Читать книгу: «Micropolítica en las instituciones educativas», страница 2

Шрифт:

Finalmente, se presenta este libro como una contribución a la necesidad apremiante de comprender las turbulentas prácticas políticas y de confrontación por el poder en las organizaciones educativas, que se suceden día a día por debajo de la mesa. Este es un factor clave en las dinámicas de gestión de tales establecimientos y, en consecuencia, es un factor incidente en sus niveles de calidad y logro de sus finalidades formativas. Dichos aspectos tradicionalmente han sido evadidos y subvalorados, y se dejan al vaivén de los sucesos del día a día, pero en la cotidianidad están determinando de manera contundente el clima social escolar y sus procesos de desarrollo educativo. El reto es hacer visible la naturaleza política de las organizaciones educativas y de sus actores sociales, ponerlos por encima de la mesa, y en este sentido desmitificar su praxis política, develarla y al mismo tiempo resignificarla; es decir, dotarla de nuevos sentidos, para que a partir de su comprensión se pueda intervenir a favor del logro del alcance misional formativo de las organizaciones educativas.

Capítulo 1. Configuración conceptual
Enfoques teóricos sobre la organización escolar

Antes de abordar la naturaleza de la micropolítica escolar es adecuado plantear aspectos conceptuales, teóricos y empíricos que hacen parte del campo o contexto de la política en las organizaciones sociales. Las organizaciones escolares hacen parte de ese conjunto y, al abordar el tema de la política en las organizaciones escolares, se debe recurrir a las teorías heredadas del estudio de las organizaciones en general. Es común aceptar que la política con sus prácticas hace parte de la vida cotidiana de toda organización, y que las organizaciones escolares no están al margen de su influencia. Por eso, son varios los autores que han teorizado sobre la política en las organizaciones, señalando que la política es una práctica cotidiana en ellas, aunque se pretenda ocultarla al invocar la supuesta neutralidad de la actuación de las personas que las conforman. Las organizaciones pueden y deben ser estudiadas como entes políticos y a sus actores sociales como actores políticos.

Precisamente, es la ciencia política la que tiene por objeto de estudio las teorías y las prácticas políticas que se producen en las organizaciones sociales: estudia las doctrinas políticas y los comportamientos políticos individuales y grupales. En ese sentido, hay múltiples aportes teóricos sobre la política, producidos en diferentes épocas de la historia de la humanidad. A comienzos del siglo XX, el alemán Weber (2000) aportó uno de ellos: justificó la política diciendo que “El que hace política ambiciona el poder; el poder como medio para el logro de otros fines (ideales o egoístas) o el poder ‘por el poder el poder’ para el goce del sentimiento de prestigio proporcionado por el poder” (p. 6). Y agregó: “Nunca ha existido un grupo que de alguna manera no haya vivido de la política” (p. 23).

Hellriegel, Slocum y Woodman (1998) hacen las siguientes precisiones que sirven para relacionarlas con el objeto de estudio que describe el presente libro:

El comportamiento político de las personas y los grupos, incluye los intentos por influir en el comportamiento de los demás y en el devenir de los sucesos de la organización con el objeto de proteger intereses personales, satisfacer necesidades propias y avanzar en sus metas; llamar político a un comportamiento por lo general se asocia con el criterio de que la gente o los grupos ganan algo a expensas de otros empleados, grupos o de la organización (p. 284).

Perrow (1991) asume este tema al referirse al poder y dice:

[…] las organizaciones son herramientas que el poder pone en funcionamiento. El poder no debería quedar ni tan olvidado ni tan implícito como ha sucedido en la realidad […] Los grupos formales externos e internos quieren utilizar la organización y su poder para influir sobre la política y los valores públicos (p. 320).

Perrow (1991) define el poder como:

La capacidad de las personas o grupos de obtener para sí mismos productos valiosos a partir de un sistema en el que las personas o grupos buscan los mismos productos para ellas mismas o preferirán gastar su energía en la obtención de otros productos (p. 317).

Este autor se ocupa igualmente del conflicto y describe algunos antecedentes de su ocurrencia. Dice que, para los teóricos clásicos, el conflicto:

[…] es la consecuencia de la falta de control, de planificación y de ejecución adecuados. Para los teóricos de las relaciones humanas es una combinación de mal liderazgo, ausencia de dirección participativa […] La meta es siempre la eliminación del conflicto (Perrow, 1991, p. 159).

De todas maneras, se acepta que el conflicto ha estado presente en las organizaciones, aunque visto bajo concepciones distintas: desde Weber a Likert. Así, “La teoría deberá considerar el conflicto como parte inevitable de la vida organizacional derivada de las características organizacionales más bien que de las características de los individuos” (Perrow, 1991, p. 160).

Morgan (1986) ha estudiado a las organizaciones como sistemas políticos al referirse a los intereses, los conflictos y el poder. Afirma que las organizaciones son intrínsecamente políticas, inclusive cuando se ven como organizaciones burocráticas o tecnocráticas. Al respecto afirma que “Podemos analizar la política organizativa de manera sistemática enfocándola a las relaciones entre los intereses, conflictos y poder. La diversidad de lo que la gente piensa crea una tensión que debe ser resuelta a través de medios políticos” (p. 20). Así, para el caso de las organizaciones escolares en Colombia, en las cuales existe el propósito de que haya cogestión y presencia en la dirección de las instituciones escolares a través de los gobiernos escolares, el modelo de régimen político será el de la “forma de dominio donde las partes opuestas comparten la dirección conjunta de los intereses mutuos” (p. 132).

Morgan (1986) también establece la relación entre el poder, los conflictos y los intereses, al referirse al sistema político en las organizaciones. Relaciona como fuentes de poder la autoridad formal, el control de los recursos escasos, el uso de la estructura organizacional con sus reglas y reglamentos, el control sobre los procesos de decisión, el control del conocimiento y de la información, el control de la tecnología, las alianzas interpersonales, el control de los sindicatos, el sexo y la dirección de las relaciones de sexos. Por esta vía, no son pocos los autores que toman como referencia las teorías de la organización y la administración de empresas para analizar e interpretar el comportamiento de las organizaciones o instituciones escolares. Eso porque, por lo menos en los países anglosajones, generalmente no se establecen diferencias significativas entre unas y otras.

En el ámbito latinoamericano, principalmente, se establecen diferencias entre los enfoques administrativos apropiados para el estudio de empresas de producción de bienes que buscan una rentabilidad económica frente a una organización escolar, cuyo resultado debe ser la transformación humana de los estudiantes a través de procesos de formación: estudiantes con nuevos conocimientos, nuevas habilidades, competencias y valores. Aquí se asume una posición que comparten varios autores: las teorías de la organización aplicables a las empresas no siempre son válidas para explicar los fenómenos organizacionales educativos.

En cuanto a los enfoques teóricos que se han ocupado de las organizaciones en general, hay múltiples opciones. En el presente caso interesa ver particularmente la organización como una organización social, en la forma como la entienden y la definen Blau y Scott (citado en Hall, 1993): “Redes sociales y de orientación compartidas […] a las cuales se hace referencia como a la estructura social y a la cultura, respectivamente” (p. 29). Se enfatiza en la organización social como “el conjunto, más amplio, de relaciones y procesos de las cuales las organizaciones son una parte” (Hall, 1993, p. 30), pues en ellas interactúan personas que tienen comportamientos políticos y, en consecuencia, “las organizaciones deben entenderse como entes políticos con diferentes partidos que buscan tener el control en sus manos” (p. 30). Eso es lo que dice Hall al respecto. Todo para decir que la concepción las organizaciones sociales, entre ellas la escuela, como un ente político, ha sido planteado por autores de diferentes nacionalidades y desde formaciones académicas distintas.

Por su parte, Rothechild-Witt (citado en Hall, 1993) establece las comparaciones entre una organización burocrática y una “colectivista-democrática” (p. 33), con base en ocho dimensiones a saber: la autoridad, las reglas, el control social, las relaciones sociales, el reclutamiento y avance, la estructura de incentivos, la estratificación social y la diferenciación. Las características dadas a cada tipo de organización permiten establecer diferencias que han sido objeto de debate entre diversos autores. Por ejemplo, entre dichas características está la autoridad, que es un tipo tradicional de poder en las organizaciones cuando operan como una organización burocrática. En ese caso, la autoridad “reside en los individuos”, pues las organizaciones son jerárquicas. En una organización colectivista-democrática, la autoridad “reside en toda la colectividad” (Hall, 1993, p. 33). Por otro lado, la dimensión del control social en la organización burocrática es, para Hall (1993), “el comportamiento organizacional que está sujeto al control social” (p. 33). En cuanto a las relaciones sociales, en este tipo de organización “las relaciones se basan en los papeles” (p. 33). En el tipo de organización colectivista-democrático, los “controles están basados principalmente en aspectos personalistas y moralistas” (p. 34).

Hay otros enfoques posibles cuando se pretende analizar e interpretar la organización escolar. Si tal categorización se hace con base en la Teoría de los Intereses de Habermas (1968) y de otros autores como England (1989), González (1990; 1994) y Foster (1986), estos enfoques y modelos teóricos se agrupan así: el enfoque de racionalidad técnica de los clásicos de la administración; el de la racionalidad psicológica, simbólica y culturalista; los enfoques de racionalidad práctica, entre ellos los modelos políticos e ideológicos y el enfoque crítico social.

Con base en Bernal Agudo (2004), Santos Guerra (2000), López Yáñez (2006), García Requena (1997) y Nieto Cano (2009), se pueden resumir las características de los tres enfoques:

El enfoque de racionalidad técnica o racional tecnológico se fundamenta en el positivismo, el positivismo lógico, el funcionalismo sociológico, las teorías clásicas de administración, el modelo burocrático de organización (burocracia escolar), la teoría de relaciones humanas, la teoría general de sistemas, las escuelas eficaces, la gestión de calidad escolar, en fin, una red de teorías que aún están vigentes en algunas unidades del sistema escolar. Sobre ello, Ball (1989) dice que son inadecuadas incluso las comprendidas en los conceptos claves de las ciencias de la organización.

Tácita o expresamente, estas teorías están presentes en las prácticas rutinarias de diseñar planes que en muchos casos se convierten en documentos que se guardan en los anaqueles de las instituciones escolares. Desafortunadamente, se tiene la creencia de que el enfoque prescriptivo es el apropiado para lograr la eficacia en la gestión escolar. Sin embargo, el interés implícito en este enfoque es el interés técnico y normativo, el apego a las normas de la legislación escolar, principalmente; el diligenciamiento rutinario de formatos de control sobre el desempeño de las instituciones escolares y del personal docente y administrativo. Eficacia, eficiencia, control y estandarización son conceptos propios de este enfoque que en investigación toma el nombre de cuantitativo o positivista, y de currículo técnico cuando se refiere al currículo educativo como disciplina (Grundy, 1991).

El enfoque de racionalidad psicológica, simbólica y culturalista (perspectiva cultural, enfoque interpretativo) responde al interés práctico y se fundamenta en las teorías de la interpretación, en las ciencias histórico hermenéuticas, en el campo teórico del desarrollo organizacional que le apunta al factor humano y a la planificación estratégica para producir cambios organizacionales. Con este enfoque se concibe a la escuela como sistema (teoría de sistemas) y se admite que en la organización escolar hay situaciones de incertidumbre. Inclusive, es factible ver a la escuela bajo la teoría de la anarquía organizada (March y Olsen,1972). Como enfoque de investigación, este toma el nombre de investigación cualitativa-interpretativa, y en currículo se le asimila al currículo de interés práctico (Grundy, 1991).

Con este enfoque, epistemológicamente se enfatiza en el conocimiento subjetivo que surge de lo que dicen y piensan las personas; se recurre a la hermenéutica como método; se toman como fuente de conocimientos científicos sobre el comportamiento de las personas, las percepciones que ellas tengan la sobre la actuación de sus directivos o compañeros de trabajo, sobre los significados que se deducen de los textos que ellas escriben.

Sobre el enfoque interpretativo, Santos (2000) dice:

La premisa básica de la concepción interpretativa de la organización escolar es que la comprensión de las instituciones educativas se realiza gracias al significado que los sujetos atribuyen a las relaciones, a las estructuras, a las normas, entre otras. Para entender la realidad hay que traspasar la capa superficial de los hechos, trascender lo que ocurre, dar cabida a las interpretaciones subjetivas de las personas que viven dentro del marco de la organización (p. 222).

El enfoque crítico social tiene como fundamentos teóricos la ciencia social crítica y las perspectivas posmodernistas. Para Habermas (1968), es un enfoque que tiene un interés emancipador, de cambio y transformación. La teoría de la micropolítica se ubica en este enfoque de las teorías organizacionales. En investigación se le asimila al paradigma crítico y es el currículo de interés emancipador en el campo de la disciplina del currículo, si su clasificación se hace con base en el filósofo alemán Grundy (1991).

Santos (2000) precisa sobre el enfoque crítico:

Según este enfoque, la organización escolar puede ser vista y estudiada como un ente político en el que los docentes y directivos son agentes políticos con ideologías propias; en consecuencia, se tiene en cuenta el poder y las relaciones de poder; se juegan múltiples intereses y valores; en la escuela ‘se desarrollan múltiples formas de dominación […’] Las exigencias políticas, ideológicas y económicas que ejerce el contexto sobre la escuela, inciden sobre la micropolítica (p. 227).

De otra forma, López (2006), al hacer una visión histórica de las teorías de la organización, dice con relación a los enfoques críticos:

Los enfoques críticos han realizado una lectura socio-política, ideológica y cultural de las organizaciones, poniendo el énfasis sobre aspectos que habían sido considerados por las perspectivas gerenciales, tales como los intereses individuales y grupales, la distribución del poder, las formas de dominación, el uso del lenguaje como mecanismo de control, las estrategias micropolíticas (p. 21).

Se acepta que en la organización escolar ocurren conflictos y se toman como algo natural, como oportunidades para transformar la escuela, no como algo patológico. El estudio de este fenómeno se puede hacer bajo el enfoque crítico social como lo hace Jares (1997), quien ve el conflicto como necesario para generar transformaciones en el mundo escolar.

A pesar de que existe suficiente literatura sobre este enfoque, es pertinente decir que el pensamiento crítico, el enfoque y el paradigma sociocrítico no son suficientemente visibles en las prácticas de la gestión escolar o educativa, o en el desarrollo curricular y en los procesos de investigación educativa en el ámbito colombiano. Los investigadores de la Escuela de Frankfurt1 han sido los creadores del concepto de interés emancipador en los procesos de investigación. Se sostiene que una investigación de interés emancipador, basado en la teoría crítica, debe concluir en hechos de transformación o cambio, y tiene como fuente situaciones de injusticia, de inequidad.

Es una mirada distinta cuando, sobre el mismo objeto de estudio y la proliferación de teorías y conceptos sobre la organización escolar, Carper y Snizek, citados por Santos (2000), se refieren a esta situación como la “selva de la teoría de la organización” (p. 62), pues, en la realidad, predominan enfoques técnicos y tradicionales en la gestión escolar. En ella, se le da alta prioridad al ejercicio de diseñar planes que pocas veces se ejecutan; y los directivos y los docentes están cargados de tareas rutinarias, de diligenciar cuadros e instrumentos que pocas veces tienen una finalidad formativa. Así, los procesos de participación en la dirección de las instituciones educativas, que en Colombia son mandato constitucional, no se desarrollan plenamente. Entre otras cosas, la comunicación y el diálogo entre docentes, y entre ellos y los directivos, es apenas débil en la mayoría de los casos, situaciones que afectan el clima escolar.

Tabla 1. Enfoques para el análisis de la organización escolar


Fuente: Elaboración propia con base en Santos Guerra (2000), López Yáñez (2006) y García Requena (1997).

La política en las organizaciones escolares

González (1998) plantea que las teorías de la organización escolar tienen como referentes o fuentes las teorías generales de la organización. Estas teorías han sido comprendidas desde un contexto complejo y diverso, y su lectura “se ha hecho desde esa complejidad interna de los centros escolares como lo es la lectura micropolítica, caracterizada por prestar atención a las dinámicas políticas que ocurren dentro de la organización” (p. 215). Siendo así, la organización escolar puede ser analizada bajo dos concepciones: como una organización de estructura racional y burocrática o como una entidad política (ver figura 1).

Figura 1. La organización escolar como ente político


Fuente: elaboración propia con base en González (1998) y Hoyle (1982), Santos (2000), otros autores.

Robbins y Judge (2009) también están entre los autores que han abordado el tema de la política en las organizaciones, al estudiar el comportamiento organizacional. Comienzan por advertir que “No todos los grupos u organizaciones son igualmente políticos. Por ejemplo, en algunas se hace política en forma abierta y rampante, mientras que en otras tiene un papel pequeño para influir en otros” (Robbins y Judge, 2009, p. 463), lo cual es válido para el caso de la investigación de la referencia. Eso porque no a todas las personas les gusta la política y sus comportamientos son diversos frente a situaciones que ocurren en el ámbito escolar.

Por otro lado, Ball (1989) no comparte plenamente los enfoques prescriptivos de los clásicos de la administración. En consecuencia, se aparta del tipo de organización burocrática, de aquellas que se basan en el estructuralismo y el reduccionismo, que recurren a un enfoque sistémico clásico, racionalista, de eficacia y eficiencia; lineamientos y enfoques que de todas maneras siguen vigentes en muchas organizaciones escolares. Para estas últimas, Ball (1989) plantea diferencias significativas cuando el estudio de las instituciones escolares se hace desde la perspectiva de la micropolítica, que es su propuesta, o cuando se hace bajo el enfoque explícito o implícito de la ciencia de la organización.

Las teorías dominantes en la ciencia organizativa reflejan los intereses y necesidades particulares de los administradores. Son teorías propias de amos; contienen una concepción de la organización contemplada desde arriba, desde la posición de los que dominan… Hay dos problemas básicos en los intentos actuales de elaborar una sociología coherente de la organización escolar. Primero, ha sido permanente el fracaso en reconocer la peculiar naturaleza de las escuelas como organizaciones. Segundo, existe una total carencia de investigaciones básicas sobre los aspectos organizativos de la vida escolar (p. 24).

Con base en resultados de investigaciones, Robbins y Judge (2009) han identificado seis factores individuales y nueve factores organizacionales que estimulan el comportamiento político en cualquier organización. Ese comportamiento político puede ser alto o bajo. Así, por ejemplo, entre los factores individuales está el de “mucha auto-vigilancia” (p. 464), que se puede traducir como excesivo control sobre cumplimiento de horarios de la jornada laboral y puede crear molestias en el personal y reacciones en contra o manifestaciones de conflicto (ver figura 2).

Figura 2. Factores que influyen en el comportamiento político


Fuente: tomado de (Robbins y Judge, 2009, p. 464).

En la investigación en la que se basa este libro, al recurrir al concepto de política se hace referencia a la actividad que se lleva a cabo en los procesos de “lucha por el control del poder”, politics, en inglés, y poco se aborda el concepto de política “como designación de propósitos y programas de las autoridades públicas”, pollicy, en inglés (Roth, 2012, p. 26). El concepto de políticas públicas de educación corresponde a este último término (pollicy) y no se toma como tema central en esta investigación. Sin embargo, se hace referencia en algunos casos a la actividad política partidista que se manifiesta en prácticas cotidianas en diferentes ámbitos, inclusive en el escolar. Entonces, el centro del estudio está en la micropolítica, aquella que se manifiesta en los comportamientos de los agentes educativos de una organización escolar, cuando hacen parte de coaliciones o alianzas entre grupos que llegan a un acuerdo sobre el apoyo, la colaboración o la oposición a decisiones de los directivos, o rechazo a políticas públicas estatales. También se manifiesta en los casos en que se desarrollan actividades de lucha por el poder, manifestaciones de intereses individuales o grupales, de conflictos o desacuerdos por diferentes motivos, entre otros.

¿De qué manera estas teorizaciones son válidas en el mundo de las organizaciones escolares? Hay planteamientos teóricos que se refieren a este asunto, entre ellos los que han abordado el modelo de la micropolítica escolar. Uno de ellos es Bardisa (1997), quien dice que:

Para reconocer y comprender la dimensión política de las instituciones escolares es necesario relacionar dos enfoques que generalmente se presentan disociados. Por una parte, el enfoque interno, que persigue estudiar y analizar las escuelas como sistemas de actividad política –en cuyo caso estaríamos hablando de micropolítica educativa– y, por otra, el enfoque estructural, que presenta a la escuela como un aparato del Estado, responsable sobre todo de la producción y reproducción ideológica […] La imagen política de la escuela se centra en los intereses en conflicto entre los miembros de la organización (p. 6).

Si se analiza cuánto ocurre en la organización escolar desde la perspectiva de la ciencia social crítica, del enfoque crítico (Escuela de Frankfurt), la mirada de lo político es más intensa porque se mira a la escuela como un ente político y a sus actores relevantes como agentes políticos que desarrollan actividades políticas con un interés que se califica como “emancipador”. Son varios los autores que desarrollan este enfoque en sus escritos, entre ellos Freire (1921-1997), Santos Guerra (2000) y López Yáñez (2006).

Santos Guerra (2000), al describir la concepción de la organización escolar como práctica crítica, dice que:

La organización es un sistema político, con dinámicas de poder, con grupos de fuerza. Los conceptos como luchas políticas, conflictos de poder, relaciones de dominación son claves para el análisis político que la teoría social crítica sitúa en el centro del análisis (p. 226).

Sintetizando, entonces, se debe decir que la política y el comportamiento político de las personas en cualquier organización social de producción de bienes o servicios, genera actividades con las cuales se construyen comportamientos organizacionales positivos o negativos para el desempeño de las instituciones. Al referirse a comportamientos políticos, necesariamente existe la relación entre poder y comportamiento político en las organizaciones, en términos generales.

399
429,96 ₽
Возрастное ограничение:
0+
Объем:
252 стр. 55 иллюстраций
ISBN:
9789587462937
Издатель:
Правообладатель:
Bookwire
Формат скачивания:
epub, fb2, fb3, ios.epub, mobi, pdf, txt, zip

С этой книгой читают

Новинка
Черновик
4,9
167