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Catalogación en la publicación – Biblioteca Nacional de Colombia

Pirela Morillo, Johann

Perfiles del profesional de la información en la sociedad del conocimiento / Johann Pirela Morillo. --1a. ed. – Bogotá : Universidad de la Salle, 2016.

200 p.

Contiene datos biográficos del autor en la cubierta. -- Incluye referencias bibliográficas.

ISBN 978-958-8939-63-6 -- 978-958-8939-64-3 (e-book)

1. Profesionales de información 2. Bibliotecología como profesión I. Título


CDD: 020.92 ed. 23CO-BoBN– a985664

ISBN: 978-958-8939-63-6

e-ISBN: 978-958-8939-64-3

Primera edición: Bogotá D.C., junio de 2016

© Derechos reservados, Universidad de La Salle

Edición:

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Dirección editorial

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Coordinación editorial

Andrea del Pilar Sierra G.

Corrección de estilo

Alejandro Molina

Diagramación

Nancy Patricia Cortés Cortés

Diseño de portada

William Naizaque

Diseño de ePub

Hipertexto

Queda prohibida la reproducción total o parcial de este libro por cualquier procedimiento, conforme a lo dispuesto por la ley.

A mis padres:

María Magdalena Morillo González y

Hermán Enrique Pirela Bohórquez,

forjadores de mi vida y orfebres de mi ser.

Contenido

Introducción

Capítulo 1. Sobre las sociedades de la información y el conocimiento y la construcción del concepto de tecnología curricular cooperativa para la definición de perfiles de los profesionales de la información

1.1.Rasgos distintivos en el paso de la sociedad de la información a una sociedad del conocimiento, la comunicación y el aprendizaje

1.2.Diversas concepciones de la tecnología

1.3.Tipos de tecnologías

Capítulo 2. Fundamentos teóricos, epistemológicos y axiológicos para diseñar los perfiles de los profesionales de la información en las sociedades del conocimiento

2.1Algunas tendencias y concepciones curriculares que fundamentan la concepción y diseño de los perfiles profesionales

2.1.1 Contexto de las tendencias educativas: las sociedades de la información y del conocimiento

2.1.2 Tendencias educativas que emergen en el contexto de las sociedades de la información y del conocimiento

2.2Fundamentos epistemológicos de la tecnología cooperativa

2.3Bases axiológicas

2.4Perfiles en la formación de los profesionales de la información en Venezuela

2.4.1 La Escuela de Bibliotecología y Archivología de la Universidad Central de Venezuela

2.4.2 Escuela de Bibliotecología y Archivología de la Universidad del Zulia

2.4.3 Programa en Ciencias de la Información de la Universidad Politécnica Territorial de Lara “Andrés Eloy Blanco”

2.4.4 Programa en Información y Documentación de la Universidad de Yacambú

2.5Antecedentes de la caracterización del mercado laboral del profesional de la información en Venezuela

Capítulo 3. Fases y procesos investigativos para la definición de los perfiles del profesional de la información en la sociedad del conocimiento

3.1Fase 1: Revisión de tendencias y mejores prácticas en el diseño de los perfiles por competencias del profesional de la información

3.2Fase 2: Participación de actores medulares en la definición del perfil por competencias del profesional de la información

3.2.1 La voz de los profesores en la elaboración del perfil por competencias

3.2.2 La participación de los egresados, los estudiantes y del sector empleador en la definición del perfil por competencias del profesional de la información

3.3Fase 3: Revisión de estudios de los mercados de trabajo en bibliotecología, archivología y ciencias de la información

3.3.1 Algunos estudios de los mercados de trabajo del profesional de la información

3.3.2 Mercados laborales del profesional de la información en Iberoamérica. Revisión de estudios recientes

3.3.3 Aproximación al mercado de trabajo del profesional de la información en Venezuela

Capítulo 4. Perfiles de los profesionales de la información

4.1El perfil por competencias del nuevo profesional de la información

4.2Roles profesionales, ejes curriculares y líneas de investigación asociadas al perfil

4.3Intersección del perfil profesional por competencias con componentes estratégicos

Conclusiones

Referencias

Anexos

Introducción

Este trabajo tiene el propósito de mostrar los perfiles actuales que se han definido para la formación de los profesionales de la información. Tales perfiles se muestran a partir de resultados de estudios realizados en diversos países iberoamericanos, relacionados con la demanda de los mercados laborales para este tipo de profesionales, frente a los desafíos de las sociedades de la información y el conocimiento, una de cuyas características es la conformación de redes no solo tecnológicas, sino también sociales, de conocimiento y de aprendizaje, que potencian los procesos de creación, socialización y transferencia de los saberes.

El libro presenta también resultados del proceso de evaluación y propuesta de un nuevo diseño curricular para la Escuela de Bibliotecología y Archivología de la Universidad del Zulia, la cual además se inserta en un sistema de formación pregrado-posgrado e investigación y desarrollo. Las premisas que guiaron tales procesos apuntan a dos horizontes de sentido: 1) la necesidad de diseñar un camino propio para evaluar el impacto del diseño curricular vigente en la mencionada escuela desde 1995, y 2) el compromiso de generar una propuesta para la formación prospectiva, pertinente e innovadora del profesional de la información, considerando las tendencias proyectadas para las ciencias de la información en general, para la profesión en particular, y en sintonía con el modelo de desarrollo social, educativo, científico y cultural. Se busca que dicha formación, además, se expanda hacia el posgrado y la investigación institucionalizada, con miras a generar espacios de innovación y de reflexión permanente sobre el quehacer en las ciencias de la información.

Cabe destacar la metodología utilizada, la cual estuvo orientada hacia la construcción y validación de una tecnología que denominamos curricular cooperativa; esta se entiende como un conjunto de procedimientos y técnicas para estructurar el perfil por competencias del profesional de la información y la generación de líneas y pautas para la gestión curricular del pregrado, posgrado e investigación institucionalizada. Esto se hace con el fin de configurar un sistema articulado para la formación del profesional de la información frente a las demandas y retos de las sociedades de la información y del conocimiento.

La tecnología curricular cooperativa resultó del análisis documental y la comparación crítica de perfiles por competencias proyectados para los profesionales de la información, con la consulta a actores medulares que intervienen, participan activamente y son influenciados por los procesos formativos. Entre ellos se encuentran los estudiantes, los egresados, los profesores de la Escuela de Bibliotecología y Archivología y el sector empleador, representados por profesionales del área que tienen injerencia en la toma de decisiones relativas a la selección de personal en el área, para los diversos ámbitos que componen el sector informacional.

El trabajo está estructurado en cuatro capítulos. En el primero se incluye la fundamentación teórico-conceptual del término tecnología cooperativa; el segundo trata sobre las bases epistemológicas, legales y axiológicas propiamente dichas de la tecnología cooperativa; el tercero se refiere a la caracterización de cada una de las fases en los procesos de investigación de profesionales de la información, y, finalmente, en el cuarto capítulo se alude a los productos derivados del proceso de concepción y diseño.

Como resultado de la construcción y validación de la tecnología cooperativa, se tiene la definición del perfil por competencias del nuevo profesional de la información, organizado en función de establecer relaciones formativas con el posgrado y la investigación e innovación. Con ello se garantiza la superación del paradigma mecanicista y positivista que predomina en la concepción, diseño y ejecución del currículo, solo como plan de estudios, para así extender la perspectiva hacia un enfoque mucho más integrador, complejo y dinámico, que considere el currículo en el entramado de un sistema de relaciones que vincula las experiencias formativas del pregrado con el posgrado y la investigación institucionalizada.

Se considera que la metodología para la evaluación y propuesta de nuevos perfiles se puede entender dentro de la tecnología cooperativa, diseñada como marco de referencia para emprender procesos de revisión, evaluación y diseño del currículo en ciencias de la información y en otras áreas de las ciencias humanas y sociales, en las cuales son importantes los procesos de interacción dialógica.

Capítulo 1

Sobre las sociedades de la información y el conocimiento y la construcción del concepto de tecnología curricular cooperativa para la definición de perfiles de los profesionales de la información

La demarcación de los conceptos sociedad de la información, sociedad de la comunicación y sociedad del conocimiento es de suma importancia porque frecuentemente aparecen en la literatura especializada como sinónimos, y en realidad existen diferencias importantes asociadas con el alcance de los conceptos de información, comunicación y conocimiento. Antes de caracterizar algunos rasgos estructurales que permiten hablar de una posible transición de la sociedad de la información —tal como fue definida por expertos durante las décadas de los sesenta, setenta y ochenta— a una sociedad del conocimiento, la comunicación y el aprendizaje, es importante partir de la premisa de que la información no es lo más importante si no lo que hacen con ella los actores en interacción dialógica (Galindo, 1998).

En una primera aproximación es posible definir la sociedad de la información como aquella en la que se reconoce la convergencia entre la microelectrónica, la informática y las telecomunicaciones, y se asumen como prioritarias y estratégicas para el desarrollo, las actividades de procesamiento, almacenaje, distribución y venta de información. Según Pineda (1996), este concepto comenzó a utilizarse desde los sesenta en Estados Unidos, pero fue ampliado y diversificado en función de los enfoques de otros autores como Bell (1973), Galbraith (1967), Toraine (1971), quienes prefirieron utilizar el concepto de sociedades postindustriales; Jones (1963) y Baudrillard (1970), que utilizaron la expresión sociedades de consumo; Plassard-Scardigli (1984), con su concepto de sociedades digitales, y, finalmente, Nora Minc (1978) y Masuda (1980)1 quienes hablaron de sociedades informatizadas.

A pesar de que se trata de conceptos diversos, en el fondo lo que se planteó con la definición de sociedad de información fue el producto de un estado del desarrollo de la humanidad, que evolucionó a partir del uso de materias primas extraídas de la naturaleza hasta la centralidad que el sector servicios e información adquirieron en la sociedad y la importancia estratégica de los flujos de datos globales y locales, como punto de partida para impulsar el desarrollo. Aún se sigue empleando este concepto para caracterizar la complejidad y dinamismo de la sociedad del nuevo milenio. Sin embargo, y partiendo del objetivo de esta tesis, existen importantes diferencias entre una sociedad que se centra en la información y una en la comunicación y el conocimiento, y más aún en el aprendizaje. La principal idea que fundamenta la diferencia entre la sociedad de la información y la de la comunicación se basa en el planteamiento de Pasquali (2003), según el cual la información no es el elemento que hace y construye la sociedad, sino corresponde, más bien, a la posibilidad de generar espacios para el encuentro, la interacción y el diálogo.

Los seres humanos se realizan realmente en cuanto tales en la medida en que se reconocen como parte de un grupo social, del cual participan por medio del lenguaje; es decir, la comunicación —en sus múltiples modalidades y tipologías— es lo que hace a las personas seres sociales. Además, según Pasquali, la diferencia esencial entre información y comunicación está en la posibilidad de retorno y del reconocimiento de un receptor, en tanto que representa al “otro” en el proceso de comunicación. Ahora bien: los modelos de comunicación en estos momentos apuntan a transformaciones sustanciales asociadas a cambios en las formas tradicionales de comunicación social, masiva y cara a cara.

Se habla entonces de la irrupción de nuevos modos de comunicarnos gracias a las posibilidades y resonancias que acarrea la comunicación mediada por computador y, más específicamente, las comunicaciones globales e interactivas posibles a partir de los recursos telemáticos disponibles en internet, mediante los cuales se acortan distancias, se puede compartir información y conocimiento, y poner en “relación” las múltiples inteligencias de los sujetos interconectados por las redes, que están creando una nueva gramática del mundo, con la cual llegan a transformar conceptos fundamentales para la comprensión de la realidad, como los de tiempo, espacio, materialidad y discursividad.

Frente a las comunicaciones mediadas por computadoras, se les ofrecen a los sujetos nuevas y complejas alternativas para crear modalidades de encuentro, debate y diálogo; se trata de la conformación de comunidades virtuales, las cuales se entienden como espacios de interlocución sin contacto directo con los otros, pero que establecen un contacto virtual, simbólico y complejo, mediado por una comunicación sincrónica —como es el caso de los chats— y diacrónica —en el caso del correo electrónico—. Con ello se abren espacios para la creación de comunidades invisibles, cuyo ámbito o territorio es más conceptual que perceptual, en las cuales los sujetos son segmentados en “tribus electrónicas”, diferenciados por sus gustos y aficiones, y en las que constantemente se produce un refuerzo mutuo de la identidad compartida (Guberns, citado por Pineda et al., 2003).

Si entre los conceptos de sociedad de la información y sociedad de la comunicación existen diferencias importantes, derivadas de la naturaleza diferenciadora a las cuales esas sociedades hacen referencia, también es posible plantear divergencias entre estos. La idea que fundamenta la diferencia entre estas dos últimas categorías conceptuales es que la información en sí misma no agrega valor a las acciones humanas y sociales; se requiere que el sujeto de una forma deliberada aprenda a identificar aquella que es realmente significativa para la solución de sus problemas, y ello implica convertir información pasiva en “activa” (Sánchez-Vegas, 2004), es decir, en conocimiento útil para tomar decisiones y resolver problemas, con el propósito de generar equilibrio y desarrollo social.

De manera, pues, que el salto cualitativo que se debe dar entre contar con información y construir conocimiento útil, mediado por las nuevas formas de comunicación digital, tiene que ver con el aprendizaje de las habilidades y destrezas de agregación de valor y el de la interacción en contextos comunicacionales mediados por computadoras. Esto se refiere en concreto a saber seleccionar información, compararla, evaluarla, analizarla, sintetizarla, interpretarla, y hacerlo con un conocimiento consciente acerca de lo que implica interactuar tecnológicamente; es decir, es un asunto de manejo integral y estratégico del recurso información por parte de los ciudadanos para mejorar la calidad de vida y alcanzar la libertad de pensamiento y de acción, sobre la base de una visión ética de esa agregación de valor.

Es este el tipo de sociedad que debemos aspirar: una sociedad de la información y del conocimiento entendida no como frías conexiones electrónicas, sino más bien como un espacio social vivo, activo y participativo, articulado a partir de la apropiación social y crítica de la información para convertirla en conocimiento, que se valga de las posibilidades que encierran los medios telemáticos, para generar desarrollo humano y social.

1.1 Rasgos distintivos en el paso de la sociedad de la información a una sociedad del conocimiento, la comunicación y el aprendizaje

Ante los avances y aceleramientos del fenómeno de la globalización y el desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), se ha llegado hasta un punto tal en el que todas las actividades humanas se apoyan en medios telemáticos e interactivos, de allí que se asista a un giro conceptual de las expresión sociedad de la información hacia otros tipos de nociones que plantean el surgimiento de estructuras societales, organizadas a partir no solo de las tecnologías, sino también de la conversión de los datos y la información en conocimiento, mediante refinados procesos que agregan valor a la información. Todo esto puede desembocar en el futuro en una sociedad que, apoyada en las tecnologías, potencie la inteligencia y el ingenio humano. Aceptar esta aseveración nos ubica en la idea de Pineda et al. (2003) según la cual quien adquiere prevalencia en estas estructuras sociales es el sujeto mismo, sus procesos de aprendizaje y cognición, por encima de las tecnologías.

Aunque es común encontrar las expresiones de sociedad de información y sociedad del conocimiento, la comunicación y el aprendizaje como sinónimas, en el fondo existen diferencias importantes, derivadas de la naturaleza y alcance de los conceptos información, conocimiento y comunicación. Pasquali (2003) llega incluso a señalar que la expresión sociedad de la información es incoherente porque solo la comunicacióndiálogo crea sociedad.

Una de las diferencias conceptuales importantes entre una sociedad y otra es el paso de la verticalidad —que supone las relaciones jerárquicas asumidas por los actores en la sociedad de la información— a la horizontalidad de los contactos humanos contextualizados en estructuras mixtas, propios de las sociedades de la comunicación, del conocimiento y el aprendizaje. En tales sociedades se introducen nuevas metáforas utilizadas para simbolizar el espacio-tiempo actual: cibersociedad, cibercultura y ciberciudad, las cuales reconocen el carácter evolutivo, complejo y dinámico de la sociedad y la cultura, cuyos espacios humanos pudieron haber llegado hasta un punto tal de construcción que produjo una nueva forma de explorar y colonizar: el ciberespacio (Galindo, 2000).

De esta manera, en el contexto del surgimiento de una nueva sociedad, a la que Drucker (1999) le da el calificativo de nueva revolución de la información, se requiere un cambio en los conceptos utilizados para referirse a las organizaciones encargadas del procesamiento y conversión de los datos e información en conocimiento útil para la resolución de los problemas. Este autor plantea que no se trata tanto de una revolución de tecnología, maquinaria, técnicas, software, sino más bien de una revolución en los “conceptos” y en el “sentido” que debe dársele a la información, lo cual trae como consecuencia el replanteamiento de las tareas por realizar con la ayuda de la información y, junto con ello, el de las instituciones que realizan estas tareas (p. 136).

En un estudio realizado por Pineda y et al. (2003) se caracterizó la sociedad de la información, tomando en cuenta perspectivas de autores latinoamericanos como Trejo (1996) y Pineda (1996 y 2000), norteamericanos como Negroponte (1995), y europeos como Aguadero (1997), Ramonet (1998 y 1999) y Castells (1999). Luego de revisar tales perspectivas, se concluyó que existen posturas pesimistas fundadas en las desigualdades y asimetrías que ya existían en la sociedad, pero que tienden a agudizarse con las tecnologías telemáticas. Otras visiones proponen acercamientos matizados, señalando que la denominada sociedad de la información se encuentra en estos momentos transitando hacia una sociedad de la comunicación, con miras a llegar en un futuro a una sociedad del conocimiento, en la cual sea posible estrechar aún más los lazos entre las tecnologías y las personas en la búsqueda de nuevos medios para impulsar las comunicaciones, el conocimiento y el desarrollo social.

La sociedad de la comunicación puede llegar a construirse colectivamente en el futuro si se parte de la formación del ciudadano en el uso crítico de la información, su apropiación y agregación de valor. Esta formación debe acometerse desde la educación básica y continuarse en subsiguientes niveles del sistema educativo. Ello constituye la estrategia que puede garantizar la futura consolidación de una sociedad del conocimiento y el aprendizaje, ya que el encuentro dialógico que se propicia con el uso intensivo de las tecnologías puede ser aprovechado para potenciar el aprendizaje en espacios de educación formal y no formal, como es el caso de las denominadas organizaciones de conocimiento: bibliotecas, archivos, centros de información y documentación y museos.

Si en la sociedad de la comunicación se conforman redes electrónicas, humanas y sociales, ello puede fomentar la construcción individual y colectiva del saber a partir de la acción comunicativa realizada de manera deliberada en las organizaciones de conocimiento. Por eso las estrategias para desarrollar el deuteroaprendizaje (aprender a aprender) se convierten en los elementos que podrían viabilizar la actuación del sujeto en la cibersociedad; de allí la denominación de la cibersociedad como una sociedad del aprendizaje.

Cubides (2001) señala, siguiendo esta idea, la importancia de dar el salto de la sociedad de la información a la del conocimiento, entendida como la era en las que las personas deben aprender a procesar y darle sentido a la información. La autora asegura que no solo se trata de saber acceder a la información, sino también de desarrollar herramientas para seleccionarla, evaluarla y utilizarla, es decir, atribuir significados e interpretar la información que recibimos, para potenciar la comunicación y construir verdadero conocimiento. Para ello es necesario fortalecer una comunicación que, en su inmediatez y velocidad, sea también humanizadora y significativa, porque ante el avasallante y exponencial crecimiento de la información, “saber elegir”, “saber mediar” y luego “saber expresar y compartir los conocimientos” serán las palabras clave en los próximos años, pero ello requerirá un esfuerzo cada vez más riguroso de selección, por lo que se exige desarrollar un aprendizaje tecnológico-informativo y permanente para interactuar con efectividad en la cibersociedad.

De manera que el concepto sociedad de la información debe ser superado por el de sociedad del conocimiento, la comunicación y el aprendizaje, ya que estos tres adjetivos constituyen los ejes fundamentales que pueden impulsar el desarrollo individual y colectivo. Por supuesto que también deben definirse estrategias para reducir las evidentes brechas que se han venido introduciendo con el fenómeno de la globalización, del cual se ha dicho repetidas veces que su producto ha sido la actual sociedad digital y de las redes.

Tal vez, la principal estrategia para construir colectivamente una sociedad “incluyente” del conocimiento es educar al ciudadano en el desarrollo de competencias para la interacción tecnológica, con lo cual se garantiza su ingreso “activo” y “participativo” a los beneficios de la sociedad emergente. En este sentido, la función de las organizaciones de conocimiento deben orientarse hacia la mediación cognitiva, es decir, hacia el “enseñar” a otros a procesar la información y construir conocimientos mediante el uso de recursos telemáticos e interactivos.

La transición de la sociedad de la información es un tema que se aborda en otro trabajo, realizado en conjunto con la profesora Tania Peña, de la Universidad del Zulia, y en el cual se destacan los cambios ocurridos en la transición de la sociedad de la información a la del conocimiento. Partiendo de las metáforas de la verticalidad y horizontalidad, aludidas por Galindo (1998 y 2000), se recurre a planteamientos elaborados por Pineda et al. (2003), según los cuales las TIC son mecanismos que pueden activar procesos de conocimiento y de aprendizaje.

El asidero del planteamiento de la transición de la información al conocimiento se apoya en la posibilidad de establecer relaciones no solo de conocimiento sino también afectivas, señalando con ello el carácter instrumental del saber, además de su alta potencialidad para expandirlo y amplificarlo a partir de las interacciones que se pueden generar sobre la base de un uso significativo y crítico de las tecnologías, mediadas a su vez por emociones, sentimientos, actitudes que mueven y dinamizan la creación y socialización del conocimiento. Con ello es posible avanzar hacia un contexto social que se valga de las TIC para fortalecer el aprendizaje y el ingenio humano (Tapscott, 1999). A partir de esto se inaugura la posibilidad de una era de la inteligencia interconectada.

En la sociedad emergente, la cual, según Vattimo (1998), puede definirse como una sociedad de la comunicación por la intensificación de intercambio de informaciones en múltiples direcciones y por la tendencial identificación entre acontecimiento y noticia, el conocimiento es un factor clave en la estrategia de desarrollo de los países. Por eso deben hacerse importantes inversiones en capital humano, en capacidades para la investigación científica y en medios teleinformáticos para facilitar la circulación y el uso social de la información y el conocimiento.

En la sociedad del conocimiento, la comunicación y el aprendizaje, es posible plantear un conocimiento redificado, que, de acuerdo con Caballero (2000), deviene en un entramado de múltiples inteligencias distribuidas en la red, de manera que no se trata del conocimiento de un solo actor, sino del resultado de un esfuerzo en conjunto. El conocimiento redificado es todo saber que circula en la red y que le agrega valor a los procesos organizacionales, que se transmite y genera a través de las acciones discursivas. Este conocimiento debe ser gerenciado, es decir, capturado, transferido, preservado, amplificado, almacenado y distribuido. El conocimiento de la red tiene nuevas propiedades y es mutable.

Frente a este rasgo medular del conocimiento en la nueva sociedad, las organizaciones mediadoras —como las bibliotecas, archivos y centros de documentación e información— deben incorporar una nueva episteme que resemantice sus lógicas de funcionamiento; por ello se requiere el paso y la presencia de estas organizaciones en el ciberespacio. Existen otros rasgos que pueden ser utilizados para explicar el paso de la sociedad de la información a la del conocimiento, la comunicación y el aprendizaje. Tales rasgos son señalados también por Caballero (2000) y se basan en la idea de deslocalización, uno de los principales elementos que caracterizan la complejidad de la sociedad actual, en la cual se observan cambios en las formas de pensar, participar, compartir significados, decidir y actuar. Tales cambios pueden caracterizarse como sigue:

•El consumo y comercialización deslocalizados, telecompra y comercio electrónico, que dan paso a compras y ventas de bienes y servicios personalizados y a la medida por internet, así como al consumo del conocimiento, expresados bajo la formas de símbolos e imágenes.

•La enseñanza deslocalizada, que consiste en aprender y enseñar por medio de las TIC a distancia; se trata del teleaprendizaje/telenseñanza, que conducen a la formación permanente, la cual requiere a su vez un “saber aprender para toda la vida”.

•También se asiste a la emergencia de una comunidad deslocalizada (teleservicios), que se caracteriza por ser cara a cara, sin desplazamiento físico, a través de teleconferencias, que incluye asimismo los juegos deslocalizados, que dan la posibilidad de más tiempo para el ocio y en consecuencia proliferan actividades para el tiempo libre, como los juegos de video y simulaciones virtuales, lo que empuja la proliferación también de telecentros y cibercentros en lugares turísticos, rurales y urbanos.

•En estas sociedades de la información y del conocimiento se asiste también a una deslocalización del cuerpo (teletransportación): la incorporación de elementos periféricos en el cuerpo humano, como lentes de visión de 360, cascos para comunicación, manos libres o guantes para controlar espacios virtuales.

•En cuanto a la participación pública, se habla de una participación deslocalizada (teledemocracia): elecciones vía electrónica, participación en foros con incidencia en toma de decisiones públicas locales y globales, además de la incorporación de los movimientos sociales, ecológicos, políticos, religiosos, así como minorías étnicas y de género.

•Por último, se asiste al trabajo deslocalizado (teletrabajo) que permite mayor movilidad geográfica del trabajo y no del trabajador.

Otros rasgos que explican el tránsito de una sociedad de la información a una del conocimiento, la comunicación y el aprendizaje pueden caracterizarse de acuerdo con lo que Pérez (2002) denomina revolución tecnológica y paradigma tecnoeconómico. A partir de estos términos se infiere que las tecnologías, productos e industrias nuevos generan grandes transformaciones en todo el tejido económico e impulsan rápidos ascensos de desarrollo, sobre la base de las innovaciones tecnológicas fuertemente interrelacionadas, que trascienden las fronteras de lo económico y producen renovados principios organizacionales articulados mediante profundas transformaciones que inciden sobre toda la sociedad en su conjunto. Un paradigma tecnoeconómico, según la autora, es un modelo de mejores prácticas compuesto por un conjunto de innovaciones tecnológicas y principios organizacionales que actúan con un efecto modernizador en todo el tejido económico y social, que al interiorizarse se convierten en el sentido común orientador de las prácticas organizacionales.

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ISBN:
9789588939643
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