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Segunda Sección Hallazgos generales

¿Qué explica el mejoramiento escolar observado en los liceos chilenos?

Cristian Bellei, Mariana Contreras, Nicole Bustos, Loreto De La Fuente, Rocío Díaz, Juan Pablo Valenzuela, Xavier Vanni

A continuación, se exponen los principales hallazgos del estudio obtenidos del análisis colectivo de casos de liceos que mejoran. Hemos organizado estos hallazgos en cuatro secciones. La primera aborda los asuntos institucionales, así como la relación de los liceos con el contexto y las políticas educacionales; la segunda analiza las capacidades internas que han hecho posible los cambios en los liceos estudiados, en concreto el estamento directivo y el colectivo docente; la tercera se concentra en el corazón del trabajo educativo profundizando en los aspectos curriculares y pedagógicos de estos procesos de cambio; finalmente, la cuarta sección trata la dimensión de convivencia social en los liceos, el bienestar de los estudiantes y sus culturas juveniles.

Esquemáticamente, como se argumentará en detalle, encontramos que los liceos han emprendido procesos importantes de reestructuración institucional y lo han hecho eminentemente basados en sus capacidades internas de liderazgo directivo y trabajo colectivo docente, haciendo un uso estratégico de sus conexiones con el entorno y las oportunidades de las políticas educacionales; estos cambios han llegado a las dimensiones curriculares y pedagógicas, sobre todo enriqueciéndolas, diversificándolas e intensificándolas, más que transformándolas sustantivamente; todo esto ha sido sostenido por un intenso trabajo de involucramiento de los jóvenes con su aprendizaje, basado en una preocupación prioritaria por su bienestar subjetivo y social, aun en el marco de relaciones más bien tradicionales con las expresiones culturales de la juventud.

I. Institucionalidad, contexto y políticas. Jugadas mayores a su propio riesgo

En un contexto marcado por fuertes presiones provenientes de las dinámicas de mercado y de las evaluaciones estandarizadas externas (dos políticas generales de enorme relevancia de estas décadas), los liceos han tomado opciones mayores para responder a estos requerimientos, implementando cambios institucionales que han modificado sensiblemente sus proyectos educativos. Dado que en este período ha habido cierta carencia de políticas y programas especializados en asuntos sustantivos de la educación media, y que los liceos poseen una mayor autonomía respecto de sus sostenedores, estos cambios institucionales se han llevado a cabo con cierta orfandad por parte de los liceos. La fuerza de la díada Simce-PSU deja su huella en la orientación del trabajo liceano; pero a ella se agrega la vinculación del liceo con su entorno: cómo se conecta con la educación básica, y, sobre todo, qué opciones de salida trabaja para sus estudiantes. La combinación de ambas tensiones define significativamente el tipo de procesos internos de los liceos.

1. Procesos hipercomplejos de mejoramiento: reestructuración institucional, estrategias y tácticas

La investigación sobre mejoramiento y cambio escolar ha mostrado que un asunto crítico en estos procesos es la motivación o el factor que inicia el cambio, el gatillador de las transformaciones. Frecuentemente, este gatillador se encuentra fuera de las organizaciones, es algún elemento del ambiente que despierta la motivación, empuja a innovar o señala las alertas para iniciar cambios., Por cierto, la decisión de tomar en cuenta esas señales y la orientación que el proceso de cambios tome dependen del modo en el que los actores internos del liceo procesen estas influencias, y su capacidad para llevar a cabo los cambios.

En los casos estudiados hemos identificado dos desafíos estructurales que los liceos enfrentan y que se constituyen en fuerzas externas que pujan por cambios internos: mantenerse atractivos a fin de captar matrícula y mantenerse relevantes en términos de las opciones de salida de sus egresados. Ambos desafíos están por cierto relacionados: un liceo relevante es en principio más atractivo, pero remiten a dimensiones y actores del entorno que son distintos (i.e. los jóvenes y sus familias, las instituciones de educación superior y los empleadores), y que admiten soluciones diferentes.

Ahora bien, a diferencia de las escuelas básicas, los indicadores de la relevancia de los liceos son metas y resultados concretos, observables y con fuertes consecuencias individuales: que los alumnos entren o no a la universidad, que realicen sus prácticas profesionales, que encuentren o no trabajo. Así, en un sentido importante exceden el campo de la educación escolar, por lo que son más demandantes y menos sujetos al control directo de los liceos. Dicho de otra forma, son logros «reales» y no artefactos del sistema escolar (como lo es el puntaje en la prueba Simce que tanto presiona al mejoramiento en las escuelas básicas, por ejemplo), resultados genuinos que determinan directamente oportunidades de vida de los egresados. Este hecho hace que los establecimientos de enseñanza media estén de algún modo más expuestos al escrutinio social en sus territorios.

En el caso chileno, este escrutinio se canaliza de manera muy significativa a través de dinámicas de mercado, vía competencia entre liceos por captar las preferencias de las familias y –crecientemente– de los propios jóvenes. Así, cumplir con tales indicadores es primordial para posicionarse y mantenerse atractivos en mercados escolares competitivos; dicho de otro modo, el posicionamiento en el mercado educacional de los liceos está directamente relacionado con las condiciones de salida de sus estudiantes. Es importante notar que, si bien los establecimientos de educación secundaria son en cantidad menos que las escuelas, su mercado es igualmente competitivo, ya que otras características le imprimen mayor presión. Por ejemplo, al ser menos unidades, los liceos son más visibles, más identificables para la comunidad y por tanto más sensibles a las dinámicas de prestigio/desprestigio local. Además, dado que los alumnos tienen mayores posibilidades de desplazamiento, incluyendo conmutar entre ciudades diariamente o por la vía de internados (como algunos casos de nuestro estudio), el espacio geográfico de la competencia es mayor. A eso se agrega que los liceos ofrecen un servicio que está más segmentado y especializado que el de las escuelas básicas (que grosso modo son equivalentes entre sí: todas llevan a la secundaria en base a un currículum muy semejante), existiendo las modalidades de formación general y profesional, y una enorme diversidad de especialidades laborales y concentraciones curriculares diferentes al interior de cada establecimiento. Esto hace que los liceos necesiten ser mucho más sensibles a las preferencias de la demanda escolar, puesto que una oferta poco atractiva rápidamente se refleja en una disminución de la matrícula (lo que, dado el sistema de vouchers, repercute directamente en los recursos disponibles). Por último, los liceos tienen un período más breve de tiempo que las escuelas básicas para demostrar su efectividad; la enseñanza media en Chile contempla solo 4 años, por ende, los alumnos están renovándose más frecuentemente y son muy sensibles a los logros que presenten los liceos.

Todos estos elementos han estado fuertemente presentes en los casos estudiados y han sido clave para gatillar y orientar sus procesos de cambios. Lo que resulta más interesante al respecto es que, para mejorar sus resultados, posicionarse en el mercado o bien sobrevivir en este, los liceos estudiados han introducido cambios que involucran estrategias complejas y heterogéneas que apuntan a reestructuraciones o transformaciones mayores de la organización escolar y que en algunos casos conllevan redefinir los sentidos y propósitos generales de sus Proyectos Educativos Institucionales. Esto no niega que algunos liceos, en particular aquellos que tenían menor desempeño al inicio de la década, hayan desarrollado procesos de «normalización» de la convivencia o de su funcionamiento (lo más cercano a «reestructuraciones» que hemos observado en escuelas básicas en estudios similares), pero, cuando estos están presentes se conjugan con cambios más complejos que implican transformaciones institucionales mayores. Los liceos han necesitado jugadas más ambiciosas y arriesgadas, y éstas han estado a la base de procesos de mejoramiento que luego se despliegan en el tiempo. Antes que «cambio gradual continuo», la mayoría de los liceos ha experimentado «saltos» en su desarrollo institucional.

En nuestra muestra, quizás el mayor ejemplo de reestructuración está dado por los liceos que cambiaron la orientación de su proyecto educativo, pasando de ser liceos científico-humanistas y por tanto con una orientación pre-universitaria, a ser liceos técnico-profesionales enfocados en preparar directamente para el mundo del trabajo. Cuatro liceos experimentaron este proceso de reconversión durante la década de los 1990s y a inicios de los 2000s. En todos estos casos se trata de liceos que atendían principalmente a una población de bajo nivel socioeconómico y que experimentaron crisis de matrícula; para recuperar la demanda intentaron ser más atractivos abriendo especialidades de formación técnica, siguiendo una orientación de políticas impulsada por el Mineduc para liceos de sectores populares a inicios de los 90’. Introducir especialidades técnicas implica enormes cambios en la organización curricular, la gestión institucional y la infraestructura de los liceos; también conlleva cambios en el cuerpo docente, por cuanto se debe contratar profesores especialistas. La recuperación de matrícula resultó tan exitosa que tres de los cuatro liceos se convirtieron completamente en liceos TP, y sólo uno de ellos mantuvo el canal de formación general pasando a ser «polivalente». Para sobrevivir, estos liceos aumentaron su atractivo social modificando radicalmente el criterio para evaluar su relevancia, ofreciendo una educación mejor conectada con la demanda social de sectores de bajos ingresos, en el marco de un sistema educacional socioeducativamente fuertemente segmentado.

Otras formas de reestructuración institucional que observamos no alteran necesariamente el currículum ni la orientación del proyecto educativo, pero apuntan a modificar sustancialmente la composición de la población escolar. Por ejemplo, dos liceos de la zona central se integraron estructuralmente con escuelas básicas (uno se fusionó con una escuela preexistente, el otro es en verdad una escuela que se amplió hacia la secundaria), pasando a convertirse en establecimientos educacionales completos de preescolar, básica y media. Ser instituciones que ofrecen toda la trayectoria escolar facilita la captación de matrícula en la secundaria, dado que cuentan con una base de estudiantes propios; además, disminuye la incertidumbre sobre el tipo de estudiantes que se matriculará en la media y facilita la coordinación curricular, pedagógica y de normas de convivencia, aspectos todos percibidos como facilitadores del trabajo escolar. Otro ejemplo de reestructuración orientada al cambio de composición de la matrícula lo constituyen dos liceos tradicionales de ciudades intermedias que históricamente fueron «liceos de hombres» y ante bajas de matrícula y resultados abrieron cupos para estudiantes mujeres, pasando a ser mixtos. En este caso, si bien los liceos mantuvieron su carácter de «emblemático» académicamente orientado, incorporar mujeres significó un importante desafío en términos de la convivencia, la cultura y la identidad institucional.

Por último, también identificamos reestructuraciones mayores impulsadas por cambios en la gestión institucional, que tuvieron repercusiones tanto inmediatas como de largo plazo en los liceos. Una escuela agrícola del sur pasó a ser un liceo municipal, para luego ser cedido a una corporación empresarial, la cual introdujo enormes cambios en la gestión institucional, el proyecto educativo y la propuesta curricular; también cambió significativamente al cuerpo docente. Un liceo de la zona central fue entregado en administración a un grupo de docentes, quienes pasaron a ser los responsables y copropietarios; un liceo de la zona minera del norte se trasladó de ciudad, como consecuencia del cierre del campamento en que se situaba, lo cual modifica de manera importante su posición en el mercado local y sus dinámicas de relación con el entorno. Por último, un establecimiento participó en el programa Montegrande y tres participaron en el programa Liceos Bicentenario, que pretende explícitamente posicionarlos en los niveles altos de los rankings de desempeño académico, reforzando su orientación preuniversitaria.

Las reestructuraciones institucionales mencionadas han sido tan relevantes, que sólo en dos de los doce casos estudiados no identificamos este tipo de cambios mayores como parte de los procesos de mejoramiento; más aún, estas excepciones refuerzan nuestra interpretación toda vez que ambos casos corresponden a liceos ubicados en pequeñas localidades semirrurales y enfrentan, por tanto, mucho menos presión de la competencia.

Contra el telón de fondo de estas reestructuraciones, los liceos han desplegado, luego, estrategias de mejoramiento relativamente complejas en la gran mayoría de los casos, incluyendo esta vez a los dos liceos que no introdujeron reformas institucionales mayores. Muchas de ellas han sido posibilitadas o reforzadas por políticas educacionales. Así, por ejemplo, la expansión del tiempo escolar por incorporación de la Jornada Escolar Completa, que ha hecho de los reforzamientos académicos y talleres complementarios elementos prácticamente universales en estos liceos; el enorme aumento de recursos de la Subvención Escolar Preferencial –que se incorpora en enseñanza media en 2013– canalizados a través de Planes de Mejoramiento Escolar; y el foco en estudiantes con mayores dificultades organizado a través del Programa de Integración Escolar y equipos multidisciplinarios de atención psicosocial. El set de cambios introducidos en este período tiende a ser relativamente común, con fuerte incorporación de profesores ayudantes o de reforzamiento, mayor planificación y control de la enseñanza, evaluación constante de los aprendizajes, y otras formas de organizar la enseñanza, que serán analizadas más adelante. Por último, los liceos con especialidades técnico-profesionales (la mitad de nuestra muestra), han mantenido un constante trabajo de rediseño curricular, actualización del equipamiento y mejoramiento de los vínculos con el entorno laboral, aspectos que también serán profundizados en lo que sigue. En otras palabras, las reestructuraciones mayores han marcado el rumbo, pero se ha necesitado de múltiples estrategias complementarias de mejoramiento para emprender y sostener la marcha.

Por último, los liceos también han estado sometidos a la presión por aumentar sus resultados académicos medidos por evaluaciones externas, en este caso el Simce y la PSU, lo que ha derivado en un conjunto de tácticas de mejoramiento puntual focalizadas en dichos tests. En alrededor de la mitad de la muestra, el objetivo de formar a sus alumnos para la continuación de estudios postsecundarios (especialmente universitarios) imprime una enorme presión por introducir diferentes formas de preparación para la PSU, que incluyen evaluaciones internas que emulan su formato, clases de reforzamiento en las asignaturas de Lenguaje y Matemática, y preuniversitarios; también una fuerte orientación por maximizar la cobertura curricular. Además, en la mayoría de los liceos, incluyendo aquellos que no se orientan a la educación postsecundaria, la presión por aumentar los puntajes del Simce ha sido importante, dados los incentivos del Mineduc en torno a esta prueba, pero también su visibilidad en el mercado escolar vía rankings de desempeño; ésta ha sido canalizada por la incorporación de constantes evaluaciones estandarizadas y otras formas de preparación para la prueba. Esta presión por las evaluaciones externas ha aumentado notablemente en el período estudiado, en que la PSU reemplazó a la PAA, ajustándose más al currículum de la secundaria, y en que el Simce se instaló y potenció como instrumento de evaluación y «rendición de cuentas» desde la política pública. Así, a la mencionada mayor visibilidad de logros «genuinos» de los liceos se suma el requerimiento por aumentar los resultados en estos tests, lo cual enfatiza la idea de que el período estudiado ha sido enormemente demandante para estas instituciones.

2. Vínculos con el entorno: dimensión clave para el atractivo y relevancia del liceo

Hemos dicho que dos desafíos estructurales que enfrentan los liceos son el mantenerse atractivos para captar nuevos alumnos y relevantes al momento del egreso, pues el sentido y también la cuantificación de sus logros institucionales se relaciona estrechamente con lo que harán sus alumnos posteriormente. De ahí que el trabajo de vinculación con instituciones externas del ámbito laboral y/o de la educación superior sea un área clave de gestión en los liceos estudiados, que permite aumentar las probabilidades de éxito, ya sea mejorando las posibilidades de los estudiantes de acceder a universidades, institutos y centros de formación técnica, o de ingresar al mundo laboral. Este trabajo de vinculación con entidades externas adquiere distintas formas en los liceos TP y HC.

En el caso de la educación media TP, qué se enseña y cómo se enseña requiere estar en sintonía con las demandas del mundo productivo. Por ello, el diálogo permanente con las empresas les permite desarrollar una oferta educativa actualizada y conectada con las necesidades del mercado laboral, adaptando los contenidos y habilidades que se enseñan en las especialidades, ajustando rápidamente módulos particulares frente a cambios en el mercado laboral, y actualizando el equipamiento y la tecnología que se requiere para la formación técnico-profesional. Este vínculo favorece también el desarrollo de prácticas y posterior inserción laboral de los estudiantes.

Así, todos los liceos TP cuentan como base con convenios con empresas relevantes en sus territorios y ámbitos productivos, quienes se encargan de garantizarles cupos para la realización de prácticas profesionales. En tanto, solo uno de los liceos de la muestra, el Minero América, desarrolla un programa de formación dual para una de sus especialidades. En este ámbito, un rol muy importante de las empresas es la retroalimentación que hacen a los liceos sobre las fortalezas y debilidades de los alumnos que reciben en práctica, información que permite a los liceos tomar decisiones respecto a adecuaciones curriculares y formativas, actualizaciones tecnológicas, mejoras en equipamiento e insumos, entre otras.

El equipamiento de las especialidades es otro ámbito relevante de colaboración de las empresas. Por ejemplo, en el Liceo Minero América, el Consejo Asesor Empresarial ayuda a conseguir insumos para las especialidades; el Liceo San Nicolás, por su parte, equipó el taller de la especialidad de Madera gracias a la donación de una empresa de la zona y recibe para la especialidad de Elaboración de Alimentos el excedente de fruta de agricultores cercanos; el Liceo People utiliza como parte de su predio de producción, terrenos que estaban en desuso cedidos temporalmente por empresarios vecinos; mientras que el Liceo Pablo Neruda cuenta con una planta fotovoltaica que le permite auto-abastecerse y vender energía a otra empresa distribuidora de la comuna, a través de la colaboración de una gran industria presente en el territorio. Es interesante apuntar que estas alianzas han permitido un desarrollo en equipamiento tal, que los liceos a su vez han podido realizar un aporte a su entorno, prestando instalaciones y talleres a los municipios para el desarrollo de actividades formativas a vecinos, o incluso a otras empresas del campo de sus especialidades, como en el caso del Liceo Ricardo Fenner. Esto genera un círculo virtuoso del que todos se benefician y un reconocimiento del mundo productivo respecto del alto nivel de actualización de los estudiantes formados en estos liceos, lo que incrementa sus posibilidades laborales.

En esta misma línea, en los liceos estudiados destaca el rol de los Consejos Asesores Empresariales (CAE), quienes brindan efectivo apoyo a los liceos en diversos ámbitos: productivos, curriculares, de equipamiento o recursos, entre otros. La importancia de estos organismos varía entre liceos, así por ejemplo el Liceo Pablo Neruda se reúne con el CAE dos veces al año, mientras que en los liceos de la SNA, los consejeros empresariales actúan como representantes del sostenedor en los territorios y mantienen una comunicación muy estrecha y fluida con los equipos directivos. En el caso del liceo People Help People, por ejemplo, los consejeros visitan todas las semanas el liceo y según su especialidad, asesoran a la directora en materias productivas, como el monitoreo y cuidado de la salud de los animales, el manejo de los cultivos de flores o decisiones de compras.

En los liceos HC el vínculo con entidades externas apunta más bien a instituciones de educación superior, sin embargo, estas solo están presentes en algunos casos donde, además, de ningún modo tienen la importancia y profundidad que las empresas alcanzan para los liceos TP. Las relaciones institucionales con universidades, CFT e institutos profesionales aparecen enfocadas principalmente a facilitar el acceso a la educación superior, aunque muchas de ellas son programas abiertos, de carácter universal y que no necesariamente modifican o transforman las dinámicas de trabajo internas de los liceos ni se adaptan a sus particularidades.

Algunos de estos vínculos provienen de políticas pro equidad en el acceso universitario que han implementado universidades y el Mineduc. Los liceos Hualañé, Antonio Varas, San Nicolás y People Help People, por ejemplo, cuentan con el Programa de Acompañamiento y Acceso Efectivo a la Educación Superior (PACE) del Mineduc. El PACE no sólo garantiza cupos de acceso preferente, también contempla componentes de formación y orientación a los estudiantes de 3° y 4° medio en torno a la ampliación de expectativas vocacionales y el desarrollo de habilidades transversales, y de perfeccionamiento a docentes. Si bien –según directivos de los liceos– el PACE ha tenido un bajo impacto en ampliar las posibilidades reales de acceder a la educación superior de sus estudiantes a través de sus cupos preferentes, los talleres realizados con los jóvenes les han sido útiles y complementarios a la labor que ellos realizan, también para promover un mayor interés en sus proyectos educativos futuros.

El Liceo Hualañé desde 2013 además se ha visto beneficiado por el Sistema de Ingreso Prioritario de Equidad Educativa (SIPEE) de la Universidad de Chile, un mecanismo de ingreso especial para estudiantes de alto rendimiento de liceos municipales que no alcanzan el puntaje de corte en las carreras a las que postulan. Aunque este programa no contempla intervenciones en ámbitos pedagógicos o curriculares, el liceo activamente promueve y orienta a sus estudiantes a postular a través de esta vía preferente; y ha sido muy efectivo: antes, sólo un estudiante de Hualañé lograba entrar a la Universidad de Chile, con el SIPEE, entre 5 y 6 estudiantes acceden anualmente. Otro modo de apoyo para el ingreso a la educación superior realiza la Universidad de Talca en el Liceo Valentín Letelier. Se trata de la implementación de un Liceo Virtual, una plataforma educativa online que permite a los estudiantes reforzar asignaturas de enseñanza media y contenidos que les preparan para la PSU. El liceo valora esta herramienta y promueve su uso, que depende completamente de la voluntad de los estudiantes. En la misma materia, algunos liceos tienen convenios con preuniversitarios, a través de los cuales disponen de algunas becas de arancel para sus alumnos.

Solo los liceos San Nicolás y Ricardo Fenner (de formación TP) desarrollan un trabajo de vinculación más profundo con instituciones de educación superior, tendientes a la articulación de módulos y asignaturas con universidades, CFT e institutos profesionales. El San Nicolás por ejemplo, ha establecido convenios con al menos cinco instituciones, lo que ha permitido a sus estudiantes convalidar módulos y cursos en diferentes carreras tanto del área técnica como científico-humanista. Estos convenios además contemplan instancias de acercamiento y preparación de los alumnos del liceo a la vida universitaria, apoyo en orientación vocacional y perfeccionamiento para los docentes. Por su parte, el liceo facilita a las instituciones con convenio sus talleres y laboratorios para actividades prácticas de docentes y estudiantes. El Fenner, además de tener mecanismos de articulación con institutos y centros de formación técnica, cuenta con becas provistas por las mismas instituciones que financian los estudios a alumnos destacados de cada promoción.

Un último aspecto en materia de promoción de la educación superior es que todos los liceos participan en ferias informativas y charlas vocacionales que se realizan en el marco de actividades promocionales de la oferta de pregrado de universidades, institutos y centros de formación técnica, y algunos organizan actividades informativas en sus propios liceos con el apoyo de estas instituciones. Estas actividades también se observan en liceos técnicos donde, durante la última década, crecientemente la continuidad de estudios se abre como una alternativa a la inmediata inserción laboral.

En síntesis, los vínculos más intensos y relevantes con el entorno se dan en la educación TP. Estos liceos desarrollan sus propuestas educativas en estrecha sintonía con instituciones del ámbito productivo y laboral, intercambian permanente información y orientaciones con empresas, intentando generar un continuo entre el liceo y la empresa, dotando de sentido la experiencia escolar de los jóvenes. En estos casos, la inserción en el mundo del trabajo se empieza a experimentar dentro del liceo, desde antes del momento de egreso. En los liceos HC, en cambio, el vínculo con las instituciones externas cumple un papel distinto. El común de los estudiantes tiene escasos vínculos con el mundo de la educación superior a lo largo de su formación en el liceo, salvo por su participación en cursos de preparación de la PSU, ferias vocacionales o charlas. Menos aún tienen experiencias relacionadas con el ejercicio profesional de las disciplinas de su elección. La inserción en el mundo académico y profesional es vista como un evento futuro de fin de ciclo. Eso sí, una tendencia común a los liceos TP y HC es la creciente importancia de establecer conexiones con instituciones educativas que permitan a los estudiantes continuar su formación después de egresar del liceo.

Por otra parte, algunos liceos también han tendido a generar vínculos con escuelas básicas de su entorno, a fin de atraer nuevos estudiantes para la enseñanza media o de facilitar la transición entre ambos ciclos. Más allá de producir reestructuraciones que hicieran más atractivo el liceo, algunos han intencionado relaciones institucionales con escuelas básicas. La manera en que los liceos se vinculan con las escuelas depende estrechamente de si solo ofrecen educación secundaria o son colegios completos, y de su nivel de selectividad.

Como antes indicamos, algunos de los liceos estudiados adquirieron su forma actual al fusionarse con escuelas básicas o a la inversa, han surgido de la ampliación hacia la media de escuelas básicas. Al restringir la admisión en media y trasladarla a niveles iniciales de párvulos o básica, todos ellos solucionaron buena parte de sus problemas derivados de la heterogeneidad de los estudiantes que ingresan en primero medio. Además de contar con una base de estudiantes formados tempranamente en el mismo establecimiento, la fusión de escuelas-liceos permite reducir la necesidad de atraer estudiantes para cursos superiores. Son los liceos metropolitanos de zonas populares y dos liceos de pequeñas comunidades los que funcionan como colegios completos. El caso más notorio es el de San Nicolás, que después de casi veinte años de haber separado básica y media en dos establecimientos independientes, se reunificaron en uno solo recientemente: escuela y liceo comparten el mismo director y el mismo modelo educativo, de manera que los estudiantes son formados desde párvulos en sintonía con lo que se espera de ellos en la media, lo que es reforzado porque los primeros cursos de media están articulados con los últimos de básica y los profesores de ambos niveles trabajan juntos para facilitar la transición de los estudiantes de un nivel a otro.

Otra forma de relación escuela - liceo está circunscrita a la captación de estudiantes para primero medio. En el Pablo Neruda los coordinadores de especialidad junto con la orientadora visitan escuelas básicas, se presentan en reuniones de apoderados con el objeto de dar a conocer la propuesta educativa del liceo, y al mismo tiempo invitan a estudiantes de básica a participar en visitas guiadas al liceo. En el Antonio Varas, aunque se trata de un liceo completo, y el People, la estrategia es similar: los encargados de admisión recorren la comuna para promocionar la oferta educativa del liceo.

Por último, vimos que los liceos que no se vinculan mayormente con escuelas básicas tienden a ser aquellos que han sido académicamente selectivos durante la década, es decir, que no han tenido dificultades para llenar sus vacantes y atraen a estudiantes de alto desempeño. De cualquier modo, en general, observamos que fuera de los colegios completos, los vínculos escuela - liceo son acotados y tienen más bien este carácter estratégico de promoción de la oferta educativa. Escuelas y liceos aparecen como dos mundos apartados. Solo en el Liceo San Nicolás se desarrolla un trabajo en red entre las escuelas de la comuna y el liceo, donde este último ejerce de referente para todas las escuelas básicas que gradualmente han ido adoptando el mismo modelo pedagógico y de gestión.

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9789560013583
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