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Capítulo 2
LA INTERPRETACIÓN ADVENTISTA DE APOCALIPSIS 13

La relación de los adventistas del séptimo día con las profecías es un factor constante en su historia. Desde el movimiento del Advenimiento, iniciado por Guillermo Miller en la década de 1830, hasta el desarrollo institucional global de la iglesia, las profecías han sido una fuente de referencia e identidad.

El objetivo de este capítulo es realizar una breve reseña histórica sobre el desarrollo de la interpretación adventista de Apocalipsis 13:11 al 18, desde las primeras publicaciones que trataron el tema en el inicio de la década de 1850, pasando por la contribución de John N. Andrews, hasta el desarrollo pleno de la interpretación en el libro El conflicto de los siglos, de Elena de White, en los años de 1880.

Profecía e historia

Los adventistas del séptimo día han practicado la interpretación historicista de las profecías. Ese método interpretativo considera las acciones divinas como soberanas en relación con la historia, y el cumplimiento de las profecías lo ve a lo largo de todo el recorrido histórico, con la previsión de imperios y poderes sociopolíticos, por ejemplo; incluso los períodos de tiempo son claramente revelados.

Guillermo Miller inició sus estudios de las profecías para certificarse de que era falsa la alegación deísta que decía que Dios no interfiere en la historia humana. Él había sido un deísta, pero abandonó esa línea de pensamiento al encontrar, en su propia experiencia y en las Sagradas Escrituras, evidencias de que las profecías son capaces de predecir reinos, imperios y períodos proféticos.

La fecha de 1844 como el término de los 2.300 años de Daniel 8:14 es un punto central en esta comprensión de las profecías desde la perspectiva historicista. Después de Guillermo Miller, los adventistas guardadores del sábado (como se llamaba a los adventistas antes de la institución oficial de la iglesia, en 1863) continuaron viendo las profecías como revelaciones históricas por parte de Aquel que es el Señor de la historia.

El término “historicismo” describe “una escuela de interpretación profética que concibe el cumplimiento de las profecías de Daniel y de Apocalipsis como abarcadoras del período histórico desde los tiempos del profeta hasta el establecimiento del Reino de Dios en la Tierra” (Seventh-Day Adventist Encyclopedia [de ahora en adelante, SDA Encyclopedia], t. 10, p. 698). Las profecías de Daniel y Apocalipsis dan, por lo tanto, una visión panorámica de la historia desde el tiempo del profeta hasta el establecimiento del Reino de Dios en la Tierra (W. Johnson, p. 796). Según los historicistas, las profecías apocalípticas fueron dadas en ciclos de visiones que recapitulan el contenido de la visión anterior, y agregan nueva información o proveen una perspectiva ligeramente diferente respecto del mismo período histórico.

Se trata de un método de interpretación encontrado en la propia Biblia. “La validez del historicismo como método de interpretación de Daniel y de Apocalipsis es apoyada por el hecho de que el ángel intérprete en Daniel usó ese método al explicar el significado de las visiones del profeta” (SDA Encyclopedia, t. 10, p. 698). En visión, Daniel fue informado de que el sueño del rey (Dan. 2) presentaba cuatro reinos que surgirían en la historia humana antes de que el Reino de Dios fuera establecido (Dan. 2:36-45). Jesús también utilizó ese método cuando interpretó Daniel 9:26 y 27, al decir que se refería a la –entonces– futura destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C. (Luc. 21:20-22).

En esta perspectiva historicista, la interpretación adventista de Apocalipsis 13 es muy objetiva al identificar entidades reales e históricas, así como acciones sociopolíticas concretas en cumplimiento de las visiones proféticas. Por ejemplo, los dos cuernos de la bestia (Apoc. 13:11), que hacen que se parezca a un cordero, son tomados como la representación de “dos notables características del sistema de gobierno norteamericano: libertad religiosa y civil, ambas garantizadas en la Constitución de los Estados Unidos” (Nichol, ed., t. 7, p. 834). La apariencia de cordero es vista como una indicación de que ese poder pretende tener una identificación con el Cordero del Apocalipsis (Cristo) por sus propuestas de paz y diplomacia, por su adhesión a la Biblia, por ser un nación predominantemente cristiana y por defender la libertad religiosa. Sin embargo, cuando habla, ese poder revela su verdadera identidad y forma, semejantes al dragón de Apocalipsis, que es el diablo.

Los dos cuernos, por lo tanto, son interpretados como la descripción de características objetivas e históricas del poder representado por la referida bestia. Los detalles pictóricos de la imagen hacen evidente la paradoja entre la apariencia y las acciones de ese poder, que habla de paz y libertad al mismo tiempo que actúa de forma opresiva y destructora.

Aunque la interpretación de la completa identidad del poder representado por esta bestia sea exclusivamente adventista, otros intérpretes de las Sagradas Escrituras ya habían indirectamente relacionado a la bestia de dos cuernos con el protestantismo reformado, en Europa y en los Estados Unidos de América. Sin embargo, no es evidente que los adventistas guardadores del sábado originalmente hayan tenido contacto con esas interpretaciones iniciales del símbolo.

Interpretaciones protestantes

El erudito adventista Leroy Edwin Froom realizó un sumario del desarrollo de la interpretación profética de Apocalipsis 13:11 al 18, en sus libros The Prophetic Faith of Our Fathers [La fe profética de nuestros padres] y Movement of Destiny [Movimiento del destino]. Según él, la identificación de la bestia de dos cuernos como representando a los Estados Unidos de América ya estaba consolidada en la interpretación adventista alrededor del año 1854. Los adventistas fueron los primeros que identificaron de forma clara la entidad por detrás del símbolo, ciertamente porque el poder referido en la profecía se relaciona, en forma directa, con los guardadores del sábado en los últimos días.

Sin embargo, hubo intentos de interpretación ya desde el siglo XVII. Froom afirma que, hasta el siglo XVIII, un vago concepto de la entidad representada en la visión era inevitable, dado que el desarrollo y el consecuente reconocimiento de la bestia de dos cuernos estaban reservados para los últimos días. Por eso, los primeros intentos de interpretación relacionaban el símbolo, de manera indefinida, con el protestantismo o los valores estadounidenses.

En la primera línea de interpretación que surgió, se relacionaba a la bestia con una posible reproducción de características papales en el protestantismo. El teólogo y predicador puritano inglés Thomas Goodwin fue el primero que vinculó la visión con el protestantismo, cuando las colonias británicas en Norteamérica todavía estaban en su estado formativo. Él concluyó, en 1680, que la segunda bestia de Apocalipsis debía ser la “imagen protestante del Papado en las iglesias reformadas” (Froom, Movement of Destiny, p. 122). Casi un siglo después, poco antes de la Revolución de los Estados Unidos, en 1776, el historiador bautista americano Isaac Bakus creyó que la interpretación de la segunda bestia debía apuntar hacia una “semejanza protestante con el Papado” (ibíd., p. 120).

Esta comprensión aproximada fue defendida por los estadounidenses congregacionalistas Jeremy Belknap y John Baco, respectivamente en 1798 y 1799. Ellos entendían que el símbolo debería apuntar hacia una entidad protestante. Sin embargo, buscaron identificar el significado de los cuernos y de relacionar a la bestia con ciertos valores de la incipiente nación estadounidense. Bacon afirmó que los dos cuernos representaban la “libertad civil y religiosa en los Estados Unidos” (ibíd., p. 123).

Esa relación entre los cuernos de la bestia y los valores estadounidenses emergentes era razonable, en ocasión de la Independencia, frente a las divergencias entre los protestantes puritanos y los unitaristas, los deístas y los masones (ver Boorstin, t. 6, p. 318; y Bullock, cap. 5). Contrariamente a los puritanos, estos tres grupos defendían una sociedad más abierta y pluralista que incorporara los valores de la libertad irrestricta, incluso la religiosa.

Tanto Goodwin y Backus como Belknap y Bacon eran intérpretes protestantes, y el abordaje de ellos era todavía bastante vago. Ellos no relacionaban a la bestia de dos cuernos con el protestantismo ni con la nación estadounidense, en sí mismos, sino con ciertos principios (papismo y libertad irrestricta) que se estaban infiltrando en la cultura protestante y la nación estadounidense. Posiblemente esos principios fueran fuente de preocupación para los protestantes puritanos, y tal preocupación fue expresada en la forma de una demonización de ellos, relacionándolos con la bestia de dos cuernos.

Esos esbozos de interpretación perdieron su importancia en las décadas siguientes y pudieron haber tenido poco o ningún impacto sobre los adventistas. De acuerdo con Froom, en el chasco adventista tanto en el Viejo Mundo como en el Nuevo, no hubo un interés claro por el significado del símbolo de la segunda bestia como estando relacionada con el protestantismo. En el movimiento millerita, Apollos Hale y Josiah Litch llegaron a indagar si la segunda bestia no sería Francia, por causa de la herida sufrida por el Papado, en 1798. Esa especulación sería más tarde descartada por los adventistas guardadores del sábado.

La interpretación de los pioneros adventistas

En el inicio de la década de 1850, los adventistas guardadores del sábado ya habían desarrollado una amplia interpretación profética a partir de la conexión entre Daniel 8:14 y el Día de la Expiación, o Juicio Investigador en el Santuario celestial. La comprensión del sábado como sello de Dios guio la mente de los adventistas hacia las profecías del libro de Apocalipsis, iniciando con el capítulo 11, versículo 19, donde Juan ve, en el Templo divino en el cielo, el Arca de Dios, que contiene las tablas de la Ley. El contexto del Juicio (Apoc. 14:6) y de la crisis final, en términos de la emergencia de un poder perseguidor, transgresor de la Ley de Dios y opuesto al pueblo remanente, ofreció las bases para un entendimiento más amplio y objetivo de la profecía de Apocalipsis 13:11, incluso de la marca de la bestia, que no fue aclarada en las incipientes interpretaciones protestantes anteriores. Eso se desarrolló en un período de aproximadamente cuatro años.

La primera referencia de los adventistas guardadores del sábado a esa profecía fue realizada por Jaime White, en The Present Truth [La Verdad Presente], en marzo de 1850. El periódico publicó una carta del hermano George W. Holt, quien decía, convencido: “Nosotros tenemos la verdad, y nuestra posición acerca de los Mandamientos de Dios y del testimonio de Jesús es correcta”. Para él, adorar a la bestia y a su imagen era equivalente a “guardar el primer día de la semana en lugar del séptimo”.

La visión del sábado como sello de Dios era la base de su comprensión del libro de Apocalipsis. En ese contexto, él entendía que la imagen de la bestia (es decir, la bestia de dos cuernos) era semejante, en carácter, a la primera bestia. De esa manera, Holt interpretaba que la apariencia de cordero de la bestia de dos cuernos apuntaba a su relación con el “protestantismo y el republicanismo” (Holt, p. 64). En esa carta, el hermano Holt tomaba las inciertas interpretaciones anteriores y relacionaba a la bestia de dos cuernos con dos entidades concretas –el protestantismo y el republicanismo– y no con algún principio que amenazara a esas entidades.

Aún en 1850, Jaime White publicó otra carta en The Present Truth. De North Plains, Michigan, el predicador adventista Hiram S. Case agradecía haber recibido luz sobre los Mandamientos de Dios y la fe en Jesús por medio de Samuel W. Rhodes. Habiendo aceptado esa verdad, comenzó a predicar, en su región, el mensaje adventista en conexión con la obediencia a los Mandamientos, incluyendo el sábado como sello de Dios. A causa de esto, enfrentó una fuerte oposición de otros religiosos protestantes.

En ese contexto, él escribió que, al comprender el mensaje de los Mandamientos de Dios, vino a su mente de forma bien clara la profecía de Apocalipsis 13:11. Siendo más específico que Holt, el hermano Case afirmó que, siendo el Papado una unión de la Iglesia con el Estado, “la imagen [la bestia de dos cuernos] debe ser como la cosa imitada”. Por lo tanto, “la imagen de la bestia está compuesta por la unión de la Iglesia y el Estado: iglesias protestantes y republicanismo” (Case, p. 85).

Case fue un predicador que tuvo una importante participación en la difusión del mensaje adventista a muchas regiones del –entonces– extremo noroeste estadounidense: Michigan, Ohio, Illinois y Wisconsin. Además fue autor de varios artículos. Su breve pero objetiva exposición sobre la marcada relación de la bestia de dos cuernos con la unión entre las iglesias protestantes y el Estado republicano, en el contexto del sello de Dios y de la marca de la bestia, está perfectamente ajustada a las visiones de Apocalipsis 12 al 14, según las cuales un poder perseguidor se levantará en los últimos días contra los que guardan los mandamientos de Dios. Esa interpretación de la profecía, aunque muy incipiente, fue realizada en un contexto de enfrentamiento entre la predicación del sábado como sello de Dios, en la que Case se encontraba comprometido, y la creencia de sus vecinos protestantes que guardaban el domingo y se oponían a él.

También Hiram Edson, ese mismo año, escribió acerca del tema, afirmando que “la bestia de dos cuernos es la Roma protestante” (p. 9). Él agregó, además: “El gran principio sobre el cual las iglesias protestantes se han fundado es el derecho a libertad de conciencia y la libre tolerancia. Esto es, en verdad, la semejanza de cordero” (ibíd.).

Froom menciona un cartel o un diagrama profético de la década de 1850 en que la bestia de dos cuernos fue definitivamente denominada como la imagen del Papado, o “la república protestante de los Estados Unidos de América” (Froom, The Prophetic Faith of Our Fathers, t. 4, pp. 1.074, 1.075).

En el inicio del año 1851, John N. Andrews, de 22 años, discutió la identidad de la bestia de dos cuernos de forma más amplia y objetiva, en un extenso artículo publicado por la Review and Herald, titulado “Thoughts on Revelation XIII and XIV” [Reflexiones sobre Apocalipsis 13 y 14]. El punto de partida del razonamiento de Andrews fue el siguiente: ya que el cuarto animal de Daniel 7, la misma bestia herida de muerte vista por el apóstol Juan, no le otorga su trono a otro poder después de él, la segunda bestia de Apocalipsis 13 debe ser localizada afuera de los diez reinos representados en la cabeza de la primera bestia. “No podemos tomar los cuernos de la cuarta bestia para constituir otra bestia”, ponderó. De esa manera, Andrews entendió que la segunda bestia era “otro poder, distinto de la primera”, en cuya presencia la primera es curada de su herida. Siendo que “la herida de muerte” (Apoc. 13:3, 12) representa la pérdida de los poderes civiles por el Papado en 1798, la segunda bestia representa “un poder contemporáneo”, perteneciente al tiempo del fin (Andrews, “Thoughts on Revelation XIII and XIV”, p. 82). Siendo así, Andrews descartó la posibilidad de que esa entidad fuese europea.

Otro argumento de Andrews fue de naturaleza geográfica: “El curso del imperio, comenzando con el primer gran imperio próximo al Jardín del Edén, ha estado siempre moviéndose hacia el occidente. Así, el trono de los imperios Babilónico y Medo-Persa estaba en Asia. El de los imperios de Grecia y de Roma estaba en Europa. El Imperio Romano, en su condición de Estado dividido por los diez cuernos, ocupa todo el territorio restante hacia el occidente hasta el océano Atlántico. Por lo tanto, nosotros todavía miramos hacia el occidente (del Viejo Mundo) para encontrar el surgimiento del poder descrito en esta profecía [Apoc. 13:11]” (ibíd., pp. 82, 83).

Andrews propuso que, a la luz de Apocalipsis 13 y 14, ese será el último imperio con el que el pueblo de Dios estará relacionado, y por el cual será perseguido a causa de la obediencia a la Ley de Dios.

El joven teólogo comentó que los cristianos reformados, en busca de más libertad civil y religiosa, no establecieron un poder, en América del Norte, derribando a otro poder, sino edificándose a sí mismos y construyendo una civilización en tierra habitada por los indios. Él recordó que, en “una tierra no cultivada, ellos [los protestantes] lanzaron la fundación de un nuevo Gobierno”. Por lo tanto, “ese poder surgió de la tierra”. Basándose en esto, Andrews concluyó objetivamente: “Nosotros entendemos que estos [dos] cuernos representan el poder civil y religioso de esta nación [Estados Unidos de América]: su poder civil republicano y su poder eclesiástico protestante” (ibíd., p. 83).

Descartando otras interpretaciones de la profecía, Andrews mostró también que, como símbolos, los cuernos no representan los imperios en sí mismos, sino el poder o dominio que los imperios ejercen sobre las otras naciones. Cuando el poder fue retirado de los imperios de Babilonia, de Medo-Persia y de Grecia, estos pueblos continuaron existiendo como naciones. De esta forma, los cuernos no representan el protestantismo o la nación estadounidense, sino el poder o el dominio que la Nación va a ejercer sobre el pueblo de Dios. “Las bestias representan las naciones que constituyen diferentes reinos y los cuernos de las bestias representan el Gobierno civil o los gobiernos de esas naciones” (ibíd.).

Andrews afirmó que ningún poder civil puede ser como el republicanismo estadounidense en su semejanza a un cordero, lo que le da al ciudadano la facultad de elaborar leyes y elegir quién las ejecuta. En este contexto, él citó la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América: “Todos los hombres son creados iguales [...] dotados [...] de ciertos derechos inalienables [...] [como] la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”. Y afirma que ninguna religión puede asemejarse más al cordero que el protestantismo, que reconoce el derecho de un juicio privado en materia de conciencia y para el que “la Biblia es la única religión” (ibíd.).

Para el pionero adventista, ese poder que habla como dragón, y que le da aliento a la imagen a la bestia, es el engaño que sobrevive a lo largo de la historia de la nación estadounidense. “Una imagen de la bestia debe ser otra iglesia investida del poder y de la autoridad civil para llevar a los santos de Dios a la muerte. Esto no es nada más que la corrompida y fallida iglesia protestante” (ibíd., p. 84).

Aunque Andrews haya realizado un amplio análisis sobre diferentes aspectos de la profecía, él no utilizó la expresión “Estados Unidos” en conexión directa con el símbolo de la segunda bestia. Él habló de “esta nación”. En 1854, la Review and Herald volvió a hablar sobre la bestia de dos cuernos por medio de un largo artículo de John N. Loughborough titulado “The Two-Horned Beast” [La bestia de dos cuernos]. En la misma línea de Andrews, el autor habla nominalmente de los Estados Unidos de América como el poder representado por la bestia que parece un cordero, con sus valores protestantes y republicanos.

Loughborough argumentó contra la línea de interpretación que, en aquella época, relacionaba la bestia de dos cuernos con Napoleón Bonaparte, de Francia. Él afirmó que el texto habla de otra bestia, que “no puede ser una parte de la primera bestia; y Francia es representada por uno de los cuernos de la primera bestia” (“La bestia de dos cuernos”, p. 65). El autor destacó además que esa otra bestia debería ser vista como un nuevo imperio, al occidente de Europa, donde estaba la influencia de la primera bestia. “Nosotros no encontramos dónde localizarla sino en los Estados Unidos, que existe como un Gobierno republicano independiente” (ibíd.).

Poco más tarde, la revista volvió a hablar del tema, con un breve artículo de Meritt E. Cornell, titulado “They will make an image to the beast” [“Le harán una imagen a la bestia”], en el que se reitera que el poder civil y religioso de la nación estadounidense es la entidad representada por el símbolo apocalíptico. También, siguiendo en la misma línea de argumentación de Andrews, Cornell escribió claramente que la visión de Apocalipsis 13:11 ofrece “una breve descripción de los Estados Unidos”. Él dice que “la imagen de la bestia debe ser realizada en Estados Unidos, donde el protestantismo es la religión prevaleciente. Imagen significa semejanza; por lo tanto, el protestantismo y el republicanismo se unirán” (p. 43).

En 1855, en su libro The Three Angels of Revelation 14:6-12 [Los tres ángeles de Apocalipsis 14:6 al 12], John N. Andrews reafirmó la entidad estadounidense por detrás de la bestia de dos cuernos. Él dice: “El único Gobierno civil que ya ha existido, exhibiendo la apariencia de cordero de este símbolo, es los Estados Unidos de América. Uno de los artículos de su Constitución contiene estas palabras: ‘El Congreso no proclamará ninguna ley respecto del establecimiento de una religión o prohibiendo el libre ejercicio de alguna’ ” (p. 97).

Dos años más tarde, cuando la sede adventista ya estaba en Battle Creek (Michigan), John N. Loughborough también publicó un libro específicamente sobre el tema, con el título The Two-Horned Beast of Revelation XIII, a Symbol of the United States [“La bestia de dos cuernos de Apocalipsis 13, un símbolo de los Estados Unidos”]. El libro es una ampliación del artículo publicado en la Review and Herald en 1854, relacionando a los Estados Unidos de América con la profecía de Apocalipsis 13, con la reafirmación del poder estadounidense como la realidad representada por el símbolo. Él discute la localización, el tiempo y la manera de su surgimiento, así como su actuación en realizar una imagen para la bestia e imponer su marca a los que habitan sobre la Tierra.

Otros adventistas escribieron sobre la misma profecía, como Urías Smith, reafirmando la interpretación formulada en la década de 1850 (ver Smith, The United States in the Light of Prophecy, pp. 1.895, 1.897).

De esa manera, alrededor del año 1854, los adventistas guardadores del sábado ya habían desarrollado una sólida y completa interpretación de la bestia de dos cuernos de Apocalipsis 13. Esa interpretación no se presenta como un desdoblamiento de los esbozos interpretativos de los protestantes de los siglos XVII y XVIII, que eran bastante imprecisos, aunque comparta con ellos las mismas entidades: el protestantismo y el republicanismo estadounidense. Mientras las interpretaciones anteriores hablaban de ciertos principios a los que el protestantismo y la nación estadounidense eran vulnerables, la interpretación de los adventistas nombró de forma objetiva los poderes estadounidenses civil y religioso como el cumplimiento del símbolo.

Es necesario notar, sin embargo, que los pioneros adventistas no identificaron a la bestia de dos cuernos con los Estados Unidos de América en sí, sino con el poder perseguidor que esa nación ejercerá sobre el pueblo de Dios en el tiempo del fin, mediante la unión de las iglesias protestantes con el Estado republicano.

Esa interpretación de naturaleza historicista ve el símbolo apocalíptico como representación de una entidad concreta, un poder temporal e histórico que será ejercido por una nación política y geográfica. Esta interpretación surge de la comprensión del contexto profético de Apocalipsis 11:19 y los capítulos 12 al 14, en los que un conflicto entre Cristo y Satanás es descrito en su fase final, con la proclamación de los tres mensajes angélicos (Apoc. 14:6-12), que anuncian la llegada del juicio divino, exaltan a Dios como Creador, y llaman a obedecer la Ley divina y a guardar el sábado como sello de Dios, al mismo tiempo que advierten contra la aceptación de la marca de la bestia. En ese contexto del clímax del Gran Conflicto, Estados Unidos ejerce un papel central, en el sentido de apoyar al Papado en imponer al mundo la observancia del domingo, en oposición al sábado bíblico.

El amplio contexto descrito en Apocalipsis 12 al 14, de un conflicto entre Dios y el diablo, y entre los observadores de la Ley divina y los guardadores del falso sábado, dirigió la atención de los adventistas hacia la bestia de dos cuernos. De este modo, ella fue vista como una representación del poder perseguidor que ya emitía señales de intolerancia, por medio de iglesias protestantes, en el inicio del movimiento adventista, como claramente declaró Hiram S. Case en su carta publicada en The Present Truth, en 1850.

Elena de White compartió esta misma interpretación de los investigadores adventistas. La siguiente sección trata de los desdoblamientos que ella hizo de esa interpretación, especialmente en relación con las acciones de la bestia de dos cuernos en el contexto de la gran tribulación.

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