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COLOCADOS EN SU CUERPO

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En los dos versículos bíblicos que preceden a su descripción de los dones motivacionales, Pablo usa el ejemplo del cuerpo humano:

Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros (órganos, partes), pero no todos los miembros tienen la misma función o uso, así nosotros, aunque somos muchos, somos un cuerpo en Cristo el Mesías, e individualmente somos miembros unos de otros y dependemos unos de otros.

Romanos 12: 4-5, TAB

En esta escritura vemos tres verdades que se aplican a nuestro estudio de los dones motivacionales.

Primero, el cuerpo representa una totalidad, algo completo y entero, pero es una totalidad compuesta de diferentes partes. De la misma manera, los que conformamos el Cuerpo de Cristo tenemos diferentes funciones. No todos somos iguales. Tenemos diferentes habilidades y dones. Así como un cuerpo físico necesita manos, pies, ojos y oídos para funcionar adecuadamente, de igual manera, el Cuerpo de Cristo necesita personas con diferentes dones motivacionales para que el Cuerpo pueda funcionar adecuadamente. Debemos estar unidos a pesar de nuestra diversidad.

Es bueno saber que no todos tenemos que comportarnos igual. Está bien que seamos diferentes.

En segundo lugar, podemos ver a través de esta analogía que no tenemos que hacer las cosas “por nosotros mismos”. Nosotros hacemos nuestra parte. Otros hacen su parte. Juntos llevamos a cabo la obra del ministerio de nuestro Señor.

Recuerdo que siendo adolescente, escuchaba un sermón diferente cada semana y me esforzaba por hacer lo que decía el predicador. Un domingo él predicaba sobre la importancia de la oración, y durante toda la semana siguiente yo oraba intensamente. La semana siguiente él predicaba sobre tener un corazón de siervo, y yo me esmeraba por servir a cualquier persona con la que me encontrara. El siguiente domingo tal vez predicaba sobre el diezmo, y yo resolvía aumentar mis ofrendas. O quizás se predicaba sobre el amor y yo, enjugándome la frente del cansancio y respirando hondo, salía de la iglesia decidida a amar, costara lo que costara.

Y me acerqué al colapso tratando de hacer todas aquellas cosas. Aspiraba a ser una “super-cristiana” y era imposible alcanzar esta meta. Estaba convencida de que tenía que sobresalir en todas estas áreas si quería agradar a Dios. Y al fallar, como lo hubiera hecho cualquier persona, me llené de culpabilidad y condenación.

Me sentí tan aliviada cuando descubrí los dones motivacionales, y me di cuenta de que no tenía que ser o hacer todo bien, sino que podía concentrarme en aquellas áreas en las que había sido dotada por Dios. También me ayudó a apreciar los diferentes dones que tenían los demás.

En tercer lugar, Pablo enfatiza nuestra dependencia mutua en el Cuerpo de Cristo. Realmente nos necesitamos unos a otros. Ningún miembro del Cuerpo de Cristo puede retirarse a una isla desierta y ser un cristiano victorioso por sí mismo. Dios nos ha hecho así a propósito, de manera que estemos incompletos sin la interacción y el ministerio de nuestros hermanos cristianos.

David DuPlessis, quien fue conocido internacionalmente como “el señor Pentecostés” debido a los años que pasó tratando de acercar a las denominaciones alrededor del mundo, solía decir lo siguiente: “Cuando conozco a alguien no importa quién es siempre me pregunto: ‘¿Qué puedo impartir a esta persona, y qué puede ella impartirme a mí?’ ”

LOS DONES EN EL CUERPO

Un día le dije al Señor: “Ya que Pablo puso esta analogía del Cuerpo antes de la lista de los dones motivacionales en Romanos 12, ¿será que cada don corresponde a una parte del cuerpo físico?”

El Señor no solamente me mostró dónde podía encajar cada don en tal esquema, sino que también me dio una escritura para cada uno.

1. Percepción: Este don son los ojos del cuerpo

“Pero bienaventurados – felices, afortunados y dichosos – vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen...” (Mateo 13:16, TAB).

Es evidente que los que tienen el don de percepción han sido dotados con mejor visión espiritual que todos los demás miembros del Cuerpo de Cristo. Ellos ven cosas que los demás generalmente no vemos.

“La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si su ojo es bueno, todo su cuerpo estará lleno de luz; pero si su ojo es maligno, todo su cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?” (Mateo 6:22-23).

Aunque estas palabras de Jesús puedan aplicarse al individuo, también se aplican directamente al Cuerpo de Cristo. El que tiene el don de percepción tiene una responsabilidad especial de mantener los ojos limpios y saludables para poder percibir con ellos las verdades de Dios. De todos los miembros del Cuerpo, este es el que menos puede permitir contaminación o pecado en su vida, porque si lo hace, su visión se nublará. El resto del Cuerpo cuenta con que los que perciben podrán identificar y proclamar adecuadamente la voluntad de Dios. Si el que tiene el don de percepción no está viviendo en santidad, su visión se dañará y proclamará la voluntad de Dios equivocadamente. De hecho, lo que él ve como algo verdadero, puede ser un error, lo cual guiará a muchos por mal camino. Entonces ¡la oscuridad se multiplicará!

2. Servicio: Este don son las manos del cuerpo

“Alarga su mano al pobre, y extiende sus manos llenas al menesteroso [ya sea en cuerpo, mente o espíritu]” (Proverbios 31:20, TAB).

De todos los dones, podemos notar que los que tienen el don de servicio son literalmente los que más habilidad tienen en las manos. Tienen gran destreza. Pareciera que pueden construir o arreglar casi cualquier cosa.

1 Corintios 12:28 se refiere a este don como el don de ayuda. Estas personas disfrutan de ayudar a los demás, en cualquier lugar y a cualquier hora... especialmente cuando se trata de ayudar de alguna manera práctica.

3. Enseñanza: Este don es la mente del cuerpo

“Y estos [judíos de Berea] eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra [el mensaje] con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así” (Hechos 17:11, TAB).

Los maestros han sido excepcionalmente dotados de inteligencia. Al principio, quizá esto no nos parezca justo a los demás, pero recordemos que para ser la mente del Cuerpo ellos necesitan ser muy dotados. Estas personas siempre están haciendo preguntas. Quieren conocer las bases de todo, e investigarán hasta que los datos los convenzan de que algo es veraz. Notemos que Pablo elogió a los judíos de Berea porque escudriñaban las Escrituras (lo que nosotros llamamos ahora el Antiguo Testamento), para asegurarse de que su aceptación de las buenas nuevas de Jesús tenía en una base comprobable.

4. Exhortación: Este don es la boca del cuerpo

“Y después de la lectura de la ley y de los profetas, los principales [de la adoración] de la sinagoga mandaron a decirles: Varones hermanos, si tenéis alguna palabra de exhortación para el pueblo, hablad” (Hechos 13:15 TAB).

Los que tienen el don de exhortación hablan mucho. En broma hemos dicho que de todo el Cuerpo de Cristo, ellos son los que tienen las mandíbulas más engrasadas. Pero, en serio, Dios los ha capacitado con una maravillosa habilidad de hablar. ¿De qué otra forma pudiera podrían exhortar, consolar y animar a otros?

5. Dar: Este don son los brazos del cuerpo

“Mostró fuerza e hizo proezas con su brazo...” (Lucas 1:51, TAB).

En este pasaje del Nuevo Testamento, María está recitando una escritura del Antiguo Testamento que muestra que el brazo de Dios es fuerte. (Otro ejemplo es Isaías 51:0, TAB: “Despiértate, despiértate, vístete de poder [y fuerza], o brazo de Jehová.”)

Los que tienen el don de dar tienen mucha fuerza en el área espiritual, pues ellos ayudan a que la obra cristiana se extienda. ¿Recuerda cuando Moisés levantó sus brazos para que el pueblo de Israel ganara la batalla contra los amalecitas? (Véase Éxodo 17:8-18.) Cuando sus brazos se cansaban, él los bajaba y los amalecitas empezaban a ganar la batalla. Entonces, Dios proveyó a dos personas para ayudar al pueblo: Aarón y Hur. Estos sostuvieron los brazos de Moisés hasta que se puso el sol y los israelitas ganaron la batalla. Los que tienen el don de dar son un apoyo fuerte para aquellos que se encuentran en medio de la batalla espiritual o los que están en otras naciones predicando el evangelio.

6. Administración: Este don son los hombros del cuerpo

“Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos es dado, y el principado será sobre su hombro...” (Isaías 9:6 TAB).

Los administradores son los hombros en el Cuerpo de Cristo, llevando la carga del liderazgo. Los administradores sabios saben cómo dar su carga a Cristo de manera que Él los ayude a llevarla.

7. Compasión: Este don es el corazón del cuerpo

“Y que el Señor dirija vuestros corazones al amor de Dios, y a la paciencia de Cristo [comprendiendo y demostrando estos]” (2 Tesalonicenses 3:5 TAB).

Las personas con el don de compasión son gobernadas por su corazón y no por su mente. Ellos revelan la verdadera naturaleza de Dios al mostrar amabilidad, amor y misericordia hacia otras personas.

DOS CATEGORÍAS DE DONES

Cuando inicié mi estudio de los dones, fue 1 Pedro 4:10 que me ayudó a identificar los dones que nos han sido dados para toda la vida. Sin embargo, durante mucho tiempo, me desconcertó el versículo que le seguía:

Si alguno habla, [déjenlo que] hable conforme a las palabras de Dios; si alguno presta algún servicio, [déjenlo que] sirva conforme a la fuerza que da Dios, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos.

1 Pedro 4:11, TAB

Sabía que este pasaje, por su contexto, podía referirse a los dones motivacionales. Parecía que Pedro estaba diciendo que existen dos categorías básicas de dones motivacionales: aquellos que tienen que ver con el hablar y aquellos que tienen que ver con el servicio. Pero ¿qué dones encierra cada grupo?

Mientras estudiaba y oraba sobre esto, el Señor me dijo: “Dibuja el cuerpo humano y traza una línea horizontal debajo de los hombros y sobre el corazón.”

De modo que dibujé una figurita y una línea de puntos.

“Ahora, mira los dones que están representados por las partes del cuerpo arriba y debajo de la línea.”

Miré, e inmediatamente entendí la idea. Pude ver que el que tiene el don de enseñanza, que es la mente del cuerpo, debe hablar para poder enseñar. El que tiene el don de percepción los – ojos del cuerpo – debe hablar para poder proclamar la voluntad de Dios. El que tiene el don de exhortación, siendo la boca del cuerpo, obviamente tiene un don del habla. Y el que tiene el don de administración, que son los hombros del cuerpo, debe hablar para poder liderar.

De modo que estos cuatro dones son dones que tienen que ver con hablar.

Observando los dones debajo de la línea de puntos, pude ver que la persona con el don de compasión, que es el corazón del cuerpo, generalmente no es una persona a quien le guste pararse frente a un grupo de personas a hablar. Más bien prefiere trabajar entre bastidores sirviendo a otros a través de la abundancia de amor que Dios le ha dado. El que tiene el don de dar, que son los brazos del cuerpo, también tiene un don de apoyo. A esta persona no le gusta estar en primera plana, sino que le gusta servir donde nadie lo ve. Y el que tiene el don de servicio, las manos del cuerpo, obviamente sobresale en esta área. Estos tres son los dones de servicio.


1 Pedro 4:11 manda a aquellos que tienen un don del habla “que hablen conforme a las palabras de Dios.” Tales personas tienen la responsabilidad de asegurarse que lo que sale de su boca es lo que Dios quiere que digan. Nuestras palabras tienen poder. Dios habló y el mundo fue creado (Génesis 1:3). Nuestras palabras influyen en la vida de los demás. Cualquier persona con un don del habla debe buscar constantemente ser guiado por el Espíritu Santo mientras habla.

Para aquellos con uno de los tres dones de servicio, 1 Pedro 4:11 contiene una gran promesa. Ellos deben servir “conforme a la fuerza que da Dios.” Dios les dará fuerzas y energías abundantes para que realicen la obra que han de realizar. Hemos observado que pareciera que los que tienen el don de servicio tienen energías excepcionales.

El versículo también enfatiza que no importa en qué categoría recaiga nuestro don, todos deben realizarse de manera tal que Dios sea glorificado.

MINISTRAMOS EN TODAS LAS ÁREAS

4

Muchas personas nos han preguntado: “¿Es posible que en cierta medida yo tenga los siete dones motivacionales en mi vida?”

La respuesta es que sí es posible. Durante el proceso de evaluación usted descubrirá que tiene resultados positivos, aunque sea con una calificación baja, en cada don. Todos hemos sido dotados en cada don lo suficiente como para poder llevar a cabo una tarea, hasta cierto punto, cuando se nos lo pide.

El hecho de no tener un don particular como su don primario no significa que usted debe rehuir responder a ciertas necesidades que se presentan.

Por ejemplo, supongamos que su don motivacional primario es el de enseñanza y su puntuación en el don de compasión fue el más bajo de todos. Pero un domingo en la iglesia se da cuenta de que la mujer que está sentada a su lado está llorando. Usted no sabe qué problema tiene, pero sí sabe que está herida. En ese momento usted recuerda que en cuanto al don de compasión obtuvo la puntuación más baja de su evaluación y le dice a la mujer: “Sabe, yo no la puedo ayudar. Vaya a buscar a alguien con el don de compasión.”

¿Haría eso?

¡Claro que no!

Como parte del Cuerpo de Cristo podemos ministrar a cualquier persona en cualquier necesidad, en cualquier lugar y a cualquier hora.

Nunca permita que el conocer su don motivacional lo prive de ministrar en otras áreas.

Si bien es cierto que en la situación que acabamos de mencionar una persona con el don de compasión se hubiera dado cuenta antes que cualquier otro que había una persona herida, y que además se hubiera movilizado rápidamente para suplir la necesidad, no significa que otro no es capaz de mostrar compasión a los demás cuando es necesario.

Todos ministraremos en la esfera de los siete dones.

Lo cierto es que existe una diferencia entre ser (su don motivacional lo hace la persona que es) y hacer (su servicio a Jesús incluirá una extensa variedad de actividades). Sin embargo, la forma en que usted ministra en cualquier área se verá afectada por su don motivacional primario.

Además, recordemos que la gracia de Dios es suficiente para cualquier circunstancia en la cual nos podamos encontrar. Él nos capacita. Él nos unge para hacer la obra que está a la mano. Podemos contar con Él.

¿Cómo podemos saber que todos los cristianos están capacitados para ministrar usando los siete dones? La Biblia lo aclara:

1. Don de percepción: Usted debe percibir la voluntad de Dios hasta cierto punto y en ciertas situaciones.

Todos debemos percibir verdades espirituales:

“Hablando a sus discípulos (a todos) Jesús dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos...” (Mateo 13:11, TAB).

Todos debemos proclamar la voluntad de Dios con la ayuda del Espíritu Santo:

“Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán, declarando la voluntad de Dios” (Hechos 2:17, TAB).

Todos debemos buscar la sabiduría:

“Para que la gente conozca la habilidad, y la sabiduría y doctrina divinas, y discierna (perciba) y comprenda las palabras de entendimiento y conocimiento” (Proverbios 1:2, TAB).

2. Don de servicio: Usted debe servir al Señor y a otras personas de diferentes maneras.

Todos debemos servir a Dios:

“¡Servid a Jehová con alegría! ¡Venid ante su presencia con cantos!” (Salmo 100:2, TAB).

Todos debemos servir a otros:

“...Por amor deben serviros los unos a los otros” (Gálatas 5:13, TAB).

Todos debemos servir a Jesús:

“Si alguno me sirve, debe perseverar en seguirme (debe apegarse firmemente a mí, ajustarse completamente a mi ejemplo al vivir, y si fuera necesario, al morir); y dondequiera que yo esté, ahí estará también mi siervo. Si alguno me sirve, el Padre lo honrará” (Juan 12:26, TAB).

3. Don de enseñanza: Usted debe enseñar a otros de la forma apropiada.

Todos debemos estar preparados para enseñar:

“Estudia y sé entusiasta, y procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, uno que analiza y divide de manera precisa, que maneja y enseña hábilmente la Palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15, TAB).

Todos debemos enseñarnos los unos a los otros:

“Deja que la palabra.[proferida por] Cristo... tenga su morada en vosotros (en vuestro corazón y mente) y que more en vosotros en [toda su] riqueza, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda inteligencia y sabiduría [en cuanto a cosas espirituales]...” (Colosenses 3:16, TAB).

Todos debemos enseñar a otros a obedecer los mandamientos de Jesús:

“Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado...” (Mateo 28:19-20, TAB.)

4. Don de exhortación: Usted debe exhortar, amonestar y animar a otros.

Todos debemos exhortarnos los unos a los otros cuando nos reunimos:

“No dejando de congregarnos [como creyentes], como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos (amonestándonos, advirtiéndonos y animándoos unos a otros), y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca” (Hebreos 10:25, TAB).

Todos debemos dedicarnos a la exhortación:

“Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura [privada y pública], a la exhortación (a la predicación y a compartir el evangelio personalmente) y a la enseñanza y a la inculcación de la doctrina” (1 Timoteo 4:13, TAB).

Todos debemos exhortar a otros cada día:

“Antes exhortaos (amonestaos, instaos y animaos) los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado” (Hebreos 3:13, TAB).

5. Don de dar: Usted debe dar de sus recursos y energías a Dios y a otros.

Todos debemos ser generosos:

“Dad, y se os dará [presentes]; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo...” (Lucas 6:38, TAB).

Todos debemos dar libremente:

“De gracia (sin pagar) recibisteis, dad de gracia (sin cobrar)” (Mateo 10:8, TAB).

Todos debemos ser responsables en cuanto a apoyar el ministerio:

“Compartiendo para las necesidades del pueblo de Dios, contribuyendo a suplir la carencia de los santos; dedicándoos a practicar la hospitalidad” (Romanos 12:13, TAB).

6. Don de administración: Usted debe dirigir (liderar) de la manera en que Dios lo mande a hacerlo.

Debemos dirigir con corazón de siervo:

“Sabéis que los que son tenidos por gobernantes y han de dirigir a los gentiles (a las naciones) se enseñorean de ellos, y gobiernan con poder absoluto, teniéndolos sometidos, y sus grandes ejercen sobre ellos potestad y dominio. Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor” (Marcos 10:42-43, TAB).

Todos debemos empezar administrando bien lo que tenemos:

“Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel: sobre poco has sido fiel y fidedigno; sobre mucho te pondré...” (Mateo 25:21, TAB).

Todos debemos esperar recibir de Dios una posición de liderazgo:

“¡Pero Dios es el juez! Humilla a uno y enaltece a otro” (Salmo 75:7, TAB).

7. Don de compasión: Usted debe mostrar amor, compasión y misericordia hacia otros.

Todos debemos abundar en misericordia:

“Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia” (Mateo 5:7).

Todos debemos ser amorosos:

“Finalmente, sean todos de un mismo sentir (unidos en espíritu), teniendo empatía unos con otros, amándose fraternalmente (como si fueran de la misma casa), compasivos y corteses, tiernos y humildes” (1 Pedro 3:8, TAB).

Todos debemos mostrar compasión hacia otros:

“Así habló Jehová de los ejércitos, diciendo: Juzguen conforme a la verdad, y muestren misericordia, amabilidad y tierna compasión cada cual con su hermano” (Zacarías 7:9, TAB).

De todas estas maneras, la Biblia nos insta a usar todos los dones para ministrar a otros. Esto ayuda a traer un equilibrio a nuestra vida. Todavía obraremos en gran parte según nuestro don motivacional primario (eso es lo que nos motiva, ¿recuerda?), pero también somos capaces de ministrar – y debemos ministrar – en otras áreas.

765,11 ₽
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333 стр. 22 иллюстрации
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9781646911196
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