Читать книгу: «Vientos de libertad»

Шрифт:

Editorial Schoenstatt S.A Chile

Instituto Secular de Schoenstatt Hermanas de María

La Concepción 7626 La Florida - Santiago

Telef. 223619685 - 223619656

Diseño: Antonia Góngora

Foto portada: playa con huellas

Primera Edición

Mayo 2018

ISBN edición digital: 978-956-759-864-9

Con las debidas licencias

Derechos reservados

Diagramación digital: ebooks Patagonia

www.ebookspatagonia.com info@ebookspatagonia.com


ÍNDICE

Vientos de Libertad

Capítulo Primero Atrapa el Momento

1. Un cambio de época

2. “La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas”

Capítulo Segundo Nada de lo Humano le fue Ajeno

1. Ha escogido Dios, lo débil del mundo para confundir a lo fuerte

2. Ha escogido Dios lo que no vale, para confundir a lo que vale

3. Ha escogido Dios lo necio del mundo para confundir a los sabios

4. En la escuela de vida del P. Kentenich

Capítulo Tercero Ruaj Elohim

1. Preparación a la irrupción de gracias

2. Primera Alianza de Amor en el Santuario y transformación del lugar en un lugar de gracias

3. En la escuela de vida del P. Kentenich

Capítulo Cuarto Vientos Borrascosos

1. El Santuario de Schoenstatt demuestra ser un lugar de gracias: el Movimiento de Schoenstatt se extiende por Alemania y Suiza

2. Vientos de tempestad

3. Mater perfectam habebit curam: La Madre cuidará perfectamente

4. En la escuela de vida del P. Kentenich

Capítulo Quinto En el Ojo del Huracán

1. La entrega de amor

2. Estancia en Dachau

3. En la escuela de vida del P. Kentenich

Capítulo Sexto Aquel es Comparable a un Monte Elevado

1. Expansión internacional en medio de las luchas por la identidad de Schoenstatt

2. “La misión del 31 de mayo es la confluencia y culminación de todos mis años de lucha” JK

3. Un Viacrucis de catorce estaciones

4. En la escuela de vida del P. Kentenich

Capítulo Séptimo Viento de Pentecostés

1. Un telegrama misterioso desencadena la liberación

2. El milagro de la Nochebuena

3. Amor por amor

4. En la escuela de vida del P. Kentenich

Capítulo Octavo Aliados hasta la Eternidad

1. ¿Conoces ese Reino de Libertad tan ardientemente anhelado?

2. En la escuela de vida del P. Kentenich

Cuadro Cronológico

Bibliografía


“Nuestras sociedades están cambiando. (…)

Están naciendo nuevas y diversas formas cuturales

que no se ajustan a los márgenes conocidos.

Y tenemos que reconocer que, muchas veces,

no sabemos cómo insertarnos

en estas nuevas circunstancias.

Nos olvidamos que la tierra prometida

está delante, no atrás.

Que la promesa es de ayer, pero para mañana.

Podemos tener la tentación de pensar que todo está mal,

y en lugar de profesar una «buena nueva»,

lo único que profesamos es apatía y desilusión.

Así cerramos los ojos ante los desafíos pastorales

creyendo que el Espíritu no tendría nada que decir.

Así nos olvidamos que el Evangelio

es un camino de conversión,

pero no sólo de «los otros»,

sino también de nosotros.

Nos guste o no, estamos invitados a enfrentar la realidad

La realidad personal, comunitaria y social.

Las redes —dicen los discípulos— están vacías,

y podemos comprender los sentimientos que esto genera.

Vuelven a casa sin grandes aventuras que contar,

vuelven a casa con las manos vacías,

vuelven a casa abatidos ”. 1

¿Cuántas veces nos hemos sentido en el mar de la vida así como el Santo Padre nos lo describe? Desorientados, abatidos, sin caminos, sin expectativas. ¿Será porque sin querer sólo contamos con nuestras propias fuerzas, capacidades, imaginación? Caminamos hacia una época nueva, novísima, y hay que encontrar “caminos en la mar”.

Vientos de libertad nos impulsan a buscar nuevas orillas, nuevas tierras en las que poder ser nosotros mismos, así como nos lo dice el corazón. En nuestra pequeña barca nos hemos adentrado en una extensión que se nos antoja sin límites, indefinida, insondable; Nos anima el deseo de ser fieles a nosotros mismos: buscamos tierras de libertad.

Hemos dejado la tierra firme de lo establecido, de lo normado, que nos da seguridad, pero que al mismo tiempo nos asfixia. Nos internamos en lo desconocido, y experimentamos el vértigo de lo nuevo y arriesgado, queremos ir más allá de lo posible, queremos saber qué hay detrás de los límites, al final del horizonte.

Pero la travesía no es fácil, el mar que hoy se nos muestra en calma, de repente se encrespa. Sin saber cómo nuestra barca es zarandeada de un lado para otro por vientos de todo tipo, que levantan olas como montañas o abren abismos que parecen no tener fin. Son vientos de libertad que nadie sabe de dónde vienen ni hacia dónde van.


Quizás nadie nos lo había explicado cuando nos animamos a tomar el barco, quizás por ello otros se quedaron en tierra, quizás por eso vemos maderas y velámenes rotos, sucios a nuestro alrededor. Otros también lo intentaron y parece que fracasaron. Entonces uno se pregunta: ¿Qué será de mi vida? Me embarqué siguiendo el soplo del viento que me prometía libertad, la plenitud interior. Pero he descubierto que hay otros vientos, que parecen prometerme lo mismo.

Hablo con otros navegantes, me dan sus indicaciones, sus experiencias, pero están como yo, en camino ¿Cómo saber si son verdaderas? Alcanzar tierra firme en medio de las pasiones humanas, casi siempre contradictorias, puede ser toda una odisea. Y sin embargo en esta empresa está en juego nada más y nada menos que mi vida.

Vientos de libertad. El viento es libre, y tiene tanta libertad que nadie puede encadenarlo, por eso dice Jesús que no se sabe ni de dónde viene ni a dónde va.2 Es el símbolo perfecto de una libertad sin límites, que no se deja esclavizar, someter, dominar. Quiero ser libre, y cuando creo que lo soy, descubro que soy todavía más esclavo de mis pasiones o de los deseos que otros han sabido despertar. La eficacia del sistema es que no me prohíbe nada, sino que me complace y me colma, y por eso me hace dependiente. No puedo renunciar a ello, empiezo a venderme, vender mis ideales, anhelos. El viento que nos somete no lo hace encerrando, sino seduciendo, atrayendo, como un imán, haciéndome imposible vivir sin él.


Aprender a discernir qué viento me conduce al centro de mí mismo y cual me mete en una jaula de cristal o de oro, en una burbuja inconsciente. Conocer las fuerzas que anidan en mi interior, que a veces me llevan a donde no quiero ir, enfrentar miedos. Levantarse de las caídas, volver a comenzar sin esconder las heridas.

Reconocer errores, abandonar caminos que distraen. Ser humilde para reconocer que hay límites, aprender a vivir con ellos.

Superar el desgaste de la incoherencia que todos llevamos dentro, ser humano entre humanos, y al mismo tiempo confiar en que hay una mirada que me conoce mejor que yo mismo, y que me contempla con amor. Experimentar que hay una mano que me sostiene y levanta siempre de nuevo, regalándome fuerzas al parecer insospechadas y que existe un viento: “el Viento de lo alto” que me impulsa siempre de nuevo hacia lo mejor de mí mismo.

Vientos de libertad. No tendré miedo a la libertad si aprendo a escuchar “de piel” al Viento, al Ruaj,3 el Aliento que da vida, Aquel que me conoce por mi nombre, que sabe de lo más recóndito de mi ser, de lo más profundo. El Viento que puede ser una brisa suave en medio del bochorno, una ráfaga que desestabiliza o un huracán que se lleva lo postizo, lo que no tiene la suficiente fuerza como para resistirlo. El Viento es el aire en movimiento, nos recuerda al Espíritu en el que vivimos, nos movemos y existimos4. Esté donde esté, me rodea, como el amor de una madre por su hijo, que lo alimenta y fortalece.

Viento de Pentecostés. El evangelio nos pinta la realidad tal cual es: los apóstoles eran como yo, seres humanos con defectos y debilidades. Pedro era irreflexivo e impetuoso, Tomás difícil de convencer, Santiago y Juan reñían con los demás porque querían ocupar los primeros puestos en el futuro reino de Jesús. Aunque habían visto milagros y vivido en la intimidad con Jesús, asegurando que creían que era el Mesías, huyeron ante el peligro de la muerte, y tanto miedo tenían, que a Jesús lo enterró un fariseo que lo seguía en secreto. Les costó aceptar el testimonio de las mujeres que les decían que Jesús había resucitado y aún después de verlo vivo, permanecían encerrados por miedo a los judíos.

Sin embargo el Espíritu no tiene reparos en descender sobre ellos. Un “ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, llena la casa en la que se encuentran” 5. Y lo antiguo se hizo nuevo. No les quita su humanidad, no es que ahora sean perfectos y maravillosos, pero algo ha cambiado: tienen la capacidad de amar, de reconocer, de volver a empezar. En su vida se puede descubrir algo que los define: que nadie está más allá de la gracia de Dios, que siempre hay una posibilidad. Que el amor es lo más auténtico que tenemos. Lo más humano y lo más divino.

Viento de Pentecostés, me enseñas que hay un Dios más grande que todos nosotros, que por encima de todo me ama, que jamás estaré demasiado lejos de su alcance, que siempre puedo volver a comenzar. Contigo, Pedro puede dar la vida por Cristo y Pablo en medio de incontables penurias, recorre kilómetros para proclamar su nombre. Sus vidas estuvieron llenas de espíritu, de tu Espíritu. Pero corro el peligro de creer que eso son cuentos, historias que se trasmiten, que están agrandadas, manipuladas… Viento de Pentecostés ¿existes de verdad?

Porque los hombres somos pequeños y nos gusta tocar, ver para creer, tienes misericordia y nos mandas personas en las que se reedita este misterio. Así puedo entender la vida de otro hombre que no fue fácil, que estuvo llena de soledad interior, de luchas a veces titánicas, y riesgos que no se pueden entender sin la Luz, Fuerza y Amor que sólo Tú, Viento de Libertad, puedes regalar. A comienzos de Diciembre de 1941 desde la cárcel de Coblenza, en la que está recluido después de haber permanecido un mes en un bunker de la Gestapo, un sacerdote llamado José Kentenich escribe:

“Básicamente no esquivo ninguna dificultad que me presente la vida, al contrario, en todo quisiera crecer hacia arriba. Puedo decir con San Pablo6 que aprendí a estar satisfecho con las circunstancias con que me encuentro. Sé desenvolverme en situaciones apremiantes, como también en la abundancia. A todo y a cada cosa estoy preparado: a tener hambre y a estar saciado, a mendigar y a tener en la abundancia. Todo lo puedo en Aquel que me conforta” 7

Hay dos formas de enfrentar la vida, desde el amor o lejos del amor, uno puede desempeñar su trabajo, estudiar, limpiar su casa, tener amigos, hacer un comentario, corregir o hacer un cumplido desde el amor o lejos de él. Uno puede hacer un gesto o dedicar una sonrisa desde el amor o lejos de él. Esto es lo que da la diferencia, no tanto si lo hago perfecto o no.

Si vivo y actúo desde el amor, desde el Viento del Espíritu, obtengo experiencias derivadas del amor, y si actúo lejos de Él, obtengo experiencias derivadas de los otros vientos, que incluso pueden tener el título de “libres”.

La misma situación se puede solucionar desde la venganza, la violencia o la indiferencia, entonces uno se ha dejado llevar por los vientos de “exigir justicia” de “colocar la verdad ante todo” o del “fin justifica los medios”. En este caso la relación se enfriará, se deteriorará y ambos saldremos perdiendo. Pero si trato de gestionarlo desde la empatía, la tolerancia y el diálogo con humor, se está actuando desde el amor y se llegará a un acuerdo y la amistad se verá reforzada. Una vida llena del Espíritu Santo es una vida llena de Amor que una y otra vez me conecta con mi esencia, esa esencia que proviene del mismo Dios Amor, que “actualiza todas mis aplicaciones”, y me permite encontrarme siempre de nuevo conmigo mismo.

Ojalá estas páginas te ayuden a descubrir la vida de este hombre que supo guiar el barco de su vida bajo la dirección del Viento de Libertad que viene de Dios. Su vida comenzó como la de cualquier persona signada por el dolor del abandono y la inapariencia, en medio de una sociedad encorsetada y limitada.

Su camino estuvo jalonado por la presencia de María, y de su mano llegó a la nueva orilla de los tiempos más nuevos, se convirtió en un hombre lleno de luz, de una luz tierna y apacible en la que muchos pudieron descansar y encontrar consejo. Su vida se convirtió en camino y misión que muchos acogieron formando el Movimiento Apostólico de Schoenstatt. Su secreto y bandera: como María, estar lleno del Viento de Dios, del Viento del Amor, que da la libertad de los hijos de Dios. Su misión: formar personalidades libres, recias y llenas de Dios.

Quizás encuentres pistas que te indiquen caminos de plenitud; intenta analizar tus pensamientos, gestos y formas de actuar cada vez que saludes a un amigo, te rías con un conocido, negocies con un cliente, abras un libro o una aplicación de tu celular, cedas el paso a un anciano, visites algún familiar, des algún consejo, hagas un favor (o lo niegues) piensa en la actitud que estas tomando… ¿Actúas desde el amor o te estás alejando de él? ¿Qué vientos te guían? ¿Te guían VIENTOS DE LIBERTAD?

1| Papa Francisco, Alocución a los sacerdotes y la vida consagrada de Chile, 16.1.2018

2| Jn 3, 8

3| Ruaj, palabra hebrea que significa el hálito de Dios

4| Hch 17, 28

5| Hch 2, 3

6| Fil 4, 11-14

7| J. Kentenich, Cartas del Carmelo


Carpe diem es una expresión latina que se atribuye al poeta latino Horacio (65 a.C. – 8 a.C.) En su primer libro de las Odas, podemos leer la frase completa: “Carpe diem, quam minimim crédula postero”, cuya traducción es: “Aprovecha el día de hoy; no confíes en el mañana”. En resumidas cuentas: “Atrapa el momento”.

Carpe diem es una invitación a vivir el hoy sin preocuparse del mañana, es decir, disfrutar el momento sin pensar qué depara el futuro, ya que el futuro es incierto, y lo único que es verdaderamente real es el presente. Esta frase saltó a la fama el 22 de noviembre de 1989 con el largometraje “El club de los poetas muertos” que fue premiado en 1990 con un Premio Oscar y acabaría marcando a toda una generación.


La acción transcurre en el año 1959 en una escuela de Vermont cuyo método de enseñanza consiste en la obediencia, el rigor y la sumisión.Un profesor de literatura irrumpe en la vida de los chicos para cambiar sus esquemas, hacerles pensar por sí mismos, y a través de la poesía, romper los rígidos valores que impulsa la academia donde estudian.

A esta película le siguen otras más como “Billy Elliot” (2000), “Los chicos del coro” (2004), Aceptados (2006), Cracks (2009), “El profesor” (2011) y muchas más; todas abordan la misma problemática, el choque entre un sistema tradicional de normas y disciplina que constriñe a la persona con un espíritu de libertad que lucha por ser fiel a sí mismo; en este conflicto se llega a un altercado que suele tener similares consecuencias.

En un emotivo e idealista relato, la película habla de la necesidad de ser libres, de encontrar nuestro propio camino y aprovechar el momento: “Somos alimento para los gusanos. Lo creáis o no un día todos vamos a dejar de respirar, enfriarnos y morir”, explica el profesor a sus atónitos alumnos. Por eso insta a sus alumnos a vivir, no de forma alocada, excesiva e inconsciente, sino más bien al contrario: que tomen las riendas de sus vidas, que se atrevan a pensar por sí mismos pasando por alto la tradición, el honor, la disciplina y la excelencia que son los cuatro pilares sobre los que se edifica su escuela. “Hagan que sus vidas sean extraordinarias” afirma el profesor apremiante, y con su extraordinaria interpretación marca la vida de millones de espectadores.

Los alumnos descubren que su profesor ha formado parte del “Club de los poetas muertos”, un grupo que reuniéndose en una cueva que llamaban “India”, escriben poesía, piensan libremente y expresan sus emociones a través de «una verborrea que fluía como la savia de un árbol herido». Los chicos deciden crear un nuevo Club de los poetas muertos y, encabezados por Neil, una noche se escapan a la cueva y comienzan un ritual: por este conjuro la cueva está libre de los prejuicios de la sociedad y no hay nadie que pueda oprimirlos. Declaran la guerra a los cuatro pilares del colegio y los reemplazan por: travesura, horror, decadencia y pereza.

“Fui al bosque porque quería vivir deliberadamente.

Quería vivir profundamente,

succionar la esencia de la vida.

Y demoler todo lo que no era vida”.1

En la cueva “India” estas palabras resuenan y encienden a más de uno de los espectadores. No nos dejó indiferentes esta lucha porque estos dos instintos, tan opuestos, marchan uno al lado de otro, casi siempre en abierta discordia entre sí. En cada ser humano existe el anhelo por la belleza, la perfección de las formas, lo noble y elevado, el equilibrio y la cordura, por la luz de la verdad, del “deber ser”, pero cuando este “deber ser armonioso” se lleva al extremo, mata la espontaneidad y la originalidad, pierde su conexión con la verdad y en vez de elevar, destruye la vida.

Y por otro lado está el “dejarse llevar” por la belleza de la imperfección y de la irregularidad, el éxtasis de los sentidos, la exaltación de la ensoñación y la extravagancia, el juego y el estímulo de los sentidos, porque lo vital no es razonable, sino imprevisible, imperfecto, surge y necesita un espacio creador que puede derivar en desenfreno. El problema es que esa fuerza vital puede ser tan avasalladora y devastadora, que por querer poseer todo y estar en todo, no ve el conjunto y es capaz de destruirlo todo.


El profesor Keating logra contagiar a sus alumnos un estado de exaltación, que les hace sentirse poseedores de algo vibrante y hermoso: tener la capacidad de transformarse, de hablar por sí mismos, luchar por sus anhelos, ser, en definitiva, quienes son, y no lo que los adultos quieren que sean. Y esa disrupción en lo armónico y apacible provoca una lucha y un sufrimiento encarnado en la tensión que se establece entre Neil, que quiere ser actor, y su padre que quiere un futuro sólido para su hijo.

El padre encarna la autoridad aplastante y el orden establecido que no escucha a su hijo, imponiéndole el camino que ha pensado para él porque considera que es el mejor. Todo lo contrario de Keating, que, personificando la autoridad paternal deseada, se esfuerza afanosamente por transmitir la importancia de la autonomía personal. Esto nos conducirá al clímax de la tragedia, la separación de la figura del padre en sus dos modalidades: uno dictatorial, el otro imposible de seguir por el sacrificio y la lucha que implica, y la frustración que conlleva acaba en el suicidio de Neil.


Es interesante la escena. Más que un suicidio es una inmolación en la que rinde honor a todos los esfuerzos que ha realizado por cambiar su forma de ser. Utiliza un objeto que simboliza libertad: la corona de laurel que fue utilizada en la obra de teatro, que le había hecho sentirse libre y feliz con su triunfo. La película termina con la rebelión de sus compañeros, pero sin su padre espiritual, que debe irse. Lo que empezó como un juego se topa con la dura realidad, de esta manera entran en la “adultez”, tienen que seguir luchando solitarios, “huérfanos”, por sus ideales, desde sus carencias, fragilidades y posibilidades, quizás limitadas.

En el profesor Keating anida la convicción de la “diosa razón” con la que todo “se puede”. Prototipo del modernista al que le mueve la búsqueda del bien común (“El todos antes que el Yo”) muy comprometido con la humanidad, es un enamorado de la vida, cree en ésta y en su avance.

En 1942, Camus2 sugirió que el símbolo más representativo de la modernidad era Sísifo, que fue condenando por los dioses a hacer rodar sin cesar una roca hasta la cumbre de una montaña, desde donde volvía a caer siempre por su propio peso. Keating no es un revolucionario, trata de ser coherente, de enseñar a sus alumnos a dejarse llevar por su imaginación. Todo esto es estupendo, pero ¿entrega caminos transitables en esta vida llena de límites personales y comunitarios? Les abre a un mundo para el que no están preparados y los deja enfrentarse a unas consecuencias que humanamente les sobrepasa.

¿Cómo reciben ahora los jóvenes y los no tan jóvenes de hoy las frases del profesor Keating que en aquel momento marcaron época? “No dejes de soñar, sé inconformista, encuentra tu pasión, elige tu camino, cambia tu punto de vista, nada es imposible, sé un librepensador, extrae el meollo a la vida con moderación, libérate, cambia el mundo…” Creo que nos dejan el regusto amargo de algo que anhelamos pero que vemos complejo de realizar.

…Y sus estudiantes rompieron el corsé de las normas que les aprisionara ¿y?


Ahora, los posmodernos dicen: Hace falta ser tontos para empeñarse una y otra vez en subir la roca hasta lo alto de la montaña. ¡Dejémosla abajo y disfrutemos de la vida! “¡Sácate la mochila!”

“¡Con qué frecuencia se busca hoy la causa del fracaso en la vida práctica de las niñas que se han educado en internados de religiosas! ¡Con qué frecuencia también los jóvenes que han sido educados en internados católicos entran más adelante a la logia masónica! ¿Y las muchachas? ¿Se han mantenido católicas en la vida familiar, en la vida pública, frente al marido y a los hijos? Por eso con qué frecuencia escuchamos la queja: ¡la educación de los internados católicos no ha fracasado sólo aquí o allá, sino que en todo el mundo!

¿Qué entendemos por hombre masa católico? Es un hombre que hace aquello que otros hacen porque los otros lo hacen y cuando estos los dejan de lado, deja también esos medios de lado. Su actuar no es expresión de una actitud interior personal; en el internado no se aprendió a decidirse interiormente por el bien. Por eso no se formó el carácter. Por eso es que desde tiempos inmemoriales la tarea de la educación de los internados es sobreponerse al hombre masa. La educación debe despertar la seria aspiración para hacer el bien y evitar el mal de forma autónoma y por propia actividad.” 3

Si no hemos aprendido a conocer las fuerzas irracionales que habitan en nuestro interior, si no hemos descubierto cómo hacerlas nuestras aliadas en la consecución de las metas que queremos desde dentro, nunca podremos decidirnos por nosotros mismos, desde nuestro eje personal. Nunca podremos mantener una meta en el tiempo, pues esas fuerzas, parecen ser muchas veces caprichosas, como un niño pequeño, que hoy quiere una cosa, y mañana la contraria, sin ningún tipo de lógica. Si esta tarea no se ha realizado, cuando se acaban las normas que de alguna manera ponían freno a la parte instintiva de nuestro ser, entonces se desboca, y toma las riendas de nuestra vida, llevándonos a cualquier lugar insospechado, al que quizás nunca quisimos llegar. Los vientos de libertad se han convertido en vientos de libertinaje.

Vive y deja vivir

La post-modernidad es el tiempo del yo (“el yo” antes que “el todos”) y del intimismo. Tras la pérdida de confianza en los proyectos de transformación de la sociedad, sólo cabe concentrar todas las fuerzas en la realización personal, en ser fiel a uno mismo. Hoy es posible vivir sin ideales, lo importante es tener éxito, conservarse joven y saludable, y lograr el dinero que le permita seguir los dictados de su interior, que pueden ir hoy en una dirección y mañana por la contraria, esto es ser auténtico. El culto de la verdad sin pudor, el exceso y la ruptura de los anti héroes, anti poetas, anti políticos, todo lo que rompa lo establecido, tiene espacio y aplausos.

Todo son perspectivas, nada es absoluto, las grandes cosmovisiones son potencialmente totalitarias porque todo aquel que cree tener una gran idea, trata de ganar para ella a los demás y seguro que, cuando estos se resistan, recurrirá fácilmente a la fuerza. Teme todo lo que pueda determinarlo de algún modo, por eso no se aferra a nada, no quiere certezas absolutas, nada le sorprende, y sus opiniones pueden ser modificadas de un instante a otro. Le atrae lo religioso como encuentro con lo sobrenatural ( astrología, cábalas, videncia, cartas astrales, quiromancia, etc.). No tiene ningún prejuicio en aceptar explicaciones por más irracionales que sean. Pero el Dios posmoderno no puede ser demasiado exigente, es casi a medida de su personalidad: un banco de energía, un ángel, un manantial, da igual.

Los post-modernos renuncian a discutir sus opiniones: “vive y deja vivir”. La suya es una postura confortable, alérgica a las exigencias radicales, todo es cambiable. Se habla de sociedad líquida. Un mundo en el que las realidades sólidas de nuestros abuelos, como el trabajo y el matrimonio para toda la vida, se han desvanecido. Y han dado paso a la precariedad, lo provisional, un ansia ilimitada de novedades, con frecuencia, agotadora y estresante, porque, en definitiva, uno nunca sabe dónde está el final:

“Hoy hay una enorme cantidad de gente que quiere el cambio, que tiene ideas de cómo hacer el mundo mejor no sólo para ellos sino también para los demás, más hospitalario. Pero en la sociedad contemporánea, en la que somos más libres que nunca antes, a la vez somos también más impotentes que en ningún otro momento de la historia. Todos sentimos la desagradable experiencia de ser incapaces de cambiar nada. Somos un conjunto de individuos con buenas intenciones, pero que entre sus intenciones y diseños y la realidad hay mucha distancia. Todos sufrimos ahora más que en cualquier otro momento la falta absoluta de agentes, de instituciones colectivas capaces de actuar efectivamente”.4

Si cada uno tiene su propia forma de ver las cosas y sus caminos de realización, también tiene derecho a seguir su camino. Entonces ¿Cuál de todas las cosmovisiones puede aglutinar a las demás? ¿Quién puede arrogarse el derecho de decir a otros que vayan por el camino que él considera el mejor? Al no haber un consenso, no puede existir ni autoridad ni comunidad. Esto no es algo menor, si se acepta que el ser humano es social, que su fuerza de supervivencia radica en la comunidad y en la inteligencia. Pero una vez roto el “deber ser”, ese corsé normativo, todo se diluye, se disuelve… ¿tiene este camino un futuro para la humanidad?

1. Un cambio de época

“La expresión alude al hecho de que los trastornos de la época no vuelven al mismo cauce, sino que conducen a una nueva situación hasta ahora desconocida. Por eso es comprensible la intranquilidad del hombre actual también ahí donde no hay guerra. Todos los pueblos sienten en forma instintiva que se avecina una nueva época, que hasta ahora no se ha experimentado. (…) dejamos las antiguas playas y todo en la época actual nos impulsa a las nuevas playas. Se buscan nuevas playas pero nadie sabe como son. (…)

Además hablamos de un cambio de época total. Si escuchamos a los historiadores acerca del cambio de época de la Edad Media a la Edad Moderna, nos daríamos cuenta de que ése fue sólo un cambio parcial. El cambio de época depende del cambio de la concepción del hombre”.5

Esto lo dijo José Kentenich en el año 1951. Alude a un cambio que él ya percibió en 1912 cuando se hizo cargo de un grupo de alumnos del Seminario menor que los Padres Palotinos tenían en el lugar de Schoenstatt, y que, a medida que pasaba el tiempo, se hacía cada vez más real.

En la película de los poetas muertos los alumnos aparecen tranquilos, como aceptando el orden existente, quizás interiormente están rebelados, pero no lo exteriorizan. En cambio, en el internado de la vida real de 1912, los estallidos que acompañan esta nueva época y que acaban en la primera Guerra Mundial, dejan claro que el cambio de convicciones en ciudadanos y agricultores no tiene marcha atrás. Una combinación entre los notables avances científicos como la electricidad, el tren, el automóvil y el avión y los medios de comunicación como el telégrafo y la radio, por nombrar los más importantes, dan la sensación de que ningún secreto de la naturaleza pueden encubrirse al hombre, pero esta sensación de “superhombre” contrasta con una brecha social cada vez más abrumadora. En 1912 el Partido Socialista Democrático llega al poder, mientras el voto femenino gana terreno en su lucha por la igualdad.

Nuestros jóvenes llegan a ese internado después de gozar de cierta libertad en el colegio anterior. Aquí se encuentran con unos Reglamentos fruto de una pedagogía prusiana, considerada de calidad, cuyos valores estrella eran: disciplina severa, orden riguroso y obediencia incondicional. Control, vigilancia, castigos incluso físicos, estaban a la orden del día. Su objetivo: formar súbditos y soldados obedientes al servicio del Kaiser y de la patria. El pensamiento y la acción autónomos se percibían como peligrosos y la libertad, una locura. Al grito: “¡Queremos ser libres como lo fueron nuestros padres!” 6 Los alumnos se rebelan y llegan a amenazar con dejar el Centro si las cosas siguen en la misma situación.

399
477,84 ₽
Возрастное ограничение:
0+
Объем:
178 стр. 65 иллюстраций
ISBN:
9789567598649
Издатель:
Правообладатель:
Bookwire
Формат скачивания:
epub, fb2, fb3, ios.epub, mobi, pdf, txt, zip

С этой книгой читают