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EL PRIMER PASO

COMPRENDER A NUESTRO ADVERSARIO


“Amo a mi esposo, pero no puedo deshacerme de estos pensamientos.”

Sandy se sentó delante mío mientras sostenía la mano de su esposo y evitaba el contacto visual. Explicó que, luego de quince años de matrimonio y de criar a sus dos hijos, decidió tomarse en serio su fe. Comenzaron a asistir juntos a la iglesia e incluso en ocasiones hacían devocionales familiares.

“De repente, de la nada, comencé a tener estos extraños pensamientos de que quizás no deberíamos habernos casado.”

Apretó la mano de su esposo, consciente del dolor que causaban aquellas palabras. Con el tiempo, la consumía darse cuenta de que no lo había consultado con Dios cuando su esposo le propuso matrimonio.

“¿Y si Dios tenía a alguien más pensado para mí? ¿Y si tenía un plan completamente distinto para mi vida? No puedo dejar de preguntarme todos los y sí… es como un círculo sin fin en mi mente.”

Repasamos juntos la lista tradicional: reunirse con el pastor, consejería matrimonial, orar por la paz de Dios, memorizar las Escrituras, y demás. Ella confirmó que habían hecho todo eso, y, sin embargo, los pensamientos seguían apareciendo.

“¿Estoy loca?,” preguntó alzando la mirada.

“No,” le respondí. “Creo que estás atravesando un ataque espiritual.”

Que yo recuerde, esa fue la primera vez que sugerí esa posibilidad. Luego de treinta años de aconsejar a parejas y de hablar en conferencias sobre el matrimonio, no sería la última vez. Todas las parejas experimentamos los altibajos normales del matrimonio: discutimos y nos arreglamos; apreciamos las fortalezas de nuestro cónyuge, incluso cuando esas mismas fortalezas a veces nos molestan demasiado; nos cuesta perdonar, pero en general lo logramos. Sin embargo, después de escuchar a las parejas (y en base a mi propia experiencia) existen momentos en que sucede algo más. Momentos del matrimonio en los cuales los pensamientos negativos o el enojo simplemente no se van. Al igual que la mujer al comienzo del capítulo, nos estancamos en un círculo sin fin.

Si esa es la experiencia que usted está teniendo, ¿cuál es el siguiente paso?

Los escritores del Nuevo Testamento defienden que el primer paso no tiene que ver con aprender un conjunto de técnicas de guerra espiritual, sino de reunir información. El apóstol Pablo les advierte a los jóvenes creyentes de Corinto que para evitar ser engañados por Satanás es fundamental que seamos conscientes de “sus maquinaciones” (2 Co 2:11). Los líderes de la iglesia primitiva comprendieron que seguir a Jesús implicaba la necesidad de prestarle atención a lo demoníaco. El autor cristiano Kenneth Boa afirmó que “cerca del veinticinco porciento del ministerio de Jesús, de la forma en que lo registran los evangelios, incluyó la liberación de aflicciones demoníacas.” Entonces llegó a una conclusión estremecedora: “Las fuerzas del maligno no desaparecieron cuando Jesús dejó la tierra.”4 Si Jesús dedicó tanto tiempo al reino demoníaco y todavía existe en la actualidad, entonces, ¿por qué existen segmentos significativos de la iglesia moderna que son tan reacios a abordarlo?

Lejos de aprender acerca de la oposición que enfrentamos, muchos dentro de la iglesia occidental simplemente ignoran la realidad de Satanás. Esta aversión a la oposición espiritual no es compartida por nuestros hermanos y hermanas dentro de la comunidad global. Cuando dediqué un verano de servicio en Nairobi, Kenya, para asistir en las iglesias locales, me sorprendió la forma en que los líderes locales oraban por nosotros. Antes de marcharnos, un líder oraba para que Dios nos protegiera contra las fuerzas malignas empecinadas en arruinar nuestros esfuerzos.5 ¿Por qué hay tantas personas dentro de la iglesia occidental tan cautelosas a la hora de hacer lo mismo?

IGNORAR A SATANÁS

Hoy en día, muchos dudan de enfocarse en Satanás por varias razones. Primero, uno de los estereotipos más persistentes (y frustrantes) de los cristianos occidentales es que somos anti intelectuales. El temor de muchos cristianos hoy en día es que el hecho de tomar en serio a Satanás solo expondrá la realidad de que estamos pausando nuestra mente para aceptar lo demoníaco. Considere los siguientes comentarios de algunos escritores religiosos liberales. “Es imposible utilizar la energía eléctrica y la red inalámbrica, servirnos de los descubrimientos médicos y quirúrgicos modernos, y al mismo tiempo creer en el mundo de los espíritus y milagros del Nuevo Testamento.”6 Creer en un Satanás y en los demonios de forma literal está “pasado de moda” y “tira por la borda toda credibilidad en la teología.”7 “Si creemos en los demonios, también podríamos aferrarnos a la idea de una tierra plana.”8 Aquellos que estamos en el mundo académico somos particularmente sensibles a esta salvedad. ¿Qué pensarán los profesores y los eruditos no cristianos cuando descubran que me tomo muy en serio el asunto de la guerra espiritual? Ya puedo imaginarme los comentarios sarcásticos y las conversaciones incómodas. De manera similar, ¿qué reacciones obtendría de sus vecinos y sus colegas de trabajo si usted les compartiera lo que sabe acerca de Satanás?

En segundo lugar, en nuestro deseo de ser relevantes, evitamos proclamar que creemos en los demonios. Cuando casualmente le mencioné a un amigo cristiano que estaba escribiendo un libro acerca de la batalla espiritual para compartir en conferencias matrimoniales, su rostro mostró una expresión repleta de preocupación. “Pensé que nuestro objetivo era que las personas asistieran a las conferencias cristianas, no alejarlas de ellas. Incluir a Satanás en el plan hará que las personas se sientan incómodas. No estoy seguro de que sea una buena idea.” Al final, cuando nuestro deseo es hacer que las conferencias y las iglesias se transformen en ambientes “agradables para todos” retenemos información bíblica vital que podría proteger a las personas de una forma muy significativa.

En tercer lugar, en una cultura en la cual las personas generalmente evitan las responsabilidades, resistimos la urgencia de caer en la mentalidad que declara “el diablo me hizo hacerlo.” Si aceptamos la posibilidad de que las fuerzas espirituales están exacerbando nuestras luchas espirituales, ¿le estoy otorgando a mi cónyuge una excusa perpetua? “Lo siento, cariño, ¡mi arrebato de ira fue debido a que Satanás sacó lo peor de mí! ¡No es del todo mi culpa!” Es mejor aceptar toda la responsabilidad de nuestras acciones en lugar de darnos el permiso mutuo para utilizar el “pase libre demoníaco para librarnos de la cárcel.” Esta actitud se vio reflejada en un asistente de una conferencia sobre el matrimonio donde apenas sugerí la posible participación de Satanás en las luchas matrimoniales. Este asistente escribió en su evaluación: “¡Creo que se realizó demasiado énfasis en el poder de Satanás! ¡Él no puede estar en todas partes!”

Si somos honestos, la razón principal por la que rechazamos adoptar la posibilidad de lo demoníaco es la vergüenza. Cuando pensamos acerca de la influencia demoníaca nos imaginamos cabezas que giran, levitación, voces guturales que hablan en latín, fanáticos religiosos que practican exorcismos, y nos sentimos tontos al darle crédito a algo de eso. Sin embargo, ¿podemos continuar ignorando este asunto?

Luego de haber vivenciado los horrores del dominio nazi en Europa durante la Segunda Guerra Mundial, el teólogo alemán Helmut Thielicke se sintió obligado a predicar reiterados sermones acerca de la batalla espiritual. “Año tras año hemos visto una atmósfera cada vez más tóxica que se asentaba en el mundo y percibimos cuán reales y casi tangibles son los espíritus malignos en el aire”, así comenzó sus famosas series. “El poder abrumador de estas experiencias es tan fuerte que simplemente quiebra con todo el aislamiento intelectual que estamos tan dispuestos a interponer para mantener alejados estos poderes malignos.”9

Si bien sería erróneo comparar el estado actual del mundo con las secuelas de la Segunda Guerra Mundial, ¿usted no tiene la sensación de que actualmente se respira una atmósfera cada vez más tóxica? Cuando miramos las noticias, ¿no nos preocupamos cada vez más de que nuestro mundo, nuestros vecinos y nuestros seres amados sean una especie de blanco, y que los desafíos que enfrentamos no están todos ligados a interacciones humanas? Cuando vemos que otro matrimonio se termina o que una familia se destruye, ¿estamos finalmente dispuestos a admitir que está ocurriendo algo más? De acuerdo con el ejemplo de Thielicke, quizás sea tiempo de romper con nuestro aislamiento cultural e intelectual. ¿Cómo sería si tomáramos el tema de la batalla espiritual con la misma seriedad que tomamos a Jesús y a las Escrituras? Para comenzar, consideremos a Satanás desde el punto de vista de las Escrituras, y no de la cultura popular.

INVESTIGUEMOS CON MAYOR PROFUNDIDAD

La forma en que Satanás ha sido representado a través de los siglos ha dado un giro interesante. Las primeras imágenes de Satanás de la década de 1500 lo proyectaban como un personaje monstruoso, con cuernos y pezuñas. Lentamente, Satanás comenzó a adquirir cualidades humanas, tal como en una pintura de 1978, El Diablo como sastre, en la cual se lo representa como un hombre ordinario que realiza costuras de uniformes de la SS alemana durante la Segunda Guerra Mundial. En la serie de televisión de 2015, Lucifer, le otorga un cambio de imagen completo haciéndolo ver como un hombre de negocios bien vestido y apuesto de Los Ángeles, que posee una sorprendente debilidad por ayudar a los demás. ¿Dicha transición de una bestia con cuernos a un hombre de negocios compasivo ha contribuido a una reducción gradual de nuestras defensas con respecto a su amenaza demoníaca?

UN PUNTO DE VISTA BÍBLICO DE SATANÁS

La razón por la cual tomamos seriamente la guerra espiritual no es debido a que hemos tenido experiencias personales con demonios, porque conozcamos amigos que hayan experimentado historias escalofriantes o porque hayamos visto videos de exorcismos aparentemente creíbles a través de YouTube. “El principal testigo de la realidad y de la existencia de Satanás no es la experiencia o alguna historia sensacional,” describió el teólogo Paul Enns, “sino el testimonio de las Escrituras.”10 Adoptar la Biblia como un libro inspirado por Dios que nos ayuda a ver el mundo como es en realidad, implica que desarrollemos una firme creencia en el reino espiritual. Esto incluye no solo creer que el diablo existe, sino que está personificado en Satanás. Cada escritor del Nuevo Testamento hizo referencia a Satanás, y Jesús lo mencionó específicamente veinticinco veces.11 Sin embargo, ¿quién es este misterioso personaje?

El nombre Satanás proviene de una palabra hebrea que significa adversario.12 Por lo tanto, Satanás esencialmente se opone a Dios y a sus planes. Sin embargo, ¿cómo un ser angelical descripto como “lleno de sabiduría y acabado en hermosura” (Ez 28:12) se convirtió en el adversario de Dios? ¿Qué lo condujo a tal rebelión? Dos autores del Antiguo Testamento nos dejan entrever qué fue lo que puso a Satanás en ese camino traicionero.

Los profetas del Antiguo Testamento Ezequiel e Isaías nos otorgaron información clave acerca de esta rebelión cósmica cuando primero criticaron a un líder humano que se corrompió y luego continuaron con la descripción de Satanás.13 Al comentar sobre el gobernador de Tiro, Ezequiel lo condenó por su gran orgullo cuando proclamó que era poderoso, rico y habilidoso, lo que lo condujo a auto considerarse “un dios” (Ez 28:2). ¿Qué podría haber provocado que un hombre fuera tan arrogante? Ezequiel nos brinda una respuesta cuando cambia el enfoque del gobernador de Tiro hacia el verdadero rey de Tiro, que encendió el orgullo de este líder humano, Satanás. Luego, el profeta dejó de considerar al rey humano y pasó a describir un poder angelical. Las cualidades utilizadas para describir a esta influencia cósmica no podrían pertenecer a un líder mortal. Vemos que, en el principio, este ser fue ungido como un querubín (un ángel destacado), lleno de sabiduría, acabado en hermosura, irreprensible y un modelo de perfección (Ez 28:11-15). ¿Cómo una criatura tan maravillosa cayó en desgracia? Dios afirma a través de Ezequiel:

Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor. (v.17)

El profeta Isaías utiliza la misma progresión al enfocarse primero en la caída del rey humano de Babilonia y luego pasar a la misma caída de un ser angelical al que se conoce como “el lucero de la mañana” (Is 14:12). Rápidamente podemos ver que la misma arrogancia que derribó al rey de Babilonia, también fue la perdición de Satanás.

Tú que decías en tu corazón: “Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono.” (v.13)

Lo que más caracteriza al pecado de Satanás son sus osadas afirmaciones en futuro, lo que ocurre cinco veces en dos versículos.14

De estos dos profetas podemos determinar lo siguiente con respecto a Satanás. Primero, Satanás demuestra fuertes señales de personalidad, tales como inteligencia, celos y ambición. Segundo, como querubín, un ángel que tiene un acceso exclusivo al trono de Dios, Satanás se encontraba continuamente en la presencia de un Dios perfecto, digno de eterna adoración y admiración. Con el tiempo, la admiración se convirtió en una envidia abrasadora: ¿Por qué yo no me puedo sentar en el trono? ¿Por qué yo no puedo recibir adoración? ¿Por qué todo esto no puede ser mío? Al haber pasado tanto tiempo en la presencia de Dios, Satanás debe haber sido perseguido por dos realidades: esto nunca podrá ser mío y cualquier intento por poseerlo producirá resultados desastrosos. Sin embargo, no restringió su insaciable deseo.

J.R.R. Tolkien, en sus clásicos libros de fantasía El hobbit y El señor de los anillos, nos ofrece una mirada creativa de hacia dónde nos puede conducir un deseo descontrolado. A los lectores se les presenta un personaje desagradable, Gollum, cuya vida ha sido destruida por su firme deseo de poseer el Anillo Único. Aunque en apariencia parece un anillo de oro ordinario, este anillo en particular otorga poderes mágicos tan poderosos que logran someter reinos enteros. Sin embargo, aquel que controle el poder del anillo cae en la trampa de su hechizo. Los magos son sabios y alertan a los habitantes de la Tierra Media que se alejen de su poder seductor. Gollum ignora este consejo, y dedica patéticamente toda su vida intentando obtener el anillo, al cual cariñosamente llamaba “mi precioso.” Gollum no ignora el alto costo que implica obtener el anillo. Cada año que transcurre y que posee el anillo, pasa de ser un inocente hobbit a una criatura deformada y enferma, controlada por la obsesión de conservar el anillo. Aunque poseer el anillo lo esté matando, no puede detener su trágica búsqueda. Finalmente, su condena final se sella cuando arriesga todo para asegurar el anillo. Del mismo modo, Satanás sabe que no puede usurpar a Dios y poseer su trono, pero renuncia a su privilegio y posición celestial para alimentar su equivocada obsesión, lo que provoca un juicio severo.

INVESTIGUEMOS CON MAYOR PROFUNDIDAD

El hecho de que Satanás haya sido una vez uno de los querubines (plural de querubín) hizo que su traición fuese más trágica. La tarea de los querubines era proclamar y proteger la gloria y la santidad de Dios y se los describe como el carruaje personal de Dios (Sal 18:10). Tenían cuatro alas y brillaban como bronce pulido. Irónicamente, luego de que Satanás engañara a Adán y a Eva para que pecaran, hubo querubines que protegieron la puerta del Jardín del Edén para evitar que los humanos pecadores (y quizás Satanás) regresaran a comer del árbol de la vida. Muchos escritores judíos creían que, si los humanos comían del árbol, eso los mantendría en un estado constante de pecado. Por lo tanto, en un acto de misericordia, Dios ubicó a los querubines (armados con espadas de fuego) para mantener alejados a los humanos (Gn 3:24).

EL JUICIO A SATANÁS

En un lenguaje sincero, las Escrituras nos hablan de la contundencia del juicio de Dios. Satanás no solo fue despojado de su posición, sino que fue expulsado del cielo (Is 14:12; Ez 28:18). ¿A dónde fue? La respuesta tiene profundas consecuencias, no solamente para los humanos en general, sino también para su matrimonio en particular. Satanás fue desterrado a nuestro planeta. Sin embargo, no se fue sin dar pelea.

Las Escrituras nos presentan esta lucha cósmica con estas estremecedoras palabras: “Después hubo una gran batalla en el cielo” (Ap 12:7). A través de poderosas metáforas, Juan describe una batalla cósmica en la cual un enorme dragón rojo (Satanás), flanqueado por ángeles que se habían revelado, pelea contra el arcángel Miguel y sus ángeles. Si bien no sabemos cuánto tiempo duró esta batalla, Juan afirma que Satanás “no prevaleció” y el dragón y sus ángeles derrotados “no hallaron lugar en el cielo” (Ap 12:8) y fueron lanzados a la tierra (Ap 12:9). Estos ángeles marginados son lo que los escritores del Nuevo Testamento denominaron demonios. ¿Cuántos cayeron junto con Satanás? Juan sugiere que un tercio de los ángeles fueron arrastrados en este golpe maestro fallido (Ap 12:4). Sin embargo, no a todos se les permitió acompañar a Satanás. En un intento por protegernos, Dios confinó a algunos ángeles, o demonios, directamente al infierno (2 P 2:4). Estos demonios en cuarentena eran “aparentemente demasiado depravados y dañinos como para permitirles vagar por la tierra.”15 ¿Qué sabemos acerca de los demonios con libertad para causar estragos en la tierra?

DESENMASCARAR DEMONIOS

Si bien generalmente consideramos a los demonios como seres todopoderosos que se complacen en aterrorizarnos, las Escrituras limitan de forma clara lo que pueden hacer. Primero, los demonios pueden estar en un solo lugar a la vez. En los evangelios, Jesús se encontró con dos hombres que estaban atormentados por demonios (Mt 8:28-34). Cuando Jesús expulsó a los demonios que tenían los hombres, los demonios se refugiaron inmediatamente en un rebaño de cerdos. Como podemos ver, no podían estar en los hombres y en los cerdos al mismo tiempo. Segundo, los demonios sobresalen observándonos, pero no pueden leer nuestras mentes. Luego de veintiséis años de matrimonio, solamente parece que mi esposa puede leer mi mente. Luego de años de observar mis hábitos, misteriosamente ella puede predecir lo que voy a hacer o lo que estoy pensando. Lo mismo ocurre con los demonios que nos estudian intencionadamente. Luego de estudiarnos cuidadosa y constantemente, adquieren una profunda comprensión de nuestros hábitos y tendencias. Pero, ¿es posible que en realidad puedan saber lo que pensamos? No. Las Escrituras son claras en que el único ser omnisciente es Dios (Sal 139). Tercero, si bien los demonios son poderosos, tienen limitaciones. Marcos relata que un hombre que estaba poseído por demonios fue capaz de liberarse de cadenas y que nadie lo podía contener (Mr 5:3-4). Sin embargo, a diferencia de Dios, existen límites para sus poderes. Juan afirma que no pueden hacer el trabajo de Dios (Jn 10:21) o poseer a un seguidor de Jesús.16

Si bien los demonios tienen estas limitaciones por naturaleza, las Escrituras son claras en cuanto a que pueden ocasionar enfermedades (Lc 13:11), tentarnos (1 Ts 3:5), fomentar la desobediencia (Ef 2:22) y, lo más alarmante, colocar pensamientos en nuestra mente (Gn 3:1-5; 2 Co 4:4; 2 Co 11:3). En los próximos capítulos abordaremos de forma más profunda las estrategias de los demonios y cómo utilizar los recursos espirituales para rechazarlos.


LECTOR: ¡Espere un segundo! Antes de que continuemos, tengo un millón de preguntas.
AUTOR: No estoy acostumbrado a que me interrumpan, pero comprendo que esto puede resultar un poco confuso.
LECTOR: ¿Le parece?
AUTOR: No es necesario el sarcasmo, pero continúe.
LECTOR: Si Dios estaba dispuesto, y podía enviar a algunos demonios directamente al infierno, entonces, ¿por qué no los envió a todos? Y ya que estamos, ¿por qué no simplemente envió a Satanás directamente al infierno? O, mejor dicho, ¿por qué Dios creó a Satanás, en primer lugar?
AUTOR: Buenas preguntas. Empecemos por la pregunta fácil: ¿Por qué Dios creó a Satanás?
LECTOR: ¿Ésa es la fácil? Debe estar bromeando. Está bien, continúe.
AUTOR: Dios no creó a Satanás.
LECTOR: ¿Cómo? Creía que Dios había creado todo.
AUTOR: Así es. Lo que Dios creó originalmente fue un ángel majestuoso llamado lucero de la mañana. ¡Este ángel tenía un acceso privilegiado a Dios y había atestiguado personalmente su gloria! Este ángel tenía algo que usted también tiene, como pudimos ver con su interrupción.
LECTOR: ¿Qué sería eso?
AUTOR: Libre albedrío. Por lo tanto, este ángel tenía que tomar una decisión: ¿continúo adorando a Dios o intento luchar y arrebatarle la gloria? Lamentablemente, eligió la rebelión y se convirtió en el adversario de Dios, o como lo conocemos, Satanás. Pero él no fue creado de ese modo.
LECTOR: ¿Dios no podría haber forzado a Satanás para que continuara adorándolo?
AUTOR: Sí, pero ¿de qué sirve la adoración forzada o, si vamos al caso, el amor forzado? Si usted supiera que sus amigos fueron manipulados a regañadientes para sentir agrado por usted, ¿eso no apagaría la amistad?
LECTOR: Sí. No quiero que las personas se vean obligadas a sentir agrado por mí o a compartir tiempo conmigo.
AUTOR: Dios está de acuerdo. Por lo tanto, no obligó al lucero de la mañana o a sus ángeles a que lo adoraran. Ellos eligieron la rebelión por sobre la adoración.
LECTOR: De acuerdo. Pero, ¿por qué no arrojarlos a todos al infierno y acabar con todo de una vez por todas?
AUTOR: Aquí nos encontramos con la pregunta más difícil. ¿Por qué arrojar a Satanás a la tierra donde podía acceder a Adán y a Eva?
LECTOR: Tiene toda mi atención.
AUTOR: Al igual que con Satanás y sus ángeles, Dios no quería forzar a que esta primera pareja lo siguiera. Si la única voz que Adán y Eva tenían para escuchar era la de Dios, entonces ¿qué otra opción tendrían? Supongamos que le digo que tiene la libertad de irse de una habitación en particular cuando usted quiera. Sin embargo, cuando intenta salir, todas las puertas y las ventanas están cerradas. ¿Cuál sería su respuesta?
LECTOR: Gracias por otorgarme una opción que no puedo utilizar. Todo está cerrado. Estoy atrapado.
AUTOR: Así es. Dios no quería que Adán y Eva estuviesen atrapados con él. Entonces, en medio del paraíso colocó una puerta de salida: el árbol del conocimiento del bien y del mal. Dios fue claro. Si comían del árbol, vivirían consecuencias desastrosas, tales como la muerte espiritual y física. Y Dios permitió que Satanás tuviera acceso a esta pareja para que tuvieran la opción de una voz contraria a la de él: “No moriréis” (Gn 3:4). Bueno, el resto ya lo conoce.
LECTOR: Parece que Dios está realmente comprometido a que elijamos amarlo.
AUTOR: Así es. Es una parte fundamental de ser humanos. Todo este libro trata de que elijamos poner a Dios primero en nuestros matrimonios y rechazar los intentos de Satanás de desviarnos. Ahora, ¿me permite continuar?
LECTOR:

INVESTIGUEMOS CON MAYOR PROFUNDIDAD

Si Dios está enfocado en que los humanos y los ángeles elijan amarlo, entonces, ¿tendremos la posibilidad de elegir en el cielo? Si fuese así, ¿podríamos rebelarnos nuevamente? La respuesta es sí y no. Sí, conservaremos el libre albedrío en el cielo, pero no elegiremos la rebelión por varios motivos. Primero, en el cielo veremos claramente al pecado con toda su fealdad. El atractivo del pecado, tan prevaleciente en este mundo, será removido y nuestros ojos se abrirán y verán todo lo destructivo que viene con el pecado. Segundo, en esta vida estamos constantemente haciendo morir nuestro deseo por el pecado (Col 3:5). En el cielo, finalmente el deseo por la santidad será consumado. La pregunta “¿Podemos pecar en el cielo?” Presume que el deseo de pecar permanece en nosotros. En plena presencia de Dios ese deseo acabará de una vez y para siempre.

A medida que llegamos al final de este análisis acerca de Satanás, es importante recordar un hecho crucial. Si bien Satanás es el adversario de Dios, no es igual a Dios. “Existen docenas de referencias de Dios en las Escrituras por cada una de las referencias de Satanás”, describe el autor cristiano John Ortberg. “Esto refleja una verdad teológica algunas veces olvidada de que el diablo de ninguna manera es la contraparte de Dios. Es una criatura, no el Creador.”18 Cuando se lo compara con Dios, la inferioridad de Satanás se acentúa. Mientras que Satanás puede estar en un lugar a la vez, Dios está en todas partes (Sal 139:7-18; Sal 11:4); el conocimiento de Satanás está limitado a lo que puede observar, mientras que Dios sabe todo (Is 46:9-10; Col 2:2-3); la fuerza de Satanás es impresionante, pero la fuerza de Dios no tiene límites (Job 42:2; Ef 3:20). Sin embargo, solo porque el poder de Dios eclipsa el de Satanás, sería erróneo pensar que la batalla entre Dios y Satanás no es real.

En Daniel 10 podemos observar la realidad de esta lucha cósmica. En este capítulo inquietante, aprendemos que el profeta Daniel está cada vez más desanimado porque ha ayunado y orado durante tres semanas para obtener ayuda divina, pero no ha recibido ninguna. De repente, aparece un ángel que le informa que fue enviado por Dios luego de la primera oración de Daniel, pero que se demoró porque “el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días” (vv.12-13). El ángel finalmente logró romper la resistencia demoníaca solo cuando el arcángel Miguel se presentó para luchar junto a él (v.13). Si bien este pasaje está lleno de misterio y debe ser interpretado con sumo cuidado, podemos determinar varios aspectos. Primero, si bien la superioridad de Dios nunca estuvo en duda, existen momentos en que la resistencia demoníaca puede obstaculizar a sus ángeles y nuestras oraciones. Segundo, si la lucha es real para los ángeles como Miguel, entonces podemos estar seguros de que es igualmente real para nosotros. Tercero, aunque Satanás sea inferior, igualmente puede obtener victorias significativas.

Satanás no solamente es inferior a Dios, sino que es una criatura derrotada. Las Escrituras nos aseguran que el destino de Satanás está sellado: un día será desterrado al exilio para siempre. Para graficarlo, Juan les asegura a sus lectores que Satanás, y todos aquellos que lo siguieron voluntariamente, serán “arrojados” a un lago de fuego, donde serán forzados a enfrentar las consecuencias de su rebelión “día y noche” por la eternidad (Ap 20:10). Sin embargo, los seguidores de Cristo viven en la realidad de que este destierro final todavía debe ocurrir. Nuestro enemigo se encuentra desesperado, herido y en busca de una pelea.

238,50 ₽
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9781646910847
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