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La autoridad de la Biblia

Puesto que la Biblia es el testimonio escrito de las revelaciones de Dios, tiene autoridad en cuestiones de ortodoxia (las creencias cristianas) y de ortopraxia (la práctica cristiana). Muchas personas que no pertenecen a la fe cristiana no aceptan la autoridad de la Biblia, entre otras razones porque sus cosmovisiones no dan cabida a la posibilidad de la revelación sobrenatural. Los que están dentro de la fe se encuentran con un problema distinto: no tienen dificultad con la autoridad de la Biblia en sí sino con la interpretación y aplicación de las enseñanzas al gobierno de la iglesia, los sacramentos, la liturgia, las misiones, la justicia social y otros asuntos.

Un tema relacionado con la autoridad de la Biblia es la autoría de cada libro. Algunos estudiosos conservadores consideran que la autoridad se relaciona con la autoría y en consecuencia dedican enormes esfuerzos para defender, por ejemplo, la autoría de Moisés en el caso del Pentateuco, la autoría de un solo escritor en el libro de Isaías o la autoría de Pablo en las cartas pastorales. Sería bueno saber quién escribió cada uno y todos los libros de la Biblia, pero autoría no es lo mismo que autoridad; es decir, los libros de la Biblia no tienen “autoridad” por el hecho de que sepamos quién los escribió. Por ejemplo, no conocemos el origen de cada uno de los salmos o los proverbios, ni de las narraciones contenidas en los libros de Samuel o de Reyes ni quién escribió el libro de Job o la Carta a los Hebreos. Estos libros tienen autoridad porque están en el canon.

LA LECTURA DE LA BIBLIA

Se cuenta de la historia de un famoso actor al que se estaba brindando homenaje en un banquete. Después de la cena, un anciano clérigo le pidió que recitara el Salmo 23. El actor dijo que lo haría con gusto, con la condición de que el clérigo también lo hiciera. El actor recitó el salmo de manera cautivante y mantuvo en vilo al auditorio. Cuando terminó, el clérigo también recitó el mismo salmo y conmovió al auditorio en tal forma que todos derramaron lágrimas. Después de un momento de silencio, el actor dijo: “Yo causé una impresión en sus oídos, pero este hombre alcanzó sus corazones. Yo conozco el salmo, pero él conoce al Pastor” (Millie Stamm, Be Still and Know [Estad quietos y conoced]). Muchas personas, como aquel actor, leen la Biblia como si fuera una extraordinaria obra literaria; otros, como aquel clérigo, perciben la Biblia en un nivel más profundo, más hondo, como la Palabra revelada de Dios.

Enfoques generales

He aquí algunos elementos que conviene tener presente al leer la Biblia:

• En primer lugar, hay que leer la Biblia con una actitud mental abierta y no con una actitud llena de dudas; debe leerse con la perspectiva y la expectativa de “escuchar” hablar a Dios por medio de su Palabra escrita. Anselmo, Arzobispo de Cantebury en el siglo X, dijo: “Creo para comprender”. Lamentablemente, el mundo contemporáneo es excesivamente escéptico y exige lo opuesto: “Cuando me convenza, entonces creeré”.

• En segundo lugar, la Biblia es una historia continua, desde Génesis a Apocalipsis, y no dos historias separadas y desconectadas. El lector debería ocuparse esencialmente de comprender el tema o el mensaje de la historia (de la salvación), más que de analizar microscópicamente y hacer una disección de las historias parciales que conforman la grandiosa narración bíblica.

• En tercer lugar, no hay que sentirse desanimado o reaccionar con rechazo ante aquellas cosas en la Biblia que son difíciles de entender o de creer. Alguien le preguntó en una ocasión a William Booth, el fundador del Ejército de Salvación, qué hacía cuando se encontraba en la Biblia con algo que no entendía. Booth respondió: “Hago lo mismo que cuando como pescado: dejo las espinas a un costado en el plato y sigo con la carne buena”.

Principios de interpretación

Lo que sigue son algunos principios básicos para tener presente al interpretar la Biblia.

• Primero, la Biblia debería leerse en su sentido sencillo o natural. Algunos, equivocadamente, subrayan exageradamente la naturaleza divina de las Escrituras y caen en interpretaciones extremadamente literales. Otros enfatizan en exceso el hecho de que fue escrita por seres humanos y la leen como si sólo fuera una colección de historias, poemas y leyendas religiosas.

• En segundo lugar, la Biblia tiene diferentes formas literarias. Algunas son declaraciones de fe (“En el principio creó Dios …”), otras son narraciones históricas (“En el año …”), algunas son profecías (“Así dice el Señor …”), otras son cartas (“Yo, Pablo, apóstol …”), etc. Estas formas literarias deberían ser interpretadas según las pautas respectivas a cada una de ellas. Por ejemplo, las metáforas y las expresiones antropomórficas, tales como que los árboles “aplauden” (Is. 55.12), deben ser entendidas en forma figurativa. Además, hay que prestar atención al contexto de las palabras, y aun a las palabras mismas, ya que pueden tener más de un significado.

• Finalmente, el mejor comentario de la Biblia es la Biblia misma. Esto significa que el Nuevo Testamento interpreta al Antiguo. Por ejemplo, cuando Jesús “declaró limpios todos los alimentos” (Mr. 7.19) estaba dejando sin vigencia los códigos que clasificaban los alimentos en limpios e inmundos (Lv. 11). Además, los pasajes oscuros deben ser interpretados a la luz de aquellos que sí son claros, y los pasajes que son parciales e incompletos deben ser interpretados a la luz de aquellos que son más completos. Los conflictos entre pasajes deberían decidirse sobre la base de la regla de la mayoría. Si un versículo está en contradicción con otros dos o tres, la perspectiva de la mayoría debe prevalecer; por ejemplo, en las enseñanzas de Pablo sobre el papel de la mujer, donde son más los versículos con un enfoque positivo que los versículos con enfoque negativo.

TRADUCCIONES, DICCIONARIOS Y COMENTARIOS BÍBLICOS

Mencionamos las traducciones más conocidas de la Biblia y algunos recursos que deberían ser de ayuda a cualquier estudiante de ella.

Traducciones de la Biblia

A continuación señalamos las traducciones protestantes más conocidas de la Biblia y ampliamente usadas. En caso de adquirir una, conviene hacer un esfuerzo por conseguir una versión de estudio.

Versión Reina – Valera de 1960. Esta versión ha tenido gran difusión en el mundo hispano tras varias revisiones hechas por la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera y por la Sociedad Bíblica Americana. Existen otras revisiones de esta versión como las efectuadas por Editorial CLIE (1977) y por la Casa Bautista de Publicaciones (1986). Algunas casas editoriales han publicado, con la autorización de las Sociedades Bíblicas Unidas que posee los originales de la revisión de 1960; la Biblia de Estudio (Editorial Mundo Hispano, 1977); la Santa Biblia con Notas, Concordancia y Mapas (Editorial Caribe, 1977).

Además, Editorial Vida ha lanzado diversas ediciones que han tenido amplia distribución. Las ediciones de estudio contienen introducciones útiles sobre cada uno de los libros y comentarios al pie sobre pasajes importantes.

• Reina – Valera Revisión de 1995. Edición de Estudio preparada por Sociedades Bíblicas Unidas, como resultado de un proceso de adaptación al castellano actual de la revisión hecha en 1960. Se trata de una revisión que trata de poner el mensaje bíblico al alcance del sector hispano, sea cualquiera su trasfondo sociocultural y peculiaridades idiomáticas, y ofrecer al lector una amplia información sobre el texto bíblico, la geografía, la historia, la cultura y las circunstancias en que se produjo el mensaje transmitido de una generación a otra.

Dios habla hoy. Versión popular e interconfesional de la Biblia realizada por Sociedades Bíblicas Unidas. Es una traducción directa de los originales: hebreo, arameo y griego. Usa un lenguaje sencillo, fácil de ser entendido por la generalidad de los lectores actuales de hispanoamérica. Desde un principio circularon dos ediciones: una con el canon hebreo, otra con el canon alejandrino que contiene los libros deuterocanónicos. Existe la edición de estudio de esta versión.

Nueva Versión Internacional (NVI, 1999). Esta versión ha sido preparada por la Sociedad Bíblica Internacional, directamente traducida de los textos hebreos, arameos y griegos en sus ediciones disponibles. Un grupo de expertos biblistas de habla española y que pertenecen a varias denominaciones cristianas evangélicas ha tenido a su cargo la traducción. Muchos de ellos son pastores, o profesores de seminarios e institutos bíblicos; es una excelente versión contemporánea.

Recursos para el estudio de la Biblia

Dos ayudas para el estudio de la Biblia que han mostrado ser útiles tanto para principiantes como para estudiantes avanzados de la Biblia son los diccionarios bíblicos y los comentarios bíblicos.

Diccionarios bíblicos. Son colecciones por orden alfabético con información referida a personas, lugares, costumbres, palabras y otros temas. Dos buenos diccionarios son: Nuevo Diccionario Bíblico, publicado por Ediciones Certeza (1991); Nuevo Diccionario de la Biblia (Unilit) y Nuevo Diccionario Ilustrado de la Biblia (Caribe).

Comentarios bíblicos. Son introducciones a cada uno de los libros de la Biblia (con referencias al autor, fecha, mensaje, esquema del libro y otros asuntos), además de comentarios interpretativos sobre el texto y artículos generales sobre geografía, historia y otros temas. Dos buenos comentarios en volumen individual son: Nuevo Comentario Bíblico (Casa Bautista de Publicaciones), y Comentario Bíblico de Matthew Henry (Clie).

A estos recursos conviene añadir la Concordancia de las Sagradas Escrituras (Caribe); Manual Bíblico Ilustrado (Unilit) y Diccionario Teológico (Patmos).

Capítulo 2
EL ANTIGUO TESTAMENTO

El Emperador Federico el Grande le preguntó en una ocasión a su médico personal, el doctor Zimmermann: “Puede mencionarme una sola cosa que por sí sola sea prueba de la existencia de Dios?” Zimmermann respondió: “Los judíos, su majestad!” Con eso quería decir que si uno quiere una prueba de Dios, algo visible y tangible que nadie podría negar, algo que se despliega a la vista de todos los seres humanos, entonces tiene que dirigir su atención hacia los judíos. Simplemente porque allí están, porque sobreviven hasta nuestros días. Cientos de pequeñas naciones en el Cercano Oriente… se han disuelto o han desaparecido en el enorme mar de las naciones; [sólo] esta minúscula nación se ha mantenido… Si alguien pide una prueba de que Dios existe, basta con señalar este simple hecho histórico. En la presencia judía tenemos ante nuestros ojos el testimonio del pacto que Dios hizo con Abraham, con Isaac y con Jacob, y por medio de ellos con todos nosotros. Aun la persona que no entiende las Sagradas Escrituras puede reconocer este recordatorio.

— Karl Barth — Dogmatics In Outline

LAS RAÍCES VETEROTESTAMENTARIAS DE NUESTRA FE

En el Monte Sinaí, Dios estableció un pacto con Israel. Puesto que los cristianos creen que Dios ha establecido un nuevo pacto, sobre la base de la persona y obra de Jesús, tradicionalmente se han referido al pacto que Dios hizo con Israel como el antiguo pacto. Algunos se preguntan por qué habría que tener en cuenta el antiguo pacto, si Dios hizo uno nuevo. La respuesta es que Jesús vino a cumplir las promesas que Dios hizo a Israel, que están contenidas en el Antiguo Testamento. Necesitamos entender esa historia para llegar a comprender el plan de la salvación, que no comenzó en Belén sino con el llamado que Dios hizo a Abraham unos dos mil años antes.

En este capítulo vamos a dar una mirada al prólogo a la historia bíblica: el relato de la creación, Adán y Eva, y la caída para abajo. Luego veremos el llamado de Dios a Abraham, el Éxodo de Egipto y el pacto mosaico. Después daremos una mirada al surgimiento y a la caída de Israel, los dichos y escritos de los profetas, la literatura devocional y de sabiduría producida en Israel. Por último, consideraremos el judaísmo actual, en el siglo XXI.

EL PENTATEUCO: LA CREACIÓN, LA CAÍDA, LA ELECCIÓN, LA SALVACIÓN Y EL PACTO

La historia de cómo Israel llegó a ser una nación está contenida en los primeros cinco capítulos de la Biblia, que en las Escrituras judías se llaman en conjunto la Torá, que se deriva de la palabra hebrea tora que significa “instrucción”. También se los llama Los cinco libros de Moisés, que es la figura principal en cuatro de los cinco libros. En la Biblia cristiana, a los cinco primeros libros se los denomina Pentateuco, que significa cinco rollos (de la palabra griega penta, que significa “cinco” y teukhos, que significa “porta rollos”). La Torá recibe un lugar de honor en la sinagoga (palabra griega que significa “asamblea”) y es un elemento central en la adoración judía: el calendario litúrgico de cada año completa la lectura en voz alta de estos libros.

El Pentateuco contiene los escritos más importantes y sagrados para los israelitas, aquellos en los cuales Dios habló a los ancestros y líderes de Israel: Abraham, Isaac, Jacob y Moisés; eligió a Israel al establecer un pacto con Abraham; rescató o salvó a Israel de su esclavitud en Egipto (el Éxodo); y entró en un pacto con Israel en el Monte Sinaí. Los cinco libros del Pentateuco son los siguientes:

Génesis: La creación del mundo y de la raza humana; la “caída” de Adán y Eva; las historias de Caín y Abel, Noé y el diluvio, y la torre de Babel; el llamado a Abraham para salir a una nueva tierra; y las historias de Abraham, Isaac, Jacob y José.

Éxodo: la esclavitud de Israel en Egipto; el llamado de Moisés en la zarza ardiente; el Éxodo de Egipto; el pacto de especial de Dios con Israel en el Monte Sinaí; y los Diez Mandamientos.

Levítico: Las instrucciones sacerdotales (levíticas) en relación al culto, los sacrificios y las ofrendas; las normas respecto a las comidas limpias e inmundas, y los códigos de comportamiento.

Números: El censo y la organización de las doce tribus de Israel en una comunidad o nación; el llamado de Dios a tomar posesión de Canaán, la tierra que se le había prometido a Abraham; los cuarenta años durante los cuales Israel deambuló en el desierto.

Deuteronomio: Una segunda narración de la historia de Israel: la Shema, que es la gran confesión de fe de Israel; las últimas instrucciones de Moisés a las doce tribus, antes de la invasión a Canaán bajo el liderazgo de Josué; y la muerte de Moisés.

EL PRÓLOGO A LA HISTORIA BÍBLICA

Génesis 1 a 11 son el prólogo a la historia bíblica y la respuesta a la pregunta de Israel: ¿Por qué llamó Dios a Abraham? Dios llamó a Abraham como el primer paso en su plan de rescate de la raza humana, que había caído en una pecaminosa desobediencia y alienación de Dios. El desarrollo de este plan se registra en la narración bíblica que comienza en Génesis 12 y continúa a lo largo del Pentateuco, las narraciones históricas y los libros proféticos del Antiguo Testamento, y los Evangelios y las Cartas y escritos en el NT.

Los dos relatos de la creación (Génesis 1 y 2)

Hay dos narraciones sobre la creación en el Génesis. La primera (1.1–2.4a) es un relato cuidadoso, ordenado y sistemático sobre la creación de los cielos y la tierra, las plantas y las criaturas vivientes, el hombre y la mujer. La segunda narración (2.4b–25) es el relato de cómo Dios formó al hombre, insufló en él aliento de vida, y de una de sus costillas hizo a la mujer. Una forma de considerar estos dos relatos es recordar la escena inicial de la película La novicia rebelde (The Sound of Music). La cámara recorre los Alpes y luego hace una aproximación y enfoca a María, que es el personaje central de la historia. Génesis 1 abre sobre el universo y luego, en Génesis 2, la cámara se aproxima y enfoca en Adán y Eva como personajes centrales de la historia.

En el principio Dios creó. El Génesis se abre con la declaración de que En el comienzo … Dios creó los cielos y la tierra. El universo tuvo un comienzo, y Dios estaba en ese comienzo; y él creó al universo de la nada, en lugar de dar forma a algo que preexistía. La historia de la creación, sin embargo, no se refiere al proceso de la creación sino a quién creó: al que está detrás de la creación, al que dio existencia a todo lo que hay.

El hombre y la mujer: la corona de la creación de Dios. La historia de la creación del hombre y la mujer es diferente de la forma en que Dios creó las estrellas, la tierra y “todas las criaturas vivientes”. Dios se involucró personalmente en la creación de la humanidad. En la primera narración, Dios dice: “Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza” (Gn. 1.26). En la segunda narración, “Y Dios el Señor formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz y le dio vida. Así el hombre comenzó a vivir” (Gn. 2.7). Luego, de la costilla del hombre Dios hizo a la mujer. Más adelante en el relato de la creación, el hombre recibe el nombre Adán, una palabra hebrea que significa “humanidad” (expresando así la unidad de la raza humana) y a la mujer se le da el nombre de Eva, una palabra que significa “vida” (por ser madre de todos los seres humanos). Aunque muchos ven a Adán y Eva como figuras metafóricos o simbólicos, el Nuevo Testamento los considera como seres históricos, como vemos, por ejemplo, en la genealogía de Jesús en Lucas (ver Lc. 3.38).

Cuando Dios insufló vida en el hombre, le impartió algo de sí a la humanidad —podríamos decir que el alma— lo cual nos hace diferentes de todas las demás criaturas. El hecho de haber sido creados a la imagen y semejanza de Dios (lo cual alude a la imagen y semejanza espiritual, puesto que Dios es espíritu, como expresa Jn. 4.24) implica que podemos tener relación con Dios.

(Nota aclaratoria: En los párrafos anteriores y a lo largo de todo el libro a menudo me refiero a Dios usando pronombres masculinos, pero Dios no tiene género: ambos sexos fueron creados a imagen y semejanza de Dios. Uso este lenguaje porque sigo el texto bíblico, que por lo general utiliza los pronombres masculinos al referirse a Dios).

La caída en el huerto (Génesis 2 y 3)

A menudo leemos Génesis 1 y 2 como una unidad: la creación del universo (Gn. 1) y la creación de la humanidad (Gn. 2). En realidad, Génesis 2 debiera leerse en conjunto con Génesis 3 y los capítulos subsiguientes: la creación y la caída de la raza humana. Dios puso a Adán en el huerto de Edén para que lo labrara y lo cuidara, y le dijo que podía comer de todos los árboles del huerto “pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no deberás comer”. Pero la serpiente sedujo a Eva para que comiera del árbol prohibido, y luego también comió Adán. Este relato acerca de cómo comieron del fruto prohibido es el relato de cómo entró el pecado en el mundo: el pecado de desobedecer a Dios, el pecado de actuar en forma independiente del Creador, el pecado de tratar de ser iguales a él. Al comer del árbol, Adán y Eva perdieron la armonía que existía entre ellos y Dios (de quien se escondieron), entre ellos mismos (sintieron vergüenza de estar desnudos) y con el mundo (fueron expulsados del huerto).

La caída para abajo: hermanos; diluvio; torre (Génesis 4 a 11)

La historia de la caída en el huerto continúa con el pecado de los descendientes de Adán y Eva.

Caín y Abel. Caín y Abel eran hijos de Adán y Eva. Caín era agricultor y ofreció a Dios una ofrenda “del fruto de la tierra”. Abel era pastor y ofreció a Dios “lo mejor de su rebaño”. Dios “miró con agrado a Abel y a su ofrenda” pero “no miró así a Caín y a su ofrenda”. ¿Por qué miró Dios con agrado la ofrenda de Abel y no la de Caín? No se nos dice por qué. Muchos creen que el sacrificio de Abel fue aceptado porque dio lo mejor a Dios (“las primicias”), cosa que Caín no hizo (ver He. 11.4). Caín se puso celoso y mató a Abel, convirtiéndose en el primer asesino del que habla la Biblia.

Noé y el diluvio. La humanidad continuó deslizándose para abajo. El pecado llegó a multiplicarse tanto que Dios “se arrepintió de haber hecho al hombre” y decidió eliminar todo lo que había hecho. Pero antes de llevar a cabo su decisión llamó a Noé, “un hombre justo” (Gn. 6.9). Dios envió luego un diluvio sobre la tierra, pero salvó a Noé y a su familia como remanente para seguir adelante con sus propósitos. Después del diluvio, Dios entró en un pacto irrevocable con Noé y todas las criaturas vivientes, y dio el arco iris como señal de ese pacto perdurable (9.8–17).

La torre de Babel. Dios bendijo a Noé. Pero sus descendientes, al igual que los de Adán y Eva, cayeron en desgracia con Dios, como vemos en la historia final del prólogo bíblico, en los hechos que tuvieron lugar en la torre de Babel. La actitud de la raza humana, continuamente centrada en sí misma, llevó a los hombres a construir un ziggurat, una torre-templo mesopotámica, para honrarse a sí mismos y no a Dios. El Señor bajó y confundió el idioma entre ellos — empezaron a bla–bla— para que no pudieran seguir conspirando para hacer el mal; así, los dispersó hacia los cuatro puntos cardinales.

La historia de la caída nos habla acerca de los orígenes del pecado, la universalidad del pecado y el juicio de Dios sobre el pecado. Pero también nos dice que Dios ama a la humanidad: él hizo vestimentas para Adán y Eva antes de expulsarlos del huerto; le dio a Caín una señal de protección antes de enviarlo como errante por la tierra; le dijo a Noé que construyera un arca para sí y para su familia antes de enviar el diluvio; y llamó a Abraham para que fuera el padre de una comunidad que guiaría a los pueblos de la tierra a tener nuevamente comunión con Dios y entre ellos.

334,20 ₽
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401 стр. 3 иллюстрации
ISBN:
9781646910885
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