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Читать книгу: «Narrativas de vida, dolor y utopías», страница 2

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Relatos de vida y diarios de campo: un aporte desde la subjetividad a la investigación social

La investigación tiene un fuerte énfasis cualitativo, específicamente en la construcción de relatos de vida, porque son considerados como fuentes multidimensionales que hablan de una experiencia que sobrepasa al sujeto que relata. Como evocación, transmiten la dimensión subjetiva e interpretativa del sujeto y como reflexión, contienen el análisis sobre la experiencia vivida (Lulle, 1998, p. 84). En este sentido, se usaron los relatos de vida por cuanto son expresiones subjetivas únicas, que resultan de la forma como el sujeto define culturalmente su mundo y de este modo arrojan información sobre la visión que este sujeto tiene de sí mismo, sobre su situación en la vida y la versión del mundo que este tiene en su momento particular (Jimeno, 2006, p. 39).

Un ejemplo de esta subjetividad del relato, que se proyecta sobre el mundo social, se vivió con Juan Alejandro, porque su participación en el proyecto investigativo surgió de una necesidad personal y de una situación delicada respecto a su relación con grupos armados al margen de la ley:

11 de julio de 2011. En la tarde se me acercó Juandro, para que dialogáramos un momento, y me comentó que estaban preguntando sobre su relación con grupos al margen de la ley. Porque según escuchó, un profesor “sí sabe dónde pone la tórtola”. A Juandro le preocupa que salga del proyecto por ser cercano a los “muchachos”; me confesó que él sí es un poco cercano, pero solo como “razonero”, ya que en Betania a todos les toca esa labor. Quedamos en hablar el jueves para iniciar su relato de vida, yo quedé en colaborarle y en hacer visible su historia con dos propósitos: aclarar su situación frente a los “muchachos” y dejar memoria de una relación demarcada por la cotidianidad de la violencia en su tierra.

Como uno de los objetivos de esta investigación es interpretar las representaciones del conflicto armado en los jóvenes de Utopía, se hizo uso de la herramienta de los relatos de vida, por cuanto contienen informaciones, evocaciones y reflexiones que sintetizan la singularidad del sujeto, sus interpretaciones e intereses, y permiten la interacción entre investigador y colaborador. Este tipo de trabajo de campo es llamativo como elemento de recolección de información, porque posibilita el hacer de esta una referencia objetiva y afectiva que trasciende al sujeto y transmite informaciones sobre lo social (Jimeno, 2006, p. 49). Por ello, fue posible construir una interacción, emocional e íntima, que afectó directamente la comunicación entre sujeto e investigador y la interpretación. Estas relaciones incluyeron tres dimensiones: los textos (entendidos como las prácticas culturales en tiempo y lugar específico), las interacciones (las comunicaciones y sus participantes) y el compromiso emocional (asistencia y nivel emocional) (Abadía, 2006, p. 81). En este trabajo investigativo, el texto que relaciona las tres historias de vida es la experiencia del conflicto armado y los significados que cada joven construye del mismo; las interacciones se enmarcan en la relación docente-estudiante dentro del campus universitario, y cómo esa relación se va transformando poco a poco con cada sujeto de manera particular; y el compromiso emocional, generado a partir de las interacciones afectivas que fueron dándose paso a través del tiempo de inmersión en el campo.

Esa interacción con los estudiantes llevó a situaciones a veces confusas, pero que permitieron el acercamiento de manera profunda a las identidades de los sujetos investigados; es el caso de Edison Cubillos, con quien hubo momentos en los que no era posible reconocer qué tipo de relación se estaba construyendo:

18 de agosto de 2011. En la tarde nos montamos al tanque de la escuela […] miramos todo Carupa, fue un momento significativo en la investigación. Hoy con Cubi empezó mi gusto fuerte por el Llano, por sus identidades, por sus costumbres, por sus personajes. Él me sembró la extrañeza de la amistad con alguien, y la confusión con mi rol de docente en la universidad. ¡Ya empiezo a cuestionarme!

En este punto aparece una contradicción, porque mientras con Cubi la cercanía en el método ayudaba a encontrar la profundidad del relato, con Andy la reacción era inversa, pues la relación se hacía con el paso del tiempo más distante:

21 de agosto de 2011. Mientras con Andy lo cotidiano era como programado, con Cubi la relación era de afecto, de cercanía, de “parcería”; tanto que en un momento le solté la cámara y él fue quien decidió qué y cómo registrar. Igualmente pasó con el diario de campo para que registrara algunos refranes y pensamientos. Mientras Andy me presentaba como el profe que llega para hacer una investigación, a entrevistar y a escribir sobre la vida de los demás, Cubi me presentaba como el “parcero”: por ejemplo, las personas se nos hacían alrededor en el juego de tejo, y apostaban por alguno de los dos.

6 de septiembre de 2011. Andy sigue construyendo su historia con los medios de comunicación; en esta oportunidad el canal Caracol lo está entrevistando y haciendo un filme para presentarlo la próxima semana.

Los relatos de vida como metodología desarrollaron variadas dimensiones y consecuencias sociales, pues su uso en este tipo de investigación responde a necesidades concretas. Por un lado, a tener en cuenta la invisibilidad de la vida cotidiana, pues lo cotidiano a menudo se escapa porque nos es familiar y presenta contradicciones que son difíciles de enfrentar; por otro lado, a comprender situaciones particulares a través de documentaciones basadas sobre detalles concretos de la práctica (Lulle et al., 1998, p. 307). De allí que en la investigación lo analítico y lo afectivo se entrelacen, enriquezcan los resultados y creen dilemas. Mucha de la información encontrada no pudo ser registrada en los relatos, por salvaguardar la intimidad del estudiante o por la seguridad del mismo y su continuidad en el proyecto de la universidad.

16 de agosto de 2011. 6:00 a.m. Me desperté con el cacarear de las gallinas, con el ruido de los niños y con el dolor en el pecho que sentí toda la noche por haber decidido viajar a la vereda Antillas6 a llevar un encargo. Lo pensé toda la noche para ir… Los comentarios sobre el riesgo del viaje y de las imágenes de soldados requisando la maleta. A pesar de todo esto, me alisté y salimos en la moto rumbo a Antillas. Un dolorcito en el estómago me acompañaba todo el viaje, y un sentimiento de culpa y de temor que no me dejaban hablar tranquilamente.

En el trabajo etnográfico se quiso conservar la narrativa de las personas con quienes se dialogó, pues era indispensable el respeto absoluto por el lenguaje de la gente. Ese lenguaje, esa riqueza, ese colorido, era superior a la carga teórica de cualquier escrito; era más rico e iba más directamente al centro de los problemas, de la vida y de la historia (Lulle, 1998, p. 42). En otras palabras, se utilizó el lenguaje de la gente, el lenguaje directo como gran instrumento de análisis (Lulle, 1998, p. 104). El objetivo de dicha distinción fue obtener una visión del conflicto desde adentro, contada en las propias palabras de jóvenes que pertenecen a una cultura específica, con el ánimo de rescatar el valor subjetivo asociado a los eventos relatados (Jimeno, 2006, p. 36).

Esta intención no fue muy desarrollada, o al menos no tan profundamente como se habría querido, por los incontables problemas que se presentaron para registrar los encuentros más relevantes, ya que los diálogos más profundos se daban en una cafetería, en una moto, o en un largo trayecto en canoa por el río. Además, porque fui yo el sujeto constructor e hilador de las historias contadas en diversos escenarios:

21 de septiembre de 2011. Me molesta mucho no alcanzar nunca a grabar, ni a escribir en notas […] Cubi es tan espontáneo que no da tiempo de nada, y solo me quedo con la memoria y el sentimiento del llano a flor de piel. Nos sentamos en las mecedoras, donde le gusta mucho estar, y después de la tormenta empieza con unas historias realmente fascinantes, que me hacen respirar sabana nuevamente. Por ejemplo, los relatos sobre sus primeros amores, o sobre las jornadas de robo de ganado; las travesías llano adentro […], los juegos entre sus amigos, etc.

Otro ejemplo de la dificultad para registrar y ser fiel al lenguaje de los estudiantes es el siguiente: “11 de octubre de 2011. No entiendo mi diario de campo, pues Juandro siempre llega en el momento menos pensado, y no tengo ni grabadora, ni diario, ni elementos de registro […] entonces, corro y en cualquier hoja me toca improvisar”.

También surgió otro interés al emplear esta metodología, pues las narrativas se constituyeron en una fuente de análisis rica, al crear una temporalidad más profunda que el recuento de eventos sucesivos. Los relatos de los estudiantes sobre su vida diaria o su experiencia desarrollaron perspectivas mayores sobre el significado que tiene su vida para las personas y para ellos mismos, en la medida en que evitaron caer en la generalización y el esquematismo, y conservaron toda la tensión y el suspenso de su percepción individual (Jimeno, 2006, p. 39). Esas tensiones y suspensos se dieron explícitamente durante el trabajo de campo fuera de la universidad, en cada una de las regiones de origen de los estudiantes. Las realidades y relaciones cambiaban y afloraban sus intimidades, sus puntos de vista más profundos, sus sentimientos encontrados y sus misterios guardados.

En el caso particular de Juan, está lo siguiente:

15 de diciembre de 2011. Los claroscuros de Juandro me permiten reconocer una historia pasada por momentos difíciles…, como los cuatro años de encierro, de no comunicación, de soledad, de los cuales salió solo por indicaciones de ‘los guerros’.

O con Cubi:

25 de noviembre de 2011. Anécdotas personales: el perro que le mordió la cara; las novias en Tauramena, sus encuentros íntimos; sus amigos de andanzas. Las mujeres de su vida: Julieth, una mujer mayor. El internado en Carupa, las fiestas, los amores y desamores con Sandra (su mejor amiga). Y todo lo oculto que hay allí.

En esta misma dirección, a través del trabajo investigativo se pudo comprender que los relatos de vida también permiten ver omisiones, reinterpretaciones, desplazamiento de sucesos, la dramatización de ciertos incidentes y el silencio de otros (Jimeno, 2006, p. 39), así como aprender a otorgarle atención a lo dicho, pero también a lo que se suprime, a lo implícito, a lo que se da por sentado y finalmente a las expresiones más espontáneas del discurso: “9 de octubre de 2011. Cubi puede ser un buen relato, pero me faltan en este los imponderables, su amistad, su cercanía, su postura, sus intenciones ocultas, sus miradas, sus silencios”.

Uno de los objetivos implícitos al usar esta metodología fue abrirle camino a la investigación subjetiva a través de los relatos de vida, limitando el campo de acción puramente objetivo para ir buscando campos más emocionales de trabajo. La metodología permitió reivindicar una estructura emocional en su conjunto, y colocó así en primer plano los sentimientos de la gente, y buscó entre sus colores y no entre el plano frío de la elaboración intelectual, puramente teórica, las representaciones propias que sirven para la investigación (Jimeno, 2006, p. 43). Este objetivo se logró de maneras distintas en los tres relatos, pues cada sujeto de investigación abría un camino diferente para adentrarse en su vida, en sus historias y en su intimidad.

25 de noviembre de 2011. Juandro: sigue el acompañamiento con Teresa, a nivel médico. Tiene una situación médica muy delicada…, espero ser prudente y ayudarlo antes de que haga pactos con el más allá. Me preocupa su estado de ánimo, espero que en Bogotá pueda ir a la cita médica y empezar el tratamiento. No sé cómo iniciar la vida de Juandro, hay unas etapas tan difíciles, tan conmovedoras, tan oscuras, que no sé cómo trabajarlas […], me hundo en la desolación de esta historia, en sus silencios, en sus secretos, en sus dolores, sus sueños, sus distinciones, su manera de ver la vida. Es tan distinta y tan frustrante… Me siento totalmente involucrado.

4 de octubre de 2011. Me preocupan Andy y Lida, luego de que salieran en el noticiero Caracol diciendo lo de su relación con la violencia y los grupos al margen de la ley, y al saber que pueden correr riesgo sus familias. Intenté hablar con Andy sobre el tema, pero esquivó la situación, como si no fuera importante. Eso me ha quitado el sueño.

En síntesis, se busca dejar constancia de lo importante que ha sido para la experiencia emplear la metodología de los relatos de vida. Primero, porque despertó en mí el interés lejano por la investigación etnográfica. Segundo, porque realmente la cercanía con los sujetos de investigación, el compartir sus cotidianidades, la escucha permanente de sus historias, el registro de los diarios de campo (tarea que exige disciplina, constancia y paciencia) y la redacción de los relatos de vida constituyeron una tarea épica en mi vida personal y profesional. Encierro todos los sentimientos experimentados en esta metodología con el siguiente texto de los diarios:

16 de diciembre de 2011. Fue un viaje maravilloso que me permitió reconocer las falencias y las maravillas del trabajo etnográfico. Logré una profundidad con los entrevistados, una complicidad, una intimidad que no debo omitir en mis informes finales. No tengo ni idea de cómo voy a escribir esta historia de vida.

El trabajo etnográfico: una experiencia de frontera

La antropología no es sólo una ciencia,

es también un estado de ánimo.

M. Delgado

El trabajo etnográfico —observar, registrar y analizar— se constituyó en el centro de mi experiencia antropológica a través del encuentro humano, del contacto cara a cara durante un largo tiempo con los estudiantes de la Universidad de La Salle. Este contacto cotidiano facilitó el rapport que aumentó las posibilidades de encontrar las expresiones más íntimas de la vida de los sujetos de investigación (Geertz y Clifford, 2003, p. 125). Aunque la estadía durante cinco meses en el campus universitario facilitó en gran medida el trabajo de investigación, fueron los viajes que realicé a los lugares de origen con los estudiantes los que ampliaron y profundizaron la investigación. Viajes que fueron concertados con los sujetos de estudio, teniendo en cuenta la disponibilidad de tiempo y de dinero. Con Andy y Cubi se planearon los viajes a sus regiones en las vacaciones de agosto de 2011 (10 días de viaje entre Pueblo Viejo y Carupa). Con Juandro el viaje se posponía, incluso llegué a pensar que no deseaba que viajara; de todas maneras, en las vacaciones de diciembre de 2011, pisé nuevamente las tierras del Caguán.

15 de diciembre de 2011. Los paisajes del Caquetá me recuerdan las historias de caminos y de carreteras. Sus llanos semimontañosos, sus verdes únicos, su olor a paraíso y la nostalgia de los amores imposibles…, junto a la inquietud de la violencia, del encuentro con guerrilleros, de militares por la vía, de temores, de bombas, de tomas; eso es el Caguán para mí.

Poco a poco el encuentro con la realidad de las regiones de donde provenían los estudiantes y el contacto permanente con ellos develaron el derrotero del proceso de investigación etnográfico, al tiempo que permitieron encontrar inconsistencias y rupturas importantes en los relatos. En esta investigación las rupturas se definían mediante las diversas apreciaciones sobre los grupos armados en la vida personal y regional:

10 de agosto de 2011. Hoy, tanto en el desayuno como en la cena, algunos de los estudiantes de Tame me han dicho que tenga mucho cuidado, que si al fin voy a viajar a Pueblo Nuevo, donde Andy, pues Tame está muy “caliente” y hay enfrentamientos; incluso, la zona de Pueblo Nuevo es zona roja. Usted pasa una cerca y tiene al ELN, al otro lado a las FARC, y por todas partes los a “paracos”. Tenga mucho cuidado. Las miradas de sorpresa y de temor de los estudiantes me han hecho pensar un poco lo de viajar hasta Pueblo Nuevo, o solo quedarme en Tame. De todas maneras, Andy se me acercó en la noche y me animó a viajar juntos. Que ya tiene la moto, que nos va a llevar hasta su vereda, y que su familia me está esperando.

Esas diferentes rupturas se fueron volviendo coherentes solo dentro del trabajo de campo, donde pude identificar una real cotidianidad del conflicto armado en el diario vivir de las poblaciones visitadas:

15 de agosto de 2011. Andy comenta que la noche anterior hubo muerto en Tame, a las afueras, que parece ser un joven […], y Reynel (celador de la Villa Olímpica) le contesta: “Aquí lo que pasa es que uno pregunta por fulano y le responden: ¡A ese lo enterraron ayer!”

Conforme nos adentrábamos en la región los imponderables se iban haciendo más evidentes, y el tema del conflicto armado pasaba de ser una narrativa ajena y exterior, a ser parte de la intimidad de vida cotidiana:

15 de agosto 15 2011. El lunes en la mañana salimos para Pueblo Viejo en un taxi. Al pasar por Toyes, un caserío, me comentó Andy sobre el día que fueron a desyerbar el colegio de allí, y que se encontraron con una mina quiebra patas. Igualmente el comentario de que el caserío de Flor Naranja fue muy golpeado por la violencia. En San Francisco me preguntó que si había escuchado de la bomba que habían lanzado los de la Fuerza Aérea Colombiana (FAC) contra un grupo de civiles: hubo 17 muertos. Fue en ese caserío.

Ya en el corazón del viaje con Andy, se hizo evidente la presencia y el control de los grupos armados. Y es mediante la metodología del “estar allí” como percibí el fenómeno del conflicto con mayor claridad y encontré tácitamente la relación entre vida cotidiana y grupos al margen de la ley:

16 de agosto de 2011. Al entrar a la vereda La Pedrera se leen en las paredes de las casa y en vayas diferentes textos alusivos a la presencia de las FARC en la vereda: “Aunque el gobierno no lo asepté [sic], somos una oposición política en busca de un cambio social”, X frente de las FARC./“Camarada Manuel Marulanda Vélez, estamos cumpliendo”, X FARC./“Comandante Che Guevara, siempre vivo”, X frente FARC./En la entrada a la vereda las Filipinas encuentro un pendón a la entrada que dice: “Con Bolívar, por la paz y la soveranía [sic] nacional”, FARC-EP.

Uno de los aprendizajes más significativos fue en uno de los viajes, en el momento cuando sentimos la cercanía del conflicto—no como elemento de análisis sino como experiencia inmediata, no como teoría crítica, sino como aproximación subjetiva—que facilitó el conocimiento de la proximidad de la violencia desde adentro (Guber, 2004, p. 216):

17 de agosto de 2011. En la noche el sobrevuelo de los helicópteros despertó en mí sentimientos de miedo, de muerte, de reacción (meterme debajo de la cama, colocar la maleta encima para protegerme de posibles proyectiles). Esperar a que la tropa atravesara la calle, o entrara a la casa…, sin saber cómo reaccionar o cómo defenderme. Esos son sentimientos que hace rato me habían abandonado. Mientras tanto, Andy, muy tranquilo, me grita desde el cuarto contiguo: tranquilo profe, eso no pasa nada, uno se acostumbra.

Estar en los lugares de origen de los estudiantes permitió desarrollar en la investigación dos de los puntos clave para la elaboración de sus relatos de vida: la triangulación de la información (que se realizó con familiares y amigos) y el descubrimiento de lo imprevisible de la vida cotidiana:

12 de diciembre de 2011. Entre silencios, historias de robos, y de anécdotas, paisajes verdes, azules, cánticos, encunetadas y sacadas de barro, llegamos a la 1 p.m. del 11 de diciembre a Betania. Todo el pueblo nos mira, nos observa, murmuran […] se miran, se extrañan, no disimulan […], se siente una presión fuerte.

Imponderables también respecto a las convenciones que enmarcan la vida y la historia de sus habitantes:

12 de diciembre de 2011. Betania, un pueblo con historia guerrillera, cocalera, de calles destapadas, de casas de madera y zinc, de colores fuertes, de gente bebedora, de billares, cantinas, iglesias cristianas, caballos, niños jugando en los árboles, de puerto silencioso, de garceros de ensueño, del río grande, de los militares en sus calles, de marinos armados, de gnósticos arreglando bicicletas.

13 de diciembre de 2011. La noche bajo la lluvia se hace larga… En la madrugada, nos despertamos y al puerto…, a viajar tres horas maravillosas por el río Caguán, viendo los cultivos de coca, los platanales, las garzas en bandadas despertando al día; las águilas tomando los primeros rayos de sol…, y en medio de todo este paisaje, un diálogo inconcluso sobre la vida de Juandro.

Los imaginarios sobre las regiones y sobre las personas variaron en cada uno de los viajes realizados. Por ejemplo, el viaje que hice junto a Juan a la región del Caguán se vio marcado por una relación directa de este con los grupos guerrilleros:

16 de diciembre de 2011. A la salida de Cartagena del Chairá un cabo del Ejército le dice a Juandro: ¿qué pasa por allá en Betania? Él le responde que están solo los de la Marina, que va a Florencia a arreglar lo del servicio militar y que los jóvenes ya no se ven en el pueblo. El cabo le dice: ¡chino, es mejor pasar en el Ejército 18 meses, y no jubilarse en la guerrilla! Juandro no disimula su incomodidad.

Una de las grandes experiencias en este trabajo de campo tuvo como eje central la búsqueda de marcas de significado en cada una de las narrativas del conflicto armado elaboradas en los relatos de vida, las cuales solo fueron percibidas al revisar con detalle los diarios que hice durante mis recorridos con cada uno de los estudiantes. Es decir, fue en el trabajo de campo donde entendí que la etnografía no es ni subjetiva ni objetiva, sino interpretativa y media entre dos mundos (los jóvenes y la realidad del conflicto armado) a través de un tercero (el investigador):

16 de diciembre de 2011. El viaje: Bogotá-San Vicente del Caguán-Campo Hermoso-Puerto Betania-Cartagena del Chairá-Florencia-San Vicente del Caguán-Bogotá, fue una travesía esperada, anhelada, con sus más y sus menos… No pude grabar mucho, pero el compartir cotidiano me llevó a profundidades no esperadas.

El trabajo etnográfico: la inmersión en campo, la construcción de los relatos de vida, las entrevistas, la vivencia cotidiana, los viajes, las cercanías y divergencias con los estudiantes y la escritura de los diarios me llevaron a entender que todas estas metodologías y técnicas empleadas no eran solo medios de obtención de información, sino el proceso mismo de producción de conocimiento (Guber, 2004, p. 209). Así pues, no deseo cerrar este capítulo sin expresar lo que sentí el día que terminó mi inmersión en campo:

6 de diciembre de 2011. Acaba una de las experiencias más maravillosas y difíciles de mi vida…, no creí que fuera tan importante mi estadía en el campus junto a los universitarios. Ellos son la razón más fuerte para continuar el camino. No tengo palabras para agradecerles todo lo que han hecho por mí, por Utopía, por el grupo…, nada es igual a partir de este momento. Si se pudiera prolongar la experiencia o si pudiera volver en el tiempo, no cambiaría nada.

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9789588844299
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