Читать книгу: «Orígenes sociales de los derechos humanos», страница 7

Шрифт:

Sensibles desde un principio a las inquietudes nacionalistas, la Standard Oil de Nueva Jersey tomó medidas para ocultar que ella sola controlaba todos los aspectos de un negocio transcontinental que conectaba a Barrancabermeja con la costa caribeña, Estados Unidos y Canadá.60 El primer envío internacional de petróleo crudo desde Barranca llegó a Canadá en un tanque petrolero el 8 de agosto de 1926. La Tropical Oil Company estaba a cargo de la extracción. La Andian National Corporation estaba a cargo del transporte por oleoducto hasta la costa Caribe y más allá. La refinería en la zona industrial en el sector oriental de Montreal, construida en 1917, era propiedad y era operada por Imperial Oil.61 La cadena de empresas Imperial Oil, Andian National, International Petroleum y Tropical Oil eran propiedad de Standard Oil de Nueva Jersey, pero estaban registradas en Canadá.62 Esta fue una manera conveniente para que el gigante petroquímico esquivara las acusaciones de imperialismo estadounidense.63 El 9 de agosto de 1926, el periódico The Globe and Mail de Toronto declaró: “Canadienses conquistan obstáculos tropicales para asegurar el petróleo crudo”.64 Sir Herbert Holt, presidente tanto de la Andian National como del Royal Bank of Canada, estaba presente para abrir la válvula a través de la cual se vaciaría un contenedor cargado de 90 000 barriles de petróleo colombiano. Él anotó que el flujo de petróleo de Colombia “bajo absoluto control canadiense” haría “a la Dominion [de Canadá] independiente de suministros extranjeros de petróleo”.65

Las ventas internacionales de petróleo demostraron ser de gran importancia para el desarrollo económico de Colombia en el siglo XX. Las inversiones públicas en carreteras y ferrocarriles, la consiguiente expansión de la producción cafetera, así como la floreciente manufactura de pequeña y mediana escala, requerían no solo de capital, sino de combustible.66 El Estado colombiano obtuvo un 10 % por regalías de los pozos explotados en Barranca. Aunque la Tropical Oil y otras compañías internacionales consideraban la legislación colombiana sobre el petróleo poco favorable debido a sus ‘altos impuestos’ y al límite de 30 años a las concesiones, las ganancias superaron con creces todas estas inquietudes.67 En los años treinta, las inversiones extranjeras en el sector petrolero continuaron multiplicándose. A principios de la Segunda Guerra Mundial, Colombia era la octava nación más grande productora de petróleo.68

La vida y el trabajo en una ciudad pujante

Barrancabermeja se distinguió como una de las mayores contradicciones del paisaje colombiano. La ciudad en sí era pobre y estaba aislada. Sin embargo, era rica de muchas maneras, sobre todo el campamento construido para albergar a su personal internacional. En El Centro, se vanagloriaba de tener un campo de golf para sus directores norteamericanos, mientras la mayoría de los trabajadores colombianos pagaban alquileres exorbitantes por espacios en pensiones estrechas y atiborradas. Barrancabermeja y El Centro fueron desarrollados por la Tropical Oil Company como bases de operaciones protegidas para la extracción, el refinado y la distribución del petróleo. A diferencia de la utopía del caucho brasileño de Henry Ford en Fordlandia, concebida para “llevar el Amazonas a la modernidad”, en Barranca se le dio menos atención a la vivienda, la salud, la educación o la recreación de la fuerza laboral colombiana.69 La gran cantidad de personas empleadas en servicios, construcción, transporte y otras industrias relacionadas tuvieron incluso peor suerte. Tal como lo describe el historiador Jacques Aprile-Gniset: “Desde sus inicios, Barranca ha sido una ciudad sin mulas, pero con camiones; sin cerrajeros ni abogados, pero donde abundaban los soldados y las lavanderías; y miles de campesinos que se convertirían en el primer proletariado del país”.70

Tal como era típico de los enclaves dominados por extranjeros en América Latina, Barranca estaba segregada a partir del origen nacional, la raza y la clase social. En 1910, unas 300 personas vivían en Barranca. Para 1922, la Tropical Oil empleaba a 4000 personas.71 A pesar de su población, relativamente grande, en Barranca aparecían registradas únicamente 226 casas.72 En los primeros años, la mayoría de trabajadores colombianos dormía en ranchos de madera y carpas o en hamacas colgadas en los botes anclados en el puerto. Entretanto, la mayoría de los administradores extranjeros vivían en El Centro, ubicado unos 30 kilómetros tierra adentro. El Centro estaba constituido por un gran complejo rodeado de cercas y patrullado por una fuerza de seguridad privada, con pequeñas casas y atractivos apartamentos bien organizados, así como por una clínica, un comisariato, escuelas, salones de reuniones, salas administrativas, un campo de golf y un campo de tiro. Allí también llegaron trabajadores de origen afrocaribeño y la Tropical Oil construyó viviendas modestas específicamente para ellos. Conocidos por los colombianos como yumecas, un apodo para referirse a los jamaiquinos, estos hombres hablaban inglés y antes habían trabajado en proyectos industriales, incluyendo las excavaciones del canal de Panamá.73 En Barranca misma también había viviendas para un pequeño grupo de personal extranjero, pero esta zona estaba fuera de límites para la mayoría de los empleados colombianos y otros residentes, excepto con autorización especial. El tratamiento preferencial dado a los administradores norteamericanos en términos de salarios, vivienda y la posibilidad de avance profesional generó resentimiento en muchos colombianos migrantes a esta zona.

Las condiciones en el enclave eran precarias para los empleados de la Tropical Oil.74 En los años veinte, reportes en la prensa nacional describían problemas sistemáticos, incluyendo un sistema de salud pobre, la vivienda inadecuada, el pago salarial poco confiable, la disciplina arbitraria y, en general, la falta de transparencia por parte de la empresa.75 Las enfermedades tropicales abundaban y algunos días el 50 % de la fuerza laboral estaría infectado de malaria o parásitos intestinales.76 La Tropical Oil les pagaba a sus trabajadores colombianos en promedio un peso por día.77 Aunque este era un salario superior a lo que el trabajador colombiano promedio habría ganado en ese tiempo, ese dinero no alcanzaba para mucho. Los precios de la vivienda en Barranca eran determinados por los propietarios, quienes eran dueños de varias edificaciones y les alquilaban camas a hombres solteros a costos altísimos. Los trabajadores encontraron maneras de sobrellevar la carga, incluso turnándose para dormir en la misma cama conforme a sus horarios. Según el periódico conservador El Porvenir, la alimentación ofrecida por la Tropical Oil les costaba a los obreros casi un 60 % de sus ingresos diarios.78 La jornada laboral era de 10 a 12 horas al día, seis días a la semana. Gran parte del trabajo inicial en construcción de carreteras, perforación y acarreo del equipo era temporal. Estas condiciones contribuyeron a una alta tasa de deserción, lo que forzó a la Tropical Oil a renovar continuamente su fuerza laboral. Los reclutadores, conocidos como ‘enganchadores’, viajaban a Antioquia, Santander y la costa Caribe a reclutar trabajadores en nombre de la Tropical Oil.79

Barrancabermeja estaba sometida a medidas extraordinarias de seguridad, acordes con su condición especial de enclave extranjero. Aprile-Gniset comenta: “Es posible que Barranca haya sido la primera y única ciudad [colombiana] que nació bajo un estado de sitio prematuro y que fue gobernada periódicamente por una administración tanto civil como militar”.80 En 1922 fue creada una base de la Policía Nacional en Barranca, reforzando las fuerzas policiales municipales y privadas ya presentes en la zona.81 El Ejército colombiano también tenía una base en Barranca y buques de la Armada patrullaban el río Magdalena.82 En 1928 había 298 personas empleadas por instituciones públicas en Barrancabermeja, el 65 % de ellas trabajaban para fuerzas armadas de seguridad. En 1891, el gobierno creó un cuerpo de Policía Nacional que, originalmente, tenía como fin reemplazar a las fuerzas policiales locales en todo el país. Sin embargo, el fuerte regionalismo colombiano y la recurrente violencia partidista impidieron que las políticas de seguridad nacional fuesen implementadas antes de los años sesenta. Entretanto, la Policía Nacional sería desplegada de manera selectiva. A principios del siglo XX, el Partido Conservador estableció cuarteles de la Policía Nacional en unos cuantos fortines tradicionales del Partido Liberal, como el departamento de Santander.83 También se realizaron despliegues especiales a zonas donde existían productos de exportación y donde estaban presentes intereses extranjeros, incluyendo la zona bananera de Santa Marta, el campamento petrolero de la Shell en Casabe, y Barrancabermeja.

Para la Tropical Oil, era también imprescindible asegurar su propiedad en términos políticos y cerciorarse de que la compañía no estuviera sometida a los intereses de las autoridades políticas locales. Barranca fue designada municipio en 1922. Esto significó que ya no estaría bajo la jurisdicción del centro agrícola de San Vicente de Chucurí. No estaba claro si Barrancabermeja cumplía con todos los requisitos legales para ser nombrada municipio, pero los ejecutivos de la Tropical Oil Company instaron al gobierno colombiano en Bogotá a que agilizara el cambio. La decisión para crear el municipio de Barrancabermeja incluyó un acuerdo de que el 5 % de las regalías del petróleo —percibidas por el Estado colombiano de las actividades petroleras de la compañía Tropical Oil en Barranca— sería utilizado para proporcionar servicios e infraestructura a los residentes locales, así como para pagar los salarios de los funcionarios municipales.84 En principio, ese fue un gran beneficio para los ciudadanos de Barranca, quienes esperaban que se le prestara atención a los asuntos locales. En la práctica, la Tropical Oil expandió su dominio sobre las vidas de los residentes, si bien preocupándose poco por los servicios públicos. Esta fue una licencia otorgada para continuar implementando políticas sociales y laborales altamente excluyentes.

En sus inicios, la cultura de Barranca era recia y la vida era dura. La prevalencia de hombres solteros en la ciudad contribuyó al desarrollo de un floreciente comercio del sexo. Las prostitutas venidas de Europa exigían un pago superior por sus servicios, equivalente al sueldo diario de un trabajador petrolero. En sus memorias, el petrolero de Texas W. O. Durham —quien pasó dos temporadas en Barranca en los años veinte y treinta— ofrece su visión de la vida durante los primeros años de la Tropical Oil Company. Al igual que decenas de otros perforadores de Estados Unidos y Canadá, Durham llegó a Barranca en busca de dinero y aventuras. Viajó desde Texas hasta Nueva Orleans por tren y luego a Santa Marta en el barco de vapor de la United Fruit Company, antes de emprender la larga travesía por el río Magdalena hasta Barranca. Durham era un experimentado buscador de petróleo que instaló pequeñas perforadoras de evaluación con el fin de encontrar las mejores fuentes de petróleo. Él describe un estilo de vida de gente bebedora con una vida dura. Los capataces portaban armas de fuego y se gastaban sus salarios en los prostíbulos del pueblo. Muchos de estos trabajadores extranjeros cualificados se enorgullecían de su capacidad para soportar las terribles penalidades de la vida en los campos petroleros suramericanos. Ellos se consideraban personas individualistas en busca de aventura.85

En contraste, los administradores norteamericanos y sus familias —quienes vivían mayoritariamente en El Centro— recuerdan pocas penurias distintas al calor.86 Eso se debió a que los administradores vivían dentro de un recinto especialmente construido por la Tropical Oil para separarlos de la masa de colombianos jornaleros y trabajadores de servicios. Aun así, sus experiencias ofrecen indicios con respecto a las fuentes del conflicto entre los colombianos y extranjeros en ese tiempo. Pauline Appelbaum, la hija del jefe de adjudicaciones de la Tropical Oil había nacido en Barranca. En una contribución especial a The New York Times en 1973, ella rememoró con gran detalle el viaje realizado en barco de vapor por el río Magdalena, desde el puerto caribeño de Barranquilla hasta Barranca. Al visitar Barranca, casi 40 años después de haber vivido allí, Appelbaum observó que, aunque la ciudad había crecido y parecía más “americanizada” —con vías pavimentadas, salas de cine, instalaciones deportivas y centros comerciales—, algunas cosas seguían iguales. “Nosotros intuimos por qué los americanos en tierras extranjeras causan resentimiento. Incluso en la muerte, vemos aquí la distinción de castas y razas; los extranjeros son enterrados en tierras más altas, separados de los nativos”.87 En términos similares, Felipe Simanca, un protagonista de la novela de Gonzalo Buenahora, Sangre y petróleo, al llegar a Barranca en busca de trabajo, a principios de los años veinte, menciona inmediatamente la manera en que está dividido el pueblo: “Esa era una especie de frontera entre Colombia y Gringolandia”.88

Por largo tiempo, la vida exigente de los residentes de Barranca ha sido de interés para los escritores colombianos. El primer relato de ficción en que se menciona Barranca se publicó en 1934 y está escrito desde la perspectiva de los trabajadores petroleros colombianos.89 La obra de Rafael Jaramillo Arango, Barrancabermeja: novela de proxenetas, rufianes, obreros y petroleros, cuenta la historia de un hombre joven de Bogotá que llega al centro petrolero en busca de fortuna.90 Su supervisor norteamericano lo sobrecarga de trabajo, allí se enamora de una prostituta y después de una huelga se ve involucrado en confrontaciones violentas entre los trabajadores y el Ejército colombiano.91 La obra de Jaramillo, Barrancabermeja, fue la primera de una serie de novelas colombianas con compromiso social que denunciaban el imperialismo estadounidense en Barranca. Entre 1938 y 1978, Gonzalo Buenahora publicó trece novelas, colecciones de poesía y obras de teatro sobre la vida en Barranca. Nacido en la población cercana de Piedecuesta (Santander), Buenahora fue educado en Bogotá y trabajó como médico entre los trabajadores petroleros de Barranca por cuatro décadas. Buenahora fue influido profundamente por la visión marxista del mundo de sus amigos y asociados del sindicato de los trabajadores petroleros. En su obra más celebrada, la novela realista social, Sangre y petróleo, Buenahora cuenta la historia de hombres jóvenes del campo colombiano que migran al enclave en busca de trabajo, se ven cara a cara con el poder de la compañía petrolera extranjera y participan en protestas y huelgas.92 Las siguientes generaciones de escritores, especialmente Laura Restrepo, continuarían publicando novelas ubicadas en Barrancabermeja, que trataban los problemas laborales y de la pobreza a través de los ojos de figuras marginales.

La disociación entre el desarrollo local y la locomotora de la industrialización es típica en los enclaves petroleros del mundo entero. El conflicto social y laboral en zonas de explotación petrolera es recurrente en muchas regiones del mundo, debido a que la industria de hidrocarburos es de capital intensivo y la manera en que son distribuidas las ganancias proporciona comparativamente pocos beneficios a las comunidades a su alrededor.93 Los enclaves petroleros tienden a atraer a una región a mucha más gente de la que puede emplear la industria, lo que tiende a exacerbar de gran manera las tensiones. La gente residente a la sombra de las operaciones petroleras con frecuencia se encuentra en oposición a las grandes corporaciones respecto de asuntos de justicia económica. En las fases iniciales de las operaciones en Barrancabermeja, los trabajadores petroleros protestaron para mejorar las condiciones laborales y evitar despidos sumarios, subcontrataciones y otras estrategias utilizadas por la compañía para reducir los costos del trabajo. En las regiones tropicales, los enclaves petroleros son polos de atracción para trabajadores nacionales y transnacionales, y, a menudo, están estructurados en función de criterios étnicos. Típicamente, los cargos más cualificados y mejor pagados son ocupados por personal norteamericano o europeo blanco, y los cargos menos cualificados y peor pagados son ocupados por trabajadores de países en vías de desarrollo.94 Las discrepancias entre la manera en que son tratados los administradores extranjeros y los trabajadores nacionales se centran en los salarios, pero también en servicios públicos básicos, especialmente la salud.

Las relaciones entre los trabajadores locales y los mucho mejor pagados ingenieros y administradores norteamericanos estaban plagadas de rencor y malentendidos. Había poca socialización entre el personal nacional y el expatriado, ya que incluso las residencias de los colombianos de más altos rangos estaban segregadas de los empleados norteamericanos.95 Posteriormente, la compañía reconocería que no haber proporcionado servicios adecuados a los trabajadores nacionales contribuyó a la agitación de los trabajadores.96 Tal como Gibb y Knowlton lo señalan en su historia oficial de la Standard Oil en 1956: “De manera casi inadvertida, pareciera que las compañías extranjeras en Colombia, así como en el resto de América Latina, estuvieran encendiendo la mecha de una revolución”.97 En los años treinta, la Tropical Oil ofrecería cada vez más servicios para los trabajadores y sus familias, incluyendo colegios, clínicas, viviendas, equipos de fútbol y un club social. Los fines de semana los trabajadores colombianos residentes en El Centro tomaron el tren para Barrancabermeja donde se reunieron con sus compatriotas para ir a los bares. En estos pocos espacios compartidos, los trabajadores de la Tropical Oil Company y otros residentes de Barrancabermeja hablaron de sus frustraciones. Poco a poco los trabajadores colombianos llegaron a ocupar posiciones mejores pagadas. A la vez, la necesidad de peones que realizaran la construcción de vías y otras tareas agotadoras disminuyó. Sin embargo, los empleados colombianos y extranjeros continuaron viviendo vidas separadas.98 Las oportunidades de avance para los colombianos eran escasas y el problema de la desconfianza permaneció.

Raíces de la cultura de políticas radicales

En Barrancabermeja, la cultura de políticas radicales, nacionalistas y antiautoritarias tiene sus raíces en las inequidades estructurales que prevalecieron en la ciudad durante la era de la Tropical Oil. La presencia de una corporación extranjera en la región del Magdalena Medio generó oportunidades económicas para miles de colombianos, pero al mismo tiempo mantuvo una jerarquía estricta que les negaba a esos trabajadores los privilegios reservados para sus jefes extranjeros. La vida social se centraba alrededor de las asociaciones de los trabajadores petroleros y los movimientos políticos de izquierda. En los años veinte, el Partido Socialista Revolucionario (PSR), predecesor del Partido Comunista de Colombia (PCC), organizó varias huelgas.99 Entre los trabajadores de Barranca y a lo largo del río Magdalena circulaban ideas sobre los derechos laborales en las reuniones públicas, así como a través de periódicos y panfletos. La postura nacionalista del primer sindicato de los trabajadores petroleros, la Unión Obrera, fundado en 1922, resonaba con las tendencias de los combatientes liberales que habían ayudado a poblar la región en la primera década del siglo XX. Los trabajadores del ferrocarril y del puerto tanto en Barranquilla como en Puerto Wilches ayudaron a divulgar ideas sobre los derechos laborales y sociales. Estas fuerzas se combinaron durante las huelgas petroleras, muchas de las cuales fueron llevadas a cabo, a pesar de haber sido declaradas ilegales por el gobierno nacional.

En la historia de Barrancabermeja, una serie de puntos de giro ayudan a rastrear el desarrollo de la ciudad como centro de conflicto social y político. Durante 1924, 1927, 1935, 1938, 1947 y 1948 tuvieron lugar grandes huelgas de los trabajadores petroleros. Muchas de ellas culminaron en actos violentos. Durante estos acontecimientos emergieron dos dinámicas que permiten comprender el desarrollo de una cultura común de protesta entre los trabajadores colombianos en Barranca. Primero, la principal preocupación del gobierno nacional en Bogotá seguía siendo el orden público en Barranca. En todo este período, los gobiernos colombianos sucesivos intercedieron para reprimir las huelgas y protestas. Segundo, la empresa de propiedad extranjera, Tropical Oil Company, trataba a los trabajadores con tan evidente desprecio que reforzó un sentido de nacionalismo. Las dos primeras acciones industriales, en 1924 y 1927, desafiaron una prohibición general de actividad sindical. Las peticiones de los trabajadores resonaron con los movimientos izquierdistas en todo el país y atrajeron a organizadores bien conocidos, como María Cano y Raúl Mahecha.

Cuando la Tropical Oil llegó a Barranca, el movimiento de los trabajadores en Colombia estaba en su infancia. A principios del siglo XX, las aspiraciones de los trabajadores se mantuvieron al ritmo del crecimiento económico liderado por las exportaciones de Colombia, pero chocaron con los intereses de los inversionistas extranjeros.100 Los años 1920 fueron un período de movilización entre los trabajadores a lo largo de la costa Caribe, que se desarrollaba rápidamente, extendiéndose desde la zona de exportación de banano de Santa Marta hasta Barranca. En febrero de 1910, los trabajadores del puerto en Barranquilla organizaron la primera huelga moderna en la historia de Colombia, en respuesta a denuncias de que Compañías Aliadas, de propiedad británica, estaba reteniendo sus salarios.101 Las principales acciones colectivas siguientes, en contra de una corporación internacional en Colombia, fueron organizadas por los trabajadores de la United Fruit Company en 1918 y 1919, las cuales obtuvieron aumentos salariales significativos, así como otras concesiones.102 En 1920, tuvieron lugar 32 huelgas laborales en todo el país, incluyendo varias en la región del Magdalena Medio, una cifra sin precedentes.103 Estos trabajadores fueron un ejemplo para otros trabajadores en la economía de exportación en los años posteriores.

El movimiento laboral de los años 1920 en Barranca fue apoyado por una nueva generación de líderes políticos nacionalistas, independientes y de izquierda. Uno de los organizadores más destacados de esa era fue Raúl Eduardo Mahecha, quien llegó a Barranca en 1922, proveniente de Medellín. Mahecha había peleado en la Guerra de los Mil Días, había sido testigo de “la diplomacia de las lanchas cañoneras” de Estados Unidos en Panamá y, en 1919, había participado en una huelga entre los trabajadores del ferrocarril en La Dorada (Caldas), la ciudad portuaria más al sur, en el Magdalena Medio. Mahecha tenía 38 años de edad y su reputación de tener fuertes inclinaciones antiimperialistas era bien conocida por las autoridades colombianas. Mahecha ayudó a fundar la Unión Obrera el 12 de febrero de 1923. En Barranca organizó manifestaciones y publicó el influyente periódico Vanguardia Obrera, que informaba sobre los derechos de los trabajadores y las políticas locales.104 Las quejas señaladas por la Unión Obrera en este tiempo se centraron principalmente en las condiciones de vida. El acceso a vivienda, cuidado de salud y buena alimentación encabezaban la lista. Mahecha también usó Vanguardia Obrera para denunciar que los obreros colombianos ocupaban los cargos más bajos en la compañía.105 Algo integral en la crítica de Mahecha a la Tropical Oil fue su preocupación por todos los residentes locales y por lo que Barrancabermeja podría representar para todos los colombianos.

El gobierno colombiano reconoció las preocupaciones de los trabajadores, pero no toleró a portavoces radicales como Mahecha, ni los legisladores quisieron reconocer los derechos de negociación colectiva de la Unión Obrera. En marzo de 1924, el Ministerio de Industria de Colombia y la Tropical Oil firmaron un acuerdo que incluía diversas cuestiones, como la remuneración, el cuidado de salud, la alimentación, la vivienda, la educación y las vacaciones.106 Los oficiales de la Tropical Oil también acordaron emplear más trabajadores colombianos en puestos cualificados y construir un acueducto para la provisión de agua potable. Este fue el primer convenio de este tipo hecho en la industria petrolera en Colombia. El portavoz y negociador del gobierno, el ministro de Industria, Diógenes Reyes, rápidamente aclaró que él no creía que los trabajadores estuvieran siendo maltratados. Tras una visita de investigación a Barranca, en marzo de 1924, Reyes concluyó que la desconfianza que tenía la Unión Obrera hacia la Tropical Oil era “infundada”.107 El Ministerio elogió las condiciones sanitarias establecidas por la Tropical Oil, al tiempo que lamentó que antiguos trabajadores del petróleo hubieran establecido en la zona numerosos bares y “casas de corrupción”.108 Reyes aceptó la oferta de la Troco de atender las necesidades básicas de los trabajadores. A cambio, Reyes declaró que el gobierno le proporcionaría seguridad a la compañía.109

Los intentos del gobierno nacional de calmar a los trabajadores y simultáneamente tranquilizar a la empresa petrolera resultarían desastrosos. Los trabajadores organizados en Barranca estaban impacientes por ver que el mejoramiento de las condiciones entrara en efecto y exasperados con lo que consideraban el continuo maltrato del personal colombiano. Ellos también procuraron que el sindicato fuera reconocido legalmente. En octubre de 1924, los trabajadores petroleros organizaron la primera huelga en la historia de Barrancabermeja. El pliego de peticiones preparadas por los líderes de la huelga subrayaba muchos de los puntos garantizados en el convenio firmado recientemente entre la Tropical Oil y el gobierno. Los trabajadores también denunciaban casos de trato arbitrario y exigían que los supervisores abusivos fueran despedidos. Las peticiones de los trabajadores publicadas en Vanguardia Obrera recibieron una respuesta mesurada en Bogotá, particularmente entre liberales de la oposición. Incluso algunos funcionarios del gobierno conservador hicieron declaraciones de simpatía. Las directivas de la Tropical Oil refutaron insistiendo que el gobierno colombiano, que había recibido regalías de la industria petrolera, debería ser responsable de los servicios públicos. Un representante de la compañía en Barranca le escribió al embajador de Estados Unidos en Bogotá para protestar por lo que consideraba una postura nacionalista por parte del gobierno colombiano. Él se quejaba de que el Ministro de Industria había hecho eco a los reclamos de los trabajadores, únicamente para “ganar puntos políticos”.110 Cuando se complicaron las cosas, Bogotá respaldó a la compañía petrolera. Tropas del Ejército fueron enviadas desde Bucaramanga a Barranca para ponerle fin a la huelga de 1924, después de diez días de haber comenzado. El Ejército colombiano llevó a cabo cientos de arrestos. Raúl Mahecha fue enviado a prisión. Más de 1200 trabajadores fueron despedidos y se les prohibió regresar a Barranca.111 En su periódico oficial, The Lamp, la Standard Oil apenas hizo alusión a la huelga, se vanaglorió con sus accionistas de los servicios destacados que proporcionaba a los trabajadores locales y alabó a Colombia como un país con un “gobierno estable y progresista”.112

La huelga de 1924 convierte a Barranca en destino privilegiado de los movimientos colombianos progresistas. En especial, el destino de los trabajadores petroleros colombianos captó la atención de la izquierda. Líderes destacados de Antioquia, como María Cano, Ignacio Torres Giraldo y el fotógrafo Floro Piedrahíta, estuvieron entre los primeros en aunar fuerzas con la organización de Raúl Mahecha en Barranca.113 En 1925, la escritora y activista comunista María Cano, conocida como la Flor del Trabajo revolucionaria, dio un discurso ahora legendario en Barranca, para protestar por el traslado de los trabajadores presos desde el enclave petrolero hasta la ciudad de Medellín, tras la huelga de 1924.114 Durante su discurso, ella expresó su profunda angustia y habló con fervor casi religioso sobre las injusticias infligidas a los trabajadores de Barranca. Luego, en una carta dirigida al juez encargado del caso de los huelguistas encarcelados, escribió: “Cinco mil obreros de Barrancabermeja han querido que mi corazón traiga el eco de su clamor de justicia y el anhelo que ponen sus energías en esta hora sagrada. No vengo a pediros un mendrugo, no vengo a pediros misericordia, sino justicia”.115 Cano viajó a Barranca el año siguiente como parte de una campaña de organización a lo largo de los puertos del río Magdalena. Durante su segunda visita, Cano iba acompañada de Ignacio Torres Giraldo, el secretario general de la Confederación Obrera Nacional. Su parada en Barranca en 1926 fue programada para generar apoyo popular a la segunda huelga planeada de los trabajadores petroleros. Cano y Torres se marcharon de Barranca el 1º de enero de 1927 y la huelga fue declarada una semana después.116

La huelga de 1927 fue una repetición acelerada de lo que había estado en juego en la huelga de 1924. Raúl Mahecha y otros organizadores habían regresado a Barranca. El nivel de conflicto entre los trabajadores, la compañía y el Estado aumentaba. Los líderes de la huelga estaban convencidos de que la posición negociadora de los trabajadores había mejorado debido al incremento exponencial de la producción petrolera alcanzada por la Tropical Oil en los tres años transcurridos. El inspector residente del gobierno nacional llamó la huelga de 1927 una “pantomima ridícula llevada a cabo por conocidos explotadores de los trabajadores de la región”.117 Entre el 7 y el 12 de enero, el inspector, la Policía Nacional con sede en Barranca y funcionarios del Ministerio de Industria en Bogotá intercambiaron múltiples telegramas, muchos comentando la peligrosa “pseudohuelga” encabezada por “bolcheviques”.118 Ninguna de las cuestiones planteadas por los trabajadores durante la huelga de 1924, relativas a la vivienda, la salud, la alimentación y la instauración de un horario de ocho horas, había sido resuelta. La Unión Obrera también exigía que los organizadores de la huelga de 1924 fuesen exonerados. En esta ocasión, los trabajadores petroleros huelguistas fueron respaldados por trabajadores del puerto empleados en el embarque de petróleo y por empleados de la Andian National Corporation, la subsidiaria de la Standard Oil propietaria del oleoducto hasta Cartagena, recientemente inaugurado. Bogotá impuso un ‘estado de sitio’ militar, medidas a lo largo del río Magdalena, incluyendo toques de queda y retenes, y una vez más el Ejército fue desplegado a la ciudad.119 Varios sindicalistas fueron asesinados cuando las fuerzas de seguridad abrieron fuego en una demostración a la entrada de la refinería. Los organizadores de la huelga fueron arrestados el 28 de enero y la acción llegó a su fin. Mahecha y otros líderes fueron exhibidos en poblaciones pequeñas, a medida que eran transportados a prisión a las tierras altas de Tunja, en el departamento de Boyacá. Mahecha fue liberado seis meses más tarde, tras lo cual se reubicó en la zona bananera del Caribe acompañado por varios trabajadores desplazados de la Tropical Oil. Una vez en Santa Marta, renovaron sus esfuerzos organizativos dirigiendo ahora su atención a la United Fruit Company.

956,63 ₽
Возрастное ограничение:
0+
Объем:
570 стр. 18 иллюстраций
ISBN:
9789587844764
Переводчик:
Правообладатель:
Bookwire
Формат скачивания:
epub, fb2, fb3, ios.epub, mobi, pdf, txt, zip

С этой книгой читают

Новинка
Черновик
4,9
161