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Contra la paleo pendulación

Desarrollo económico y calidad de vida:

¿hacia el fin del dualismo?

Nota del Autor: El texto originario de esta parte del libro tiene su base en un ensayo preparado para el Encuentro sobre Desarrollo y Calidad de Vida convocado por la Universidad La Gran Colombia (Bogotá, 2010). Ha sido enriquecido y actualizado durante la última década hasta su presentación resumida en el foro Unisalle “Ingenio, sostenibilidad, productividad y democracia”, evento inaugural de la Cátedra Abierta en ese admirado centro de educación superior (Bogotá, marzo de 2020).

a economía del desarrollo está abocada a superar las dicotomías entre crecimiento y bienestar, acumulación y distribución, así como el dilema moderno entre tecnología y libertad humana. Este documento sobre desarrollo económico y calidad de vida propone sobrepasar los debates entre doctrinas económicas afectadas por sesgos ideológicos y trasegar por los caminos que ofrece el método de la tradición argumentativa para desbordar el dualismo, para ligar econometría y lexicometría, para avanzar desde los parámetros hacia la complejidad, desde lo cuantitativo hacia lo integral-cualitativo, echando mano de las mejores herramientas numéricas pero a la vez, impulsando líneas de investigación y propuestas que puedan aportar al esfuerzo por acercarnos a expresiones de realización de justicia, sostenibilidad global creciente, puesta a buen recaudo la utopía y sin desbordadas pretensiones. Para ello, en primer término examina las conclusiones de estudios sobre Perspectivas del Desarrollo Global así como los trabajos sobre Crecimiento y Bienestar o Calidad del Crecimiento, con el fin de contar con una aproximación actualizada sobre la conceptualización en torno a la riqueza y el bienestar, la cual contrasta con los indicadores que sugieren un cambio en los instrumentos valorativos de la pobreza, en particular, con el Índice Multidimensional de Pobreza – IMP de la Universidad de Oxford. A partir del análisis, la última parte de este ejercicio recomienda líneas de acción a ser consideradas en la formulación de políticas públicas y en la asignación de prioridades en los Planes de Desarrollo en América Latina.

Introducción

La literatura económica ha producido durante los últimos lustros abundante material sobre la conceptualización de la pobreza. Desde las formulaciones sobre el concepto, la magnitud y las consecuencias de la pobreza en los países en desarrollo a cargo de Renata Schubert, pasando por las elaboraciones sobre desarrollo humano sostenible animadas por Naciones Unidas a través de los Informes Anuales sobre Desarrollo Humano a cargo de PNUD, continuando con los diversos sistemas e índices de medición y los análisis tanto numéricos como cualitativos acerca de la correlación entre pobreza, sostenibilidad y calidad de vida, hasta llegar a los métodos neo-empíricos fundados en la eficacia y basados en la evidencia científica a cargo de Banerjee, Duflo y Kremer, merecidos ganadores del Premio Nobel de Economía, se ha conformado todo un arsenal de encomiosa elaboración académica que acaso mejorará nuestra capacidad interpretativa de las complejas realidades, mas tristemente no alterará lo que es percepción general de la ciudadanía global sobre el tema: que los esfuerzos académicos han sido mayores que los resultados en cuanto a reducción y/o eliminación de la pobreza y que, como objeto de estudio el asunto de la pobreza parece no agotarse, justamente por la dificultad enorme que representa el paso de las formulaciones teóricas sobre su reducción hacia la transformación de realidades que no concuerdan con el ciclo de enriquecimiento mundial y nos conducen de vuelta a las preocupaciones de John Rawls por formular una “Teoría de la Justicia”, recogidas y enriquecidas con extraordinario esfuerzo de aportación por el profesor Amartya Sen en su libro sobre “La Idea de Justicia”.

Me cuento entre los economistas del desarrollo que hemos abordado el tema a lo largo del último cuarto de siglo. La preocupación por los contrastes que exhibe la dinámica global me llevó a proponer un modelo de economía social y ecológica de mercado para Colombia y en ese libro publicado en 2005 formulé la tesis de la Ética del Desarrollo como un asunto de limites. Asimismo, en relación con el debate sobre convergencia – divergencia en la dinámica global, en el libro “Globalización para Todos” que preparamos con Soraya Caro en 2006, hicimos planteamientos sobre las inadmisibles brechas sociales que nos dejaban conocer las “dos caras de la globalización” y recomendamos, en torno a los Objetivos del Milenio, múltiples mecanismos de inclusión eficiente.

Este formidable Seminario Internacional organizado por la Universidad La Gran Colombia en su Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas donde regenté la cátedra de Economía Agraria, me ofrece la oportunidad de volver sobre el tema del Desarrollo Económico y la Calidad de Vida para clamar por el fin de la dualidad, para recoger las voces de Amartya Sen en el sentido de sobrepasar los debates entre doctrinas económicas afectadas por sesgos ideológicos y trasegar por los caminos del sur de Asia que nos sugieren apoyarnos en el método de la tradición argumentativa para desbordar el dualismo. Para ello, examinaré las conclusiones de los estudios sobre el Cambio en la Riqueza – OECD, así como los trabajos sobre Crecimiento y Bienestar o Calidad del Crecimiento divulgados en la publicación del Centro Barilla para la Nutrición y la Alimentación - CBNA y los estudios sobre alternativas al PIB como medida de bienestar. Eso nos facilitará una aproximación actualizada sobre la conceptualización en torno a la riqueza y el bienestar, la cual podremos contrastar con los nuevos indicadores que sugieren un cambio en los instrumentos valorativos de la pobreza. en particular, con el Índice Multidimensional de Pobreza – IMP.

En este comienzo de la tercera década del siglo XXI, el debate sobre el desarrollo económico parece haber ganado un palmo de terreno al superar aproximaciones ¨voluntaristas¨ o dogmáticas. Ya no se discute la necesidad de la “consideración ética de la acumulación” como un supuesto básico de la economía de mercado. Se sabe que la solidaridad requiere solvencia y que la solvencia solo es sostenible bajo preceptos de inclusión. El mundo parece reconocer que los procesos de crecimiento empobrecedor y de riqueza súbita contienen grados variables de perversión. Los problemas del cambio climático y la crisis del sistema financiero internacional vienen a ser como una suerte de dolorosa terapéutica. La dificultad consiste ahora en lograr en el terreno de la praxis materializar los contenidos de la responsabilidad social y de la ética de los límites. La pandemia del COVID 19 ha desnudado la pobreza del “liderazgo global” y nos ha permitido develar la que he llamado ádeiocracia ese “cilindro vacío lleno de poder ahumado, desconexión vital, sin alma y destructor”. Las tragedias que representan el cambio climático y la pandemia del coronavirus son asuntos explicables científicamente en su origen aunque resuenen como alaridos de la naturaleza. Cuando ella se hace oír, aparecen los conocidos pregoneros que estimulan los dos miedos innatos de los que nos hablara hace dos milenios Lucrecio, el miedo a los dioses y el miedo a la muerte. En un mundo gobernado, salvo excepciones meritorias, por capataces globales, en cuyo espíritu desapareció o nunca estuvo lo humanístico, se nos olvida su sabia advertencia: la muerte es fácil cuando la vida se ha ido.

En el año 2005 afirmé: “Economía social y ecológica de mercado significa responsabilidad. La acumulación sana evita la multiplicación ilimitada, tiene en la continencia un gran aliado para la sostenibilidad y para definir el grado humanamente admisible de la programación que trae consigo la aceptación de un orden económico y de un orden político…es imperativo para cualquier apuesta responsable sobre el futuro, recuperar “la llave dorada de la moderación” como la llamara Alexander Solzhenitsyn”. Por esas mismas calendas el profesor Amartya Sen en su formidable ensayo sobre “Teorías del Desarrollo a principios del Siglo XXI” realizó un encomiable esfuerzo por superar las nociones antitéticas de viejo tipo como las que confrontan al Estado con el mercado y se refirió a dos acentos en los enfoques hacia el desarrollo. Al primero, más cercano a la ortodoxia lo denominó BLAST aludiendo al sacrificio y a las privaciones actuales de los desfavorecidos para obtener el bienestar futuro (BLAST del inglés explosión, mas también del acrónimo en inglés con referencia a blood, sweat and tears, sangre, sudor y lágrimas). Al segundo lo llamó GALA aludiendo al estribillo de una canción de los Beatles: “I can get with a little help of my friends”. Lo novedoso de la caracterización de Sen es que se refirió a los énfasis de las teorías pero advirtió la evolución de los planteamientos en el sentido de que ninguna de ellas se encontraba a esa altura del debate en posiciones extremistas o de aislamiento, y señaló cómo era necesario encontrar nuevas correlaciones entre productividad económica, salud, educación, alimentación y género: “La educación y el empleo remunerado de las mujeres pueden incidir especialmente en la reducción de las desigualdades de género, un elemento central del subdesarrollo en muchos lugares del mundo… La formación escolar y la atención básica en salud pueden afectar significativamente las tasas de fecundidad y mortalidad y por lo tanto ser cruciales para el proceso de desarrollo, además de tener considerables efectos potenciales sobre el bienestar y las libertades de las personas durante su vida… y también sobre los derechos sociales y políticos.”

El debate sobre desarrollo económico y calidad de vida disfruta en estos momentos de un escenario lleno de posibilidades. El dualismo característico de occidente que desata regularmente la contradicción entre tesis y que conduce a menudo a un análisis confrontacional, está dando paso al ejercicio argumentativo característico del sur de Asia el cual consiste en un proceso acumulativo de conocimiento a través del encuentro de mayores grados de profundidad en el examen del objeto de estudio. Las dificultades en la cristalización de los ODS, las tragedias ambientales y los obstáculos en la materialización del paradigma del desarrollo sostenible, la crisis financiera y los problemas de gobernanza global han declarado un indeseable empate entre los radicalismos de las doctrinas económicas abriendo enormes posibilidades para aportaciones innovadoras que, con rigor y un mejor herramental numérico y cualitativo, nos puedan señalar nuevos derroteros y ambiciosos objetivos.

En el plano teórico los desafíos están en el análisis numérico de las variables cualitativas o, lo que es igual, en el análisis cualitativo de los modelos econométricos. Ya no es suficiente el discurso apreciativo sobre los hechos económicos mas tampoco el sistema de ecuaciones diferenciales para obtener la base matemática sobre la cual afirmar como cierta una tesis. Ni siquiera los avanzados algoritmos de complejidad y las estadísticas de predicción que tienden a confundir la manipulación con la esencia de lo humano. En los terrenos de la lexicometría, de la conjunción argumentativa y de la consideración temática de variables anteriormente más distantes de la evaluación económica, está el quid del asunto epistemológico. Desde luego es preciso reconocer desarrollos de la Inteligencia Artificial que permitirán avances insospechados en la esfera del conocimiento complejo y suscitarán alteraciones en las formas de vida, la economía, las necesidades, las visiones colectivas, las relaciones espacio temporales y el empleo. Es Amartya Sen explorando el tema de la justicia o los problemas de la identidad, es Martha Nussbaum analizando los asuntos de la religión y la identidad nacional. Son los indicadores multivariados en el estudio de la pobreza o las aproximaciones innovadoras en la relación crecimiento - bienestar. Aún los nuevos parámetros resultan difíciles de asimilar para nosotros los economistas. Tuve la suerte de conocer a su majestad Jigme Singye, Rey de Bután, que abdicó a favor de su hijo y quien luego de felicitarme por la exposición ¨ Asombroso Amazonas ¨ que presentara la Embajada de Colombia en Nueva Delhi, me invitó a recorrer la sala dónde su país mostraba ejemplos vivos del indicador denominado “Felicidad Nacional Neta”, un conjunto apreciable de formas manuales de producción con alto sentido práctico y estético.

Estamos ante la oportunidad histórica de superar la dualidad que caracterizó la aproximación entre desarrollo económico y calidad de vida. Para ello transitaremos desde los parámetros individuales hacia la complejidad, desde los listados de variables hacia los análisis por agrupaciones, desde la inferencia mecánica hacia la construcción argumentativa, desde lo cuantitativo hacia lo integral- cualitativo. No se trata de hacer la apología de la retórica o del voluntarismo facilista, más tampoco de sucumbir en abundantes ejercicios de predicciones estadísticas que la realidad acompaña hasta que la porción de lo humano no codificable les desbarata. Es el tiempo de encontrar nuevas aproximaciones a los conceptos de riqueza y pobreza, de satisfacción y bienestar y, desde luego, es la hora de las propuestas nuevas que anticipen y prevengan dramas como los que el mundo confronta en materia de pandemias o de tragedias relacionadas con el cambio climático, hagan acopio de conocimiento interdisciplinario, se formulen con rigor científico, ajeno todo dogmatismo e incorporando consideraciones éticas respecto al rendimiento como “primer objetivo”, a las formas de vida, a las identidades plurales y a los imperativos de inclusión.

La mudanza en la riqueza

Los poderes económico y político han sido objeto de relocalización durante los últimos 30 años como consecuencia del crecimiento sostenido y con tasas altas en las grandes economías emergentes. La llamada “Mudanza de la Riqueza” (Shifting Wealth), examina los grandes movimientos de realineación de la economía global durante las últimas dos décadas dando particular importancia al protagonismo de poderosos países en desarrollo como China e India y a las consecuencias de su dinamismo sobre la pobreza global. Los incrementos de los flujos de comercio y de las inversiones entre países en desarrollo, así como la formación de su talento humano dan cuenta de mutaciones significativas en el contexto global las cuales cobrarán más y más importancia en las definiciones de la política pública a los niveles nacional y regional. Los primeros estudios sobre el nuevo eje de la creación de riqueza en el mundo fueron elaborados por la OECD. La investigación llamó la atención sobre la nueva geografía del crecimiento y sobre el hecho de que cientos de millones de personas han entrado a la economía de mercado global, como trabajadores, consumidores o inversionistas y ello ha traído consigo un cambio en la dinámica de la pobreza.

Durante la última década China se convirtió en el primer socio comercial de Brasil, India y Sur África y compañías indias dieron vuelta al pasado colonial adquiriendo matrices británicas. Tata es ahora el segundo inversionista en el África Subsahariana. Como lo anotan los estudios en comento, más del 40% de los investigadores del mundo están ahora en ASIA y países en desarrollo han tenido notables incrementos en el monto de reservas a escala global. Es una realidad incontrastable dicen los informes de OECD, el centro de gravedad de la economía mundial se ha desplazado hacia el este y el sur, desde los países de la OECD hacia las economías emergentes y es a este fenómeno al que se le denomina “Riqueza Cambiante”.

Desde luego, en este cambio profundo los indicadores están fuertemente afectados por el peso específico de China en la economía mundial y en algunos casos el papel de India y China como propulsores de la economía global pareciera replicar los ciclos del siglo XX donde los países industriales poderosos compraban materias primas a los países de América Latina y les vendían manufacturas produciendo un desequilibrio estructural. Por ello resulta pertinente formular propuestas acerca de cómo pueden nuestros países capitalizar la intensificación de vínculos entre el mundo en desarrollo o sobre cómo podrían naciones intermedias en vías de desarrollo articularse con países como China, India o Brasil. Al considerar insuficiente la división del mundo entre Norte y Sur o entre países desarrollados y en desarrollo, intentando superar el dualismo, el informe de la OECD adopta el concepto de James Wolfensohn de un mundo de “Cuatro Velocidades” o con cuatro tipos de países: Prósperos, convergentes, en lucha por abrirse camino y pobres, de acuerdo con su ingreso y tasa de crecimiento per cápita en comparación con el mundo industrializado.

Tal aproximación permite configurar la tendencia hacia una nueva geografía del crecimiento mundial: algunos países están empezando a aparejarse con los niveles de vida de los prósperos, otros están luchando por ubicarse bajo la marquesina del ingreso medio y algunos continúan sufriendo bajo el peso de la pobreza extrema. En otros capítulos de este libro hay abundantes formas de análisis sobre esta nueva geografía del mundo, incluidas sus dinámicas más recientes.

Luego del pobre desempeño a lo largo de los 90s, en la década del 2000 gran parte del mundo en desarrollo disfrutó de un primer decenio de fuerte crecimiento y por vez primera desde los 70s se retomó el rumbo hacia una convergencia en la renta per cápita con los países de altos ingresos. El informe de OCDE da fe acerca de: cómo “la cantidad de países convergentes, es decir los países que duplican el promedio del crecimiento per cápita de los países de la OCDE con altos ingresos, aumentó en más del quíntuple durante este período pasando de 12 a 65 y la cantidad de países pobres se redujo en más de la mitad, de 55 a 25. China y la India crecieron de 3 a cuatro veces el promedio de la OCDE durante la década del 2000. Sin embargo, se observa gran diversidad en los resultados y un grupo de países en lucha y pobres sigue teniendo un desempeño insuficiente”. Lamentablemente, durante la segunda década se dieron comportamientos variables y cierta ralentización. Podemos afirmar que, en el fin de la segunda década, la tendencia no es homogénea, los contrastes son muy marcados y, por estos días que corren, los pronósticos son juegos de alta incertidumbre ante los problemas ambientales, las pandemias y la creciente reestructuración de la matriz energética global.

Los rasgos macroeconómicos de la llamada Riqueza Cambiante vienen dados entre otros elementos por los siguientes: La apertura de las economías de China, India y la antigua Unión Soviética, la unión de 1.5 millardos de trabajadores a la economía de mercado, la consecuente reducción de precios para una gama de bienes y servicios, el avance de los países convergentes que estimuló la demanda de productos básicos dando impulso al crecimiento en África, las Américas y oriente medio y, muchos países que pasaron de ser deudores netos a acreedores netos manteniendo bajas las tasas de interés.

Los grandes interrogantes que sugiere el proceso vienen dados por la menor vertebración social y regional de países como India y por la dificultad de muchos países convergentes o en lucha, para articularse con las cadenas internacionales de valor que jalonan las nuevas locomotoras China e India y los propulsores intermedios como Rusia y Brasil. La crisis de 2020, en pleno desarrollo, va a alterar la prospectiva general y se dibujan en principio ajustes en los circuitos de poder mundial y en la correlación de fuerzas entre naciones poderosas.

Este será el punto crítico para definir la sostenibilidad del proceso y su capacidad integradora. Una nueva era bajo la égida de la exportación de materias primas e importación de manufacturas y servicios de valor agregado, por parte de naciones con alta concentración económica y menor desarrollo relativo del sistema político, podría conducirnos de nuevo hacia un ciclo de moderna desigualdad. Sin embargo, en niveles altos de interdependencia, entre las sociedades de mayor acumulación incluyendo las nuevas hegemonías y las naciones que pagan en hipo consumo su marginamiento global, hay una ciénaga llena de peligros para todos como en un naufragio interoceánico.

Sur- Sur: De la retórica a la realidad, del comercio hacia la integración.

A lo largo de varias décadas la relación Sur- Sur se comportó como un escenario saturado de retórica y magro en cuanto a realidades tangibles. La integración Sur- Sur, estuvo llena de buenas intenciones mas sólo tuvo posibilidades a partir del surgimiento de los que he llamado “poderosos países en desarrollo” tales como India y China, así como de la aparición en el escenario internacional de la economía brasilera. La interacción ha ocurrido especialmente en el ámbito comercial, pero en años recientes abarca también la inversión extranjera directa y la cooperación. La misma OECD da cuenta del crecimiento en el comercio sur – sur y del mayor peso de ese comercio en los agregados mundiales. La IED Sur- Sur, también ha aumentado. Su incremento fue notable durante los primeros quince años de la nueva centuria. Sin embargo, todas las valoraciones recientes muestran una matriz donde el escenario manufacturero es dominado por China y en menor grado por India. Con menor gravedad en los casos de México y Brasil, si hablamos de América Latina el valor agregado exportador brilla por su ausencia. La internacionalización de las inversiones muestra notable dinamismo en Brasil, La India y Sur África y conoce de cifras crecientes en economías de tamaño intermedio como Chile y Malasia. Las alertas globales, esos quejidos de miles de millones de seres, nos hablan de que no se puede depositar en un pequeño grupo de potencias industriales, menos en una sola de ellas, la responsabilidad de la producción industrial. La calidad de la inversión Sur- Sur es la pieza clave para la integración del mundo en desarrollo. Nuevamente, para superar el dualismo entre países exportadores de materias primas y exportadores de manufacturas, se requiere orientar tales inversiones de los gigantes emergentes hacia renglones productivos y de investigación y no simplemente hacia renglones extractivos sin agregación de valor o hacia actividades comerciales que aprovechan mercados sin animar fuerzas productivas locales. La inversión de calidad debe servir para integrar países de capacidad económica intermedia a las cadenas internacionales valor. El mandato para América Latina es elevar su capacidad negociadora ante las grandes potencias y estimular el relacionamiento con potencias intermedias para gestar circuitos productivos alternos. El comercio libre incluyente y la inversión integradora, son la clave para que la mudanza en la riqueza esté acompañada de empleo y prosperidad distribuidos en el Sur. La integración con contenidos tecnológicos es decisiva para tal efecto.

La mudanza en la riqueza ha traído consigo una contribución de magnitud en la tarea de reducción de la pobreza. La contribución de China ha sido formidable. La aproximación al fenómeno arroja magnitudes sensiblemente diferentes dependiendo de la consideración del aporte de la economía china. Durante el último lustro pesa igualmente el crecimiento de las clases medias en India, aunque algunos estados densamente poblados muestran cifras desestimulantes. Del progreso de la India no tenemos duda. Su evolución tecnológica y productiva es extraordinaria. Significativo es igualmente el proceso de incorporación a las clases medias en ciudades como Bangalore o Pune. Son extraordinarios los avances en la provisión de medicamentos para las mayorías, en la educación y en los sectores industrial y de telecomunicación. Sin embargo, la persistencia de fenómenos como el castismo, el comunalismo, la concentración de la riqueza y el desbalance entre regiones, inquietan a quienes vemos en India uno de los pilares en el desarrollo futuro de la humanidad.

América Latina sigue acosada por la desigualdad y muestra una mínima inserción en cadenas internacionales de valor. Los responsables de las políticas públicas están llamados a prestar máxima atención en la adopción de medidas que permitan superar de una vez por todas el dualismo entre desarrollo económico y calidad de vida. Entre crecimiento y bienestar. El cambio en la medición de la pobreza debe servir para mejorar la focalización de las intervenciones orientadas al logro de los ODS. Superar el dualismo en este caso significa alcanzar la articulación económica de la acumulación y la vertebración social del crecimiento.

Sobre la calidad del crecimiento

Otra asignatura en plena modificación es la relativa a la relación entre crecimiento y bienestar. Desde toda perspectiva es claro que el crecimiento es buen abono para el bienestar, pero no lo garantiza por sí mismo. Es difícil extender el bienestar sin crecimiento, pero abundan los ejemplos de crecimiento sin bienestar, o de crecimiento empobrecedor y aún peor, de crecimiento con irremediables consecuencias sobre el patrimonio natural. Ya se trate de países adelantados económicamente, frecuentemente caracterizados por el envejecimiento de la población y las bajas tasas reproductivas, o de naciones en vías de desarrollo con problemas demográficos y alto desempleo juvenil y femenino, el análisis acerca de la calidad y la composición del crecimiento cobra cada día mayor importancia.

El Grupo Barilla, una de las organizaciones empresariales de mayor envergadura y de gran tradición en la industria alimenticia italiana, patrocina junto a otras organizaciones internacionales y científicas los trabajos de investigación del Centro Barilla para la Nutrición Alimentaria CBNA, el cual publica periódicamente informes sobre la medición del bienestar de las personas en países desarrollados. Tal investigación es de gran trascendencia y de alta complejidad. En primer término, no es sencillo definir el concepto de bienestar. Dentro de un contexto multicultural cabe afirmar como lo hace el CBNA que no existe una definición única de bienestar y que una aproximación hacia el concepto implica la consideración tanto de factores objetivos como subjetivos. Podría afirmarse que la prospectiva sobre el bienestar varía entre grupos humanos e incluso es válido el aserto según el cual, el prospecto sobre el bienestar es un asunto individual. Para efecto del estudio del Centro Barilla, el trabajo se apoya en factores objetivos, pero incorpora variables subjetivas para tratar de considerar el espectro de variables co-determinantes del bienestar, intentando avecinarse asintóticamente a una medida muy cercana a la “Realidad”.

El cálculo del índice CBNA está basado en 41 indicadores que incorporan siete diversas dimensiones dentro de múltiples aspectos del bienestar: Físico- Psíquica, Material, ambiental, educativa, social, política y comportamental.

Estas siete dimensiones, las cuales a su vez toman en cuenta diversas variables con diferente peso específico, están agregadas en lo que el estudio denomina tres clústeres de referencia en relación a los cuales se calculan tres subíndices: 1. Estilo de vida; 2. Riqueza y sostenibilidad; 3. Social e interpersonal. Las variables tienen distinto peso en la ponderación, cubriendo una amplia gama de elementos incidentes como salud, alimentación, ingreso, inversión, patrimonio, sostenibilidad, calidad del ambiente, instrucción y cultura, seguridad social, familia, sociedad e instituciones, democracia y libertad individual.

Factores considerados bajo enumeración no exhaustiva en estilo de vida: Esperanza de vida, tasa de mortalidad, consumo de antidepresivos, obesidad, actividad física, consumo de frutas y verduras, consumo de tabaco y consumo de alcohol.

Factores considerados bajo enumeración no exhaustiva en Riqueza y sostenibilidad: ingreso per cápita, tasa de ahorro, formación bruta de capital, tasa de energía renovable, emisiones de CO2 y la denominada “huella ecológica”, es decir la cantidad de tierra y agua necesaria para reponer los recursos consumidos y absorber los desechos generados.

Los factores considerados, bajo mención no exhaustiva en el subíndice social e interpersonal son: Test educativo PISA, éxito escolar, riesgo de pobreza, desigualdad en la renta, tasa de desempleo, calidad de la democracia y nivel de corrupción.

Recombinación de subíndices en el CBNA

Al Combinar los tres subíndices las conclusiones son sin duda interesantes, aunque no debieran sorprendernos. La tasa de ahorro, la sostenibilidad, la calidad de la alimentación y la disciplina personal al lado de una buena educación son elementos decisivos. Aparentemente la alegría colectiva y la calidad de vida del modelo Mediterráneo afectan un tanto la capacidad de generar bienestar objetivo, pero agregan satisfactores de creciente importancia. Es pertinente realizar valoraciones sobre calidad del crecimiento en América Latina, para asignar prioridades en el gasto y en los procesos de ajuste fiscal. Aquí también se trata de superar la dualidad en pro de la convergencia definitiva entre crecimiento y bienestar.

No podría culminar esta reflexión sobre la evolución de las tendencias en las mediciones de la pobreza y del bienestar, sin mencionar la evolución de los estudios en estas materias. En su hora, el trabajo de la Comisión sobre la Medida del Desempeño Económico y el Progreso Social integrada por encargo del presidente Sarkozy por una treintena de economistas de alto nivel bajo la dirección de los premios Nóbel Joseph Stiglitz y Amartya Sen y del economista francés Jean -Paul Fitoussi, para analizar alternativas al PIB como medida de bienestar. Allí se estableció con claridad:

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