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CAPÍTULO CUATRO

Chloe abrió el archivo del asesinato de Jessie Fairchild apenas llegó a la estación de policía. Nolan les había dado una oficina que era de un subcomisario que tuvo que ser despedido por recortes de presupuesto. Aún quedaban algunas de las pertenencias del subcomisario, Chloe se sentía desubicada allí.

De todas formas, se instaló y estudió minuciosamente la información del archivo. Estaba impresionada por lo bien ordenado que estaba todo. Aparentemente, el subcomisario. Nolan tenía un talento natural para la organización y una gran atención a los detalles.

Además del completo informe policial básico, Nolan ya les había adelantado que habían varias fotografía del cadáver de Jessie Fairchild en la casa de la familia Fairchild. Ella estaba completamente vestida sobre la cama. Su cabeza estaba inclinada hacia la izquierda, sus ojos estaban abiertos en dirección al charco de sangre que se había formado cerca de su cabeza. Lo que llamaba la atención del cadáver, era la laceración irregular a lo largo de su cuello.

Las fotografías debían haber sido tomadas solo unas horas después del asesinato porque una gran parte de la sangre aún estaba húmeda. Se podía ver donde estaba empezando a coagularse, pero aún estaba fresca. El corte en sí era bastante impresionante, era irregular y espeluznante, una línea recta que parecía haber sido cosida a la piel. Chloe también notó un leve indicio de que algo había sido envuelto alrededor de su cuello, aunque era difícil saberlo con seguridad solo mirando las fotos. Sin poder ver el cuerpo, debería creer lo que el equipo de forenses decía. Pero si era cierto que le envolvieron algo alrededor del cuello, la estola de zorro que había visto en otra de las fotos coincidiría a la perfección.

También vio una foto del anillo de diamante que había sido usado para hacer el corte. Estaba apoyado sobre una de las mesas de luz, el asesino no había intentado limpiarlo ni esconderlo. Al parecer de Chloe, el asesino quiso dejar un mensaje.

«¿Pero qué mensaje?».

–El anillo me confunde ―dijo Rhodes―. ¿Por qué lo dejaría en la mesa de luz? ¿Está alardeando? ¿Quizás intenta decirnos algo?

–Me estaba preguntando lo mismo, quizás el anillo tiene un significado especial. ¿Por qué ese anillo? Parece ser parte de esas combinaciones en las que viene un alianza de compromiso y un anillo de boda.

–También parece carísimo ―agregó Rhodes.

–Debe representar algo. Nadie deja accidentalmente un anillo de diamante empapado en sangre sobre la mesa de luz luego de usarlo para matar a alguien.

–¿Piensas que el asesino intenta decirnos algo?

–Quizás sí. También puede…

Su frase fue interrumpida por el sonido de su propio teléfono. Lo sacó, pensando que sería Johnson llamándola para asegurarse de que habían llegado. Pero cuando vio que decía “PAPÁ” en el captor de llamadas, se estremeció. Una ira brutal mezclada con miedo se apoderó de ella.

Ella ignoró la llamada y colocó su teléfono sobre el escritorio boca abajo. Cuando se volvió para enfocarse en el archivo frente a ella, tuvo problemas para concentrarse.

–¿Estás bien? ―le preguntó Rhodes.

–Sí, ¿por qué?

–Bueno, acabas de mirar tu teléfono como si te hubiera insultado o algo así.

Chloe se encogió de hombros, sin saber qué decir.

–Son solo cosas personales.

Rhodes asintió demostrando que no quería entrar en un terreno demasiado personal y dijo―: Sí, las cosas personales pueden ser un fastidio.

Mientras Chloe intentaba volver a concentrarse en el archivo, alguien golpeó la puerta. Cuando se abrió, vio al subcomisario Nolan asomando su cabeza dentro. Cuando abrió la puerta por completo, había otro hombre detrás de él, parecía bastante mayor y tenía un espeso bigote canoso que a Chloe le hizo pensar en una morsa.

–Agentes ―dijo Nolan―. Este es el comisario Clifton.

Clifton entró en la oficina y las miró a las dos mientras asentía con la cabeza en señal de apreciación. Él miró el archivo que actualmente estaba abierto sobre el escritorio y apartó la vista luego de ver una de las fotos del horrible corte en el cuello de Jessie Fairchild.

Chloe y Rhodes se presentaron brevemente al mismo tiempo que Nolan entraba en la oficina detrás del comisario Clifton, cerrando la puerta detrás de ellos.

–¿El subcomisario Nolan les ha dado todo lo que precisan? ―preguntó Clifton.

–Claro que sí ―respondió Chloe―. Ha sido muy servicial.

–¿Hay algo más que precisen?

–Quizás sí, al ser una casa tan grande, me imagino que debía tener un sistema de seguridad. ¿Hay alguna evidencia de ello?

–Sí, la hay ―dijo Nolan―. De hecho, el esposo nos dio el código para que pudiéramos reprogramarla luego de salir de la casa.

–¿Y él no recibió ninguna notificación de que la alarma se haya activado?

–No.

–¿Podemos conseguir algún reporte sobre ello? ―preguntó Rhodes.

Nolan y Clifton asintieron al mismo tiempo.

–Me pondré en contacto con la compañía de seguridad ―dijo Nolan.

–Obviamente, también queremos hablar con el esposo ―dijo Chloe―. Subcomisario, usted dijo que se había ido a la montaña con su hermano, ¿verdad? ¿Tiene idea de cuándo regresará?

–No lo sé, no me lo ha dicho.

–Me gustaría que él estuviera en la ciudad ―dijo Chloe.

–¿Sospecha de él?

–No necesariamente, pero es el hombre más cercano a la víctima ―dijo intentando no sonar acusatoria. Aunque le parecía irresponsable que la policía le había permitido al marido irse así como así.

–También lo llamaré. Creo que no tendrá problemas en venir. Sobre todo si sabe que el FBI está en ello y que eso ayudará a atrapar al asesino. Creo que podría venir aquí bastante rápido.

–Un última cosa ―dijo Chloe―. Sé que ha dicho que la familia Fairchild era nueva en la zona. ¿Pero alguno de ustedes sabe si Jessie Fairchild podría llegar a haber tenido algún enemigo? ¿Ha habido algún reclamo o quejas sobre ella y su esposo o ellos han reclamado sobre otra persona?

–No, nada de eso ―dijo Clifton―. Pero ese vecindario… En realidad, toda esa zona, es bastante complicada. Nos han llamado de vez en cuando. Esposas celosas tratando de atrapar a sus maridos en aventuras que no existen, propietarios pretenciosos tratando de molestar a sus vecinos porque sus perros hacen sus necesidades en sus jardines. La gente en ese vecindario se cree la gran cosa.

–Disculpe que le pregunte, pero, ¿por qué nos está contando esto? ―preguntó Rhodes.

–Porque aunque no sé si Jessie Fairchild tenía enemigos. Casi que puedo asegurarles que debía haber mujeres que como mínimo estaban celosas de ella. Es un vecindario muy pretencioso. Sé que no es adecuado que un comisario de la policía lo diga, pero creo que es necesario que sepan esa triste verdad.

–Bueno, eso puede significar que hay una gran posibilidad de que haya muchas pistas ―dijo Chloe―. Si ese es el tipo de mujeres del vecindario, me imagino que debe haber bastantes chismes. Quizás ellas ya sepan algo y podrían darnos una pista en la dirección correcta.

Clifton se rio en voz baja y se encogió de hombros mientras decía:  ―Les deseo mucha suerte con eso.

Chloe entendía por qué lo decía, pero de todas maneras le molestó lo innecesario que fue el comentario.

–Por ahora, quisiera el contacto de la limpiadora que encontró el cuerpo.

–Ya hemos hablado largo y tendido con ella ―dijo Clifton―. Puede echar un vistazo a nuestras notas. ―No sonaba a la defensiva, pero quería asegurarse de que supiera que no eran unos ineptos. Se preguntaba si su actitud tenía que ver con el hecho de haberse dado cuenta de que no deberían haber dejado que el marido se fuera de la ciudad tan pronto luego del asesinato.

–De todos formas me gustaría hablar con ella personalmente.

Clifton se cruzó de brazos y asintió diciendo―: Me ocuparé de que le llegue la información lo antes posible ―les dijo y luego les sonrió brevemente―. Fue un placer conocerlas, agentes.

Luego de terminar su frase, abrió la puerta y salió de la habitación.

Nolan quedó un poco incómodo y dijo―: A veces se pone así, sobre todo cuando trabajamos con el FBI o con otras agencias externas. Tiene un problema con el control… Pero eso queda entre nosotros tres.

Chloe hizo un gesto como si cerrara la boca con un cierre.

–Lo entiendo. Ahora, ¿podemos tener la información de contacto de la limpiadora? Me gustaría ir a visitarla antes de que se haga muy tarde.

CAPÍTULO CINCO

Rosa Ramírez vivía en un apartamento justo al borde del extremo más bonito del centro de la ciudad. Cuando recibió la llamada de Nolan, parecía deseosa de ayudar a Chloe y Rhodes. Eran las 16:30 cuando llegaron a su apartamento, y era claro que ella había ordenado para recibirlos, incluso había preparado café y había puesto unas galletas sobre la mesa ratona.

–Sra. Ramírez ―dijo Chloe―, ¿hace cuánto tiempo que trabaja en la casa de los Fairchild? Según lo que me han dicho, ellos se han mudado a la ciudad hace cinco semanas.

–Es correcto. Respondí a su aviso en línea que decía que precisaban ayuda en la casa. Incluso fue una semana antes de que se mudaran aquí. Querían que todo estuviera listo para cuando se mudaran, eso incluía una empleada doméstica. Incluso los ayudé a desempacar algunas de sus cosas.

–¿Parecían apreciar la ayuda?

–Sí, se notaba que no estaban muy acostumbrados a que la gente quisiera ayudarlos.

Chloe se sirvió un café a pesar de que estaba tratando de reducir su ingesta de cafeína. Ella quería que Rosa se sintiera tranquila, un testigo que se siente cómodo, generalmente puede recordar cosas que de otra manera no recordaría.

–¿Alguna vez discutió con alguno de ellos? ―pregunto Rhodes.

–No, ni una vez. Ellos incluso aceptaron mi tarifa sin negociar, aunque les pasé una tarifa un poco más elevada de lo que normalmente cobro. Jamás me dijeron algo negativo ni me levantaron la voz.

–¿Y entre ellos dos? ―preguntó Chloe―. ¿Alguna vez los vio discutiendo?

–No, estuve pensando en ello, pero no puedo recordar ni una sola discusión. Pero recuerde que esas cinco semanas que trabajé con ellos, solo los vi juntos dos veces. Generalmente, Mark estaba viajando por negocios.

–¿Sabe dónde iba en esos viajes de negocios?

–Iba a muchos lugares. Pero creo que se basaba sobre todo en la cosa este: Boston, Washington DC, Nueva York.

–¿Sabe si a Jessie le molestaba eso?

–Si le molestaba, lo ocultaba muy bien. Ella se mantenía ocupada, muy ocupada. No sé si se llegaba a dar cuenta que su marido no estaba.

–¿Cómo se mantenía ocupada? ―preguntó Rhodes.

–Bueno, el vecindario en el que viven está lleno de gente importante. O en realidad, si les soy completamente honesta, de gente que se cree que es importante.  Jessie estaba tratando de encontrar un lugar donde encajar. Estaba probando suerte en todos los círculos sociales, clubes de jardinería, recaudación de fondos, intentaba ayudar en la organización de eventos de gala locales, todo ese tipo de cosas.

–¿Se comprometió oficialmente a alguna de esas actividades?

–No que yo sepa.

–Sra. Ramírez, sé que entiende que necesito preguntarle dónde estuvo las primeras horas del día que encontró el cuerpo de Jessie Fairchild.

–Sí, lo entiendo ―dijo suspirando―. Era un viernes y los viernes me tomo la mañana libre. A veces duermo y me pongo al día con mis programas de televisión favoritos. Otras veces, aprovecho para hacer mandados. Pero este viernes, estuve en la biblioteca una parte de la mañana.

–¿Alguien la vio allí? ¿Alguien podría confirmar su historia?

–Sí, vacié algunas de mis viejas cajas almacenadas y doné un montón de viejos libros de bolsillo a “Amigos de la Biblioteca”. Los llevé en uno de los carritos de la biblioteca e incluso ayudé a la asistente de la bibliotecaria a guardarlos.

–¿Recuerda a qué hora fue eso?

–Claro, creo que llegué cerca de las diez y media. Salí de allí a eso de las once o un poco más tarde. Luego conduje hasta la casa de los Fairchild.

–¿Se detuvo en algún lugar antes de llegar?

–Sí, me detuve en Wendy’s para almorzar.

–Y cuando llegó a la casa… ¿vio algo extraño o fuera de lo común?

–No, nada. Lo único fuera de lo común fue cuando vi a Jessie en la cama con su atuendo de salir a correr.

–La policía nos ha dicho que su marido estaba en la ciudad, y no en un viaje de negocios. ¿Sabe si eso es verdad?

–Creo que sí. Normalmente me avisan cuando Mark no va a estar. Pero en lo que a mi respecta, él estuvo en su oficina el viernes. Yo llegué a la casa cerca de las once y media, unas tres o cuatro horas después de la hora que él se va a la oficina.

–Sra. Ramírez ―dijo Rhodes―, ¿cree que hay alguna posibilidad de que Mark haya asesinado a Jessie?

Rosa negó firmemente con su cabeza y dijo―: No. Es decir, sé que todo es posible, pero realmente lo dudo. Él es un hombre bueno, bromista y era muy amable con ella. Ambos tenían unos cincuenta años y eran la clase de pareja que aún camina tomándose de la mano. Incluso he llegado a verlo a él dándole una palmadita juguetona en el trasero, como si fueran dos recién casados. Parecían ser muy felices.

Chloe estaba asimilando toda la información. Ella estaba segura de que Rosa no tenía nada que ver con el asesinato de Jessie Fairchild. Le pediría a la policía que corroborara su coartada, pero le parecía que sería una pérdida de tiempo.

–Gracias por su tiempo ―dijo Chloe terminando se café de un trago. Le entregó su tarjeta de presentación a Rosa y se dirigió a la puerta. ―Por favor, llámame si recuerda algo más.

Rosa asintió mientras los acompañaba a la puerta y dijo―: Hay una cosa que se me viene a la mente ―dijo.

–¿Qué cosa?

–Es sobre el anillo en la mesa de luz, el que usaron para cortarle el cuello. No tenía sentido que estuviera allí. Jessie era una maníaca del orden, por algo contrató una señora de la limpieza a pesar de que su casa estaba siempre limpia. Jamás había visto que dejara joyería en cualquier lugar.

Chloe asintió como si también hubiera tenido la misma impresión. Que el anillo estuviera allí no solo servía como una especie de mensaje del asesino, también probaba que el asesino no estaba interesado en la riqueza ni en robar nada. El anillo era muy caro y su único propósito había sido ser utilizado como arma. A pesar de que el asesino lo tuvo en sus manos, no tuvo ningún interés en robarlo.

Y ese hecho aislado decía mucho sobre el asesino.

«Y Ahora», pensó Chloe, «todo lo que tengo que hacer es interpretar el mensaje del asesino».

CAPÍTULO SEIS

Cuando Chloe y Rhodes salieron del apartamento de Rosa apenas eran las cinco de la tarde. Solo les llevaría unos cuarenta y cinco minutos de viaje desde donde estaban hasta Washington DC. A Chloe le agradaba la idea de regresar y no tener que quedarse en un motel. Pero con un caso así, no sabía cuándo terminaría el día.

–¿Deberíamos ir a la biblioteca para corroborar la coartada de Rosa? ―preguntó Rhodes mientras Chloe conducía hacia la salida del estacionamiento de complejo de apartamentos.

–Pensé en ello, pero es domingo a la tarde. Dudo mucho que la biblioteca esté abierta. Me gustaría averiguar de dónde salió ese anillo. Quizás intentar descubrir quién fue la última persona que lo usó. Si el marido no recuerda si era de su esposa…

Rhodes abrió la boca para responderle, pero la interrumpió el celular de Chloe sonando. Chloe contestó de inmediato, esperando que fuera alguien con una pista que pudiera darle un poco más de acción a un domingo que parecía demasiado tranquilo.

–Aquí la agente Fine ―dijo al responder.

–Agente Fine, soy el subcomisario Nolan. Creí que le gustaría saber que logré comunicarme con Mark Fairchild, el esposo. Él llegará a la estación de policía cerca de las ocho de la noche de hoy. Él y su hermano están regresando a la ciudad para ocuparse de la organización del funeral, el papeleo del seguro y otras cosas de esa índole.

–¿Y él ya está al tanto de que el FBI está en el caso?

–Sí, parecía complacido y deseoso de hablar con ustedes.

–Estaremos allí a las ocho ―dijo Chloe terminando la llamada animada ante la posibilidad de una nueva fuente de información. Cuando la información llega hacia ti sin tener que ir a buscarla, cualquier caso es fácil y rápido.

Solo esperaba que todo continuara a este ritmo.

***

Desde el primer momento en que vieron a Mark Fairchild era evidente que hacía unos días que no dormía bien. Solo por su apariencia, Chloe podía adivinar que no había podido dormir ni un minuto desde que supo que se esposa había sido asesinada. Él tenía unas pronunciadas ojeras bajo sus ojos inexpresivos que se movían para intentar reconocer dónde se encontraba. Su cabello estaba despeinado y su barba tenía un crecimiento de varios días.

De todas formas, lucía bastante centrado y determinado. Se sentó un poco encorvado en una de las sillas con una taza de café que Nolan le había servido, pero aún no había tomado ni un sorbo. Su hermano estaba parado en un rincón de la sala, lucía igual de cansado pero se notaba que estaba cuidando a su afligido hermano.

Chloe sabía que la conversación podría ser difícil. La gente que está atravesando un duelo está cansada puede estar en una posición frágil. O podrían hablar sin parar, o incluso sus emociones podrían salirse de control de un segundo al otro. Ella sabía que debía elegir sus preguntas con mucho cuidado, debería hacerle sentir que era él quien estaba en control.

–Sr. Fairchild, me gustaría que me contara cómo fue su mañana del día viernes. Le pido si puede incluir cualquier detalle que recuerde, sin importar que considere que sea algo trivial.

Él asintió pero se veía incómodo.

–Todo ―dijo él con una sonrisa somnolienta que parecía algo forzada―. Bueno… sonó mi alarma para ir a trabajar. Apreté el botón de postergar y cuando lo hice, Jessie se acercó y se acurrucó junto a mí. Era una tradición que teníamos desde que éramos novios. Era viernes y ambos habíamos tenido una buena semana, así que terminamos teniendo sexo. A ella le gustaba hacerlo en la mañana, nada fuera de lo común.

Chloe se sintió incómoda al mirar como cambiaba la expresión en el rostro del Sr. Fairchild a medida que contaba su mañana. Ella le dio un momento para que tuviera el tiempo suficiente para recomponerse y seguir hablando.

–Luego fui a la ducha mientras ella contestaba emails de su trabajo. Cuando salí de la ducha, ella se estaba lavando los dientes. Hablamos de cosas triviales. Mientras yo me alistaba para ir a trabajar, Jessie se ponía su ropa para salir a correr, la misma ropa que estaba usando cuando…

En ese momento se quedó callado y respiró hondo. Él miró a su hermano, que alentó a Mark con un leve asentimiento con la cabeza. Mark también asintió y comenzó a hablar con la voz un poco temblorosa.

–Fuimos al piso de abajo. Ella tomó un batido y yo tomé una taza de café. Ella jamás tomaba café antes de salir a correr, decía que le caía mal. Recuerdo que me acompañó a la puerta. Normalmente lo hacía, solo para darme un beso de despedida. Ella estaba jugando con sus airpods mientras buscaba el podcast que la acompañaría mientras corría. Nos besamos, entré al coche, y eso fue todo. Esa fue la última vez que la vi con vida.

–¿A qué hora se fue de su casa? ―preguntó Chloe.

–No sé la hora exacta, pero creo que fue entre las siete cincuenta y cinco y las ocho y cinco. Estoy seguro de que no fue más tarde que eso.

–Así que tenemos una ventana de tres o tres horas y media ―dijo Rhodes.

–Sr. Fairchild, ¿usted y su esposa ya habían hecho amistades? ¿Alguien que los haya visitado en su casa un par de veces desde que se mudaron?

–No, solo conocidos. Sí, vino gente a la casa. Cuando una nueva familia se muda a este vecindario, la gente viene de visita con pasteles, galletas y cosas así. Pero creo que la única persona que entró en la casa y que no fuera para darnos la bienvenida al vecindario, fue la señora de la limpieza.  Ah, y el plomero también. Tuvimos un problema con el triturador de basura la primer semana después de mudados.

–También quería hablar con usted sobre el anillo que fue encontrado en la mesa de luz ―dijo Chloe―. Entiendo que no está seguro si pertenecía o no a su esposa, ¿es correcto?

–Es correcto. No me parecía conocido, pero eso no es extraño. Jessie no era de usar joyas, solo usaba nuestro anillo de bodas. Sé que puede parecer tonto porque el vestidor está lleno de joyas. Pero Jessie tenía una especie de colección de joyas, de la misma forma de que algunas mujeres se vuelven locas por zapatos o carteras. Cuando falleció su madre hace seis o siete años, Jessie heredó todas las joyas de su madre. Collares, anillos, unos pendientes horribles. Y eso despertó algo en Jessie, allí fue cuando empezó a coleccionar ese tipo de cosas.

–¿Recuerda cuántos anillos heredó Jessie de su madre?

–No, recuerdo que la mayor parte de ellos estaban en una caja fuerte. Al menos una parte de ellos. Lo que sí sé es que recibió una pequeña caja con algunos collares y anillos. Debía haber al menos diez anillos en esa caja.

–Así que cree que hay una gran posibilidad que el anillo encontrado en la escena del crimen haya sido uno de los anillos de su madre.

–Probablemente. Pero ese es el tema, ella los tenía en el vestidor. Quien sea que haya hecho esto…

Él se detuvo como si la sola mención del acto cometido con el anillo lo hubiera paralizado. Él respiro hondo y sacudió su cabeza como obligándose a continuar.

–Quien sea que lo haya hecho ―continuó él―, debería haber sabido donde buscarlo.

–Esa es una opción, o simplemente tuvo suerte y adivinó donde podrían guardar las joyas de valor.

–Es verdad ―dijo Mark.

–¿Y durante esa semana notó algo extraño en su esposa?

–No. Me estuve preguntando lo mismo… Preguntándome si se me había escapado algo. Pero juro que parecía estar completamente normal.

–Tenemos entendido que Jessie estaba intentado involucrarse en grupos y organizaciones locales ―dijo Rhodes―. ¿Sabe en cuáles?

–Ella me habló bastante sobre “Espacio de los niños”, una organización sin fines de lucro que recaudaba fondos para niños que no pueden pagar los almuerzos en las escuelas y cosas de ese estilo. Había otra… Un club de jardinería o algo así… Estoy seguro de que sé dónde pueden estar los nombres y números telefónicos de toda esa gente, si es algo que les interesa.

–Ya tenemos una copia de eso ―dijo Nolan.

Mark asintió, poniendo sus ojos en blanco.

–Es verdad. Lo siento, estos últimos tres días son bastantes confusos para mí.

–Me imagino ―dijo Chloe―. Sr. Fairchild, gracias por su tiempo. Por favor, vaya a su casa y duerma un poco. Le pediré que se quede en la ciudad por los días venideros, solo en caso de que tengamos más preguntas.

–Claro que sí.

Él se levantó y saludo sin fuerzas mientras él y su hermano salían de la sala. Nolan los acompañó y cerró la puerta detrás de él.

–¿Qué te parece? ―le preguntó Rhodes a Chloe cuando quedaron solas.

–Creo que aunque Mark Fairchild tuviera algo importante para decirnos, no podría recordarlo. Sí creo que nos dijo todo sobre esa mañana. Se ruborizó cuando habló de sexo. Y en las pausas que hizo era obvio que estaba intentando reprimir las lágrimas.

–Sí, también me di cuenta de lo mismo.

–De todas formas, nos presenta un panorama interesante. Una nueva pareja rica llega a la ciudad. El marido tiene un trabajo que los afianza en la clase alta. Y parece que han sido el blanco de alguien de inmediato, menos de cinco semanas completas después de que se hayan mudado

–¿Crees que se estaban escapando de algo? ―preguntó Rhodes―. ¿Crees que se podrían haber mudado a Falls Church escapando de algo en Boston?

–Quizás. Me gustaría saber todo sobre este trabajo. Tal vez echarle un vistazo a la información financiera y antecedentes criminales de la familia Fairchild. Incluso también hablar con el jefe de Mark si fuera necesario.

–Y creo que también deberíamos hablar con la compañía de seguridad ―dijo Rhodes―. Me parece extraño que no haya sonado ninguna alarma. Eso me hace pensar que quizás Jessie Fairchild dejó entrar a la persona que la mató.

Mientras reflexionaban sobre esto, se abrió la puerta de la sala y volvió a entrar Nolan. Parecía agotado por haber estado en presencia de un hombre que estaba tan desconsolado y angustiado.

–Nolan, ¿qué sabemos sobre el trabajo del Sr. Fairchild? ―preguntó Chloe.

–Él es un bróker normal. Por lo que me ha dicho, ha tenido suerte con unos negocios al principio de su carrera. Eso llevó a que varios clientes de alto perfil estén contentos con su desempeño. Se mostró bastante humilde al respecto, pero nos dijo que ganó cerca de seis millones el año pasado.

–¿Y está diciendo la verdad?

–Hasta donde sabemos, sí. Aún no hicimos una investigación demasiado exhaustiva de sus finanzas, ni miramos su informe de impuestos del año pasado. Le dijimos que quizás podríamos llegar a necesitar hacerlo en algún punto. Él pareció un poco ofendido, pero nos dijo que no habría problema. Incluso nos dio un par de números telefónicos de su oficina a los que podríamos llamar si precisábamos ayuda.

–Eso significa que no tiene nada que ocultar en lo que se trata de dinero.

–Eso es cierto. Parece estar limpio. Pero de todas formas puedo llamar a algunos de los números que nos dio, solo para estar seguros.

–En sus archivos tampoco vi ningún informe sobre sus antecedentes criminales ―añadió Rhodes.

–Sí, ninguno de los dos tiene antecedentes, nada. Ni siquiera una multa por exceso de velocidad.

Chloe abrió el archivo que estaba en la mesa frente a ella, intentando no fruncir el ceño. Es verdad que el caso parecía no tener nada que ver con las muertes por estrangulamiento del año anterior. Pero aún había un asesinato que no había sido resuelto.

Miró fijamente al archivo como si quisiera que le diera todas las respuestas. Ya casi había llegado a memorizar su contenido, contaba la historia del asesinato Jessie Fairchild por medio de informes, notas y fotografías de la escena del crimen.

Y hasta este momento, la historia parecía tener un final muy abierto.

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299 ₽
Возрастное ограничение:
18+
Дата выхода на Литрес:
04 января 2021
Объем:
232 стр. 4 иллюстрации
ISBN:
9781094345949
Правообладатель:
Lukeman Literary Management Ltd
Формат скачивания:
epub, fb2, fb3, ios.epub, mobi, pdf, txt, zip

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