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No se trata, sin embargo, de un retorno a la década de 1930 ni de una reacción a un fenómeno económico que se habría iniciado en 2008. A ambos lados del Atlántico, se produce desde hace cuarenta años lo que en el contexto francés podemos llamar la «derechización». Se trata de un desmantelamiento del Estado social y del humanismo igualitario, vinculado con una etnización de las cuestiones y representaciones sociales, en favor de un crecimiento del Estado penal. Este proceso trae aparejada una demanda social autoritaria que es una reacción a la transformación y a la atomización de los modos de vida y de representaciones en un universo económico globalizado, financierizado, cuyo centro ya no es Occidente. Por eso, los indicadores socioeconómicos por sí solos ya no son suficientes. Si bien es cierto que un país como Francia atraviesa algunas dificultades, también lo es que su cultura se construyó durante cinco siglos sobre la base de valores unitarios. La crisis en ella, entonces, es política y cultural, y el soberanismo integral responde a sus fallas. Puesto que la derechización es un proceso en desarrollo, ofrece a las extremas derechas la posibilidad de adaptar su oferta a ella en cada sociedad nacional.

Capítulo 2

¿Qué hacer después del fascismo?

Después de la Segunda Guerra Mundial, las extremas derechas se enfrentaron a la necesidad de reinventar su radicalidad. Es el caso, en particular, de aquellas que se reivindican como experiencias políticas fascistas y nazis. De entrada, se instituye la «revisión», o más bien la negación, del exterminio de los judíos de Europa. El suizo Gaston-Armand Amaudruz se dedica a esta tarea ya desde 1946; el francés Maurice Bardèche, desde 1948. (80) El propio término «revisión» aparece en ese contexto. Es el título del periódico editado en Dinamarca y publicado hasta 1972, por la Landsforeningen af. 6. maj 1945 [Fundación del 6 de mayo de 1945]. Esta organización fue fundada en agosto de 1945, y debe su título al hecho de que el Danmarks Nationalsocialistiske Arbejderparti, el partido nazi danés, fue prohibido el 5 de mayo de 1945. (81) Claramente, es importante revisar el pasado, en sus hechos pero también en su doctrina, para asegurar un porvenir al neofascismo.

Además, a partir de entonces la legislación prohíbe expresarse sobre el nazismo o el fascismo, en particular en Alemania, Austria e Italia. Asimismo, la mayor parte de los movimientos actualmente designados como neonazis por la prensa o los militantes que les son hostiles dan muestras de hecho de herencias nacionalistas autoritarias autóctonas, pues —es verdad— vivieron los efectos de la adaptación al fascismo italiano y/o al nacional-socialismo alemán durante las décadas de 1930-1940. De este modo, en Polonia, el Narodowe Odrodzenie Polski se puede vincular más bien con el Obóz Narodowo Radykalny, fundado en 1934. En Hungría, Jobbik remite a la herencia de la Cruz Flechada. En Croacia, Lituania y Rumanía se encuentran otras agrupaciones que extraen sus fuentes de los fascismos autóctonos. La etiqueta de «neonazis» solo se debe endilgar a movimientos que defienden el racialismo, (82) el racismo biológico y eugenista, la superioridad de la raza blanca (idea heterodoxa si las hay respecto del nazismo, que consideraba a los eslavos como inferiores) y el antisemitismo racial, todos elementos que constituyen los cimientos del Manifiesto socialracista (1971) redactado por el Nuevo Orden Europeo (NOE) y que constituye uno de los textos de referencia de esta corriente. Estos grupos se adhieren a una visión complotista del mundo y niegan la realidad material del genocidio de los judíos. Proponen un culto al nacional-socialismo y a la persona de Adolf Hitler, conducta que a menudo los emparenta con movimientos sectarios.

El nazismo, después de 1945

En los países donde las leyes los autorizan a participar en las elecciones, los neonazis eligieron en ocasiones expresarse sin fingimientos, decididos a mostrar públicamente su existencia y su manera de pensar. En esos casos, los resultados son modestos. Los holandeses de Nederlandse Volks-Unie están presentes en las elecciones legislativas desde 1977, pero el partido nunca alcanzó más del 0,4% de los votos. En las elecciones regionales en Selandia en 2005, el Danmarks Nationalsocialistiske Bevægelse (DNSB) danés obtuvo el 0,1% de los votos. En las elecciones municipales de Grästorp en 2010, el partido sueco Svenskarnas, sucesor de Folkfronten, alcanzó el 2,8% de los votos. En el Reino Unido, en mayo de 2010, el British People’s Party logró el 4,95% de los votos en una ciudad en el West Yorkshire… es decir, solo 283 votos.

La organización griega Chrissi Avghi [Alba Dorada] muestra un recorrido específico. Se trata del partido neonazi que obtuvo los mejores resultados electorales en Europa de las últimas décadas. La evolución de sus porcentajes electorales está claramente correlacionada con la humillación nacional y social del país luego de la crisis financiera: Alba Dorada pasó del 0,75% de los votos en 1999 al 0,46% en 2009, para trepar al 9,32% en 2014 y estabilizarse en el 7% en las legislativas de septiembre de 2015. El partido supo hacer concesiones mutando de un paganismo mitad helenístico y mitad nórdico a la defensa de la identidad ortodoxa. Aprovechó la normalización del LAOS (Laikós Orthódoxos Synagermós), que perdió su atractivo populista después de participar en 2011 de una coalición gubernamental, cuando defendía una posición de ruptura («securitaria», antiglobalización, xenófoba e islamófoba): del 7,13% en las elecciones europeas de 2009, cayó al 2,69% en 2014. Alba Dorada no solo promueve un etnonacionalismo imperialista, sino que también representa un caso probado de partido-milicia, que en el período que va desde enero de 2012 a abril de 2013 estuvo implicado en 281 ataques racistas que dejaron 400 heridos y cuatro muertos.(83)

Las formaciones neonazis germánicas gozan de un estatus específico, pues se supone que se favorecen con un vínculo directo con el Partido Nacional-Socialista Alemán de los Trabajadores (Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei, NSDAP), cuyos programa y códigos, sin embargo, no pueden adoptar, salvo que pasen a la ilegalidad. Así, la agrupación se movilizó internacionalmente cuando fueron perseguidos en sus países los alemanes Michaël Kühnen y Friedhelm Busse (Freiheitliche Deutsche Arbeiterpartei), Christian Worch (Aktionsfront Nationaler Sozialisten), y dirigentes del austríaco Austrian Volkstreue Außerparlamentarische Opposition. No obstante, las organizaciones alemanas son controladas a tal punto por la Oficina Federal para la Protección de la Constitución (Bundesamt für Verfassungsschutz) que no logran desempeñar un papel motor internacional. Así pues, los entre cinco y seis mil neonazis con los que cuenta [en 2015] Alemania constituyen el espacio neonazi más importante de Europa, después de Rusia, pero sin potencial estratégico. Ya desde la posguerra, las experiencias políticas ensayadas mostraron la dificultad que tienen para maniobrar.

De hecho, la mayor parte de los antiguos cuadros medios del NSDAP que continuaron una vida política en 1945 militaron en partidos democráticos que no eran de extrema derecha o sirvieron en el aparato del Estado. No obstante, entre 1946 y 1953, el Deutsche Konservative Partei/Deutsche Reichspartei, el Sozialistische Reichspartei y el Deutsche Reichspartei tuvieron un impacto en la vida política alemana representando en el Bundestag a la fracción de la población desclasada por el derrumbe económico que siguió a la derrota, así como a muchos alemanes étnicos desplazados de Europa oriental y a exmilitantes hitlerianos afectados por la desnazificación. Al igual que en Austria, la Verband der Unabhängigen (VdU; 1949) y, a partir de 1956, el Freiheitliche Partei Österreichs (FPÖ) lograron la reintegración política de los ex nacional-socialistas e incorporaron a su programa la idea de comunidad de destino gran-alemana, así como determinado revisionismo histórico. Sin embargo, se trata de partidos insertos en el juego democrático, así como hoy el Nationaldemokratische Partei Deutschlands (NPD [Partido Nacional-Demócrata de Alemania]), que ciertamente presenta algunos rasgos de continuidad con el nazismo, que se eufemizan para seguir estando en el marco legal.

El NPD, fundado en 1964, reunió al conjunto de los movimientos neofascistas hasta 1970, con dos tercios de su buró político directamente provenientes del NSDAP. Intentó participar del juego electoral en 1965 con el eslogan «Alemania para los alemanes, Europa para los europeos», en una gran distancia dialéctica entre una rehabilitación de la experiencia histórica nazi y un programa conservador y populista destinado a confederar los sentimientos de descontento. (84) La labor de recentramiento y respeto por el marco democrático lo debilitó y a partir de 1976 comenzó a competir con numerosas nuevas formaciones. Cuando, después de 1997, reivindicó el regreso de Alemania a las fronteras de 1938, no generó ningún tipo de eco entre las masas. En cambio, recogió los frutos de su trabajo territorial en los Länder orientales, al tender la mano a las nebulosas de grupúsculos que se desarrollaron después de la caída del Muro. Al trabajar para implantarse en Sajonia desde 1989, en 2004 pudo alcanzar en ese estado el 9,2% de los sufragios y obtener doce diputados. (85) Pero no parece estar al alcance ninguna forma de afianzamiento sociológico nacional: el NPD debe únicamente a la ley alemana el haber podido obtener un diputado europeo en 2014, con el 1% de los sufragios.

En el estado actual de las fuerzas políticas, parece imposible que surja electoralmente el neonazismo en Europa, donde la violencia de los grupos neonazis representa más un problema de orden público que un riesgo político. Es lo que sucede particularmente en Rusia, donde proliferan nuevos grupos, a pesar del aumento de la represión estatal desde 2011: Unión Nacional Rusa (Russkoe Natsionalnoe Yedinstvo), Unión Eslava (Slavianski Soyuz, es decir, una sigla explícita), etc. Estas formaciones entremezclan nacional-socialismo, fundamentalismo ortodoxo y odio por Occidente, es decir una aleación poco acorde con los cánones del hitlerismo, pero con una capacidad de movilización que conllevó un número importante de actos homicidas contra no rusos, en particular de personas originarias de las repúblicas del Cáucaso y Asia. Las propias agresiones no pueden ser observadas como simples crónicas policiales. Corresponden a un hecho cultural (lo extendido de la representación del cristianismo ortodoxo como religión étnica rusa) (86) y sociológico (el 58% de las encuestas rusas calculaban en 2002 que los skinheads hacían el «trabajo sucio» en lugar de las fuerzas estatales).(87)

Si bien todos los grupos neonazis son negacionistas, también hay que precisar que la escena negacionista no se limita al neonazismo. Los negacionistas son una secta, por su desconexión total de la realidad y su funcionamiento de grupo, que descansa en la aserción casi teológica de su credo y la deslegitimación absoluta del adversario. Se trata más de una red informal de individuos creyentes que de un movimiento organizado. El fenómeno negacionista se desarrolla primero en Francia con Paul Rassinier y Maurice Bardèche; luego se extiende por el mundo a partir de la década de 1950, con una clara aceleración a partir de 1978 gracias al apoyo de militantes de ultraizquierda, que facilita la liberalización política del tema, y el trabajo de agitprop de Robert Faurisson. (88) Los autores más conocidos del negacionismo europeo son originarios, además de Francia, de países variados: Alemania, donde la ley castiga desde 1985 la minimización y la negación del exterminio de los judíos (Wilhelm Stäglich, Thies Christophersen, Udo Walendy, Horst Mahler); Austria (Gerd Honsik y Walter Ochensberger, que emigran a España en 1992 para huir de las actuaciones judiciales penales); Bélgica (los hermanos Verbeke y su asociación Vrij Historisch Onderzoek, VHO); Gran Bretaña (David Irving); Italia (Carlo Mattogno); Suecia (Ditlieb Felderer, el exoficial marroquí islamista y filohitleriano Ahmed Rami); Suiza (Gaston-Armand Amaudruz, René-Louis Berclaz y Jürgen Graf, quien se refugia en Irán en 2000 también para huir de los procesos penales). El peso de Alemania y Austria en la nebulosa negacionista es importante, aunque no predominante. Allí se observa la continuidad del compromiso ideológico de algunos nacional-socialistas que se volvieron negacionistas, como el mayor general Otto-Ernst Remer, uno de los artesanos de la represión del fallido golpe de Estado del 20 de julio de 1944, el editor Herbert Grabert, o el ex SS-Sonderführer Christophersen.

Probablemente, el más famoso de los negacionistas europeos de la actualidad [2015] sea Irving, exitoso autor de libros de pretensiones historicistas, que primero intentaron relativizar los crímenes nazis sobrecalculando el número de muertos que dejaron los ataques aéreos aliados contra Alemania (The Destruction of Dresden, 1962), luego poner en duda la tesis de la intencionalidad del genocidio y la participación personal de Hitler (Hitler’s War, 1977), para culminar, hacia 1988, en la pura y simple negación. Irving también adquirió notoriedad mundial por el juicio que abrió en 1998, y perdió en 2000, a la historiadora estadounidense Deborah Lipstadt, que lo había acusado de falsificador. Con la reputación de historiador destruida por los debates y económicamente quebrado por el veredicto que lo condenó a pagar los gastos judiciales, Irving se volcó más hacia los movimientos marginales neonazis. Con prohibiciones de residencia en varios países, en especial en Austria, fue detenido y purgó una pena de prisión entre 2005 y 2006. (89) Los negacionistas europeos, en la actualidad, se mueven muy mayoritariamente por internet, lo que les permite poner sus escritos a disposición de un público amplio y evadir las legislaciones antirracistas, gracias a la vaguedad jurídica que rodea la cuestión de la responsabilidad penal para los autores de artículos difundidos por medios electrónicos. Algunos juicios desarrollados en Francia en 2005 acuerdan responsabilidades a los servidores y les ordenan implementar medidas de filtrado que impidan acceder a sitios negacionistas. Aunque algunos de los sitios más consultados ahora son inaccesibles, en particular porque los motores de búsqueda más importantes ya no los muestran, la situación jurídica que prevalece en Estados Unidos —por la libertad de expresión que garantiza la Primera Enmienda de la Constitución— permite un amplio margen de maniobra a los negacionistas. A menudo, estos recurren a servidores estadounidenses o situados en Europa oriental (Rusia en particular), de modo que resulta fácil eludir los filtros. (90) No obstante, el neofascismo desempeñó un papel consecuente en las reestructuraciones de las extremas derechas europeas. El modelo italiano tuvo varios efectos estimulantes.

El laboratorio italiano

Fundado en 1946, el Movimento Sociale Italiano (MSI) intenta perpetuar el espíritu de la República de Saló, Estado fantoche de la Waffen-SS que los neofascistas imaginan como un fascismo purificado y revolucionario. Para los iniciados, la sigla MSI significa «Mussolini Sei Immortale» [«Mussolini, eres inmortal»].Durante mucho tiempo, el partido funcionó como buque insignia de las extremas derechas europeas. Cierto es que la posición geoestratégica de Italia permite a los neofascistas ir y venir entre subversión (con la esperanza de derrocar la República) y contrasubversión (apoyar al aparato represivo del Estado). De este modo, los Gruppi d’Azione Rivoluzionaria son una estructura subversiva de partidarios fascistas activos en 1945-1947. Pero, al amparo de un ex-SD (Sicherheitsdienst: el «servicio de seguridad» de las SS), participan en la estructura de la red «Los Ángeles» montada por la CIA para espiar a los comunistas italianos. (91) Muchos de sus miembros pasan luego a la Avanguardia Nazionale de Stefano Delle Chiaie (fundada en 1959, disuelta en 1966 y reactivada en 1970), muy comprometida en la «estrategia de la tensión» que golpea a la península entre el atentado de la Piazza Fontana en Milán (1969, 16 muertos y 88 heridos) y el de la estación de Bolonia (1980, 85 muertos, 177 heridos).

El MSI era el centro de una efervescencia activista y de renovación de las ideas y prácticas de la extrema derecha radical, desde las renovaciones populistas hasta la vía terrorista. Esta última fue tomada por quienes consideraban al MSI demasiado burgués. En 1956, Pino Rauti funda el Centro Studi Ordine Nuovo, comúnmente llamado Ordine Nuovo. Los radicales italianos renuevan el fascismo a partir de sus lecturas del filósofo Julius Evola y su concepción aristocrática y esoterizante del fascismo. A menudo, esto los lleva a acercarse más al Tercer Reich que a la Italia fascista, en particular por la virulencia de su antisemitismo, ya que Ordine Nuovo también era antisionista, negacionista, racialista y europeísta. (92) Esto influye también en su estrategia política. En 1953, Evola publica Los hombres y las ruinas, con prefacio del militar fascista y «príncipe negro» Julio Valerio Borghese. (93) Promueve la agrupación de la «verdadera derecha», aguijoneada por las «formaciones de lucha» que, en concordancia con las policías y el ejército, tienen como misión garantizar la defensa del Estado contra la subversión. La influencia del texto en Ordine Nuovo fue importante desde un primer momento, aunque uno de los cuadros de la extrema derecha radical italiana, Clemente Graziani, lo consideraba, con justa razón, como «el Evangelio de la juventud nacional-revolucionaria» transalpina, que llevó a Ordine Nuovo a aferrarse a la estrategia de alianza con los sectores opresivos desde la perspectiva del «inevitable enfrentamiento final» con los marxistas y la democracia.(94)

El grupo, vinculado tanto con la Organización Armada Secreta como con el neonazi Nuevo Orden Europeo, busca sobre todo vincularse con los ámbitos militares italianos para concretar un golpe de Estado (según una estrategia que parece haber sido elaborada en encuentros durante la dictadura griega entre 1965 y 1968). Ordine Nuovo consideraba que había que desestabilizar la democracia, tanto mediante la violencia física como mediante las ideas (cierto es que el título elegido era una referencia al teórico marxista Antonio Gramsci, partidario de la desestabilización cultural y activista del Estado burgués). En 1963, Pino Rauti daba cuatro prioridades: redefinir el programa social; readaptar la batalla anticomunista, a través de nuevos tipos de propaganda, diferentes según los ámbitos socioeconómicos; realizar una profundización doctrinaria, y formar y educar a los militantes. (95) Pero, en 1969, luego de la designación del exdignatario fascista Giorgio Almirante a la cabeza del MSI, Rauti y sus amigos deciden reintegrarse a la agrupación. Los militantes que rechazan este regreso a la política partidaria fundan el Movimento Politico Ordine Nuovo. El símbolo elegido no da rodeos: una bandera nazi donde la esvástica fue reemplazada por la labrys, un hacha negra de doble filo que fue el símbolo del «Régimen del 4 de agosto» griego (1936-1941). Son tiempos de violencia: de los 4.290 actos de violencia política que golpean a Italia entre 1969 y 1980, el 67,55% es atribuido a los neofascistas surgidos de Ordine Nuovo y sus satélites. (96) Es entonces cuando Borghese funda una organización golpista: el Fronte Nazionale, donde apenas permanecen unos doscientos miembros de Ordine Nuovo. El militar es vigilado desde hace tiempo por sus caprichos golpistas y los contactos establecidos con ese fin con industriales o personal político, desde el MSI hasta el Partido Socialista Italiano. Cuando en 1971 toma el Ministerio del Interior con sus hombres (sobre todo provenientes de Avanguardia Nazionale), su falta de sentido de la realidad le impide culminar con éxito la operación.(97)

Al huir Borghese a España, otros militares, activistas neofascistas, que eran miembros de la tecnoestructura o de los servicios de inteligencia, buscan concretar el golpe. El Estado italiano les suelta la mano y en 1973 disuelve Ordine Nuovo (fortalecido por 2.500 miembros) por tratar de reconstituir el Partido Nacional Fascista. Esta prohibición da nacimiento a nuevos grupos terroristas, en particular a Ordine Nero [Orden Negro], que retoma el logotipo de Ordine Nuovo y edita un boletín, Anno Zero, dirigido por Clemente Graziani (1925-1996). Este líder neofascista italiano antes había provisto de armas a la OAS y, como especialista en guerra contrasubversiva, se capacitó en el tema con algunos ex-OAS que habían fundado Aginter-Press. Esta seudoagencia de prensa portuguesa, a cargo de operaciones de desestabilización anticomunista en Europa occidental, también operó en la estrategia de tensión. A su vez, Graziani huye a España de la justicia italiana, que lo investiga por su participación en el proceso terrorista. Esto no le impide trabajar activamente con el francés François Duprat cuando este, golpeado por el hacha de doble filo, lanza su propio periódico Année Zéro. (98) El imaginario de la secuencia es tan importante en las filas neofascistas europeas que, entre otros ejemplos, veinte años después, el grupo español Vanguardia sigue usando el hacha de doble filo.

En este contexto muy específico, el MSI pronto comprendió la necesidad de no ubicarse en un neofascismo folclórico y Almirante declara a los jóvenes missini en 1970: «Debemos prestar atención […] a no presentar el fascismo de manera grotesca, sobre todo no de manera anticuada, anacrónica y estúpidamente nostálgica». (99) Durante el maggio rampante (el muy largo Mayo del 68 italiano), supo reunir a las fuerzas anticomunistas duras, que le permiten pesar electoralmente cuando se convierte en MSI Destra Nazionale para las elecciones de 1972. De este modo, sirvió como ejemplo para el movimiento neofascista francés Orden Nuevo (constituido en 1969), que funda el Frente Nacional en 1972 inspirado en aquel modelo. Pero el MSI solo pudo integrar el ejercicio del poder después de su congreso de 1995, donde Gianfranco Fini proclamó la transformación llamada «posfascista». La renovación es simbolizada por la adopción del nombre Alleanza Nazionale. Cierto es que la AN puede participar del poder en el bloque de las derechas, pero la normalización conlleva su desintegración electoral… El cambio de orientación también se produjo en las relaciones europeas partidarias. El MSI estuvo durante décadas a la vanguardia de la organización de internacionales neofascistas. Ahora bien, en 2002, Gianfranco Fini cofunda el partido europeo Alianza por la Europa de las Naciones: con el Partido del Progreso (Fremskrittspartiet) danés de Pia Kjærsgaard; la Agrupación por Francia (Rassemblement pour la France) , de Charles Pasqua; el Likud israelí (admitido como observador de pleno derecho) y el Fianna Fáil (partido republicano irlandés).

Italia fue el país impulsor de los intentos de superar el nacionalismo a través de un internacionalismo, del mismo modo que fue una nación muy productiva en términos de innovaciones estratégicas, ya sea que asumieran formas partidarias o de combate cultural. De este modo, es una nación importante para el neofascismo internacional, que Roger Griffin describe sintéticamente, y con razón, como un combate cultural, internacionalizado y en forma de red policrática sin líder. (100) En general, los neofascistas estuvieron varias veces a la vanguardia de las formas y cuestionamientos sobre Europa. En ocasiones fue de un modo desordenado, heteróclito. Por ejemplo, el movimiento italiano Europa Civiltà, activista y evoliano, formó el Consejo Central por un Solidarismo Europeo, con el Frente de Liberación de Europa Oriental lanzado en 1969 por los franceses del Movimiento Joven Revolución (hijo del OAS Métro Jeunes) y los rusos blancos del Narodno Trudovoi Soyuz. Participan luego de un congreso «por un solidarismo mundial» (1971), y publican en colaboración el Bulletin of European Solidarists (1972-1974). (101) Sin embargo, no se trata de una internacional coherente. Cada grupo alude a realidades muy diferentes detrás del vocablo «solidarismo» y el movimiento transalpino parece tener como jefe real, más allá del oficial, a un periodista belga francófono con un cargo en Roma. (102) De este modo, hay que relativizar —y mucho— la apariencia de construcción de un marco internacionalista, que domine sobre tres lenguas nacionales.

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