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En el marco de este paradigma, se pasa del uso intensivo de energía y materias primas y productos tangibles al uso de información y conocimiento; aquí adquieren valor los servicios y lo intangible, lo que genera cambios en la producción, la cual ya no será en masa y estandarizada, sino diversificada, segmentada y adaptada según necesidades y particularidades de clientes. De las estructuras organizacionales centralizadas se pasa a organizaciones descentralizadas, lo que da lugar a modelos de funcionamiento ajustados a la filosofía de las comunidades de conocimiento. En estas nuevas organizaciones no se habla de personal ni de recurso humano, sino de capital humano, expresión mediante la cual se concibe la mano de obra como activo, el entrenamiento como inversión y el conocimiento y la experiencia como capital.

A partir de estos rasgos generales distintivos del surgimiento de una nueva sociedad, se impone la necesidad de formar a los profesionales de la información sobre la base de una racionalidad comunicativa-cognitiva compleja, que trasciende la visión procedimental-instrumental y solo tecnológica de las profesiones vinculadas con la difusión del conocimiento, para pasar a plantear una visión mucho más holística e integral de estas profesiones, con el fin de articularlas con el aprendizaje individual y organizacional y la expansión de la inteligencia humana y social. Se trata de una resemantización del rol del profesional de la información. En palabras de Sánchez-Vegas (2000), el profesional emergente de la información debe asumir un rol transfigurador, lo cual significa mucho más que un cambio; se refiere a una transformación profunda que toque sus mapas de pensamiento y de acción.

Ello debe partir de una revisión teórico-conceptual de los fundamentos de las denominadas ciencias de la información, en especial las perspectivas bibliotecológicas, documentalistas e informacionalistas, elaboradas para generar esquemas explicativos acerca de la naturaleza y alcance de las organizaciones de conocimiento y de los profesionales que las dirigen. Con esto se pretende determinar hasta qué punto tales esquemas siguen vigentes o han perdido poder explicativo ante el surgimiento de un nuevo orden social que demanda revisiones y ajustes. Tal es el propósito de este estudio: proponer, luego de una revisión de perspectivas, un sistema de conceptos más acorde con los rasgos que definen a la nueva sociedad del conocimiento, la comunicación y el aprendizaje.

Junto con estas concepciones, también se tienen las ideas expuestas por la Unesco (2008), según las cuales en el origen de los conceptos sociedad de la información y sociedad del conocimiento existen diferencias ideológicas importantes y no solo semánticas. La sociedad de la información sigue siendo el concepto dominante, considerado casi un sinónimo de sociedad contemporánea, posindustrial y definida, porque en ella es clave la producción, distribución y manipulación de información. La sociedad del conocimiento, en cambio, tiene importantes matices y diferencias que privilegian la caracterización de la sociedad actual hacia una dimensión de transformación global y pluralista del desarrollo. El concepto de sociedad del conocimiento es más una utopía a la cual hay que aspirar.

La Unesco (2008) continúa planteando que la sociedad del conocimiento no existe como una realidad en el mundo contemporáneo. Es más bien una aspiración o ideal, que para algunos debería reemplazar al actual modelo de desarrollo basado en la producción tradicional de información. Si bien no será posible llegar a la sociedad del conocimiento sin las TIC, también se requieren profundos cambios estructurales en las sociedades actuales, entre ellos lograr que la información deje de ser monopólica y basada exclusivamente en las leyes del mercado. Los sectores que proponen el concepto de sociedad del conocimiento lo hacen apostando a la educación como la estrategia fundamental que permitiría empoderar a los ciudadanos para la apropiación crítica y significativa de los contenidos, lo cual implica imprimir espíritu crítico y aplicación de procesos cognitivos de caracterización, conceptualización, análisis, síntesis, evaluación, entre otros.

1.2 Diversas concepciones de la tecnología

Una vez se ha visto ya que el concepto de tecnología en un contexto de las sociedades de la información y del conocimiento alude no solo a un carácter instrumental y técnico, sino también a un matiz cognitivo y de desarrollo, se consideran entonces algunas de las acepciones que el Diccionario de la lengua española (Real Academia Española [RAE]) da de este término, las cuales están relacionadas con los conocimientos propios de un oficio mecánico o arte industrial y con el lenguaje perteneciente a una ciencia o arte (RAE, 2016). En esencia, si se considera la etimología del término, bien podría decirse que la tecnología es el discurso acerca de un arte (Laboratorio de Inteligencia Colectiva [LINC], 2007).

En palabras de Rodríguez (1998), el concepto de tecnología es polisémico y con múltiples interpretaciones; de allí que se considere el conocimiento tecnológico como un conjunto de atributos reflexivos que fundamentan las actividades, lo cual les proporciona una base argumentativa que permite su explicación. Siguiendo la idea de este autor, el conocimiento tecnológico demanda una relación indisoluble entre la teoría y la práctica, así como el acopio permanente de información que permite nuevas formas, nuevas técnicas y nuevos resultados.

Algunas de las características del conocimiento tecnológico son, en consecuencia, la interdisciplinariedad, la transformación constante y el carácter reflexivo, en dos sentidos: por una parte, la causalidad y la verdad de una producción; por la otra, las posibles y distintas alternativas para obtener esa producción (la transformación tecnológica). El conocimiento tecnológico es creatividad, lo que no impide buscar nuevos espacios aun sin antecedentes previos.

Peña (2008) sostiene que cuando se habla de tecnología, es necesario considerar el concepto de técnica. En principio hay que señalar que la técnica existe en contextos cambiantes que determinan su comportamiento, y se refiere a creaciones tangibles e intangibles —bien sea de tipo social u organizacional— que permiten solucionar problemas específicos o facilitar la ejecución de alguna labor que, por lo general, amerita esfuerzo. En esta línea, para la autora la tecnología es posible definirla como la producción de objetos y procesos útiles al ser humano, y también como la aplicación del conocimiento científico y común para resolver problemas humanos complejos. Por ende, está vinculada con el saber hacer y la utilidad. Dada esta definición, se entiende entonces que la técnica siempre ha acompañado al hombre desde su existencia, cada vez que ha buscado o ideado formas de hacerle frente a las dificultades que le plantea su relación con el entorno, o sencillamente porque desea mejorar su situación en cualquier ámbito (Morles, 2001).

La tecnología se entiende entonces como el estudio o reflexión sobre la técnica, de modo que es posible concebirla como la ciencia o los productos de la técnica. Esta definición es una inferencia elemental fundamentada en la etimología de la palabra tecnología, la cual es de origen griego, proviene de los vocablos techno, que significa “saber útil”, y logos que es “el estudio de”. Otros autores señalan que la tecnología es un cuerpo de conocimientos que es compatible con la ciencia coetánea y controlable por el método científico, y se emplea para controlar, transformar y crear cosas o procesos naturales o sociales. La filosofía de la tecnología incorpora aspectos gnoseológicos, ontológicos, axiológicos y éticos.

De acuerdo con la perspectiva de González, López y Luján (2004), en el análisis sobre las concepciones de la tecnología han prevalecido dos posiciones, una que la considera según un carácter intelectualista y otra que la analiza desde una perspectiva artefactual. La concepción intelectualista de la tecnología la entiende como ciencia aplicada, es decir, como conocimiento práctico que se deriva de la ciencia y del conocimiento teórico. Las teorías científicas son previas a cualquier tecnología, de manera que no existe tecnología sin teoría, pero pueden existir teorías sin contar con tecnologías.

La concepción artefactual de la tecnología, por su parte, asume la tecnología a partir de un carácter instrumental. En este sentido, las tecnologías son simples artefactos o herramientas construidas para una variedad de tareas. Dentro de esta perspectiva se considera que la tecnología es independiente de cualquier sistema político y social, de modo que esta concepción también plantea que cualquier tecnología puede transferirse de un país a otro sin más dificultad que la concerniente a los financiamientos. No cabe duda de que esta concepción de la tecnología es por demás reduccionista, lo cual impide un análisis crítico al desconocer los intereses sociales, políticos y económicos de aquellos que las diseñan, desarrollan, controlan y financian.

Hoy en día se está manejando un concepto de tecnología que tiende a dar un mayor realce a los procesos que conducen a la generación de resultados, es decir, a la práctica tecnológica. Este planteamiento se ubica en la perspectiva de los estudios de ciencia, tecnología y sociedad (CTS), enfoque que reconoce la interacción efectiva que debe observarse entre la ciencia, la tecnología y el desarrollo social; por ello se identifica con acciones educativas para fortalecer capacidades científicas y tecnológicas y también como una disciplina desde cuyos cuerpos conceptuales y metodológicos se genere la base empírica para la formulación de políticas públicas para desarrollar la ciencia y la tecnología.

En este contexto, González, López y Luján (2004) introdujeron el concepto de socio-sistema, cuyos dispositivos de organización y estructuración son las tecnologías, concebidas como los procesos que generan productos derivados de la reflexión. Esta concepción de tecnología es la que quizás más se aproxima a la idea que se pretende fundamentar de tecnología cooperativa, concebida como un proceso pensado generado y validado a partir de la reflexión y la acción colectiva, orientada hacia la creación de comunidades articuladas sinérgicamente por valores comunes, las cuales proyectan y construyen visiones prospectivas, que se concretan en el presente.

Otra fuente que se considera importante revisar es la del Reglamento Parcial de la Ley Orgánica de Ciencia, Tecnología e Innovación referido a los Aportes e Inversión. Aunque no se define el concepto de tecnología, sí define en el artículo 2, aparte 4, el término transferencia de tecnología (TT), idea fundamental ligada al concepto analizado en estas líneas. Sobre TT se dice que es:

Proceso e interrelación que se establece entre un sujeto, persona o empresa que posee la tecnología o los conocimientos para producir, utilizar o manejar un bien, negocio, producto o servicio y que traslada, intercambia, entrega, vende o negocia a otra persona, sujeto o empresa, dichos conocimientos, procedimientos o formas de hacer, para su captación, aplicación, producción y aprovechamiento por el entorno social y económico del país, procurando la apropiación del conocimiento por parte de la colectividad. (Decreto 4891 de 2006)

La noción de TT muestra que la tecnología es posible promoverla, a un mismo tiempo, como saber y como hacer, y también puede ser transferida y apropiada por un colectivo en pro de su máximo aprovechamiento social y económico. Se puede ubicar la tecnología en un ciclo que incluye desde la generación y transferencia hasta la apropiación para impulsar cambios y transformaciones en diversos contextos situacionales.

Pirela et al. (2008), al fundamentar la creación del Centro de Investigación y Desarrollo en Tecnologías del Conocimiento (Cidtec), señalan que tanto la ciencia como la tecnología y la innovación componen un arco (al modo de ver de Nicolescu) cuyo eje de impulso y dirección lo conforma el conocimiento en todas sus manifestaciones (de lo cotidiano, científico, cultural, etcétera). El conocimiento representa la primera posibilidad de transformación social y científica; implica un estado de conjunción consciente con el comprender, el ser y el aprehender. La ausencia de tal conciencia impediría cualquier opción transformadora y renovadora de la realidad.

1.3 Tipos de tecnologías

La literatura especializada refiere diversos tipos de tecnologías y diferentes usos del concepto de tecnología, asociados con procesos no solo industriales, energéticos y de producción, en los ámbitos empresariales. Se habla de tecnología para aludir a procesos investigativos, educativos y, últimamente, de intervención social, que generen beneficios y bienestar a los grupos comunitarios organizados. Galindo (1998) habla, por ejemplo, de una tecnología investigativa para referirse al arsenal metódico y técnico que un investigador puede usar con el propósito de operar interactivamente desde su mente hacia el mundo explorado y construido. A partir de esta perspectiva la tecnología investigativa está asociada entonces con la acción, y por lo tanto es la investigación en sí.

Páez (1992) se refirió también a varios tipos de tecnologías: las instrumentales, las sociales y las intelectuales. Las tecnologías instrumentales son las relacionadas con máquinas y herramientas e implican también el conocimiento y las habilidades para su operación. Las sociales tienen que ver con el conocimiento implícito en el direccionamiento de grupos humanos hacia la obtención de fines productivos específicos. Finalmente, las tecnologías intelectuales aluden a las estrategias de alto nivel que convergen en el modelaje del proceso cibernético del conocimiento mismo.

En cuanto a las tecnologías sociales, Picón et al. (2005) proponen la construcción de una tecnología social de mediación (TSM), la cual se entiende como un conjunto de acciones metódicas y técnicas destinadas a promover cambios profundos en los componentes sustantivos de la cultura escolar. La construcción de la TSM se apoya en el estudio de antecedentes, en análisis teóricos y, fundamentalmente, en trabajos de campo realizados para el desarrollo del proyecto La Universidad Va a la Escuela (LUVE).

Puede observarse que la tecnología social y la intelectual están asociadas con la construcción de procesos, métodos y técnicas orientadas hacia la organización de la participación de actores medulares en la producción de significados que permiten orientar las acciones en determinadas direcciones. El concepto de TSM alude a un conjunto de concepciones teóricas que guían la realización de etapas y procedimientos con el fin de generar cambios en la cultura escolar.

Pirela et al. (2008) trabajaron el concepto tecnología de conocimiento (TC) para fundamentar la creación de un nuevo centro de investigación y desarrollo en la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad del Zulia. La concepción de TC se relaciona a su vez con la idea de tecnología intelectual de Lévy (1993), según la cual los cambios y las transformaciones de este momento, como en ningún otro, son del orden del conocimiento. La fuente del cambio y la invención tecnológica moderna son la codificación del conocimiento técnico, ya que la sociedad se fundamenta en su transmisión. La TC se sustenta en las TIC, las cuales constituyen, según lo acordado por la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información (CMSI), herramientas de acceso a la cultura y al saber, fundamentales en el acometimiento de acciones necesarias para la superación de brechas sociales y económicas.

A la luz del proyecto de creación del Centro de Investigación y Desarrollo en Tecnologías del Conocimiento (Cidtec), se entiende, entonces, la TC como las concepciones, principios y formas de hacer que se traducen en modos innovadores para abordar problemas y generar soluciones creativas en el ámbito de los procesos de creación, captura, organización, representación, socialización, transferencia, mediación y medición, uso y apropiación del conocimiento, entendido como un proceso y un producto al mismo tiempo, que resulta de la elaboración y recreación de la información sustantiva, aquella a la que el sujeto, los grupos y las organizaciones le atribuyen significado para expandir el horizonte cognoscitivo, solucionar problemas y aprovechar oportunidades.

El concepto de tecnología cooperativa que se pretende fundamentar se apoya en la perspectiva de Páez (1992), relacionada con la tecnología social y la intelectual, en la idea de relación entre los sociosistemas y las tecnologías, como dispositivos que organizan la acción deliberada y consciente (González, López y Luján, 2004), y también en la noción de Picón et al. (2005) sobre el planteamiento de una TSM.

La tecnología cooperativa que aquí se propone se fue construyendo y configurando a partir de la experiencia del autor en los procesos de reflexión, evaluación y propuestas de diseños curriculares en el área de las ciencias de la información; procesos en los cuales estuvo vinculado desde hace quince años. En este sentido, la tecnología cooperativa para el diseño del perfil por competencias del profesional de la información se define como un conjunto de concepciones que fundamentan la acción reflexiva, orientada hacia la evaluación y diseño curricular en el área. La tecnología se apoya en el uso crítico de recursos de tecnología instrumental de información y comunicación para sistematizar los significados, hacer seguimientos y monitoreos permanentes, e integrar y consolidar resultados.

El sustrato de la tecnología es la cooperación, entendida desde el enfoque del currículo cooperativo incardinado de Rincones (2007), según la cual la cooperación se expresa mediante la relación solidaria y democrática entre individuos, grupos u organizaciones para el logro de objetivos y metas comunes; se basa en la acción voluntaria de altruismo recíproco, en función de lo cual se demuestra confianza mutua para compartir recursos, costos, riesgos, beneficios y servicios, mediante acuerdos a mediano o largo plazo, a fin de satisfacer necesidades percibidas que contribuyan al bienestar y supervivencia del colectivo.

La tecnología cooperativa asume también como uno de sus ejes conceptuales medulares la transversalidad, la cual, según Bravo (2006), permite la construcción de un pensamiento crítico producto de la interacción de diferentes ejes, alrededor de una ética para la convivencia. Precisamente en las etapas de participación de actores medulares, la convivencia y el compromiso ético y la generación de espacios de convivencia fueron principios fundamentales para el develamiento de las competencias que se están exigiendo a los profesionales de la información.

La tecnología cooperativa, en su dimensión operativa, se concreta en fases de realización que incluyen procedimientos de análisis teórico y crítico, de estudio de tendencias, el cotejo de estudios de mercado y la participación abierta y colectiva en torno al futuro de la formación del profesional de la información, desde la visión de los egresados, estudiantes y representantes del sector empleador. Todo ello sin dejar de lado la fundamentación teórica, epistemológica y axiológica que guio el proceso de concepción y ejecución de cada una de las etapas, procesos y productos de la tecnología cooperativa.

Nota

1 Los autores mencionados en este párrafo fueron citados por Pineda (1996).

Capítulo 2

Fundamentos teóricos, epistemológicos y axiológicos para diseñar los perfiles de los profesionales de la información en las sociedades del conocimiento
2.1 Algunas tendencias y concepciones curriculares que fundamentan la concepción y diseño de los perfiles profesionales

Para fundamentar teórica, epistemológica y axiológicamente el proceso de concepción y diseño de perfiles profesionales es importante precisar ideas referidas a las concepciones de educación y currículo como elementos mediadores entre la teoría educativa y su práctica. Esta definición de tendencia se expresa en lineamientos generales para la planificación y la ejecución curricular. En este contexto, las tendencias no son solo las orientaciones que están ya señaladas en los diseños curriculares de las carreras y que definen una determinada racionalidad educativa y social, sino también las ideas que están manejando los expertos sobre el futuro de la educación superior.

La construcción y validación de la tecnología cooperativa (TC) también consideró la premisa de que ante la complejidad y el dinamismo de la sociedad actual se requiere repensar el currículo de las escuelas de bibliotecología, archivología y ciencias de la información de América Latina, ya que este debe articularse en torno a la posibilidad de formar profesionales de la información que contribuyan, de manera decisiva, con la construcción de una sociedad incluyente del conocimiento, que potencie además el ingenio humano.

Sobre la base de estos principios, se identificaron dos ejes para la fundamentación teórica de la TC para diseñar el perfil por competencias del nuevo profesional de la información: por un lado, las características de un contexto social signado cada vez más por la turbulencia y la incertidumbre; por el otro, las tendencias educativas que de ese contexto emergen y cómo han sido interpretadas, interiorizadas y expresadas en los diseños curriculares de las escuelas de bibliotecología, archivología y ciencias de la información de Iberoamérica y el Caribe.

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