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Quinto fallo: no modelar un liderazgo positivo

«Estaba listo para irme de la iglesia —me dijo enfáticamente—. No crea otra cosa. ¡Quería largarme!».

Bueno, mi conversación con Derek fue dos años después del incidente. Evidentemente, no se marchó. Yo tenía curiosidad por saber más.

«Mi actitud fue pésima durante unos tres meses —admitió—. Quería irme, y estaba enojado con mi iglesia. Entré en un modo de rabieta y retraimiento. Hacia el final de ese tercer mes —añadió—, estaba leyendo Nehemías en mi momento de quietud. Me di cuenta, con mucho dolor, cuánta oposición, amenazas y problemas él enfrentó; sin embargo fue un modelo positivo de liderazgo. Él proporcionó el modelo a imitar que necesitaban los judíos para construir el muro alrededor de Jerusalén.

¡Eso me golpeó como un saco de ladrillos en la cabeza! — dijo metafóricamente—. Los miembros de la iglesia me miraban a mí y a mi ejemplo. Yo tenía que cambiar primero. Tenía que poner mi cabeza en su lugar. Tenía que asumir la actitud correcta. El cambio saludable tenía que comenzar conmigo».

Liderando el cambio en la iglesia

Volveremos con Derek más adelante. Él cometió grandes errores. Admitió que su mal liderazgo le hizo perder a la iglesia dos años de impulso.

No obstante, esta historia tiene otra cara. Es la historia de los miembros de la iglesia que están tan enfocados en «mis necesidades» y «mis deseos» que se resisten al cambio a toda costa.

A esa perspectiva nos dirigimos ahora.

Preguntas de estudio y diagnóstico

1.¿Por qué puede algo aparentemente tan pequeño como el cambio de púlpitos crear conflicto en la iglesia?

2.Lea Nehemías 1:4-11. ¿Qué nos indica la oración de Nehemías sobre la relación entre la oración y el cambio?

3.Los pastores y otros líderes de la iglesia nos afirman que hoy los miembros de la iglesia son más críticos que nunca. ¿Qué ha cambiado en los últimos 20 años para provocar esta realidad negativa?

4.¿Qué podemos aprender de Filipenses 2:1-11 sobre las actitudes correctas para los líderes y los miembros de la iglesia?

CAPÍTULO 2
CINCO TIPOS DE MIEMBROS DE LA IGLESIA INAMOVIBLES


Hay una razón por la cual el pastor Derek se frustró. Claro, él admite sin problema alguno que cometió algunos errores. De hecho, él desearía haber tenido una segunda oportunidad en el incidente del púlpito. Sabe que será recordado por la exclamación: «¡¿Quién me movió el púlpito?!».

Sin embargo, no todo es culpa de Derek. En definitiva, era solo un púlpito. No se trataba de una enseñanza herética. Realmente era solo un púlpito.

Los pastores y otros líderes de la iglesia cometen errores. Los miembros de la iglesia a menudo los exacerban. Así que, echemos un vistazo a estos miembros de iglesia inamovibles. Hay varios tipos diferentes de miembros obstinados, pero la mayoría de ellos están incluidos en estas cinco categorías.

Los negadores

Estaba ayudando a mi hijo Sam, en una consulta en un estado del Medio Oeste. Mi labor principal era entrevistar a los miembros más antiguos. La certeza de declive era clara e inquietante. La asistencia a los servicios se redujo de 350 a 180 en cinco años. La iglesia descendía por una espiral de muerte.

Una de mis entrevistadas era una dama de unos setenta años, quien había estado en la iglesia durante casi medio siglo. Le pregunté qué pensaba ella que estaba detrás del declive de la iglesia. Incluso después de tres décadas de realizar consultas en iglesias, su respuesta me sorprendió: «Nuestra iglesia no está en declive».

Le mostré el gráfico de asistencia. Ella negó su exactitud. Le pregunté si notaba más asientos vacíos en el centro de adoración. Respuesta negativa. Le pregunté si conocía a alguien que hubiera abandonado la iglesia. No recordaba a nadie.

Me di por vencido. Negación. Negación total y completa.

El negador es uno de los más difíciles de liderar para un cambio porque él o ella no cree que nada deba cambiar. La iglesia está bien como está, y no hay motivación para hacer las cosas de manera diferente. La negación es el camino más rápido hacia la muerte.

Los que se creen con derecho

El miembro de la iglesia que se cree con derecho trata a la iglesia más como un club de campo que como una iglesia. Ellos ven sus ofrendas financieras como una cuota para recibir beneficios y privilegios. Hacen que los pastores y otros líderes de la iglesia se estremezcan al afirmar: «Usted sabe que nosotros pagamos su salario».

El miembro de la iglesia que se cree con derecho es la antítesis del miembro de iglesia bíblico que se describe en 1 Corintios 12. El apóstol Pablo describe ese tipo de miembro de iglesia como dador, funcional y sacrificado. Él o ella es un miembro del cuerpo de Cristo para el bien de la iglesia. Los demás están primero.

Un miembro de la iglesia que se cree con derecho cuenta con que su estilo de adoración prevalezca. Si es una dama, ella cuenta con que las habitaciones estén pintadas con su color preferido y que el centro de adoración mantenga su temperatura predilecta. Que su pastor salte cuando lo llame. Después de todo, piensa, es mi iglesia; debería poder conseguir lo que yo quiero.

El miembro de la iglesia que se cree con derecho se resiste al cambio constantemente. Estos miembros no quieren que en la congregación se introduzca nada que altere su forma de hacer iglesia. La iglesia se trata de sus beneficios, sus deseos y su comodidad.

Los miembros de iglesia bíblicos aceptarán gustosamente el cambio a fin de alcanzar a las personas con el evangelio y glorificar a Dios. Los miembros de la iglesia que se creen con derecho están en las iglesias para satisfacer sus necesidades. Por eso el cambio es difícil y a veces inútil.

Los inculpadores

Los inculpadores prefieren culpar a ser obedientes: «Es culpa del pastor. Si nuestro pastor fuera un mejor líder, nuestra iglesia estaría mucho mejor».

Es culpa de la cultura: «Nuestra sociedad es un desastre. No podemos esperar hacer nada bien cuando el mundo está en contra de nosotros. Incluso a nuestra propia comunidad no les caemos bien. Es una batalla muy difícil».

Es culpa de las iglesias nuevas en la ciudad: «No entiendo por qué siguen abriendo nuevas iglesias en esta comunidad. Ya tenemos una iglesia casi en cada cuadra. Si se quedaran fuera de esta ciudad, todos podríamos crecer; pero se están llevando a las personas nuevas y a algunos de los miembros de las iglesias ya existentes. Hay que hacer algo en cuanto a esas iglesias nuevas».

Es culpa de otros miembros de la iglesia: «Pastor, su sermón de hoy estuvo magnífico. Espero que algunas de las personas de la iglesia que necesitaban escucharlo hayan captado el mensaje. Tenemos demasiada gente que simplemente no está esforzándose en esta iglesia».

Los inculpadores se resisten al cambio porque no necesitan cambiar, al menos desde su perspectiva. Todos los problemas tienen que ver con otras personas y otras situaciones. No ven nada malo en sí mismos.

Los inculpadores culparán. Los inculpadores no quieren cambiar.

Los críticos

Los críticos son como los inculpadores porque también creen que los problemas en la iglesia son culpa de otra persona. Sin embargo, los críticos son aún peores, ya que dejan sin energías a los pastores y a otros líderes de la iglesia.

A veces los críticos son directos, y le expondrán claramente sus sentimientos. Se lo expresarán cara a cara o en forma de comunicación escrita.

Otros críticos son más cobardes. Van a Facebook o a otras redes sociales para publicar sus quejas. No solo propagan su veneno, también atraen a otros a él.

Sé de muchos pastores que finalmente dejaron sus iglesias porque fueron castigados con mucha dureza en las redes sociales.

Quizás los peores críticos son los del grupo «L.G.D.Q.». Son las siglas de «La gente dice que…». Esta es la peor forma de crítica porque estos críticos no confiesan ser los autores de ella; son cobardes que intentan culpar a alguna persona anónima por los problemas que expresan. Por supuesto, casi todo el tiempo, la «gente que dice que…» es la que desde el principio expresa el problema. No hay otra «gente». Este tipo de crítico combina la negatividad con el engaño para emitir su opinión. Cuando se inicie un cambio, ellos están entre los primeros que se quejarán.

Son difíciles, taimados y engañosos al resistirse a los cambios.

Los confundidos

Los confundidos son a menudo miembros de iglesia bien intencionados.

En verdad le atañen a algunas cosas más importancia de la que en realidad poseen. Las protestas de los miembros de la iglesia por el nuevo púlpito es un ejemplo clásico de los confundidos que se resisten al cambio. Consideran el púlpito como algo sagrado en sí mismo. Por lo tanto, cambiar el púlpito es una violación sagrada.

A veces, entre los confundidos se incluyen aquellos que desean conservar alguna tradición por su propio sentido de seguridad y comodidad.

Estos pueden creer sinceramente que la tradición es de vital importancia. No comprenden que estos elementos no poseen un valor intrínseco o doctrinal.

He trabajado con varias iglesias que tienen un grupo de estos resistentes al cambio con respecto al orden del servicio. Si la toma de la ofrenda se cambia en su orden del culto, alguien puede sentir que se comete herejía.

En pocas palabras, los confundidos le confieren una alta prioridad a aquellas cosas que no son de alta prioridad. La creencia en la resurrección corporal es un principio no negociable. Dejar de cantar la doxología una semana no traerá consigo una condenación inmediata. Para ser receptivos al cambio, los confundidos deben deshacerse de su confusión; y esto no siempre es tarea fácil.

Conozca el mundo de las posibilidades de Dios

La primera parte de este capítulo puede desanimarlo. Puede asustarlo. Incluso puede disuadirlo de seguir adelante.

Sin embargo, hay esperanza, la esperanza de Dios.

Sé que hay una esperanza porque he visto los llamados casos perdidos convertirse en historias increíbles. Sé que hay esperanza porque he visto iglesias en áreas rurales con un crecimiento poblacional negativo convertirse en fuerzas dinámicas para la obra de Dios en sus comunidades.

Conozco la historia de una iglesia establecida en Maryland que tenía más vacas sagradas que ninguna otra iglesia que pueda recordar. La asistencia no iba en caída libre; era peor. El descenso era gradual. De hecho, tan gradual que los miembros no lo notaban.

Imagine una iglesia cuya asistencia a los servicios de adoración disminuya de 400 personas a 300 en un periodo de diez años. De esta forma, la asistencia se reduce en solo diez personas por año. Es un descenso de menos de una persona cada mes. Es virtualmente invisible para aquellos que están presentes de manera regular. No obstante, es un descenso del 25 % en una década.

La iglesia establecida en Maryland experimentó una merma gradual similar. La membresía incluía muchísimos negadores, críticos y de los que se creen con derecho. Durante los últimos veinte años, los pastores habían llegado y salido rápidamente; la mayoría de ellos se marcharon a toda prisa. Por la iglesia desfilaron tres pastores en siete años, incluidos los períodos interinos.

Se corrió la voz de que esta iglesia era una «devoradora de pastores». Ningún líder en sus cabales consideraría ir jamás a ella. Podría destruir su ministerio y lastimar a su familia.

No obstante, Marcos sí aceptó el llamado a la iglesia. Lleva ya cinco años allí. No ha sido fácil. Tuvo momentos en que cuestionó su propia cordura. Los negadores fueron los primeros en desanimarlo; los críticos y los que se creen con derecho les siguieron rápidamente.

La historia en este punto va bien. Muy bien.

La asistencia muestra una recuperación por primera vez en más de una década. Los nuevos ministerios de discipulado y evangelización están comenzando a marcar una diferencia. La reputación de la iglesia en la comunidad ahora es positiva.

Por supuesto, están los detractores: específicamente los negadores, los críticos y los que se creen con derecho. Sin embargo, en estos momentos, sus voces no predominan tanto como las de aquellos que están entusiasmados con la dirección en la que marcha la iglesia. No, las cosas no son perfectas, pero están mucho mejores.

Plan de acción para liderar el cambio

Cuando uno comienza a analizar cómo Marcos dirigió la iglesia, ocho pautas claras saltan a la vista. En muchos sentidos, estas pautas se convierten en un plan de acción para liderar el cambio. No, no es un programa de «enchufar y usar». No, no es una solución instantánea. Sin embargo, es un enfoque lógico y con buen fundamento bíblico para liderar el cambio; y es algo que obviamente se ha utilizado con éxito en numerosas iglesias.

Estoy increíblemente entusiasmado por compartir esta información con ustedes, que son líderes en su iglesia. Y aunque espero que los pastores y otros líderes del personal de la iglesia sean los principales lectores de este libro, tengo la esperanza de que también haya una buena representación de líderes laicos. Quiero que todos ustedes vean estas posibilidades de cambio en su iglesia. Oro para que todos ustedes vean las posibilidades de un ministerio y un crecimiento exitosos en sus congregaciones.

El plan de acción tiene ocho etapas, y aunque estas no son plenamente secuenciales, el proceso tiene un sentido de orden. A menudo es difícil pasar a la siguiente etapa si no se han procesado las etapas anteriores.

A continuación mostramos un resumen sencillo del plan de acción de ocho etapas para liderar el cambio en su iglesia:

Deténgase y ore El problema fundamental y crucial que se descuida confrecuencia al liderar el cambio.


Confronte y comunique un sentido de la urgencia Enfrentar y compartir los hechos crudos con la congregación.


Forme una coalición entusiasta La mayoría de las iglesias tienen al menos unos pocos miembros dispuestos para ir adelante.


Conviértase en voz y visión de la esperanza Los miembros buscan esperanza y posibilidades en los líderes.


Aborde los problemas con las personas El valor para lidiar con el bloqueo de la gente, tanto del personal como de los miembros de la iglesia.


Pase de un enfoque interno a un enfoque externo Llevar con perseverancia a la iglesia más allá de centrarse principalmente en sí misma.


Recoja el fruto que está a la mano Se necesitan las victorias evidentes para mantener un impulso positivo.


Implemente y consolide el cambio La urgencia del evangelio nunca termina. La complacencia siempre es un peligro.

El tiempo es ahora

La mala noticia es evidente. Nueve de cada diez iglesias en América del Norte están perdiendo terreno en las comunidades en las que están ubicadas. Están decayendo o crecen más lentamente que sus respectivas comunidades.

La buena noticia también es evidente. En efecto, están surgiendo más iglesias. Más iglesias se están revitalizando. Lo que parecía ser una situación imposible en muchas congregaciones es ahora una vidriera para las posibilidades de Dios.

El Nuevo Testamento es una historia en acción. Es la historia del evangelio que avanza. Es la historia de cómo se quitan los obstáculos a medida que el evangelio avanza. Hoy demasiadas congregaciones están estancadas; no están avanzando. La Gran Comisión de Mateo 28:18-20 se trata de avanzar. En su esencia, la Gran Comisión se trata de ir. Ese ir requiere un avance, y requiere eliminar los obstáculos que estorban el progreso.

Usted está a punto de entrar en el mundo de las posibilidades de Dios. Este libro no se trata de un experto que comparte su opinión; se trata más bien de una colección de historias sobre cómo Dios ha usado a los líderes para avanzar hacia el cambio y el progreso. Es la historia de la obra de Dios en las iglesias de Dios.

Mi tarea es sencilla. Yo soy el observador de estos ejemplos reales quien luego comparte la esencia de lo que ocurrió. En particular, yo me centro en compartir verdades transferibles, de modo que usted pueda liderar a su iglesia hacia el cambio.

Ahora es el momento.

Ahora es el momento de la obediencia a la Gran Comisión.

Ahora es el momento de llevar iglesias enfermas a la salud.

Ahora es el momento para usted.

En el siguiente capítulo, comenzamos el proceso con el fundamento no negociable de la oración.

Preguntas de estudio y diagnóstico

1.Dé un posible ejemplo sobre cómo cada tipo de miembro de iglesia inamovible podría obstaculizar el crecimiento y la salud en su iglesia: el negador, el inculpador, el crítico, el confundido, el que se cree con derecho.

2.Tome 1 Corintios 12 como modelo para comparar a un miembro funcional de la iglesia con uno que se cree con derecho.

3.Revise las ocho etapas del plan de acción para el cambio. ¿Dónde cree usted que se encuentra el mayor desafío para la mayoría de las iglesias?

4.¿Por qué es crucial incluir el versículo 18 en el pasaje de la Gran Comisión de Mateo 28:18-20?

CAPÍTULO 3
DETÉNGASE Y ORE


Sé por qué usted está leyendo este libro. Está bien; no soy omnisciente. Creo que sé por qué lo lee.

Usted está en una iglesia, una iglesia que le gustaría ver cambiar. Sabe que se necesita cierto nivel de cambio porque deberían alcanzar a más personas con el evangelio. Desea que la iglesia tenga un mayor impacto en su comunidad. Usted se regocijaría si la mayoría de los miembros de la iglesia actuaran como verdaderos discípulos de Cristo.

Usted lee este libro porque desea liderar el cambio o ser parte de los que lideran el cambio. No obstante, hay algo en cuanto a la gente como usted y yo. Queremos ver resultados tangibles de inmediato. Queremos estar tan activos como nos sea posible. Para nosotros, liderar el cambio significa avanzar.

Ese podría ser el mayor error que usted cometería. Antes de liderar el cambio, es momento de detenerse. Es el momento de detenerse y orar.

De regreso al pasado antes de moverse al futuro

Estoy seguro de que a usted le encanta el libro de Nehemías. Es un libro bíblico orientado a la acción. Este se trata de lograr objetivos; de un ritmo rápido de trabajo. Trata de un liderazgo de rápido progreso.

Recuerda la historia, ¿verdad? Nehemías escucha que el muro de Jerusalén está hecho pedazos, que las macizas puertas de madera han sido quemadas hasta convertirlas en cenizas. Al escuchar estas desgarradoras historias de su tierra natal, Nehemías queda devastado.

Usted recuerda lo que él hace, ¿verdad? Obtiene permiso del rey Artajerjes para regresar a Jerusalén, e inmediatamente comienza a liderar una coalición para edificar el muro. Esa es la historia, ¿no es así?

Incorrecto.

Los que somos orientados a la acción y estamos dispuestos para ver el cambio más temprano que tarde, a menudo pasamos por alto u olvidamos el primer paso de Nehemías. Está justo allí, en Nehemías 1:4: «Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos». ¿Entiende esto?

Nehemías ayunó y oró por algunos días antes de tomar medidas para liderar el cambio. Sabía que no podría liderar este esfuerzo sin la sabiduría, las fuerzas y el valor de Dios.

Nehemías oró. Tenía que hacerlo. Usted también.

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9781646910878
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