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Grandes tendencias de la actividad turística desde la perspectiva global
Aparte de cuestiones relativas propiamente a la actividad turística en el espacio rural, se producirán grandes cambios de carácter global que incidirán directa o indirectamente en el desarrollo del sector. Los cambios que afectarán al futuro del turismo serán de diferente naturaleza, entre los que se pueden destacar los de carácter socioeconómico, otros ligados a los efectos que puede provocar el cambio climático, así como las medidas dirigidas a la reducción de emisiones de CO2 o la transformación tecnológica, entre otros.
En primer lugar, hay que destacar los de carácter socioeconómico, entre los que se pueden citar algunos como:
• Los cambios de carácter sociodemográfico: en los próximos años se producirá un incremento de la población urbana, al tiempo que continuará la despoblación de las zonas rurales, el envejecimiento de la población, el decremento del número de hijos por familia y se incrementará el fenómeno de la interculturalidad (Future Foundation, 2015).
• Las desigualdades sociales: la falta de equidad será uno de los principales problemas en muchos estados en las próximas décadas, como será el caso de Europa. El desempleo puede afectar especialmente a los grupos más vulnerables como los trabajadores sin cualificación, con un gran riesgo de caer en largos periodos de inactividad. Los fenómenos migratorios pueden intensificarse, solventando problemas puntuales de falta de mano de obra, pero pudiendo generarse problemas por falta de cohesión social (Hoorens et al., 2013).
• Los cambios en los patrones de consumo. El incremento de la población y los cambios en su estructura, especialmente en los países emergentes, posibilitará la expansión de la sociedad de consumo afectando a los niveles y patrones de consumo.
• Las migraciones. El crecimiento poblacional en los países menos desarrollados y en desarrollo y el estancamiento en las economías más avanzadas puede favorecer la existencia de flujos migratorios.
• Las oportunidades y desarrollo del individuo (empoderamiento): el acceso a la educación, el desarrollo tecnológico, la igualdad de género, etc., ayudarán al desarrollo del individuo y su empoderamiento (Hoorens et al., 2013).
En segundo lugar, se debe resaltar los efectos que puede producir el cambio climático o calentamiento global, como el aumento de las temperaturas, la desertización y desertificación, el incremento de los incendios forestales, fenómenos atmosféricos extremos (sequías, olas de calor, inundaciones, grandes tormentas), pérdida de biodiversidad, alteración del paisaje, deshielo, incremento del nivel del mar, introducción de especies invasoras, etc. Además de otras consecuencias con efectos de carácter social. Los propios cambios ambientales descritos podrán tener consecuencias en el mercado de trabajo, el modelo energético, en el transporte, pero también en la producción y el consumo y, en definitiva, en el estilo de vida actual (Greenpeace, 2018), además de producirse problemas de salud pública, alteraciones en el sistema energético, en la ganadería, agricultura y pesca o en la propia actividad turística.
En tercer lugar, hay que centrarse en los cambios que producirá la transformación tecnológica. No cabe duda de que el futuro desde una perspectiva general, y también desde el punto de vista del turismo, va a estar muy condicionado por el desarrollo tecnológico. La revolución tecnológica basada en nuevos procesos de producción industrial, biocientíficos, de comunicación y digitales transformará las sociedades. ¿Hasta qué punto? Es difícil decirlo, aunque será un cambio profundo, dado que se está produciendo una aceleración en la velocidad de la transformación digital (ESPAS, 2016). La transformación digital no solo afecta al entorno de las comunicaciones, sino que requiere de nuevas metodologías, capacidades y talentos, en definitiva, conducirá a una nueva era social, cultural e industrial, por lo que las empresas y organizaciones deberán ser capaces de realizar un gran esfuerzo de adaptación (Ascolese & Llantada, 2019).
Algunas de las tendencias que se apuntan en la actualidad, a corto plazo —es muy difícil avanzar el entorno tecnológico con el que nos podemos encontrar a medio y largo plazo dada la enorme magnitud de la transformación que se está produciendo en las últimas décadas— son:
• El internet de las cosas (IOT), es decir, la capacidad de conexión e interrelación entre dispositivos.
• El blockchain o cadena de bloques, estructura de datos que permite, por ejemplo, la seguridad del dinero digital.
• El big data o ciencia de los datos, que permite el control y gestión de enormes volúmenes de información que pueden conducir a un mayor nivel de conocimiento y, por tanto, en la capacidad estratégica de las organizaciones.
• La computación en la nube, que posibilita la disponibilidad y acceso continuo a la información.
• La inteligencia artificial, que permite a dispositivos y al software asociado, avanzar en el conocimiento y la interrelación de la información, posibilitando una mayor personalización de los servicios y automatización de los procesos.
• La realidad virtual o
• La ciberseguridad (Coolhunting Group, 2018).
Y, además de los anteriormente descritos, se producirán cambios sociopolíticos, económicos, menos predecibles que sin duda afectarán el desarrollo de la actividad turística especialmente en el medio y largo plazo. De hecho, algunos análisis sobre mega tendencias en el sector turístico, hacen hincapié, además de en aspectos vinculados al cambio climático y a la transformación digital ya descritos, en aspectos como:
1 Los efectos del incremento de los costes de combustible y la conciencia social respecto a los viajes masivos de larga distancia;
2 El crecimiento económico y cambio social en las naciones BRICS altamente pobladas y con gran desarrollo económico, especialmente India y China;
3 Las consecuencias de los conflictos armados y otros aspectos propios de la geopolítica para el turismo, así como el uso del turismo como herramienta para los intereses de carácter geopolítico;
4 O los vínculos crecientes, y también los conflictos, entre el turismo y la conservación en muchos países (R. Buckley et al., 2015).
Precisamente en base al trabajo de Buckey y otros similares, D. Scott y S. Gössling (2015), proponen un análisis prospectivo de los principales factores que pueden influir en el turismo en los próximos cuarenta años, partiendo de los factores que han marcado los 40 años precedentes.
Cuadro 1. Precedentes y prospectivas por ámbitos
Fuente: D. Scott & S. Gössling (2015)
Ámbito | Los pasados 40 años | Los próximos 40 años |
Social | Crecimiento de la población, mayor disponibilidad de tiempo libre para vacaciones, paquetes de vacaciones, terrorismo y otras amenazas para la seguridad personal. | Crecimiento de la población, envejecimiento de la población en mercados maduros, cambio de la edad de jubilación, creciente disparidad en los niveles de renta e ingresos, desempleo juvenil generalizado, relevancia de las redes sociales para los consumidores, mayor urbanización del territorio, mayor relevancia de los viajes en los mercados emergentes, redefinición del tiempo de trabajo y ocio, relaciones interculturales y conectividad social, identidad social cambiante o poco definida. |
Tecnológico | TIC: Introducción generalizada de televisión, Internet y otras plataformas de marketing, sistemas computarizados de reserva, reseñas de consumidores basadas en la web y redes sociales.Transporte: expansión masiva de las redes de transporte terrestre, marítimo y aéreo, velocidades de transporte más rápidas y disminución del tiempo de desplazamiento, sensibilidad al coste del combustible. | TIC: evolución continua de los sistemas de reserva y comercialización a través de dispositivos móviles, redes sociales y comercialización entre particulares, mayor transparencia de las características del producto, expansión de servicios turísticos no convencionales (por ejemplo, Uber, Couchsurfing), mayor automatización y robótica en la prestación de servicios, ciberataques, tecnología disruptiva.Transporte: mayor eficiencia de los combustibles, viabilidad del uso de energías limpias en aviación, vehículos autónomos. |
Económico | Crecimiento económico en los países de la OCDE y más tarde en las economías emergentes, crecimiento de los ingresos personales, acuerdos de libre comercio, precios de combustible incentivados, expansión e integración de los sistemas de pago de la banca internacional. | Continuidad en el ritmo de crecimiento económico, inestabilidad del sector financiero, creciente desigualdad en la percepción de ingresos, inestabilidad en el precio mundial del petróleo, introducción de una tasa al carbono, problemas estatales por la deuda soberana. |
Ambiental | Importancia del turismo en la preservación del patrimonio ecológico-cultural, desastres naturales (terremotos, tsunamis, huracanes) y pandemias (p. ej. gripe aviar). | Requisitos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, introducción de tasas al carbono, altos costes del combustible, impactos debidos al cambio climático, mayor conciencia ambiental. |
Político | Cambios en las regulaciones fronterizas (como el Tratado de Schengen o el estatus de China como país preferente «Most Favoured Nation»), liberalización del mercado de los viajes, disturbios políticos (por ejemplo, la Primavera Árabe). | Nuevos acuerdos regionales de libre comercio, cambios en las regulaciones fronterizas, conflictos e inestabilidad política regional, terrorismo, nueva guerra fría. |
Claves que definirán el futuro: análisis de los principales factores que influirán en el desarrollo de la actividad en los espacios rurales
Además de las grandes tendencias sociales, políticas, económicas, tecnológicas o ambientales que se han definido en el apartado anterior, hay otros condicionantes específicos de los entornos rurales que, sin duda, también van a incidir en el desarrollo de la actividad turística en las próximas décadas, entre los que podemos citar algunos factores que afectan, en general, a los espacios rurales. Desde el punto de vista de algunos autores que están analizando la cuestión, se puede hablar de una nueva ruralidad caracterizada por tendencias como la emigración del campo a la ciudad, complementariedad de las rentas agrarias con otras actividades económicas, se mantienen problemáticas de carácter social como la falta de equidad, la desigualdad de género o la pobreza, e incluso más amplios como la sostenibilidad ambiental, tendencias que si bien se repiten en muchas regiones del globo, no quiere decir que se produzca de este modo en todos los espacios rurales (Romero, 2014).
No obstante, cabe hacer énfasis en fenómenos como el de la despoblación de los espacios rurales que se produce de forma paralela al creciente fenómeno de urbanización a escala global (Serrano & García Marín, 2018).
Por otra parte, la necesaria «multifuncionalidad» de los trabajadores agrarios, que requieren de la realización de diferentes tipos de trabajos para poder alcanzar un nivel de ingresos que les permitan un mínimo sustento: trabajo agrario, actividades extra-agrarias como el turismo y otros servicios, etc. (Kay, 2009).
Al margen de estas tendencias generales que afectan al espacio rural hay otras específicas de la actividad turística que resultan absolutamente determinantes como es el caso de la dispersión de la propia actividad en el espacio rural. Mientras que los fenómenos turísticos en áreas urbanas o costeras (e incluso en algunos casos de montaña o interior) están caracterizados por la concentración de los servicios turísticos en torno a resorts litorales, golf, nieve o grandes núcleos urbanos, en los espacios naturales y/o rurales, normalmente, no se produce tal concentración, motivando una notable pérdida de eficiencia en la gestión de los recursos que dificulta notablemente la promoción, comercialización y la existencia de infraestructuras de calidad.
También, un factor a tener en cuenta, propio de los espacios rurales y naturales, que sin duda seguirá incidiendo en el desarrollo de la actividad en las próximas décadas es el fenómeno que podríamos llamar de «hiperestacionalidad» o «doble estacionalidad» (Solsona, 2010). Así, mientras los ciclos estacionales en las áreas urbanas y litorales y en resorts especializados como los de golf o esquí, suelen ser prolongados en el tiempo, en los rurales se produce una «doble» estacionalidad, ya que, aún en las temporadas altas se producen picos muy marcados entre los días laborables y los fines de semana. Como consecuencia, los niveles medios de ocupación son, por regla general, notablemente bajos.
(En los siguientes epígrafes se desarrollarán dichas claves, que al margen de una definición más precisa fruto de la documentación y estudio de la bibliografía existente, podrían coincidir con las reseñadas en el punto 1.)
Impacto tecnológico
Como se ha apuntado en el apartado introductorio, la transformación tecnológica es una de las cuestiones que más va a influir en el desarrollo, tanto desde un punto de vista global como, específicamente, desde la perspectiva turística.
El STRD 2019 (Sutainable Tourism for Rural Development) celebrado en Bérgamo (Italia), en febrero de 2019, entre sus conclusiones establecía que la digitalización se constituye en uno de los grandes retos para el futuro de los espacios rurales. Este desarrollo, debe producirse tanto en la infraestructura, con la dotación de redes capaces de estar en los mismos niveles de conectividad y capacidad de comunicación que las áreas urbanas, como en la capacidad de gestión, para poder dar oportunidades y competitividad a las zonas rurales.
Al respecto es necesario implantar sistemas de gestión como el Smart Village (equivalente al término para los espacios urbanos de Smart City o Ciudad Inteligente), que deberá permitir a las comunidades locales beneficiarse de las ventajas que ofrece la economía digital, haciendo posible la accesibilidad a servicios comparable a las áreas urbanas, y haciendo más eficiente la aplicación de las políticas públicas regionales, nacionales o supranacionales.
Para la consecución de este objetivo se precisará de un mayor acceso y cobertura a la tecnología digital de ancho de banda, a servicios innovadores de comunicación, a metodologías para el desarrollo de estrategias de gestión inteligente desde la base de la población local; así como vías de financiación de dichas estrategias e infraestructuras (STRD, 2019).
Todo ello hará posible el acceso a herramientas de gestión vinculadas a la gestión tanto de destinos como de establecimientos turísticos como son:
• Nuevos sistemas de distribución, como las plataformas de comercialización de hoteles, apartamentos, transporte, etc.
• Interacción con el cliente, a través de las redes sociales y con el uso de herramientas de tratamiento de datos.
• Uso de la tecnología en destino, como el big data, la inteligencia artificial, la nanotecnología, sensorización de la educación personalizada o el machine learning (aprendizaje automático o de máquina) (Fernández et al., 2017).
¿Cómo gobernaremos el territorio en las próximas décadas?
La gestión en los espacios rurales resulta de una gran complejidad y, al mismo tiempo, se configura en un elemento determinante para el impulso del turismo. Ya se ha apuntado en el apartado anterior la importancia que tendrán nuevos paradigmas de la gestión territorial, así como las tecnologías de la información y comunicación (TIC), existiendo la oportunidad de ofrecer nuevos servicios al mismo tiempo que se exige una mayor eficiencia en la gestión de los recursos públicos. En este contexto, ha adquirido gran actualidad el enfoque de los destinos inteligentes, derivado del concepto de ciudad inteligente (Smart City), concepto que refleja el carácter emergente de las ciudades como centros de conocimiento, gestión de la información, tecnología e innovación (Ivars, Solsona & Giner, 2016). Este concepto también ha sido trasladado al entorno rural bajo la denominación de Smart Village (Zavratnik, Kos & Stojmenova, 2018).
Este paradigma, que hipotéticamente ganará terreno paulatinamente en el ámbito de la gestión de los destinos turísticos, se basa en la interrelación de cinco ámbitos de gestión: gobernanza, sostenibilidad, conectividad y sensorización, sistemas de información e innovación.
1 En lo que respecta a la gobernanza del destino, se refiere a un modelo de gestión basado en la apertura, participación social, responsabilidad, eficacia y coherencia que deben conducir a nuevos enfoques estratégicos y nuevas fórmulas de gestión que integren a la sociedad local.
2 En cuanto a la sostenibilidad del destino, esta está ligada al modelo de desarrollo territorial y turístico, que favorezca una gestión más racional y eficiente de los recursos naturales, que a su vez contemple aspectos vinculados a la accesibilidad de los colectivos y personas con movilidad reducida.
3 En lo que responde a la conectividad, es básico el acceso a internet para promover una economía digital en la que participan empresas y consumidores, a la vez que constituye un requisito indispensable para la sensorización y el manejo de grandes volúmenes de información.
4 Por otra parte, la elevada intensidad en el uso de redes de datos móviles a través de los smartphones por parte de los usuarios, así como la información generada por la sensorización del territorio, propician la generación de nuevos sistemas de información con cantidades ingentes de datos relacionados con los destinos, que deben ser gestionados de manera que permitan la automatización de operaciones estadísticas tradicionales; la generación de nuevas operaciones, la medición de la reputación en línea y de interoperabilidad de sistemas, así como el seguimiento a tiempo real de variables vinculadas a la gestión territorial y turística.
5 Por último, el destino inteligente debe ser innovador, para lo que es necesario favorecer sistemas de innovación abierta, basados en la participación de empresas, administraciones y centros de investigación, a la vez que es interesante incorporar un enfoque clúster para reforzar el conocimiento turístico, la capacidad de absorción de la innovación y la emprendeduría (Ivars, Solsona & Giner, 2016).
El destino turístico inteligente desde una perspectiva sistémica
No obstante, el desarrollo de la actividad turística en el espacio rural también estará condicionado por la articulación de políticas públicas. Políticas que se derivan de diferentes escalas administrativas, local, regional y estatal, fundamentalmente, si bien en casos como el europeo, también tiene una gran relevancia la supraestatal, debido a las políticas acometidas por la Comisión Europea.
Figura 1. Sistema
Fuente: J. Ivars, J. Solsona, D. Giner, 2016
Al respecto, cabe señalar que precisamente el auge del turismo en el espacio rural en muchas regiones europeas fue debido al impulso de las administraciones públicas, especialmente en los años noventa del pasado siglo y en la primera década del dos mil, cuando las iniciativas europeas y regionales tuvieron como principio propiciar un desarrollo endógeno y sostenido de los territorios rurales, centrado en una diversificación económica que incentivara la valorización de los recursos naturales y culturales además de impulsar la promoción de la población joven en general y de las mujeres en particular (Pitarch & Arnandis, 2014).
Es por lo anterior por lo que hay que suponer, reconociendo las limitaciones existentes en los entornos rurales, que las políticas que se instrumenten, especialmente a nivel regional y estatal (o supraestatal) tendrán una incidencia determinante en el desarrollo futuro de la actividad.