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En realidad, Kate era la única que nunca había explorado la moda. Sentía que la mayoría de las decisiones que tomaba era para irritar a su madre. Desde que se había negado a vestirse con vestidos de color pastel sedoso que le gustaban a su madre y de ir a los desfiles de moda, se había convertido en una chica poco femenina. Pero no sabía si era realmente una chica poco femenina o si sólo disfrutaba saber que molestaba a su madre cuando se vestía así.

Kate sonrió. Si había alguna posibilidad de que Tony la invitara al baile de graduación, bien podría  darse toda la oportunidad del mundo. Ya se sentía un millón de veces mejor que cuando esa mañana, muy enfadada, se dirigía en bicicleta a la escuela. Sabía que sus amigas la estarían apoyando.

“Y, mira, si Tony no me pregunta si quiero ir al baile con él, no pasa nada," añadió Kate. "Siempre podemos ir juntas."

"Estoy muy contenta que lo digas," respondió Amy. “¡No creo que mis padres me dejen ir en un coche con un chico!"

Todas se rieron. Se sentía bien saber que se apoyaban unas a las otras, y que no necesitaban a los chicos para pasarla bien en el baile.

La campana sonó y las niñas se levantaron y se dirigieron en direcciones diferentes. Amy y Kate tenían matemática y caminaron tomadas del brazo por los pasillos.

De repente, Kate sintió que Amy le apretaba la mano. Levantó la vista y vio a Madison en el área de casilleros con sus amigas porristas. Estaba de espaldas a Kate y Amy, por lo que no sabía que ellas estaban detrás; estaba contando una historia que estaba haciendo a las chicas rugir de risa.

"Y entonces mamá dijo, 'Señorita, vas a ser una empleada de limpieza como yo para que Madison pueda ir a la universidad." ¿Pueden creerlo? Yo estaba como, ‘¡Oh, Dios mío, está convirtiendo a mi hermana en una esclava! “¡Y todo eso en su cumpleaños! A mí me dieron un coche para mis diecisiete. Ella no recibe nada."

Se echó a reír, al igual que las otras chicas. A Kate le pareció que el estómago se le caía en los pies. ¿Cómo era posible que Madison se riera así de ella? Aceptaba que Madison no la protegiera en su casa, pero nunca se le ocurrió que estuviera hablando de su desgracia con sus amigas.

Amy agarró con fuerza al brazo de Kate, tratando de apoyarla, tratando de mantener su conexión con la tierra. Ayudó a Kate a pasar junto a Madison y el grupo de chicas malas. Al pasar, supo que Madison la vería, se daría cuenta de que la había escuchado.

Miró por encima del hombro a su hermana. Se miraron a los ojos y Madison se veía solo un poco sorprendida. Pero aparte de eso, no pareció afectarle haber pisoteado los sentimientos de Kate. Luego, apartó su mirada, volviendo su atención a sus amigas.

Kate caminó a clase, sintiéndose más deprimida que nunca.

CAPÍTULO TRES

Kate sobrevivió sus dos primeras clases, aunque su estado de ánimo no mejoró. Se sintió aliviada cuando sonó la campana, era la hora del almuerzo y podría reunirse con sus amigas.

Con sus amigas, Kate se puso en la fila en la cafetería, que estaba llena de gente, y trató de no mirar demasiado la selección de alimentos. La situación estaba grave. Nicole, como era vegetariana, tenía mucha dificultad para encontrar algo que pudiera comer. Hoy, iba a comer gofres de patatas y judías, mientras que Dinah y Amy pudieron elegir un rico platillo con pollo tikka masala y arroz. Kate pensó que el curry se veía un poco grasoso, pero a Dinah, ligeramente más grande que el promedio de las chicas, no le importaba porque era alta y bien proporcionada. Amy era un palo de delgada y parecía ser capaz de comer todo lo que quisiera sin engordar. Nicole parecía mantenerse en forma solo gracias a su irritabilidad.

Finalmente, Kate eligió una ensalada. Aunque sabía que las burlas de su madre por su peso eran  infundadas, no podía evitar sentir que, tal vez, si perdía un par extra de libras, su madre no sería tan dura con ella.

"Chica", dijo Dinah cuando vio su plato, "no me digas que eso es todo lo que vas a comer. Caramba, ¡es tu cumpleaños! ¡Ten un postre por lo menos!"

Kate se sentó.

“De hecho, Tony dijo que si me veía en el almuerzo, me compraría una magdalena," dijo.

Las otras tres chicas sonrieron y se miraron entre sí. Kate se sintió un poco tonta por haberlo  mencionado.

"Oh, Dios mío," dijo Nicole repentinamente.

Todas dejaron de reír y miraron a su alrededor para ver lo que Nicole estaba viendo.

Un chico guapísimo acababa de acercarse a la cafetería.

"Oh," dijo Kate, volviéndose. "Es Elijah. Es de cuarto, comenzó a asistir a clases hace como un mes. Escuché a Madison hablar de él.”

“¿Este hombre celestial ha estado caminando por la escuela durante un mes entero, y ésta es la primera que lo veo?", dijo Nicole con un dejo de amargura en su voz. Parecía como si él la hubiera  paralizado, y ella no podía apartar los ojos.

A Dinah parecía gustarle también.

"Oh, claro que sí. Tiene ese aspecto como Leonardo DiCaprio en Titanic.”

"Pero melancólico," murmuró Nicole. "Oscuro y melancólico."

Kate le echó otro vistazo. Elijah era sorprendentemente atractivo. Pero, por lo que había escuchado a Madison decir a su madre, era un poco solitario. Nunca parecía pasar el tiempo con nadie. Cuando llegó hacía un mes, Madison había tratado de que se uniera a su grupo, pero él se había mostrado reacio, algo que a Madison le molestó. Consideraba que era un poco raro y no era digno de su atención.

Él se veía muy difícil de alcanzar. De hecho, ésta era probablemente la primera vez que Kate lo veía  en la cafetería. San Marcos era una escuela grande, pero alguien como Elijah no era el tipo de chico que pudiera perderse en la multitud. Se preguntó por qué no lo había visto con mayor frecuencia.

“¿Se acuerdan lo que decíamos sobre el baile de graduación?", dijo Nicole. "Me retracto. ¡Las dejo solas a las tres sin pensarlo si puedo ir con él!"

Todas se echaron a reír. Es decir, a excepción de Kate. Había estado mirando a Elijah, examinando la forma en que se movía entre la multitud. Era tan ligero que parecía estar flotando. Tenía una manera elegante de moverse, como si cada paso fuera parte de una rutina de baile. Era fascinante.

En ese momento, él volvió la cabeza como si sintiera que alguien estaba mirándolo. Sus ojos y los de Kate se encontraron a través de la concurrida cafetería. En ese momento, la inundó una sensación que nunca había sentido antes. Fue como si la hubiera golpeado un rayo, como si se le hubiera incendiado cada terminación nerviosa en su cuerpo.

Un grupo de chicos más jóvenes pasó frente a la mesa de Kate, bloqueando su vista.

Cuando ya pasaron, Elijah había desaparecido.

Ella estiró el cuello, tratando, sin éxito, de verlo salir por la puerta a la que se había dirigido. Había desaparecido.

"Chicas", dijo Kate a sus amigas que se estaban riendo, “¿vieron eso?"

Todas la miraron, confundidas.

"¿Ver qué?"

"Elijah. Estaba allí un minuto, y luego desapareció por completo.”

Ella seguía mirando en la dirección donde él había estado un momento antes. No había manera de que pudiera haber salido de la cafetería tan rápidamente.

"Elijah," Nicole rió, agarrándose teatralmente el corazón. Después miró a Kate con agresión simulada. "Voy a luchar por él, ya sabes. A puñetazos, jalándote del pelo, arañándote, toda la cosa.”

Las chicas empezaron a reír de nuevo, pero Kate no se les unió. Su mirada se había congelado en el lugar donde Elijah había estado parado. Su mente daba vueltas.

¿Qué había presenciado?

CAPÍTULO CUATRO

Perdida en su propio mundo, Kate caminaba con las demás chicas por los pasillos llenos de gente de regreso a clase. Su mente aún estaba conmocionada. Las chicas no parecían entender por qué le había  afectado tanto, y cada vez que insistía en que Elijah había desaparecido literalmente frente a su cara, ellas  encontraban alguna manera de explicarlo. Se había cansado de tratar de hacerles entender y se había ido de la cafetería en una rabieta.

Hacia el final de la jornada escolar, a Kate le gruñía el estómago. Lo único que había comido era un yogur natural y una ensalada, y un par de bombones que Dinah le había dado. Su mañana llena de decepciones, su rápido viaje en bicicleta a la escuela toda enojada, y la rara desaparición de  Elijah, todo la hacía sentir débil y un poco mareada.

Sacó el seguro de su bicicleta y empezó su viaje de regreso a casa en bicicleta; se la tomó con calma, no quería caerse. Su bolso, lleno de libros de texto y con los regalos de sus amigas, estaba muy pesado, por lo que el viaje le estaba resultando aún más agotador.

El sol no estaba tan terriblemente caliente a las 3 de la tarde y una brisa fresca provenía del mar. A lo lejos, Kate podía ver las montañas del Parque Rattlesnake Canyon. Era uno de sus lugares favoritos. Amaba la naturaleza, la tranquilidad, su belleza. Le gustaba ir allí los fines de semana para pensar en cosas de la vida. Siempre le recordaba de que el mundo era enorme y que su vida en el hogar era sólo una pequeña porción de experiencias que la tierra tenía para ofrecer.

Sin embargo, ¿alguna vez llegaría a ver el mundo? Sin una educación universitaria, ¿cómo podría  vivir la vida que tanto deseaba? No podía soportar la idea de estar atrapada en California un año más, limpiando las casas de la gente rica con su mamá siempre pegada a su lado como una sombra. ¡No era justo! ¿Por qué tenía que hacer dinero para pagar la colegiatura de Madison? Madison no era, ni por mucho, más estudiosa que Kate; de hecho, probablemente quería ir a la universidad para conocer chicos.

Entonces, Kate decidió que tendría que encontrar una manera de guardar una parte de sus ganancias para ahorrar y comprar un boleto de avión a la costa este y un día, simplemente, desaparecería. Parecía una solución dramática, pero ¿qué otra opción tenía?

Kate estaba tan perdida en sus pensamientos que no había notado el grupo de personas adelante de ella sino hasta que estuvo casi sobre ellas. Eran chicos del último año de su escuela, se arremolinaban por toda la banqueta y la carretera, gritando y empujándose en un revoltijo. Kate estaba a punto de rodearlos cuando se dio cuenta de que había alguien entre ellos. Estaban golpeando a un chico como si fuera una pelota de playa, lo empujaban hacia atrás y adelante, de uno a otro. Vio el pelo oscuro y los rasgos delicados del chico. Era Elijah.

"¡Ey!" gritó Kate, frenando bruscamente al lado del grupo. "¡Déjenlo en paz!"

Uno de los chicos se volvió hacia ella, con el ceño fruncido. “Lárgate, chica," dijo, cruelmente. "No creo que tu novio quiera que una chica lo rescate.”

En ese momento, Kate pudo verlo bien. Elijah se veía abatido. Le habían desgarrado la camiseta en el hombro. Pero no bien los chicos ignoraron a Kate, volvieron a empujarlo hacia atrás y hacia adelante, él ni siquiera se defendía.

“¡Elijah!", gritó. “¡Defiéndete!"

Él la miró como si la viera por primera vez, pero siguió caminando. Ella no lo podía entender.

Pero Kate no iba a dejar que le patearan el trasero por alguna estúpida creencia masculina de que las chicas no podían defender a los chicos. Tenía una bicicleta, lo que significaba que era más rápida que ellos, y podría usarla como un ariete.

Tomó su mochila pesada y llena de libros de texto. La hizo girar y la lanzó contra el grupo de chicos, golpeando a uno de ellos en la espalda.

"¡Ey!", él gritó, tropezándose hacia adelante. “Bájale, loquita."

No parecía muy afectado, aunque ella creyó que él sólo estaba simulando frente a sus amigos.

Tal vez era idiota enfrentar a un grupo del último año con nada más que su bolso y su bicicleta, pero la había invadido algún tipo de fuerza, como una mamá ganso cuidando su nido. Estaba enfrentando a los agresores de Elijah como deseaba que Madison la defendiera de su agresiva mamá.

Se regresó sobre sí misma y se lanzó en bicicleta hacia ellos lo más rápido que pudo, dispersándolos por todos lados.

"¿Quién es esta loca?" Uno de los chicos le decía a otro mientras se movía fuera del camino.

"¿No es la hermana de Madison o algo así?", respondió otro, mientras se reía al ver a Kate empuñando su mochila.

"Ew, qué asco ", dijo el primero. "Pero Madison es muy guapa. Ella debe ser adoptada, ¿verdad? "

Alentada por sus comentarios groseros, Kate volvió a la carga. Golpeó a otro chico con su mochila, con tanta fuerza que esta vez se tambaleó contra otro. Ambos cayeron al suelo en un montón.

Tratando de guardar las apariencias, los chicos comenzaron a dispersarse, como niños que abandonan sus helados por una avispa irritante y persistente. Era claro que Kate, con su ataque a Elijah estaba creando más problemas de los que valía la pena enfrentarse.

Kate jadeaba con fuerza por el esfuerzo y la ansiedad, aunque un poco de adrenalina triunfal también corría por ella. Vio a los chicos irse, caminando por la carretera, y luego se volvió hacia Elijah.

Pero Elijah se había ido.

"¡Ey!" Kate gritó en voz alta. Lo menos que el idiota podría haber hecho era quedarse para darle las gracias.

Estiró el cuello, tratando de ver hacia dónde se había ido. Pero, cuanto más miraba, le era más claro de que no había manera de que Elijah hubiera tenido tiempo para desaparecer de su vista. No había casas o tiendas en esa parte de la carretera a donde hubiera podido ir, sólo una montaña rocosa en un lado y una fuerte caída hacia los tejados de las casas en la calle de abajo, en el otro. ¿A dónde se había ido?

Miró a su alrededor, entrecerrando los ojos por la luz brillante del sol, pero él no estaba por ningún lado. Entonces vio una figura debajo, en la parte inferior de la colina, caminando con esa manera elegante, precisa que reconoció como la de Elijah. No tenía idea cómo había podido llegar tan lejos en un espacio tan corto de tiempo. Trato de creer que la adrenalina estaba jugando con su percepción, aunque una sensación de inquietud empezando a abrumarla. Era exactamente igual que en la cafetería. Elijah, estaba segura, podía moverse a través de grandes distancias más rápidamente de lo que era posible.

Kate no estaba segura de la razón que la estaba impulsando a ir tras él. Tal vez porque tenía diecisiete y no quería soportar tanta estupidez de la gente, pero sentía que por lo menos se merecía un poco de su agradecimiento por haberse arriesgado. La caja de bombones de Dinah se había aplastado por golpear a los chicos. Estaban llenando de azúcar de color rosa pegajoso todo el interior de su bolso. Y su copia de Romeo y Julieta ahora tenía un enorme pliegue en la cubierta.

Comenzó a pedalear en dirección a Elijah. Era un largo camino y en algunos puntos se hacía  bastante empinado. Todo lo que Kate tenía que hacer era inclinarse hacia adelante y dejar que la gravedad la propulsara hacia abajo de la colina. Por lo general, era una ciclista cuidadosa y lenta, no buscaba la emoción, pero ahora se sentía bien sintiendo el viento bañar su pelo mientras bajaba por la colina.

"¡Ey!", gritó cuando creyó que Elijah podría oírla.

Él se dio vuelta con una expresión de desconcierto. Una vez más, el momento en que sus ojos se encontraron, una sensación extraña inundó a Kate. Había una intensidad en los ojos de Elijah, una especie de expresión encantada. Si los ojos eran en verdad el espejo del alma, el alma de Elijah parecía ser vieja antes de tiempo.

Aturdida por las sensaciones que surcaban su cuerpo, Kate apretó los frenos en los manillares. Pero iba mucho más rápido que lo normal, su bicicleta era vieja, los frenos estaban un poco gastados y no estaban respondiendo tan pronto como le hubiera gustado. Prácticamente estaba volando, acercándose al final de la carretera a una velocidad enloquecida. En la parte inferior, se dio cuenta presa del miedo, estaba la carretera.

A Kate le empezó a martillar el corazón porque no había manera de que pudiera detenerse a tiempo. Se dirigía directamente a la carretera.

El tiempo pareció detenerse a un ritmo doloroso mientras llegaba a la conclusión inevitable e imparable de que estaba a punto de morir. Su bicicleta pasó la señal de alto, mientras los frenos inútiles chillaban y llenaban el ambiente de olor a goma quemada. Luego, voló sobre las manchas blancas de la carretera  directamente al carril contrario.

Kate vio el frente de una casa rodante frente a ella. Vio los ojos de sorpresa del conductor y luego sintió el impacto.

El cuerpo de Kate se estrelló contra la casa rodante. No sintió ningún dolor pero sabía, por el sonido de un crujido ensordecedor, que se había roto algo. Posiblemente todo.

El claxon del coche empezó a sonar cuando ella rebotó en el parabrisas, y se deslizó completamente  hacia abajo. Su bicicleta se fue volando por el aire, y luego cayó. Ella se incrustó en la parte delantera de la casa rodante y golpeó el suelo, con la cabeza primero.

Estrellas negras bailando era todo lo que podía ver. Su bicicleta aterrizó junto a ella, rompiéndose en pedazos al impactar contra el duro asfalto. Kate tuvo una sensación de entumecimiento, el olor metálico de la sangre.

Pero el dolor no llegaba. Supo que era algo malo. Era malo que no se pudiera mover. Malo que no sintiera nada.

La cabeza de Kate cayó a un lado y su mirada encontró el brillo del mar a lo lejos. Como si estuviera  al final de un largo túnel, Kate pudo oír el sonido de los coches frenando, las puertas del coche abriéndose y la gente gritando. Podía oler la gasolina y el caucho y metal, y algo quemándose.

Luego, a través de todo el caos, vio la cara de Elijah frente a ella y sintió que la levantaba en sus brazos. Le estaba diciendo algo, pero no podía entender sus palabras. Su expresión era intensa, presa del pánico.

Y justo antes de que todo se fuera a negros, le pareció ver que unos colmillos le salían de la boca. No podía moverse para nada, ni siquiera podía gritar. Pero le llegó la sensación de algo en su cuello, agudo, caliente y húmedo, estaba segura.

Entonces, el mundo se desvaneció.

CAPÍTULO CINCO

Lo primero que Kate sintió fue un pitido electrónico. No había pensado mucho acerca de la muerte, pero estaba bastante segura de que debía ser algo así. Pronto, se le unió otro ruido; un chirrido. Y luego tuvo conciencia de la sensación de que la estaban moviendo hacia adelante.

Ruedas, pensó. Estoy sobre una camilla.

Luego, vino un olor extraño, demasiado limpio, como a lejía y detergente.

Estoy en un hospital, pensó.

Así que no estoy muerta, se dio cuenta. Al menos no todavía.

Kate sintió algo en su garganta y algo más que se clavaba en su brazo. No era doloroso, pero era molesto. Trató de levantar una mano, pero no pasó nada. Podía oír ruidos extraños por encima de ella, como de gente que estaba hablando debajo del agua. Con el paso de los segundos, las distorsiones se volvieron menos pronunciadas, y empezó a escuchar las voces y entender las palabras.

"Es un milagro", dijo alguien. Era una voz que no reconoció.

"Nunca vi a nadie sobrevivir a este tipo de lesiones", dijo otra voz.

"Veamos si podemos obtener el consentimiento de los padres para someterla a algunas pruebas", dijo la primera voz. “Porque estaba sin señales de vida cuando la recogieron, y de repente, estaba respirando de nuevo. Ni siquiera tuvieron tiempo para desfibrilarla.”

Kate se preguntó cuánto tiempo había pasado desde que la casa rodante le había pegado. ¿Recién había ingresado al hospital o había pasado años en coma? Esta última idea la hizo entrar en pánico. ¿Y si había quedado inconsciente en su decimoséptimo cumpleaños y estaba despertando en su trigésimo cumpleaños? ¿O cuadragésimo? ¡O de ochenta años!

Comenzó a sentirse más y más agitada ante la idea de encontrarse cara a cara con Amy, Dinah, y Nicole, todas casadas con hijos. Sabía que tenía suerte de estar viva, pero la idea de que todo el mundo hubiera seguido con sus vidas sin ella le era aterradora.

De alguna manera, como empujada por sus intensas emociones, se las arregló para abrir los párpados.

“Se está despertando," dijo alguien.

"No es posible. Está en un coma inducido.”

“¡Te lo estoy diciendo!", el primero dijo de nuevo, con mayor insistencia. "Acaba de abrir sus malditos ojos.”

Kate podía decir por el tono de su voz de que algo no estaba bien. Por la velocidad con la que chocó, el ángulo con el que golpeó contra el suelo, la forma en que su cabeza había colisionado contra el asfalto, estaba cien por ciento segura que debería estar muerta.

Al oír sus voces, sabiendo que había desafiado toda la lógica al estar con vida, entró aún más en pánico. Empezó a parpadear y pudo concentrarse en su entorno. Los azulejos blancos del techo brillaban por encima de ella y había médicos y paramédicos a uno y otro lado, todos se veían confundidos.

Trató de preguntar qué le estaba pasando pero no podía mover correctamente su lengua. Había algo en su boca.

Alargó una mano, tratando de agarrar a uno de los médicos. Al moverla, notó la línea que salía de su muñeca. Era una especie de aguja, un goteo o IV. La imagen la mareó; nunca le habían gustado las agujas. Había sangre seca en su brazo.

Kate se dio cuenta de que era enseguida después del accidente. En caso contrario, no habría sangre ni tampoco paramédicos. No estarían corriendo por un pasillo de esa manera. Si hubiera estado en coma durante años y años, estaría acostada en alguna sala por ahí, completamente olvidada por todos, probablemente cubierta de polvo y telarañas.

Al saber que no había pasado un tiempo considerable, se calmó un poco, pero seguía nerviosa por los médicos y las expresiones en sus caras.

Finalmente, logró alcanzar y agarrar una de las mangas del médico. Él miró hacia donde su mano lo agarraba, levantando la manga. Su rostro palideció, como si estuviera viendo un fantasma. Miró al paramédico.

"Creía que habías dicho que sus huesos se habían hecho añicos."

El paramédico bajó la mirada hacia la mano de Kate.

“Así estaban," dijo.

De pronto se detuvo, como si estuviera tan completamente aturdido que ya no podía continuar. Lo dejaron atrás y él desapareció de la vista.

Finalmente, Kate sintió que la camilla giraba en una esquina hasta que se detuvo. Los médicos hablaban a su alrededor mientras la conectaban a diferentes máquinas, cada una hacía su propio pitido. Empujaban y tiraban de ella. Pero con cada minuto que pasaba, Kate parecía recuperar una nueva facultad y tenía más control sobre otra parte del cuerpo.

Trató de hablar, pero no podía con esa cosa en su garganta. Entonces, se estiró y sintió una especie de protector de plástico alrededor de la boca.

"Ey, ey, ey," uno de los médicos dijo, tratando de apartarle la mano. "Eso te ayuda a respirar. Déjala donde está.”

Ella hizo lo que él le dijo.

"Vamos a aumentar su propofol", uno de los médicos le decía al otro. "Todavía es probable que haya un derrame en el cerebro. El estado de coma le permitirá reducir el daño.”

“Ya recibió la dosis máxima", dijo el segundo.

"Bueno, entonces hay un error", el primero argumentó. “A ese paramédico se le fue algo, según yo. Probablemente anotó algo equivocado. Esta chica no pudo haber recibido la dosis máxima.”

"Bueno, está bien, si usted lo dice."

Kate sintió una sensación de hormigueo donde el goteo se insertaba en su muñeca. Una sensación extraña se deslizó por su cuerpo, como el tipo de cansancio que se siente durante una película aburrida. Definitivamente, no sentía como si la estuvieran anestesiando.

Ahora, los médicos se estaban mirando el uno al otro.

"Debe haber algo mal con el suministro", dijo el primero. "Oh Dios, revísala, ¿por favor? Lo último  que necesitamos ahora es otra demanda.”

Uno de los médicos desapareció, dejando sólo a dos.

Uno de ellos se inclinó hacia abajo. Alumbró con una lámpara cada una de sus pupilas.

"¿Consumes drogas?", le preguntó.

Ella sacudió su cabeza.

Él no parecía creerle.

"Porque si consumes drogas que puedan interferir con el propofol necesitamos saberlo. ¿Nada de  anfetaminas?"

Kate sacudió la cabeza de nuevo. Desesperadamente, quería que le quitaran el tubo de su garganta para poder hablar con ellos.

Los médicos se miraron sin saber qué hacer. En ese momento, otra persona se acercó a la cama. Era una mujer en un traje.

"Tenemos una identificación de la chica," dijo. "Había una credencial en su mochila. Kate Roswell de la preparatoria San Marcos El director va a conseguir los números de teléfono de sus padres.”

Los médicos asintieron.

"O podría haberle preguntado a ella," dijo uno de ellos, señalando hacia donde Kate estaba acostada, completamente despierta, y parpadeando pacientemente.

La mujer vaciló.

"Me dijeron que le habían inducido un coma."

“Así es," dijo el otro médico.

Los dos la miraban boquiabiertos, y se veían completamente aturdidos.

"¿Nos disculpan un momento?"

Presas del asombro, los dos se alejaron.

La mujer se volvió hacia Kate.

"Kate, ¿puedes oírme?", le dijo.

Kate asintió.

“¿Entonces eres Kate Roswell, ¿verdad?"

Kate asintió de nuevo.

"Soy Brenda Masters, soy una de las trabajadoras sociales del hospital. ¿Alguien te dijo lo que pasó?”

Kate sacudió la cabeza. Pero no necesitaba que le contaran. Se acordaba de todo. La casa rodante que golpeó su cuerpo, rompiendo sus huesos en pedazos. La oscuridad que cubrió su visión mientras sentía la muerte acercársele. Y Elijah. Elijah con sus colmillos que hundió en su cuello.

“Típico de los doctores" dijo la mujer. "Nunca se acuerdan de hablar con los pacientes." Brenda se sentó en una silla junto a Kate. “Te golpeó una casa rodante. Estás en el Hospital Santa Bárbara. Voy a trabajar contigo y con tus padres, mientras te recuperas. No te preocupes, van a estar aquí muy pronto.”

Brenda le dio in golpecito en el brazo.

Pero lo último que Kate quería ahora era a su familia. Sin duda, encontrarían alguna manera de culparla. Le dirían que había sido imprudente por haber dejado que los frenos de su bicicleta se gastaran, o por bajar esa colina tan rápidamente. Podía imaginar a su madre atacándola. Peor aun, podría llegar a afirmar que Kate estaba buscando atención porque Madison iba a la universidad, y por no tener un pastel en su cumpleaños. Un millón de pensamientos cruzaron por su mente y los ojos se le llenaron de lágrimas.

Una pequeño ceño apareció entre las cejas de Brenda. “¿No quieres que vengan tus padres?", le preguntó.

Kate sacudió la cabeza de nuevo y una lágrima cayó por su mejilla.

La mujer se veía preocupada por la revelación. Probablemente, no entendía por qué una chica de diecisiete años de edad, que había sufrido un accidente casi fatal, no quería a su familia junto a ella. Probablemente, nunca había conocido a nadie como los Roswells.

"¿Has hecho algo que no debías?", Brenda dijo suavemente. "Porque si te preocupa que vayan a enojarse contigo, estoy segura de que no será así. Sólo querrán saber que estás bien.”

Kate sacudió la cabeza de nuevo. Se enojarían, sí, pero no por lo que había hecho. Sino porque existía.

Sus lágrimas empezaron a caer a torrentes.

"Tenemos que informar a tus padres", dijo la mujer. “Legalmente, eres una menor." Entonces, su voz se suavizó. "Kate, voy a preguntarte algo importante y quiero que pienses cómo vas a contestar. Asiente con la cabeza, si estás de acuerdo con lo que digo y no muevas la cabeza si no lo estás. Kate, ¿tus padres te lastiman?"

Kate tragó saliva, la garganta le dolió al tocar el tubo. Cómo deseaba desesperadamente cabecear sí. Pero en su vida no había abuso, no como la mujer lo estaba diciendo. Al menos, no lo creía. Pero, ¿el abuso siempre tenía qué tratarse de golpes y patadas, o podría significar la privación de alimentos, ser condenada al ostracismo por ninguna razón, ser ignorada en un cumpleaños? Kate no lo sabía completamente. Y a pesar de que era consciente de que un simple movimiento de cabeza podría desencadenar toda una serie de eventos, tal vez incluso podrían sacarla de su casa y colocarla con personas que no la despreciaran y quisieran que fuera a la universidad, estaba Max en quien necesitaba  pensar. No podía hacer que viviera ese tipo de trauma, no era más que un niño.

Ella sacudió su cabeza.

La mujer asintió, aparentemente estaba satisfecha con la respuesta. Probablemente, pensó que Kate era una tonta fugitiva adolescente. Que se había ido a buscar emociones y estuvo a punto de morir, y estaba tratando de evitar de que la castigaran.

"Voy a llamarlos," dijo la mujer, levantándose y alisándose la falda.

Ella se fue y Kate se dio cuenta de que estaba sola por primera vez. El tubo en su garganta la estaba volviendo loca. Le picaba como loco. Y, con desesperación, quería poder hablar. Tenía que preguntarle a alguien donde estaba Elijah. Se acordó que la levantó en sus brazos. ¿Por qué no fue con ella en la ambulancia? Él debió haberla llamado.

Cuando Kate pudo sentarse en la cama, finalmente tuvo una buena vista de la sala. Estaba llena de otras personas que estaban dormidas. Todas estaban en coma, tal como se suponía que ella estaba. La habían levado allí esperando que la hinchazón que pudiera tener en su cerebro disminuyera. Pero su cuerpo había rechazado completamente las medicinas.

Sus huesos también se habían curado. Es lo que había dicho el médico. Cada hueso de su brazo -cúbito, radio, húmero- se había sido destrozado y sin embargo no sentía ningún dolor. De hecho, sus brazos estaban funcionando perfectamente bien. Podía girar sus manos delante de ella y mover todos los dedos. De hecho … tocó su boca y encontró una boquilla plástica extraña. Puso sus dedos debajo de ella y empezó a jalar.

El tubo comenzó a deslizarse hacia arriba por su garganta. Era muy incómodo, pero siguió tirando hasta que todo estuvo fuera. Finalmente, pudo tomar una buena respiración. Tiró el tubo al piso, contenta de librarse de él.

La otra cosa irritante era el IV en su brazo. Arrancó el apósito que lo fijaba en su piel y jaló la aguja. Sangre salió de su piel y ella la lamió instintivamente.

Sin los tubos y cables, se sintió mucho más cómoda, y pudo evaluar la situación. Su cuerpo se sentía diferente, pero no de una mala manera. No sentía dolor en ningún lado. La única incomodidad que sentía, ahora que el tubo estaba afuera, era una sensación punzante en el estómago. Se moría de hambre. ¿Era algo habitual sentir hambre después de tener una experiencia cercana a la muerte?

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199 ₽
Возрастное ограничение:
16+
Дата выхода на Литрес:
09 сентября 2019
Объем:
173 стр. 6 иллюстраций
ISBN:
9781094303468
Правообладатель:
Lukeman Literary Management Ltd
Формат скачивания:
epub, fb2, fb3, ios.epub, mobi, pdf, txt, zip

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