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Читать книгу: «Retrato de la Lozana Andaluza», страница 8

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MAMOTRETO XXX

Cómo viene su criado, y con él un su amigo, y ven salir las otras de casa.

Ulíxes. ¿quién son aquellas que salen de casa de la Lozana?

Ramp. No sé, decíaos yo que caminásemos, y vos de muncha reputacion.

Ulíx. Pues no quiero ir allá, pues no hay nadie.

Ramp. Andá, vení, que os estaréis jugando con madona.

Amigo. Dígoos que no quiero, que bien sabe ella si pierde no pagar, y si gana hacer pagar, que ya me lo han dicho más de cuatro que solian venir allí, y siempre quiere porqueta ó berengenas, que un julio le dí yo el otro dia para ellas, y nunca me convidó á la pimentada que me dixo; todo su hecho es palabras y ha mamuxerías, andá, poneos del lodo vos y ella, que su casa es regagero de putas, y no para mí, pese á tal con el judio, mirá cómo me engañaba, no se cure que á ella tengo de hacer que le pujen la casa, y á él, porque es censal de necios, le tengo de dar un dia de zapatazos. Ésta ha sido la causa que se echase mi amiga con dos hermanos, es turca, y no hay más que pedir, pues venga á monseñor con sus morcillas ó botifarros, que no quiero que su señoría coma nada de su mano; ¿compadre me queria hacer? pese á tal con la puta sin sonaderas.

Compañero Valerian. ¿Qué hacés, caballero, aquí solo? ¿Hay caza ó posta, ó sois de guardia hoy de la señora Lozana?

Ulíx. Señor, ántes estoy muy enojado con su señoranza.

Comp. Eso quiero oir; que martelo teneis, ó muncha razon.

Ulíx. Ántes muncha razon, que sé yo castigar putas lo mejor del mundo.

Val. Sois hidalgo y estais enojado, y el tiempo halla dos cosas, y ella está en Roma y se domará; ¿sabeis cómo se da la definicion á esto que dicen, Roma, la que los locos doma, y á las veces las locas? si mirais en ello, á ellos doman ellas, y á ellas doma la carreta, así que vamos por aquí, veamos que hace, que yo tambien ando tras ella por mis pecados que cada dia me promete y jamas me atiende.

Ulíx. Mirá, si imos allá, voto á Dios que tenemos de pagar la cena, segun Dios la hizo, mas no me curo por serviros, que guay de quien pone sus pleitos en manos de tales procuradores como ella.

Val. Mirá que mañana irá á informar, por eso solicitémosla hoy; tif, taf, señora Lozana, mándanos abrir.

Loz. Anda; ¿quién es, que me parece que es loco ó privado? familiares son, tira esa cuerda.

Val. ¿Qué se hace, señora?

Loz. Señores, cerner y amasar, y ordenar de pellejar.

Ulíx. Eso de pellejar que me place; pellejedes, pellejon, pelléjame este cojon.

Loz. Bivas y adivas, siempre coplica.

Val. Señora, salí acá fuera, á teneros palacio venimos.

Loz. Soy contenta, si quereis jugar dos á dos.

Val. Sea ansí; mas vuestro criado se pase allá y yo aquí, y cada uno ponga.

Loz. Yo porné mi papo.

Val. ¿Cuál, señora?

Loz. Todos dos, qué hambre tengo.

Val. Pues yo porné por vuestra merced.

Loz. Yo me porné por vos á peligro donde vos sabeis.

Val. Señora, eso fuese y mañana pascua; pues pon tú.

Ramp. Só contento; prestáme, compañero.

Ulíx. ¡Voto á Dios! que no me tomeis por ahí, que no quiero prestar á nadie nada.

Loz. Por mi vida, que le prestes, que yo te los pagaré en la Garza montesina.

Ulíx. Dos julios le daré, que no tengo más.

Loz. Ora juga, que nosotros somos dos y vosotros veinte y cuatro, como jurados de Jaen.

MAMOTRETO XXXI

Cómo la Lozana soñó que su criado caia en el rio, y otro dia lo llevaron en prision.

Loz. Agora me libre Dios del diablo, con este soñar que yo tengo, y si supiese con qué quitármelo, me lo quitaria; queria saber cualque encantamiento para que no me viniesen estos sobresaltos que queria haber dado cuanto tengo por no haber soñado lo que soñé esta noche; el remedio sería que no durmiese descubierta ni sobre el lado izquierdo, y dicen que cuando está el estómago vacío, que entónces el hombre sueña, y sí ansí es, lo que yo soñé no será verdad; mas muchas veces he yo soñado, y siempre ha salido verdad, y por eso estó en sospecha que no sea como la otra vez, que soñé que se me caian los dientes y moví otro dia. Y vos, cuando os metistes debaxo de mí, qué soñabades que vuestros enemigos os querian matar, ¿no vistes lo que me vino á mí aquel dia? que me querian saltear los porquerones de Torre Sabela, cuando lo del tributo, que la señora Apuleya, por reir ella y verme bravear, lo hizo. Esto que soñé no querria que fuese verdad, mirá, no vais en todo hoy al rio, no se me ensuelva el sueño.

Ramp. Yo soñaba que venía uno, y que me daba de zapatazos, y yo determinaba de matallo, y desperté.

Loz. Mirá, por eso solo meteré vuestra espada do no la halleis, que no quiero que me amancilleis, si solamente vos tuviésedes tiento y hiriésedes á uno ó á dos, no se me daria nada, que dineros y favor no faltarian, mas como comenzais, pensais que estais en la Rota de Ravena, y por el sacrosanto saco de Florencia, que si no os enmendais de tanta bravura, ¿como hago yo por no besar las manos á ruines? que más quiero que me hayan menester ellos á mí que no yo á ellos; quiero vivir de mi sudor, y no me empaché jamas con casadas ni con virgos, ni quise vender mozas, ni llevar mensaje á quien no supiese yo cierto que era puta, ni me soy metida entre hombres casados, para que sus mujeres me hagan desplacer, sino de mi oficio me quiero vivir; mirá, cuando vine en Roma, de todos los modos de vivir que habia me quise informar, y no supe lo que sé agora, que si como me entremetí entre cortesanas, me entremetiera con romanas, mejor gallo me cantára que no me canta, como hizo la de los Rios, que fué aquí en Roma peor que Celestina, y andaba á la romanesca vestida con baticulo, y entraba por todo, y el hábito la hacia licenciada, y manaba en oro, y lo que le enviaban las romanas valia más que cuanto yo gano; cuándo grano ó leña, cuando tela, cuando vino la bota entera, mas como yo no miré en ello, comencé á entrar en casas de cortesanas, y si agora entro en casa de alguna romana, tiénelo por vituperio, no porque no me hayan munchas menester, y porque só tan conocida me llaman secretamente; andá vos, comprá eso que os dixe anoche, y mirá no os engañen, que yo me voy á la judería á hablar á Trigo, por ver la mula que parió, que cualque pronóstico es parir una mula en casa de un cardenal.

Olivero. A vos, mancebo; ¿qué hace la señora Lozana?

Ramp. Señor, quiere ir fuera.

Comp. ¿Y vos, dó is?

Ramp. A comprar ciertas berengenas para hacer una pimentada.

Oliv. Pues no sea burla, que no seamos todos en ella.

Ramp. Andad acá, y compradme vos las especias y los huevos, y vení á tiempo, que yo sé que os placerán, veislas allí buenas; ¿cuántas das?

Oliv. Cómpralas todas.

Ramp. Cuanto voy de tuti.

Pecigerolo. Un carlin.

Ramp. Un groso.

Frutarolo. ¿No quieres?

Ramp. Seis bayoques.

Pecig. Señor no, lasa estar.

Ramp. ¿Quién te toca?

Pecig. Mete quí, que sé.

Ramp. Va, borracho, que no son tuyas, que yo las traia.

Pecig. ¡Pota de Santa Nula! ¿tú ne mente per la cara de la gola?

Ramp. Va daquí, puerco, y rásgame la capa, así vivas tú como son tuyas.

Pecig. Pota de mi madre, ¿io no te vidi? espeta veray si lo diro al barrachelo.

Barrachelo. Espera, espera, español, no huyas, tómalo, y llévalo en Torre de Nona, ¿de aqueste modo compras tú y robas al pobre hombre? va dentro no te cures, va di tú al capitan que lo meta en secreta.

Esbir. ¿En qué secreta?

Barr. En la mazmorra ó en el forno.

Galindo. Hecho es.

MAMOTRETO XXXII

Cómo vino el otro su compañero corriendo, y avisó la Lozana, y va ella radiando buscando favor.

Comp. Señora Lozana, á vuestro criado llevan en prision.

Loz. ¡Ay! ¿qué me decis? que no se me habia de ensolver mi sueño, ¿y cuántos mató?

Comp. Señora, eso no sé yo cuántos ha él muerto, por un revendedor creo que le llevan.

Loz. ¡Ay, amarga de mí, que tambien tenía tema con regateros! Es un diablo travieso, infernal, que si no fuese por mí ciento habria muerto; mas, como yo le tengo limpio, no encuentra con sus enemigos, no querría que nadie se atravesase con él, porque no cata ni pone, sino como toro es cuando está comigo, mirá qué hará por allá fuera, es que no es osado á relevar; si lo supistes el otro dia cuando se le cayó la capa que no le dexaron cabello en la cabeza, y guay dellos si le esperáran, aunque no los conoció, con la priesa que traia, y si yo no viniera, ya estaba debaxo la cama buscando su espada; señor, yo voy aquí en casa de un señor que lo haga sacar.

Oliv. Pues mire vuestra merced, si fuere menester favor, á monseñor mio pornemos en ello.

Loz. Señor, ya lo sé, salen los cautivos cuando son vivos; ¡ay pecadora de mí! bien digo yo, á mi hijo Lozano no me lo cerquen cuatro.

Malsin. Mirá cómo viene la trujamana de la Lozana, voto á Dios, no parece sino que va á informar auditores, y que vienen las audiencias tras ella; ¿qué es eso, señora Lozana? ¿qué rabanillo es ése?

Loz. ¡Toma! que noramala para quien me la tornare, no mirais vos como yo vengo, amarga como la retama, que me quieren ahorcar á mi criado.

Mals. Tenés, señora, razon, tal mazorcon y cetera para que no esteis amarga si lo perdiésedes, allá va la puta Lozana, ella nos dará que hacer hoy. ¿Veis, no lo dije yo? monseñor quiere cavalgar, para putas sobra caridad, si fuera un pobre no fuéramos hasta despues de comer, ¡oh pese á tal con la puta que la parió, que la mula me ha pisado! ahorcado sea el barachelo si no lo ahorcáre ántes que lleguemos, no parará nuestro amo hasta que se lo demande al senador; caminad, que deciende monseñor y la Lozana.

Mons. Señora Lozana, perdé cuidado, que yo lo traeré conmigo, aunque sean cuatro los muertos.

Loz. Monseñor, sí, que yo voy á casa de la señora Velasca para que haga que vaya el abad luégo á Su Santidad, por si fueren más los muertos que cuatro, que á mi criado yo lo conozco, que no se contentó con los enemigos, sino que si se llegó alguno á despartir, tambien los llevaria á todos por un rasero.

Polidoro. Señora Lozana, ¿qué es esto, que is enojada?

Loz. Señor, mi criado, que me mete en estos pleitos.

Pol. ¿En qué, señora mia?

Loz. Que lo quieren ahorcar por castigador de bellacos.

Pol. Pues no fatigueis, que yo os puedo informar mejor lo que sentí decir delante de Su Santidad.

Loz. ¿Y qué, señor, por mi vida? que soy yo toda vuestra, y os haré cavalgar de balde putas honestas.

Pol. Soy contento; el arzobispo, y el abad, y el capitan que envió la señora Julia demandaban al senador de merced vuestro criado, y que no lo ahorcasen, ya su excelencia era contento que fuese en galera, y mandó llamar al Barrachelo, y se quiso informar de lo que habia hecho, si merecia ser ahorcado: el Barrachelo se rió, su excelencia dixo, ¿pues qué hizo? dixo el Barrachelo que estando comprando merenzane ó berengenas, hurtó cuatro, y ansí todos se rieron, y su excelencia mandó que luégo lo sacasen, por eso no esteis de mala voluntad.

Loz. Señor, ¡guay de quién poco puede! si yo me hallára allí, por la leche que mamé, que al Barrachelo yo le hiciera que mirára con quién vivia mi criado; soy vuestra, perdóneme que quiero ir á mi casa, y si es venido mi criado, enviallo he al Barrachelo que lo bese en el tranchallo él y sus zaphos.

MAMOTRETO XXXIII

Cómo la Lozana vido venir á su criado, y fueron á casa, y cayó él en una privada por más señas.

Loz. ¿Salistes, chinchirinbache? ¿cómo fué la cosa? no me quereis vos á mí creer, siempre lo tuvo el malogrado ramazote de vuestro agüelo, caminá, mudaos, que yo verné luégo.

Ramp. Venid á casa, ¿dó quereis ir? ¿fuistes á la judería?

Loz. Sí que fuí, mas estaban en pascua los judíos, ya les dixe que mala pascua les dé Dios, y ni la mula parida, lo que parió muerto.

Trinchante. Señora Lozana, ¿qué es eso? alegre viene vuestra merced.

Loz. Señor, veislo aquí, que cada dia es menester hacer paces con tres ó con dos, que á todos quiere matar, y sábeme mal mudar mozos, que de otra manera no me curaria.

Trinch. El bellaco Diego Mazorca como sale gordo.

Loz. Señor la gavia lo hizo, eran todos amigos mios, por eso se dice el tuyo allégate á la peña, mas no te despeña; entra y mira la casa, que con este señor quiero hablar largo, y tan largo que le quiero contar lo que pasó anoche el embaxador de Francia con una dama corsaria que esta mañana, cuando se levantaba, la puso tres coronas en la mano, ella no se contentaba, y él dixo: ¿cómo, señora? ¿sírvese al Rey un mes por tres coronas, y vos no me serviréis á mí una noche? dámelas acá.

Trinch. Voto á Dios, que tuvo razon, que por mí ha pasado, que las putas no se quieren contentar con tres julios por una vez, como que no fuese plata; pues, voto á Dios que oro no lo tengo de dar sino á quien lo meresciere á ojos vistas, poné mientes que esas tales vienen á cuatro torneses ó á dos sueldos, ó diez cuatrines, ó tres maravedís. Señora, yo siento rumor en vuestra casa.

Loz. Ay amarga, ¿si vino álguien por los tejados y lo mata mi criado? sobí, señor.

Trinch. ¿Qué cosa, qué cosa? sobí, señora, que siento llamar, y no sé dónde.

Loz. ¡Ay de mí! agora subió mi criado, ¿dónde está? escucha, ¿dónde estais? Adalí, Fodolí.

Trinch. Para el cuerpo de mí, que lo siento, señora, mirá allá dentro.

Loz. Señor, ya he mirado y no está en toda la cámara, que aquí está su espada.

Trinch. Pues, voto á Dios, que no se lo comió la papa resolla, que yo lo siento. Mirá, cuerpo de Dios, está en la privada y andámoslo á buscar, sorbe, no te ahogues, dad acá una cuerda, ¿estás en la mierda?

Ramp. Tirá, tirá más.

Trinch. Asete pese á tal contigo, que agora saliste de prision y veniste á caer en la mierda.

Ramp. Así, bien, ¿qué haceis? tirá, tirá.

Trinch. Tira tú como bellaco, traga tajadas, vení acá, señora, ayudáme á tirar este puerco.

Ramp. Tirá más, que me desvaro, tirá bien, no soltés.

Trinch. Va allá, pese á tal con quien te parió, que no te lavarás con cuanta agua hay en Tíber, dalde en que se envuelva el Conde de Carrion.

Loz. ¿Cómo caiste?

Ramp. Por apartarme de una rata grande caí.

Trinch. Señora, voto á Dios, que esto vale mill ducados, salir de prision y caer en la melcocha, por no morir malogrado á las uñas de aquella leona.

Loz. Señor, es desgraciado y torpe el mal aventurado.

Trinch. Yo me voy, váyase á lavar al rio.

Loz. Vení, señor, y tomá un poco de letuario.

Trinch. No puedo, que tengo de trinchar á mi amo.

Loz. Buen olor llevais vos para trinchar, is oliendo á mierda perfeta, trinchá lo que vos quisiéredes, por eso no dexo de ser vuestra.

Trinch. Yo, de vuestra merced, y acuérdese.

Loz. Soy contenta; veisla, está á la gelosía, cara de rosa, yo quiero ir aquí á casa de una mi perrochiana, luégo torno.

Salamanquina. Por mi vida, Lozana, que no paseis sin entrar, que os he menester.

Loz. Señora, voy de priesa.

Sal. Por vida de la Lozana, que vengais para tomar un consejo de vos.

Loz. Si entro, me estaré aquí más de quince dias, que no tengo casa.

Sal. Mira puta, que compré, y más espero, siéntate, y estáme de buena gana, que ya sé que tu criado es salido, que no te costó nada, que el abad lo sacó, que él pasó por aquí y me lo dixo, y le pesó porque no estaba por otra cosa más, para que vieras tú lo que hiciera.

Loz. A vos lo agradezco, mas no queda por eso, que más de diez ducados me cuesta la burla.

Sal. Yo te los sacaré mañana cuando jugaren, al primer resto; sús, comamos y triunfemos, que esto nos ganarémos, ¿de cuanto trabajamos qué será? ellos á hoder, y nosotras á comer como soldados que están alojados á discricion; el despachar de las buldas lo pagará todo, ó cualque minuta, ya sabes, Lozana, cómo vienen dos mill ducados del abadía, los mill son mios, y el resto poco á poco.

MAMOTRETO XXXIV

Cómo va buscando casa la Lozana.

Escudero. ¿Qué buscais, señora Lozana? ¿hay en que pueda el hombre servir á vuestra merced? mirá por los vuestros, y servíos dellos.

Loz. Señor, no busco á vos, ni os he menester, que teneis mala lengua vos y todos los desa casa, que parece que os preciais en decir mal de cuantas pasan, pensá que sois tenidos por maldicientes, que ya no se osa pasar por esta calle por vuestras malsinerías, que á todas quereis pasar por la maldita, reprochando cuanto llevan encima, y todos vosotros no sois para servir á una sino á usanza de putería, el dinero en la una mano, y en la otra el tú me entiendes, y oxalá fuese ansí; cada uno de vosotros piensa tener un duque en el cuerpo, y por eso no hay puta que os quiera servir ni oir, pensá cuánta fatiga paso con ellas, cuando quiero hacer que os sirvan, que mill veces soy estada por dar con la carga en tierra, y no oso por no venir en vuestras lenguas.

Esc. Señora Lozana, ¿tan cruel sois? ¿por dos ó tres que dicen mal nos meteis á todos vuestros servidores? catad que la juventud no puede pasar sin vos, porque la pobreza la acompaña, y es menester ayuda de vecinos.

Loz. No digan mal, si quieren coño de balde.

Esc. Señora, mirá que se dice que á nadie hace injuria quien honestamente dice su razon, dexemos esto. ¿Dónde se va que gocés?

Loz. A empeñar estos anillos y estos corales, y buscar casa á mi propósito.

Esc. ¿Y por qué quiere vuestra merced dexar su vecindad?

Loz. Señor, quien se muda Dios lo ayuda.

Esc. No se enmohecerán vuestras baratijas, ni vuestras palomas fetarán.

Loz. No me curo, que no soy yo la primera, las putas cada tres meses se mudan por parecer fruta nueva.

Esc. Verdad es, mas las favoridas no se mudan.

Loz. Pues yo no só favorida, y quiero buscar favor.

Esc. Señora Lozana, buscais lo que vos podeis dar, ¿quién puede favorecer al género masculino ni al femenino mejor que vos? y podeis tomar para vos la flor.

Loz. Ya pasó solia, y vino tan buen tiempo, que se dice pesa y paga, éste es todo el favor que os harán todas las putas, hállase que en ellas se expenden ciento mil ducados, y no lo tomés en burla, que un banquero principal lo dió por cuenta á Su Santidad.

Esc. Son prestameras holgadas, no es maravilla, para ellas litigamos el dia por reposar la noche, son dineros de beneficios sin cura.

Loz. Y áun pinsiones rematadas entre putas.

Esc. ¿A qué modo se les da tanto dinero, ó para qué?

Loz. Yo os diré, en pinsiones ó alquiler de casas, la una ha envidia á la otra, y dexan pagada aquélla por cuatro ó cinco meses, y todo lo pierden por mudar su fantasía, y en comer, y en mozos, y en vestir y calzar, y leña y otras provisiones, y en infantescas, que no hay cortesana, por baxa que sea, que no tenga su infantesca, y no pueden mantenerse á sí, y todavía procuran de tenerla buena ó mala; y las siervas, como han sido putas, sacan por partido que quieren tener un amigo que cada noche venga á dormir con ellas, y ansí roban cuanto pueden.

Esc. Señora, el año de veinte y siete ellas serán fantescas á sus criadas, y perdonáme que os he detenido, porque no querria jamas carecer de vuestra vista, mirá que allí ví yo esta mañana puesta una locanda, y es bonica casa, aparejada para que cuando pasen puedan entrar sin ser vistas vuestras feligresas.

Loz. Callá, malsín; queríades vos allí para que entrasen por contadero, yo sé lo que me cumple.

Esc. ¡Oh qué preciosa es este diablo! yo queria expedir gratis, mas es taimada andaluza, y si quiere hacer por uno, vale más estar en su gracia que en la del gran Soldan. Mirá cuál va su criado tras ella; adiós, Zarpilla.

Ramp. Me recomiendo, cavallero: el cavallo no se comprará ogaño, piensan estos puercos revestidos de chamelotes hidalgos de Cantalapiedra, villanos, atestados de paja cevadaza, que porque se alaben de grandes caramillos, por eso les han de dar de cavalgar las pobres mujeres; voto á San Junco, que á éstos yo los haria pagar mejor, como dixo un loco en Porcuna, este monte no es para asnos.

Julio. ¿Qué es eso, Rodrigo Roido? ¿hay negocios? ¿con quién las habeis?

Ramp. No, con nadie, sino serviros; ¿habeis visto la Lozana?

Jul. Decí vuestra ama, no os avergonceis, andá, que allí entró, hacelda salir, que la espero, y decí que le quiero dar dineros, porque salga presto.

Talillo. ¿Quién es?

Ramp. Yo só; ¿está acá ella?

Tal. ¿Quién ella? decid, duelos os vengan, vuestra ama la señora Lozana, y esperá, cabron. Señora Lozana, vuestro criado llama.

Loz. Abrildo, mi alma, que él no habrá comido, y veréis cuál lo paro.

Tal. Sube, Abenamar.

Loz. ¿Qué quereis? ¿por dineros venis? pues tan blanco el ojo caminá, ¿no os dí ayer tres julios? ¿ya los gastastes? ¿so yo vuestra puta? andá, tornaos á casa.

Oropesa. Señora Lozana, llamaldo, que yo le daré dineros que expenda, vén acá, Jacómina, va, saca diez julios, y dáselos que coma, que su ama aquí se estará esta semana, y dale á comer, no se vaya. Vén acá, Rampin, va, come allí con aquellos mozos, duelos te vengan, vosotros no llamaréis á nadie por comer y reventar.

Mozos. Señora, venga, que él de casa es; vén acá, come, pues que veniste tarde, que milagro fué quedar este bocado del jamon, corta y come, y beberás.

Ramp. Ya he comido, no quiero sino beber.

Tal. Pues, cuerpo de tal contigo, ¿en ayunas quieres beber, como bestia? Señora Lozana, mandalde que coma, que ha vergüenza.

Loz. Come presto un bocado, y despacha el cuerpo de la salud.

Tal. ¿Qué esperas? come, pese á tal con quien te parió, ¿piensas que te tenemos de rogar? ves ahí vino en esa taza de plata, paso, paso, ¿qué diablos has? ¡oh, pese á tal contigo! ¿y las tripas echas? sal allá, que no es atriaca, ved aquí, oh cuerpo de Dios con quien te bautizó, que no te ahogó por grande que fueras, y ¿no te podias apartar? sino manteles y platos y tazas todo lo llenó este vuestro criado, cara de repelon trasnochado.

Loz. ¿Qué es esto de que reviesa? algo vido sucio, que él tiene el estómago liviano.

Tal. ¿Qué es eso que echa? ¿son lombrices?

Mozos. Agora, mi padre, son los bofes en sentir el tocino.

Loz. Dénle unas pasas para que se le quite el hipar, no se ahogue.

Mozos. Guay dél si comiera más, Dios quiso que no fué sino un bocado.

Orop. No será nada.

Loz. Señora, no querria que le quebrase en ciciones, porque su padre las tuvo siete años, de una vez que lo gustó.

Tal. ¡Amarga de tí, Guadalajara! Señora Lozana, no es nada, que lleva la cresta hinchada.

Loz. Hijo mio, ¿tocino comes? guay de mi casa, no te me ahogues.

Tal. ¡Quemado sea el venerable tocino!

Возрастное ограничение:
12+
Дата выхода на Литрес:
11 августа 2017
Объем:
230 стр. 1 иллюстрация
Правообладатель:
Public Domain

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