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Tabla 2 Los cuatro cuadrantes de valores de Schwartz


CuadranteDefinición
AutotrascendenciaPreocupación por la mejora de los demás y la trascendencia de los intereses propios
ConservaciónAutocontención, sumisión, orden y armonía en las relaciones
AutomejoraDeseo de superioridad social y alta autoestima
Apertura al cambioMotivación intrínseca por la maestría y la novedad

Fuente: Schwartz (1992). Elaboración: Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico.

Cabe resaltar que Schwartz no afirma la superioridad de unos valores sobre otros, y en esta investigación tampoco realizamos tal afirmación. Según Schwartz (1992), dados los 10 valores universales, se establece la existencia de una estructura dinámica entre ellos. Por un lado, existen valores que presentan alta compatibilidad, es decir, que presentan motivaciones semejantes y coherentes entre sí. Por otra parte, hay valores que se encuentran en conflicto, es decir, valores cuyas motivaciones son opuestas entre sí. De forma gráfica, en un círculo se establecen cuatro cuadrantes, y en cada uno de estos se agrupan los valores que presentan compatibilidad entre ellos. De la misma forma, se colocan en lados opuestos aquellos que presentan conflicto (figura 3). Los valores compatibles han sido etiquetados en cada uno de los cuatro cuadrantes: autotrascendencia (benevolencia y universalismo), conservación (obediencia, tradición y seguridad), automejora (poder y logro) y apertura al cambio (hedonismo5, autodeterminación y estimulación). Los cuadrantes que se encuentran en conflicto son autotrascendencia con automejora y conservación con apertura al cambio (Schwartz, 1992, 2006; Schwartz & Boehnke, 2004). Esta estructura fue estudiada y validada por diferentes investigaciones alrededor del mundo (Borg, 2019; Borg, Bardi, & Schwartz, 2015; Cieciuch, Schwartz, & Davidov, 2015; Schwartz, 2012; Schwartz & Boehnke, 2004). En el Perú, Zúñiga et al. (2021) fueron los encargados de realizar esta labor, identificando su validez sobre todo entre los ricos urbanos.

Figura 3 Estructura circular de valores de Schwartz (versión original)


Fuente: Schwartz (1992).

La solidez de la primera estructura circular llevó a que esta fuera ampliada con nuevas capas. Así, en una versión posterior desarrollada por Cieciuch, Schwartz y Davidov (2015), la estructura clásica adquiere dos nuevas grandes agrupaciones. Por un lado, se divide a los valores en dos grandes grupos enfocados en la dicotomía individual versus social. De este modo, los valores de logro, poder, hedonismo, estimulación y autodirección pasan a ser parte del enfoque social. En cambio, los valores de universalismo, benevolencia, tradición, obediencia y seguridad conforman el enfoque personal. Por otro lado, una segunda nueva segmentación está dada por la dicotomía con y sin ansiedad. Así, el universalismo, la benevolencia, el hedonismo, la estimulación y la autodirección conforman el grupo de valores de crecimiento libre de ansiedad. En el extremo opuesto, los valores de tradición, obediencia, seguridad, logro y poder constituyen el segmento de valores de autoprotección o de evasión de la ansiedad. Todo lo descrito se comprende visualmente con ayuda de la figura 4.

Figura 4 Estructura circular de valores de Schwartz (versión modificada)


Fuente: Cieciuch, Schwartz y Davidov (2015).

En general, la teoría de los valores ofrece una visión simple y completa para entender qué motiva el actuar humano. Dos preguntas válidas surgen luego de esta síntesis. Dado que tenemos este esquema de valores universales, ¿cuáles son los valores que distinguen a los dos Perúes? ¿Ambos Perúes otorgan importancia a los mismos valores o, por el contrario, prefieren valores opuestos?

Los valores en relación con la felicidad

Para explicar la relación entre la preferencia de valores de cada uno de los dos Perúes y su nivel de felicidad, entendida en los términos del Cuestionario de Felicidad de Oxford, necesitaremos alguna teoría adicional. A continuación, exponemos brevemente cuatro opciones: primero, la congruencia de valores y felicidad; segundo, la clasificación de valores saludables y no saludables; tercero, el enfoque de valores y las necesidades humanas; y, cuarto, la cadena causal.

La primera es la teoría de la congruencia de valores. En ella se argumenta que un individuo será más feliz si sus valores concuerdan con los valores de la sociedad (Sagiv & Schwartz, 2000). Esta teoría se complementa con la de Kasser y Ahuvia (2002), quienes estudiaron la estructura de valores de estudiantes de negocios en Singapur, donde los valores extrínsecos –o materialistas– son comunes. Aun así, los estudiantes que presentaban valores congruentes con su ambiente mostraban niveles reducidos de felicidad. Por tanto, debemos tomar en cuenta que esta teoría no siempre funciona en la práctica. En nuestro estudio, se puede hacer un ejercicio considerando los valores «de la sociedad» como aquellos que son más comunes en cada uno de los dos Perúes para preguntarnos si la teoría de la congruencia de valores explica la relación entre la preferencia por ciertos valores y el nivel de felicidad de los jefes de hogar pobres y ricos del Perú.

La siguiente teoría que probaremos es la de los valores saludables y no saludables. Esta sostiene que los valores que promueven el enriquecimiento psicológico, o intrínseco, tienen un efecto positivo sobre la felicidad, por lo que los consideran «saludables»; mientras que valores que promueven lo material, o extrínseco, son perjudiciales para la felicidad, por lo que los denominan «no saludables» (Vansteenkiste, Duriez, Simons, & Soenens, 2006). Resulta importante tratar de responder una pregunta básica de partida: ¿qué valores son considerados saludables y por qué? Autores como Jensen y Bergin (1988), y Strupp (1980), representantes de la literatura psicológica, califican los valores de universalismo, benevolencia, autodirección, logro y estimulación como saludables, ya que promueven el enriquecimiento intrínseco. Tomando como ejemplo el segundo valor, para un individuo benevolente que presente la constante necesidad de ayudar a los demás, su generosidad no es una reacción a una circunstancia, un sujeto u objeto externo, físico, tangible y manifiesto. Más bien, proviene de un profundo lugar en su ser, autónomo, propio, intrínseco, que lo impulsa al desarrollo personal evidenciado en sus acciones bondadosas y clementes hacia los demás. Esto es lo que lo vuelve un valor saludable.

Por otro lado, los valores de obediencia, tradición, seguridad y poder son considerados por esta particular teoría como no saludables porque no promueven el enriquecimiento personal. Tomando el poder como ejemplo, la búsqueda incansable por dinero y control representa una continua e insaciable persecución por objetos y posiciones de dominio, que son externos al sujeto6. La realización personal, impulsada por la propia subjetividad, pierde cabida en el día a día para dar paso a una existencia materialista reflejada en bienes, dominios y seguidores. El abandono del desarrollo interior a cambio de lo externo, lo material, lo extrínseco, es lo que vuelve al poder un valor no saludable. Es necesario acotar que esto no es suficiente para concluir que tal o cual valor promueve la felicidad de las personas, ya que no se ha discutido el proceso causal que tienen estos valores sobre la felicidad (Sagiv & Schwartz, 2000).

Una tercera teoría es el enfoque de los valores y las necesidades humanas. Bilsky y Schwartz (1994) relacionan los valores con las necesidades. Los autores argumentan que algunos valores promueven la satisfacción de las necesidades y, de acuerdo con la teoría de Maslow (1970), estos representan el camino a convertirse en la expresión máxima de uno mismo; en otras palabras, ser una persona realizada. Aquí es necesario hacer un paréntesis al tema de la felicidad y los valores para recordar qué es aquello que sostiene Maslow con respecto a la realización personal.

De acuerdo con el orden de la pirámide de Maslow, la máxima aspiración de una persona, luego de haber satisfecho todas sus necesidades físicas y sociales, es la autorrealización. Los valores que impulsan el alcance de esta meta son, a saber, la autodirección, el universalismo, la benevolencia, el logro y la estimulación (Bilsky & Schwartz, 1994). Ello es compatible con la teoría de valores saludables (Jensen & Bergin, 1988; Strupp, 1980). Ser capaces de guiar nuestros destinos, preocuparnos por el bienestar ajeno, perseguir nuestras metas y sueños, e incursionar en nuevas aventuras parecen ser buenos signos de que estamos un paso más cerca de autorrealizarnos y, en consecuencia, alcanzar la felicidad.

Por otro lado, los valores de obediencia, seguridad y poder representan limitantes en la satisfacción de necesidades. Según Bilsky y Schwartz (1994), poner énfasis en estos es más común en gente que se siente insegura, que no controla su vida y que no disfruta de su relación con otras personas. Estos sentimientos generan limitantes en el logro de la felicidad. Para entender mejor esta afirmación, imaginemos un individuo que sufre de privaciones y carece de las condiciones mínimas necesarias para satisfacer sus necesidades básicas; además, se desarrolló en un ambiente inseguro y lleno de carencias afectivas7. ¿Cómo es que este individuo podrá alcanzar la autoestima –amor propio– y autorrealización? Parece un camino pedregoso el que tendrá que recorrer para llegar a la cima de la pirámide. En resumen, algunos valores ayudan a escalar la pirámide de necesidades; mientras que otros, no (Bilsky & Schwartz, 1994). Cabe resaltar que el valor de hedonismo no es clasificado en ninguna categoría.

Cabe mencionar un cuarto enfoque: el de la cadena causal de valores de Welzel e Inglehart (2010). Su modelo considera una cadena de factores de cuatro partes. La primera representa las condiciones del ambiente en el que se vive; a saber, condiciones sociales, económicas, culturales, etc., que definen las oportunidades que se tienen. La segunda parte considera que a partir de estas condiciones se desarrollan los valores y se definen qué oportunidades seguir. La tercera parte corresponde al efecto de los valores, esto es, los autores indican que los valores inspiran y legitiman ciertas estrategias para perseguir las oportunidades. Por último, la cuarta parte es la felicidad que se adquiere cuando se logra desarrollar la oportunidad. Esta concepción de valores difiere sustancialmente de los valores humanos de Schwartz (1992) que adoptamos en esta investigación, por lo que no se analizarán los datos en este marco.

Ahora que hemos visto las explicaciones plausibles para la relación entre valores y felicidad, podemos decir que, en síntesis, en el debate académico, algunos autores sostienen que hay valores que promueven la satisfacción de necesidades y otros que tienen el efecto contrario y limitan el desarrollo de las personas. De las cuatro teorías expuestas, solo utilizaremos dos: la diferenciación entre valores saludables y no saludables, y la teoría de valores y necesidades humanas. A continuación, la tabla 3 resume las teorías expuestas que serán desarrolladas en el capítulo 3.

Tabla 3 Teorías sobre valores y felicidad


Teoría
Valores saludables y no saludables (Vansteenkiste, Duriez, Simons, & Soenens, 2006)Los valores y las necesidades humanas (Bilsky & Schwartz, 1994) ¡
Valores que promueven lo intrínseco corresponden a la felicidad y son, por lo tanto, saludables. En oposición, los valores que promueven lo extrínseco son no saludables.Valores que promueven la satisfacción de necesidades de acuerdo con la teoría de Maslow (1970). Las necesidades básicas son físicas y sociales, es decir, extrínsecas; mientras que en la cima de la piramide se encuentra la autorrealización, relacionada con factores intrínsecos.

Fuentes: Vansteenkiste et al. (2006); Blisky & Schwartz (1994). Elaboración: Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico.

A partir de estas teorías, analizaremos cómo se vinculan los valores a nivel personal con la felicidad de los jefes de hogar de los dos Perúes. Dichas teorías serán complementadas con el enfoque de la teoría de la autodeterminación de Deci y Ryan (1995). De acuerdo con este, la autonomía, la capacidad de hacer cosas por cuenta propia y la relación con las personas son necesidades psicológicas básicas. Por naturaleza, el ser humano busca satisfacer estas necesidades; no obstante, existen dos formas distintas de satisfacerlas que se deben tomar en cuenta (Deci & Ryan, 1995). Por un lado, la satisfacción extrínseca relacionada con bienes como dinero, fama y poder, que solo satisfacen las necesidades momentáneamente y requieren actividades más estresantes (Ryan, Koestner, & Deci, 1991). Por otro lado, la satisfacción intrínseca, que está relacionada directamente con el bienestar psicológico de las personas (Deci & Ryan, 1995). Estas tres teorías nos ayudarán a entender por qué algunos valores promueven la satisfacción intrínseca y no momentánea de las necesidades psicológicas de los seres humanos, mientras que otros valores van en la dirección contraria.

En resumen, tanto la teoría de los «valores saludables» como la de «la satisfacción de necesidades» ofrecerían, en principio, razones válidas que explicarían el porqué de la diferencia de felicidad entre los jefes de hogar pobres y ricos, más allá de las diferencias en el ingreso monetario.

1 Insistimos en que para más detalle de las definiciones se puede consultar el capítulo 1 de Vásquez et al. (2021). Allí también se discute el uso de la expresión «eudaimonista» en referencia a la tradición aristotélica y de «hedonista» en referencia al epicureísmo. Los autores contemporáneos, desde la vertiente de la economía de la felicidad o la psicología positiva, recogen solo parcialmente las definiciones clásicas griegas.

2 http://www.worldvaluessurvey.org/wvs.jsp

3 Los siguientes párrafos son un resumen bastante literal de la versión inglesa de Schwartz.

4 Los 10 valores de Schwartz serán presentados a lo largo del documento en letra cursiva. Así el lector podrá distinguir con claridad cuando el uso de la palabra se refiere estrictamente a dichos valores.

5 Pese a que en el estudio original de Schwartz (1992) el hedonismo es un valor que puede corresponder tanto a la automejora como a la apertura al cambio, estudios como los de Barbarossa, De Pelsmacker yMoons (2017), Borg (2019) y Vásquez et al. (2021), e incluso un estudio posterior del mismo Schwartz (2004) hecho a partir del análisis factorial confirmatorio, colocan al hedonismo dentro de la apertura al cambio. En línea con esto, la presente investigación también considera el valor del hedonismo dentro de dicho cuadrante.

6 De acuerdo con Deci y Ryan (1995), la motivación extrínseca es aquella que está definida por razones o metas externas al desarrollo interno del individuo. De igual manera, para Hidi (2000), esta se presenta cuando la fuente de motivación es externa a la persona. Entonces, el nivel de motivación del individuo dependerá del interés causado por las actividades o bienes externos.

7 Por ejemplo, Bonifacio et al. (2018) encuentran, en el sector laboral agrícola de Chincha, Ica y Pisco, que los trabajadores que están rodeados de personas con las que se quieren recíprocamente son más felices que aquellos que no cuentan con relaciones afectivas.

2. Valores en los dos Perúes

La bisagra

Luego de un arduo trabajo, el grupo multidisciplinario de investigadores obtuvo un conjunto de hallazgos sobre la felicidad. Comenzaron por identificar aquellas características demográficas de las personas que gozaban (o no) de felicidad en los dos Perúes. Posteriormente, esa aventura se dirigió a ahondar en algunos elementos socioeconómicos que identifican matices o marcas indelebles en los jefes de hogar entre estos dos grupos de distritos; es decir, lo que caracteriza a los ricos y pobres peruanos. En resumen, se estudiaron aquellos factores tangibles que se vinculan con los diferentes puntajes de felicidad de las personas en dos Perúes: el Perú pobre y el Perú rico (Vásquez et al., 2021).

Sin embargo, el libro mencionado no llega a profundizar en la felicidad desde las dimensiones abstractas de las personas. Por ello, a continuación, corresponde explorar qué hay detrás de la felicidad en su dimensión intangible pero vital para el recorrer de la vida: los valores. El presente capítulo es una bisagra entre aquella investigación sobre la felicidad y la pobreza multidimensional, y lo que ahora merece comenzar a entenderse en el marco del presente esfuerzo. Por lo tanto, este viaje continúa, y lo que ahora queda pendiente por ahondar y conectar es cuáles de estos valores se manifiestan en sintonía o en conflicto entre los dos Perúes y cómo se relacionan con la felicidad.

Felicidad, pobreza y valores: una vista panorámica

En el Perú existen muchos Perúes: el Perú mestizo y el Perú amazónico, el Perú joven y el Perú adulto, el Perú tradicional y el Perú tecnológico, entre otros. El presente libro ha puesto la mira solo en los dos extremos de la distribución de ingresos: el Perú rico, representado por los cinco distritos más ricos, y el Perú pobre, representado por los cinco distritos más pobres, según el INEI (2015). La intención final es explicar qué une y qué divide a un país y, en este libro, descubrir qué elementos subjetivos hay en común y qué diferencias existen entre quienes son ricos y quienes son pobres. Conocer los parámetros de los valores vigentes de estos dos grupos opuestos y los atributos que los distinguen nos permitirá comprender el margen de caracterización del Perú: un país en el que las fronteras o límites que se ostentan –las diferencias– sí importan. No obstante, ser «Perú» también implica un conjunto de elementos comunes que no queremos dejar de lado. No solo descubriendo la heterogeneidad y multidimensionalidad, sino, sobre todo, rescatando algo de la homogeneidad posible y existente de la población de un país etiquetado bajo un solo nombre, también se podrá construir un presente y un futuro únicos y más pertinentes para todos sin distinción.

Por lo tanto, tomemos vistas panorámicas del puerto de embarque de esta nave que se aventura a arribar a la orilla intangible de los valores. Para este fin, en las páginas siguientes encontraremos cómo se interrelacionan la felicidad con la pobreza y los valores en los dos Perúes. Aquí, debemos recordar lo visto en el capítulo 1 de marco teórico sobre la definición de valores establecida por Schwartz (1992), en donde se definen 10 valores universales, los cuales pueden ser agrupados en cuatro cuadrantes. La tabla 4 resume las respuestas que recibieron los valores y, partir de ellas, se calculan las respuestas en los cuadrantes

Tabla 4 Número de respuestas de jefes de hogar de los dos Perúes según cuadrantes y valores


CuadranteJefes de hogar pobresJefes de hogar ricosVadorJefes de hogar pobresJefes de hogar ricos
Autotrascendencia261325Universalismo249297
Benevolencia275304
Conservación462247Obediencia450243
Tradición369249
Seguridad398234
Apertura al cambio186184Hedonismo282229
Estimulación158122
Autodeterminación312293
Automejora242140Logro308219
Poder214128

Fuente: CIUP (2017). Elaboración: Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico.

Más adelante en este capítulo, se dará una interpretación más completa sobre cómo se traducen estos números en las preferencias8 de valores de los jefes de hogar.

En la figura 5, se muestra la distribución del puntaje de felicidad según valores: una curva, casi con forma de «montaña», que revela los niveles de felicidad más y menos comunes entre aquellos jefes de hogar que prefieren un determinado valor. Por ejemplo, si observamos la primera curva, que corresponde a la importancia que los pobres conceden al universalismo, notamos que la parte más «alta» de esta «montaña» coincide aproximadamente con el puntaje 11 en el eje horizontal de felicidad, esto es, que la mayor parte de los encuestados pobres que valoran el universalismo tienen un puntaje de felicidad cercano a 11. Por el contrario, en las «faldas» –extremo izquierdo y derecho– de la montaña, vemos que son muy pocos los pobres que tienen 5 o 20 puntos de felicidad. Como se mencionó en el capítulo 1, los puntajes de felicidad fueron hallados siguiendo la metodología de Mateu et al. (2020a). En el anexo de este libro se puede revisar la forma de cálculo en detalle.

En este punto, para entender las preferencias por determinados valores, se estableció que un jefe de hogar considera relevante un valor en su vida si el puntaje centrado9 asignado es mayor de 0. Cuando se habla de «importancia asignada a los valores», no se debe pensar en términos excluyentes; por el contrario, casi la totalidad de nuestros encuestados (98,94%) considera relevante más de un valor a la vez. Por ello, de ahora en adelante, hablaremos de la importancia relativa de los valores en la vida de los jefes de hogar de los dos Perúes.

Figura 5 Distribución del puntaje de felicidad según las preferencias de valores para los jefes de hogar de los dos Perúes, 2017


Fuente: CIUP (2017). Elaboración: Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico.

Al ver la figura 5, se puede observar que las distribuciones de los puntajes de felicidad para los dos Perúes son muy parecidas entre preferencias de valores. ¿Qué significa esto? Imaginemos por un momento que estamos frente a dos jefes de hogar: un agricultor de Curgos y un administrador de empresas de San Isidro. A ambos los une una fuerte preocupación por salir adelante y alcanzar sus objetivos; es decir, ambos otorgan importancia al valor del logro en sus vidas. ¿Qué podemos decir de ellos sobre la base de las distribuciones de felicidad? El «pico» de la «montaña» de los pobres que ven relevante al logro está aproximadamente en el puntaje 11. Es decir, la mayor parte de los jefes de hogar con las características mencionadas tienen más o menos 11 puntos de felicidad. En consecuencia, es lógico esperar que nuestro agricultor de Curgos que se preocupa por el logro tenga un puntaje de felicidad cercano a 11. Haciendo un análisis equivalente para nuestro administrador de San Isidro, esperaríamos un aproximado de 14 puntos de felicidad. Sabiendo esto, modifiquemos un poco la situación ¿Qué sucedería si, en lugar de dar importancia al logro, estos jefes de hogar priorizaran el obtener respeto y dinero, o sea, el valor del poder? Viendo las distribuciones de felicidad, esperaríamos que nuestro agricultor tenga, nuevamente, 11 puntos, mientras el administrador cuenta con 14 aproximadamente. Vásquez et al. (2021) encuentran que los ricos son, en promedio, más felices que los pobres. Ahora, por medio de este sencillo ejemplo, vemos que esta diferencia es transversal a las elecciones de valores, es decir, no hay un único valor cuya preferencia implique que los pobres tengan un mayor nivel de felicidad que los ricos (véase la figura 6).

Figura 6 Ejemplo de felicidad y preferencias de valores en los dos Perúes


Fuente: CIUP (2017). Elaboración: Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico.

Dado que ya sabemos cómo se distribuyen los puntajes de felicidad a nivel global para cada uno de los dos Perúes, es momento de tomar un enfoque diferente que nos permita mirar desde otro ángulo la compleja relación que existe entre pobreza, valores y felicidad. Para esto, partimos nuestra distribución o «montaña» en cuatro grupos de izquierda a derecha. Con esta división, tenemos que aquellos jefes de hogar ubicados más a la izquierda son los menos felices, mientras que los del extremo derecho son los más felices. A estos cortes de la «montaña» los llamamos cuartiles. Entonces, nuestros «grupos» de felicidad están conformados por los jefes de hogar muy infelices que pertenecen al primer cuartil –aquel ubicado más a la izquierda–, los infelices que pertenecen al segundo cuartil, los felices en el cuartil siguiente, y los muy felices que se encuentran en el cuartil superior –o más a la derecha.

En las figuras 7 y 8, también observamos distribuciones de puntajes de felicidad. Sin embargo, esta vez miremos el interior de cada una de las «cordilleras» de los dos Perúes. Para cada uno de estos mundos por separado, ahora somos capaces de apreciar cómo los niveles de felicidad difieren de acuerdo con los valores que prefieren nuestros jefes de hogar. ¿Qué significa esta afirmación?

Figura 7 Distribución del puntaje de felicidad indicando cuartiles según las preferencias de valores para los jefes de hogar del Perú pobre, 2017


Fuente: CIUP (2017). Elaboración: Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico.

Figura 8 Distribución del puntaje de felicidad indicando cuartiles según las preferencias de valores para los jefes de hogar del Perú rico, 2017


Fuente: CIUP (2017). Elaboración: Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico.

Volvamos a Curgos e imaginemos ahora que se trata de un jefe de hogar agricultor que se preocupa por la igualdad y el medio ambiente, es decir, cree en el universalismo. A diferencia de antes, al ver la figura 7 ya no buscamos el «pico» de la «montaña». Esta vez nos enfocamos en las líneas que separan a nuestros grupos de felicidad (cuartiles). En particular, veamos el salto de pasar de ser «infeliz» a ser «feliz». Para nuestro agricultor, esta línea divisoria está ubicada en un puntaje cercano al 11 de felicidad. Recordemos que junto a él viven otros campesinos de Curgos con distintas preferencias de valores.

Pensemos por un momento que nuestro jefe de hogar tiene dos amigos con los que quiere comparar su felicidad. Él sabe que uno de ellos se inclina por la estimulación, mientras que el otro prefiere el poder. Al ver la figura 7, la línea del salto para la estimulación está alrededor del puntaje 12 y la del poder, alrededor de 10. De acuerdo con esto, nuestro agricultor esperaría que el amigo que da importancia a la estimulación sea más feliz que él. Por el contrario, aquel amigo que ve relevante al poder tiene un menor puntaje de felicidad. En resumen, mientras más a la izquierda se encuentran las líneas divisorias entre infelices y felices –más cerca del 0–, menos felices serán los jefes de hogar que conceden importancia a este valor. En el otro extremo, los valores con líneas que se ubican más hacia la derecha –acercándose al 20– tienen encuestados más felices. A nivel general, resaltan los jefes de hogar pobres que dan importancia a la estimulación, pues estos parecen ser los más felices. También podemos observar que, para los dos Perúes, es el poder el valor que suele tener el menor puntaje de felicidad. Esto coincide con lo encontrado por Kasser y Ahuvia (2002) a nivel internacional y Guillén-Royo y Kasser (2015) a nivel nacional.

Con este nuevo conocimiento, cabe preguntarse cómo se distribuyen los puntajes de felicidad de cada cuartil. Visto de otra manera: ¿qué forma toma la «montaña» si la dibujamos para cada uno de nuestros «grupos» de felicidad?

Figura 9 Distribución del puntaje de felicidad por grupos de felicidad según las preferencias de valores de los jefes de hogar para los dos Perúes, 2017


Fuente: CIUP (2017). Elaboración: Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico.

Al observar la figura 9, podemos destacar dos mensajes claves como evidencia para formular políticas públicas. El primero de ellos es que, independientemente de las preferencias de valores, son los dos grupos extremos –más felices y más infelices– los que más distancian a los dos Perúes. El segundo mensaje está relacionado con la forma que toma la distribución de los puntajes de valores. Los muy felices, felices e infelices tienen algo en común: las distribuciones parecen tener más de una moda, es decir, nuestras «montañas» no tienen un solo «pico». Por otro lado, para ambos Perúes, las distribuciones de felicidad de los muy infelices presentan un claro sesgo a la derecha. Es decir, el «pico» de la «montaña» se ubica a la derecha, lo que implica que la mayor parte de los jefes de hogar muy infelices para ambos Perúes tienen puntajes lo más alejados posible del 0. En consecuencia, independientemente de los valores, tanto pobres como ricos tienden a alejarse de niveles extremadamente bajos de felicidad. Incluso se podría decir que los muy infelices intentan ser lo más felices que pueden.

Las diversas fotografías de los dos Perúes sugieren una relación negativa entre poder y felicidad; sin embargo, resulta importante pensar en la contundencia de esta afirmación, para lo cual es necesaria una revisión más completa y exhaustiva. Dado que se dispone de una primera vista, superficial pero importante, sobre la distribución de la felicidad de acuerdo con las preferencias de los valores de los jefes de hogar, es válido continuar con nuestro recorrido. Para ello, nos sumergiremos en una mirada más completa de los valores. ¿Los dos Perúes asignan la misma importancia relativa a los valores? ¿Cuáles son los valores que comparten ricos y pobres o, por el contrario, que distancia más a estos dos mundos? Conocer esto permitirá tener pautas para construir políticas públicas que alienten lo que une y neutralicen lo que desune a los peruanos.

Los valores en los dos Perúes

¿Cómo aplicar el enfoque de Schwartz a las realidades de los dos Perúes? El módulo 1.000 de la Encuesta FPV (2017) recoge los «puntajes» que asignan los jefes de hogar a los distintos valores en su vida. Conocer cómo se distribuyen estos dentro de los dos Perúes permite tener una mirada más amplia y rica sobre la situación. En otras palabras, se intenta ver qué valores prefieren la mayoría de los jefes de hogar. Algunos autores, como Kasser y Ahuvia (2002), utilizan la media del puntaje centrado de los valores para calcular cuáles eran aquellos «valores comunes» en la sociedad. Aquí se pretende hacer algo semejante; sin embargo, en lugar de utilizar los puntajes, se utiliza el número de jefes de hogar de cada Perú que asigna importancia a un valor (o conjunto de valores) determinado.

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9789972574887
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