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Los problemas con los que comenzó Condorcet y con los que luchó Saint-Simon, aún son los problemas de una izquierda razonable. Lograr esas metas de mejoramiento humano requiere un mayor uso de la ciencia; y que la misma gente se haga más científica. Para lograr esta meta no es suficiente promover la democracia, puesto que la gente no educada científicamente elegiría mal. Para hacerlos elegir bien, la tradición aquí descrita ha confiado en la idea de que la ciencia puede ser extendida a través de una educación científica y una ciencia social que pronostique sus efectos y facilite la difusión de conocimiento mediante el predominio de la ciencia como la visión del mundo. Este programa no tuvo éxito, de manera que lo que una concepción izquierdista de la ciencia requiere hoy es una manera de remplazarlo, o remplazar las metas que intentó alcanzar.

________NOTAS________

1 Auguste Comte, Cours de philosophie positive, 2a ed., París, Bachelier, 1864, IV: 50ss. [Regreso]

2 Ibid.: 49 n. [Regreso]

3 Condorcet, "Fragment on the New Atlantis, or Combined Efforts of the Human Species for the Advancement of Science", en Keith M. Baker (ed.), Condorcet: Selected Writings, Indianapolis, The Bobbs-Merrill Co., 1976: 283-300. [Regreso]

4 "Creo que el único remedio es a través de la anarquía, i. e., dinamitar los actuales arreglos sociales y la sociedad en general", carta a William Martin Conway (1881), apud Theodore Porter, Karl Pearson: The Scientific Life in a Statistical Age, Princeton, Princeton University Press, 2004: 127. [Regreso]

5 Lancelot Hogben, Statistical Theory: The Relationship of Probability, Credibility and Error, 1957: 326, apud Porter, ibid.: 7. [Regreso]

6 Karl Pearson, National Life: From the Standpoint of Science, Londres, Adam and Charles Black, 1905: 62. [Regreso]

7 Pearson, The Ethic of Free Thought: A Selection of Essays and Lectures, Londres, T. Fisher Unwin, 1888: 31. [Regreso]

8 Ibid.: 20. [Regreso]

9 Ibid.: 130-31, 133. [Regreso]

10 Porter, op. cit.: 108. [Regreso]

11 Pearson, The Grammar of Science, 3a ed., Londres, J. M. Dent & Sons, 1937: 15-16. [Regreso]

12 Ibid.: 120. [Regreso]

13 Ibid.: 54-55. [Regreso]

14 Ibid.: 29. [Regreso]

15 En H.H. Gerth y C. Wright Mills (eds.), From Max Weber: Essays in sociology, Nueva York, Oxford University Press, 1946a: 77-128. [Regreso]

16 En ibid., 1946b: 129-156. [Regreso]

17 Ibid: 143. [Regreso]

18 Bujarin [1921,] Historical Materialism: A System of Sociology, Ann Arbor, The University of Michigan Press, 1969. [Regreso]

19 Huxley, A Scientist Among the Soviets, Nueva York, Harper & Bothers Publishers, 1932: 3. [Regreso]

20 Bernal, The Social Function of Science, Cambridge, Cambridge University Press, 1939: 415-416. [Regreso]

21 J. Stark, "The Pragmatic and the Dogmatic Spirit in Physics", en Nature, vol. 141, abril 30, 1938: 770-72. [Regreso]

22 The Road to Serfdom, Londres, Routledge, 1944b. [Regreso]

23 The Counter-Revolution of Science: Studies on the Abuse of Reason, Glencoe, IL, Free Press, 1952. [Regreso]

24 The Protestant Ethic and the Spirit of Capitalism, Nueva York, Scribner's, 1958. [Regreso]

25 Merton, "A Note on Science and Democracy", en Journal of Legal and Political Sociology, 1, 1942:115-26. [Regreso]

26 Merton, Sociology of Science: Theoretical and Empirical Investigations, Chicago, The University of Chicago Press, 1973: 375. [Regreso]

27 Struan Jacobs, "The Genesis of 'Scientific Community'", en Social Epistemology, 16(2), 2002: 157-168. [Regreso]

28 Conant, On Understanding Science: An Historical Approach, New Haven, CT, Yale University Press, 1947: 7. [Regreso]

29 Cfr. I. C. Jarvie, "Science in a Democratic Republic", en Philosophy of Science, 68(4), 2001: 545-564. [Regreso]

30 The Structure of Scientific Revolutions, Chicago, The University of Chicago Press, 1996. [Regreso]

31 Bernal, op. cit.: 379-380. [Regreso]

32 Oxford, Oxford University Press, 2001. [Regreso]

Para una nueva epistemología política: entre la naturaleza absolutizada y la política relativizada
Antonio Arellano Hernández
Introducción

El tema de la epistemología política moderna es particularmente importante para los estudiosos de la innovación y de la tecnociencia, en la medida que los términos ciencia y política se comprometen con una cierta concepción de la ciencia, de la que depende la idea de naturaleza y, por comparación, la de política.

La epistemología política moderna se sustenta en una asimetría entre dos formas de producción y legitimación de conocimientos. Los conocimientos científicos son caracterizados como realistas y universales; en cambio, en la acción política todas las propuestas se consideran construidas y relativas a los grupos que las elaboran y sostienen. Solidariamente, el método de ambas es diferente, el método científico es único y no puede depender del grupo que lo aplica, en cambio en la política todas las elaboraciones son relativas.

Consideramos que los debates en torno a la epistemología política no se reducen a una simple división entre la aplicación de principios universalistas y relativistas, pues están involucrados innumerables asuntos cruciales. En este trabajo queremos circunscribirnos a la problemática del conocimiento que relaciona la acción política y la actividad científica, ya que debido al advenimiento del movimiento posmodernista de las últimas décadas, los problemas del conocimiento del mundo y de la acción social se han representado como problemáticas de las ideas de realidad y de acción social.

Tomando como punto de análisis el planteamiento latouriano sobre la epistemología política contemporánea, según el cual los problemas del conocimiento, la política y la naturaleza tienen que ver con las problemáticas de la idea de la naturaleza objetiva y de la política; el objetivo de este trabajo consiste en discutir la elaboración de conocimientos sobre la naturaleza y la acción política, a la luz de la proliferación de la epistemología posmoderna y del relativismo epistémico, particularmente nos interesa indagar la propuesta de una epistemología política de sustento antropológico.

Para desarrollar la argumentación se considerará la noción modernista de la naturaleza y de la política; el papel del posmodernismo en la disolución de las nociones modernas de naturaleza y sociedad; los debates epistemológicos derivados de la llamada guerra de ciencias y particularmente los debates entre físicos, epistemólogos y sociólogos de ciencias en torno al estatuto del conocimiento científico; los problemas de conocimiento y la crisis de conocimiento modernista que tales problemas generan y; finalmente, la posibilidad de avanzar en la puesta en escena de una epistemología política capaz de solucionar la asimetría entre naturaleza absoluta y política relativa, de sustento antropológico.

La noción modernista de naturaleza y política

En el mundo occidental contemporáneo, preguntar por la objetividad de la naturaleza parece un llamado a un viejo e inútil debate entre la filosofía idealista y la materialista, toda vez que en la epistemología convencional, la noción de naturaleza ha sido el producto de una antigua repartición entre las consideraciones objetivas y subjetivas sobre las que se puede hacer alusión del mundo. Las primeras corresponden a la realidad natural y las segundas son asignadas a grupos o personas específicos.

De acuerdo con Latour, desde Platón hemos asignado a la ciencia la comprensión de la naturaleza y a la política la regulación de la vida social. 1Habría que añadir que en la modernidad, particularmente en el Siglo de las Luces, ese proyecto culminó laicizando el conocimiento elevándolo a conocimiento representativo de la naturaleza y elevando a la política a democracia representativa.

En la modernidad, el tema de la representación del conocimiento de la naturaleza y de la sociedad se ha popularizado bajo la siguiente configuración; por un lado, la ambición por alcanzar la verdad objetiva como representación de la naturaleza ha conducido a suponer que la objetividad científica es el último eslabón en la evolución del conocimiento de la realidad y que la ciencia consiste en revelar verdades universales. Esto ha brindando la idea de la existencia de una naturaleza única, objetiva y universal. En la acción social, incluida la política, las verdades sociológicas han sido empleadas como argumentos omnipotentes y como conocimientos que alcanzan niveles sobrehumanos o mejor dicho, sobresubjetivos. La ciencia moderna ha erigido a ciertos conocimientos científicos en el soporte de una dictadura dirigida a imponer el silencio al gran público mediante la aceptación de verdades caracterizadas como universales y representativas de la realidad. El uso ideológico de la ciencia y la tecnología fue denunciado en su momento por Habermas, 2 entre otros intelectuales.

Por otro lado, concerniente al tema de la representación en la política, todo se torna discutible, rebatible, abierto al escrutinio de los actores. En política no hay punto de vista privilegiado, las ideas con pretensiones de validez universal sucumben ante el reclamo del irreducible relativismo ideológico y la representatividad política no necesariamente mantiene la cohesión que liga a los partidos con los ciudadanos. Después de la caída de los regímenes absolutistas del siglo XX y de la debacle de la dominación de la racionalidad burocrática imaginada en las teorías weberiano-marcusianas, las nuevas corrientes aceptan el derecho reservado por los actores a la acción autónoma, al disenso y a los derechos alternos. En nuestros días, el relativismo se sostiene sólo en los absolutismos de algunos fundamentalismos recalcitrantes.

Sintetizando ambas representaciones, mientras científicos y tecnólogos reclaman la despolitización de sus campos y disciplinas, los políticos se molestan al ser criticados de tecnócratas. Los primeros disputan por tener la razón sobre la naturaleza, los segundos participan en debates para imponer sus puntos de vista sobre asuntos y soluciones de competencia pública. La repartición de las representaciones de ambas entidades se vuelve asimétrica en el momento que tanto los científicos como los políticos manifiestan públicamente un acuerdo que organiza la epistemología política modernista del siguiente modo: se asume un mundo en el que la naturaleza es única y la política es relativa.

El planteamiento epistemológico subyacente en esta asimetría consiste en imponer la separación entre naturaleza y cultura y, consecuentemente, de éstas con la política, asumiendo que las ciencias de la naturaleza están exentas de acción social comunicativa y política y que la actividad política no incluye los procesos de acuerdo a la realidad externa. Los modernistas consideran que la naturaleza es objetiva, externa al hombre, apenas aprehensible mediante actos de inteligencia humana; de este modo, la naturaleza resulta única y externa. Pero paradójicamente, la sociedad es producto del hombre, del uso de su inteligencia, de su acción. De este modo, la política es reflejo del relativismo social y la naturaleza un reflejo del absolutismo científico.

A nuestro juicio, la afirmación latouriana planteada en el libro Nunca hemos sido modernos 3 sobre la constitución epistemológica contemporánea, según la cual la modernidad es una situación inalcanzada e incompleta, podríamos reformularla, de modo que aceptásemos el hecho de estar viviendo una asimetría epistemológica y admitiésemos que la producción de conocimiento actual está formateada para producir inscripciones de conocimientos integrados conforme al reconocimiento de una naturaleza única y de una cultura y políticas relativas.

Es bien factible que Jürgen Habermas en su condición de uno de los últimos defensores del modernismo, sea quien explique más lúcidamente la asimetría de la epistemología de la modernidad cuando, reclamando el ejercicio de la acción comunicativa como instrumento de la integración social en el mundo de la vida, acepta la ineluctabilidad de la acción instrumental, imagina la evolución de la ciencia y la tecnología eximida de la acción comunicativa y consecuentemente del carácter negociado y contingente del conocimiento y de los artefactos. Habermas acepta los principios convencionales de la ciencia moderna y el reconocimiento de una naturaleza externa única, coexistiendo de manera dual con el ejercicio de la acción comunicativa entre los actores, en el ámbito de la política de los países avanzados. 4

En síntesis puede decirse que la epistemología política modernista impone la separación entre la naturaleza y la política, adjudican a las ciencias de la naturaleza una suerte de exención de acción social comunicativa y política y exentan a la actividad política de la actividad científica; de esta adjudicación y exención ha resultado una imagen del mundo de la que la naturaleza es única y la política es relativa.

El papel del relativismo epistémico posmoderno en la destrucción de la noción moderna de naturaleza y de cultura

Dejando de lado el polo de la política relativizada, en este apartado abordaremos la manera en que el posmodernismo ha interpelado las nociones de naturaleza y cultura; después, trataremos las posibilidades críticas para intentar reformular la epistemología modernista y posmodernista empleando los argumentos de ambas de manera reconstructiva.

El movimiento posmodernista ha atacado las raíces mismas de la epistemología científica moderna sustentada en el objetivismo, el realismo, la racionalidad y la univocidad interpretativa (verdad absoluta), principalmente. Los posmodernistas han diagnosticado la disolución de la epistemología moderna y augurado el surgimiento del eclecticismo, el relativismo,5 la polisemia y la virtualización. Por ello no es difícil comprender su beneplácito respecto al agotamiento explicativo de las teorías tradicionales y sus alegorías al supuesto agotamiento de la historia; por cierto, relativizado por los diagnósticos posteriores de los globalestudiosos y analistas de la sociedad Red. 6

La recepción del relativismo epistémico en las ciencias ha provocado intensos debates entre científicos y epistemólogos. Dado que el punto de apoyo epistemológico del posmodernismo ha sido el relativismo, ciertos científicos modernistas se han lanzado contra él; por ejemplo, para los físicos teóricos Sokal y Bricmont (s&b), "el peligro mayor del posmodernismo radica en el relativismo epistémico […], específicamente, de la idea –mucho más extendida […] de que la ciencia moderna no es más que un mito, una narración o un constructo social entre muchos otros". 7

Algunos sociólogos de ciencias como Barry Barnes asocian relativismo y constructivismo social, tal y como se aprecia en la cita anterior de S&B; por nuestra parte, no negamos la relación cercana que existe entre ambos pero, analíticamente pueden abordarse separadamente; sobre todo si tomamos en consideración que el constructivismo se toma, por algunos autores como Karin Knorr-Cetina, como construccionismo. 8 El primero tiene múltiples interpretaciones epistemológicas, que van desde el idealismo (cuando se afirma que la realidad es una construcción social) al materialismo (cuando se afirma que en la elaboración de la realidad participa la sociedad); en cambio el segundo ha sido empleado para describir las prácticas científicas de laboratorio,9 esta es la idea de la frase la ciencia tal y como se hace de Callon y Latour. 10 En este trabajo, nos concentraremos en el relativismo en su acepción epistemológica.

El relativismo epistémico tiene múltiples orígenes y fuentes. Algunos se encuentran en posiciones tan distintas como la tesis de la subdeterminación de Duhem-Quine, en la tesis de la indecidibilidad en el teorema de Gödel, en las nociones de inconmensurabilidad de la teoría de los paradigmas científicos de Thomas Kuhn, 11 de manera más clara, en el anarquismo epistémico de Feyerabend, quien, extendiendo la crítica a la razón al campo de la epistemología, lo convirtió en uno de sus argumentos contra la dictadura de la razón. 12 Las referencias anteriores corresponden a lecturas propedéuticas referentes al relativismo, pero de ninguna manera nos permiten afirmar que estos autores sean posmodernos o los fundadores de tales posiciones, lo que queremos decir es que este relativismo epistémico se puede rastrear desde posiciones que aparentemente pueden ser antagónicas al relativismo epistémico posmoderno, de manera que el resultado de éstas y otras posiciones antiabsolutistas y antiuniversalistas han dado como resultado una noción de objetividad depotenciada en términos argumentativos y localizada socialmente.

Partiendo del relativismo epistémico, la hipótesis que se puede construir sobre el conocimiento de la naturaleza es la siguiente: la certeza cognitiva sobre las características de la naturaleza se opaca y se disuelve en innumerables e inconmensurables concepciones sin la organización teórica del enciclopedismo. Así las cosas, luego entonces, ¿cuál es la veracidad de la pretensión sobre la llamada realidad? Si las respuestas apuntan a la pérdida de veracidad, entonces habría que reconocer que la adopción del relativismo epistémico por numerosos científicos, conlleva directamente a la negación de una relación estrecha entre naturaleza y ciencia y, seguramente, a la negación de una equivalencia entre realidad y conocimiento. El abuso de esta argumentación puede significar que si las concepciones sobre la naturaleza no tienen un punto de vista privilegiado, son inconmensurables y se organizan en paradigmas que corresponden con los círculos de científicos que las comparten; la precipitación de la fuente de certeza de las características de la realidad resulta inminente.

Adoptar el relativismo epistémico hace correr el riesgo de imaginar la disolución de la realidad, de aceptar la inaccesibilidad a la naturaleza, o bien, de reconocer que la objetividad como vínculo y adecuación 13 entre naturaleza y conocimiento puede sólo existir en el rango de objetividad sociorregional. Éste es el embate mayor del posmodernismo epistémico contra el modernismo científico.

También, las verdades del pensamiento social se han visto trastocadas por el relativismo. Así, la idea de fundar una ciencia positiva de la sociedad representada en las ciencias sociales perdió potencia poco tiempo después de su evocación comteana; es posible que una de las grandes víctimas del relativismo haya sido la teoría del socialismo científico, la idea de la ciencia proletaria y de la ineluctabilidad científica de la dictadura del proletariado.

La relativización de las grandes verdades sociales ha sido un proceso consistente, al grado que algunos, como Fukuyama 14 han considerado pertinente pensar en haber alcanzado el fin de la historia; afortunadamente hasta esta idea ha sido relativizada.

En las disciplinas sociales y humanísticas, la práctica antropológica es emblemática en razón de su tarea programática relativizadora y de los temas epistemológicos en los que se involucra. Como relativizadora, la tarea de la antropología ha consistido en poner en situación relativa a las culturas. Primero lo hizo con la propia cultura occidental y después lo ha hecho en los diferentes ámbitos donde ha penetrado; incluido, como veremos adelante, el ámbito de la producción de conocimientos científicos.

Respecto a los temas epistemológicos, el conocimiento antropológico se refiere al estatuto cognitivo de las culturas estudiadas y, recíprocamente, del régimen cognitivo de ella misma. 15 Prácticamente no hay ámbitos de la antropología que no aborden el estatuto cognitivo de las culturas estudiadas, trátese de las etnociencias, de la estructura de los mitos y de las cosmologías de las sociedades, del estudio de todo tipo de representaciones sociales (como las religiosas que estudió Durkheim), etcétera; los reportes etnográficos han dado cuenta del conocimiento de las culturas.

En el tema del posmodernismo, la presencia de esta disciplina también ha sido emblemática y un buen objeto de estudio de la epistemología posmoderna. En efecto, los antropólogos posmodernos como Clifford Geertz, James Clifford y otros de sus colegas, 16 rompen con el vínculo problemático de la objetividad como relación de adecuación entre el objeto de estudio y el sujeto cognoscente para evocar la imposibilidad de alcanzar la observación objetiva de otra cultura; frente a lo cual, sólo les ha restado asumir que el autóctono no es sino la ocasión para ejercitar la literatura antropológica. Estos posmodernistas, han convertido a la antropología en una disciplina retórica, en la que las discusiones sobre la pertinencia cognitiva de las acuñaciones y conceptos se trasladan de la crítica epistemológica a la crítica literaria. Desde una perspectiva epistemológica, el conocimiento del informante y el del antropólogo se relativizan en un espacio social inconmensurable.

Los antropólogos posmodernos han invertido la paradoja de la epistemología moderna de la siguiente manera: relativizando el conocimiento de las culturas mantienen, paradójicamente, un objetivismo respecto a la naturaleza, configurando un relativismo cultural y un absolutismo naturalístico. De este modo, la epistemología política resultante es nuevamente asimétrica.

A diferencia de los posmodernistas, los antropólogos de ciencias y técnicas de diferentes corrientes,17 han vuelto más problemática la epistemología mostrando la complejidad de la epistemología cientificotécnica contemporánea y la dificultad de aplicar el modelo modernista de la conceptualización de la naturaleza absolutizada 18 y la política relativa, pero también el de la absolutización del posmodernismo.19 Retomaremos este tema más adelante.

Ahora bien, tomado el relativismo epistémico como instrumento crítico, serviría para mostrar el talón de Aquiles de la epistemología política modernista; de manera que aplicando el relativismo a la ciencia, la asimetría entre la consideración de una naturaleza única y la de una política relativa, quedaría seriamente cuestionada. La imagen del conocimiento elaborado indicaría que las nociones científicas de la realidad se encontrarían en la misma circunstancia relativa y sin punto de vista privilegiado que la elaboración de propuestas en el ámbito de la política. Ambos polos serían relativizados. Pero aceptando el relativismo de la anterior manera, surge un problema que, paradójicamente, no es de interés en el posmodernismo; el problema sería explicar epistemológica y empíricamente cómo el relativismo evita la dispersión total, el eclecticismo desenfrenado; situaciones que, obviamente, no están ocurriendo en la elaboración del conocimiento contemporáneo.

Un problema de gran envergadura de los relativismos epistémicos reside en que, concentrándose en el elogio de la dispersión cognitiva y de la relativización de cualquier verdad, ignoran la explicación de la anudación de los acuerdos y negociaciones de las acuñaciones cognitivas, de la acción comunicativa que permite los consensos, de la puesta en equivalencia de entidades que permiten compartir el mundo. Entonces el problema real sería explicar de qué manera el proceso de relativización científico y político se acompaña de acciones de los actores en las que se acuñan, negociada y contingentemente, sus propuestas de validez científica y de pertinencia política.

Ahora, tomando como instrumento crítico al absolutismo, tendríamos la posibilidad simétrica de reconsiderar la epistemología política posmoderna según la cual, sustentándose en el relativismo metodológico, los antropólogos posmodernos critican el modelo absolutista de la ciencia pero, contradictoriamente, apoyándose en el relativismo cultural sostienen un absolutismo natural; para ellos, las culturas son relativas a ellas mismas pero comparten el mismo fondo natural.

Esto tiene como consecuencia que el fondo natural que supuestamente es compartido por todas las culturas corresponde con las ideas estabilizadas de naturaleza surgidas del mundo científico técnico occidental y no con las acuñaciones cognitivas de las otras culturas. Así, por ejemplo, la noción de sustentabilidad corresponde con cierta opinión occidental de la economía de los recursos naturales y no necesariamente con la opinión local de los bienes disponibles para la reproducción de la cultura de acuerdo a sus propias perspectivas. En la escala del polo científico, los antropólogos posmodernistas son consecuentes, con la epistemología política; sin embargo, son modernistas de acuerdo a la asimetría naturaleza única/cultura relativa. De acuerdo con nuestras interpretaciones, a estos antropólogos les faltaría actualizar su relativismo cultural al conocimiento de la naturaleza, para considerar abiertas las opciones sobre la conceptualización de la naturaleza y su relatividad respecto a las culturas y la política, aunado a esto, faltaría considerar la noción de un acuerdo cognitivo, de cooperación interpretativa y de negociación conceptual en la interpretación de las culturas, 20 digamos la inter-interpretación de las políticas de las culturas.

En este apartado habíamos dejado el polo político para explorar la epistemología del polo de las ciencias naturales y estudios culturales; sin embargo, el relativismo en ciencia y el universalismo en antropología posmoderna nos remite a otro nivel de concentración: al de la epistemología en ciencias.

La guerra de ciencias y los estudios sociales de ciencias confrontados a un relativismo científico

En el apartado anterior hemos abordado los debates epistemológicos en torno a las ciencias naturales y los estudios culturales. En éste, dejaremos de lado la epistemología de los estudios culturales para centrarnos en los debates epistemológicos sobre las ciencias naturales.

El debate sobre el conocimiento en ciencias y su epistemología ha girado en torno al relativismo epistémico. Las posiciones pro y contra el relativismo epistémico han sido cruciales en la configuración de la llamada guerra de ciencias entre científicos de la naturaleza y estudiosos de las humanidades.21

Recordando que, el conocimiento en ciencias representa para los epistemólogos modernos el ámbito de las verdades absolutas; y para los posmodernistas el espacio de las grandes relativizaciones, la guerra de ciencias muestra dos aspectos epistemológicos asimétricos para nuestro análisis; muestra cómo ciertos científicos defienden la copresencia del absolutismo en ciencias ydel relativismo cultural, y ciertos estudios de la ciencia defienden el relativismo en ciencias y el absolutismo sociológico. Asimismo, ambos evitan el tráfico entre relativismos y absolutismos. El análisis lo dividimos en dos partes, en la primera analizamos el debate en torno al conocimiento de la naturaleza y en la segunda parte el conocimiento social de la naturaleza.

Como sabemos, el "escándalo" desatado por el físico teórico Alan Sokal por la supuesta impostura científica de algunos prominentes intelectuales de las humanidades, derivó, luego de un tiempo, en lo que se llamaría la guerra de ciencias entre epistemólogos, científicos y humanistas, 22 y finalmente el debate se dirigió contra los estudiosos de ciencias. 23

En esta parte, nos interesa retomar el levantamiento de los físicos s&b contra las formas que adopta el posmodernismo y, más precisamente, contra lo que llaman la impostura científica y el relativismo epistémico. En realidad este debate no es reciente, pero seguirlo en la forma en que se ha presentado, nos da la ocasión de tomarlo como estudio de caso epistemológico. El tema de la impostura científica e intelectual, que habían denunciado S&B, se compromete con la epistemología en general, nosotros tocaremos sólo donde atañe directamente a la epistemología política, la que a este trabajo ocupa.

S&B se oponen rotundamente al relativismo en ciencias y distinguen el relativismo filosófico del relativismo metodológico. Del primero, aceptan la consideración de que la verdad de una propuesta depende de quien la interpreta, lo que para ellos es perfectamente sostenible aunque tenga poca consistencia en el mundo. Este relativismo se puede aceptar en sus versiones éticas o estéticas, de modo que no hay grupo social capaz de imponer sus valores ni sus gustos a otros colectivos.24 Sin embargo, es inaceptable el segundo en la medida que se sostiene la imparcialidad en la evaluación del desarrollo del conocimiento. 25 Como se puede apreciar, los autores muestran con gran transparencia esto que hemos denominado la epistemología política moderna: absolutismo científico y relativismo cultural (y político).

Para S&B, a riesgo de caer en imposturas, la física debería ser un campo de estudio exclusivo de físicos donde sólo ellos podrían juzgar, certificar y legitimar su producción científica. La física sería un bien de uso exclusivo de físicos y su consumo debería estar certificado por ellos mismos.

S&B denuncian la relativización del conocimiento científico realizado por los que llaman sociólogos constructivistas-relativistas. Desde luego que en esta guerra, los autores tienen sus razones fundamentadas; así la impugnación al relativismo epistémico se cumple puntualmente en ciertas vertientes de los estudios sociales de la ciencia; ejemplo de esta relativización y demérito de las ciencias se encuentra en la afirmación de los sociólogos constructivistas Barry Barnes, David Bloor y John Henry en su libro Scientific Knowledge: A Sociological Analysis, en el cual, estos autores escriben que "la astrología no responde menos a los criterios del método científico que la astronomía y que es concebible que un día aquella se preste a un triunfo del método científico".26 Sucede lo mismo en el caso del Programa Empírico del Relativismo impulsado por Harry Collins y Trevor Pinch. Efectivamente, reuniendo relativismo y constructivismo social, Collins considera que la clausura de los debates y las controversias científicas no se basan en procedimientos lógico-experimentales, sino en factores sociales como el poder, la retórica y otros mecanismos sociales.27

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