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Читать книгу: «La Muñequita», страница 3

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Animada la muñeca con los repetidos y extraordinarios favores que le prodigaba su ama, acabó de perder la cortedad, y por las noches, con mucho recato y cuando la viuda estaba durmiendo (porque la viuda dormía en el mismo cuarto que su hija), rompía a hablar y tenía con la muchacha las más agradables e inocentes conversaciones.

La muñeca pedía a veces algo de comer, y la muchacha buscaba para ella lo mejorcito que había en la casa.

Es innegable que todo esto tenía bastante de sobrenatural; mas para la candidez de la chica, única persona que lo sabía, lo natural y lo sobrenatural eran una misma cosa, que no despertaba en su espíritu ni sobresalto ni extrañeza.

Por dicha, la viuda, su madre, que sabía mucho más de las cosas del mundo, se quedó desvelada una noche, oyendo con asombro y admiración que hablaba la muñeca y, conjeturando que debía ser obra del diablo, determinó pegarla fuego en cuanto amaneciese.

La viuda hubiera indudablemente realizado tan cruel proyecto si su hija, con lágrimas y ruegos, no la hubiese disuadido. La muchacha no consiguió, sin embargo, quedarse con la muñeca en casa. La viuda no la había perdonado del todo, sólo había conmutado la pena de muerte, que en un principio impuso, en la de destierro perpetuo.

La muñeca salió, pues, desterrada y fue a parar a casa de una primita de nuestra heroína, a quien ésta se la confió, rogándole que la cuidase mucho, que hablase con ella y que la diese de comer. La primita prometió hacerlo así, mas no por eso dejó de estar a la mira su verdadera dueña, que iba, de vez en cuando, a visitar a la muñeca que estaba en la nueva casa, cuando tuvo lugar un suceso, si no del todo inesperado, un poco extraordinario.

Ya se sabía que la muñeca se alimentaba, lo cual no deja de ser singularísimo en una muñeca; pero no se sabían las consecuencias que pudieran derivarse de la prima, pidió, con voz clara e inteligible, lo que no siempre piden los niños pequeñuelos y lo que tanto se agradece y celebra que tomen la costumbre de pedir. Hizo, en efecto, lo que pedía, donde a la prima le pareció más conveniente que lo hiciera, y ésta se quedó pasmada cuando advirtió que era oro purísimo en no muy menudos granos lo que la muñeca acababa de hacer.

Возрастное ограничение:
12+
Дата выхода на Литрес:
30 августа 2016
Объем:
7 стр. 1 иллюстрация
Правообладатель:
Public Domain