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Lo que se había convertido en una victoria histórica de la UP por su éxito en las elecciones14 significó paradójicamente su infortunio. Por una parte, con la disculpa de combatir a la guerrilla, los escuadrones de la muerte iniciaron una ola de crímenes selectivos contra senadores, representantes, concejales y diputados de la UP. En una década, la UP perdió 145 concejales, lo que significa 14 por año y más de un líder cada mes. Además de esto, la racha de homicidios cobró las vidas 15 alcaldes en ejercicio, 9 candidatos a alcaldías, 11 diputados, 12 candidatos a asambleas, 3 representantes a la Cámara, 3 senadores de la República y 2 candidatos presidenciales (Romero, 2011).

El tratamiento represivo y militar de las fuerzas castrenses y los grupos paramilitares contra las organizaciones sociales y campesinas llevó a que el valle del río Cimitarra pasara de la no resolución de los derechos económicos, sociales y culturales a la violación sistemática y permanente de todos los derechos civiles y políticos.

Del valle del río Cimitarra hacia la región del Magdalena Medio colombiano: ACVC y sus conquistas

El Magdalena Medio es una de las regiones de Colombia que más ha estimulado tanto los análisis en diferentes áreas del conocimiento como las referencias al conflicto armado en su historia reciente. Cada una de sus historias, por sí solas, son suficientes para considerarla una región compleja: los vestigios de sitios arqueológicos a ambos lados del río Magdalena que recuerdan las tribus guerreras de los Yariguíes; las distintas visiones sobre el comercio por el río y la explotación del árbol de quina y madera; la explotación de petróleo y la llegada de empresas extranjeras; tierra baldía para campesinos sin tierra; lugar de luchas reivindicativas de trabajadores y campesinos; fronteras internas y tierras de nadie por conquistar; formación de grupos guerrilleros y paramilitares; poca presencia del Estado y altos niveles de violencia, entre otras. Para cada una de las historias de esta incompleta lista, existen distintas, divergentes y contradictorias versiones. A su vez, cada una de estas posturas son expresadas por distintos actores a través de diferentes medios, construyendo social y colectivamente la región que se conoce como el Magdalena Medio, dotándola de representaciones y atributos convenidos, contradictorios, aceptados y reproducidos socialmente.

Dentro de la región del Magdalena Medio, el valle del río Cimitarra ha sido para la ACVC un medio de identificación, pertenencia, referencia, apego y arraigo; asimismo, de refugio, producción, defensa, control y diálogo. Es decir, ha sido el medio de apropiación y compartimentación del espacio y sus procesos en articulación con otros actores en los ámbitos regional, nacional e internacional. Su materialidad se extiende inicialmente por cuatro municipios (Yondó, Remedios, San Pablo y Cantagallo) a través de 120 juntas de acción comunal, algunas cooperativas y comités de pescadores. En su interior se encuentran tres seccionales (nordeste, media y sur de Bolívar), la zona de reserva campesina, proyectos productivos, aldeas comunitarias, zonas agrícolas, ganaderas, mineras y cocaleras.

Para la ACVC la región del Magdalena Medio es un espacio de vida y un espacio vivido por y desde los campesinos, pescadores y pequeños mineros que han entrado allí a lo largo del siglo XX. Como se ha visto es un territorio resultado de la colonización, la lucha por la tierra, la participación política y la búsqueda de mejores condiciones en una zona de frontera que se ha venido cerrando bajo la presión de distintas dinámicas. La organización de las juntas de acción comunal, la articulación de sus comunidades y las contradicciones, entre otros aspectos, muestran que la ACVC ha tenido formas particulares de apropiación y defensa del territorio que han desembocado en procesos concretos, entre ellos, y el más sobresaliente, la zona de reserva campesina:

… la última herramienta que nosotros tenemos en las manos como campesinos es la zona de reserva campesina, porque ni siquiera los campesinos colombianos tenemos derecho a la tierra. ¿Quién es el que tiene derecho a la tierra? El que tiene con qué comprarla. Usted se puede comprar toda esta región y es uno solo, y es el dueño de la tierra y es el que manda porque la compró. Pero en el caso de nosotros, que somos colonos, nosotros somos vulnerables a que nos saquen de la tierra. ¿Quién nos saca? Nos sacan los grupos armados o nos pueden sacar los cultivos de palma africana o la ganadería, a través de sus métodos que tienen para sacar a los campesinos. ¿Cuáles? Bueno, todos auspiciados por el Estado que no paga a sus habitantes, como son los campesinos desplazados de muchas regiones del país, y estamos acá y encontramos estas figuras de zona de reservas campesinas, pues esa es la que nos ata más al territorio (GPAD, Taller colectivo 46 con los fundadores de la ACVC, 2017).

Esta concordancia entre campesino-territorio recoge una profunda relación con las historias vividas en cada comunidad, lo que le ha permitido a la ACVC tener miradas tanto prospectivas y retrospectivas que refuerzan el sentido de la organización y sus desafíos. De ahí surgen dos elementos fundamentales que le aportan a la idea de región del Magdalena Medio: el río Cimitarra y la propuesta de desarrollo alternativo.

Al decir «río» se hace referencia a tres características. En primera instancia, es ruta o camino para entrar y salir del territorio, rodeado de lugares significativos, puntos de encuentro y referencia. Es la vía de comunicación de los campesinos dentro y fuera de la región15. En segundo lugar, para las comunidades, el río es el soporte de los procesos de apropiación y adaptación de las tierras, un apoyo fundamental en la colonización y el poblamiento de las tierras16. Por último, el río también representa parte de esa gran biodiversidad que se extiende por todo el valle y que se conecta con la serranía de San Lucas: una gran riqueza hídrica, abundantes especies de flora, fauna y recursos minerales como el petróleo y el oro17.

El desarrollo, por otro lado, en este contexto no es entendido en un sentido capitalista o de crecimiento económico (narco, empresarial y transnacional). Más bien se concibe como parte de la perspectiva de las comunidades, para defender la vida y establecer condiciones dignas que permitan el disfrute de los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales de los habitantes (Mesa Regional Permanente de Trabajo por la Paz del Magdalena Medio, 1999). En ese sentido, encarna nuevos valores humanos y naturales que permitan armonizar las transformaciones de las estructuras productivas con sentido de equidad distributiva, responsabilidad ecológica e identidad cultural regional (Asociación Campesina del valle del río Cimitarra, 2004).

Estos dos elementos, río y desarrollo, desde el carácter de las comunidades campesinas involucran historias comunes, tanto en la interacción con los ecosistemas como en la relación entre las mismas comunidades y de estas con otros actores. En ese sentido, la memoria abre la posibilidad de documentar esa forma de pensar que tienen los miembros de la ACVC con respecto a ese proceso de construcción de región.

a) «Seguimos siendo colonos por naturaleza». Las regiones se construyen tanto desde abajo (desde las interacciones de los pobladores con los ecosistemas, la creación de identidades ligadas a la tierra, entre otros aspectos) como desde arriba (como herramienta de gobierno y administración). Para la ACVC, la declaratoria de zona de reserva forestal del río Magdalena (Ley 2 de 1959) se dio con procesos de colonización en curso y otros que todavía no habían comenzado. A ello se suman otras actividades como la explotación de madera, minería y ganadería que, en su conjunto, superaban las condiciones legales de un título de propiedad. En ese sentido, debido a esa condición de ley segunda, la ACVC recuperó como organización campesina el uso y acceso a la tierra de forma colectiva. Es decir, un carácter plural del territorio resultado de la relación construida por los colonos, que en la práctica consistió en un conjunto de reglas y acuerdos que determinan los medios de acceder a los recursos;

[...] yo sigo ahí todavía en los años sesenta, todavía estaba yo ahí por esos lados, en ese comité de parceleros y entonces nació la ley forestal, en el año cincuenta y nueve, y entonces eso nos llamó la atención, que ahí era como otro cambio [...] pero no lo entendíamos, de qué era eso, ¿cierto? Pero lo sentimos y fue tan duro que nosotros no teníamos estudio; pero fue tan duro porque vimos que no teníamos opción algún día de meternos como parceleros, digamos a reclamar los derechos, porque lo habían cogido prácticamente, era gente de organizaciones muy grandes y de mucha plata, y nosotros no podíamos competir con ellos. Entonces de esa manera pues fue la ley forestal, fue una vaina hecha legalmente, pero no fue legítima con las comunidades, y entonces esa es la problemática que tenemos hoy día, entonces ahí fue donde nació esa y empezó ya a organizarse una vaina diferente. No tenemos el reconocimiento de la tierra ni mucho menos los títulos, porque en ley segunda lógicamente el Estado no puede titular [...] de ahí que todas las parcelas ya hablando de la parcela de mi patrimonio familiar es igual que el patrimonio de todos los compañeros, y una vez estábamos colonizando terreno sobre la zona de ley segunda, pues efectivamente todos los patrimonios o todas las adjudicaciones de tierras son relacionadas a la decisión agraria y tienen pues un criterio establecido para la colonización. De esa manera puedo decir que [...] las parcelas tienen todas un mismo significado para el beneficiario en mayor o menor proporción de acuerdo con los recursos naturales. En ejemplos, si en los sectores hay más maderas, en los bosques, en los otros, puede haber contado si había una mina de oro o existió o puede existir, pero cosa que no se hace como con una decisión ya de recursos probados, sino que la tierra sea apta para producción, que tenga agua, y que la cantidad del terreno sea igual o equitativa más o menos, un poco de búsqueda en eso de que yo no tenga dos terrenos en uno, dos derechos no, un derecho igual , sin ningún tipo de GPS ni ningún tipo de medición o cálculo a la simple vista, pero acorde o concertada con las personas [...] hoy estamos es en un proceso de tres décadas, de las cuales le estoy hablando en una zona de ley segunda, pero que no está sustituida, sigue siendo ley segunda, seguimos siendo colonos por naturaleza (GPAD, Taller colectivo 47, con fundadores de la ACVC, 2017).

b) «La paz deseada se construirá si así lo exigimos todas y todos mediante la organización y la movilización». El Estado colombiano y las Fuerzas Militares definieron el Magdalena Medio como un área conflictiva y «teatro de operaciones» a mediados de los años sesenta. Inspirados en acciones contrainsurgentes y el monopolio legítimo de la fuerza armada, agrupó 36 municipios ribereños18 que, según esa perspectiva, eran foco de presencia de grupos guerrilleros. Esta regionalización militar tuvo como efecto la creación de aproximadamente 10 batallones19 y el desplazamiento de hombres armados en las zonas rurales con mayor intensidad desde los años ochenta.

En esa década, las FARC-EP habían empezado a definir una dinámica política en la región, como consecuencia de los diálogos de paz con el presidente Belisario Betancur (1982-86) y, por otro lado, el liderazgo del Partido Comunista y la influencia de la Unión Patriótica en la región dieron pie para la reacción armada por parte de los nacientes grupos paramilitares, en un contexto estratégico de lucha contrainsurgente y de «tierra arrasada». En efecto, los paramilitares surgieron en la región del Magdalena Medio en la década de los ochenta. Proyecto político, social y económico que arrastró alianzas e intereses entre elites locales, hacendados y narcotraficantes y las fuerzas militares. Para el Centro de Investigación y Educación Popular (1997) existieron dos tipos de paramilitarismo. El primero surgió en el municipio de Puerto Boyacá en la década de los setenta, y su máximo desarrollo se dio con la formulación del proyecto político del Movimiento de Reconstrucción Nacional (Morena) y la Asociación Campesina de Ganaderos y Agricultores del Magdalena Medio (Acdegam). Después de ajustes y de una guerra interna Morena se disolvió para crear el Movimiento Liberal Democrático y Popular del Magdalena Medio como parte del Partido Liberal. Aunque el proyecto de Morena y el MLDPMM no prosperó, dos fueron sus principales herederos: Ramón Isaza en el Magdalena Medio antioqueño, con vocación defensiva y preventiva, y el Bloque Central Bolívar, que se reclamó heredero del pensamiento político de Pablo Guarín, líder del movimiento Morena, manteniéndose a la ofensiva y extensión territorial (Ureña, 2010).

El segundo tipo de paramilitarismo surgió con dos focos. En el sur del Cesar los paramilitares tenían como propósito una ofensiva contra las guerrillas del ELN y en menor medida contra las FARC-EP. Acciones que contaron con el apoyo de ganaderos, terratenientes y de empresarios de palma africana de San Alberto y Puerto Wilches. Por otro lado, y de manera simultánea, otro foco de paramilitares surgió en el municipio de San Vicente de Chucurí, Santander, en los años ochenta. La particularidad de este paramilitarismo estuvo marcada por un fuerte apoyo de las Fuerzas Militares y la creación de cooperativas de seguridad.

Los enfrentamientos entre ejército, guerrillas y paramilitares desde la década de los ochenta introdujeron un margen de inseguridad sobre cientos de familias de campesinas y colonas en la región. En el caso del valle del río Cimitarra se recuerdan las humillaciones que el ejército cometía con los colonos, exigiendo salvoconductos para entrar o salir de la zona, la construcción de bases militares a orillas de los caminos y bloqueos económicos.

Nosotros nos dábamos cuenta de lo que estaba pasando en otras partes también por el encuentro de ellos con el ejército y con la guerrilla, lo cierto es que la situación se puso tan grave que entraron operativos hasta todo este territorio, lo que pertenecía a Yondó, pero ya pura selva y por la parte de encima también y gente que estaba entrando por Puerto Berrío a un punto que se llama La India, que es lo que es hoy día Campo Bijao, y la Cooperativa los obligaba que tenían que ir a presentarse a la base militar de Las Lomas, esa cosa era muy injusta, había gente que iba y se presentaba y se venían, y apenas daban una vueltica en la casa del otro, ya vuelva y arranque pa allá, pa darle cumplimiento a eso, es un atropello, y eso es una cosa muy humillante (León, D. Entrevista 4 con líder de la ACVC. 5 de septiembre, 2017).

A su vez, la presencia de las guerrillas del ELN, FARC-EP, m19 planteó en el interior de los focos de colonización la disyuntiva de permanecer en el territorio o hacer parte la lucha armada. Aunque algunas juntas de acción comunal y sus líderes apoyaron o hicieron parte de la Unión Patriótica, con la llegada de los paramilitares se produjo una arremetida violenta contra esa base social y sus proyectos.

Fue entonces que la experiencia vivida en la zona rural por más de 15 años (1980-1998) marcó la forma de ver el conflicto. Los campesinos que hacían parte de la recién creada ACVC junto con otros actores propusieron en el ámbito regional en 1999 «la necesidad inaplazable de consolidar un proceso de paz»; es decir, «lograr la paz y el desarrollo integral humano, a partir de la construcción de un proceso de desarrollo regional, con participación ciudadana y expresión de las potencialidades de los sectores populares» (Mesa Regional Permanente de Trabajo por la Paz del Magdalena Medio, 1998, p. 43). Con ello se define un nuevo rumbo de gran parte de las acciones de la asociación campesina en el ámbito regional.

Por eso, en 1999 el Plan de Desarrollo y de Protección Integral de los Derechos Humanos del Magdalena Medio buscó reunir las demandas de movilizaciones anteriores y los esfuerzos hechos por las juntas de acción comunal en las zonas de colonización. Además, pese a que esos años existió un ambiente generalizado de terror paramilitar y estatal, la asociación pasó a ser un diálogo con propuestas alternativas ante el Estado y sus instituciones militares y sociales.

… en el noventa y ocho, a fines del noventa y siete, logrando hablar con muchos dirigentes comunales de ellos dicen: no, aquí hay una necesidad y es concentrarnos y llamar la atención del Gobierno frente a dos cosas puntuales: que nos garanticen el tema de derechos humanos y constituir una figura para resolver para defender el territorio [...] en el 98, donde ya nace la propuesta de crear la zona de reserva campesina, ya parecía en este momento la Ley 160 del 94, no sabíamos cómo se manejaba, tampoco estaba jurídicamente aprobada, pero empezamos a trabajarle a eso, y es así como planteamos ya aproximaciones con el gobierno de Pastrana para la creación de la zona de reserva campesina, y contentos, porque entonces ya venían nuevo gobierno, y ya había campañas y se decía que Pastrana va a ser el hombre que va a buscarle solución al conflicto armado colombiano, al menos con las FARC-EP por medio de la salida política [...] de ahí nos pusieron la tarea de hacer un plan, de construir un plan de desarrollo, presentamos el plan de desarrollo, fue aprobado en el año 2000, en ese entonces con 11 ejes, el primer eje es de derechos humanos, el segundo eje es el de infraestructura, el tercer eje tiene que ver con el desarrollo agropecuario, bueno, ahorita no me acuerdo de todos ellos, pero nosotros específicamente empezamos a trabajar en dos, uno el de derechos humanos, porque era la forma de cómo conseguir quien nos financiara unos talleres para capacitar a la gente en el tema de derechos y eso, la defensa de la tierra y el territorio y de la familia, y dos: en el de desarrollo agropecuario que entonces producto de eso tenemos la «bufalera», tenemos algunas trilladoras de arroz en toda la región, tenemos trapiches y proyectos productivos (Pedraza, A. Entrevista 26 con líder de la ACVC. 25 de febrero, 2018).

La asociación campesina fue ampliando su trabajo en el ámbito regional desde las juntas de acción comunal, comités ganaderos, comités pesqueros, comités de derechos humanos, un equipo técnico y una propuesta de comunicación llamada «Agencia Prensa Rural». De esta manera, la ACVC se convirtió en un fuerte foco de organización campesina, que, a diferencia de experiencias organizativas anteriores, mantuvo el compromiso por un proceso de paz y fuertes nexos con luchas cívicas y de sectores urbanos. Así se reforzó el tejido social de los campesinos y se visibilizó en los ámbitos nacional e internacional sus exigencias mediante la lucha por los derechos humanos contra las políticas de paramilitarización de la vida regional y la necesidad de seguir construyendo una región desde planes y proyectos alternativos. Una apuesta de desarrollo alternativo en defensa del medio ambiente, reapropiada y recontextualizada de los discursos y acciones de las ONG, que tempranamente habían hecho presencia en la región; de esta forma, hoy los miembros de la ACVC con su campesinato popular y de resistencia insisten en que el Estado reconozca sus esfuerzos por poblar la región y, en medio del conflicto endémico, su condición colectiva de víctimas.

3 La recolonización hace referencia a la llegada de colonos a zonas ya descubiertas. La explotación de madera, principalmente de caoba, había dejado sobre la desembocadura del río Ité una serie de descubiertos y caminos que se reutilizaron o recolonizaron. Uno de los colonos entrevistados lo presentó de la siguiente manera: «Decidimos descansar; no conocíamos tampoco muy bien el terreno, decidimos descansar sobre ese río en el que había mucho pescado; y se encontraba tal vez por esas épocas, antes, que decían, que antes de la violencia había habido unas explotaciones de caoba y que habían quedado algunos espacios de campamento de aserradores…; recuerdo que en esas primeras partes de salidas había unos rastrojones grandes que no eran montañas, que se veía que habían sido talados, pero había, por ejemplo, popochos, había plátano, que lo llamamos manzano, y entonces había forma de tener de ahí y ajustar con pescado y comer; eso ya era un alivio inmenso, porque sobre ese río, tal vez porque era río, ya una ribera, porque tal vez habían bajado mucha madera en eso, antes de la violencia, por el río como una vía y madera embalsada, y tal vez entonces habían dejado esos espacios» (Pedraza, A. Entrevista 26 con líder de la ACVC. 25 de febrero, 2018).

4 Los elementos naturales están relacionados con el río y los caños. Los elementos espaciales con las trochas y caminos abiertos por los buscadores de oro, madera y petróleo desde los tiempos de la Caribean y la Shell-Cóndor. Elementos económicos como la explotación de oro y enclaves cocaleras.

5 La organización de la información partió de los talleres colectivos cuya estructura y resultados abordaban las categorías de hechos, daños, resistencias y perspectivas de paz. Con estas fuentes, que fueron transcritas en su totalidad, se inició el proceso de sistematización utilizando la línea de tiempo como eje conector de las experiencias comunes o acontecimientos colectivos, internos o externos, que han afectado de manera positiva o negativa la historia de la asociación antes y después del bienio 1996-1998.

6 De acuerdo con Prada (2006): «En el Magdalena Medio las protestas regionales presentaron un leve incremento entre 1996 y 1998; en estos tres años, 38 protestas se realizaron en el sur de Bolívar, alrededor del 70 % de las totales del Magdalena Medio en ese periodo» (p. 193).

7 Decreto 2035 del 10 mayo de 1996 promulgado por parte de Álvaro Uribe Vélez, gobernador de Antioquia para esa época. En estas zonas de orden público se definió que «la Decimocuarta Brigada del Ejército dispondrá retenes, con puestos fijos y móviles en las entradas y salidas de los municipios declarados como zonas especiales de orden […] restricciones de circulación y porte de armas» (Amnistía Internacional, noviembre de 1996).

8 El presidente Ernesto Samper Pizano (1994-1998), por medio de su ministro de defensa, Fernando Botero Zea, impulsó las Asociaciones Comunitarias de Vigilancia Rural («Convivir»), como una forma de regularizar el paramilitarismo. Las Convivir tuvieron su respaldo legal en los Decretos 2535 de 1993 y 356 de 1994, con la función de contribuir con labores de inteligencia para las Fuerzas Militares, y declaradas inexequibles en 1999; el Estado no recuperó las armas y sus miembros se emplearon con ganaderos y narcotraficantes. Las Convivir tuvieron su principal epicentro en el departamento de Antioquia, donde fungía como gobernador Álvaro Uribe Vélez.

9 Durante julio, agosto y septiembre de 1996, más de 200.000 campesinos cocaleros (cultivadores y recolectores de coca) marcharon hacia los centros urbanos y capitales de los departamentos de Guaviare, Putumayo, Caquetá y la baja Bota Caucana, en la Amazonia occidental de Colombia, también protestando contra la política de fumigación contra cultivos de coca en el gobierno de Ernesto Samper.

10 Esta masacre ocurrió el 16 de mayo de 1998 en Barrancabermeja (Santander), donde paramilitares fuertemente armados asesinaron a 7 pobladores de la región y desaparecieron a otras 25 personas, quienes participaban de una fiesta popular destinada a recoger fondos para obras de carácter comunitario.

11 En 1999, producto de la movilización campesina, se elabora el Plan de Desarrollo y Protección Integral de los Derechos Humanos del Magdalena Medio, en el cual participan diferentes formas de organización campesina de la región. El plan buscaba superar, mediante su implementación, el «atraso estructural» de 25 municipios de la región. En la Mesa Regional Permanente de Trabajo por la Paz del Magdalena Medio, plataforma que registra como autora del plan, participaron líderes campesinos del valle del río Cimitarra que impulsaron el proceso de la ACVC.

12 Se entiende aquí ‘región’ como ‘espacio histórico y cultural específico que está determinado y se transforma a partir de los procesos sociales productivos, políticos y simbólicos que allí se dan’ (Alonso, 1997, pp. 4-5).

13 «Tenemos 380.000 hectáreas que no están trabajadas ni por esta junta ni por esta, pero que todos las estamos cuidando, ese es el objetivo de eso, de la serranía, porque ese es el pulmón del mundo, pa mostrarle al mundo lo que estamos cuidando, digamos ahí, que es donde está la zona de reserva campesina, en el medio de todo esto» (GPAD, Taller colectivo 46 con fundadores ACVC, 2017).

14 La UP obtuvo en las elecciones de 1986 329.000 votos, correspondientes a 4,5 % del censo electoral, eligió 5 senadores, 9 representantes, 14 diputados, 23 alcaldes y 351 concejales. En menos de 6 meses, la UP ya registraba 2229 juntas patrióticas y en 572 actos políticos habían reunido a más de un millón de personas.

15 «El río Cimitarra, el Ité y el Tamar son la principal vía de comunicación. De otro lado, existen otras vías, como la que llega de Remedios y de Puerto Berrío, que fueron construidas para remediar la situación precaria de comercialización de los productos agrícolas de los campesinos de esta zona» (Asociación Campesina del valle del río Cimitarra, 1999, p. 51).

16 «La Asociación Campesina ha conducido procesos de colonización en forma sistemática. Las nuevas familias que llegan a la zona desplazadas por la violencia son reubicadas por la Asociación Campesina, y esta, a su vez, ha desarrollado procesos solidarios con toda la comunidad, de tal manera que mientras las nuevas familias que llegan a la zona comienzan a autosostenerse, la comunidad les ayuda. Del mismo modo, la Asociación, en coordinación con las juntas de acción comunal, ha creado normas de convivencia comunitaria que les han permitido convivir en medio del conflicto» (Asociación Campesina del valle del río Cimitarra, 1999, p. 5).

17 «El valle del Cimitarra es una zona con importantes riquezas naturales, como las reservas naturales de bosques, nacimientos de ríos y ciénagas. Además, sus suelos poseen un alto potencial productivo. Por ello, la Asociación ha establecido normas de convivencia con la naturaleza, y ha delimitado áreas de no intervención, definido zonas de reserva forestal, piscícola y de fuentes de agua, así una sensibilidad ambiental entre sus pobladores» (Asociación Campesina del valle del río Cimitarra, 1999, p. 5).

18 15 municipios del departamento de Santander (Landázuri, Cimitarra, Santa Elena del Opón, Puerto Parra, El Peñón, Barrancabermeja, Puerto Wilches, Sabana de Torres, Sucre, Jesús María, La Belleza, Florián, Albania, Rionegro y Simacota bajo), uno de Boyacá (Puerto Boyacá), uno de Caldas (Dorada), 12 de Cundinamarca (Puerto Salgar, Guaduas, Villeta, Quebradanegra, Útica, Yacopí, La Palma, Caparrapí, Topaipí, Nocaima, La Peña y El Peñón), cuatro de Antioquia (Puerto Triunfo, Puerto Nare, Yondó, Puerto Berrío), dos de Bolívar (San Pablo y Cantagallo) y uno del Tolima (Honda).

19 N.º 42 Batalla de Bomboná (1948) en Puerto Berrio; N.° 3 Batalla de Bárbula (1979) en Puerto Boyacá; N.° 14 Batalla de Calibío (1983) en Cantimplora, Cimitarra; N.° 40 Coronel Luciano D’elhuyar (1983) con sede en San Vicente del Chucurí; N.° 41 Rafael Reyes Prieto (1983) con sede en Cimitarra; N.° 14 Cacique Pipatón (1983), Puerto Berrio; N.° 8 Especial Energético Vial Capitán Mario Serpa Cuesto (2002), en Segovia, Remedios Antioquía; N.° 45 Héroes de Majagual; N.° 2 Nueva Granada (1968), Barrancabermeja y Yondó; N.° 5 Coronel Francisco José de Caldas (1976), Bucaramanga; N.° 14 Ricaurte (1946), Bucaramanga; N.° 14 Palagua (1987).

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