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CUENTOS PARA ADULTOS

Además de los efectos inesperados que los cuentos infantiles puedan causar en las personas adultas, existen ocasiones, sin embargo, en las que son ellas mismas las que sienten la necesidad imperiosa de escribir un cuento determinado para su propia situación. Ocurre con bastante frecuencia en los talleres que imparto y no deja de sorprenderme; al contrario, me maravilla que la estructura que propongo para escribir cuentos sirva para todas las edades. A pesar de que este libro trata de cuentos sanadores para niños, me parece importante abordar, aunque sea brevemente, el enfoque terapéutico de los mismos en los adultos.

Hace unos años, en un taller que impartí al sur de Sídney, me encontré con un ejemplo brutal. Cuando estaba haciendo una lista de “comportamientos desafiantes” para que los asistentes escribieran un cuento en grupos pequeños, una mujer de cierta madurez levantó la mano para ofrecer su aportación. Comentó que quería escribir un cuento para una niña de tres años que había sufrido abusos sexuales a manos de un extraño en el parque. Varios participantes se sintieron tan conmovidos que quisieron formar parte de su grupo y, cuando llegó el momento de compartir el cuento, presentaron “La oruga” (página 239). La mujer eligió aquel momento para confesar ante todo el grupo que la historia trataba realmente de su propia situación y agradeció a los miembros de su grupo su contribución y apoyo. Reconoció que, desde que tuvo esa experiencia a los tres años, se había quedado con un sentimiento de “aislamiento y desconexión” durante toda su vida. Sentía que, aunque ya había revisado el tema desde el punto de vista emocional y psicológico, el cuento de “La oruga” le había ayudado a aceptar la experiencia a un nivel más profundo sin necesidad de entenderla. Mientras el gran grupo escuchaba sentado entre la conmoción y el asombro, ella describió cómo las imágenes del cuento y el cambio en la perspectiva habían aportado nuevas capas de significado a su vida, además de una sensación de milagro y transformación.

En una ocasión en la que impartía un taller para Médicos Sin Fronteras en Nairobi, me encontré con otra situación dolorosa. Además de la treintena de terapeutas y psicólogos, había algunos pacientes con VIH que también deseaban poder asistir al taller. Durante la pausa se me acercó un joven al que no le quedaba mucho tiempo de vida que quería escribir su propia historia. Me preguntó si podía trabajar al respecto en el taller y, naturalmente, le respondí que sí. Durante el resto del día lo estuve observando: sentado en un rincón con el bolígrafo en la mano, escribía en un cuaderno que acercaba bastante a la cara, pues ya le fallaba la vista. Al final del taller me senté junto a él mientras leía su cuento; había elegido escribir sobre la vida de una familia de conejos. Nos contó que, al elegir la metáfora del conejo, se había sentido libre para expresar lo que le había sucedido en realidad: su padre había pegado a su madre (no tenía que mencionar a su verdadero padre, sino contar una historia sobre un papá conejo; así le resultó más fácil), su madre había muerto víctima de sida y, después de eso, se fue de casa para vivir en la calle (en el cuento, “solo en el campo”). Su cuento tenía un final emotivo, ya que lo encontró otra familia de conejos (Médicos Sin Fronteras) que lo acogieron y cuidaron con mucho amor.

Otro ejemplo de cuentos para adultos vino de la mano de una joven que quería superar la “timidez” en el puesto de trabajo. Escribió sobre una jungla llena de animales donde había un tigre (agresor) que estaba siempre merodeando para atraparlos. En el cuento, la tímida gacela, con la ayuda de la luz plateada de la luna, le tendió una trampa al tigre, lo atrapó y lo venció.

En un nivel más sencillo, hay una situación que se presenta algunas veces cuando uno de los participantes del taller necesita desesperadamente un cuento que le ayude a mejorar una situación doméstica desafiante, un cuento para “cambiar” la actitud de su marido o mujer. Siento no tener en este momento ningún ejemplo ilustrativo de estos casos, pero sé que algunas personas han tenido una experiencia catártica al crear este tipo de cuentos. Me viene a la cabeza un caso en el que una joven esposa quería un cuento que animara a su marido a lavar los platos por la noche. Trabajó en un cuento donde los platos cobraban vida: ¡oh, cuánto ansiaban que otras manos diferentes los tocaran! Lamento no saber el efecto que causó este cuento, pero el simple hecho de poder compartir “el esqueleto del cuento” (es decir, el esquema o estructura básica de la narración; véase el apartado “El esqueleto de los cuentos”, en la página 66) hizo que tanto ella como el resto del grupo se rieran a carcajadas al final de una larga jornada de trabajo creativo.

CUENTOS SANADORES PARA JÓVENES

Indirectamente conozco varias experiencias —a través de mi trabajo con terapeutas o psicólogos— en las que esta estructura de los cuentos sanadores ha podido ayudar igualmente a diferentes jóvenes; en general, ha supuesto una variedad de cuentos en los que el desarrollo ha sido impactante, único y sutil. En una ocasión un cuento resonó bastante en una chica aborigen australiana, de dieciséis años, que había intentado suicidarse varias veces; el mensaje cobró más fuerza cuando se le regaló un collar de perlas. Más adelante me enteré de que el cuento le había ayudado a mejorar su autoestima porque le transmitió que ella tenía algo bueno y bello a lo que aferrarse. No conseguí copia del cuento, pero este era el “esqueleto del cuento”:

• Niña en la playa.

• Se queda dormida al sol.

• Sueños con un delfín (el animal totémico indígena).

• El delfín está en apuro.

• El delfín es succionado hacia abajo.

• Cuanto mayor es su lucha contra los tirones del agua, mayor es la fuerza que lo empuja hacia la zona profunda y oscura del agua.

• Entonces se da cuenta de que está atrapado en un vertido de petróleo.

• Pierde el conocimiento y flota hasta la superficie; el mar lo arrastra a la playa.

• La niña se despierta y encuentra una perla brillante en la arena.

• Pone la perla en un cordón y se lo cuelga al cuello.

• La perla se convierte en su protección.

En estas ocasiones, la elección de las metáforas necesita ideas que se salgan de lo común. Con el fin de ayudar a una joven china de catorce años cuyos padres se habían separado (y ninguno de los dos quería que viviera con ellos), un terapeuta utilizó un cuento sobre una “naranja gunnan” (una fruta de China famosa por su sabor dulce): la naranja se cae del tren cuando iba de camino al mercado y aterriza en una zona desértica de hierbajos; al principio la naranja piensa que su vida no vale nada, pero termina por encontrar, en una de sus semillas, la fuerza para “volver a crecer”.

Hay otro ejemplo de este tipo, aunque en este caso se trata de un cuento dividido en muchos capítulos. Lo escribió un psicólogo junto con su paciente, un joven de diecisiete años que tuvo un accidente de coche: conducía él y chocó contra un árbol que provocó la muerte de tres de sus amigos (todos con un elevado estado de embriaguez). El cuento se titula “La bala oculta” y, aunque la idea fue concebida en uno de mis talleres, el proceso de elaboración de cada capítulo fue evolucionando poco a poco durante las sesiones de terapia con el joven.

La historia trata sobre un capitán que guía a sus soldados a la batalla y todos mueren menos él. No obstante, sobrevive con una herida tan profunda que ningún médico es capaz de encontrar la bala que la produjo. El capitán regresa a casa y emprende la búsqueda para hallar y transformar él mismo esa “bala oculta” (que representaba la culpa y el odio hacia sí mismo); esto significó mucho trabajo por su parte, como, por ejemplo, visitar y servir a las familias de sus amigos, tanto en el cuento como en la vida real.

¡El poder sanador de los cuentos no tiene límites!

II
Que brote la savia de los cuentos

CADA VEZ SON MÁS LAS PERSONAS QUE CONOZCO QUE, INDEPENDIENTEMENTE DE SU PROFESIÓN O CONDICIÓN SOCIAL, DESEAN ENCONTRAR PLANTEAMIENTOS IMAGINATIVOS QUE EQUILIBREN EL ENFOQUE INTELECTUAL Y RACIONAL QUE PREDOMINA EN LA MAYORÍA DE LOS SISTEMAS EDUCATIVOS MODERNOS. LA MAYORÍA DE NOSOTROS SOMOS COMO “CIRUELAS PASAS” Y NECESITAMOS CUENTOS Y METÁFORAS QUE TRANSFORMEN NUESTRA IMAGINACIÓN EN CIRUELAS JUGOSAS10.

Con una vida tan ocupada como la que llevamos de adultos, no es difícil que nuestra imaginación “se seque”. La imaginación funciona igual que los músculos, es decir, puede atrofiarse por falta de uso y, en ese caso, necesitará algunos ejercicios que la fortalezcan. En la educación primaria y secundaria el aprendizaje está prácticamente centrado en el pensamiento científico y racional; así era en mi época de estudiante y, en gran medida, todavía sigue siendo así. Recientemente escuché en la radio una entrevista a un joven al que le habían otorgado el “Premio Nobel” de matemáticas; reconocía que, cuando estaba en el colegio, era brillante en matemáticas y ciencias, pero apenas tenía destrezas creativas. Comentaba, además, cuánto habría deseado haber recibido una educación donde la imaginación desempeñara un papel más importante; incluso compartió un ejemplo ilustrativo de esta falta de creatividad en su infancia: cuando le pidieron que escribiera sobre su “hogar”, elaboró un listado con cada objeto que había en cada habitación de la casa y luego los contó.

La creatividad se estimula, primeramente, a través de la lectura y, luego, intentando escribir cuentos y poemas. Si sientes que tu imaginación es como una “ciruela pasa”, te sugiero que, para empezar, elijas diez cuentos de este libro y leas uno cada día. Aunque están escritos principalmente para los niños, podrás encontrar metáforas y propuestas imaginativas que nutrirán tu alma de adulto. Si notas que te estás beneficiando, te aconsejo que sigas leyendo más relatos: cuentos populares y cuentos de hadas de muchas culturas, historias ambientadas en la naturaleza, divertidas, inverosímiles. ¡Hay tantos tipos de cuentos que pueden alimentar nuestra imaginación! Las novelas de fantasía y trilogías, como El Señor de los Anillos, son otra fuente enriquecedora y nutritiva de creatividad; asimismo, sería de utilidad asistir a un curso de creación de cuentos o de escritura y a sesiones de cuentacuentos.

La Madre Naturaleza puede ser una fuente maravillosa de inspiración para la imaginación del adulto. Cuando estoy en la fase de reflexión previa al cuento en sí, las mejores ideas se me ocurren en medio de la naturaleza; en realidad, caminar por el bosque, el monte o la playa, sentarme en un parque o en un jardín son experiencias que han nutrido mi imaginación cuando he pasado por el llamado “bloqueo del escritor”. La naturaleza puede refrescarnos, limpiarnos, fortalecernos y alimentarnos; si estoy escribiendo cuentos para niños pequeños, en esos casos en particular, necesito bucear en la maravilla y la belleza de la naturaleza para poder abrir verdaderamente mi corazón y mi mente.

EL “ESQUELETO DE LOS CUENTOS”

En la segunda parte del libro, cada capítulo está dedicado a una de las diferentes “categorías de comportamiento” y se cierra con una serie de ejercicios que tal vez pueden servirte de ayuda para crear tus propios cuentos. Bajo el nombre de “Esqueleto de cuentos”, ofrecen un resumen o el “esqueleto” de un argumento para que el lector se sienta libre de completar los detalles, trabajar la fluidez del discurso y convertirlo realmente en un cuento.

Muchas de las ideas para estos “esqueletos de cuentos” proceden de los debates que se originan en los talleres que imparto. Cada uno incluye el esquema del desarrollo de un cuento al que puedes añadir “ropa” metafórica para darle cuerpo. Algunos son muy breves; otros solo se han completado parcialmente y, en algún caso, se incluyen varias opciones de argumentos y finales posibles.

Estos ejercicios pueden ayudar incluso al escritor de cuentos más experimentado. Hace poco mi nuera Evie publicó una petición en Facebook: “No estoy disfrutando de mi hijo de tres años y medio. No, no quiero representar un papel, ¡pero… es muy frustrante! Creo que es hora de ser creativa, ¿alguna idea?”. En aquel entonces estaba en Kenia y me sentí motivada para escribir un cuento. Me senté ante el portátil preguntándome por dónde empezar; entonces me acordé de que en los ejercicios de “esqueleto de cuentos” que tenía pensado incluir en este libro había uno titulado “La excavadora dice que no”. La idea para este cuento surgió en un taller celebrado en Sídney, en Australia; el grupo quería un enfoque creativo para un niño de cuatro años que decía “¡No!” a todo. Habían elaborado un simple esbozo y una pequeña rima: “La excavadora dice que no. / ¡Nada puede crecer! ¡Pues no!”. Aproveché el “esqueleto” para completarlo y darle la forma adecuada de un cuento (página 275); además, añadí algunas cosas relacionadas con mi nieto Harrison (su gusto por las fresas, las excavadoras y jugar en el arenero). Al día siguiente envié a Evie el cuento por correo electrónico y ella lo transformó, con mucha ilusión, en un libro ilustrado para compartirlo con Harrison durante el momento diario que dedicaban a la lectura.

Espero que estos ejercicios a partir de los esqueletos de cuentos, que se encuentran al final de cada capítulo de la segunda parte, te faciliten tu inmersión en la creación de historias; pero, por favor, no olvides que tan solo son sugerencias, puesto que, en realidad, se pueden elegir diferentes metáforas y otro desarrollo a la hora de escribirlas. Siéntete libre de enviarme por correo electrónico tu cuento terminado con una descripción de cómo ayudó a cambiar una situación o comportamiento desafiante. ¿Quién sabe? Tal vez podría aparecer en mi próximo libro, creando alrededor del mundo ¡un movimiento de cuentos lleno de vida!

EJERCICIOS DE IMAGINACIÓN

Además de intentar realizar los ejercicios de los “esqueletos de cuentos” citados anteriormente, he aquí algunas ideas para ayudarte a que fluya la savia de la imaginación.

EJERCICIO DE IMAGINACIÓN


Comienza con una canción o poema infantil; luego, desarróllalo en forma de cuento. Este ejercicio es una opción estupenda para adentrarse en la creación de cuentos; te sorprenderá lo fácil que te resultará inventarlos de esta manera, sobre todo, cuando son para niños pequeños.

EJEMPLO: “ALREDEDOR DE LA MORERA” (CANCIÓN DE CORRO INFANTIL)I

La señora (¿o el señor?) Morera vivía en una casita redonda bajo una enorme morera. Una mañana decidió lavar las cortinas, pues era el momento de su lavado rutinario. Se estiró lo que pudo para quitar, uno a uno, los ganchos del riel (aquí puedes añadirle la letra a la melodía de la canción “Alrededor de la morera”: “Así es como quito las cortinas” o “uno a uno, gancho a gancho”). Después llenó la bañera con agua y jabón y empezó a frotar (“Así es como lavamos las cortinas, […] escurrir las cortinas, … frotamos las cortinas […]”, etc.). Cuando hubo lavado y escurrido las cortinas, la señora Morera salió fuera a tenderlas y se estiró para trabarlas con las pinzas de la ropa (“Así es como las trabamos, una a una, trábalas bien, una a una, en el tendedero, una a una”), etc. (El cuento podría continuar y hacerse más largo, según el proceso del sol y el viento al secar la ropa). Finalmente, la señora Morera recoge las cortinas y entra con ellas en la casa, las plancha y después las vuelve a colgar.

Un cuento como este podría tener un valor sanador si, por ejemplo, fuera necesario lavar el juguete favorito de un niño y este fuera reacio a soltarlo. Se podría añadir el oso de peluche o la muñeca al cuento sobre el día de lavado de la señora Morera o sustituirlo por las cortinas, plasmando siempre la imagen del ciclo de lavado y secado.

EJEMPLO: “INCY WINCY ARAÑA” (CANCIÓN POPULAR INFANTIL)II

Una mañana, la araña Incy Wincy decidió que quería conocer el mundo, así que salióde su casa bajo los arbustos y atravesó el jardín (¿se podría utilizar una canción o poema para el camino?). Entonces, al llegar a la pared de una casa, subió por la canaleta de agua (aquí podría utilizarse la primera parte de la canción “Incy Wincy Araña”, repitiéndola un par de veces). Después atravesó el tejado (¿otra vez la canción o poema para el camino?). Luego se desató un fuerte viento que, de un soplido, llevó algunas nubes de lluvia al jardín; la lluvia tiró a Incy Wincy del tejado y entonces bajó por la canaleta de agua, rueda que rueda por todo el camino hasta el suelo. Una vez abajo, rápidamente volvió corriendo a casa, bajo los arbustos, contenta de estar a salvo y cómoda otra vez. Más tarde, ese mismo día, el sol salió y secó el agua de la lluvia, así que la araña Incy Wincy ¡volvió a subir por la canaleta!

Un cuento como este se podría utilizar en un paseo cuando un niño o un grupo de niños se disgustan porque les sorprende la lluvia; quizás tienen que guarecerse durante un rato y el maestro o el padre podría aprovechar ese tiempo para contarles un cuento —largo o corto— sobre la araña “Incy Wincy”; de ese modo, los niños estarían entretenidos y, además, les ayudaría a relajarlos ante cualquier tipo de ansiedad, con la tranquilidad de saber que “el sol volverá a brillar”.

En este libro se encuentran ejemplos de cuentos que se han elaborado e inspirado a partir de poemas y canciones: “Los gritos del reloj” (página 259), “La hormiga Siafu y su tambor” (página 273) y “El pequeño tamborilero” (página 211).

Te animo a que elijas las canciones o poemas favoritos de tus hijos y los transformes en pequeños cuentos; es muy probable que el proceso te parezca de lo más satisfactorio. Puede tratarse simplemente de un cuento divertido, para disfrutarlo; ¡eso es de gran valor! Ahora bien, también puedes encontrar la manera de utilizar este ejercicio para una necesidad terapéutica determinada; por ejemplo, si tu hijo es muy melindroso a la hora de comer y estás intentando que se anime a probar nuevos alimentos —huevos para desayunar, por ejemplo—, en ese caso un cuento sobre Humpty Dumpty III, el famoso personaje infantil, podría ser el indicado. Podrías valerte incluso de la licencia poética y cambiar el final: tal vez consiguieron recomponer a Humpty Dumpty y así lo pudieron llevar al mercado, donde un niño lo compró, pues lo quería para el desayuno; otra opción sería que de la pared se cayera en una sartén y se hiciera un huevo revuelto. Un cuento así entraría en la categoría de “cuentos sin sentido”, un tipo de cuentos para niños que los adultos deben recordar que no están escritos para tomárselos demasiado en serio. Se dirigen al sentido del humor aún en ciernes de los niños e incluso desafían la regla de oro del “final feliz” en los cuentos infantiles. La propia naturaleza del sinsentido implica “ausencia de reglas”.

En referencia a los cuentos para niños más grandes, nos podemos inspirar en baladas y poemas, como, por ejemplo: The Highwayman (canción de Loreena McKennitt, basada en el poema de Alfred Noyes), La canción de Hiawatha [poema de H. W. Longfellow], El baile de la mariposa (poema infantil de William Roscoe) o Waltzing Matilda (la canción folclórica australiana más conocida en el ámbito internacional). Una de las películas clásicas australianas, Herencia de un valiente (The Man from Snowy River), se hizo a partir de una balada tradicional australiana con el mismo nombre. Otra fuente de ideas podrían ser los poemas divertidos o sin sentido, entre los que se encuentran: “Los Jumblies”, que se hicieron a la mar en un cedazo; “El búho y la gatita”; “Wynken, Blynken y Nod”, los niños que se fueron a navegar en un zapato de madera.

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9788412322132
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