso o la sangre actúan como ofrenda y lo que propongo es que el cuarto 11 de Tetitla es el sitio en el que se conmemora aquel ritual, en donde probablemente se llevaba a cabo la ofrenda propiciatoria de incienso, de sangre o de semillas que se ofrecen a la tierra para su fecundación.


Figura 2.3. Mural 1 del cuarto 11 de Tetitla, Teotihuacán

(Archivo Fotográfico Proyecto La Pintura Mural Prehispánica en México. Foto: Ricardo Alvarado, 2006).

La cenefa del cuarto 11 está muy deteriorada y la "mano esparciendo" se encuentra alternada con redes o esteras que se ven como líneas entrelazadas. Ambas representaciones son significativas para el propósito de este texto puesto que en un caso puede ser una alusión al jaguar reticulado, y en el otro, si se trata de una estera, es una alusión a linaje o a poder real.

En el talud, justo debajo de la cenefa de "mano asperjando", se ven dos motivos alternados; quiero detenerme en el primero, un tocado que lleva otro más pequeño sobrepuesto (figura 2.4). El pequeño está integrado por un símbolo de trapecio y rayo, sólo que lo que llamamos rayo es un corazón sangrando o un cuchillo de sacrificio. En ambos lados se ven flores y de ahí nace un atado de plumas que se dobla hacia la derecha. Debajo de las borlas del tocado hay círculos como los que se ven en la cenefa del cuarto 12, de los corredores 12 y 12A. Parecen chalchihuis o piedras preciosas, o bien, el numeral uno. Éste es uno de los símbolos que encontramos con mayor frecuencia en la pintura mural prehispánica desde épocas muy tempranas hasta la llegada de los españoles, y puede ser una alusión a lo precioso.


Figura 2.4. Detalle del mural 1 del cuarto 11 de Tetitla, Teotihuacán (Archivo Fotográfico Proyecto

La Pintural Mural Prehispánica en México. Foto: Ricardo Alvarado, 2006).

Debajo de los círculos se ven dos manos sosteniendo tiras cruzadas con puntos o semillas, un escudo o un marcador con bandas diagonales rojas y blancas, y lo que parece una almena o merlón que corona lo que se aprecia como una entrada. Langley considera que el escudo con bandas transversas está relacionado con el coyote y tiene un significado glífico. 13 En Atetelco, como lo veremos más adelante, jaguares reticulados y coyotes forman una procesión y la cenefa está formada por el cuerpo de una serpiente entrelazada que mezcla caracteres de ambos mamíferos.

Me gustaría comparar este complejo motivo con una pintura muy similar que se encuentra en el pórtico 1, en el que se ven manos unidas hacia el centro con semillas que fluyen.

Los edificios entre los grupos prehispánicos, muy claramente en Teotihuacán, evocan cuevas y montañas. Doris Heyden demostró hace mucho que estos dos motivos configuran el altépetl, la montaña de los sustentos, el lugar de inicio en donde hay aguas y semillas. Altépetl es también alegoría de la ciudad o asentamiento permanente. 14 Entre los mayas se concibe como kab-ch'en'n, o cueva-tierra y ch'en cueva. Ambos conceptos eran sinónimos de ciudad, de modo que esta idea era compartida por las dos culturas y permanece a lo largo de los siglos en distintas regiones mesoamericanas. Lo que se ve en las pinturas de Tetitla son alegorías de ciudades, así como sitios de comida y agua en abundancia relacionados con el sacrificio de sangre, temas recurrentes en Teotihuacán y el área maya asociados con inicios de tiempo.

Justo afuera de este cuarto está el Pórtico de las Diosas de Jade y alrededor del cuarto 11 están las imágenes de personajes ataviados como Jaguar Reticulado (figura 2.5). Me gustaría sugerir que las Diosas de Jade eran llevadas en procesión, ya que están en un palanquín. Estas imágenes representan una serie de rituales que pueden estar relacionados con Teotihuacán y con migraciones al área maya, específicamente a Copán, y quizás una imagen que semejaba a esta deidad era llevada como un bulto por los teomama, como se ven en La tira de la peregrinación o Códice Boturini.


Figura 2.5. Mural 7 del cuarto 12 de Tetitla, Teotihuacán (Archivo Fotográfico Proyecto

La Pintura Mural Prehispánica en México. Foto: Ricardo Alvarado, 2006).

Entre los sitios en los que se detuvieron se ve un altépetl, que desde mi punto de vista se rememora en el cuarto 11. La representación del altépetl está vinculada con tiempo y con sacrificio, ya que hay un símbolo de trapecio y rayo y también una almena, además del corazón cortado que se relaciona con ese tiempo en especial, tal vez un evento histórico o una recreación mítica de una migración histórica.

El segundo motivo parece un bulto con una mano orientada hacia arriba y con plumas alrededor de la muñeca. De acuerdo con Langley, las manos pueden tener el simbolismo de completamiento. 15

Sabemos que Teotihuacán era un sitio de peregrinaje y que grupos de diversas regiones acudían a la ciudad sagrada; por lo tanto, un tema natural aquí es el de las procesiones y el peregrinaje y, por ende, el de las migraciones. No podemos olvidar que la ciudad se fundó porque hubo una migración y una fundación, y entonces comenzó el tiempo, el tiempo de Tula Teotihuacán.

Recordemos que las ceremonias de asperjar sangre o incienso se relacionan con periodos: finales y principios. Música, cantos y danzas acompañaban los rituales; esto se puede ver en la larga vírgula del jaguar reticulado que está plena de flores y conchas.

Hay otra imagen sobre la que quiero llamar la atención; se encuentra en el Palacio de los Jaguares. Se trata de un jaguar reticulado que se acuna en una figura similar a la que vimos en el cuarto 11, figura que yo identifico con un altépetl. Su larga vírgula no tiene ni flores ni conchas, solamente lo que se piensa que pueden ser olas de agua. Probablemente representa la llegada de Jaguar Reticulado a un altépetl, y deben de haberlo considerado una figura preciosa ya que la postura que ocupa entre los brazos de esa entidad irreal denota veneración.

En este mismo conjunto, en el pórtico 1 se ve una procesión de felinos que soplan un caracol emplumado. Hay también una subestructura que se llama Templo de los Caracoles Emplumados. La relación entre caracoles y el tiempo es muy clara en un ejemplar que custodia el Museo Nacional de Antropología. Según Pilar Asensio, entre los mayas el caracol es símbolo de renovación y de comienzo.16 Los felinos no son jaguares, sino pumas y llevan una secuencia de conchas en el lomo. Dos clases de conchas marinas se asocian con un mamífero terrestre. De modo que podemos ver en esta procesión felinos que soplan un caracol y llevan conchas en el lomo, simbolizando fertilidad y renovación en una ceremonia llevada a cabo por seres sobrenaturales.

A propósito de peregrinaciones y sobre todo de migraciones, vale la pena abordar el tema de las guerras de conquista. De acuerdo con Séjourné, la sociedad teotihuacana era un ente idílico en el que la guerra no formaba parte de sus actividades.17

Me gustaría detenerme en otra procesión pintada en los murales de Tlacuilapaxco (figura 2.6) en los que el sacrificio de sangre se vincula con inicio de tiempo. En estos murales se ven unos atados de maderas o de años, como los llamamos, y llevan clavadas pencas de maguey tintas de sangre.18 Me parece que se trata de un inicio de tiempo, no sólo por esta ceremonia que es evidente, sino porque vemos el nacimiento de un ser bicéfalo y que se da entre las ondulaciones del cuerpo de una serpiente de dos cabezas. Creo que es una serpiente de fuego la que se opone a la serpiente de quetzal de la que habla el canto de Sahagún.19 Hay otra imagen en Copán que aparentemente se trata del nombre de K'inich Yax K'uk Mo', el fundador de la dinastía, según Karl Taube y de acuerdo con su propia interpretación, la serpiente de fuego es también la serpiente de la guerra.20


Figura 2.6. Tlacuilapaxco (dibujo de Saburo Sugiyama, tomado de Millon, 1988, p. 197, figura VI.21).

La imagen del famoso vaso de los mercaderes teotihuacanos que visitan la zona maya se ha usado con frecuencia para hacer énfasis en el tocado de borlas que llevan y que es emblema de su oficio; sin embargo, cabe destacar algunos rasgos importantes, por ejemplo, que al tiempo que parecen llevar unos vasos trípodes como un obsequio diplomático, portan atados de flechas que no parecen ser un signo amistoso.

Quiero hacer un resumen de los temas que he tratado hasta el momento. En la pintura mural de Tetitla se observan personajes ataviados como jaguares reticulados, son personificaciones que reiteradamente se ven en una peregrinación. Ellos recrean un suceso mítico o histórico o ambos en los que un personaje, ixiptla lo llamarían los mexicas, sigue un camino bordeado de agua.

Hay una representación de un jaguar reticulado acunado por una entidad que, en mi opinión, es la alegoría de una ciudad y sugiero que se trata de la imagen del segundo gobernante de Copán, de acuerdo con Christopher Prager y Elizabeth Wagner que así la han identificado. En este mismo conjunto están los felinos que soplan un caracol emplumado y sugiero que es una alusión a los ciclos de tiempo.

Paso a analizar ahora algunas imágenes del Pórtico Blanco de Atetelco. Son tres pórticos numerados del 1 al 3, el primero situado hacia el sur, el segundo al oriente y el tercero al norte.

El talud del pórtico 1 tiene pintados a un coyote emplumado, con tocado de plumas, y el emblema circular con franjas diagonales que vimos en el cuarto 11 de Tetitla(figura 2.7); aquí lo vemos también en la cenefa. De acuerdo con Langley, como se mencionó anteriormente, puede tener un claro significado iconográfico que se asocia con el coyote.

Los tableros de los tres pórticos forman retículas que crean rombos dentro de los cuales se ven figuras que parecen humanas. En el pórtico 1 hay un coyote que camina como humano, de nuevo ixiptla, o quizá una entidad espiritual que tiene insignias militares. Debo destacar que arriba de su tocado y dentro de las bandas que forman la retícula hay algunas volutas que se identifican con fuego, y como lleva en el tocado un símbolo TR (trapecio y rayo), hay una simbiosis lógica que alude al tiempo, pero se puede vincular de igual manera con la guerra. En ambas manos sostiene armas, aparentemente un lanzadardos y flechas, por lo cual propongo que se trata de ambos temas: tiempo y guerra.

Pero hay otro símbolo que quiero analizar:puh-tollan, ciudad, una ciudad hacia donde se dirigen los coyotes o de donde proceden.

En la parte superior de la cenefa de este mismo edificio hay una montaña, tal vez altépetl rodeada de símbolos de puh-tollan (figura 2.8). Por su situación destacada y por la forma como se relacionan un símbolo y otro, pareciera que el tema es importante: establecer una ciudad. De modo que es probable que la procesión-migración de los coyotes nos hable de una historia: la de fundar una ciudad, tal vez Tollan-Copán, o quizás diferentes ciudades; Sharer tenía razón al decir que en este proceso de establecimiento de una ciudad, la guerra y el sacrificio estuvieron presentes. 21 Para mí esto es lo que vemos en las pinturas del Patio Blanco.


Figura 2.7. Pintura mural del pórtico 1 en el Patio Blanco de Atetelco (Archivo Fotográfico

Proyecto La Pintura Mural Prehispánica en México. Foto: Ricardo Alvarado, 2007).


Figura 2.8. Detalle de la cenefa en el tablero del pórtico 1,

Patio Blanco de Atetelco (tomado de Cabrera, 1995, p. 206, figura 18.3).

En el pórtico 2 hay otros elementos que podrían reforzar esta hipótesis. En el talud observamos la imagen de un jaguar reticulado y la del coyote emplumado en procesión. Ambos tienen enfrente el símbolo trilobulado con gotas que se identifica con el corazón. La cenefa se forma por el cuerpo entrelazado de una serpiente con dos cuerpos y una sola cabeza, al frente de la cual se ve el corazón sangrante. Los cuerpos tienen la identidad clara del coyote y el jaguar reticulado. Por cierto, hay que recordar que las serpientes se entrelazan para aparearse.

Gracias al trabajo de reconstrucción de los murales de Atetelco llevado a cabo por Agustín Villagra (figura 2.9), contamos con las escenas completas tanto del talud como del tablero. El tablero del pórtico 2 tiene en los rombos la figura de un ser humano investido de Tláloc; varios personajes están ataviados de la misma manera que los coyotes y algunos llevan un caracol con vírgulas de sonido —recordemos su simbolismo de renovación—; asimismo, hay otros personajes vestidos como Tláloc degollando un ave con un cuchillo de sacrificio. Debo destacar que las bandas de la retícula tienen plumas y que algunas aves en las intersecciones llevan el símbolo TR, que además del simbolismo vinculado con el tiempo, forma parte del atavío de Tláloc.

Las imágenes de Jaguar Reticulado, segundo gobernante de Copán, junto con las de Coyote Emplumado, como integrantes de la misma procesión, son un enigma. ¿Por qué estas dos entidades aparecen juntas, un felino reticulado y un coyote emplumado caminando juntos? Me parece que ambos participan en una procesión significativa y única si los entendemos como entidades anímicas, como la presencia espiritual animal que tiene diferentes nombres tanto en náhuatl como en maya: naguales o wahy (este nombre se escribe de manera diferente en las distintas lenguas mayances; el que aquí se presenta es ch'olano). Tal vez por eso Jaguar Reticulado aparece como un humano vestido de jaguar, como en Tetitla, y en otras imágenes lo vemos como animal —nagual o wahy.

Cabe mencionar que el coyote es un animal que vive en las tierras altas del centro de México, de manera que es extraño que se le represente en el área maya, del mismo modo que los jaguares son ajenos al altiplano central de México. Sin embargo, las dos criaturas se entrelazan como cuerpos de serpiente, un ser mítico representado en el momento del apareamiento y que da como resultado un ser sobrenatural: serpiente, coyote, felino.

Volvamos a las procesiones y al espectador que se vuelve parte de las mismas y es partícipe del nacimiento de un nuevo ser.

No debemos olvidar la presencia de Tláloc y de su conocida vinculación con la lluvia, aparte de su aspecto militar que Esther Pasztory describió hace ya mucho tiempo. 22 Esta deidad tiene una particularidad adicional a las que hemos mencionado porque frecuentemente lleva en la boca un lirio acuático y sabemos que los rizomas de esta planta son alucinógenos poderosos, lo que en casi todas las culturas es un vehículo para llegar a la tierra de los antepasados. Bajo los influjos de cualquiera de los diversos alteradores de la conciencia utilizados por los pueblos precolombinos, las procesiones adquirían una dimensión real y el observador podía con seguridad formar parte de las mismas. No son simplemente una representación plástica, sino un evento revivido y del cual se forma parte integral.

El pórtico 3 tiene unas representaciones distintas en el talud (figura 2.10). Hay dos guerreros con trapecio y rayo en su tocado, diseños que se han identificado como montañas y cuchillos de sacrificio. La base del tocado parece llevar garras de animal. Llevan anteojeras de Tláloc, portan flechas y un cuchillo de sacrificio rematado con un corazón sangrante. La forma en la cual las huellas humanas están pintadas sobre la plataforma sugiere una dinámica diferente de las que están pintadas sobre caminos; esto nos lleva a pensar que puede tratarse de la representación de un baile. No hay claridad respecto de los mascarones con anteojeras que se ven a los lados de las escaleras. Me parece que con esos símbolos celebraban una conquista. Según William y Barbara Fash, K'inich Yax K'uk Mo' y Jaguar Reticulado pueden haber sido responsables de fortalecer y perpetuar los contactos con el centro de México llevando al área maya algunas innovaciones calendáricas y otras creencias religiosas a Copán.23 De modo que a mi parecer todo tiene sentido en la continua presencia de TR acompañado de los símbolos de guerra y sacrificio en Copán. Es una hipótesis basada en imágenes que he tratado de interpretar. Los viajes, procesiones y migraciones han sido vistas de distintas maneras, inclusive alguna con los lectores como protagonistas.


Figura 2.9. Reconstrucción de Agustín Villagra del pórtico del Patio Blanco de Atetelco (Archivo Fotográfico

Proyecto La Pintura Mural Prehispánica en México).


Figura 2.10. Pintura mural del pórtico 3 en el Patio Blanco de Atetelco (Archivo Fotográfico Proyecto

La Pintura Mural Prehispánica en México. Foto: Ricardo Alvarado, 2007).

______________________

1 Simon Coleman y John Elsner, Pilgrimage: Past and Present in the World Religiond, Cambridge, Harvard University Press, 1995, p. 41. [regresar]

2 Ibid., p.138. [regresar]

3 John Bierhorst, History and Mythology of the Aztecs: The Codex Chimalpopoca, Tucson, Londes, The University of Ariznona Press, 1992, p. 152. [regresar]

4 Fray Alonso de Molina, Vocabulario en lengua castellana y mexicana y mexicana y castellana, estudio preliminar de León-Portilla, México, Porrúa , 1970, pp. 68 y 95. [regresar]

5 Juan Ramón Bastarrachea Manzano, Emilio Yah Pech y Fidencio Briceño Chel, Diccionario básico español-maya-español, Mérida, Maldonado Editores, 1998, pp. 20, 57 y 131. [regresar]

6 Keiko Yoneda, Migraciones y Conquistas: descifre global del mapa de Cuauhtinchan núm. 3, México, INAH, 1996, p. 128 (Colección Científica). [regresar]

7 Paul Kirchhoff, Lina Odena Güemes y Luis Reyes García. Hisoria tolteca Chichimeca, México, INAH, 1976, p. 132. [regresar]

8 Susan Schroeder, Chimalpahin and the Kingdom of Chalco, Tucson, The University of Arizona Press, 1991, pp. 45-47. [regresar]

9 Christian Prager y Elizabeth Wagner, comuniación personal, junio 2006. [regresar]

10 Simon Martin y Nikolai Grube, Chronicle of the Maya Kings and Queens: Deciphering the Dynasties of the Ancient Maya, Londres, Thames and Hudson, 2000, p. 194. [regresar]

11 David Stuart, "Blood Symbolism in Maya Iconography", en Elizabeth P. Benson y Gillett G. Griffin (eds.), Maya Iconography, Priceton, Princeton University Press, 1988, pp. 121-175. [regresar]

12 Erik Velázquez, comuniación personal, julio de 2007. [regresar]

Возрастное ограничение:
0+
Объем:
341 стр. 119 иллюстраций
ISBN:
9786070252303
Правообладатель:
Bookwire
Формат скачивания:
epub, fb2, fb3, ios.epub, mobi, pdf, txt, zip

С этой книгой читают

Новинка
Черновик
4,9
163